Faena Quotes

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Añadí que la vida que había llevado desde entonces era lo bastante trabajosa para matar a un ser diez veces más fuerte que yo; que mi salud se había quebrantado mucho con aquella continua y miserable faena de divertir a la gentuza a todas las horas del día,
Jonathan Swift (Los viajes de Gulliver)
A la mujer de verdad se la gana uno poco a poco. Es todo cuestión de psicología, como una buena faena en la plaza.
Carlos Ruiz Zafón (La sombra del viento)
Es una manera de decir que para sacar el máximo partido a la escritura hay que fabricarse una caja de herramientas, y luego muscularse hasta poder llevarla. Quizá entonces, en lugar de dejar una faena a medias, se pueda coger la herramienta indicada y poner manos a la obra de manera inmediata.
Stephen King (Mientras escribo (Spanish Edition))
Nada o muy poco sé de mis mayores portugueses, los Borges: vaga gente que prosigue en mi carne, oscuramente, sus hábitos, rigores y temores. Tenues como si nunca hubieran sido y ajenos a los trámites del arte, indescifrablemente forman parte del tiempo, de la tierra y del olvido. Mejor así. Cumplida la faena, son Portugal, son la famosa gente que forzó las murallas del Oriente y se dio al mar y al otro mar de arena. Son el rey que en el místico desierto se perdió y el que jura que no ha muerto.
Jorge Luis Borges
La condición americana, en lo esencial, es la de tener poca sensibilidad para el pasado. No nos sentimos prisioneros del pasado. Estamos como más libres, sueltos y ágiles para afrontar los requerimientos del presente y del mañana. En el fondo de toda verdadera conciencia europea hay la noción de que el ayer es más importante que el hoy. En el fondo de toda conciencia verdaderamente americana está activa la noción de que el hoy y el mañana son más importantes que el ayer. No tenemos cómo vivir de herencia, sino de faena propia.
Arturo Uslar Pietri (El globo de colores)
¿QUIÉN DESATÓ LA VIOLENCIA EN GUATEMALA?   En 1944, Ubico cayó de su pedestal, barrido por los vientos de una revolución de sello liberal que encabezaron algunos jóvenes oficiales y universitarios de la clase media. Juan José Arévalo, elegido presidente, puso en marcha un vigoroso plan de educación y dictó un nuevo Código del Trabajo para proteger a los obreros del campo y de las ciudades. Nacieron varios sindicatos; la United Fruit Co., dueña de vastas tierras, el ferrocarril y el puerto, virtualmente exonerada de impuestos y libre de controles, dejó de ser omnipotente en sus propiedades. En 1951, en su discurso de despedida, Arévalo reveló que había debido sortear treinta y dos conspiraciones financiadas por la empresa. El gobierno de Jacobo Arbenz continuó y profundizó el ciclo de reformas. Las carreteras y el nuevo puerto de San José rompían el monopolio de la frutera sobre los transportes y la exportación. Con capital nacional, y sin tender la mano ante ningún banco extranjero, se pusieron en marcha diversos proyectos de desarrollo que conducían a la conquista de la independencia. En junio de 1952, se aprobó la reforma agraria, que llegó a beneficiar a más de cien mil familias, aunque sólo afectaba a las tierras improductivas y pagaba indemnización, en bonos, a los propietarios expropiados. La United Fruit sólo cultivaba el ocho por ciento de sus tierras, extendidas entre ambos océanos. La reforma agraria se proponía «desarrollar la economía capitalista campesina y la economía capitalista de la agricultura en general», pero una furiosa campaña de propaganda internacional se desencadenó contra Guatemala: «La cortina de hierro está descendiendo sobre Guatemala», vociferaban las radios, los diarios y los próceres de la OEA[97]. El coronel Castillo Armas, graduado en Fort Leavenworth, Kansas, abatió sobre su propio país las tropas entrenadas y pertrechadas, al efecto, en los Estados Unidos. El bombardeo de los F-47, con aviadores norteamericanos, respaldó la invasión. «Tuvimos que deshacernos de un gobierno comunista que había asumido el poder», diría, nueve años más tarde, Dwight Eisenhower[98]. Las declaraciones del embajador norteamericano en Honduras ante una subcomisión del Senado de los Estados Unidos, revelaron el 27 de julio de 1961 que la operación libertadora de 1954 había sido realizada por un equipo del que formaban parte, además de él mismo, los embajadores ante Guatemala, Costa Rica y Nicaragua. Allen Dulles, que en aquella época era el hombre número uno de la CIA, les había enviado telegramas de felicitación por la faena cumplida. Anteriormente, el bueno de Allen había integrado el directorio de la United Fruit Co. Su sillón fue ocupado, un año después de la invasión, por otro directivo de la CIA, el general Walter Bedell Smith. Foster Dulles, hermano de Allen, se había encendido de impaciencia en la conferencia de la OEA que dio el visto bueno a la expedición militar contra Guatemala. Casualmente, en sus escritorios de abogado habían sido redactados, en tiempos del dictador Ubico, los borradores de los contratos de la United Fruit. La caída de Arbenz marcó a fuego
Eduardo Galeano (Las venas abiertas de América Latina)
Lo hacemos porque nos enseñan a callarnos, a no ser incómodas, a darle besitos a la gente cuando no nos apetece, a ser buenas niñas, a ser compasivas, cariñosas; a sonreír, aunque estemos tristes o cabreadas; a ser Jackies Kennedys los trescientos sesenta y cinco días del año. Y cuando un día no podemos más y damos un golpe en la mesa y decimos «basta», aparece en escena otra gran enemiga para rematar la faena y devolvernos a nuestra posición de sumisas: la culpa.
Towanda Rebels (Hola guerrera: Alegatos feministas para una revolución)
Si algo tenía el abuelo era que él, al igual que su corazón casi centenario, siempre continuaba con la faena. «Déjate de hostias y sigue», se limitaba a decir. Y lo hacía. Continuaba.
Eva García Sáenz (El silencio de la ciudad blanca (La ciudad blanca, #1))
Pero dígote, hijo, que si la faena de mi amigo es tan vil, si sus dibujos pueden ser llamados tonterías, la razón está justamente en que él no metió allí su espíritu. Cuando el espíritu en ella reside, no hay faena que no se vuelva noble y santa. Lo
Francisco Fernández-Carvajal (Hablar con Dios - Mayo 2018 (Spanish Edition))
No quiere ser nada más que un entrenador, un buen entrenador. Lo otro, lo demás, lo bueno y lo malo, se lo echa encima una sociedad necesitada de modelos. Quizá hastiada de tramposos, de ventajistas, de canallas, de gente que impone valores de egoísmo, oportunismo y egolatría, desde la tribuna privilegiada de la televisión o los medios o los negocios o la política. Él pertenece a esa sociedad. Y la dignifica, de una manera muy simple, tratando de hacer bien su faena, ayudando a hacer prosperar el sentido común desde su parcela de exposición pública. Con la misma callada dignidad con la que un buen albañil, sin que nadie mire ni aplauda, pone un ladrillo sobre el cemento.»
Guillem Balagué (Pep Guardiola: Otra Manera de Ganar)
¡Sólo faltaba que pudiésemos llamar "obra de arte" al urinario de Duchamp y nos prohibieran en nombre del buen gusto dar el mismo calificativo encomiástico a una faena de Curro Romero!
Fernando Savater
El torero es un místico que al torear levita, el espectador es un devoto y la faena es un trance
Fernando Sánchez Dragó
38 Prosiguiendo Jesús su viaje a Jerusalén, entró en cierta aldea, donde una mujer, por nombre Marta, lo hospedó en su casa. 39 Tenía ésta una hermana llamada María, la cual sentada también a los pies del Señor estaba escuchando su divina palabra. 40 Mientras tanto Marta andaba muy afanada en disponer todo lo que era menester; por lo cual se presentó a Jesús y dijo: Señor, ¿no reparas que mi hermana me ha dejado sola en las faenas de la casa? Dile pues que me ayude. 41 Pero el Señor le dio esta respuesta: Marta, Marta, tú te afanas, y acongojas distraída en muchísimas cosas; 42 y a la verdad que una sola cosa es necesaria. María ha escogido la mejor suerte, de que jamás será privada. 11
Félix Torres Amat (La Sagrada Biblia (Spanish Edition))
Desapareció la luna y empezó a clarear el día. Habían terminado ya la primera tanda cuando el hijo mayor, Akim, en pelliza corta y gorro, se acercó a los que trabajaban. -¡Tú sí que te lo tomas con calma! -le gritó el padre, dejando de golpear y apoyándose en el mayal. -Tenía que atender a los caballos. -¡Atender a los caballos! -dijo el padre remedándole- La vieja cuidará de eso. Tú coge un mayal. Te estás poniendo demasiado gordo. ¡Borrachín! -¿Eres tú el que me pagas la bebida? -gruñó el hijo. -¿Qué? -dijo el padre, frunciendo el ceño y blandiendo el mayal con aire de amenaza. El hijo, sin decir palabra, cogió el mayal y la faena se reanudó.
Leo Tolstoy (Hadji Murád)
De pronto, en lo alto de una colina se recorta la silueta de un álamo solitario; sólo Dios sabe quién lo ha plantado y qué hace allí. Difícil apartar los ojos de su esbelta figura y de su verde ropaje. ¿Será feliz ese bello ejemplar? En verano la canícula, en invierno el frío y las tempestades de nieve, en otoño las noches terribles en que no se ven más que tinieblas y sólo se escucha el viento desabrido que aúlla con furia; y por encima de toda esa soledad, esa soledad eterna… Detrás del álamo, como una brillante alfombra amarilla, se extienden desde lo alto de la colina hasta el mismo camino bandas de trigo. En la colina las espigas ya están segadas y agavilladas; abajo, aún no han terminado las faenas…
Anonymous
Alrededor del árbol y después de concluir las faenas, nombrábamos a nuestros dioses pacíficos. Ay, nos regocijaba creer que nuestra existencia era agradable a sus ojos. Pero ellos, en su deliberación, nos tenían reservado el espanto. Hubo presagios. Sequía y mortandad y otros infortunios (...). Pero ¿quién conjura a la nube en cuyo vientre se retuerce el relámpago? Los que tenían que venir, vinieron.
Rosario Castellanos (Balún Canán)
Buena suerte a quien decida entregarse a esta oscura faena: la familia es la mentira mejor contada, la más venerada, la que más amamos, el punto ciego de sangre donde todos perdemos perspectiva.
Alma Delia Murillo (La cabeza de mi padre)
Uno tiene que ponerse a la faena. El mundo está lleno de perezosos y de pesimistas que nada consiguen porque a nada se aplican, después se permiten quejarse y se sienten frustrados y alimentan su resentimiento hacia lo externo.
Javier Marías (Los enamoramientos)
No es una mera invención de los teólogos que el infierno existe, pues se halla justo aquí, en la tierra. Yo mismo me he asomado a sus confines y he visto a los demonios obrar su faena. BRAM STOKER, MAKT MYRKRANNA
Dacre Stoker (Drácula: El origen)
Els Moretti no tenien res en contra d'aquella gent, ni del pragmatisme que arrossegaven a l'es-quena i que havia possibilitat la creació i la grandesa d'aquell país, ells mateixos es consideraven aventurers i concebien la vida com una conquesta contínua, però pensaven que en se-gons quines coses havia arribat el moment de redreçar-lo. La pràctica i la funcionalitat no ho justificaven tot. I aque-lla nació s'havia quedat enganxada a la inèrcia de la pressa, tothom anava corrents d'un lloc a l'altre, com si dugueren una tribu d'indis al darrere: s'engolien carn picada en forma de salsitxes o d'hamburgueses per no perdre el temps rose-gant-la, atapeïen els transports públics i els ascensors per guanyar espai, llegien els periòdics mentre caminaven a en-tropessons pels carrers, es prenien el café abrasint i arreaven a córrer cap a la faena. Però ningú no s'havia adonat que ja no hi quedaven indis d'aquells. Els indis d'ara eren les empreses implacables, els llargs horaris laborals, els salaris que curte-javen, les hores extraordinàries, la pluriocupació, les lletres dels crèdits que vencien cada més i l'ambició compartida del somni americà.
Francesc Bodí (L’única veritat)
algo tenía el abuelo era que él, al igual que su corazón casi centenario, siempre continuaba con la faena.
Eva García Sáenz de Urturi (El silencio de la ciudad blanca)
Le discutí un penique a la Vida, Y la vida no me dio más, Por más que le implorara de noche Cuando contaba mis escasos bienes. La Vida es un amo justo, y te da lo que le pides, Pero cuando has fijado el precio, Debes soportar la faena Trabajé por un salario de jornalero, Sólo para descubrir perplejo, Que cualquier salario que le hubiera pedido a la Vida, Esta me lo hubiese pagado de buen grado.
Napoleon Hill (Piense y Hágase Rico (Think and Grow Rich Series) (Spanish Edition))