Flores De Maria Quotes

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La magia no está en un conejo dentro de un sombrero o en un pañuelo que se convierte en ramillete de flores. La magia está en un camión que te rompe la patineta y te obliga a subir a un autobús dónde el corazón sentirá que le salen alas.
María Fernanda Heredia (La lluvia sabe por qué)
Por esta solidão, que não consente Nem do sol, nem da lua a claridade, Ralado o peito pela saudade Dou mil gemidos a Marília ausente: De seus crimes a mancha inda recente Lava Amor, e triunfa da verdade; A beleza, apesar da falsidade, Me ocupa o coração, me ocupa a mente: Lembram-me aqueles olhos tentadores, Aquelas mãos, aquele riso, aquela Boca suave, que respira amores... Ah! Trazei-me, ilusões, a ingrata, a bela! Pintai-me vós, oh sonhos, entre as flores Suspirando outra vez nos braços dela!
Manuel Maria Barbosa du Bocage
A ella sólo nosotros la vemos; el animal libre tiene siempre su ocaso detrás de si y ante sí tiene a Dios, y cuando anda, anda en la eternidad, como andan las fuentes. Nosotros nunca tenemos, ni siquiera un solo día, el espacio puro ante nosotros, al que las flores se abren infinitamente.
Rainer Maria Rilke (Duino Elegies)
Creo que debería empezar a trabajar un poco, ahora que aprendo a ver. Tengo veintiocho años y no me ha ocurrido prácticamente nada. Recapitulemos: he escrito un estudio malo sobre Carpaccio, una obra de teatro que se titula Matrimonio y trata de demostrar una tesis falsa con medios ambiguos, y algunos versos. Ay, pero los versos valen tan poco, cuando se los escribe de joven. Uno debería esperar y dedicar toda una vida a atesorar sentido y dulzura, una vida larga, a ser posible, y entonces, al término de la misma, quizá fuera capaz de escribir diez versos que merecieran la pena. Y es que, contrariamente a lo que cree la gente, los versos no son sentimientos (éstos se tienen ya en la primera juventud): son vivencias. Para dar a luz un solo verso hay que haber visto muchas ciudades, hombres y cosas, hay que conocer los animales, hay que sentir cómo vuelan las aves y saber con qué ademán se abren las flores pequeñas al amanecer. Hay que ser capaz de recordar caminos de regiones desconocidas, encuentros inesperados y separaciones que se veían venir de lejos; días de infancia aún por aclarar, a los padres a los que no podíamos evitar ofender cuando nos traían una alegría que nosotros no entendíamos (era una alegría destinada a otro); las enfermedades infantiles que aparecían de un modo tan extraño y experimentaban tantas transformaciones profundas y graves, días pasados en estancias tranquilas y recogidas, y mañanas junto al mar, el mar en general, los mares, las noches de viaje que pasaban altas y como una exhalación y volaban con todas las estrellas; y ni siquiera basta con ser capaz de pensar en todo esto. Hay que haber conservado el recuerdo de muchas noches de amor, ninguna de las cuales se parece a la otra, de gritos de parturientas y de mujeres que acaban de dar a luz y, aligeradas, blancas y durmientes, se cierran. Pero también hay que haber asistido a moribundos, estado con muertos en habitaciones con la ventana abierta y ruidos esporádicos. Y tampoco basta con tener recuerdos. Hay que saber olvidarlos, si son muchos, y tener la enorme paciencia de esperar a que regresen. Porque los recuerdos en sí todavía no existen. Solo cuando se tornan sangre en nosotros, cuando se convierten en mirada y gesto, cuando se hacen indecibles y no pueden distinguirse ya de nosotros, solo entonces puede suceder que, en un momento rarísimo, brote en su centro y emane de ellos la primera palabra de un verso.
Rainer Maria Rilke (Los apuntes de Malte Laurids Brigge (Alba Clásica) (Spanish Edition))
é assim, a tremer de coragem, que muitos de nós chegamos onde é suposto chegarmos.
Maria Isaac (O Que Dizer das Flores)
Quando eu vou na cidade tenha a impressão que estou no paraizo. Acho sublime ver aquelas mulheres e crianças tão bem vestidas. Tão diferentes da favela. As casas com seus vasos de flores e cores variadas. Aquelas paisagens há de encantar os olhos dos visitantes de São Paulo, que ignoram que a cidade mais afamada da America do Sul está enferma. Com as suas ulceras. As favelas.
Carolina Maria de Jesus