Fin Del Mundo Quotes

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Los japoneses creen que, después de morir, las almas van a un lugar que tiene, digamos, un cupo limitado. Y que cuando se llegue a ese límite, cuando no quede más lugar para las almas, van a empezar a volver a este mundo. Esa vuelta es el anuncio del fin del mundo, en realidad.
Mariana Enríquez (Los peligros de fumar en la cama)
Somos un puñado de decisiones. Somos los pasos que damos y las elecciones que hacemos. Somos los caminos, las personas, los lugares que dejamos atrás y también a los que nos dirigimos.
Andrea Longarela (Te espero en el fin del mundo)
Hay quien cree que solo puedes enamorarte una vez, pero es mentira. Puedes enamorarte mil veces. En ocasiones lo haces de la misma persona en diferentes momentos de tu vida.
Andrea Longarela (Te espero en el fin del mundo (Ficción) (Spanish Edition))
Me bastaba un simple roce o el olor para identificarle, y si me quedara ciego, podría reconocerle por el modo en que respiraba o en que pisaba el suelo. Le reconocería en el fin del mundo, incluso en la muerte.
Madeline Miller (The Song of Achilles)
El día del fin del mundo será limpio y ordenado como el cuaderno del mejor alumno
Jorge Teillier
El dolor de un corazón roto es inmortal.
José Ignacio Valenzuela (Hacia el fin del mundo (Trilogía del Malamor, #1))
...pero tenía la impresión de haber soñado dos ciudades perdidas: literalmente: ciudades perdidas dentro de otras ciudades perdidas, deambulando todas sobre una superficie impenetrable
Yuri Herrera (Señales que precederán al fin del mundo)
Una vez que has llegado al fin del mundo importa muy poco qué ruta tomaste.
Isaac Marion (Warm Bodies (Warm Bodies, #1))
Pero si no hay futuro –dijo–. ¿Acaso todavía no lo sabes? Esto es el fin del mundo. Nosotros tendremos que quedarnos eternamente aquí.
Haruki Murakami (Hard-Boiled Wonderland and the End of the World)
Podría reconocerle por el modo en que respiraba o en que pisaba el suelo. Le reconocería en el fin del mundo, incluso en la muerte.
Madeline Miller (The Song of Achilles)
La historia que circulaba entre las personas del mundo ya ha llegado a su fin. Pero, la historia entre tú y yo apenas comienza
Mò Xiāng Tóng Xiù (人渣反派自救系统 [The Scum Villain’s Self-Saving System])
¿Quieres entender que es un año de vida? Pregúntaselo a un estudiante que acaba de suspender el examen de fin de curso. ¿Un mes de vida? Díselo a una mujer que acaba de traer al mundo a un niño prematuro y espera que salga de la incubadora para estrecharlo entre sus brazos, sano y salvo. ¿Una semana? Que te lo cuente un hombre que trabaja en una fábrica o en una mina para mantener a la familia. ¿Un día? Háblales del asunto a dos que están locamente enamorados uno de otro y esperan el momento de volver a estar juntos. ¿Una hora? Pregúntale a una persona claustrofóbica encerrada en un ascensor averiado. ¿Un segundo? Mira la expresión de un hombre que acaba de salvarse de un accidente de coche. ¿Y una milésima de segundo? Pregúntale al atleta que acaba de ganar la medalla de plata en los Juegos Olímpicos, en vez de la medalla de oro para la que lleva toda su vida entrenándose.
Marc Levy (If Only It Were True)
Hogar no es donde uno crece, ni duerme, ni vive. Hogar es donde uno quiere echar raíces, envejecer y morir. Puede ser un lugar o las manos de alguien que te sujeten.
Andrea Longarela (Te espero en el fin del mundo)
La edad te enseña que hay preguntas que es mejor no formular, palabras que no se deben decir y promesas que no se pueden cumplir.
Andrea Longarela (Te espero en el fin del mundo (Ficción) (Spanish Edition))
Somos lo que damos a los demás, sin darnos cuenta de que, si se marchan, te llevan consigo.
Andrea Longarela (Te espero en el fin del mundo (Ficción) (Spanish Edition))
-¿Cómo es el fin del mundo? -le preguntó Baldabiou. -Invisible.
Alessandro Baricco (Silk)
¿De qué sirve tu clase social, tu educación, todo lo que has leído, si no haces nada por tu país, por tu gente, por este pueblo que aguanta hambre desde el amanecer hasta el anochecer? ¿Para qué ser inteligente si esa inteligencia no es capaz de enfrentarse a la injusticia y a las estructuras que detentan el poder de manera inmoral? ¿De qué sirve tanta cultura si uno no es capaz de echarle una mano al otro?
Mario Mendoza (Diario del fin del mundo)
Somos un puñado de decisiones. Somos los pasos que damos y las elecciones que hacemos. Somos los caminos, las personas, los lugares que dejamos atrás y también a los que nos dirigimos.
Andrea Longarela (Te espero en el fin del mundo)
¿Por qué nos inquieta un hombre bañado en lágrimas? Una mujer que llora puede considerarse una parte excepcional pero conmovedora y digna de pena, de nuestra vida cotidiana, la acogemos con sinceridad y cariño. Pero ante un hombre que llora nos llena un sentimiento de desesperación. Es como si para él hubiera llegado el fin del mundo o como si él hubiera llegado al límite de lo que podía hacer.
Orhan Pamuk (The Black Book)
Cómo será, pensé, no verse reflejado en las noticias, no entrar nunca en el pronóstico del tiempo, en la estadística, no tener nada que ver con el resto de todo un país.
Leila Guerriero (Los suicidas del fin del mundo: Crónica de un pueblo patagónico)
Por amor no todo vale; no, si dejas de ser tú, si te pierdes, si te entregas tanto que te quedas vacío.
Andrea Longarela (Te espero en el fin del mundo (Ficción) (Spanish Edition))
Qué jodido es el miedo. Qué inmenso el primer amor. Qué putada cuando, además, sabes que será el único.
Andrea Longarela (Te espero en el fin del mundo (Ficción) (Spanish Edition))
―Siempre seré tu caballero, Meghan Chase (...)Y juro, que si hay alguna manera de que estemos juntos, la encontraré. Sin importar lo que tome. Si tengo que perseguir tu alma hasta el fin del mundo, no me detendré hasta encontrarte, lo prometo.‖
Julie Kagawa (The Iron Queen (The Iron Fey, #3))
Happy New Year Mira, no pido mucho, solamente tu mano, tenerla como un sapito que duerme así contento. Necesito esa puerta que me dabas para entrar a tu mundo, ese trocito de azúcar verde, de redondo alegre. ¿No me prestas tu mano en esta noche de fin de año de lechuzas roncas? No puedes, por razones técnicas. Entonces la tramo en el aire, urdiendo cada dedo, el durazno sedoso de la palma y el dorso, ese país de azules árboles. Así la tomo y la sostengo, como si de ello dependiera muchísimo del mundo, la sucesión de las cuatro estaciones, el canto de los gallos, el amor de los hombres.
Julio Cortázar
Pero eso de que una persona te deje de hablar porque ya se enteró de que te gusta, o que tengas que esperarte tres meses para dar un beso que los dos quieren porque si no te van a acusar de fácil, es horrible. De hecho, creo que las femmes fatales son tan tradicionales y aburridas como las que cocinan pastelitos y esperan al príncipe azul, porque a fin de cuentas también se dedican a ser un cliché del tamaño del mundo y a reprimirse solitas para ser lo que los fulanos esperan de ellas.
Raquel Castro (Ojos llenos de sombra)
—¿De dónde vienes, viajero? —Vengo desde el Fin del Mundo —dijo una voz tranquila que hizo que mi corazón deje de latir—. Desde el Río de los Sueños, a través del Pozo, las Zarzas y el Wyld profundo, con el fin de estar aquí. Sólo tengo una petición, retomar mi lugar a tu lado. Para continuar con mi deber como Caballero, y para protegerte a ti y a tu Reino mientras siga respirando. —Alzó la cabeza y empujó hacia atrás la capucha, y un grito de asombro recorrió la sala del trono—. Sigo siendo tuyo, mi Reina —dijo Ash, mirándome fijamente a los ojos—. Si tú me quieres.
Julie Kagawa (The Iron Knight (The Iron Fey, #4))
Allí fuera, en los caminos del mundo, había miles de millones líneas, de recorridos de vida. Miles de millones de direcciones. Calles enfiladas, desviadas por azar, a veces interrumpidas bruscamente. Pensó que dos enamorados no eran más que dos recorridos a merced del azar. Podían dibujar los trayectos más absurdos en el mapamundi, dirigirse a cualquier parte y no encontrarse jamás. O bien cruzarse también varias veces y no reconocerse. Podían tomar el mismo autobús todas las mañanas, sin saber nada el uno del otro. Así hasta el fin de sus días, sin relacionarse. Pero bastaba muy poco: un intercambio de frases, incluso casual, y las líneas se habrían mágicamente unido. Dos grises trazos de un solitario recorrido se habrían convertido en una sola calle compartida.
Leonardo Patrignani (Multiversum (Multiversum, #1))
- Soy la antivida, la bestia del juicio. Soy la oscuridad al fin de todo. Fin de universos, dioses, mundos... de todo. ¿Y qué serás tú, soñador? - La esperanza.
Neil Gaiman (The Sandman, Vol. 1: Preludes & Nocturnes)
el amor, si es real, siempre te espera, pero que los sueños no lo hacen. Los sueños tienen fecha de caducidad y no hay que dejar escapar las posibilidades que nos brinda la vida.
Andrea Longarela (Te espero en el fin del mundo (Ficción) (Spanish Edition))
Como siempre, la consideración de su muerte lo serenaba tanto como lo turbaba la muerte de los demás. Tal vez porque, a fin de cuentas, su muerte era el final del mundo.
Giuseppe Tomasi di Lampedusa (The Leopard)
el “problema” no se soluciona con un “cambio de cabeza”: lo que hay que cambiar es el mundo.
Tamara Tenenbaum (El fin del amor: querer y coger en el siglo XXI)
«Los grandes cambios siempre vienen acompañados de una fuerte sacudida. No es el fin del mundo. Es el inicio de uno nuevo».
Lorena Franco (Perdida en el tiempo)
¿No te sientes especial, chico hielo? No solo tuvimos que ir al Fin del Mundo. Sé amable con el agradable hombre encapuchado, y tal vez consigas un alma.
Julie Kagawa (The Iron Knight (The Iron Fey, #4))
Nuestros saludos son despedidas: de muchas formas vivimos en el abandono -en a búsqueda de la inconsciencia- pero tal vez lo hacemos porque tenemos tan claro y tan presente que todo va a terminar. Si cada muerte es un apocalipsis en miniatura, porque el mundo termina para quien deja de existir y todo el tiempo hay alguien que muere... Alberto Chimal, del libro "Diarios del Fin del Mundo
Alberto Chimal
El capitán Nemo me indicó con la mano ese prodigioso amontonamiento de madreperlas, una mina verdaderamente inagotable, pues la fuerza creadora de la naturaleza supera al instinto destructivo del hombre.
Jules Verne (Obras Completas de Julio Verne (Veinte mil leguas de viaje submarino, Miguel Strogoff, EL FARO DEL FIN DEL MUNDO, EL CASTILLO DE LOS CÁRPATOS, De la Tierra ... Secreto de Wilhem Storitz) (Spanish Edition))
deseo, esa «fuerza Misteriosa que hay detrás de cada cosa». ¡Cómo le gustaban esas palabras de Alfred de Musset! El deseo que hace que toda la superficie de la piel se alumbre y desee la superficie de otra piel de la que no se sabe nada. Antes de conocerse ya son íntimos. Ya no se puede vivir sin la mirada del otro, sin su sonrisa, sin su mano, sin sus labios. Se pierde el rumbo. Se vuelve uno loco. Se le seguiría al fin del mundo, mientras la razón dice: Pero ¿qué sabes tú de él? Nada, nada, ayer mismo no sabíamos ni su nombre. ¡Qué hermoso ardid inventado por la biología para el ser humano, que se creía tan fuerte! ¡Qué triunfo el de la piel sobre el cerebro! El deseo se infiltra en las neuronas y las embota. Nos encadenamos, nos privamos de libertad. En la cama, en todo caso… El último eslabón de vida primitiva
Katherine Pancol (Les yeux jaunes des crocodiles (Joséphine, #1))
La palabra «corazón», en japonés, tiene un significado más amplio que en castellano; abarca ámbitos del conocimiento, los sentimientos y la voluntad, de manera que incluye conceptos como pensamiento, mente, alma y espíritu.
Haruki Murakami (El fin del mundo y un despiadado país de las maravillas)
La democracia es un lujo del norte. Al sur se le permite el espectáculo, que eso no se le niega a nadie. Y a nadie molesta mucho, al fin y al cabo, que la política sea democrática, siempre y cuando la economía no lo sea. Cuando cae el telón, una vez depositados los votos en las urnas, la realidad impone la ley del más fuerte, que es la ley del dinero. Así lo quiere el orden natural de las cosas. En el sur del mundo, enseña el sistema, la violencia y el hambre no pertenecen a la historia, sino a la naturaleza, y la justicia y la libertad han sido condenadas a odiarse entre sí.
Eduardo Galeano
Los viajeros, encarcelados en un nuevo satélite, si bien es verdad que no habían alcanzado su objetivo, formaban al menos parte del mundo lunar; gravitaban alrededor del astro de la noche, y por primera vez podía la vista penetrar todos sus misterios.
Jules Verne (Obras Completas de Julio Verne (Veinte mil leguas de viaje submarino, Miguel Strogoff, EL FARO DEL FIN DEL MUNDO, EL CASTILLO DE LOS CÁRPATOS, De la Tierra ... Secreto de Wilhem Storitz) (Spanish Edition))
Hay una teoría que afirma que si alguien descubriera lo que es exactamente el universo y el porqué de su existencia, desaparecería al instante y sería sustituido por algo aún más extraño e inexplicable. Hay otra teoría que afirma que eso ya ha ocurrido
Douglas Adams (The Restaurant at the End of the Universe (The Hitchhiker's Guide to the Galaxy, #2))
Ese silencio fue el principio del fin. ¿Quién iba a suponer que la felicidad era tan frágil? Siempre está a un segundo de quebrantarse, a un segundo de hacerse pedazos... La felicidad es volátil una pequeña chispa y todo estalla. Quizá por eso es tan escasa.
José Antonio Cotrina (La canción secreta del mundo)
Ponerse en los “zapatos del otro” Ponerse en los “zapatos del otro”, es un buen sistema para poder leer la mente. A menudo nos cruzamos con personas que no entendemos, y que no podemos llegar a comprender la coherencia de sus palabras, actos y reacciones. ¿No les pasó?… Seguramente pensaron en estos casos: ¡qué ganas de poder leerle la mente para entender por qué actúa de esta forma!!!… Creo que la principal razón por la cual no llegamos a comprender del todo en estos casos, es que tratamos de hacerlo utilizando nuestros propios esquemas mentales; en otras palabras, tratamos de entender a esta persona de acuerdo a nuestra forma de pensar, sentir, actuar y -en definitiva- vivir… Y ese es un error, si es que queremos entender realmente qué le está pasando por su cabeza. Si bien hay esquemas mentales similares y que se repinten, cada ser humano es diferente a otro. Sus vivencias, experiencias, familia, educación, valores, todo, absolutamente todo, influye en cómo actúa alguien, en incluso -a veces- hasta casi lo determina. Probemos entonces ponernos realmente en sus zapatos. Analicen, averigüen, piensen y observen… Traten de colocarse en su pellejo. Esto no significa qué harían ustedes en su lugar (si bien este es también un parámetro valido, a veces confunde en estos casos), sino, tratar de entender cómo funciona su mente, quién es y de dónde viene, cómo es su personalidad, cómo actúo anteriormente en casos similares, qué necesidades tiene, cuáles son sus objetivos, inquietudes e intereses, tiene condicionantes externos que lo están afectando, etc., etc., etc… Sé que suena algo de Perogrullo y sabido, pero les aseguro que un una herramienta ¡I M P R E S I O N A N T E M E N T E PODEROSA! Al fin y al cabo, los mayores secretos para lograr algo con éxito generalmente son sonsos y de conocimiento público, lo difícil es tener la conciencia real de lo importante que son y saber aplicarlos adecuadamente. La importancia de “ponerse en los zapatos del otro” se estudia en el Mundo, hay ejercicios bien concretos que demuestran su potencialidad. De hecho, yo tuve real dimensión de todo esto, con ejercicios que hice en Harvard cuando estudié Negociación. Uno, cuando logra comprender verdaderamente a alguien, se le abre un mundo nuevo de posibilidades respecto de esta persona. Es una herramienta con una potencialidad impresionante, así que úsenla con cuidado y prudencia… ¡Pruebelo y me cuentan! Espero respuestas… Gonzalo GUMA
Gonzalo Guma (Índigo Mentes en Juego)
La vida de cada hombre es un camino hacia sí mismo, el intento de un camino, el esbozo de un sendero. Ningún hombre ha llegado a ser él mismo por completo; sin embargo, cada cual aspira a llegar, los unos a ciegas, los otros con más luz, cada cual como puede. Todos llevan consigo, hasta el fin, los restos de su nacimiento, viscosidades y cáscaras de un mundo primario. Unos no llegan nunca a ser hombres; se quedan en rana, lagartija u hormiga. Otros son mitad hombre y mitad pez. Pero todos son una proyección de la naturaleza hacia el hombre. Todos tenemos en común nuestros orígenes, nuestras madres; todos procedemos del mismo abismo; pero cada uno tiende a su propia meta, como un intento y una proyección desde las profundidades. Podemos entendernos los unos a los otros; pero interpretar es algo que sólo puede hacer cada uno consigo mismo.
Hermann Hesse (Demian)
En estos momentos tuve una certeza fulminante: cada uno tenía una “misión”, pero ésta no podía ser elegida, definida, administrada a voluntad. Era un error desear nuevos dioses, y completamente falso querer dar algo al mundo. No existía ningún deber, ninguno, para el hombre consciente, excepto el de buscarse a sí mismo, afirmarse en su interior, tantear un camino hacia adelante sin preocuparse de la meta a que pudiera conducir. Aquel descubrimiento me conmovió profundamente, este fue el fruto de aquella experiencia. Yo había jugado a menudo con imágenes del futuro y soñado con papeles que pudieran estar destinados de poeta quizás, de profeta, de pintor o de cualquier otra cosa. Aquellas imágenes no valían nada. Yo no estaba en el mundo para escribir, predicar o pintar; ni yo ni nadie estaba para eso. Tales cosas sólo podían surgir marginalmente. La misión verdadera de cada uno era llegar a sí mismo. Se podía llegar a poeta o a loco, a profeta o a criminal; ese no es asunto de uno: a fin de cuentas, carecía de toda importancia. Lo que importaba era encontrar su propio destino, no un destino cualquiera, y vivirlo por completo. Todo lo demás eran medianías, un intento de evasión, de buscar refugio en el ideal de la masa, era amoldarse; era miedo ante la propia individualidad. La nueva imagen surgió terrible y sagrada ante mis ojos, presentido múltiples veces, quizás pronunciada ya otras tantas, pero nunca vivida hasta ahora. Yo era un proyecto de la naturaleza, un proyecto hacia lo desconocido, quizá hacia lo nuevo, quizá hacia la nada; y mi misión, mi única misión, era dejar realizarse este proyecto que brotaba de las profundidades. Sentir en mí su voluntad e identificarme con él por completo.
Hermann Hesse (Demian)
La diferencia principal consiste en su finalidad. Los Lager alemanes constituyen algo único en la no obstante sangrienta historia de la humanidad: al viejo fin de eliminar o aterrorizar al adversario político, unían un fin moderno y monstruoso, el de borrar del mundo pueblos y culturas enteros. A
Primo Levi (Trilogía de Auschwitz)
«¿Por qué no puede oírlo el resto del mundo? —me pregunto. En pocos segundos me lo pregunto muchas veces—. Porque no le importa —me respondo al fin, y sé que estoy en lo cierto. Tengo la sensación de haber sido elegido—. Pero ¿elegido para qué? —me pregunto.» La respuesta es simple: «Para que me importe».
Markus Zusak (I Am the Messenger)
Tiempo atrás había pensado que Wendy vivía en un huevo. Blanco, cerrado, opaco. Una cárcel llena de vida. Un huevo desde dentro parece la prisión más inquebrantable del mundo, pero desde fuera… desde fuera es frágil, un simple golpe y se rompe. Le parecía curiosa la diferencia que residía en la perspectiva desde la cual se mirase el huevo. Y un día cualquiera, sin ninguna importancia para el resto del mundo, Peter rompió el huevo, lo abrió y en él no había yema alguna, había estrellas. Esas estrellas que se pueden mirar, tocar y hasta oler. Wendy era, a fin de cuentas, una estrella que vivió dentro de un huevo.
Wendy Davies
No me acuerdo muy bien, pero es algo así. Los japoneses creen que después de morir, las almas van a un lugar que tiene, digamos, un cupo limitado. Y que cuando se llegue a ese límite, cuando no quede más lugar para las almas, van a empezar a volver a este mundo. Esa vuelta es el anuncio del fin del mundo, en realidad.
Mariana Enríquez (Chicos que vuelven)
¡El mar es todo! Cubre las siete décimas partes del globo terrestre. Su aliento es puro y sano. Es el inmenso desierto en el que el hombre no está nunca solo, pues siente estremecerse la vida en torno suyo. El mar es el vehículo de una sobrenatural y prodigiosa existencia; es movimiento y amor; es el infinito viviente, como ha dicho uno de sus poetas.
Jules Verne (Obras Completas de Julio Verne (Veinte mil leguas de viaje submarino, Miguel Strogoff, EL FARO DEL FIN DEL MUNDO, EL CASTILLO DE LOS CÁRPATOS, De la Tierra ... Secreto de Wilhem Storitz) (Spanish Edition))
Uno no nace siendo una bestia que siempre está a la defensiva, sino que lo convierten en ese animal a las malas.
Mario Mendoza (Diario del fin del mundo (Autores Españoles e Iberoamericanos) (Spanish Edition))
¿Para qué seguir oyendo canciones de amor si en pocos segundos nuestros huesos serán partículas en el seno de una estrella sin nombre?
Yuliana Ortiz Ruano (Canciones desde el fin del mundo)
Afuera el viento era un siseo oscuro, una boca rota que se tragaba todos los sonidos: los besos, las risas. Un quejido de acero, una mandíbula.
Leila Guerriero (Los suicidas del fin del mundo: Crónica de un pueblo patagónico)
La iglesia no satisface expectativas, celebra misterios.
Carlo Maria Martini (¿En qué creen los que no creen? Un diálogo sobre la ética en el fin del mundo)
Lo verdaderamente miedoso no son las mordeduras de serpiente, cuyo veneno puede acabar con una vida en 0.5 minutos, los terremotos, los ataques alienígenas o el fin del mundo. Lo verdaderamente miedoso es cómo el miedo nos paraliza, nos aniquila, nos deja despojados de razón. Lo miedoso son las cosas que dejamos de hacer, los silencios que cultivamos como plantas de jardín interior, los atajos que comenzamos a transitar para no enfrentarnos a nada, a nadie, ni a nosotros mismos. Lo miedoso es cuando el miedo se convierte en obstáculo, en trampa, en excusa. Cuando nos convertimos en hipocondríacos emocionales, siempre listos para buscar un diagnóstico que confirme nuestras sospechas y valide nuestras inseguridades y paranoias.
Amalia Andrade Arango (Cosas que piensas cuando te muerdes las uñas)
Ya no nos queda demasiada música dentro para hacer bailar a la vida: ahí esta. Toda la juventud ha ido a morir al fin del mundo en el silencio de la verdad. ¿Y adónde ir, fuera, decidme, cuando no llevas contigo la suma suficiente de delirio? La verdad es una agonía ya interminable. La verdad de este mundo es la muerte. Hay que escoger: morir o mentir. Yo nunca me he podido matar.
Louis-Ferdinand Céline (Journey to the End of the Night)
Son todas líneas”, pensó y comenzó a ver a cada una de esas personas como una raya trazada sobre un hipotético mapa. Un gigantesco enredo de calles que se cruzaban, se rozaba, se unían y luego proseguían adelante. Allí afuera, en los caminos del mundo, había miles de millones de líneas, de recorridos de vida. Miles de millones de direcciones. Calles enfiladas, desviadas por azar, a veces interrumpidas bruscamente. Pensó que dos enamorados no eran más que dos recorridos a merced del azar. Podían dibujar los trayectos más absurdos en el mapamundi, dirigirse a cualquier parte y no encontrarse jamás. O bien cruzarse también varias veces y no reconocerse. Podían tomar el mismo autobús todas las mañanas, sin saber nada el uno del otro. Así hasta el fin de sus días, sin relacionarse. Pero bastaba muy poco: un intercambio de frases, incluso casual, y las líneas se abrían mágicamente unido. Dos grises trazos de un solitario recorrido se habrían convertido en una sola calle compartida.
Leonardo Patrignani (Multiversum (Multiversum, #1))
He aquí el fin del hombre renacentista. La maquina y la ciencia que había lanzado sobre el mundo exterior, para dominarlo y conquistarlo, ahora se vuelven contra él, dominándolo y conquistándolo como a un objeto más. Ciencia y maquina se fueron alejando hacia un olimpo matemático, dejando sólo y desamparado al hombre que les había dado vida. Triángulos y acero, logaritmos y electricidad, sinusoides y energía atómica, unidos a las formas más misteriosas y demoníacas del dinero, constituyendo finalmente el Gran Engranaje, del que los seres humanos acabaron por ser oscuras e impotentes piezas.
Ernesto Sabato (Hombres y engranajes)
No dejes que el cansancio se adueñe de tu corazón* —dijo ella—. Mi madre siempre me lo decía. Me decía que, aunque el cansancio llegue a dominar nuestro cuerpo, debemos seguir siendo dueños de nuestro corazón.
Haruki Murakami (El fin del mundo y un despiadado país de las maravillas)
La mujer que conoce otros cuerpos conoce el mundo. Circula, experimenta, sabe lo que tiene y lo que puede tener. Aprende el deseo, la búsqueda, a preguntarse por las condiciones de su propia vida, a cuestionarlas, a no tomarlas como algo dado e inquebrantable. La libertad sexual de las mujeres atenta contra la capacidad de los hombres de subyugarlas. El reconocimiento de la mujer como sujeto deseante es una amenaza para el sistema que se sostiene en su subordinación, su trabajo impago y su conducta predecible y ordenada. Eso que tanto tiempo se llamó virtud no es solamente un concepto moral y religioso: también es un concepto político y económico.
Tamara Tenenbaum (El fin del amor: querer y coger en el siglo XXI)
Miradas que se encuentran. Ojos castaños que de pronto se convierten en planicies cósmicas que uno recorre a velocidades superiores a las de la luz, con rumbo desconocido. Es el momento cuando todo encaja, todo cae en su lugar y uno piensa que jamás pudo haber sido de otro modo. Ese instante, en fin, en que el escalofrío, la sorpresa, la interrogación se convierten en certeza, certeza absoluta. Esta mujer venía a trastornarle el mundo.
Celia del Palacio (No me alcanzará la vida)
Sobre el fin del milenio, las personas que tienen asegurada casa, comida, entradas al cine, ropa y discos viven hostigadas por la idea de que hay una fiesta, una gran fiesta, pero que está siempre sucediendo en otro lado. Les tengo malas noticias, amigos: la fiesta no está en ninguna parte. Estar conectado, vivir sin riesgos, imaginarse el mundo como un lugar claro y racional donde queremos habitar…Esa es la distopía que propulsa a las propagandas de telefonía celular. En realidad no estamos conectados con nadie. Cada vez acumulamos más información -podemos tener 5 mil canciones en un ipod- , pero, ya no podemos pensar. Ya lo dijo Sara Connor, la mamá de John en Terminator: Las máquinas vienen por nosotros. Se achican, cada vez más pequeñas, símbolo de perfección y pedigrí para quien las posea. Mientras tanto nosotros engordamos de comida, discos, películas y revistas que ya leemos de reojo porque no damos más…
Fabián Casas
El pueblo antiguo que deseaba tener una clara armonía moral en el mundo, ordenaba primero su vida nacional; los que deseaban ordenar su vida nacional regulaban primero su vida familiar; los que deseaban regular su vida familiar cultivaban primero sus vidas personales; los que deseaban cultivar sus vidas personales enderezaban primero sus corazones; quienes deseaban enderezar sus corazones hacían primero sinceras sus voluntades; los que deseaban hacer sinceras sus voluntades llegaban primero a la comprensión; la comprensión proviene de la exploración del conocimiento de las cosas. Cuando se gana el conocimiento de las cosas se logra la comprensión; cuando se gana la comprensión, la voluntad es sincera; cuando la voluntad es sincera, el corazón se endereza; cuando el corazón se endereza, se cultiva la vida personal; cuando la vida personal se cultiva, se regula la vida familiar; cuando se regula la vida familiar, la vida nacional es ordenada, y cuando la vida nacional es ordenada, el mundo está en paz. Desde el Emperador hasta el hombre común, el cultivo de la vida personal es el cimiento para todo. Es imposible que cuando los cimientos no están en orden se halle en orden la superestructura. Jamás ha habido un árbol de tronco delgado cuyas ramas superiores sean pesadas y fuertes. Hay una causa y una secuencia en las cosas, y un comienzo y un fin en los asuntos humanos. Conocer el orden de precedencia es tener el comienzo de la sabiduría.
Confucius
Pero con todo existe un solo mundo y todo cuanto uno pueda imaginar le es necesario. Pues también este mundo que a nosotros nos parece hecho de piedras y flores y sangre no es en absoluto una cosa sino una historia. Un cuento. Y en él todo es cuento y cada cuento la suma de otros cuentos menores, y aun así estos son también el susodicho cuento y contienen asimismo todos los demás. Así, todo es necesario. Hasta lo más insignificante. Esta es la lección que debemos aprender. No podemos prescindir de nada. Nada es desdeñable. Porque las junturas nos son ocultadas, ¿comprendes? La ebanistería del mundo. La forma en que está hecho. No tenemos modo de saber qué podría quitarse. Omitir. No tenemos modo de decir qué cosa quedaría en pie y qué otra caería. Y esas junturas que nos son ocultadas están, como no, en el cuento mismo, y el cuento no tiene una morada donde existir salvo en el hecho mismo de la narración, y ahí vive y tiene su casa, y es por eso que nunca terminamos de contar. El contar no tiene fin.
Cormac McCarthy (The Crossing (The Border Trilogy, #2))
El inventario de tus cicatrices, en particular las de la cara, que ves cada mañana al mirarte en el espejo del baño cuando te peinas o vas a afeitarte. Rara vez piensas en ellas, pero cuando lo haces, entiendes que son marcas que deja la vida, que el surtido de líneas irregulares grabadas en la piel de tu rostro son letras del alfabeto secreto que narra la historia de quién eres, porque cada cicatriz es la huella de una herida curada, y cada herida era resultado de una inesperada colisión con el mundo; es decir, de un accidente, de algo que no debía ocurrir a la fuerza, porque por definición un accidente es algo que no sucede necesariamente. Acontecimientos contingentes en contraposición a hechos necesario, y mientras te miras al espejo esta mañana comprendes que toda vida es contingente, salvo por el único hecho necesario de que antes o después tocará a su fin.
Paul Auster
Por fin se había liberado de las ataduras, emancipado del mundo opresivo formado por sus padres y los que eran iguales que ellos, un mundo hecho de abstracciones, seguridad y bienestar material, un mundo en el que sentía como una dolorosa amputación la ausencia del latir puro y salvaje de la existencia. Al
Jon Krakauer (Hacia rutas salvajes)
Respiro profundo otra vez y ya van tantas... La cama es un mal lugar para estos pensamientos. Me siendo agobiado. Ya no aguanto más. El #mundo "desquició" sin darnos tiempo. Enjaulados en nuestras propias casas rogando que el #monstruo no entre a aniquilarnos. Nunca nos sentí tan frágiles e indefensos. El #virus no conoce de fronteras, ni de etnias, ni mucho menos, de religiones... iBasta de noticias, por favor! El Gobierno de turno nos indica hasta en qué momentos podemos respirar. ¿Hoy me tocaba ir al baño? Ya ni sé que día es hoy... Suspiro profundo. #Extraño a demasiada gente. Extraño demasiadas cosas. Extraño tener otro tipo de problemas. Mis pensamientos que se van enredando y diluyendo. La cama que se hace demasiado ancha y fría. Todo esto parece una película de Ciencia Ficción, una de terror, una conspiración mundial... Ya ni me doy cuenta si respiro. Sí, sí: ¡es una conspiración mundial! Es parte de un Plan #macabro de los "dueños del mundo". Inventaron una #Pandemia para que entremos en #pánico y nos encerremos como pichoncitos mojados. Las economías caen estrepitosamente. Los países que se debilitan hasta límites impensados. #Crisis, #muerte y #pobreza por doquier. Las necesidades obligan a las personas enjauladas a ser más adictas que nunca a la realidad virtual. Eso es lo que querían, eso es lo que buscaban... ¿Aún existe la realidad real? Es un Plan que viene desde muy lejos. Y esta, es la antesala del Plan Maestro. Ahora nos instalarán chips para controlarnos del todo e iremos perdiendo, una a una, las #libertades individuales que tanta sangre nos costó conseguir. "Es por nuestra seguridad", nos dirán con tono paternal. Nos quieren débiles, asustados, divididos, denunciándonos, enojados, indefinidos y adictos. La tecnología nos hace más manipulables que un ratón... Cuando suene el timbre, todos iremos tras el queso, reclamando -al unísono- por un poderoso #Gobierno Único, de un Nuevo #Orden Mundial, que cuidará el remanente de la especie... Por fin, mis pensamientos, exhaustos, terminan flanqueando y me quedo dormido... Por suerte, ahora, puedo tener otras pesadillas, algo distintas a nuestra angustiante realidad...
Gonzalo Guma
Hay cosas que uno debe saber de inmediato para no andar por el mundo ni un solo minuto en una creencia tan equivocada que el mundo es otro por ellas. No es admisible pensar que todo sigue como estaba cuando todo está ya alterado o ha dado un vuelco, y es verdad que el periodo durante el que se permaneció en el error se nos hace luego insoportable. Qué tonto fui, pensamos, y en realidad eso no debería dolernos tanto. Vivir en el engaño o ser engañado es fácil, y aún más, es nuestra condición natural: nadie está libre de ello y nadie es tonto por ello, no deberíamos oponernos mucho ni debería amargarnos. Sin embargo nos parece intolerable, cuando por fin sabemos. Lo que nos cuesta, lo malo, es que el tiempo en el que creímos lo que no era queda convertido en algo extraño, flotante o ficticio, en una especie de encantamiento o sueño que debe ser suprimido de nuestro recuerdo; derepente es como si ese periodo no lo hubiéramos vivido del todo, ¿verdad?, como si tuviéramos que volver a contarnos la historia o a releer un libro, y entonces pensamos que nos habríamos comportado de distinta manera o habríamos empleado de otro modo ese tiempo que pasa a pertenecer al limbo. Eso puede desesperarnos. Y además ese tiempo a veces no se queda en el limbo, sino en el infierno.
Javier Marías (Tomorrow in the Battle Think on Me)
Vivo en los Estados Unidos y soy chilena, sangre, voluntad y memoria. Al llegar a este país me obligaron a llenar un formulario en el cual había una casilla referente a la raza: la primera alternativa era blanca, la cual iba a automáticamente yo a marcar, cuando leí más abajo la palabra “Hispanic”. Me pareció una enorme incultura por parte de los funcionarios gringos ya que lo hispano no se refiere a una raza, pero abismada comprendí que por primera vez en mi vida me expulsaban de mi propio nicho, de lo que creía mi identidad natural y objetiva, aunque entre una norteamericana y yo no mediase la más mínima diferencia física ( más aún en este caso específico: soy pelirroja, hasta me parezco a ellos ). Ni que decirlo, marqué con saña el segundo cuadrado y cada día transcurrido de estos seis años me he ido apegando más y más a él. Cuando camino por las calles de la ciudad, a veces me da la impresión de que todos mis antepasados están allí, en la pulcra e impersonal boca del metro, con la esperanza de llegar a alguna parte. Todo chicano o salvadoreño despreciable es mi tío, el hondureño que retira la basura es mi novio. Cuando Reina se declara a sí misma una desclasada, sé exactamente a que se refiere. Toda mi vida ha corrido por este lado del mundo. Mi cuna real y ficticia, el lugar donde nací y el otro que fui adquiriendo, lucen oropeles muy americanos ( ¡ no acepto que ese adjetivo se lo atribuyan los del norte! América es tanto la de arriba como la de abajo, norte y sur tan americanos uno como el otro). Trazo los dos puntos del continente para señalar los míos y agrego un tercero, éste. Dos de ellos resultan razonablemente cercanos, y luego, inevitable, la línea larga baja y baja hasta llegar al sur, hasta lo que, a mi pesar, debo reconocer como el fin del mundo. Sólo los hielos eternos más allá de esa tierra. Allí nací. Mapuches o españoles, fluidas, impredecibles, vigorosas, allí están mis raíces.
Marcela Serrano (Lo que está en mi corazón)
Muchas veces escuchó decir que con los años llega la sabiduría, y él esperó, confiando en que tal sabiduría le entregara lo que más deseaba: ser capaz de guiar el rumbo de los recuerdos y no caer en las trampas que éstos tendían a menudo. Pero, una vez más, cayó en la trampa y dejó de sentir el rumor monótono del aguacero.
Luis Sepúlveda (Un viejo que leía novelas de amor / Mundo del fin del mundo)
Por fin brilla desde lejos el campanario blanco de la Giralda. ¡Sevilla! ¡Sevilla! Elcano ordena: ¡A las bombardas! Y esta es su última orden. Ya retumba una ancha salva a lo largo del río. Así también se han despedido de la patria, tres años atrás, con bocas metálicas. De esa misma manera los cañones han saludado solemnemente el Estrecho de Magallanes recién descubierto y el hasta entonces desconocido Océano Pacífico. Han dado voces de triunfo al distinguir el ignorado archipiélago de las Filipinas, y con el mismo júbilo estruendoso han notificado el deber cumplido al llegar a las islas de las especias, la meta señalada por Magallanes. Así han saludado a los camaradas que despidieron en Tidore, cuando el último barco tuvo que dejarlos en la infinita lontananza. Pero nunca la voz metálica ha resonado tan clara y jubilosa como ahora al proclamar la nueva: “Estamos de vuelta. Hemos cumplido lo que nadie antes que nosotros. Hemos sido los primeros en dar la vuelta al mundo".
Stefan Zweig (Magellan: Der Mann und seine Tat (insel taschenbuch) (German Edition))
Dos cosas lo rondan, sin embargo: una, la imagen de los dedos de ella abriéndose paso por entre los rulos de su mejor amigo, el contoneo de esa patrulla de soldaditos voluptuosos que exploran cada recodo de esa selva oscura y de pronto, lánguidos, se abandonan al roce de los mechones espiralados, ceden a la resistencia que le oponen las matas espesas y por fin, exhaustos, se quedan quietos, como camuflados en la maraña de pelo, a la espera de la próxima batalla; dos, la intensidad, la energía con que se besan, y sobre todo la duración de los besos, tan dilatada que a veces él, que desde ese primer día de clases ya no puede dar un paso en el colegio sin encontrárselos, sin sorprenderlos uno en brazos del otro, trenzados en una de esas ceremonias de succión mutua que los raptan del mundo, tiene la impresión de que van dejando de moverse, aplacan la respiración, se dejan mecer por el ritmo de lo único que sigue vivo en ellos, la danza muda de sus lenguas, y terminan por dormirse.
Alan Pauls
si el espacio lo permitiera, podría demostrarse claramente que gracias a los balleneros se logró al fin la liberación de Perú, Chile y Bolivia del yugo de la vieja España, y se estableció la eterna democracia en esos países. Australia, esa gran América situada al otro lado del globo, fue dada al mundo civilizado por los balleneros.
Herman Melville (Moby Dick)
Aquella sociedad potosina, enferma de ostentación y despilfarro, sólo dejó a Bolivia la vaga memoria de sus esplendores, las ruinas de sus iglesias y palacios, y ocho millones de cadáveres de indios. Cualquiera de los diamantes incrustados en el escudo de un caballero rico valía más, al fin y al cabo, que lo que un indio podía ganar en toda su vida de mitayo, pero el caballero se fugó con los diamantes. Bolivia, hoy uno de los países más pobres del mundo, podría jactarse -si ello no resultara patéticamente inútil- de haber nutrido la riqueza de los países más ricos. En nuestros días, Potosí es una pobre ciudad de la pobre Bolivia: "La ciudad que más ha dado al mundo y la que menos tiene", como me dijo una vieja señora potosina, evuelta en un kilométrico chal de lana de alpaca, cuando conversamos ante al patio andaluz de su casa de dos siglos. Esta ciudad condenada a la nostalgia, atormentada por la miseria y el frío, es todavía una herida abierta del sistema colonial en América: una acusación. El mundo tendría que empezar por pedirle disculpas.
Eduardo Galeano
Si tu pareja no te hace feliz 24/7, no sirve y tenés que descartarla como un vaso de plástico usado; si tenés dudas, momentos de hartazgo o de aburrimiento, estás desempeñándote de manera subestándar en esto del amor. (...) como esta idea de que "puedo encontrar algo mejor" característica del mundo contemporáneo conspira contra la felicidad en una pareja: todo el tiempo nos encontramos comparando a nuestra pareja no solo con las parejas que conocemos o creemos que conocemos sino, también, con una especie de candidato ideal inmejorable que podría estar esperándonos "allá afuera". (...) la industria del wellness hace su negocio al convertir todo en una completencia, en algo que siempre se puede mejorar.
Tamara Tenenbaum (El fin del amor: querer y coger)
La raza, eso que tú llamas así, es solamente esa gran pandilla de gente mísera como yo, legañosos, pulgosos, ateridos, que han acabado aquí perseguidos por el hambre, la peste, los tumores y el frío, llegados tras ser vencidos de los demás rincones del mundo. No podían ir más lejos por el mar. Pues eso es nuestra nación y esos son nuestros compatriotas.
Louis-Ferdinand Céline (Viaje al fin de la noche (Ferdinand Bardamu, #1))
En realidad, ver, oír y sentir son propiedades del cerebro que los sentidos limitan y ordenan. De allí podemos vislumbrar dos planteamientos esenciales: cómo es que pensamos y qué es ser conscientes, y la única manera de entender el mundo en que vivimos es que empecemos por fin a entendernos a nosotros mismos. (Gabriel García Márquez - prólogo literario)
Rodolfo Llinás
Una literatura- continuó Noreña- es más que una serie de libros. Una literatura por más restringida y menor que sea como la puertorriqueña o la de otros países de América Latina y del mundo, no puede limitarse a ser una sucesión sin fin de libros. Hay que enfrentarse a algo. Ahora lo hago contigo y con el mundo del que procedes. Mañana será con otro asunto.
Eduardo Lalo (Simone)
Una vez que hayas hecho del mundo un fin, y de la fe un medio, ya casi has vencido a tu hombre, e importa muy poco qué clase de fin mundano persiga. Con tal de que los mítines, panfletos, políticas, movimientos, causas y cruzadas le importen más que las oraciones, los sacramentos y la caridad, será nuestro; y cuanto más “religioso” (en ese sentido), más seguramente nuestro.
C.S. Lewis (The Screwtape Letters)
Al ofrecerse para ayudar al ciego, el hombre que luego robó el coche no tenía, en aquel preciso momento, ninguna intención malévola, muy al contrario, lo que hizo no fue más que obedecer a aquellos sentimientos de generosidad y de altruismo que son, como todo el mundo sabe, dos de las mejores características del género humano, que pueden hallarse, incluso, en delincuentes más empedernidos que éste, un simple ladronzuelo de automóviles sin esperanza de ascenso en su carrera, explotado por los verdaderos amos del negocio, que son los que se aprovechan de las necesidades de quien es pobre. A fin de cuentas, no es tan grande la diferencia entre ayudar a un ciego para robarle luego y cuidar a un viejo caduco y baboso con el ojo puesto en la herencia.
José Saramago (Blindness)
Yo creo que la religión nos saca las castañas del fuego. Creo que nos enseña a pensar que en realidad no tenemos culpa de nada; que hay algo o alguien que tira de las cuerdas; que, al fin y al cabo, no tenemos la culpa de cómo son las cosas; que para mejorarlas basta con rezar. Pero lo cierto es que sí somos responsables, y mucho, de todo lo malo que sucede en el mundo. Y en nuestras manos está arreglarlo.
Bonnie Garmus (Lecciones de química)
Intentó pensar intensamente en que existía para de esa forma olvidarse de que no se quedaría aquí para siempre. Pero resultó imposible. En cuanto se concentraba en el hecho de que existía, inmediatamente surgía la idea del fin de la vida. Lo mismo pasaba a la inversa: cuando había conseguido tener una fuerte sensación de que un día desaparecería del todo, entendía realmente lo enormemente valiosa que es la vida.
Jostein Gaarder (El mundo de Sofía)
En fin, maduramos así, formando una unidad, tomados de la mano. Y apenas experimentamos las angustias del ego sobredimensionado que acompañan la pubertad. -Si Kizuki viviera, seguiríamos juntos, amandonos y siendo cada vez más infelices. -¿Y eso por qué? -Porque tendríamos que pagar nuestra deuda al mundo. El sufrimiento de madurar, por ejemplo. No abonamos el importe en su momento y fue más adelante cuando nos pasó factura.
Haruki Murakami (Norwegian Wood)
—Ash —dijo, su voz entusiasta—, ¿puedes hacer algo por mí? —Cualquier cosa, Sota. Dilo y es tuyo. —Hazme hermosa. El giró su rostro hacia él y le dio un beso en los labios que prendió fuego a su sangre. Retirándose él le sonrió. —Ya está. Eres la mujer más bella del mundo. Tory se giró hacia el espejo, muriéndose por ver como lucía. Cuando se vio a sí misma, frunció el ceño. No había cambiado. —¡Ash! —¿Qué? — le pregunto inocentemente, tirando de su espalda contra su pecho a fin de que pueda mirarla en el espejo. —No hiciste nada. Su mirada se encontró con la suya y la sinceridad en esos remolinantes ojos de plata la quemaron. —Tú eres la mujer más bella del mundo, Soteria. Esta es la mujer de la que me enamoré y no hay nada acerca de ti que yo cambiaría. Recostándose sobre él, se inclinó para tocar su mejilla. —¿De verdad? —Por supuesto. Y espero que algún día, tengamos una casa llena de niños que luzcan como tú.
Sherrilyn Kenyon
–¿Esa nave? –dijo Ford, súbitamente alborotado–. ¿Qué le ha pasado? ¿Lo sabes? –Me odiaba porque le hablé. –¡Que le hablaste! –exclamó Ford–. ¿Qué quieres decir con eso de que le hablaste? –Algo muy simple. Me aburría mucho y me sentía muy deprimido, así que me acerqué y me conecté a la toma externa del ordenador. Hablé un buen rato con él y le expliqué mi opinión sobre el Universo –dijo Marvin. –¿Y qué pasó? –insistió Ford. –Se suicidó –dijo Marvin, echando a anclar con aire majestuoso hacia el Corazón de Oro.
Douglas Adams (Los autoestopistas galácticos: Guía del autoestopista galáctico, El restaurante del fin del mundo, La vida, el universo y todo lo demás)
Yo había crecido en el convencimiento de que aquella lenta procesión de la posguerra, un mundo de quietud, miseria y rencores velados, era tan natural como el agua del grifo, y que aquella tristeza muda que sangraba por las paredes de la ciudad herida era el verdadero rostro de su alma. Una de las trampas de la infancia es que no hace falta comprender algo para sentirlo. Para cuando la razón es capaz de entender lo sucedido, las heridas en el corazón ya son demasiado profundas. Aquella noche primeriza de verano, caminando por ese anochecer oscuro y traicionero de Barcelona, no conseguía borrar de mi pensamiento el relato de Clara en torno a la desaparición de su padre. En mimundo, la muerte era una mano anónima e incomprensible, un vendedor a domicilio que se llevaba madres, mendigos o vecinos nonagenarios como si se tratase de una lotería del infierno. La idea de que la muerte pudiera caminar a mi lado, con rostro humano y corazón envenenado de odio, luciendo uniforme o gabardina, que hiciese cola en el cine, riese en los bares o llevase a los niños de paseo al parque de la Ciudadela por la mañana y por la tarde hiciese desaparecer a alguien en las mazmorras del castillo de Montjuïc, o en una fosa común sin nombre ni ceremonial, no me cabía en la cabeza. Dándole vueltas, se me ocurrió que tal vez aquel universo de cartón piedra que yo daba porbueno no fuese más que un decorado. En aquellos años robados, el fin de la infancia, como la Renfe, llegaba cuando llegaba.
Carlos Ruiz Zafón
La autoridad del Estado no puede ser un fin en sí misma, porque ello significaría consagrar la inviolabilidad de toda tiranía en el mundo. Si por los medios que están al alcance de un gobierno se precipita una nacionalidad en la ruina, entonces la rebelión no es sólo un derecho, sino un deber para cada uno de los hijos de ese pueblo. La pregunta: "¿cuándo se presenta este caso?", no se resuelve mediante disertaciones teóricas, sino por la acción y por el éxito. Como todo gobierno, por malo que sea y aún cuando haya traicionado una y mil veces los intereses de una nacionalidad, reclama para sí el deber que tiene de mantener la autoridad del Estado, el instinto de conservación nacional en lucha contra un gobierno semejante tendrá que servirse, para lograr su libertad o su independencia, de las mismas armas que aquél emplea para mantenerse en al mando. Según esto, la lucha será sostenida por medios "legales" mientras el poder que se combate no utilice otros; pero no habrá que vacilar ante el recurso de medios ilegales si es que el opresor mismo se sirve de ellos. En general, no debe olvidarse que la finalidad suprema de la razón de ser de los hombres no reside en el mantenimiento de un Estado o de un gobierno: su misión es conservar su Raza. Y si esta misma se hallase en peligro de ser oprimida o hasta eliminada, la cuestión de la legalidad pasa a un plano secundario. Entonces poco importará ya que el poder imperante aplique en su acción los mil veces llamados medios "legales"; el instinto de conservación de los oprimidos podrá siempre justificar en grado superlativo el empleo de todo recurso. Sólo así se explican en la Historia ejemplos edificantes de luchas libertarias contra la esclavitud (interna o externa) de los pueblos. En este caso el derecho humano se impone sobre el derecho político. Si un pueblo sucumbe sin luchar por los derechos del hombre, es porque al haber sido pesado en la balanza del Destino resultó demasiado débil para tener la suerte de seguir subsistiendo en el mundo terrenal. Porque quien no está dispuesto a luchar por su existencia o no se siente capaz de ello es que ya está predestinado a desaparecer, y esto por la justicia eterna de la Providencia. ¡El mundo no se ha hecho para los pueblos cobardes!
Adolf Hitler (Mi Lucha)
P.D. MAYORITARIA QUE SE DISFRAZA DE MINORÍA INTOLERADA. A todo esto de que si Marcos es homosexual: Marcos es gay en San Francisco, negro en Sudáfrica, asiático en Europa, chicano en San Isidro, anarquista en España, palestino en Israel, indígena en las calles de San Cristóbal, chavo banda en Neza, rockero en cu, judío en Alemania, ombusdman en la Sedena, feminista en los partidos políticos, comunista en la post guerra fría, preso en Cintalapa, pacifista en Bosnia, mapuche en los Andes, maestro en la CNTE, artista sin galería ni portafolios, ama de casa un sábado por la noche en cualquier colonia de cualquier ciudad de cualquier México, guerrillero en el México de fin del siglo XX, huelguista en la CTM, reportero de nota de relleno en interiores, machista en el movimiento feminista, mujer sola en el metro a las 10 p.m., jubilado en plantón en el Zócalo, campesino sin tierra, editor marginal, obrero desempleado, médico sin plaza, estudiante inconforme, disidente en el neoliberalismo, escritor sin libros ni lectores, y, es seguro, zapatista en el sureste mexicano. En fin, Marcos es un ser humano, cualquiera, en este mundo. Marcos es todas las minorías intoleradas, oprimidas, resistiendo, explotando, diciendo "¡Ya basta!". Todas las minorías a la hora de hablar y mayorías a la hora de callar y aguantar. Todos los intolerados buscando una palabra, su palabra, lo que devuelva la mayoría a los eternos fragmentados, nosotros. Todo lo que incomoda al poder y a las buenas conciencias, eso es Marcos.
Subcomandante Marcos
Comprendí al punto: era la lucha entre los hombres y las máquinas, preparada, esperada y temida desde hace mucho tiempo, la que por fin había estallado. Por todas partes yacían muertos y mutilados, por todas partes también automóviles apedreados, retorcidos, medio quemados; sobre la espantosa confusión volaban aeroplanos, y también a éstos se les tiraba desde muchos tejados y ventanas con fusiles y con ametralladoras. En todas las paredes anuncios fieros y magníficamente llamativos invitaban a toda la nación, en letras gigantescas que ardían como antorchas, a ponerse al fin al lado de los hombres contra las máquinas, a asesinar por fin a los ricos opulentos, bien vestidos y perfumados, que con ayuda de las máquinas sacaban el jugo a los demás y hacer polvo a la vez sus grandes automóviles, que no cesaban de toser, de gruñir con mala intención y de hacer un ruido infernal, a incendiar por último las fábricas y barrer y despoblar un poco la tierra profanada, para que pudiera volver a salir la hierba y surgir otra vez del polvoriento mundo de cemento algo así como bosques, praderas, pastos, arroyos y marismas. Otros anuncios, en cambio, en colores más finos y menos infantiles, redactados en una forma muy inteligente y espiritual, prevenían con afán a todos los propietarios y a todos los circunspectos contra el caos amenazador de la anarquía, cantaban con verdadera emoción la bendición del orden, del trabajo, de la propiedad, de la cultura, del derecho, y ensalzaban las máquinas como la más alta y última conquista del hombre, con cuya ayuda habríamos de convertirnos en dioses. Pensativo y admirado leí los anuncios, los rojos y los verdes; de un modo extraño me impresionó su inflamada oratoria, su lógica aplastante; tenían razón, y, hondamente convencido, me quedé parado ya ante uno, ya ante el otro, y, sin embargo, un tanto inquieto por el tiroteo bastante vivo. El caso es que lo principal estaba claro: había guerra, una guerra violenta, racial y altamente simpática, en donde no se trataba de emperadores, repúblicas, fronteras, ni de banderas y colores y otras cosas por el estilo, más bien decorativas y teatrales, de fruslerías en el fondo, sino en donde todo aquel a quien le faltaba aire para respirar y a quien ya no le sabia bien la vida, daba persuasiva expresión a su malestar y trataba de preparar la destrucción general del mundo civilizado de hojalata. Vi cómo a todos les salía risueño a los ojos, claro y sincero, el afán de destrucción y de exterminio, y dentro de mí mismo florecían estas salvajes flores rojas, grandes y lozanas, y no reían menos. Con alegría me incorporé a la lucha.
Hermann Hesse (Der Steppenwolf.)
De Emanuel Swedenborg, al que Kant llamó “visionario”, cuenta Borges que “hablaba con los ángeles por las calles de Londres”. Aunque fue un científico notable (hizo los planos de un avión y un submarino, descubrió el funcionamiento de las glándulas endocrinas, lanzó la hipótesis de la formación nebulosa del Sistema Solar, etcétera...), su verdadera especialidad fue el Mas Allá, la posvida en el Cielo y el Infierno. Explicó que al comienzo los condenados no son conscientes de su muerte y creen que continúan en su esfera cotidiana: les rodean los muebles y utensilios familiares, los paisajes conocidos. Poco a poco, van produciéndose desapariciones —la butaca favorita, el piano, una ventana, las flores del jardín...— y luego surgen en lugar de lo desvanecido formas equivocadas o amenazadoras. Por fin se dan cuenta de que no están en casa sino en el Infierno y empieza su eterna condena. Creo poder confirmar esta tesis de Swedenborg. Hace tiempo que las cosas de mi mundo se van difuminando, pierden sustancia. Los libros siguen presentes y tentadores, pero al abrirlos algo ha drenado su savia hasta dejarlos huecos, exánimes. Las películas nuevas son peores que las antiguas, las antiguas peores de lo que las recordaba: sentado ante el televisor con desasosiego ya no siento la expectativa feliz porque ahora nadie apoya sus pies en mi regazo. Se fue el disfrute... Y los sitios que recorrimos juntos están hoy cubiertos de sudarios, como esas sábanas que tapan las formas incómodas de los muebles en una casa abandonada. Los platos más sabrosos, crujientes, aromáticos... comienzan a deleitarme la boca pero luego adquieren insipidez y amargura de ceniza. Llega el infierno y se revela mi condena, la más atroz: creer que estoy vivo y que es ella la que ha muerto. Hoy hace ya dos años.
Fernando Savater
¿Por qué tenían los holandeses, en tiempos de De Witt, almirantes en sus flotas balleneras? ¿Por qué Luis XVI de Francia equipó, de su propio peculio, naves balleneras en Dunquerque e invitó cortésmente a esa ciudad a unas veinte o cuarenta familias de nuestra isla de Nantucket? ¿Por qué pagó Inglaterra, entre los años 1750 y 1788, más de 1.000.000 de libras a sus balleneros, en concepto de remuneración? Y por fin, ¿cuál es el motivo por el cual nosotros, los balleneros de Norteamérica, superamos hoy en número a todos los demás balleneros del mundo, botamos una flota de más de setecientas naves, equipadas por dieciocho mil hombres, invertimos 4.000.000 de dólares por año, y el valor de las naves, en el momento de zarpar, es de veinte millones de dólares y cada año importamos a nuestros puertos una pingüe cosecha de 7.000.000 de dólares? ¿Cómo se explica todo esto, si no por algo poderoso que existe en la caza de ballenas?
Herman Melville (Moby Dick)
Quizá los hilos se rompen, o quizá nuestros barcos se hunden, o quizá somos hierba y nuestras raíces son tan interdependientes que nadie está muerto mientras quede alguien vivo. Lo que quiero decir es que no nos faltan las metáforas. Pero debes tener cuidado con la metáfora que eliges, porque es importante. Si eliges los hilos estás imaginándote un mundo en el que puedes romperte irreparablemente. Si eliges la hierba, estás diciendo que todos estamos infinitamente interconectados, que podemos utilizar ese sistema de raíces no solo para entendernos unos a otros. Las metáforas implican cosas. ¿Entiendes lo que te digo? —Me gustan los hilos —sigue diciendo. Siempre me han gustado. Porque así lo siento. Pero creo que los hilos hacen que el dolor parezca más fatal de lo que es. No somos tan frágiles como nos harían creer los hilos. Y también me gusta la hierba. La hierba me ha traído hasta ti, me ha ayudado a imaginarte como una persona real. Pero no somos brotes diferentes de la misma planta. »Quizá es más como has dicho antes, que todos estamos agrietados. Cada uno de nosotros empieza siendo un recipiente hermético. Y pasan cosas. Personas que nos dejan, o que no nos quieren, o que no nos entienden, o que no les entendemos, y nos perdemos, nos fallamos y nos hacemos daño. Y el recipiente empieza a agrietarse por algunos sitios. Y sí, en cuanto el recipiente se agrieta, el final es inevitable [...]. Pero está todo ese tiempo desde que las grietas empiezan a abrirse hasta que por fin nos desmoronamos. Y solo en ese tiempo podemos vernos unos a otros, porque vemos lo que hay fuera a través de nuestras grietas, y lo que hay dentro se nos ve también a través de ellas. ¿Cuándo nos vimos tú y yo cara a cara? No hasta que me viste entre mis grietas, y yo entre las tuyas. Hasta ese momento solo veíamos ideas del otro, como mirar tu persiana, pero sin ver lo que había dentro. Pero cuando el recipiente se rompe, la luz puede entrar. Y puede salir.
John Green (Paper Towns)
El martes es el símbolo de la monotonía por excelencia. No es como el lunes, paradigma de la depresión, ni como el miércoles, bisagra de la esperanza, ni como el jueves, preludio de la alegría, ni como el viernes, éxtasis de la liberación. No, nada de eso. El martes es la evidencia de lo efímero de lo placentero. Es el canto de la monotonía. El martes demuestra que lo peor no es el lunes con su tristeza. Que lo terrible está en la continuidad, en la seguidilla, en la inútil cadena de días de la cual el martes es el eslabón más macabro. Es el puente nefasto que nos conduce de la desesperación al engaño. Pues si quedásemos en la desesperación del lunes, si nos ahogásemos en el pantano de su melancolía, vaya y pase. Pero no, fíjese que ahí está el martes con toda su vacía extensión, sin otro objeto en el mundo que conducirnos hasta el miércoles, y ponernos de nuevo a la espera de un nuevo fin de semana que nada ha de aportarnos, pero que mirado desde el dolor de la esclavitud de entre semana se nos antoja promisorio y dichoso.
Eduardo Sacheri (Te conozco, Mendizábal y otros cuentos)
Era la lucha entre los hombres y las máquinas, preparada, esperada y temida desde hace mucho tiempo, la que por fin había estallado. Por todas partes yacían muertos y mutilados, por todas partes también automóviles apedreados, retorcidos, medio quemados; sobre la espantosa confusión volaban aeroplanos, y también a éstos se les tiraba desde muchos tejados y ventanas con fusiles y con ametralladoras. En todas las paredes anuncios fieros y magníficamente llamativos invitaban a toda la nación, en letras gigantescas que ardían como antorchas, a ponerse al fin al lado de los hombres contra las máquinas, a asesinar por fin a los ricos opulentos, bien vestidos y perfumados, que con ayuda de las máquinas sacaban el jugo a los demás y hacer polvo a la vez sus grandes automóviles, que no cesaban de toser, de gruñir con mala intención y de hacer un ruido infernal, a incendiar por último las fábricas y barrer y despoblar un poco la tierra profanada, para que pudiera volver a salir la hierba y surgir otra vez del polvoriento mundo de cemento algo así como bosques, praderas, pastos, arroyos y marismas.
Hermann Hesse (El lobo estepario (Spanish Edition))
Conclusión A lo largo de estas páginas, hemos visto cómo se desarrollan los procesos perversos en algunos contextos, pero es evidente que nuestra lista no es exhaustiva y que estos fenómenos van más allá del mundo de la pareja, de la familia o de la empresa. Los volvemos a encontrar en todos los grupos en donde los individuos pueden establecer rivalidades, especialmente en las escuelas y en las universidades. La imaginación humana no tiene límites cuando pretende aniquilar la buena imagen que el otro tiene de sí mismo; sirve para enmascarar las propias debilidades y para colocarse en una posición de superioridad. La cuestión del poder atañe a toda la sociedad. En todas las épocas ha habido seres carentes de escrúpulos, calculadores y manipuladores, y para los que el fin justifica los medios. Sin embargo, la multiplicación actual de los actos de perversidad en las familias y en las empresas es un indicador del individualismo que domina en nuestra sociedad. En un sistema que funciona según la ley del más fuerte, o del más malicioso, los perversos son los amos. Cuando el éxito es el valor principal, la honradez parece una debilidad y la perversidad adopta un aire de picardía. Con el pretexto de la tolerancia, las sociedades occidentales renuncian poco a poco a sus propias prohibiciones. Pero, al aceptar demasiado, como lo hacen las víctimas de los perversos narcisistas, permiten que se desarrollen en su seno los funcionamientos perversos. Numerosos dirigentes o políticos, que ocupan no obstante una posición de modelo para la juventud, no muestran ninguna preocupación moral a la hora de liquidar a un rival o de mantenerse en el poder. Algunos de ellos abusan de sus prerrogativas y utilizan presiones psicológicas, y razones y secretos de Estado, para proteger su vida privada. Otros se enriquecen gracias a una delincuencia astuta hecha de abusos de bienes sociales, de estafas o de fraudes fiscales. La corrupción se ha convertido en una moneda corriente. Ahora bien, basta con que un grupo, una empresa o un gobierno cuenten con uno o con varios individuos perversos para que todo el sistema se vuelva perverso. Si esta perversión no se denuncia, se extiende subterráneamente mediante la intimidación, el miedo y la manipulación. Efectivamente, para atar psicológicamente a un individuo, basta con inducirlo a la mentira o a ciertos compromisos para convertirlo en cómplice del proceso perverso. Sin ir más lejos, ésta es la base del funcionamiento de la mafia o de los regímenes totalitarios. Tanto en las familias como en las empresas y los Estados, los perversos narcisistas se las arreglan para atribuir a los demás los desastres que provocan, se presentan luego como salvadores y se hacen así con el poder. En lo sucesivo, para mantenerse en él, les basta con no tener escrúpulos. La historia nos ha mostrado hombres que se niegan a reconocer sus propios errores, que no asumen sus responsabilidades, y que falsean las cosas y manipulan la realidad a fin de borrar las huellas de sus fechorías. Más allá del aspecto individual del acoso moral, se nos plantean dilemas más generales. ¿Cómo restablecer el respeto entre los individuos? ¿Qué límites debemos poner a nuestra tolerancia? Si los individuos no pueden detener por sí mismos estos procesos destructivos, la sociedad deberá intervenir y establecer una legislación. Recientemente, se ha presentado un proyecto de ley que proponía instituir un delito de novatada para reprimir cualquier acto degradante y humillante en el ámbito escolar y socioeducativo. Si no queremos que nuestras relaciones humanas acaben completamente reglamentadas por leyes, es esencial prevenir a los niños.
Marie-France Hirigoyen (El acoso moral: El maltrato psicológico en la vida cotidiana)
el 16 de junio de 1712; volvía justamente de un gran baile en Arlington House; el alba estaba en el cielo y Orlando se estaba sacando las medias. «Ojalá no vuelva a encontrar un ser humano en toda mi vida», gritó, rompiendo en llanto. Tenía amantes de sobra; pero la vida, que al fin y al cabo no carece de toda importancia, se le escapaba. «¿Y es esto», preguntó –pero no había quien le contestara–, «es esto», prosiguió sin embargo, «lo que llama vida la gente?». El faldero le tendió la patita, para indicar su simpatía. El faldero la lamió con la lengua. Orlando acarició al faldero con la mano. Orlando besó al faldero con los labios. En una palabra, había entre los dos la simpatía más sincera que puede haber entre un perro y su ama, pero es indiscutible que la mudez de las bestias es un estorbo para los refinamientos del diálogo. Mueven la cola; inclinan la parte delantera del cuerpo y elevan la trasera; ruedan, brincan, rascan, gimen, ladran, babean, inventan toda clase de ceremonias y de artificios, pero todo es inútil, porque lo que es hablar, no pueden. Acostando al perro en el suelo, Orlando meditó que ése era precisamente el defecto del gran mundo en Arlington House. Ellos también mueven la cola, saludan, ruedan, babean y rascan, pero lo que es hablar no pueden: «Todos estos meses que he andado en sociedad», dijo Orlando, tirando una media por el suelo, «no he escuchado una sola cosa que Pippin no hubiera podido decir. Tengo frío. Tengo hambre. Me siento feliz. He cazado una laucha. He enterrado un hueso. Dame un beso en el hocico». Y eso no bastaba.
Virginia Woolf (Orlando)
DÍA A DÍA Decir que el tiempo es río es decir nada, ni nace ni termina su corriente, fluye desde horizontes infinitos y seguirá, sin duda, hasta el olvido, nacer nadie lo vio, ni le verá acabar, en él flotamos por confusos trechos, el tiempo de surgir y sumergirse es el de nuestra vida, tan pequeña, tan torpe, tan voraz, tan impaciente que apenas nace y a morir empieza. Feliz llamaban los antiguos vates al que joven moría, eran los dioses los que daban el don de no ir más lejos. El fin siempre es temprano, cada día es toda la vida en tiempo pleno, no hay más que el hoy, que este momento solo en que conozco que estoy vivo y siento. Cada día es el día y cada hora es la única hora de la vida, todo el ayer se fue en reminiscencia y el mañana no existe todavía. No llegamos a viejos, sólo somos en la invariable vaguedad del ser, los nombres son equívocos, las fechas hacen inerte cuenta sin sentido, no somos el de ayer ni el de mañana, somos el de hoy apenas, la vida empieza en cada amanecida y la conciencia muere en cada noche. Yo podría contar la historia vana de una vida que acaso fue la mía, pero que es tan ajena y tan extraña ante esta hora en que me nombro y busco. No se es viejo ni joven, se está vivo y soy yo, el de hoy, quien hace el mundo con mi mano segura o temblorosa, con la errada visión que siempre tuve, jugando el juego de ausencias y presencias que sólo para mí tiene sentido. Todo está en ti, día que amaneces, toda mi vida en mí sin sobra y falta, como fue en cada hora ya contada, como será en un siempre día a día.
Arturo Uslar Pietri (El hombre que voy siendo)
si todos los humanos anhelan la felicidad, en la práctica sería muy difícil usar este conocimiento para dirimir conflictos éticos, en particular porque no tenemos una definición científica ni un sistema de medición de la felicidad. Considérese el caso de la presa de las Tres Gargantas. Aun en la hipótesis de que estuviéramos de acuerdo en que el fin último del proyecto es hacer del mundo un lugar más feliz, ¿cómo podemos saber si generar electricidad barata contribuye más a la felicidad global que proteger los estilos de vida tradicionales o salvar el delfín fluvial chino? Puesto que no hemos descifrado los misterios de la conciencia, no podemos desarrollar un sistema universal de medición de la felicidad y del sufrimiento, y no sabemos cómo comparar la felicidad y el sufrimiento de individuos diferentes, por no decir ya de especies diferentes. ¿Cuántas unidades de felicidad se generan cuando 1.000 millones de chinos gozan de electricidad más barata? ¿Cuántas unidades de desgracia se producen cuando una especie entera de delfín se extingue? De hecho, y para empezar, ¿son la felicidad y la desgracia entidades matemáticas que puedan sumarse o restarse? Comer helado es agradable. Encontrar el amor verdadero es más agradable. ¿Cree el lector que si comemos suficiente helado, el placer acumulado podría llegar a equipararse con el embeleso del amor verdadero? En consecuencia, aunque la ciencia tiene mucho más que aportar a los debates éticos de lo que solemos creer, hay una línea que no puede cruzar; al menos, todavía no. Sin la mano orientadora de alguna religión, es imposible mantener órdenes sociales a gran escala. Incluso las universidades y los laboratorios necesitan el respaldo religioso. La religión proporciona la justificación ética de la investigación científica, y a cambio obtiene la influencia en la agenda científica y en el uso de los descubrimientos científicos. De ahí que no sea posible entender la historia de la ciencia sin tener en cuenta las creencias religiosas. Los científicos rara vez se preocupan por este hecho, pero la propia revolución científica se inició en una de las sociedades más dogmáticas, intolerantes y religiosas de la historia.
Yuval Noah Harari (Homo Deus: Breve historia del mañana)
Los historiadores buscan comprender el desarrollo de entidades intersubjetivas como los dioses y las naciones, mientras que los biólogos difícilmente reconocen la existencia de tales cosas. Algunos creen que si pudiéramos descifrar el código genético y cartografiar todas y cada una de las neuronas del cerebro, conoceríamos todos los secretos de la humanidad. A fin de cuentas, si los humanos no tienen alma y si los pensamientos, emociones y sensaciones son solo algoritmos bioquímicos, ¿por qué no puede la biología explicar todos los caprichos de las sociedades humanas? Desde esta perspectiva, las cruzadas fueron disputas territoriales modeladas por presiones evolutivas, y los caballeros ingleses que viajaron a Tierra Santa para luchar contra Saladino no eran muy distintos de los lobos que intentan apropiarse del territorio de una jauría vecina. Las humanidades, en cambio, ponen énfasis en la importancia crucial de entidades intersubjetivas, que no pueden reducirse a hormonas y neuronas. Pensar desde el punto de vista histórico significa adscribir poder real a los contenidos de nuestros relatos imaginarios. Evidentemente, los historiadores no obvian los factores objetivos, como los cambios climáticos y las mutaciones genéticas, pero confieren mucha mayor importancia a los relatos que la gente inventa y en los que cree. Corea del Norte y Corea del Sur son tan diferentes entre sí no porque la gente de Pyongyang tenga genes diferentes a los genes de la gente de Seúl o porque el norte sea más frío y más montañoso. Ello se debe a que el norte está dominado por ficciones muy distintas. Quizá algún día los descubrimientos en neurobiología nos permitan explicar el comunismo y las cruzadas en términos estrictamente bioquímicos, pero estamos muy lejos de este momento. Durante el siglo XXI es probable que la frontera entre la historia y la biología se desvanezca, no porque descubramos explicaciones biológicas de los acontecimientos históricos, sino más bien porque las ficciones ideológicas reescriban las cadenas de ADN, los intereses políticos y económicos reescriban el clima, y la geografía de montañas y ríos dé paso al ciberespacio. A medida que las ficciones humanas se traduzcan en códigos genéticos y electrónicos, la realidad intersubjetiva engullirá por completo la realidad objetiva, y la biología se fusionará con la historia. En el siglo XXI, la ficción puede, por lo tanto, convertirse en la fuerza más poderosa de la Tierra, sobrepasando incluso a los asteroides caprichosos y a la selección natural. De ahí que si queremos entender nuestro futuro, en absoluto bastará con descifrar genomas y calcular números. También tenemos que descifrar las ficciones que dan sentido al mundo.
Yuval Noah Harari (Homo Deus: Breve historia del mañana)
El conflicto no tiene solución sino cuando Pío XI -este gran papa tan inflexible como conciliador según era menester- se avino a convenir con Mussolini, en 1929, los Acuerdos de Letrán, por los cuales, a cambio de la soberanía pontificia sobre un territorio minúsculo (44 hectáreas tiene en números redondos el Estado de la Ciudad del Vaticano) reconoce la Santa Sede la existencia del Reino de Italia con el territorio que le compete y con Roma como capital. (p. 15) Lo que no depende de la poca o mucha virtud del conquistador, sino de la naturaleza de lo conquistado. (p. 7) … Porque el vulgo se deja llevar siempre del éxito y de las apariencias, y en el mundo no hay sino vulgo (nel mondo non è se non vulgo). (p. 37) .. el dicho de Renan: Después de Atenas, ninguna ciudad ha contribuido tanto como Florencia en la promoción del espíritu humano. (p. 9) Con lo cual queda despachada la cuestión del fin y los medios, los cuales, si son malos, no pueden jamás ponerse por obra, así sea en la consecución del más santo de los fines. (p. 47) Nicolás Maquiavelo fue un escritor extraordinariamente fecundo, y en todos los muchos y variados géneros que cultivó -con la sola excepción de sus poesías, decididamente mediocres-, de suprema excelencia. (p. 11) Sin embargo, el que menos ha confiado en el azar es siempre el que más tiempo se ha conservado en su conquista. También facilita enormemente las cosas el que un príncipe, al no poseer otros Estados, se vea obligado a establecerse en el que ha adquirido. Pero quiero referirme a aquellos que no se convirtieron en príncipes por el azar, sino por sus virtudes. Y digo entonces que, entre ellos, los más ilustres han sido Moisés, Ciro, Rómulo, Teseo y otros no menos grandes. Y aunque Moisés sólo fue un simple agente de la voluntad de Dios, merece, sin embargo, nuestra admiración, siquiera sea por la gracia que lo hacía digno de hablar con Dios. Pero también son admirables Ciro, y todos los demás que han adquirido o fundado reinos; y si juzgamos sus hechos y su gobierno, hallaremos que no deslucen ante los de Moisés, que tuvo tan gran preceptor. Y si nos detenemos a estudiar su vida y sus obras, descubriremos que no deben a la fortuna sino el haberles proporcionado la ocasión propicia, que fue el material al que ellos dieron la forma conveniente. Verdad es que, sin esa ocasión, sus méritos de nada hubieran valido; pero también es cierto que, sin sus méritos, era inútil que la ocasión se presentará. (pp. 9-10) Pero volvamos a nuestro asunto. Cualquiera que meditase este discurso hallaría que la causa de la ruina de los emperadores citados ha sido el odio o el desprecio, y descubriría a qué se debe que, mientras parte de ellos procedieron de un modo y parte de otro, en ambos hubo dichosos y desgraciados. (p. 36) porque el que vence no quiere amigos sospechosos y que no lo ayuden en la adversidad, y el que pierde no puede ofrecer ayuda a quien no quiso empuñar las armas y arriesgarse en su favor. (p. 40)
Niccolò Machiavelli (The Prince)
En cuanto al fin que nos proponen Plinio y Cicerón, la gloria, estoy muy lejos de tenerla en cuenta. La inclinación más contraria al retiro es la ambición. La gloria y el reposo no pueden alojarse en el mismo albergue. Por lo que veo, estos sólo tienen los brazos y las piernas fuera de la multitud; su alma y su intención continúan, más que nunca, atadas a ella: b | Tun’ uetule auriculis alienis colligis escas? [Entonces, viejo, ¿trabajas sólo para alimentar los oídos ajenos?] a | Se han echado atrás solo para saltar mejor, y para, con un movimiento más fuerte, penetrar más vivamente en la muchedumbre. ¿Queréis ver cómo se quedan cortos por un pelo? Comparemos las opiniones de dos filósofos [Epicuro y Séneca], y de dos escuelas muy diferentes, uno escribiendo a Idomeneo, otro a Lucillo, amigos suyos, para apartarlos de la administración de los negocios y de las grandezas, y dirigirlos hacia la soledad. Hasta ahora has vivido —dicen— nadando y flotando; ven a morir al puerto. Has entregado el resto de tu vida a la luz, entrega esta parte a la sombra. Es imposible abandonar las tareas si no renuncias a su fruto; así pues, deshazte de toda preocupación por el nombre y por la gloria. Existe el peligro de que el brillo de tus acciones pasadas te ilumine en exceso, y te siga hasta el interior de tu guarida. Abandona, junto a los demás placeres, el que brinda la aprobación ajena; y, en cuanto a tu ciencia y capacidad, no te importe: no perderán su eficacia porque tú valgas más que ellas. Acuérdate de aquel que, cuando le preguntaron para qué se esforzaba tanto en un arte que no podía ser conocido por mucha gente, respondió: «Me basta con pocos, me basta con uno, me basta con ninguno». Tenía razón. Tú y un compañero sois teatro de sobra suficiente el uno para el otro, o tú para ti mismo. Que el pueblo sea para ti uno solo, y que uno solo sea para ti todo el pueblo. Es una ambición cobarde pretender obtener gloria de la ociosidad y del ocultamiento. Tenemos que hacer como los animales, que borran su rastro a la entrada de su guarida. No has de buscar más que el mundo hable de ti, sino cómo has de hablarte a ti mismo. Retírate en tu interior, pero primero prepárate para acogerte; sería una locura confiarte a ti mismo si no te sabes gobernar. Uno puede equivocarse tanto en la soledad como en la compañía. Hasta que no te hayas vuelto tal que no oses tropezar ante ti, y hasta que no sientas vergüenza y respeto por ti mismo, c | obuersentur species honestae animo [que se ofrezcan imágenes honestas al espíritu], a | represéntate siempre en la imaginación a Catón, Foción y Aristides, ante los cuales aun los locos ocultarían sus faltas, y establécelos como censores de todas tus intenciones. Si estas se desvían, la reverencia por ellos te devolverá al camino. Te retendrán en la vía de contentarte contigo mismo, de no tomar nada en préstamo sino de ti, de detener y fijar el alma en unos pensamientos definidos y limitados donde pueda complacerse; y, tras haber entendido los verdaderos bienes, que se gozan a medida que se entienden, de contentarse con ellos, sin ansias de prolongar la vida ni el nombre. Este es el consejo de la verdadera y genuina filosofía, no de una filosofía ostentosa y verbal, como es la de los dos primeros.
Michel de Montaigne (The Complete Essays)