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Presencia real de Cristo, de mi amigo, de mi gran jefe, pero al mismo tiempo mi íntimo confidente. La obra es de los dos: él me comunica sus planes, sus deseos; a mí me toca colaborar externamente en sus planes, que él ha de realizar internamente con su gracia. Qué obra tan grandiosa la que él pone en mis manos; eso exige una unión de corazones completa, una identificación absoluta, ¡Siempre con él! Y él nunca se apartará! Yo tengo que mostrarle confianza y fidelidad. Nunca separarme de él. Pero la raíz está en ese amor amicitiae («amor de amistad»), en sentirse el alter ego de Jesucristo. Con una humildad profundísima, pero con una alegría y felicidad inmensas también. ¡Yo siempre con él! ¡Siempre colgado de sus labios y sus deseos! ¡Qué vida tan feliz! ¡Gracias Dios mío! ¡Aquí me tienes, Señor!
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Pedro Miguel Lamet (ARRUPE. Testigo del siglo XX, profeta del XXI (Jesuitas) (Spanish Edition))