Encanto Quotes

We've searched our database for all the quotes and captions related to Encanto. Here they are! All 100 of them:

- Apesto a dragón. - Es parte de tu encanto.
Laura Gallego García (Tríada (Memorias de Idhún, #2))
O amor que ainda não se definiu é como uma melodia do desenho incerto. Deixa o coração a um tempo alegre e perturbado e tem o encanto fugidio e misterioso de uma música ao longe…
Erico Verissimo
Quem se desilude, morre por dentro. Dizia: é urgente viver encantado. O encanto é a única cura possível para a inevitável tristeza.
Valter Hugo Mãe (As Mais Belas Coisas do Mundo)
Pero quisiste el cielo. No hay cielo eterno. Ahora tienes que soportar el desfalco de perderlo. Aunque la tierra también tiene sus encantos. Te voy a dar una probadita de alguno.
Ángeles Mastretta (Ninguna eternidad como la mía)
Muere lentamente quien no viaja, quien no lee, quien no escucha música, quien no halla encanto en si mismo. Muere lentamente quien destruye su amor propio, quien no se deja ayudar. Muere lentamente quien se transforma en esclavo del habito, repitiendo todos los días los mismos senderos, quien no cambia de rutina, no se arriesga a vestir un nuevo color o no conversa con desconocidos. Muere lentamente quien evita una pasión Y su remolino de emociones, Aquellas que rescatan el brillo en los ojos y los corazones decaidos. Muere lentamente quien no cambia de vida cuando está insatisfecho con su trabajo o su amor, Quien no arriesga lo seguro por lo incierto para ir detrás de un sueño, quien no se permite al menos una vez en la vida huir de los consejos sensatos… ¡Vive hoy! - ¡Haz hoy! ¡Ariesga hoy! ¡No te dejes morir lentamente! ¡No te olvides de ser feliz!
Martha Medeiros
No es la necesidad, sino la casualidad, la que está llena de encantos, si el amor debe ser inolvidable, las casualidades deben volar hacia él desde el primer momento
Milan Kundera (The Unbearable Lightness of Being)
oh, a medonha coragem dos que vão arrancando de si, dia a dia, a doçura da saudade do que passou, o encanto novo da esperança do que há-de vir, e que serenamente, desdenhosamente, sem saudades nem esperanças, partem um dia sem saber para onde, aventureiros da morte, emigrantes sem eira nem beira, audaciosos esquadrinhadores de abismos mais negros e mais misteriosos que todos os abismos escancarados do mundo
Florbela Espanca (As Máscaras do Destino)
De tudo ao meu amor serei atento Antes, e com tal zelo, e sempre, e tanto Que mesmo em face do maior encanto Dele se encante mais meu pensamento. Quero vivê-lo em cada vão momento E em seu louvor hei de espalhar meu canto E rir meu riso e derramar meu pranto Ao seu pesar ou seu contentamento E assim, quando mais tarde me procure Quem sabe a morte, angústia de quem vive Quem sabe a solidão, fim de quem ama Eu possa me dizer do amor (que tive): Que não seja imortal, posto que é chama Mas que seja infinito enquanto dure.
Vinicius de Moraes
No hay nada en este mundo que desee más. Lo intento desde el primer día que te vi, con todas mis fuerzas. Quiero odiarte, necesito odiarte...
Maria Martinez (El encanto del cuervo)
El corazón humano tiene tesoros ocultos, Mantenidos en secreto, sellados en silencio; Los pensamientos, las esperanzas, los sueños, los placeres, que si se revelaran, sus encantos se romperían.
Charlotte Brontë
Alex es como un arma de destrucción masiva, pero con encanto.
Victoria Vilchez (No me quieres, no te quiero (Quiéreme, #1))
Tienes tanto encanto como una babosa muerta.
Suzanne Collins (The Hunger Games (The Hunger Games, #1))
Escribir tiene su encanto: me asombra ver cómo las letras al unirse forman palabras y salen cosas que no pensábamos decir. Además lo que no se escribe se olvida:
José Emilio Pacheco (El principio del placer)
También es cierto que se dejó encandilar, como tantos otros, por la engañosa armonía de la derrota, por el encanto y el olor de esas flores que se marchitan hermosas en la imaginación pero que se pudren siniestras en las manos
Ray Loriga (Ya solo habla de amor)
Yo no soy el chico bueno y perfecto de la peli. Lo siento, es lo que hay y creí que lo sabías. Hago apuestas, soy capaz de darle una paliza a un tío si creo que la merece o romperle el brazo al que se atreva a tocarte. No suelo poner la otra mejilla, y quien me la juega lo paga caro. Lo que ves es lo que hay.
Maria Martinez (El encanto del cuervo)
No es la necesidad, sino la casualidad, la que está llena de encantos. Si el amor debe ser inolvidable, las casualidades deben volar hacia él desde el primer momento.
Milan Kundera, ‘La insoportable levedad del ser’
El pasado ofrecía el encanto de lo irrecuperable. Lo perdido se convierte en algo precioso, en algo apenas entrevisto, evocado casi a voluntad, en la esencia más pura del presente.
Elena Garro (Testimonios sobre Mariana)
Considero que este pensamiento es un vicio: lo escribo para fijarle límites, para ver que no tiene encanto, para dejarlo.
Adolfo Bioy Casares (The Invention of Morel)
Lara Jean, creo que te medio enamoras de cada persona a la que conoces. Es parte de tu encanto. Estás enamorada del amor.
Jenny Han (P.S. I Still Love You (To All the Boys I've Loved Before, #2))
Toda la diversidad, la hermosura, el encanto de la vida, se componen de luces y sombras.
Leo Tolstoy (Anna Karenina)
You cannot resist the encanto!
Cassandra Clare (The Shadowhunter's Codex)
- O pudor é uma velha virtude que deveis, com tantos encantos, saber dispensar na perfeição, - Mas a decência... - Mais um costume gótico, a que hoje pouco se liga. E tão contrário à natureza!
Marquis de Sade
E Luiza tinha suspirado, tinha beijado o papel devotamente! Era a primeira vez que lhe escreviam aquelas sentimentalidades, e o seu orgulho dilatava-se ao calor amoroso que saía delas, como um corpo ressequido que estira num banho tépido: sentia um acréscimo de estima por si mesma, e parecia-lhe que entrava enfim numa existência superiormente interessante, onde cada hora tinha o seu encanto diferente, cada passo conduzia a um êxtase, e a alma se cobria de um luxo radioso de sensações!
Eça de Queirós (O Primo Basílio)
-Felicidades princesa- susurró en mi oído. Su boca permaneció unos segundos más de lo estrictamente necesario rozándome el lóbulo de la oreja, y aunque creía estar inmunizada frente a sus innumerables encantos, no pude evitar que mi corazón se acelerase.
Victoria Vilchez (Antes de que digas adiós (Antes de, #1))
Vio el mar por primera vez. En la distancia el mar era azul. Incuestionablemente azul. Sintió la felicidad de comprobar. Corrió desnudo por la arena de una playa sin turistas hasta que las olas le salpicaron la cara. Se detuvo, sospechando algo terrible, tomó entre sus manos un poco de mar. Y lo temido ocurrió. En el hueco de sus manos, el mar dejaba de ser azul, era sólo agua transparente. Acortar la distancia para destruir el encanto.
José Sbarra (Plástico cruel)
Abby, cada palabra es cierta y lo sabes, está en tus recuerdos por mucho que intentes ignorarlos, pero al final lo recordarás. Incluso quién eres en realidad. Ojalá estuvieras loca de verdad, al menos eso podría manejarlo.
Maria Martinez (El encanto del cuervo)
Los griegos decían que solo «de las palabras nacen la belleza y el encanto».
Andrea Marcolongo (La lengua de los dioses: Nueve razones para amar el griego (Spanish Edition))
Un encanto de tipo. ¿Por qué no se morirá?
Mario Benedetti (La tregua)
Neste momento tens tanto encanto como uma lesma morta.
Suzanne Collins (The Hunger Games (The Hunger Games, #1))
Amor é um misto de bancar a solidão com ter sorte, atravessado por um encanto com um outro que insiste.
Ana Suy (A Gente Mira no Amor e Acerta na Solidão)
Nem sempre uma linda cara Traduz encanto no mundo Há mil fontes d'água clara Cheias de lodo no fundo.
Joaquim de Barros Ferreira
Todo comienzo tiene su encanto.
Johann Wolfgang von Goethe
Su belleza no era como la de Will, en fieros colores y fuego contenido, pero tenía una singular perfección callada, el encanto de la nieve cayendo contra un cielo plateado
Cassandra Clare (Clockwork Angel (The Infernal Devices, #1))
Hay gente que se enamora de los pájaros. Te enamoras de su canto, de sus alas, de su forma de volar o de cazar. Entonces te lo quedas y lo encierras en una jaula de madera. Lo miras cada mañana, le sonríes, pero el pájaro deja de volar, de cazar, de cantar. Sus alas se marchitan, y un día, sin saber por qué, despiertas y dejas de mirarlo. Ya no te importa si es feliz, si le brillas los ojos; te limitas a alimentarlo, toleras su presencia y te acostumbras a el, pero el pájaro ha perdido sus encantos. cansado del pájaro te enamorarás de otro lobo, con otros encantos...
Jordi Balaguer (La maldición de Gryal (El amante de la luna, #1-2))
Desde criança, sempre me agradava contemplar as formas estranhas da natureza, não como observador que investiga, mas abandonando-me apenas ao seu encanto peculiar, à sua profunda e complexa linguagem.
Hermann Hesse
—¿Sabes? Nunca he usado en serio mi “encanto”. Sé que estás deseando que lo pruebe en ti, Mari. —Vamos, adelante —le provocó—. Al fin perderás tu virginidad feérica gracias a mí, me debes una. (Maddie e Idril)
Valeria González Lozano (Léiriú I: La rebelión (Léiriú, #1))
La felicidad real siempre aparece escuálida por comparación con las compensaciones que ofrece la desdicha. Y, naturalmente , la estabilidad no es, ni con mucho, tan espectacular como la inestabilidad. Estar satisfecho de todo no posee el encanto que supone mantener una lucha justa contra la infelicidad, ni el pintorequismo del combate contra la tentación o contra una pasión fatal o una duda. La felicidad nunca tiene grandeza
Aldous Huxley (Brave New World)
Había necesitado muchos años de sufrimiento y miseria para conquistar los privilegios de la soledad, y no estaba dispuesta a renunciar a ellos a cambio de una vejez perturbada por los falsos encantos de la misericordia.
Gabriel García Márquez (One Hundred Years of Solitude)
No es que la belleza literaria no exista: sólo que es una experiencia tan incomunicable como los encantos de la Dulcinea para quien no es sensible a los mismos. Hay que apasionarse uno mismo o resignarse a no entender nunca nada.
Amélie Nothomb (Biographie de la faim)
Sus pies son hermosos, sus ojos radiantes, sus brazos y sus pechos son el paraìso, su encanto supera todas las maravillas que jamàs hayan deslumbrado al hombre; y, del mismo modo que el imàn arrastra inevitablemente al metal, la mujer arrastra inevitablemente a los hombres.
Jack London
Sólo Dios sabe cuánto me cuesta mirar y remirar tantos encantos, sin atreverme a extender mis manos hacia ella. Apoderarse de lo que se ofrece a nuestra vista y nos embelesa, ¿no es un instinto propio de la humanidad? ¿No se esfuerza el niño por coger cuanto le gusta? Y yo..?
Johann Wolfgang von Goethe (The Sorrows of Young Werther)
Existen lugares que, aun compuestos de materia muerta, destilan el embrujo de lo vivo. Son solo piedras, cemento, madera, pequeños edificios. Sin embargo, parecen llevar consigo una parte de las personas que los visitaron en el pasado. ¿Qué será lo que se posa sobre algunos tejados? ¿Será solo el encanto del desgaste del tiempo? ¿Será que se cuela algo de nosotros mismos entre las rendijas de todo aquello que tocamos, miramos, amamos?
María Oruña (Un lugar a donde ir (Puerto escondido, #2))
«Ahora me doy cuenta de que el verdadero encanto de la vida intelectual —la vida consagrada a la erudición, a las investigaciones científicas, a la filosofía, a la estética, a la crítica— es su facilidad. Es la sustitución de las complejidades de la realidad por simples esquemas intelectuales, o de los desconcertantes movimientos de la vida por la muerte formal y tranquila. Es incomparablemente más fácil saber muchas cosas, por ejemplo, acerca de la historia del arte y tener ideas profundas acerca de la metafísica y de la sociología, que saber intuitiva y personalmente algo acerca de nuestros semejantes, y llevar relaciones satisfactorias con nuestros amigos y nuestras amantes, nuestra mujer y nuestros hijos. Vivir es mucho más difícil que el sánscrito, la química o la economía política. La vida intelectual es un juego de niños; lo cual explica el que los intelectuales tiendan a convertirse en niños, y luego en imbéciles, y finalmente, como claramente de muestra la historia política e industrial de los últimos siglos, en lunáticos homicidas y bestias salvajes. Las funciones reprimidas no mueren; se deterioran, degeneran, retrogradan al estado primitivo. Pero, entretanto, es mucho más fácil ser un niño intelectual, o un lunático, o una bestia, que un hombre adulto y armonioso. He ahí por qué, entre otras razones, existe tanta demanda de educación superior. Las gentes se abalanzan hacia los libros y las universidades como hacia los cafés. Quieren ahogar su conciencia de las dificultades que presenta el vivir adecuadamente en este grotesco mundo contemporáneo: quieren olvidar su deplorable insuficiencia en el arte de la vida. Algunos ahogan sus penas en alcohol, mientras que otros, todavía más numerosos, las ahogan en los libros y en el diletantismo artístico; algunos tratan de olvidarse a sí mismos por medio de la fornicación, el baile, el cinematógrafo, la radiotelefonía; otros, por medio de conferencias y ocupaciones científicas. Los libros y las conferencias son mejores para ahogar las penas que la bebida y la fornicación: no dejan dolor de cabeza, ni aquella desesperante sensación del post coitum triste.»
Aldous Huxley (Point Counter Point)
Queremos buscar en las cosas, que por eso nos son preciosas, el reflejo que sobre ellas lanza nuestra alma, y es grande nuestra decepción al ver que en la Naturaleza no tienen aquel encanto que en nuestro pensamiento les prestaba la proximidad de ciertas ideas; y muchas veces convertimos todas las fuerzas del alma en destreza y en esplendor, destinados a accionar, sobre unos seres que sentimos perfectamente que están fuera de nosotros y no alcanzaremos nunca.
Marcel Proust (Swann’s Way (In Search of Lost Time, #1))
Não poderia deixar de adorar aquele homem sem ilusões: adorar a franqueza, o escrúpulo, a severidade, o isolamento; admirar a implacável repressão do ego infantil, a insaciável busca de aperfeiçoamento; admirar a teimosia artística e a desconfiança quanto a tudo mais; admirar o encanto oculto, do qual ele acabava de me proporcionar uma rápida visão.
Philip Roth (The Ghost Writer)
we don’t talk about Bruno.
Walt Disney Company (Encanto: A Tale of Three Sisters)
Me pregunté por qué algunos sitios ganan en encanto cuando estamos solos.
Daphne du Maurier (Rebeca)
el carisma es «encanto que inspira devoción
Taylor Jenkins Reid (Los siete maridos de Evelyn Hugo)
Todavía eran hermosos y había encanto y magia, pero había ido más allá y el cuento de hadas tenía el color verdoso de la putrefacción y el mal
Stephen King (Carrie)
Cuanto más se le intenta ocultar algo a un niño, más empeño pone este en encontrarlo, ya sea un dulce o una postal de coristas descocadas dándoles vuelo a sus encantos.
Carlos Ruiz Zafón (El laberinto de los espíritus (El cementerio de los libros olvidados, #4))
(...) su encanto era indiferente para la chica, eso lo fastidiaba, lo atormentaba y a la vez encendía más su capricho por ella, (...)
Itxamany Bustillo (Ariadna (Arte, Pasión y Seducción (APS)) (Spanish Edition))
Decidme, pues, ¿cómo debería apreciar los encantos que un cielo para mí en un infierno transformaron?
Kerstin Gier (Saphirblau (Edelstein-Trilogie, #2))
Tener encanto es oír que te contestan sí sin haber hecho ninguna pregunta...
Albert Camus
Gosto de vagar por aí até algo reter a minha atenção, a qualidade do mesmo se sugeri de acordo com a intensidade e duração do encanto.
Filipe Russo (Caro Jovem Adulto)
No es la necesidad, sino la casualidad la que esta llena de encantos, si el amor debe ser inolvidable, las casualidades deben volar hacia el, desde el primer momento
Milan Kundera (The Unbearable Lightness of Being)
El amor no hace muchas preguntas, porque si empezamos a pensar empezamos a tener miedo. Es un miedo inexplicable, y no vale la pena intentar traducirlo en palabras. »Puede ser el miedo al desprecio, a no ser aceptada, a quebrar el encanto. Parece ridículo, pero es así. Por eso no se pregunta: se actúa. Como tú mismo has dicho tantas veces, se corren los riesgos.
Paulo Coelho (By the River Piedra I Sat Down and Wept)
Los que un pasado lleno de encantos lloráis, y pasáis días desgraciados, todas vuestras desgracias habrán terminado, cuando sólo a Dios vuestras lágrimas ofrezcáis, vosotros, los que lloráis.
Alexandre Dumas (Los Tres Mosqueteros)
Mi madre es una de esas mujeres que hace enmudecer a una sala cuando entra; es elegante, atractiva pero no hermosa, y proyecta esa luz que tienen aquellos que parecen tocados con la varita mágica al nacer
Laura Riñón Sirera (Amapolas en octubre)
Como as chagas do Senhor dos Passos crucificado. Como as mãos do seu povo. Como as mãos dos antepassados. Mãos que os ajudaram a sobreviver, que forjaram o alimento e encantos ao manejar folhas e movimentá-las pelo corpo necessitado. Mãos que forjaram a defesa e a justiça quando possível. A mão que o curador deixou na cabeça de seus filhos. Com a força de suas mãos dilaceradas você apenas abria um caminho.
Itamar Vieira Junior (Torto Arado)
Me resultaría muy difícil dar detalle de nuestra nueva vida, que consistía en una serie de chiquilladas que a nosotros nos parecían maravillosas, pero que serían insignificantes para las personas a las que se las contara. Tú sabes que es amor cuando los días se hacen cortos y que con una hermosa pereza nos dejamos arrastrar al día siguiente. Tú conoces ese olvidarlo todo que surge del amor impetuoso, confiado y compartido. Todo ser menos el ser amado, nos parece inútil en la creación. Lamentamos haber entregado ya parcelas del corazón a otros, y jamás vislumbramos la posibilidad de apretar otra mano que la que tenemos entre las nuestras. El cerebro no admite ni el trabajo ni el recuerdo, nada que pudiera distraerlo del único pensamiento que no dejamos de ofrecerle. Cada día descubrimos en el ser amado un nuevo encanto, una voluptuosidad que no conocíamos.
Alexandre Dumas fils (La dame aux camélias)
No hizo falta mucho para reducir el castillo de naipes de la civilización. Solo unas pocas ráfagas y pasó, la balanza se inclinó, se rompió el encanto. Los buenos ciudadanos se dieron cuenta de que las líneas que habían dado forma a sus vidas eran imaginarias y se cruzaban con facilidad. Tenían deseos y necesidades y el poder para satisfacerlas, así que lo hicieron. En el momento en que se apagaron las luces, todo el mundo dejó de fingir.
Isaac Marion (Warm Bodies (Warm Bodies, #1))
¿Qué podemos decir que sea cierto, de la poesía? Pues que ahí está. En el acorde de dos notas que hechizan e impiden escuchar el resto de la música, en la imprecisa tensión de dos colores que se tocan, en la línea que contornea una forma, acariciándola; en la sencilla frase leída que captura algo de nosotros, por un instante nos ata y nos deja como cualquier amante; y también en la ternura del sol que cae como un gigante cansado en los ocasos, en la magnificencia de una abeja sobre un pétalo, en la caricia del agua cayendo sobre la piel de un cuerpo amado, en la opacidad de la vieja tetera de la abuela, en el aroma de nuestras vidas depositado en los armarios; o en el leve giro de una mirada que embruja y nos deja a punto de caer en el amor; y en todas las cosas que en amor o en dolor, amargura o gozo, vienen a nosotros tocadas por el encanto de lo que simplemente es bello: la poesía está
Fernando Molano Vargas (Vista desde una acera)
Nossos dias são muito curtos para que tomemos, nos próprios ombros, o peso dos erros de outrem. Cada um vive a própria vida, e paga o preço de vivê-la. Em tudo, a única pena é que, com frequência, temos que pagar um preço alto por uma única falta. E, na verdade, estamos sempre a pagar. No trato com o homem, o Destino jamais encerra as contas.Há momentos, dizem-nos os psicólogos, quando a paixão pelo pecado, ou por aquilo que o mundo chama de pecado, domina de tal maneira uma personalidade, que toda fibra do corpo, e toda célula do cérebro, parece ser instinto com impulsos receosos. Nestes momentos, homens e mulheres perdem a liberdade da vontade. Como autômatos, consciência, morta, ou então, se conseguir viver, vive apenas para dar fascínio à revolta, e encanto a desobediência. Pois todos os pecados, como não se cansam de nos lembrar os teólogos, são pecados da desobediência. Quando, dos céus, cai o espírito maior, a estrela matutina do mal, é como rebelde que cai.
Oscar Wilde
Bendita a primavera da vida, breve, Cujo sopro tudo atravessa! A forma desaparece Enquanto o ser parar vida desperta. Gerações se sucedem No esforço de evoluir; Espécie produz espécie, Em tempos que não têm fim; Mundos inteiros se erguem e se declinam! Mergulha nos encantos da vida, ó flor, Na ourela da primavera; Louvando a vontade do Eterno, Aproveita tua curta existência. Acrescenta a ela, criativa, Também o teu óbolo; Breve e hesitante, Sopra o quanto agüentares, A tua parcela de vida ao dia eterno!
Bjørnstjerne Bjørnson
La valoración de la duración expresa sobre todo el deseo de seguridad afectiva, el miedo a la soledad, el temor a ser abandonados. ¿Y cómo no percatarse de que la duración ya no es la prueba de una comunicación interpersonal profunda? Con el tiempo vienen también el tedio, la repetición, la irritación, el cansancio de lo que ya no cambia: ya no se habla porque ha desaparecido el encanto del descubrimiento y la pasión. La duración no me parece un ideal por sí misma, todo depende de la forma como se viva.
Gilles Lipovetsky (La sociedad de la decepción. Entrevista con Bertrand Richard)
Tentamos achar nas coisas, que por isso nos são preciosas, o reflexo que nossa alma projetou sobre elas, e desiludimo-nos ao verificar que as coisas parecem desprovidas, na natureza, do encanto que deviam, em nosso pensamento, à vizinhança de certas ideias.
Marcel Proust (Swann’s Way (In Search of Lost Time, #1))
Los días de lluvia -de los que siempre había renegado- adquirieron ahora un encanto, se conviertían en placer, pues acompañaba a la señorita Dina a la parada de su camión, protegiéndola con el paraguas, lo que los obligaba a acercarse mucho el uno a la otra
Sergio Galindo (Los dos angeles)
Não ouças sequer, espera simplesmente. Não esperes, sequer, sê absolutamente solitário, absolutamente silencioso. Então o mundo irá oferecer-se a ti para se fazer desmascarar, não pode agir de outro modo; sob o teu encanto, desenrolará os seus anéis a teus pés.
Franz Kafka (Antologia de Páginas Íntimas)
Consiguió hospedarse en un modesto hotel con encanto, que había descubierto tiempo atrás navegando por internet y se había dejado invadir por la magia de los atardeceres y las noches estrelladas. Tenía decidido que era hora de empezar a dedicar un poco de tiempo para hacer cosas que le llenasen el alma.
J.S. Ortega (La maldición de Cristo)
Ambos eran conscientes de tener tan pocas cosas en común que nunca se sentían más solos que cuando estaban juntos, pero ninguno de los dos se atrevía a lastimar los encantos de la costumbre. Necesitaron de una conmoción nacional para darse cuenta, ambos al mismo tiempo, de cuánto se habían odiado, y con cuánta ternura, durante tantos años.
Gabriel García Márquez
y fermentaban. Al final había llegado a creer en ellas, y en eso consistía la alteración, la transformación. Habían encendido una luz bajo la cual la muchacha se veía de un modo completamente nuevo y lo extraño era que a ella le gustaba más esa imagen que la que proyectaba, con exagerado encanto, bajo las viejas lámparas de las salas de conferencias.
Henry James (Las bostonianas)
Como é triste falar sobre as coisas, tentar se explicar, tentar se expressar. É só dar nome às coisas que elas morrem. Será que ele entendia? Será que a perdoava? Será que está tudo bem? Ele diz que não perdoa mas entende e está tudo bem, que ela saberá onde encontrá-lo se quiser e que espera que ela seja muito feliz. Não vê nenhum propósito em contar que passou uns dez dias sofrendo como se sua vida tivesse perdido toda e qualquer possibilidade de alegria e encanto, bebendo até apagar e correndo e nadando até sentir câimbras, mas que depois disso tudo voltou ao normal e na verdade ele já não sentia muito sua falta, que seu rosto tinha sumido da sua memória quinze minutos depois de deixá-la dormindo naquela última manhã que acordaram juntos e jamais retornaria a não ser que ela enviasse um retrato, o que ele gostaria muito que ela fizesse, por sinal, e que pra ser sincero já a tinha esquecido no outro sentido também, o sentido que o faria sofrer agora, mas acaba contando de qualquer modo e ela emudece por uns instantes e diz Viu? Tu nem me amava tanto assim.
Daniel Galera (Barba ensopada de sangue)
¿Quién no escribe para gustar a las mujeres?
Lord Byron
Como é bom a gente ter tido infância para poder lembrar-se dela. E trazer uma saudade muito esquisita escondida no coração. Como é bom a gente ter deixado a pequena terra em que nasceu E ter fugido para uma cidade maior, para conhecer outras vidas. Com é bom chegar a este ponto de olhar em torno E se sentir maior e mais orgulhoso porque já conhece outras vidas... Como é bom se lembrar da viagem, dos primeiros dias na cidade, Da primeira vez que olhou o mar, da impressão de atordoamento. Como é bom olhar para aquelas bandas e depois comparar. Ver que está tão diferente, e que já sabe tantas novidades... Como é bom ter vindo de tão longe, estar agora caminhando Pensando e respirando no meio de pessoas desconhecidas Como é bom achar o mundo esquisito por isso, muito esquisito mesmo E depois sorrir levemente para ele com os seus mistérios... Que coisa maravilhosa, exclamar. Que mundo maravilhoso, exclamar. Como tudo é tão belo e tão cheio de encantos! Olhar para todos os lados, olhar para as coisas mais pequenas, E descobrir em todas uma razão de beleza.
Manoel de Barros
No deberías preguntar -respondí- . El amor no hace muchas preguntas, porque si empezamos a pensar empezamos a tener miedo. Es un miedo inexplicable, y no vale la pena intentar traducirlo en palabras. >>Puede ser el miedo al desprecio, a no ser aceptada, a quebrar el encanto. Parece ridículo, pero es así. Por eso no se pregunta: se actúa. Como tú mismo has dicho tantas veces, se corren los riesgos
Paulo Coelho (By the River Piedra I Sat Down and Wept)
O encanto da Londres moderna é ser construída não para durar, é ser construída para passar. Sua fragilidade, sua transparência, seus ornamentos de estuque colorido causam um prazer diferente e atingem um objetivo diferente do desejado e tentado pelos velhos construtores e seus patronos - a nobreza da Inglaterra. Seu orgulho exigiu a ilusão da permanência. O nosso, pelo contrário, parece deleitar-se em provar que podemos tornar a pedra e o tijolo tão transitórios quanto nossos próprios desejos. Não construímos para nossos descendentes, que podem viver nas nuvens ou na terra, mas para nós mesmos e nossas necessidades. Derrubamos e reconstruímos enquanto esperamos ser derrubados e reconstruídos. É um impulso provocador da criação e da fertilidade. A descoberta é estimulada e a invenção fica em alerta.
Virginia Woolf (The London Scene: Six Essays on London Life)
O alegre e claro espelho de minha alma era muitas vezes embaçado por uma espécie de melancolia mas, por ora, não havia sido seriamente danificado. Ela aparecia de tempos em tempos, durante um dia ou uma noite, como uma tristeza sonhadora e solitária; desaparecia depois sem deixar traços, voltando após algumas semanas ou meses. Aos poucos fui me habituando a ela, como a uma amiga e confidente, não a recebendo como um tormento, mas como um cansaço inquieto, que não deixava de ter seu encanto. Quando ela me surpreendia de noite eu ficava, em vez de dormir, horas inteiras à janela, olhava o lago mergulhado na escuridão, as silhuetas das montanhas desenhadas no palor do céu e bem no alto, as belas estrelas. Então apossava-se de mim com frequência um sentimento doce e vigoroso, como se eu fosse contemplado por toda aquela formosura da noite, com uma justa censura. Como se estrelas, montanhas e lagos aspirassem por alguém que compreendesse sua beleza e o sofrimento da sua natureza calada e a expressasse, como se eu fosse aquele ser e como se fosse essa a minha verdadeira missão. a de dar, em poesias, uma expressão à natureza muda. De que maneira isso seria possível não sei, jamais pensei nisso, apenas sentia que a bela e severa noite esperava por mim, impaciente, numa ânsia silente. (p. 42)
Hermann Hesse (Peter Camenzind)
Quienes hemos pasado más de tres días en el extranjero conocemos una verdad fundamental y, tristemente, poco estudiada: el correcto funcionamiento del organismo del mexicano depende del suministro, suficiente y de buena calidad, del complejo T. Este conjunto de aminoácidos esenciales, presente en los alimentos que comienzan con esa grafía -tacos, tortas, tamales, tostadas, tlacoyos, tlayudas, totopos- y en otros tantos con una inicial distinta -chalupas, chilaquiles, enchiladas, enfrijoladas, garnachas, gorditas, huaraches, memelas, molletes, pambazos, quesadillas, sopes, etcétera-, parece ser el gran catalizador y desencadenador de nuestras descargas de endorfinas, a cuyo encanto estamos tan habituados que, cuando la distancia -o la dieta- nos privan de él, nos embarga una tristeza profunda, una sensación como de orfandad, de vacío en el alma... y en la tripa.
María del Pilar Montes de Oca Sicilia (Del plato a la boca. Disertaciones sobre la comida (Algarabia / Rejoicing) (Spanish Edition))
De mí sé decir que después que soy caballero andante soy valiente, comedido, liberal, biencriado, generoso, cortés, atrevido, blando, paciente, sufridor de trabajos, de prisiones, de encantos; y aunque ha tan poco que me vi encerrado en una jaula como loco, pienso, por el valor de mi brazo, favoreciéndome el cielo y no me siendo contraria la fortuna, en pocos días verme rey de algún reino, adonde pueda mostrar el agradecimiento y la liberalidad que mi pecho encierra.
Miguel de Cervantes Saavedra (Don Quixote)
Rodolphe ouvira tantas vezes dizer tais coisas que elas nada mais tinham de original para ele. Emma assemelhava-se a todas as suas amantes; e o encanto da novidade, caindo pouco a pouco como uma veste, deixava ver a nu a eterna monotonia da paixão que tem sempre as mesmas formas e a mesma linguagem. Aquele homem tão experiente não distinguia mais a diferença dos sentimentos sob a igualdade das expressões. Porque lábios libertinos ou venais lhe haviam murmurado frases semelhantes, ele mal acreditava em sua candura; era preciso, pensava, descontar suas palavras exageradas, escondendo as afeições medíocres: como se a plenitude da alma não transbordasse algumas vezes nas metáforas mais vazias, já que ninguém pode algum dia exprimir exatamente suas necessidades ou seus conceitos, nem suas dores e já que a palavra humana é como um caldeirão rachado, no qual batemos melodias próprias para fazer danças os ursos quando desejaríamos enternecer as estrelas. Porém, com a superioridade crítica de quem, em qualquer compromisso, se mantém na retaguarda, Rodolphe percebeu naquele amor a possibilidade de explorar outros gozos. Julgou todo pudor como algo incômodo. Tratou-a sem cerimonia. Fez dela algo de maleável e de corrompido. Era uma espécie de afeto idiota cheio de admiração para ele, de volúpia para ela, uma beatitude que a entorpecia; e sua alma afundava naquela embriaguez e nela se afogava, encarquilhada (...)
Gustave Flaubert (Madame Bovary)
(…) No quiere esto decir que este género de literatura haya perdido a mis ojos todos sus encantos; pero como ahora son contadas las veces que puedo leer, cuando lo hago deseo que la obra esté perfectamente dentro de mi gusto. Y el autor que prefiero es aquel en quien hallo el mundo mío, el que cuenta las cosas tales como las veo en torno mío, el que, con sus descripciones, me atrae y me interesa tanto como mi propia vida doméstica, que indudablemente no es un paraíso, pero sí una fuente de dicha inefable para mí.
Johann Wolfgang von Goethe (The Sorrows of Young Werther)
Déjame respirar mucho tiempo, mucho tiempo, el olor de tus cabellos; sumergir en ellos el rostro, como hombre sediento en agua de manantial, y agitarlos con mi mano, como pañuelo odorífero, para sacudir recuerdos al aire. ¡Si pudieras saber todo lo que veo! ¡Todo lo que siento! ¡Todo lo que oigo en tus cabellos! Mi alma viaja en el perfume como el alma de los demás hombres en la música. Tus cabellos contienen todo un ensueño, lleno de velámenes y de mástiles; contienen vastos mares, cuyos monzones me llevan a climas de encanto, en que el espacio es más azul y más profundo, en que la atmósfera está perfumada por los frutos, por las hojas y por la piel humana. En el océano de tu cabellera entreveo un puerto en que pululan cantares melancólicos, hombres vigorosos de toda nación y navíos de toda forma, que recortan sus arquitecturas finas y complicadas en un cielo inmenso en que se repantiga el eterno calor. En las caricias de tu cabellera vuelvo a encontrar las languideces de las largas horas pasadas en un diván, en la cámara de un hermoso navío, mecidas por el balanceo imperceptible del puerto, entre macetas y jarros refrescantes. En el ardiente hogar de tu cabellera respiro el olor del tabaco mezclado con opio y azúcar; en la noche de tu cabellera veo resplandecer lo infinito del azul tropical; en las orillas vellosas de tu cabellera me emborracho con los olores combinados del algodón, del almizcle y del aceite de coco. Déjame morder mucho tiempo tus trenzas, pesadas y negras. Cuando mordisqueo tus cabellos elásticos y rebeldes, me parece que como recuerdos.
Charles Baudelaire (Paris Spleen)
Usted conoce perfectamente la Riviera. Se nos aparece siempre bella, pero monótona; a todas horas ofrece un paisaje de tarjeta postal; indolentemente muestra unos colores cansados, una belleza dormida, perezosa que, indiferente, se deja acariciar por todas las miradas; una belleza casi oriental en su inmutable y suntuosa disposición. Pero a veces, muy raramente, esa belleza, se aviva, fulgura, avanza, por decirlo así, hacia nosotros, imperativa, adornada de colores vivos de encendidos destellos, esparciendo, victoriosa, sobre nosotros sus polícromos encantos, y arde toda su sensualidad.
Stefan Zweig
Espero que mi propio sexo me disculpe si trato a las mujeres como criaturas racionales en vez de halagar sus encantos fascinantes y considerarlas como si estuvieran en un estado de eterna infancia, incapaces de valerse por sí mismas. Deseo de veras mostrar en qué consiste la verdadera dignidad y la felicidad humana. Deseo persuadir a las mujeres para que intenten adquirir fortaleza, tanto de mente como de cuerpo, y convencerlas de que las frases suaves, la sensibilidad de corazón, la delicadeza de sentimientos y el gusto refinado son casi sinónimos de epítetos de la debilidad, y que aquellos seres que son sólo objetos de piedad, y de esa clase de amor que ha sido denominada como su hermana, pronto se convertirán en objetos de desprecio. Desechando, pues, esas bellas frases femeninas que los hombres utilizan con condescendencia para dulcificar nuestra dependencia servil, y despreciando esa débil elegancia de mente, esa sensibilidad exquisita y dulce docilidad de conducta que se supone constituyen las características sexuales del recipiente más frágil, deseo mostrar que la elegancia es inferior a la virtud, que el primer objetivo de una loable ambición es adquirir un carácter como ser humano, sin tener en cuenta la distinción de sexo (p. 50-51).
Mary Wollstonecraft (Vindication of the Rights of Women)
Viví con poco sufrimiento los tres años de Segunda. No porque quisiera distanciarme de un equipo fracasado; de hecho, iba a Anoeta siempre que podía y mastiqué por la tele un montón de partidos tóxicos sin pestañear. En el fondo le veía cierto encanto: mientras las radios y las teles nos metían por un embudo el Barça y el Madrid y Schuster y Guardiola y los partidos del siglo a todas horas, nosotros jugábamos en otro universo menos histriónico contra el Racing de Ferrol, el Huesca o el Girona. Disfruté de una alegría de esas que en el momento no se pueden confesar a nadie: en diciembre de 2008 me escapé de dos amigas navarras en Nueva York con alguna excusa, entré a un locutorio para mirar los resultados en internet y me enteré de que la Real había ganado 1-0 al líder Salamanca con un cabezazo de Ansotegi en el minuto 92. Salí a la calle, correteé por las aceras nevadas, di algún saltito y algún remate de cabeza en el aire y luego caminé normal para reunirme otra vez con mis amigas. Ellas no hubieran entendido nada así que me callé. Seguimos andando los tres y yo pensé que era la única persona de todo el barrio de Harlem, quizá de todo Nueva York, que en ese momento caminaba contento por un gol de Ansotegi. Fue un momento de felicidad intensa y secreta.
Ander Izagirre (Mi abuela y diez más)
Durante a rápida estação em que a mulher permanece em flor, os caracteres da sua beleza servem admiravelmente bem à dissimulação à qual a sua fraqueza natural e as leis sociais a condenam. Sob o rico colorido do seu viçoso rosto, sob o fogo dos seus olhos, sob a fina textura das suas feições tão delicadas, com tantas linhas curvas ou retas, mas puras e perfeitamente determinadas, todas as suas comoções podem permanecer secretas: o rubor então nada revela, aumentando ainda mais cores já tão vivas; todos os focos interiores concordam tão bem com a luz desses olhos brilhantes de vida que a fugaz chama de um sofrimento aparece apenas como um encanto a mais. Por isso, na da há mais discreto do que um rosto juvenil, porque também não há nada mais imóvel. A fisionomia de uma jovem tem a serenidade, o polido, o frescor da superfície de um lago; a das mulheres só se revela aos trinta anos. Até essa idade, o pintor só lhes acha no rosto róseos e brancos sorrisos e expressões que repetem um mesmo pensamento, pensamento de mocidade e de amor, pensamento uniforme e sem profundidade; mas, na velhice, tudo na mulher fala, as paixões incrustaram-se-lhe no rosto; foi amante, esposa, mãe; as mais violentas expressões de alegria e de dor acabaram por alterar-lhe, torturar-lhe o rosto, formando aí mil rugas, tendo todas uma linguagem; e uma fronte de mulher torna-se, então, sublime pelo horror, bela pela melancolia, ou magnífica pela serenidade; se se permite desenvolver esta estranha metáfora, o lago seco deixa então ver todos os traços das torrentes que o produzi ram; uma fronte de mulher velha já então não pertence nem ao mundo, que, frívolo, se assusta de ver a destruição de todas as idéias de elegância a que está habituado, nem aos artistas vulgares, que nada descobrem por aí; mas, sim, aos verdadeiros poetas, àqueles que possuem o sentimento de uma beleza independente de todas as convenções sobre as quais repousam tantos preconceitos sobre a arte e a formosura.
Honoré de Balzac (A Woman Of Thirty)
- Nunca vuelvas a llamarme así - le espeté. - Es mejor que llarmarle <> a alguien, ¿no? - Salió por la puerta - Qué visita tan estimulante. La recordaré mucho tiempo. Aquello ya era suficiente. - ¿Sabes qué? Tienes toda la razón. Mira que llamarte tarado...Esa es una palabra que no te define bien - le dije sonriendo - <> te pega más. - Conque <>, ¿eh? - repitió - Eres un encanto. Levanté el dedo corazón. (pág.20) Eran más de la una, pero parecía que Daemon acabara de levantarse. Llevaba los tejanos arrugados y el pelo enmarañado. Hablaba con alguien por teléfono mientras se pasaba la mano por la mandíbula. - ¿Tu hermano no tiene camisetas o qué? - le pregunté mientras cogía la pala. - Me temo que no. No las lleva ni en invierno. Siempre va por ahí medio desnudo - refunfuñó - Es bastante incómodo tener que verlo así todo el día, enseñando tanta...carne ¡Qué grima! A ella le daría grima, pero a mí...me alteraba bastante. Me puse a cavar hoyos en lugares estratégicos mientras notaba que se me secaba la garganta. Tenia una cara perfecta, un cuerpo de ensueño y una mala leche espectacular. Las tres reglas de oro de cualquier tío macizo, vaya. (pág. 39) - Tienes una cabecita bastante sucia, gatita. Pestañeé. <> - ¿Qué has dicho? - Que tienes la cabeza sucia - repitió en voz baja. Sabía que Dee no podía oírle -, llena de tierra. ¿Qué creías que quería decir? - Nada -...Tener a Daemon tan cerca no me reconfortaba en absoluto - Es normal ensuciarse cuando plantas. Los labios le temblaron un instante. - Hay muchas maneras de ensuciarse. Aunque no tengo la intención de mostrártelas. (pág.46) - Me da a mí que te has mojado tú más que el coche. Nunca pensé que lavar un coche pudiera ser tan complicado pero, después de observarte durante los últimos quince minutos, creo que deberían convertirlo en deporte olímpico. - ¿Estabas observándome? - Qué grima. Y qué morbo. ¡No! de morboso, nada. (pág.51) - Pues sí ¿Y tú siempre te quedas mirando a los tíos cuando llamas a su puerta para preguntar por una dirección? - ¿Siempre abres la puerta medio desnudo? - Pues sí. Y no has respondido a mi pregunta. ¿Siempre pegas esos repasos? Las mejillas me ardían. (pág.53) - Hasta mañana a medio día, gatita. - Te odio - resoplé. - El sentimiento es mutuo - Me miró por encima del hombro - Me juego veinte pavos a que llevas bañador y no biquini. Era insufrible. (Pág. 62) - ¿Que no confía en mi? ¿Y qué tiene que confiarme, tu virtud? Se le escapó otra carcajada y tardó unos momentos en poder contestar. - Pues claro; no le gustan las chicas guapas que están coladitas por mi. - ¿Qué? - ... - Estás de broma, ¿no? - ¿A qué parte te refieres? - preguntó- - ¡A todas! - Venga ya. No me digas que no sabes que eres guapa. ¿No te lo ha dicho ningún chico antes? (pág.90) - Creo que estás condenada a estar conmigo un rato más. - Seguro que parezco un gato remojado. - Estás bien. La lluvia te favorece. Fruncí el ceño. - Ya me estás mintiendo otra vez. Sentí que su cuerpo se movía junto al mío y, sin mediar palabra, me rozó la barbilla con los dedos y me atrajo hacia él. En sus labios se dibujó una sonrisa torcida. - No te miento; te lo dijo en serio. (pág.101) - Bueno...Ya llegó el innombrable. A Dee le dio un ataque de risa que hizo que toda la cafetería nos mirara. - ¡Me parto! Me hundí en la butaca. Desde la mañana en que Dee y él me habían preparado el desayuno, me había evitado y a mí me daba igual. ... Seguramente Daemon era físicamente el hombre más perfecto que jamás había visto - su cara haría las delicias de cualquier retratista -, pero a la vez tenía bastantes papeletas para ser el cretino más grande sobre la faz de la Tierra. (pág.145)
Jennifer L. Armentrout (Obsidian (Lux, #1))
Algo. En estos días, tienes que ser "algo" con alguien si no quieres ser "nada" con alguien. Por lo mismo, nuestra "relación", si es que puede llamársele "relación" a lo que teníamos, bueh, podía decirse que era clandestina. Poco nos importaba, sin embargo, lo que dijeran los demás. Porque nos teníamos. Nos teníamos y no nos íbamos a dejar ir (...) El consenso entre las diferentes voces que opinaban en mi cabeza había sido atribuir su conducta a las hormonas, pero yo le concedía todas las razones a la voluntad. Veloe era quien era porque así quería ser. Lo que comenzó como una inocente comida de vengan-a-conocer-a-mi-nuevo-novio, se transformó en un "cándido afecto" que, con el paso de los meses, se convirtió en un "frondoso encanto", el cual terminaría en una "loca infatuación". Un año después de subirme a aquel elevador, Veloe y yo nos amábamos hasta las lágrimas. Dicen que a las mujeres no hay que entenderlas sino amarlas, y en verdad que su amable y atento servidor no podría estar en desacuerdo con esa sagrada afirmación; pero yo no sólo amaba a Veloe, sino que la leía. Aprendí a leer a Veloe como a nadie; podía leerla con la tibia luz de la lámpara de la mesa de noche o con el sol quemante de las playas de Oaxaca, tirado en un camastro, cavando surcos en la arena con los pies. Podía leerla en el tren subterráneo, rodeado de parroquianos, o en la paz de la santa capilla, tirado en la alfombra, de pie o sentado, de cabeza o sobre las puntas de los dedos, exhausto o recién levantado, en ayunas, después de una pesada comida, lejos, en braille o con letra script. Entendí que es cosa complicada aprender a leer a una mujer, y que es tarea que puede extenderse por años. Por vidas enteras. Algunas mujeres son libros pequeños, de bolsillo, fácilmente manejables. Otras son pesados, de pasta dura, con el gramaje grueso y poco amable con los dedos. Algunas tienen prólogo y otras epílogo, y unas cuantas ambos. Algunas carecen de forros o están deshojadas. Nadie puede leer a todas las mujeres del mundo así como nadie puede leer todos los libros del mundo. Y del mismo modo que, dicen los románticos, ciertos libros nos escogen, algunas mujeres nos eligen, en silencio, y esperan a que las leamos... -Pixie (3) de Ruy Xoconostle W. (fragmento)
Ruy Xoconostle W. (Pixie 3)
-[...] Vete a leer, o a perseguir a la hija de algún granjero. Estoy seguro de que tienes cosas mejores que hacer que verme comer. —La verdad es que… —¡Fuera de aquí, demonio! —dijo Kote, y con la boca llena, y con un marcado acento témico, añadió—: ¡Tehus antausa eha! Bast rompió a reír e hizo un gesto obsceno con una mano. Kote tragó y cambió de idioma: —¡Aroi te denna-leyan! —¡Pero bueno! —le reprochó Bast, y la sonrisa se borró de sus labios—. ¡Eso es un insulto! —¡Por la tierra y por la piedra, abjuro de ti! —Kote metió los dedos en la jarra que tenía al lado y le lanzó unas gotas a Bast—. ¡Que pierdas todos tus encantos! —¿Con sidra? —Bast consiguió parecer divertido y enojado a la vez, mientras recogía una gota de líquido de la pechera de su camisa—. Ya puedes rezar para que esto no manche.
Patrick Rothfuss (The Name of the Wind (The Kingkiller Chronicle, #1))
Here there was a cheerful boy At least he created tales and lived in joy. Nursery rhymes his grandmother told, Songs and tales emerged gladly in gold. Caring heart, affection spoke loud as brighter, He made the decision: he would be a writer! Rising laughters, crying tears, many feelings, Inserted everything and nothing was in vain. So he transformed the ugly into beautiful, Tales to amuse and make everyone sane, In there he went, without daydreams or zeal. As such it was born the icon of literature still. No one denied he was exceedingly bountiful. A ballerina loves the soldier in his world, Nothing gets involved in his fairy tales, Dancing from a poor weak boy to a king, Eccentric prince of charm in winged corners! Rare star of sweet tenderness, Sensible and masterful in tenderness, Emchanted kingdom of dreams and candor, Now a divine fire of a soul he shines. Havia um menino alegre porem so Ao menos criava contos e deles vivia Nas historias que contava sua avo, Seus contos surgiam pois ele os via. Carinho nao faltava em seu coracao ator, Havia tomado a decisao: seria escritor! Risos, lagrimas, sentimentos saos, Inseria tudo e nada era em vao. Transformava ate o feio em belo, Inadvertia e divertia com seu elo, Adiante ia, sem devaneios e zelo. Nascia assim o icone da literatura. A bailarina ama o soldado em seu mundo, Nada se interpunha em seus contos de fadas, De pobre menino fraco e cogitabundo, Era principe de encantos em cantos alados! Rara estrela de doce brandura, Sensata e magistral em ternura, Em seu reino de sonhos e candura, No fogo divino de sua alma fulgura.
Ana Claudia Antunes (ACross Tic)
Acho muito razoável a crença céltica de que as almas daqueles a quem perdemos se acham cativas em algum ser inferior, em um animal, um vegetal, uma coisa inanimada, efetivamente perdidas para nós até o dia, que para muitos nunca chega, em que nos sucede passar por perto da árvore, entrar na posse do objeto que lhe serve de prisão. Então elas palpitam, nos chamam, e, logo que as reconhecemos, está quebrado o encanto. Libertadas por nós, venceram a morte e voltam a viver conosco. É assim com nosso passado. Trabalho perdido procurar evocá-lo, todos os esforços de nossa inteligência permanecem inúteis. Está ele oculto, fora de seu domínio e de seu alcance, em algum objeto material (na sensação que nos daria esse objeto material) que nós nem suspeitamos. Esse objeto, só do acaso depende que o encontremos antes de morrer, ou que não o encontremos nunca.
Marcel Proust (Swann’s Way (In Search of Lost Time, #1))
el gran macho cabrío. ¡Salve, demonio mudo! Eres el más intenso animal. Místico eterno del infierno carnal… ¡Cuántos encantos tiene tu barba, tu frente ancha, rudo Don Juan! ¡Qué gran acento el de tu mirada mefistofélica y pasional! Vas por los campos con tu manada, hecho un eunuco ¡siendo un sultán! Tu sed de sexo nunca se apaga; ¡bien aprendiste del padre Pan! La cabra lenta te va siguiendo, enamorada con humildad; mas tus pasiones son insaciables; Grecia vieja te comprenderá. ¡Oh ser de hondas leyendas santas de ascetas flacos y Satanás, con piedras negras y cruces toscas, con fieras mansas y cuevas hondas, donde te vieron entre la sombra soplar la llama de lo sexual! ¡Machos cornudos de bravas barbas! ... ¡Machos cabríos! Sois metamorfosis de viejos sátiros perdidos ya. Vais derramando lujuria virgen como no tuvo otro animal. ¡Iluminados del Mediodía!
Federico García Lorca
E esse medo a um futuro em que já não nos seja dado ver e falar aos entes queridos, cujo convívio constitui hoje a nossa mais íntima alegria, ainda aumenta em vez de dissipar-se quando pensamos que, à dor de tal separação, virá juntar-se outra coisa que atualmente nos parece mais terrível ainda: é que não a sentiremos como uma dor, e nos deixará indiferentes; pois então o nosso eu terá mudado e esqueceremos não só o encanto de nossos pais, de nossa amada, de nossos amigos, mas também o afeto que lhes tínhamos; e esse afeto, que hoje constitui parte importantíssima de nosso coração, se desenraizará tão perfeitamente que poderemos folgar com uma vida que agora, só de a imaginar, nos horroriza; será, pois, uma verdadeira morte de nós mesmos, morte após a qual virá uma ressurreição, mas já de um ser diferente e que não pode inspirar afeto a essas partes do antigo eu condenadas à morte.
Marcel Proust (In the Shadow of Young Girls in Flower)
En uno de sus libros sobre México contradijo el refrán que cité en el séptimo capítulo: “Con dinero, baila el perro.” Decía que en México aunque le paguen bien, el perro no baila.16 Y no lo hace porque los perros mexicanos (es decir, todos) no responden a incentivos del mercado, a estímulos monetarios o pecuniarios, a premios y castigos, como sí lo hacen ciudadanos de otras democracias de mercado. No fue, de ninguna manera, la primera observadora en notar esto y sólo tenía razón en parte: algunos mexicanos, a veces y en circunstancias peculiares, sí reaccionan como los demás ciudadanos de ambientes similares. Lo que Antaki decía era que no hay virtudes, ni ventajas, ni encanto, ni valor de redención en el rechazo de México a la modernidad, sea vista como puntualidad, responsabilidad, cultura cívica o simplemente como el gesto de acatar las normas de tránsito o ir a trabajar todos los días.
Jorge Castañeda (Mañana o pasado: El misterio de los mexicanos (Vintage Espanol))
Mientras uno va y viene por la tierra natal, se imagina que le son indiferentes esas calles, que esas ventanas, esos tejados y esas puertas le dan lo mismo, que esas paredes le son ajenas, que esos árboles son unos árboles cualesquiera, que esas casas en que no entra no le valen para nada, que esos adoquines que pisa son sólo piedras. Más adelante, cuando ya no está allí, se da cuenta de que esas calles le son queridas, de que echa de menos esos tejados, esas ventanas y esas puertas, de que necesita esas paredes, de que esos árboles son dilectos para él, de que en esas casas donde no entraba sí entraba a diario y de que en esos adoquines se ha dejado las entrañas, la sangre y el corazón. Todos esos sitios que ya no ve, que a lo mejor no volverá a ver ya, y cuya imagen conserva, adquieren un encanto doloroso, regresan a la memoria con la melancolía de una aparición, vuelven visible esa tierra santa y son, por así decirlo, la mismísima forma de Francia, y uno las quieres y las evoca tal y como son, tal y como eran, y se empecina, y no quiere cambiar nada, porque le tenemos el mismo apego al rostro de la patria que al rostro de nuestra madre.
Victor Hugo (Les Misérables)
He aquí algo sobre el honor de los poetas. Yo tenía diecisiete años y unos deseos irrefrenables de ser escritor. Me preparé. Pero no me quedé quieto mientras me preparaba, pues comprendí que si así lo hacía no triunfaría jamás. Disciplina y un cierto encanto dúctil, ésas son las claves para llegar a donde uno se proponga. Disciplina: escribir cada mañana no menos de seis horas. Escribir cada mañana y corregir por las tardes y leer como un poseso por las noches. Encanto, o encanto dúctil: visitar a los escritores en sus residencias o abordarlos en las presentaciones de libros y decirles a cada uno justo aquello que quiere oír. Aquello que quiere oír desesperadamente. Y tener paciencia, pues no siempre funciona. Hay cabrones que te dan una palmadita en la espalda y luego si te he visto no me acuerdo. Hay cabrones duros y crueles y mezquinos. Pero no todos son así. Es necesario tener paciencia y buscar. Los mejores son los homosexuales, pero, ojo, es necesario saber en qué momento detenerse, es necesario saber con precisión qué es lo que no uno quiere, de lo contrario puedes acabar enculado de balde por cualquier viejo maricón de izquierda. Con las mujeres ocurre tres cuartas partes de lo mismo: las escritoras españolas que pueden echarte un cable suelen ser mayores y feas y el sacrificio a veces no vale la pena. Los mejores son los heterosexuales ya entrados en la cincuentena o en el umbral de la ancianidad. En cualquier caso: es ineludible acercarse a ellos. Es ineludible cultivar un huerto a la sombra de sus rencores y resentimientos. Por supuesto, hay que empollar sus obras completas. Hay que citarlos dos o tres veces en cada conversación. ¡Hay que citarlos sin descanso! Un consejo: no criticar nunca a los amigos del maestro. Los amigos del maestro son sagrados y una observación a destiempo puede torcer el rumbo del destino. Un consejo: es preceptivo abominar y despacharse a gusto contra los novelistas extranjeros, sobre todo si son norteamericanos, franceses o ingleses. Los escritores españoles odian a sus contemporáneos de otras lenguas y publicar una reseña negativa de uno de ellos será siempre bien recibida. Y callar y estar al acecho. Y delimitar las áreas de trabajo. Por la mañana escribir, por la tarde corregir, por las noches leer y en las horas muertas ejercer la diplomacia, el disimulo, el encanto dúctil. A los diecisiete años quería ser escritor. A los veinte publiqué mi primer libro. Ahora tengo veinticuatro y en ocasiones, cuando miro hacia atrás, algo semejante al vértigo se instala en mi cerebro. He recorrido un largo camino, he publicado cuatro libros y vivo holgadamente de la literatura (aunque si he de ser sincero, nunca necesité mucho para vivir, sólo una mesa, un ordenador y libros). Tengo una colaboración semanal con un periódico de derechas de Madrid. Ahora pontifico y suelto tacos y le enmiendo la plana (pero sin pasarme) a algunos políticos. Los jóvenes que quieren hacer una carrera como escritor ven en mí un ejemplo a seguir. Algunos dicen que soy la versión mejorada de Aurelio Baca. No lo sé. (A los dos nos duele España, aunque creo que por el momento a él le duele más que a mí). Puede que lo digan sinceramente, pero puede que lo digan para que me confíe y afloje. Si es por esto último no les voy a dar el gusto: sigo trabajando con el mismo tesón que antes, sigo produciendo, sigo cuidando con mimo mis amistades. Aún no he cumplido los treinta y el futuro se abre como una rosa, una rosa perfecta, perfumada, única. Lo que empieza como comedia acaba como marcha triunfal, ¿no?
Roberto Bolaño (The Savage Detectives)
Ícaro ¿Será, entonces, que pertenezco a los cielos? ¿Por qué, si no, persistirían los cielos en clavar en mí su azul mirada, instándome, y a mi mente, a subir cada vez más, a penetrar en la bóveda celeste, tirando de mí sin cesar hacia unas alturas muy por encima de los humanos? ¿Por qué, cuando se ha estudiado a fondo el equilibrio y se ha calculado el vuelo hasta sus últimos detalles de manera a eliminar todo elemento aberrante: por qué, con todo, este afán de remontarse ha de parecer, en sí mismo, tan próximo a la locura? Nada hay que pueda satisfacerme; toda novedad terrena pierde en seguida su encanto; me siento atraído hacia arriba sin cesar, más inestable, cada vez más cerca de la refulgencia del sol. ¿Por qué me abrasan, estos rayos de razón, por qué me destruyen estos rayos? Pueblos y sinuosos ríos allá abajo me parecen tolerables a medida que aumenta la distancia. ¿Por qué suplican, consienten, me tientan con la promesa de que puedo amar lo humanoviéndolo únicamente, así, a lo lejos, aunque la meta nunca pudo ser el amor, ni, de haberlo sido, podría yo haber pertenecido jamás a los cielos? No he envidiado al ave su libertad, ni anhelado nunca la comodidad de la naturaleza, impulsado no por otra cosa que por el extraño anhelo de subir y subir, más cerca cada vez, para zambullirme en el profundo azul del cielo, tan opuesto a toda alegría de los órganos, tan alejado de los placeres de la superioridad, pero siempre hacia arriba, aturdido, tal vez, por la vertiginosa incandescencia de unas alas de cera. ¿O es que yo, al fin y al cabo, pertenezco a la tierra? ¿Por qué, si no, habría de darse la tierra tanta prisa en abarcar mi caída? Sin conceder espacio para pensar o sentir, ¿por qué la blanda, indolente tierra me saludaba con una sacudida de chapa de acero? La tierra blanda ¿se habrá vuelto de acero sólo para hacerme ver mi propia blandura?, ¿para que la naturaleza pueda hacerme comprender que caer —no volar— está en el orden de las cosas, algo mucho más natural que esa pasión imponderable? El azul del cielo ¿será un sueño y nada más? ¿Era un invento de la tierra a que yo pertenecía, por causa de la provisoria, candente embriaguez alcanzada brevemente por unas alas de cera? ¿Instigaron los cielos ese plan de castigarme por no creer en mí mismo o por creer demasiado; ansioso de saber a quién debía yo lealtad o suponiendo, vanidosamente, que ya lo sabía todo; por querer volar hacia lo desconocido o lo conocido; ambos una misma mota, azul, de idea?
Yukio Mishima (El sol y el acero (El libro de bolsillo - Bibliotecas de autor - Biblioteca Mishima nº 1))
A mão e o pé japoneses - parte I Pousada é um deleite. Em movimento, na mímica trivial dos seus misteres, é uma pasmosa revelação de estética asiática, na sua feição mais transcendente, que escraviza os nossos olhos, e quantas vezes os nossos corações!...Segundo a clássica e lendária compreensão dos fenómenos psíquicos desta gente, indica-se que a coragem reside na barriga, a paixão no coração, o raciocínio na cabeça; e admite-se que, por uma rigorosa disciplina educativa, a alma nipónica pode localizar-se de preferência em qualquer destes centros que indiquei. Sendo assim e convindo que a mulher japonesa seja particularmente educada para o enlevo do lar, para o arranjo das pequeninas coisas domésticas, para o carinho da família, eu quero que a alma dela resida nas pontas dos seus dedos. Nisto creio;e asseguro que não há maior encanto, debaixo de um ponto de vista estético, do que seguir com o olhar o gesto meigo da filha do Nippon, nas suas ocupações comezinhas, preparando o chá, penteando-se, colhendo flores ou insectos, tocando no shamicen, afagando um filho ou um irmão... - Um tal encanto tende a transformar-se em culto; e chegamos até a invejar os mortos, por cuja bem-aventurança, junto do altar dos antepassados, quotidianamente aquela mão se eleva em prece fervorosa.
Wenceslau de Moraes (Antologia)
Quien sea el sustento de los suyos con su trabajo no tiene ya derecho a sacrificarse. Eso es desertar de la familia. ¡Y los que tienen hijas y los que tienen hermanas! ¿Lo habéis pensado? Dejáis que os maten, ya estáis muertos, muy bien. ¿Y mañana? Unas muchachas sin pan, ¡qué cosa tan terrible! El hombre pide limosna, la mujer se vende. (...) Pensad en vuestras hermanas, los que las tengáis. La miseria, la prostitución, los guardias, Saint-Lazare, a eso es a lo que van a ir a parar esas jóvenes delicadas y hermosas, esos frágiles prodigios de pudor, de encanto y de hermosura, más lozanos que las lilas del mes de mayo. ¡Ah, que habéis querido que os matasen! ¡Ah, que ya no estáis ahí! Muy bien; por querer sacar al pueblo de las manos de la monarquía, entregáis a vuestras hijas a la policía. Amigos, cuidado, tened compasión. Hay poca costumbre de acordarse de las mujeres, de las desdichadas mujeres. Nos fiamos de que a las mujeres no las educaron como a los hombres, les impedimos leer, les impedimos pensar, les impedimos meterse en política. Pero ¿vais a poder impedirles que vayan a la morgue esta noche para identificar vuestros cuerpos? Vamos, que quienes tengan familia se porten como buenas personas y nos den un apretón de manos y se vayan y nos dejen rematar solos este asunto. Ya sé que se necesita mucho valor para irse, es difícil; pero más que difícil es meritorio.
Victor Hugo (Les Misérables)
Ícaro ¿Será, entonces, que pertenezco a los cielos? ¿Por qué, si no, persistirían los cielos en clavar en mí su azul mirada, instándome, y a mi mente, a subir cada vez más, a penetrar en la bóveda celeste, tirando de mí sin cesar hacia unas alturas muy por encima de los humanos? ¿Por qué, cuando se ha estudiado a fondo el equilibrio y se ha calculado el vuelo hasta sus últimos detalles de manera a eliminar todo elemento aberrante: por qué, con todo, este afán de remontarse ha de parecer, en sí mismo, tan próximo a la locura? Nada hay que pueda satisfacerme; toda novedad terrena pierde en seguida su encanto; me siento atraído hacia arriba sin cesar, más inestable, cada vez más cerca de la refulgencia del sol. ¿Por qué me abrasan, estos rayos de razón, por qué me destruyen estos rayos? Pueblos y sinuosos ríos allá abajo me parecen tolerables a medida que aumenta la distancia. ¿Por qué suplican, consienten, me tientan con la promesa de que puedo amar lo humanoviéndolo únicamente, así, a lo lejos, aunque la meta nunca pudo ser el amor, ni, de haberlo sido, podría yo haber pertenecido jamás a los cielos? No he envidiado al ave su libertad, ni anhelado nunca la comodidad de la naturaleza, impulsado no por otra cosa que por el extraño anhelo de subir y subir, más cerca cada vez, para zambullirme en el profundo azul del cielo, tan opuesto a toda alegría de los órganos, tan alejado de los placeres de la superioridad, pero siempre hacia arriba, aturdido, tal vez, por la vertiginosa incandescencia de unas alas de cera. ¿O es que yo, al fin y al cabo, pertenezco a la tierra? ¿Por qué, si no, habría de darse la tierra tanta prisa en abarcar mi caída? Sin conceder espacio para pensar o sentir, ¿por qué la blanda, indolente tierra me saludaba con una sacudida de chapa de acero? La tierra blanda ¿se habrá vuelto de acero sólo para hacerme ver mi propia blandura?, ¿para que la naturaleza pueda hacerme comprender que caer —no volar— está en el orden de las cosas, algo mucho más natural que esa pasión imponderable? El azul del cielo ¿será un sueño y nada más? ¿Era un invento de la tierra a que yo pertenecía, por causa de la provisoria, candente embriaguez alcanzada brevemente por unas alas de cera? ¿Instigaron los cielos ese plan de castigarme por no creer en mí mismo o por creer demasiado; ansioso de saber a quién debía yo lealtad o suponiendo, vanidosamente, que ya lo sabía todo; por querer volar hacia lo desconocido o lo conocido; ambos una misma mota, azul, de idea?
Yukio Mishima (El sol y el acero (El libro de bolsillo - Bibliotecas de autor - Biblioteca Mishima nº 1))