Envidia Quotes

We've searched our database for all the quotes and captions related to Envidia. Here they are! All 100 of them:

¿O acaso puedes admirar algo que no envidias? ¿O puedes envidiar algo que no admiras?
Albert Espinosa (Todo lo que podríamos haber sido tú y yo si no fuéramos tú y yo)
La grandeza inspira envidia, la envidia rencor y el rencor mentiras
J.K. Rowling (Harry Potter and the Half-Blood Prince (Harry Potter, #6))
La Envidia es la Religión de los Mediocres. (Pedro Vidal en "El Juego del Ángel")
Carlos Ruiz Zafón
Ve y coge una estrella fugaz; fecunda a la raíz de mandrágora; dime dónde está el pasado, o quién hendió la pezuña del diablo; enséñame a oír cómo canta la sirena, a apartar el aguijón de la envidia, y descubre cual es el viento que impulsa a una mente honesta. Si has nacido para ver cosas extrañas, cosas invisibles al ojo, cabalga diez mil días y noches hasta que la edad cubra de nieve tus cabellos. Cuando retornes, me contarás las extrañas maravillas que te acontecieron, y jurarás que en ningún lugar vive una mujer justa y constante. Si la encuentras, dímelo, ¡dulce peregrinación sería! Pero no, porque no iría, aunque fuera justo al lado; aunque fiel, al encontrarla, y hasta al escribir la carta, sin embargo, antes que fuera, infiel con dos, o tres, fuera.
John Donne (Howl’s Moving Castle (Howl’s Moving Castle, #1))
La grandeza inspira envidia, la envidia engendra rencor, el rencor produce mentiras.
J.K. Rowling (Harry Potter and the Half-Blood Prince (Harry Potter, #6))
Pero, en general, la humanidad me pareció siempre detestable. No tengo inconvenientes en manifestar que a veces me impedía comer en todo el día o me impedía pintar durante una semana el haber observado un rasgo; es increíble hasta qué punto la codicia, la envidia, la petulancia, la grosería, la avidez y, en general, todo ese conjunto de atributos que forman la condición humana pueden verse en una cara, en una manera de caminar, en una mirada. Me parece natural que después de un encuentro así uno no tenga ganas de comer, de pintar, ni aun de vivir.
Ernesto Sabato (El túnel)
La envidia es la religión de los mediocres. Los reconforta, responde a las inquietudes que los roen por dentro y, en último término, les pudre el alma y les permite justificar su mezquindad y su codicia hasta creer que son virtudes y que las puertas del cielo sólo se abrirán para los infelices como ellos, que pasan por la vida sin dejar más huella que sus traperos intentos de hacer de menos a los demás y de excluir, y a ser posible destruir, a quienes, por el mero hecho de existir y de ser quienes son, ponen en evidencia su pobreza de espíritu, mente y redaños. Bienaventurado aquel al que ladran los cretinos, porque su alma nunca les pertenecerá.
Carlos Ruiz Zafón (The Angel's Game (The Cemetery of Forgotten Books, #2))
Ríete, ríe a carcajadas y olvídate de las palabras de los otros, ellos seguramente hablarán porque ellos rienen envidia
Maike Marquez
la persona de éxito sabe que en cada ser humano, sin importar su edad, raza o religión, hay algo digno de admiración. No conoce la envidia, pues cree que Dios regala “paquetes” y no cosas individuales.
Carlos Cuauhtémoc Sánchez (Los ojos de mi princesa)
El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, más se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser...
Anonymous (The Holy Bible: King James Version)
No sé con que palabra describiría lo que sentí aquella noche. Palabras melosas como "amor" o "excitación" no lo definirían adecuadamente. Era una mezcla de envidia y celos... y una especie de urgencia... de deseo de él. Aún ahora, a veces, tengo miedo de perderle.
Ai Yazawa (Nana, Vol. 1)
[…] Había una vez, hace mucho tiempo, un mundo donde los humanos tenían cuatro piernas, cuatro brazos, dos caras. ¿Te lo imaginas, Peter? Eran felices, poderosos. Los Dioses empezaron a tener miedo, pavor de que se unieran y acabaran con ellos. Y envidia, mucha envidia de esa felicidad. Tenían que hacer algo. Entonces se les ocurrió partirlos por la mitad, separarlos, condenarlos a buscarse eternamente y así distraerlos de la rebelión. De ese modo, pasaron a tener solo dos piernas, dos brazos, una cara… Se sintieron rotos. Y en realidad era cierto, estaban rotos. Aún podían sentir su otra parte, perdida en la inmensidad del universo. Si te amputan una pierna o un brazo, aunque no esté, sigues sintiéndolo; puedes notar cómo te cosquillea, está ahí aunque nadie pueda verlo. Pero tú lo sientes como si no hubiera desaparecido y, si no miras, si no te fijas, para ti sigue ahí. Miembro fantasma lo llaman. Tú eres mi mitad Peter, mi miembro fantasma. Te siento aunque no estés y me niego a que desaparezcas, a pasarme toda la vida buscándote. No quiero buscarte, no quiero sentirte si no estás. No puedes hacerme eso, no puedes.
Wendy Davies (Recuerda que me quieres)
¡Primer amor! Noble orgullo de sentirse amado; sacrificio dulce de todo lo que antes nos era caro a favor de la mujer querida; felicidad que, comprada para un día con las lágrimas de toda una existencia, recibiríamos como un don de Dios; perfume para todas las horas del porvenir: flor guardada en el alma que no es dado marchitar a los desengaños: único tesoro que no puede arrebatarnos la envidia de los hombres, delirio delicioso..., inspiración del Cielo...¡María!¡María! ¡Cuánto te amé!¡Cuánto te amara!
Jorge Isaacs (María)
La envidia no nos deja ver lo importante que es para una sociedad que quienes están dotados para tener éxito en algún campo, más si se trata del área de los negocios, lo tengan
Francisco Suniaga (El Pasajero de Truman)
No hay nada que frustre más a un sabio deshonesto que sentirse no tan sabio. Y temo que toda esa frustración y esa rabia la acaben volcando en ti. Cuando la envidia los carcoma, irán a acabar contigo.
Beatriz Esteban (Aunque llueva fuego)
Tengo tendencia a la envidia. Es una de mis tres emociones por defecto, los otros son la codicia y la ira. También he experimentado la compasión y la generosidad, pero sólo fugazmente y por lo general en estado de ebriedad, por lo que no tengo mucho recuerdo sobre eso.
Augusten Burroughs
Y por un momento, le tengo envidia al Sr. William Robertson, Número 100, quien está flotando en un mar de estrellas.-Elder
Beth Revis (Across the Universe (Across the Universe, #1))
hay algo radicalmente equivocado en la vida intelectual. Está basada en el desprecio y la envidia, la envidia y el desprecio.
D.H. Lawrence (El amante de lady Chatterley)
Bajo el agua siguen las palabras. Sobre el agua una luna redonda se baña, dando envidia a la otra ¡tan alta! En la orilla, un niño, ve las lunas y dice: ¡Noche, toca los platillos!
Federico García Lorca (Romancero gitano)
¡La importancia! ¿Es nada, por ventura? La importancia es el respeto de los necios, el pasmo de los niños, la envidia de los ricos y el desprecio del sabio.
Stendhal (Rojo y Negro)
Cuánto llora el cartero, llevado por la envidia. Que mis cartas de amor no son para él. Me pregunto si algún día te las entregará.
Sofía Navarro
Por muy mal que te vaya en la vida, siempre hay alguien que te envidia. Es una especie de sarcasmo cósmico.
Manuel Vilas (Ordesa)
No hay nada más implacable y cruel que la envidia: y sin embargo, ¡nos esforzamos incesante y principalmente en suscitar envidia!
Arthur Schopenhauer
Recuerda que un amigo siempre estará feliz por ti si tú eres feliz. La envidia existe solo en los corazones de aquellos que no pueden aceptar tu felicidad y que, por tanto, no son tus verdaderos amigos.
Ignacio Novo
Conozco muchos hombres que no tienen dificultad en establecer conversación con una mujer desconocida. Confieso que en un tiempo les tuve mucha envidia, pues, aunque nunca fui mujeriego, o precisamente por no haberlo sido, en dos o tres oportunidades lamenté no poder comunicarme con una mujer, en esos pocos casos en que parece imposible resignarse a la idea de que será para siempre ajena a nuestra vida.
Ernesto Sabato (El túnel)
Me pregunté cuántas personas creían estar enamoradas cuando, en realidad, lo que sentían por el otro era una mezcla de envidia y entusiasmo. ¡Horror! ¡Tal vez jamás me había enamorado porque nunca había envidiado a nadie! El amor, ese loco anhelo de acercarse a la otra persona, no debía ser otra cosa que el afán de adueñarse de sus mejores atributos, esos aspectos calladamente codiciados. Ésa debía ser la razón por la que ese mismo amor se esfumaba al cabo del poco tiempo, ya fuese al darse cuenta de que la otra persona no era ese inasequible dechado de virtudes que se había pensado en un comienzo o ya porque su semilla, la envidia, terminara por despertar el más profundo resentimiento al no poder el enamorado convertirse en alguien exactamente igual al objeto de su admiración.
Carolina Andújar (Vampyr (Carmina Nocturna #1))
A veces, incluso, las causas de la envidia son idénticas: deseamos de la vida de alguien lo mismo que él desea de la nuestra. A los cuarenta años, en suma, la felicidad se convierte en un asunto que concierne solamente a los demás.
Luisgé Martín (La misma ciudad)
En el envidioso existe una voluntad, una actitud de esfuerzo o, en el peor de los casos, de capricho, que indirectamente lo hace culto, laborioso, incansable. La envidia es el único vicio que se alimenta de virtudes, que vive gracias a ellas.
Mario Benedetti (Quién de nosotros)
No tengo inconvenientes en manifestar que a veces me impedía comer en todo el día o me impedía pintar durante una semana el haber observado un rasgo; es increíble hasta qué punto la codicia, la envidia, la petulancia, la grosería, la avidez y, en general, todo ese conjunto de atributos que forman la condición humana pueden verse en una cara, en una manera de caminar, en una mirada.
Ernesto Sabato (El túnel)
¿No es más bien [el mal humor] un despecho oculto, hijo de nuestra pequeñez; un descontento de nosotros mismos, mezclado siempre con alguna envidia, excitada por alguna loca vanidad? Vemos gente feliz que no nos debe su felicidad, y esto nos es insoportable.
Johann Wolfgang von Goethe (The Sorrows of Young Werther)
La casada envidia a la soltera con novio, la soltera con novio a la casada y la soltera sin nadie envidia a las dos anteriores y pierde toda su soltería añorando llegar al estadio de la casada, y cuando llega odia a las solteras y así: cíclicamente enfermizo.
Elia Martínez-Rodarte (Ivaginaria)
–¿Por qué te comparas? –Se puso serio. –¿Acaso no es inevitable? –Claro. Me lo has repetido mil veces. La envidia infecta las plantas y queremos crecer. Las cosas son como son y no como nos gustaría. Hay que aceptar la realidad, ¿no? –Me parafraseó y se quedó pensativo antes de añadir–: Puedes alegrarte de que diez personas hayan venido por ti o pasarlo mal porque a otro vayan a verlo mil. Con la primera serás feliz y con la segunda sufrirás y no merece la pena porque el resultado es el mismo cuando es algo en lo que tú no mandas.
Alexandra Roma (El club de los eternos 27)
—La envidia es la religión de los mediocres. Los reconforta, responde a las inquietudes que los roen por dentro y, en último término, les pudre el alma y les permite justificar su mezquindad y su codicia hasta creer que son virtudes y que las puertas del cielo sólo se abrirán para los infelices como ellos,
Carlos Ruiz Zafón (El juego del ángel (El cementerio de los libros olvidados, #2))
¿Quién lee para llegar al final, por deseable que éste sea? ¿Acaso no hay ocupaciones que practicamos porque son buenas en sí mismas, y placeres que son absolutos? ¿Y no está éste entre ellos? A veces he soñado que cuando llegue el Día del Juicio y los grandes conquistadores y abogados y estadistas vayan a recibir sus recompensas - sus coronas, sus laureles, sus nombres grabados indeleblemente en mármol imperecedero-, el Todopoderosos se volverá hacia Pedro y le dirá, no sin cierta envidia cuando nos vea llegar con nuestros libros bajo el brazo: "Mira, ésos no necesitan recompensa. No tenemos nada que darles. Han amado la lectura.
Virginia Woolf (The Common Reader)
Satán cayó por la fuerza de gravedad”, dijo Chesterton.3 Se debe representar el Infierno como un estado en el que todo el mundo está perpetuamente pendiente de su propia dignidad y de su propio enaltecimiento, en el que todos se sienten agraviados, y en el que todos viven las pasiones mortalmente serias que son la envidia, la presunción y el resentimiento.
C.S. Lewis (Cartas del Diablo a Su Sobrino (Spanish Edition))
Y la envidia, como siempre, es la que saca lo peor de cada uno de nosotros.
Esteban Navarro Soriano (La casa de enfrente)
Los Sufis son aquellos que han erradicado de sus mentes las tendencias humanas de envidia y enemistad.
Idries Shah (Aprender a aprender)
Los admiro y los envidio… ¿O acaso puedes admirar algo que no envidias? ¿O puedes envidiar algo que no admiras?
Albert Espinosa (Todo lo que podríamos haber sido tú y yo si no fuéramos tú y yo)
La envidia es el pecado capital más estúpido, porque te cabreas por algo que no tienes y no por ello lo logras. Es el único pecado del que no obtienes ningún tipo de satisfacción
José-Apeles Santolaria de Puey y Cruells
El socialismo es la filosofía del fracaso, el credo de la ignorancia, la prédica de la envidia y su virtud inherente es la distribución igualitaria de la miseria.” Wiston Churchill
Ruth Capriles (EL LIBRO ROJO DEL RESENTIMIENTO (Spanish Edition))
Dicho del Profeta Envidia La envidia devora las buenas obras, como el fuego devora el combustible.
Idries Shah (Caravan of Dreams)
Su esmerado maquillaje le daba un aspecto severo que hubiera despertado la envidia de cualquier dominátrix profesional. Ten
Neil Gaiman (Objetos frágiles (Bestseller (roca)) (Spanish Edition))
Siempre odié lo que define la vida en ese lugar: el arribismo, el afán de figurar, el odio, la tacañería congénita. la envidia
Santiago Gamboa (Night Prayers)
No sientas envidia de la felicidad de los que viven en el paraíso de los necios, pues sólo un necio pensará que eso es la felicidad.
Bertrand Russell
Y la importancia, señor, ¿no es nada? El respeto de los necios, la estupefacción de los niños, la envidia de los ricos, el desprecio del sabio.
Stendhal (The Red and the Black)
(...)Aún hablaremos de esos dos jóvenes como si fuesen dos extraños. (...) Y pretenderemos llamarlo envidia, porque definirlo como remordimiento nos rompería el corazón.
André Aciman (Call Me By Your Name (Call Me By Your Name, #1))
El tema de la envidia es muy español. Los españoles siempre están pensando en la envidia. Para decir que algo es bueno dicen: Es envidiable.
Jorge Luis Borges
Gustavo Solivellas dice: "Nuestra envidia siempre dura más que la felicidad de quien envidiamos" (Heráclito)
Heraclitus (Alegorías de Homero. Metamorfosis.)
Jamás he conocido las pasiones más odiosas, nunca ha invadido mi corazón la envidia, la maldad, ni la venganza... en ocasiones la ira, pero no soy muy hábil y jamás guardo rencor.
Jean-Jacques Rousseau
El termómetro del éxito es simplemente la envidia de los descontentos.
Salvador Dalí
Me alejaba de cualquier cosa que pudiera despertarme el intelecto o darme envidia o ansiedad.
Ottessa Moshfegh (Mi año de descanso y relajación)
Dhun'nun el Egipcio: “Los Sufis son aquellos que han erradicado de sus mentes las tendencias humanas de envidia y antagonismo.
Idries Shah (Learning How to Learn: Psychology and Spirituality in the Sufi Way)
todo trabajo y toda excelencia de obras despierta la envidia del hombre contra su prójimo.
Casiodoro de Reina (Reina Valera 1960)
La envidia y la emulación parientes dicen que son; aunque en todo diferentes al fin también son parientes el diamante y el carbón.
José Ingenieros (El hombre mediocre)
Nunca entenderé a las personas que pierden el tiempo envidiando cuando bien podrían emplearlo en hacer algo para superar al envidiado.
Ignacio Novo
Ven a dormir conmigo, no haremos el amor, él nos hará”* …una tormenta de suspiros y sábanas, un amanecer de besos y calores.    Ven a dormir conmigo, tú que de mis sueños no te quitas, (¿y cómo habrías de hacerlo si eres el sueño de mi vida?), ven a dormir conmigo, tú que conviertes las noches en soles.    Yo no te amo porque eres tú, ni te amo porque seas mía, no te amo por ser tuyo, ni por tus cabellos ni por tus besos de caricia.    Te amo porque es cielo el cielo, te amo porque son ciertas las estrellas,  te amo porque el mar besa la orilla, te amo como la flor que besa al viento, te beso como besa al agua el sediento.    ¿Cómo no he de amarte, amada mía, si es en tu lecho que he conocido la vida?    Nací, como muchos antes, quizás incluso tuve otras vidas errantes, tristes, solitarias, sin ancla, sin vela ni caminos, ¿pero acaso no llega todo fiel a su destino?    El amor nos hará, erigirá en nuestros labios su templo, desandará lo que latía de corazón antes de conocernos, dirá quizá: “¡he sido tan poco de mí, ahora sé lo que es amar!”, o acaso el silencio sea reto y envidia a nuestra manera de besar…    Caminan las estrellas, gira el mundo. Así te amo.    Con toda la fuerza de lo obvio,  con el destino apretado en nuestros labios.    Nosotros haciendo los sueños la realidad del destino, y a cada lado de la cama, el mundo, callado, muy lejano.   *(“Ven a dormir conmigo, no haremos el amor, él nos hará”, Julio Cortázar).
Jacques Pierre (Declaro el estado de poesía permanente)
¿Quién ha vivido un solo día en completa felicidad, sin verse sacudido por la conciencia, la ira, el deseo, la envidia, el orgullo, la pasión, el daño o por alguna especie de temor?
Geoffrey Chaucer (Cuentos de Canterbury (Spanish Edition))
De Frontón: haber observado a qué grado de envidia, de disimulo y duplicidad llegaron los tiranos, y cómo, casi siempre, esas gentes que llamamos los «patricios» son incapaces de verdadero afecto para los demás.
Marcus Aurelius (Meditaciones (Philosophiae Memoria nº 17) (Spanish Edition))
Los actores son volátiles por naturaleza; criaturas alquímicas compuestas de elementos inflamables: sentimientos, ego y envidia. Si las calientas y las mezclas, a veces puedes conseguir oro. Otras veces, un desastre.
M.L. Rio (If We Were Villains)
Aunque no entiendo nada de lo que sientes o el estado en el que te encuentras, sea cuando sea, o estés donde estés, siempré habrá alguien a quien amas profundamente. A mi me das una envidia terrible. Yo no tengo a nadie así.
Haruki Murakami (1Q84 (1Q84, #1-3))
El amor sufre luengo y es amable; el amor no envidia; el amor no se jacta, no es pomposo, no se comporta de una forma indecorosa, no busca su provecho, no se deja provocar, no medita maldades; se deleita no en la iniquidad, sino en la verdad...
Ian McEwan (Operación Dulce)
envidioso se obceca en alguien, ya sea desde la envidia o la crítica. La persona que te odia te envidia. Por eso critica y deposita toda su energía en el odio en lugar de construir su propia vida. No mires a nadie ni te distraigas, crece todo lo que puedas.
Bernardo Stamateas (Emociones tóxicas)
Mira, Sancho: si tomas por medio a la virtud, y te precias de hacer hechos virtuosos, no hay para qué tener envidia a los que los tienen de príncipes y señores, porque la sangre se hereda y la virtud se aquista, y la virtud vale por sí sola lo que la sangre no vale.
Miguel de Cervantes Saavedra (Don Quijote de la Mancha (F. COLECCION) (Spanish Edition))
»Mira, Sancho: si tomas por medio a la virtud y te precias de hacer hechos virtuosos, no hay para qué tener envidia a los que padres y abuelos tienen príncipes y señores, porque la sangre se hereda y la virtud se aquista,[25] y la virtud vale por sí sola lo que la sangre no vale.
Miguel de Cervantes Saavedra (Don Quijote de la Mancha: Edición de Francisco Rico)
Y esa tarde en la que nos hagamos más mayores, aún hablaremos de esos dos jóvenes como si fuesen dos extraños a los que nos encontramos en el tren y a los que admirábamos y queríamos ayudar. Y pretenderemos llamarlo envidia, porque definirlo como remordimiento nos rompería el corazón.
André Aciman (Call Me By Your Name (Call Me By Your Name, #1))
Me corroyó la envidia. ¿Por qué él y yo no? Imagino tu respuesta: «él era rubio y tú, prieto». Considerabas que en nuestro país se desplegaba un racismo por «goteo». Las telenovelas solo elegían protagonistas «güeritos». Los comerciales, en su vena aspiracional, solo presentaban blancos. Nosotros, los morenos de pelos lacios y de facciones toscas, no cuadrábamos en los cánones de la belleza, del estatus y del poder. La blancura como única vía de acceso a las esferas políticas y sociales más altas. Me niego a pensar que ella se acostara con él por rubio. Solo pienso que él le gustó más.
Guillermo Arriaga (Salvar el fuego)
Quien elige una áurea medianía, obtiene tanto la seguridad que le libra de la sórdidas fealdades que cubre un techo resquebrajado como la sobriedad que libra de un palacio sometido a la envidia. En la adversidad tiene esperanza, en la prosperidad teme la suerte adversa, teniendo el corazón bien dispuesto.
Horácio (Odas)
El patriarcado los quiere sumisos, obedientes, violentos, acomplejados, llenos de miedos, autoritarios, con deseos de mandar y obsesionados con triunfar. Quiere a los hombres compitiendo entre ellos, y frustrados por la envidia que les generan aquellos privilegiados que tienen acceso al club de los poderosos.
Coral Herrera Gómez (Hombres que ya no hacen sufrir por amor: Transformando las masculinidades (Mayor nº 707) (Spanish Edition))
Un amor como el mío es un don de la vida. Todos, aun a su pesar, tendrían que haberme dado la enhorabuena... Pero estos amores son aborrecidos, anatematizados, y, aunque no se diga (porque la envidia pregona una insuficiencia), envidiados también. El mundo no ha sido hecho por los felices ni para los felices.
Antonio Gala
Feliz emprendí mi largo camino a casa en la fría noche. Aquí y allá tropecé aún con estudiantes que se retiraban a dormir alborotando y haciendo eses. Muy a menudo había comparado su singular manera de divertirse con mi vida solitaria, unas veces con cierta envidia y otras con desprecio. Pero nunca había sentido como hoy, con plena serenidad y secreta energía, cuán poco me atañía aquello y cuán lejano y perdido era para mí aquel mundo. Me acordé de los honrados filisteos de mi ciudad natal, viejos señores rebosantes de dignidad que conservaban los recuerdos de sus años estudiantiles como la memoria de un bienaventurado paraíso y consagraban a la perdida «libertad» de aquellos años un culto como el que los poetas y otros románticos dedican a su infancia. ¡En todas partes sucedía lo mismo! Todos los hombres buscaban la «libertad» y la «felicidad» en un punto cualquiera del pasado, sólo por miedo a ver alzarse ante ellos la visión de la responsabilidad propia y del propio singular camino. Durante un par de años alborotaban y bebían, para someterse luego al rebaño y convertirse en señores graves al servicio del Estado. Era verdad lo que Demian afirmaba: nuestro Mundo estaba carcomido, y esa estupidez estudiantil era aún menos estúpida y menos despreciable que ciertas otras.
Hermann Hesse (Demian. Die Geschichte von Emil Sinclairs Jugend)
El mundo que tenemos que buscar es un mundo en el cual el espíritu creador esté vivo, en el cual la vida sea una aventura llena de alegría y de esperanza, basada más en el impulso de construir que en el deseo de guardar lo que poseemos y de apoderarnos de lo que poseen los demás. Tiene que ser un mundo en el cual el cariño pueda obrar literalmente, el amor esté purgado del instinto de la dominación, la crueldad y la envidia hayan sido disipadas por la alegría y el desarrollo ilimitado de todos los instintos constructivos de la vida y la llenen de delicias espirituales. Un mundo así es posible; espera solamente a que los hombres quieran crearlo.
Bertrand Russell (Antología)
Puede que todas las personas a las que les va razonablemente bien tengan un perseguidor, un enemigo mortal. Puede que en la mayor parte de los casos no lo sepan; que ni se lo imaginen. Es alguien que te venera y te desprecia al mismo tiempo, simultáneamente. Que sigue cada uno de tus pasos con envidia. Que no ceja hasta que estás criando malvas.
Peter Stephan Jungk (The Perfect American)
RECUERDE LA FLOR DE LOTO Las grandes personas siempre se burlaban de los que se sienten más pequeños que ellos. Un león no se inmuta a la risa que viene de una hiena. Un gorila no se mueve de un plátano lanzado en ello por un mono. Un ruiseñor no para cantar su canción hermosa por la intrusión de un pájaro carpintero molesto. Siempre que usted debe dudar de su autoestima, recuerda la flor de loto. A pesar de que se sumerge a la vida de debajo del lodo, que no permite que la suciedad que lo rodea para afectar a su crecimiento o la belleza. Sé que la flor de loto siempre. No permita que cualquier negatividad o la fealdad en su entorno destruyan su confianza, afectan su crecimiento, o te hacen la pregunta de su autoestima. Es muy normal que uno de malezas feo no quiere estar solo. Recuerda esto siempre. si usted fuera feo, o simplemente tan pequeño como ellos sienten que son, entonces ellos no se sienten tan amargo y envidioso cada vez que se ven obligados a mirar hacia magníficamente Divina USTED ". SUZY KASSEM : filósofo, poeta de la Verdad
Suzy Kassem (Rise Up and Salute the Sun: The Writings of Suzy Kassem)
Los sentimientos de injusticia que podrían ser aprovechados para conseguir una mayor igualdad se reorientan hacia las manifestaciones más claras del consumismo, y se dividen en miríadas de quejas individuales que se resisten a la agregación o a la combinación, y en actos esporádicos de envidia y venganza dirigidos contra otras personas de su propio bando.
Zygmunt Bauman
Me imagino todas las mentiras amorosas que ocurren bajo esa cara tranquila engañosa de Quito y siento envidia de los que pueden seguir mintiendo. Otra vez me pronuncio: ¿a quién se le ocurrió que la verdad es mejor que la mentira? Responde Luis, como si hubiera estado siguiendo mi línea de pensamiento: a algún imbécil quiteño. Lo abrazo porque tiene razón.
Daniela Alcívar Bellolio (Insomnio. Nueve cuentos de noches infames)
Juzga a un hombre tanto por sus amigos como por sus enemigos.
Joseph Conrad
Atados, sin movimiento, queriendo saltar. Así estamos y las ataduras nos corroen, nos limitan. Seguimos órbitas delineadas, iluminamos un pequeño mundo y nos creemos absolutos. Vivimos entre rejas y esa estrecha cárcel de convenciones oxida, automatiza, y niega aunque a veces hablemos de libertad. Hay una línea de humo disolviéndose y yo siento envidia del gris desaparecido.
Isabel de los Ángeles Ruano (Torres y tatuajes)
Evita a toda costa a aquellos que sólo están a tu lado en los momentos de tristeza con palabras de consuelo. Porque ésos, en realidad, se están diciendo a sí mismos: «Yo soy más fuerte. Soy más sabio. Yo no habría dado ese paso.» Quédate junto a aquellos que están a tu lado en las horas de alegría. Porque en esas almas no hay celos ni envidia, solamente felicidad por verte feliz. Evita
Paulo Coelho (El manuscrito encontrado en Accra)
Algunas caras, desde las próximas mesas, lo miran casi con envidia. Son las caras de las gentes que sonreían en paz, con beatitud, en esos instantes en que casi sin darse cuenta, llegan a no pensar en nada. La gente es cobista por estupidez. Por coba se puede llegar hasta el asesinato; seguramente que ha habido más de un crimen que se haya hecho por quedar bien, por dar coba a alguien.
Camilo José Cela (La colmena)
Éste fue el más noble romano entre todos ellos. Todos los conspiradores, excepto él, hicieron lo que hicieron sólo por envidia al gran Cesar; sólo él, al asociarse a ellos, fue guiado por un pensamiento de general honradez y del bien común a todos. Su vida era pura, y de tal modo se combinaron en él los elementos, que la naturaleza, irguiéndose puede decir al mundo: “¡Este era un hombre!”" (Antonio)
William Shakespeare (Julius Caesar)
Casi nadie es capaz de ser feliz en una cárcel, y las pasiones que nos encierran en nosotros mismos constituyen uno de los peores tipos de cárcel. Las más comunes de estas pasiones son el miedo, la envidia, el sentimiento de pecado, la autocompasión y la autoadmiración. En todas ellas, nuestros deseos se centran en nosotros mismos: no existe auténtico interés por el mundo exterior, solo la preocupación de que pueda hacernos daño o deje de alimentar nuestro ego. El miedo es la principal razón de que la gente se resista a admitir los hechos y esté tan dispuesta a envolverse en un cálido abrigo de mitos. Pero las espinas desgarran el abrigo y por los desgarrones penetran ráfagas de viento frío, y el que se había acostumbrado a estar abrigado sufre mucho más que el que se ha endurecido habituándose al frío.
Bertrand Russell (La conquista de la felicidad (Spanish Edition))
«Amar por ver amar envidia ha sido, y primero que amar estar celosa es invención de amor maravillosa y que por imposible se ha tenido. De los celos mi amor ha procedido por pesarme que, siendo más hermosa, no fuese en ser amada tan dichosa que hubiese lo que envidio merecido. Estoy, sin ocasión, desconfiada, celosa sin amor, aunque, sintiendo, debo de amar, pues quiero ser amada. Ni me dejo forzar, ni me defiendo; darme quiero a entender sin decir nada: entiéndame quien puede; yo me entiendo».
Lope de Vega (Colección integral de Lope de Vega (Spanish Edition))
La necesidad de una mujer que cure la soledad del asesinato —dijo el emperador, rememorando—. Que borre la culpabilidad de la victoria o la vanagloria de la derrota, aquiete el temblor de los huesos, enjugue las lágrimas calientes del alivio y la vergüenza. Que nos abrace mientras sentimos la marea menguante de nuestro odio y esa forma de bochorno aún mayor a la que da paso. Que nos rocíe con lavanda para ocultar el olor de la sangre en las yemas de los dedos y el hedor de la matanza en la barba. La necesidad de una mujer que nos diga que somos suyos y que aleje la muerte de nuestros pensamientos. Que sofoque nuestra curiosidad sobre cómo será hallarse ante el Trono del Juicio, que elimine nuestra envidia de quienes han ido antes que nosotros a ver al Todopoderoso tal como es, y aplaque las dudas que se retuercen en nuestro estómago, sobre la existencia de la vida después de la muerte e incluso del propio Dios, porque los caídos están absolutamente muertos, y ya no parece existir ningún cometido superior
Salman Rushdie (The Enchantress of Florence)
Hay que avezarse, además, a tener sólo ideas tales que si alguien de repente te preguntare, bruscamente: «¿En qué piensas ahora?», pudieras responder al instante, con toda franqueza: «en esto» o «en aquello». Se dejará ver entonces, pronto y evidentemente, que todo lo tuyo es simple, bondadoso, digno de un ser sociable e indiferente a los placeres y, en su conjunto, a las ideas de una vida voluptuosa; un ser que no abriga envidia, celos, desconfianza u otra pasión por la cual te fuera preciso avergonzarte al manifestar que la posee tu ánimo.
Marcus Aurelius (Meditaciones)
Según el mito popular, las mujeres somos más vanidosas que los hombres, porque nos preocupamos de nuestra apariencia, pero la vanidad masculina es mucho más profunda y costosa. Observen sus uniformes militares y condecoraciones, la pompa y solemnidad con que se dan aires, los extremos a que llegan para impresionar a las mujeres y provocar envidia en otros varones, sus juguetes de lujo, como los automóviles, y sus juguetes de supremacía, como las armas. Creo que podemos concluir que todos, hombres y mujeres, pecamos de vanidad en términos similares.
Isabel Allende (Mujeres del alma mía: Sobre el amor impaciente, la vida larga y las brujas buenas (Spanish Edition))
El venezolano es locuaz, niega lo trascendente con su actitud de bromista crónico, jamás se compromete realmente y por eso es ondulante y disimulador de sus convicciones más profundas. Nadie sabe lo que realmente piensa, pues trata siempre de estar bien con Dios y con el diablo. Bajo una pretendida efusividad se esconde la envidia y la desvalorización hacia quienes se destacan. Tras una aparente solidaridad se transparente la indolencia, el egocentrismo y la deslealtad. Y esa extraña afición que despierta una agresividad feroz y una violencia destructiva.
Francisco Herrera Luque
Al poco tiempo tuvo una hija que era tan blanca como la nieve, tan roja como la sangre y tenía los cabellos tan negros como el ébano, y por eso la llamaron Blancanieves. Y, nada más crecer la niña, murió la reina. Pasado un año, el rey tomó otra esposa. Era una mujer hermosa, pero orgullosa y arrogante, y no podía soportar que alguien la superase en belleza. Tenía un espejo maravilloso y, cuando se situaba frente a él y se miraba, decía: -Espejito, espejito de la pared, la más hermosa de todo el reino, ¿quién es? A lo que el espejo respondía: -Mi reina y señora, en el reino vos sois la más hermosa. Entonces se quedaba satisfecha, pues sabía que el espejo decía la verdad. Pero Blancanieves fue creciendo y fue haciéndose cada vez más bella, y cuando hubo cumplido siete años, era ya tan linda como la luz del día y más hermosa que la propia reina. En una ocasión le preguntó a su espejo: -Espejito, espejito de la pared, la más hermosa de todo el reino, ¿quién es? El espejo respondió: -Mi reina y señora, vos sois aquí la más hermosa, pero Blancanieves es mil veces que vos más preciosa. Entonces la reina se asustó y se puso amarilla y verde de envidia.
Jacob Grimm (Cuentos de los hermanos Grimm)
Según las investigaciones, las personas agradecidas suelen tener una percepción más amplia de su felicidad, son más optimistas, además suelen tener más energía. En definitiva, muchas veces experimentan de forma más frecuente emociones positivas, convirtiéndose en un rasgo de su personalidad. Con este comportamiento se reduce la probabilidad de depresión, de sentirse preocupado o solo, de desarrollar una neurosis o de sentir envidia. Además, las personas que expresan su gratitud de manera habitual suelen ser más amables e indulgentes, tienen una mayor empatía y están menos pendientes de lo material.
Luis Galindo (Reilusionarse: Apasiónate por la vida (Alienta))
Vio hombres buenos caer en una lenta decadencia de desesperanza, destruidos al ver destruido su concepto de una vida decente, les veía caminar desanimados por las calles, con la mirada vacía como añicos de cristal roto; les veía encaminarse hacia las puertas de atrás, con el amargo orgullo de los hombres que avanzan hacia su propia ejecución, a mendigar el pan que les permitiera volver a mendigar, y vio hombres que una vez caminaron erguidos por efecto de su propia identidad mirarle con envidia y odio por la débil seguridad que él disfrutaba como empleado de una institución que, no se sabe por qué, no podía caer.
John Williams (Stoner)
Esta soledad es un descubrimiento reciente, y es distinta de otras que ha experimentado; […] Creía estar solo, pero se da cuenta de que lo que sentía entonces no era soledad sino miedo. Ahora, en cambio, no tiene nada que temer. Está bien protegido en ese piso con puertas de triple cerradura y tiene dinero. Tiene padres, tiene amigos. […] Él no está hecho para tener una relación y nunca ha creído estarlo. Nunca ha envidiado a sus amigos por eso. Si lo hiciera sería como un gato que envidia ladrar como un perro; es algo que jamás se le ocurriría anhelar, porque es imposible, algo ajeno a su misma especie.triste en su presencia.
Hanya Yanagihara (A Little Life)
Ya se ve: la envidia, la ambición, he ahí las causas reales de disturbios de los que el interés de Dios no fue más que un pretexto. ¡Oh, religión! Hasta qué punto te respetan los hombres; cuando tantos horrores emanan de ti, ¿no puede sospecharse por un momento que no eres entre nosotros sino el manto bajo en el que se envuelve la discordia cuando quiere destilar su veneno sobre la tierra? ¡Cómo! Si existe un Dios, ¿qué importa la forma en que los hombres le adoren? ¿Son virtudes o ceremonias lo que exige? Si no quiere de nosotros más que corazones puros, ¿puede ser honrado mejor por un culto que por otro cuando la adopción del primero en lugar del segundo debe costar tantos crímenes a los hombres?
Marquis de Sade (The Crimes of Love)
Al mundo espiritual, la mitad superior del género humano, se le rechaza alegremente, incluso con odio. Sobre todo en estos últimos años, el mundo ha proclamado la libertad. ¿Pero qué significa esta libertad? La esclavitud y el suicidio. Pues se dice: 'Tienes necesidades: satisfácelas. Posees los mismos derechos que los grandes y los ricos. No temas satisfacer tus necesidades. Incluso las puedes aumentar'. Estas son las enseñanzas que se dan ahora. Así interpretan la libertad. ¿Y qué consecuencias tiene este derecho a aumentar las necesidades? En los ricos, la soledad y el suicidio espirituales; en los pobres, la envidia y el crimen, pues se conceden derechos, pero no se indican los medios para satisfacer las necesidades.
Fyodor Dostoevsky (Los Hermanos Karamazov (Spanish Edition))
—¡Ningún hechizo, por cierto! —dijo sibilante— ¡Ninguno en absoluto! ¡Por la escoba y las estrellas y la cabalgata nocturna! ¿Le quitaríais a la Tierra la heredad que recibió de tiempos de antaño? ¿La despojaríais de su tesoro para dejarla desnuda y expuesta a la burla de los otros planetas? Pobres por cierto seríamos privados de la magia que hemos almacenado para envidia de la oscuridad y del Espacio. [...] Antes os daría —dijo— un hechizo contra el agua para que todo el mundo pereciera de sed, que un hechizo contra la canción de las corrientes que la tarde oye débilmente en lo alto de una colina, demasiado ligera para oídos despiertos, una canción que se filtra en los sueños y nos entera de las viejas guerras y los amores perdidos de los Espíritus de los ríos.
Lord Dunsany (The King of Elfland's Daughter)
Una educación destinada a eliminar el miedo no es difícil de crear. Sólo se necesita tratar amablemente al niño, colocarlo en un medio donde la iniciativa sea posible sin resultados desastrosos, y librarlo del contacto con los adultos que tienen miedos irracionales, ya sea de la oscuridad, de los ratones o de la revolución social. Tampoco se debe castigar excesivamente a un niño, mimarlo mucho o hacerle reproches exagerados. El librar del odio a unos niños es un asunto más complicado. Las situaciones que despiertan envidia tienen que ser cuidadosamente evitadas mediante una justicia escrupulosa y exacta, como entre distintos niños. Un niño tiene que sentirse objeto del cariño de al menos parte de los adultos con quienes trata, y no debe ser frustrado en sus actividades y curiosidades naturales, excepto cuando su vida o su salud corran peligro.
Bertrand Russell (Por qué no soy cristiano)
¿El dolor que tengo es en mi nombre o en el del difunto? Si es en el mío acábese la jactancia de que mi sufrimiento solía tener, y comience el dolor, sin que haya en él otra excusa más que el ser honesto; porque el desechar el sentimiento, mira a utilidad propia, y ninguna cosa hay menos decente al varón bueno que llorar por cuenta y razón en la muerte de su hermano. Si me duelo en su nombre, es necesario que uno de los dos sea juez; porque si a los difuntos no les queda sentido alguno, mi hermano, libre ya de todas las incomodidades de la vida, está restituido al lugar donde estuvo antes que naciese, y exento de todo mal, no hay cosa que tema, ninguna que desee y ninguna que padezca. Pues ¿Qué locura es no dejar jamás de dolerme por el que jamás ha de tener dolor? ¿Por qué me aflijo por el que o es bienaventurado o deja de tener ser? Llorar por el bienaventurado, es envidia; y por el que no tiene ser, es locura.
Seneca (Consolation à Polybius (French Edition))
Pongámonos de acuerdo en qué es la igualdad, pues si la libertad es la cima, la igualdad es la base. La igualdad, ciudadanos, no es que toda la vegetación esté enrasada, una sociedad de hierbas largas y de robles bajos; un vecindario de envidias que se castren entre sí; es, en el ámbito civil, que todas las aptitudes tengan las mismas oportunidades; en el ámbito político, es que todos los votos valgan lo mismo; en el ámbito religioso, es que todas las conciencias tengan los mismos derechos. La Igualdad tiene un órgano: la instrucción gratuita y obligatoria. El derecho al alfabeto, por ahí es por donde hay que empezar. La escuela primaria obligatoria para todos; la escuela secundaria brindada a todos, ésa es la ley. De la escuela idéntica sale la sociedad igual. ¡La enseñanza, sí! ¡Luz! ¡Luz! Todo viene de la luz y todo va a la luz. Ciudadanos, el siglo XIX es grande, pero el siglo XX será feliz. Y ya no pasará nada que tenga que ver con la historia vieja; no tendremos ya que temer, como ahora, una conquista, una invasión, una usurpación, una rivalidad a mano armada de naciones, una interrupción de la civilización que dependa de un matrimonio de reyes, de un nacimiento en el seno de las tiranías hereditarias, de un reparto de pueblos obra de un congreso, de un desmembramiento porque se hunda una dinastía, de un combate entre dos religiones que choquen de frente como dos carneros del reino de la oscuridad, en el puente de lo infinito; no tendremos ya que temer la hambruna, ni la explotación, ni la prostitución fruto de la desesperación ni el desvalimiento, ni la miseria fruto del paro, ni el patíbulo, ni la espada, ni las batallas, ni todos los robos de salteador del azar en el bosque de los acontecimientos. Casi podríamos decir que ya no habrá acontecimientos. Los hombres serán felices. El género humano cumplirá su ley como cumple la suya el globo terrestre; se restablecerá la armonía entre el alma y el astro; el alma gravitará en torno a la verdad igual que el astro en torno a la luz.
Victor Hugo (Les Misérables)
La naturaleza parece (cuanto más la observamos) hecha de aversiones: sin nada que odiar, perderíamos el auténtico resorte del pensamiento y de la acción. La vida se convertiría en una charca de agua estancada si no la agitaran los intereses opuestos y la pasiones irrefrenables de los hombres. La línea blanca de nuestro destino resplandece (o por lo menos se hace visible) cuando se oscurece al máximo su entorno, de la misma manera en que el arco iris pinta su propia forma sobre una nube. ¿Es orgullo? ¿Es envidia? ¿Es la fuerza del contraste? ¿Es debilidad o malicia? Lo cierto es que en la mente humana existe una atracción secreta, un ansia de maldad que encuentra un deleite perverso, y a la vez gozoso, en la fechoría, pues es una fuente inagotable de satisfacciones. La bondad absoluta no tarda en volverse insípida, carente de variedad y brío. El sufrimiento es agridulce, y no sacia nunca. El amor se convierte, con un poco de indulgencia, en indiferencia o en hastío: Únicamente el odio es inmortal.
William Hazlitt (On The Pleasure of Hating)
No malogres la parte de vida que te queda en averiguar vidas ajenas, a no ser que te propongas algún fin útil a la comunidad. Te privas ciertamente de cumplir tu deber al revolver en tu imaginación lo que hace fulano y por qué lo hace, qué dice, qué piensa, qué trama, y otras ocupaciones de esta índole que te distraen de la consideración de tu facultad rectora. Conviene, pues, no ensartar en la cadena de nuestros pensamientos lo que es temerario y vano y, más especialmente, lo fútil y lo malvado. Hay que avezarse, además, a tener sólo ideas tales que si alguien de repente te preguntare, bruscamente: «¿En qué piensas ahora?», pudieras responder al instante, con toda franqueza: «en esto» o «en aquello». Se dejará ver entonces, pronto y evidentemente, que todo lo tuyo es simple, bondadoso, digno de un ser sociable e indiferente a los placeres y, en su conjunto, a las ideas de una vida voluptuosa; un ser que no abriga envidia, celos, desconfianza u otra pasión por la cual te fuera preciso avergonzarte al manifestar que la posee tu ánimo.
Marcus Aurelius (Meditaciones (Meditations - Spanish Edition))
La curiosidad parece tratar de alcanzar el cultivo de la ciencia, siendo tú quien conoce en sumo grado todas las cosas. Hasta la misma ignorancia y la estupidez se cubren con el nombre de sencillez e inocencia, porque no hallan nada más sencillo que tú; ¿y qué más inocente que tú, que aun el daño que reciben los malos les viene de sus malas obras? La flojera desea hacerse pasar por descanso; pero ¿qué descanso cierto hay fuera del Señor? El lujo desea ser llamado saciedad y abundancia; pero tú solo eres la plenitud y la abundancia indeficiente de eterna suavidad. El derroche se oculta bajo el aspecto de generosidad; pero sólo tú eres el verdadero y generosísimo dador de todos los bienes. La avaricia quiere poseer muchas cosas; pero tú solo las posees todas. La envidia compite por la excelencia; pero ¿qué hay más excelente que tú? La ira busca la venganza; ¿y qué venganza más justa que la tuya? El temor se espanta de las cosas repentinas e insólitas, contrarias a lo que uno ama y desea tener seguro; mas ¿qué en ti de nuevo o repentino?, ¿quién hay que te arrebate lo que amas? y ¿en dónde sino en ti se encuentra la firme seguridad? La tristeza se abate con las cosas perdidas, con que solía gozarse la codicia, y no quisiera se le quitase nada, como nada se te puede quitar a ti.
Augustine of Hippo (Confesiones de San Agustín)
Tú buscas la felicidad en el corazón humano, y para eso le destrozas, hozando en él, como quien remueve la tierra en busca de un tesoro. Yo nada busco, y el desengaño no me espera a la vuelta de la esperanza. Tú eres literato y escritor, y ¡qué tormentos no te hace pasar tu amor propio, ajado diariamente por la indiferencia de unos, por la envidia de otros, por el rencor de muchos! Preciado de gracioso, harías reír a costa de un amigo, si amigos hubiera, y no quieres tener remordimiento. Hombre de partido, haces la guerra a otro partido; a cada vencimiento es una humillación, o compras la victoria demasiado cara para gozar de ella. Ofendes y no quieres tener enemigos. ¿A mí quién me calumnia? ¿Quién me conoce? Tú me pagas un salario bastante a cubrir mis necesidades; a ti te paga el mundo como paga a los demás que le sirven. Te llamas liberal y despreocupado, y el día que te apoderes del látigo azotarás como te han azotado. Los hombres de mundo os llamáis hombres de honor y de carácter, y a cada suceso nuevo cambiáis de opinión, apostatáis de vuestros principios. Despedazado siempre por la sed de gloria, inconsecuencia rara, despreciarás acaso a aquellos para quienes escribes y reclamas con el incensario en la mano su adulación; adulas a tus lectores para ser de ellos adulado; y eres también despedazado por el temor, y no sabes si mañana irás a coger tus laureles a las Baleares o a un calabozo.
Mariano José de Larra (Artículos)