Ejemplos De Quotes

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Si vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde, a partir de las tres empezaré a ser feliz. A medida que se acerque la hora me sentiré más feliz. Y a las cuatro, me agitaré y me inquietaré; ¡descubriré el precio de la felicidad! Pero si vienes en cualquier momento, no sabré nunca a qué hora vestirme el corazón... Los ritos son necesarios
Antoine de Saint-Exupéry (The Little Prince)
Yo, por ejemplo, me caracterizo por recordar los hechos malos y, así, casi podría decir que ''todo tiempo pasado fue peor'', si no fuera porque el presente me parece tan horrible como el pasado; recuerdo tantas calamidades, tantos rostros cínicos y crueles, tantas malas acciones, que la memoria es para mí como la temerosa luz que alumbra un sórdido museo de la vergüenza
Ernesto Sabato (El túnel)
Mi abuela tenía una teoría muy interesante; decía que todos nacemos con una caja de fósforos adentro, pero que no podemos encenderlos solos... necesitamos la ayuda del oxígeno y una vela. En este caso el oxígeno, por ejemplo, vendría del aliento de la persona que amamos; la vela podría ser cualquier tipo de comida, música, caricia, palabra o sonido que engendre la explosión que encenderá uno de los fósforos. Por un momento, nos deslumbra una emoción intensa. Una tibieza placentera crece dentro de nosotros, desvaneciéndose a medida que pasa el tiempo, hasta que llega una nueva explosión a revivirla. Cada persona tiene que descubrir qué disparará esas explosiones para poder vivir, puesto que la combustión que ocurre cuando uno de los fósforos se enciende es lo que nutre al alma. Ese fuego, en resumen, es su alimento. Si uno no averigua a tiempo qué cosa inicia esas explosiones, la caja de fósforos se humedece y ni uno solo de los fósforos se encenderá nunca.
Laura Esquivel (Like Water for Chocolate)
No existe el instante, sólo el pasado o el futuro. Porque ahora, por ejemplo, este instante… cuando hablo de él ya ha pasado.
Michael Ende (Momo)
—No sé, puedes meterte conmigo en ciento cuarenta caracteres. Sería divertido. A ver, por ejemplo: «Estoy cenando salmón y no dejó de mirar a Mike como si quisiese asesinarlo. RT si tú también deseas que muera de un modo lento y cruel».
Alice Kellen (33 razones para volver a verte (Volver a ti, #1))
Yo no sé si os habréis dado cuenta, pero a menudo las primeras impresiones son absolutamente equivocadas. Por ejemplo, puedes mirar un cuadro por primera vez y que no te guste nada, pero, después de mirarlo un rato, te puede parecer muy agradable. La primera vez que pruebas el queso gorgonzola te puede parecer demasiado fuerte, pero, cuando eres mayor, es posible que no quieras comer otra cosa que queso gorgonzola.
Lemony Snicket (The Bad Beginning (A Series of Unfortunate Events, #1))
Llevo varios días pensado en la sutil diferencia que hay entre en palabras que, aparentemente, significan lo mismo y que sin embargo entre ellas hay un abismo. Casa y hogar, por ejemplo. Casa no son más que paredes, techo para guarecerte de la lluvia, habitaciones especiales donde puedes realizar, sin que nadie te mire, necesidades fisiológicas propias de nuestra especie, área reservada que tiene el colchón en el que duermes. Hogar, en cambio, es donde tienes tus libros; la cama que conserva tu olor, o más bien, el perfume, la esencia de la persona amada; el maravilloso espacio donde los sueños se suceden; el lugar en el que te refugias de la maldad; también hay trono de rey o de princesa donde lees sin que nadie te moleste y que en las casas sólo sirve para mear y cagar. Hogar es sinónimo, no de casa sino de calidez, de ternura, de refugio, de ventana para mirar al mundo y la lluvia sin que ésta te moje.
Benito Taibo (Persona normal)
El cigarro es un ejemplo perfecto de un placer perfecto. Es exquisito y deja a uno insatisfecho
Oscar Wilde (The Picture of Dorian Gray)
Si vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde, comenzaré a ser feliz desde las tres.
Antoine de Saint-Exupéry (The Little Prince)
Porque si vienes, por ejemplo, todos los días, a las cuatro de la tarde, ya desde las tres empezaré a ser feliz.
Antoine de Saint-Exupéry (El Principito: Con ilustraciones del autor (Spanish Edition))
Allí,esa mañana,cerré un capitulo importante de mi vida.Un capitulo,si...pero no debemos olvidar que después de un capitulo siempre viene otro o un epilogo,por ejemplo.
Mercedes Ron (Culpa nuestra (Culpables, #3))
Como ve, todos tenemos en nuestro interior los elementos necesarios para producir fósforo. Es más, déjeme decirle algo que a nadie le he confiado. Mi abuela tenía una teoría muy interesante, decía que si bien todos nacemos con una caja de cerillos en nuestro interior, no los podemos encender solos, necesitamos como en el experimento, oxígeno y la ayuda de una vela. Sólo que en este caso el oxígeno tiene que provenir, por ejemplo, del aliento de la persona amada; la vela puede ser cualquier tipo de alimento, música, caricia, palabra o sonido que haga disparar el detonador y así encender uno de los cerillos. Por un momento nos sentiremos deslumbrados por una intensa emoción. Se producirá en nuestro interior un agradable calor que irá desapareciendo poco a poco conforme pase el tiempo, hasta que venga una nueva explosión a reavivarlo. Cada persona tiene que descubrir cuáles son sus detonadores para poder vivir, pues la combustión que se produce al encenderse uno de ellos es lo que nutre la energía al alma. En otras palabras, esta combustión es su alimento. Si uno no descubre a tiempo cuáles son sus propios detonadores, la caja de cerillos se humedece y ya nunca podremos encender un solo fósforo
Laura Esquivel (Como agua para chocolate)
Las cosas se duplican en Tlön; propenden asimismo a borrarse ya perder los detalles cuando los olvida la gente. Es clásico el ejemplo de un umbral que perduró mientras lo visitaba un mendigo y que se perdió de vista a su muerte. A veces unos pájaros, un caballo han salvado las ruinas de un anfiteatro.
Jorge Luis Borges (Ficciones)
Es una realidad desafortunada que únicamente dos cosas, el escándalo y la controversia, venden más periódicos y libros que los grandes ejemplos de literatura y educación juntos." (Traducción: Mireia Terés)
Jaclyn Reding (Juego de apariencias (Spanish Edition))
Si vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde; desde las tres yo empezaría a ser dichoso
Antoine de Saint-Exupéry
… y he aquí otro ejemplo de lo hiperbólico que se nos ha vuelto el idioma en manos de los periodistas ¿una masacre de cuatro? Eso es puro desinflamiento semántico…
Fernando Vallejo
Nada me impresiona más que los hombres que lloran. Nuestra cobardía nos ha hecho considerar el llanto como cosa de mujercitas. Cuando solo lloran los valientes: por ejemplo, los héroes de Homero”.
Julio Ramón Ribeyro
Se vive así, cobijado en un mundo delicado, y uno cree que vive. Entonces lee un libro (Lady Chatterley, por ejemplo), o va de viaje, o habla con Richard, y descubre que no vive, que está simplemente hibernando. Los síntomas de la hibernación se pueden detectar fácilmente. El primero es la inquietud. El segundo síntoma (que llega cuando el estado de hibernación empieza a ser peligroso y podría degenerar en muerte) es la ausencia de placer. Eso es todo. Parece una enfermedad inocua. Monotonía, aburrimiento, muerte. Hay millones de personas que viven (o mueren) así, sin saberlo. Trabajan en oficinas. Tienen coches. Salen al campo con su familia. Educan a sus hijos. Hasta que llega una brusca conmoción: una persona, un libro, una canción... y los despierta, salvándoles de la muerte.
Anaïs Nin (The Diary of Anaïs Nin, Vol. 1: 1931-1934)
Ese hombre de cabellos blancos y escasos, de bigotillo recortado, que empujaba a sus dos chicas hacia el auto, era ejemplo de la sociedad estúpida, hueca e inofensiva, que no admitía alternar, en un sitio de borrachos, con otras gentes, por el solo hecho de que su embriaguez la producía el Tequila y no la Champaña
Luis Spota (Casi el paraíso)
Lo importante no es lo que dicen los padres, sino el ejemplo que dan.
Pierre Szalowski (El frío modifica la trayectoria de los peces)
Y es verdad que cualquier detalle puede cambiar la vida: un camino que se toma, por ejemplo, o que se tarda en tomar a causa de una conversación, de un cigarrillo, de un recuerdo.
Arturo Pérez-Reverte (El pintor de batallas)
La palabra impacta, pero el ejemplo arrastra y estamos siendo observados constantemente.
César Lozano (El lado fácil de la gente díficil. Que la gente conflictiva no te amargue la vida)
Sólo cuando un mago comparte su sueño con otro, las cosas que de otro modo serían imposibles se convierten en posibles. Como por ejemplo, saber escoger bien.
Robert V.S. Redick (The Rats and the Ruling Sea (The Chathrand Voyage, #2))
un verdadero líder no solamente exige sumisión; él es un ejemplo de sumisión a través de someterse al Señor y a aquellos en autoridad sobre él. Todo
John F. MacArthur Jr. (Doce hombres comunes y corrientes: Cómo el Maestro formó a sus discípulos para la grandeza, y lo que Él quiere hacer contigo)
El escepticismo tiene por función ser peligroso. Es un desafío a las instituciones establecidas. Si enseñamos a todo el mundo, incluyendo por ejemplo a los estudiantes de educación secundaria, unos hábitos de pensamiento escéptico, probablemente no limitarán su escepticismo a los ovnis, los anuncios de aspirinas y los profetas canalizados de 35.000 años. Quizá empezarán a hacer preguntas importantes sobre las instituciones económicas, sociales, políticas o religiosas. Quizá desafiarán las opiniones de los que están en el poder. ¿Dónde estaremos entonces?
Carl Sagan (The Demon-Haunted World: Science as a Candle in the Dark)
No le sorprendió, tampoco, sentir una doble perforacIón en la garganta al echar la cabeza atrás: su preciosa pantera sólo estaba un poco domesticada en realidad, y necesitaba aprender algunas cosas básicas sobre la etiqueta de las citas, por ejemplo, que uno besa antes de morder.
L.J. Smith (Shadow Souls (The Vampire Diaries: The Return, #2))
–¡No, hombre! No pido tanto. Lo que quiero es simple egoísmo. Un egoísmo perfecto. Por ejemplo: te digo que quiero un pastel de fresa, y entonces tú lo dejas todo y vas a comprármelo. Vuelves jadeando y me lo ofreces. «Toma, Midori. Tu pastel de fresa», me dices. Y te suelto: «¡Ya se me han quitado las ganas de comérmelo!». Y lo arrojo por la ventana. Eso es lo que yo quiero.
Haruki Murakami (Tokio blues. Norwegian Wood)
Hace poco, en EL PAÍS leí la historia de un matrimonio que desde hace años están abriendo su casa a inmigrantes sin papeles. Están metiendo en el templo que es el hogar a gente que no conocen de nada, y su hijo está allí, está disfrutando, viviendo con intensidad ese ejemplo. Para mí son héroes. No hace falta subir al Everest ocho veces en biquini, me parece mucho más alucinante aguantar la incomodidad de tener desconocidos en tu casa. http://elpais.com/elpais/2013/08/02/e...
Jesús Carrasco
Quebrantaría yo veinte juramentos, con tal de darle a usted en la cabeza. Ese modo que tiene usted de encender el cigarro, por ejemplo, basta para hacer que un sacerdote quebrante el secreto de la confesión.
G.K. Chesterton (The Man Who Was Thursday: A Nightmare)
No creo que tu vida no tenga sentido. He cambiado de opinión. Los milagros termodinámicos… son unos sucesos con unas probabilidades tan remotas de que lleguen a producirse que prácticamente resulta imposible que acaben dándose. Por ejemplo: que el oxígeno se transforme de manera espontánea en oro. Tengo muchas ganas de ver algo así. Y aún así, en cada apareamiento humano, mil millones de espermatozoides compiten para llegar a un solo óvulo. Multiplica esas posibilidades por las innumerables generaciones que ha habido de seres humanos, por las posibilidades de que tus antepasados vivieran, se conocieran, engendraran a ese hijo en concreto, a esa hija exactamente… hasta llegar a tu madre, que se enamorará de un hombre al que tiene todas las razones del mundo para odiar y de esa unión, de los miles de millones de niños que compiten para lograr fecundar el óvulo, fuiste tú, sólo tú, la que surgió. Destilar una forma tan específica a partir de tal caos de improbabilidades resulta tan difícil como que el aire se transforme en oro… El cenit de lo imposible. Un milagro termodinámico. Se podría decir eso de cualquier persona del mundo. Pero el planeta está tan lleno de gente, tan repleto de milagros, que acabamos considerándolos algo normal y olvidamos lo que son… Yo lo olvidé. Contemplamos la Tierra día tras día hasta que acaba convirtiéndose en un lugar al que consideramos monótono. Pero visto desde otro punto de vista, como si fuera algo nuevo, aún es capaz de asombrarnos. Ven, seca tus lágrimas, porque eres vida, algo más excepcional que un quark y más impredecible que lo que Heisenberg soñó jamás: la arcilla en la que las fuerzas que dan forma a todas las cosas dejan sus huellas de un modo más claro. Seca tus lágrimas… y volvamos a casa." Dr. Manhattan, WATCHMEN, Alan Moore
Alan Moore (Watchmen)
-Trazar se rige por la lógica. Menos cuando no lo hace. Por ejemplo: ver el subrojo equivale a ver el calor, de modo que ver el supervioleta debería equivaler a ver el frío, ¿correcto? -Correcto. -Pero no es así.
Brent Weeks (The Black Prism (Lightbringer, #1))
Y es que en la Tierra, el ejemplo es la ligazón más fuerte entre los hombres; toda acción despierta en los demás la voluntad de actuar con rectitud, de salir del sopor de la somnolencia y de llenar las horas de actividad.
Stefan Zweig (Los ojos del hermano eterno)
Surgió ahí la idea de que el dinero es inocente, aunque haya sido resultado de la muerte y el crimen, no puede considerarse culpable sino más bien neutral, un signo que sirve según el uso que cada uno le quiera dar. Y también la idea de que la plata quemada era un ejemplo de locura asesina. Sólo locos y asesinos y bestias sin moral pueden ser tan cínicos y tan criminales como para quemar quinientos mil dólares. Este acto (según los diarios) era peor que los crímenes que habían cometido, porque era un acto nihilista y un ejemplo de terrorismo puro.
Ricardo Piglia
La buena literatura nunca había tenido por objeto ser un ejemplo o eco de la vida real, sino que estaba hecha para abstraer al lector momentáneamente de la vida, liberando su mente de consideraciones para posibilitar su solaz con el glorioso lenguaje de vívidas composiciones de palabras en forma de ideas imaginarias o fantasiosas.
Colleen McCullough (El primer hombre de Roma)
Puedo escribir los versos más tristes esta noche. Escribir, por ejemplo: "La noche está estrellada, y tiritan, azules, los astros, a lo lejos". El viento de la noche gira en el cielo y canta. Puedo escribir los versos más tristes esta noche. Yo la quise, y a veces ella también me quiso. En las noches como ésta la tuve entre mis brazos. La besé tantas veces bajo el cielo infinito. Ella me quiso, a veces yo también la quería. Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos. Puedo escribir los versos más tristes esta noche. Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido. Oir la noche inmensa, más inmensa sin ella. Y el verso cae al alma como al pasto el rocío. Qué importa que mi amor no pudiera guardarla. La noche está estrellada y ella no está conmigo. Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos. Mi alma no se contenta con haberla perdido. Como para acercarla mi mirada la busca. Mi corazón la busca, y ella no está conmigo. La misma noche que hace blanquear los mismos árboles. Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos. Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise. Mi voz buscaba el viento para tocar su oído. De otro. Será de otro. Como antes de mis besos. Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos. Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero. Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido. Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos, mi alma no se contenta con haberla perdido. Aunque éste sea el último dolor que ella me causa, y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.
Pablo Neruda (Veinte poemas de amor y una canción desesperada)
He de decir, si usted no lo sabe por propia experiencia, que leer un buen libro, embebido en el interés de sus palabras y pensamientos, produce en algunas personas (en mí, por ejemplo) una increíble sensación de felicidad.
Isaac Asimov
Ha sido un ejemplo singular de la estupidez humana creer durante mucho tiempo que los judíos constituyeron una nación que había enseñado a todas las demás, cuando su mismo historiador Josefo confiesa que fue todo lo contrario.
Voltaire (Diccionario Filosófico (Spanish Edition))
Y si el oráculo ha nombrado a Sócrates, sin duda se ha valido de mí nombre como un ejemplo, y como si dijese a todos los hombres: «El más sabio entre vosotros es aquel que reconoce, como Sócrates, que su sabiduría no es nada».
Socrates
En realidad, siempre he pensado que no hay memoria colectiva, lo que quizá sea una forma de defensa de la especie humana. La frase “todo tiempo pasado fue mejor” no indica que antes sucedieran menos cosas malas, sino que —felizmente— la gente las echa en el olvido. Desde luego, semejante frase no tiene validez universal; yo, por ejemplo, me caracterizo por recordar preferentemente los hechos malos y, así, casi podría decir que “todo tiempo pasado fue peor
Ernesto Sabato (El túnel)
Saber que tal remedio ha curado a Calias atacado de tal enfermedad, que ha producido el mismo efecto en Sócrates y en muchos otros tomados individualmente, constituye la experiencia; pero saber que tal remedio ha curado toda clase de enfermos atacados de cierta enfermedad, los flemáticos, por ejemplo, los biliosos o los calenturientos, es arte.
Aristotle (Metafísica (Spanish Edition))
El tiempo se va. A veces pienso que tendría que ir apurado, que sacarle el máximo partido a estos años que quedan. Hoy en día, cualquiera puede decirme, después de escudriñar mis arrugas: Pero si usted todavía es un hombre joven. Todavía. ¿Cuántos años me quedan de todavía? Lo pienso y me entra el apuro, tengo la angustiante sensación de que la vida se me está escapando, como si mis venas se hubieran abierto y yo no pudiera detener mi sangre. Porque la vida es muchas cosas (trabajo, dinero, suerte, amistad, salud, complicaciones), pero nadie va a negarme que cuando pensamos en esa palabra Vida, cuando decimos, por ejemplo, que nos aferramos a la vida, la estamos asimilando a otra palabra más concreta, más atractiva, más seguramente importante: la estamos asimilando al Placer. Pienso en el placer (cualquier forma de placer) y estoy seguro de que eso es vida. De ahí el apuro, el trágico apuro de estos cincuenta años que me pisan los talones. Aún me quedan, así lo espero, unos cuantos años de amistad, de pasable salud, de rutinarios afanes, de expectativa ante la suerte, pero ¿cuántos me quedan de placer? Tenía veinte años y era joven; tenía treinta y era joven; tenía cuarenta y era joven. Ahora tengo cincuenta años y soy todavía joven. Todavía quiere decir: se termina.
Mario Benedetti (La tregua)
Lacan define como ‘héroe’ al sujeto que (a diferencia de Caddell pero como Edipo, por ejemplo) asume plenamente las consecuencias de su acto, es decir, que no da un paso al costado cuando la flecha que dispara completa su círculo y vuela de regreso a él, a diferencia del resto de nosotros, que nos empeñamos en realizar nuestro deseo sin pagar su precio.
Slavoj Žižek (Enjoy Your Symptom!: Jacques Lacan in Hollywood and Out)
Eso que tú consideras destino sólo es aplicable al pasado. Nuestro futuro sólo es predecible porque nosotros, como criaturas de este mundo, somos predecibles. Piensa en un ratón y un gato. —Nigel mostró la parte interior del brazo, donde un gato de pelaje leonado estiraba las zarpas hacia un ratón con rayas blancas y negras—. Cuando un gato ve un ratón, siempre lo perseguirá, a menos, quizá, que al gato lo persiga algo más grande, como un perro, por ejemplo. Nosotros somos muy similares.
Stephanie Garber (Caraval (Caraval, #1))
Es muy útil, cuando uno es joven, aprender la diferencia entre «literal» y «figurado». Si algo ocurre de forma literal, ocurre realmente; si algo ocurre de forma figurada, es como si estuviese ocurriendo. Si tú estás literalmente volando de alegría, por ejemplo, significa que estás saltando en el aire porque te sientes muy contento. Si, en sentido figurado, estás saltando de alegría, significa que estás tan contento que podrías saltar de alegría, pero que reservas tu energía para otros asuntos.
Lemony Snicket (The Bad Beginning (A Series of Unfortunate Events, #1))
— ¿Y cómo va a castigarnos? —No, quiero decir que ya lo está haciendo. Cortando la luz. —Ah, pero eso no es malo. Mamá se echa a reír. —¿Cómo que no? nos estamos helando, estamos comiendo verduras babosas... — Sí, pero pensaba que nos iba a castigar también a nosotros—trato de imaginar cómo —. si por ejemplo hubiera dos habitaciones, y me pusiera a mi en una y a ti en la otra
Emma Donoghue (Room)
Siempre he sido el que no encajaba en ningún lado, pero te diré que la vida está llena de mezclas estrambóticas. Fíjate, tenemos un ejemplo aquí mismo: la caja es cuadrada para una pizza redonda que comemos en porciones triangulares y el resultado es perfecto.
Elena Castillo Castro (La probabilidad del unicornio)
Había de transcurrir algún tiempo antes de que Aureliano se diera cuenta de que tanta arbitrariedad tenía origen en el ejemplo del sabio catalán, para quien la sabiduría no valía la pena si no era posible servirse de ella para inventar una manera nueva de preparar los garbanzos.
Gabriel García Márquez (One Hundred Years of Solitude)
Me emociona pensar que las palabras que yo pronuncio son las mismas que pronunciaba, por ejemplo, Cervantes, o encontrar en sus obras las palabras de mi infancia oídas tantas veces en boca de mis abuelos o mis padres o compañeros de escuela o de juegos. El lenguaje está cargado de los bordes del tiempo.>
Rafael Cadenas (Rafael Cadenas, Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances 2009 (Spanish Edition))
Todas las cosas se descubren después. La soledad, por ejemplo. No cuando creemos que estamos solos ni cuando nos sentimos abandonados. Eso es otra cosa. La soledad es invisible, se atraviesa sin saberlo, sin darnos cuenta. Al menos esta de la que hablo. Es una especie de conjunto vacío que se instala en el cuerpo, en el habla, y nos vuelve ininteligibles. Aparece inesperadamente al mirar hacia atrás, instalada en un momento en el que no habíamos reparado.
Verónica Gerber Bicecci (Conjunto vacío)
«Ahora me doy cuenta de que el verdadero encanto de la vida intelectual —la vida consagrada a la erudición, a las investigaciones científicas, a la filosofía, a la estética, a la crítica— es su facilidad. Es la sustitución de las complejidades de la realidad por simples esquemas intelectuales, o de los desconcertantes movimientos de la vida por la muerte formal y tranquila. Es incomparablemente más fácil saber muchas cosas, por ejemplo, acerca de la historia del arte y tener ideas profundas acerca de la metafísica y de la sociología, que saber intuitiva y personalmente algo acerca de nuestros semejantes, y llevar relaciones satisfactorias con nuestros amigos y nuestras amantes, nuestra mujer y nuestros hijos. Vivir es mucho más difícil que el sánscrito, la química o la economía política. La vida intelectual es un juego de niños; lo cual explica el que los intelectuales tiendan a convertirse en niños, y luego en imbéciles, y finalmente, como claramente de muestra la historia política e industrial de los últimos siglos, en lunáticos homicidas y bestias salvajes. Las funciones reprimidas no mueren; se deterioran, degeneran, retrogradan al estado primitivo. Pero, entretanto, es mucho más fácil ser un niño intelectual, o un lunático, o una bestia, que un hombre adulto y armonioso. He ahí por qué, entre otras razones, existe tanta demanda de educación superior. Las gentes se abalanzan hacia los libros y las universidades como hacia los cafés. Quieren ahogar su conciencia de las dificultades que presenta el vivir adecuadamente en este grotesco mundo contemporáneo: quieren olvidar su deplorable insuficiencia en el arte de la vida. Algunos ahogan sus penas en alcohol, mientras que otros, todavía más numerosos, las ahogan en los libros y en el diletantismo artístico; algunos tratan de olvidarse a sí mismos por medio de la fornicación, el baile, el cinematógrafo, la radiotelefonía; otros, por medio de conferencias y ocupaciones científicas. Los libros y las conferencias son mejores para ahogar las penas que la bebida y la fornicación: no dejan dolor de cabeza, ni aquella desesperante sensación del post coitum triste.»
Aldous Huxley (Point Counter Point)
Usted es escritor, tiene, como dijo hace poco, obligación de conocer las palabras, sabe que los adjetivos no sirven para nada, si una persona mata a otra, por ejemplo, sería mejor enunciarlo así y confiar que el horror del acto, por sí solo, fuese tan impactante que nos liberase de decir que fue horrible, Quiere decir que tenemos palabras de más, Quiero decir que tenemos sentimientos de menos, O los tenemos, pero dejamos de usar las palabras que los expresan, Y, en consecuencia, los perdemos,
José Saramago (Ensayo sobre la ceguera)
-No sé qué quieres decir. Yo soy libre. Libre de divertirme cuanto quiera. Hoy día todo el mundo es feliz. Bernard rió. -SI, hoy día todo el mundo el feliz. Eso es lo que ya les decimos a los niños a los cinco años. Pero ¿no te gustaría tener la libertad de ser feliz... de otra manera? A tu modo, por ejemplo; no a la manera de todos
Aldous Huxley (Un Mundo Feliz)
En la meditación zen, por ejemplo, se intenta alcanzar la pura negatividad del «no-...», es decir, el vacío, liberándose del Algo atosigante que se impone. La negatividad del «no-...» constituye un proceso extremadamente activo, a saber, es todo menos pasividad. Es un ejercicio que consiste en alcanzar en sí mismo un punto de soberanía, en ser centro.
Byung-Chul Han (La sociedad del cansancio: Segunda edición ampliada (Pensamiento Herder))
He necesitado hacer muchas cosas raras para librarme de la presencia de Bolaño en mi vida y en mi escritura. Hay influencias literarias que ayudan, que dan inspiración y fuerza, como Borges por ejemplo. Otros, como Nabokov y Bolaño, en mi caso, te destruyen, te obsesionan, te enferman, te impiden escribir. Puse a Bolaño en la novela para intentar exorcizarle.
Andrés Ibáñez
Actualmente, hablamos de lenguajes en plural, por tanto, de lenguajes cuyo significante no es la palabra: por ejemplo, el lenguaje del cine, de las artes figurativas, de las emociones, etcétera. Pero éstas son acepciones metafóricas. Pues el lenguaje esencial que de verdad caracteriza e instituye al hombre como animal simbólico es «lenguaje-palabra», el lenguaje de nuestra habla.
Giovanni Sartori (Homo videns: La sociedad teledirigida)
«Reconocer el terreno» significa observar un lugar concreto para poder urdir un plan. Por ejemplo, si eres un ladrón de bancos —aunque espero que no sea así—, quizá vayas al banco unos días antes de robarlo. Quizá con un disfraz, mires aquí y allá, observando a los guardas de seguridad, las cámaras y otros obstáculos, para poder planear cómo evitar que te capturen o te maten en el transcurso del robo.
Lemony Snicket (The Bad Beginning (A Series of Unfortunate Events, #1))
todos nacemos con una caja de cerillos en nuestro interior, no los podemos encender solos, necesitamos, como en el experimento, oxígeno y la ayuda de una vela. Sólo que en este caso el oxígeno tiene que provenir, por ejemplo, del aliento de la persona amada; la vela puede ser cualquier tipo de alimento, música, caricia, palabra o sonido que haga disparar el detonador y así encender uno de los cerillos.
Laura Esquivel (Como agua para chocolate)
Pero miniaturizar es también ocultar. Duchamp, por ejemplo, se sintió también atraído siempre por lo extremadamente pequeño, es decir, por todo lo que exigiera ser descifrado: emblemas, manuscritos, anagramas. Para él, miniaturizar significaba también hacer inservible: «Lo que está reducido se halla en cierto modo liberado de su significado. Su pequeñez es, al mismo tiempo, un toto y un fragmento [...]»
Enrique Vila-Matas (Historia abreviada de la literatura portátil)
Volvemos a lo mismo una y otra vez: usa tu cerebro, no dejes que tu cerebro te use a ti. La rabia en la carretera es un ejemplo de lo que ocurre cuando tu cerebro te utiliza, pero también lo son los recuerdos nocivos, las heridas de viejos traumas, los malos hábitos que no puedes dejar y, lo más trágico de todo, las adicciones descontroladas. Este es un tema muy importante al que debemos prestar atención.
Deepak Chopra (Supercerebro (Psicología) (Spanish Edition))
Toda vida, le dijo esa noche Epifanio a Lalo Cura, por más feliz que sea, acaba siempre en dolor y sufrimiento. Depende, dijo Lalo Cura. ¿Depende de qué, buey? De muchas cosas, dijo Lalo Cura. Si te pegan un balazo en la nuca, por ejemplo, y el pinche asesino se acerca sin que lo escuches, te vas al otro mundo sin dolor y sin sufrimiento. Pinche escuincle, dijo Epifanio. ¿A ti han pegado muchos tiros en la nuca?
Roberto Bolaño (2666)
Todo es tan confuso por estos días, no se sabe quién piensa qué, qué es bien o qué está mal. Quizás esté vencido un orden de cosas y haya llegado la hora de reestructurar. O de des: desestructurar. Lo viejo, lo rancio. ¿Dónde se aloja el mal? ¿En la mentira? ¿Qué es lo que causa dolor? ¿Es la expectativa? ¿Y cuál es la diferencia entre dolor y sufrimiento, uno es noble y el otro no? ¿Y cuál es el umbral? De lo que se puede soportar. ¿Es cultural o individual? Si uno no espera nada de nada no habría decepción sino sólo suceso, hecho, presente. Sin especulación. ¿Es la especulación, entonces, lo que hace daño, lo que hiere? Es probable. Y sin embargo todo esto no se superpone con el deseo, el deseo es una fuerza que está bien, que moviliza, pero sin sentenciar. La expectativa de vida, por ejemplo, esa noción. Siempre duele que alguien muera, ¿por qué? ¿Porque se quería más? Más de uno, más de sí mismo, más del otro en el mundo, más; donde todo se convierte entonces en una cuestión de cantidad. Eso, también, debería vencerse alguna vez.
Romina Paula (Acá todavía)
Pero esto no es más que un pequeño ejemplo. Las personas se engañan unas a otras del modo más natural y, sorprendentemente, sin resultar lastimadas. Parecen no darse ni cuenta de la superchería. Creo que su vida está llena de ejemplos nítidos, puros y claros de desconfianza. No obstante, a nadie parece preocuparle este intercambio de falsedades. Yo mismo engaño a los demás desde la mañana a la noche con mis bufonerías. No tengo el menor interés en eso que los libros de texto llaman moral. Me cuesta entender que el ser humano viva o quiera vivir con pureza, claridad y felicidad en medio de toda esta mentira mutua. Nunca me han explicado la razón de esta habilidad. Si lo hicieran, quizás me librarían del terror que siento por ellos o de mis representaciones desesperadas. O quizá también de mi enfrentamiento con ellos y del infierno que experimentaba todas las noches.
Osamu Dazai
Por ejemplo, los utopianos no pueden entender por qué alguien debería estar tan fascinado por el brillo opaco de un pequeño pedazo de piedra cuando tiene para mirar todas las estrellas del cielo, o cómo alguien puede ser tan tonto de creerse mejor que otros porque sus ropas están hechas con un hilado de lana más fino. Después de todo, esa ropa tan fina fua alguna vez llevada por una oveja, la que nunca dejó por eso de ser algo más que una oveja
Thomas More (Utopia)
¿En la aristocracia, por ejemplo, no están en manos de las personas ilustradas; en la oligarquía, en las de los hombres ricos; y en la democracia, en la de los hombres libres? ¿No deben algunas magistraturas organizarse sobre estas diversas bases? ¿No hay casos en que es bueno que sean las mismas, y casos en que es bueno que sean diferentes? ¿No conviene, que teniendo las mismas atribuciones, sea su poder unas veces restringido y otras muy amplio?
Aristotle (La Política)
Si algo he aprendido es esto: la Naturaleza no es justa ni la justicia es parte del orden natural. En el orden natural al que pertenecemos todos, el animal más fuerte se come al más débil. Por ejemplo, un león, si tiene hambre, se come un ciervo o o ave estruz, y nadie se lo reprocha. Luego, al envejecer, el león pierde sus fuerzas y los ciervos o las aves estruces se lo podrían comer si quisieran. De este modo restablecerían la justica, pero, ¿acaso lo hacen?
Eduardo Mendoza (El asombroso viaje de Pomponio Flato)
Tomemos el ejemplo de una diapositiva proyectada en la pared o en una pantalla. Sabemos perfectamente que, aunque vemos la imagen proyectada en la pared o la pantalla, la misma no está ahí sino adentro de la máquina. Lo mismo ocurre con nuestros problemas. Cuando estos aparecen, son sólo una proyección de lo que está pasando adentro nuestro y no afuera. Sin embargo, nos pasamos la vida tratando de cambiar la pantalla. Ahí no está el problema. Buscamos la solución en el lugar equivocado.
Mabel Katz (El Camino Mas Facil Edicion Especial)
Ahora sabemos que el cerebro puede formar nuevos axones y dendritas hasta el final de la vida, lo que aumenta enormemente las esperanzas de poder prevenir la senilidad, por ejemplo, y de preservar nuestra capacidad mental de manera indefinida. (La capacidad del cerebro para crear nuevas conexiones es tan extraordinaria que un feto a punto de nacer forma unas 250.000 células cerebrales nuevas por minuto y, por tanto, millones de nuevas conexiones sinápticas en ese mismo período de tiempo).
Deepak Chopra (Supercerebro (Psicología) (Spanish Edition))
En su Teofanía, Teccam habla de los secretos y los llama "tesoros dolorosos de la mente". Explica que lo que la mayoría de la gente considera secretos no lo son en realidad. Los misterios, por ejemplo, no son secretos. Tampoco lo son los hechos poco conocidos ni las verdades olvidadas. Un secreto, explica Teccam, es un conocimiento cierto activamente ocultado. Los filósofos llevan siglos cuestionando su definición. Señalan los problemas lógicos, las lagunas, las excepciones. Pero en todo este tiempo ninguno ha conseguido presentar una definición mejor. Quizá eso nos aporte más información que todas las objeciones juntas. En un capítulo posterior, menos conocido y menos discutido, Teccam expone que existen dos tipos de secretos. Hay secretos de la boca y secretos del corazón. La mayoría de los secretos son secretos de la boca. Chismes compartidos y pequeños escándalos susurrados. Esos secretos ansían liberarse por el mundo. Un secreto de la boca es como una china metida en la bota. Al principio apenas la notas. Luego se vuelve molesta, y al final, insoportable. Los secretos de la boca crecen cuanto más los guardas, y se hinchan para presionar contra tus labios. Luchan para que los liberes. Los secretos del corazón son diferentes. Son íntimos y dolorosos, y queremos, ante todo, escondérselos al mundo. No se hinchan ni presionan buscando una salida. Moran en el corazón, y cuanto más se los guarda, más pesados se vuelven. Teccam sostiene que es mejor tener la boca llena de veneno que un secreto del corazón. Cualquier idiota sabe escupir el veneno, dice, pero nosotros guardamos esos tesoros dolorosos. Tragamos para contenerlos todos los días, obligándolos a permanecer en lo más profundo de nosotros. Allí se quedan, volviéndose cada vez más pesados, enconándose. Con el tiempo, no pueden evitar aplastar el corazón que los contiene. Los filósofos modernos desprecian a Teccam, pero son buitres picoteando los huesos de un gigante. Cuestionad cuanto queráis: Teccam entendía la forma del mundo.
Patrick Rothfuss (The Wise Man’s Fear (The Kingkiller Chronicle, #2))
Con respecto a la creencia de que los seres orgánicos fueron creados hermosos para recreo del hombre (creencia que, se ha anunciado, derriba toda nuestra teoría) debemos primero hacer notar que el sentido de la belleza depende evidentemente de la naturaleza del espíritu, con independencia de toda cualidad real en el objeto admirado, y que la idea de lo que es hermoso ni es innata ni inalterable. Vemos esto, por ejemplo, en los hombres de razas diferentes, que admiran un tipo enteramente distinto de belleza
Charles Darwin (El Origen de las Especies)
Estoy seguro de que en el transcurso de vuestra vida os habréis dado cuenta de que las habitaciones de las personas reflejan su personalidad. En mi habitación, por ejemplo, he reunido una colección de objetos que son importantes para mí, y que incluyen un polvoriento acordeón en el que puedo tocar algunas canciones tristes, un legajo de notas sobre las actividades de los huérfanos Baudelaire y una fotografía borrosa, hecha hace mucho tiempo, de una mujer llamada Beatrice. Son objetos muy valiosos e importantes para mí.
Lemony Snicket
- Dicen por ahí que está usted a punto de abrir una librería. Eso significa que no le importa enfrentarse a cosas inverosímiles. (…) - ¿Por qué cree que abrir una librería es inverosímil? -le gritó al viento-. ¿La gente de Hardoborough no quiere comprar libros? - Han perdido el deseo por las cosas raras -dijo Raven mientras seguía limando-. Se venden más arenques ahumados, por ejemplo que truchas están medio ahumadas y tienen un sabor más delicado. Y no me diga usted que los libros no constituyen una rareza en si mismos.
Penelope Fitzgerald (The Bookshop)
el sentido de la belleza depende evidentemente de la naturaleza del espíritu, con independencia de toda cualidad real en el objeto admirado, y que la idea de lo que es hermoso ni es innata ni inalterable. Vemos esto, por ejemplo, en los hombres de razas diferentes, que admiran un tipo enteramente distinto de belleza en sus mujeres. Si los objetos hermosos hubieran sido creados únicamente para goce del hombre, habría que probar que antes de que el hombre apareciese había menos belleza en la faz de la tierra que desde que él se presentó en escena.
Charles Darwin (El Origen de las Especies (Spanish Edition))
- ¡Abuela, vamos a por coques! Das órdenes como si el mundo te perteneciese, como si el mundo terminase en la cancela de la entrada. ¿Y no te pertenece, acaso? ¿Hay algo más? Hay algo más. Lo sabes porque a veces se cuela por la tele. Hoy, por ejemplo. Estás desayunando en el taburete alto un Cola Cao con muchos grumos y tostadas blanditas. No hay tostador en el Huerto y la abuela te las hace en la sartén. El salón es tuyo; te gusta levantarte pronto porque el salón es tuyo. Solo estás con la abuela, que hace gazpacho en la cocina. Aún no lo sabes, ahora solo miras fijamente a Oliver y Benji mientras masticas. Pero un día vas a creer que el amor es eso: compartir un espacio haciendo cosas distintas. Cómo vas a saberlo ahora, si eres puro pelo despeinado y esa camiseta que te queda grande y las bragas contra la madera del taburete. Pero un día lo creerás: dos soledades en un mismo espacio. Ella corta tomates y tú ves los dibujos y al cabo de un rato llega tu prima. ¿Te gusta esa ruptura de la soledad? No lo vas a saber nunca. Te lo digo con ternura, no es una amenaza. Nunca lo vas a saber.
Marta Jiménez Serrano (Los nombres propios)
Dentro del inmenso océano de la poesía distinguía varias corrientes: maricones, maricas, mariquitas, locas, bujarrones, mariposas, ninfos y filenos. Las dos corrientes mayores, sin embargo, eran la de los maricones y la de los maricas. Walt Whitman, por ejemplo, era un poeta maricón. Pablo Neruda, un poeta marica. William Blake era maricón, sin asomo de duda, y Octavio Paz marica. Borges era fileno, es decir de improviso podía ser maricón y de improviso simplemente asexual. Rubén Darío era una loca, de hecho la reina y el paradigma de las locas. —En nuestra lengua, claro está —aclaró—; en el mundo ancho y ajeno el paradigma sigue siendo Verlaine el Generoso. Una loca, según San Epifanio, estaba más cerca del manicomio florido y de las alucinaciones en carne viva mientras que los maricones y los maricas vagaban sincopadamente de la Ética a la Estética y viceversa.
Roberto Bolaño (The Savage Detectives)
Todo el mundo descubrió temprano que yo había nacido con la ambigua capacidad de engañar, de convencer a la gente sobre cualquier cosa. Y tenían razón. Yo habría sido un gran abogado. El más hijo de puta de todos. El más respetado, el que más culpables ricos habría salvado de la cárcel, el que más inocentes pobres habría metido en prisión. Un gran abogado, sí señor. Una mierda de persona. Hasta tendría un chalet con pileta, un auto grandote. Pero gracias a Dios, para cada oficio espurio hay uno noble. Incluso si tu talento en la tierra es el de mentir. Yo por ejemplo elegí contar cuentos y decir públicamente barbaridades sin importancia. Si mi talento hubiera consistido en correr atrás de una pelota, también tendría una opción correcta y otra incorrecta: mediocampista o árbitro. Y así podríamos seguir toda la tarde: payaso o político, carpintero o banquero, primera dama o puta.
Hernán Casciari
Estoy poseído desde hace mucho por esta ansia de destripar de verdad a alguien que me pone cachondo. El chico holandés, en este caso, porque es el último ejemplo. La idea me hace sudar y temblar en este preciso momento. Brazos, piernas, por todas partes. Si él estuviera encerrado conmigo en este retrete, y si yo tuviera una navaja, supongo, o, aún mejor, garras, prescindiría de esa minúscula parte de mi cerebro que piensa que el asesinato es algo malo, signifique esto lo que signifique. Me pondría de pie, o trataría de ponerme de pie, y le haría picadillo. Pero como no tengo al chico, ni valor, ni arma, me quedo aquí, escribiendo, masturbándome. Que es lo que está haciendo mi mano izquierda mientras la otra escribe. Pero dentro de la cabeza tiene lugar la violencia más espectacular. Un chico estalla, se derrumba. Parece un tanto falsa, puesto que mis únicos modelos son películas gore, pero es increíblemente intensa.
Dennis Cooper (Frisk)
Lo que a mí me parece mal en los periódicos es que soliciten todos los días nuestra atención para cosas insignificantes, mientras que los libros que contienen cosas esenciales no los leemos más que tres o cuatro veces en toda nuestra vida. (...) Debían aparecer en el periódico los pensamientos de Pascal, por ejemplo. Y en esos tomos de cantos dorados que no abrimos más que cada diez años es donde debiéramos leer que la reina de Grecia ha salido para Cannes, o que la duquesa de León ha dado un baile de trajes -añadió Swann dando muestra de ese desdén por las cosas mundanas que afectan algunos hombres de este mundo.
Marcel Proust (Du côté de chez Swann (À la recherche du temps perdu, #1))
Tengo treinta años y todavía me siento como una niña pequeña. Todavía miro alrededor para ver qué hacen los demás y así asegurarme de que no soy completamente distinta; todavía miro alrededor en busca de ayuda, de un codazo amistoso y un consejo dicho en voz baja. Pero al parecer no atraigo la atención de nadie. Nadie más parece estar mirando alrededor preguntándose qué hacer. ¿Por qué será que me siento como si fuese la única persona que está confundida y preocupada por las decisiones que he tomado y el futuro que me aguarda? Mire donde mire, sólo veo personas que tiran adelante. Quizá tendría que seguir su ejemplo.
Cecelia Ahern (Love, Rosie)
No me preocupa que cuando Brian y yo nos encontramos a solas en el bosque, en su tejado o en el salón de su casa viendo beisbol en la tele (qué más da), él instale entre los dos una cerca electrificada y yo me guarde de acercarme demasiado a riesgo de morir electrocutado, pero que cuando estamos en público, en el Quiosco, por ejemplo, la cerca desaparezca y nos convirtamos en dos torpes imanes que chocan y se tropiezan constantemente, que se rozan las manos, los brazos, las piernas, los hombros, se dan palmaditas en la espalda, a veces incluso en la pierna, por nada en concreto excepto porque es como tragarse un rayo.
Jandy Nelson (I'll Give You the Sun)
Una vida activa cumple con la finalidad de brindar al hombre la posibilidad de desempeñar un trabajo que le proporciona valores creativos; una vida contemplativa también le concede la posibilidad de hallar la plenitud al experimentar la belleza, el arte o la naturaleza. Pero también atesora sentido una vida exenta de creación o contemplación, que solo admite una única capacidad de respuesta: la actitud de mantenerse erguido ante su inexorable destino, como por ejemplo en un campo de concentración. En esas condiciones, al hombre se le niega el valor de la creación o de la vivencia, pero aun así la vida ofrece un sentido. De manera que todos los aspectos de la vida son significativos; también el sufrimiento. Si hay un sentido en la vida, entonces debe haber un sentido en el sufrimiento. La experiencia indica que el sufrimiento es parte sustancial de la vida, como el destino y la muerte. Sin ellos, la existencia quedaría incompleta.
Viktor E. Frankl (El hombre en busca de sentido)
¡Los ángeles del sexo! Son maravillosos precisamente por lo mucho que sorprenden, por lo mucho que cambian. Tú por ejemplo, con tu aspecto de que nunca te han tocado, puedo imaginarte mordiendo y arañando. Estoy seguro que te cambiaría hasta la voz. He visto cambiar tanto... Hay voces de mujer que suenan como ecos poéticos y sobrenaturales. Luego, cambian. Los ojos cambian. Creo que todas esas leyendas sobre personas que por la noche se transforman en animales -como la historia del hombre lobo, por ejemplo- fueron inventadas por hombres que vieron transformarse por la noche a las mujeres, a las criaturas idealizadas y veneradas, en animales, y las creyeron endemoniadas.
Anaïs Nin (Pájaros de fuego)
Busco la perfección. Por eso es tan difícil. –¿Un amor perfecto? –¡No! No pido tanto. Lo que quiero es simple egoísmo. Un egoísmo perfecto. Por ejemplo: te digo que quiero un pastel de fresa, y entonces tú lo dejas todo y vas a comprármelo. Vuelves jadeando y me lo ofreces. «Toma, Midori. Tu pastel de fresa», me dices. Y te suelto: «¡Ya se me han quitado las ganas de comérmelo!». Y lo arrojo por la ventana. Eso es lo que yo quiero. –No creo que eso sea el amor -le dije con semblante atónito. –Sí tiene que ver. Pero tú no lo sabes -replicó Midori-. Para las chicas, a veces esto tiene una gran importancia. –¿Arrojar pasteles de fresa por la ventana? –Sí. Y yo quiero que mi novio me diga lo siguiente: «Ha sido culpa mía. Tendría que haber supuesto que se te quitarían las ganas de comer pastel de fresa. Soy un estúpido, un insensible. Iré a comprarte otra cosa para que me perdones. ¿Qué te apetece? ¿Mousse de chocolate? ¿Tarta de queso?». –¿Y qué sucedería a continuación? –Pues que yo a una persona que hiciera esto por mí la querría mucho.
Haruki Murakami (Norwegian Wood)
La autoridad del Estado no puede ser un fin en sí misma, porque ello significaría consagrar la inviolabilidad de toda tiranía en el mundo. Si por los medios que están al alcance de un gobierno se precipita una nacionalidad en la ruina, entonces la rebelión no es sólo un derecho, sino un deber para cada uno de los hijos de ese pueblo. La pregunta: "¿cuándo se presenta este caso?", no se resuelve mediante disertaciones teóricas, sino por la acción y por el éxito. Como todo gobierno, por malo que sea y aún cuando haya traicionado una y mil veces los intereses de una nacionalidad, reclama para sí el deber que tiene de mantener la autoridad del Estado, el instinto de conservación nacional en lucha contra un gobierno semejante tendrá que servirse, para lograr su libertad o su independencia, de las mismas armas que aquél emplea para mantenerse en al mando. Según esto, la lucha será sostenida por medios "legales" mientras el poder que se combate no utilice otros; pero no habrá que vacilar ante el recurso de medios ilegales si es que el opresor mismo se sirve de ellos. En general, no debe olvidarse que la finalidad suprema de la razón de ser de los hombres no reside en el mantenimiento de un Estado o de un gobierno: su misión es conservar su Raza. Y si esta misma se hallase en peligro de ser oprimida o hasta eliminada, la cuestión de la legalidad pasa a un plano secundario. Entonces poco importará ya que el poder imperante aplique en su acción los mil veces llamados medios "legales"; el instinto de conservación de los oprimidos podrá siempre justificar en grado superlativo el empleo de todo recurso. Sólo así se explican en la Historia ejemplos edificantes de luchas libertarias contra la esclavitud (interna o externa) de los pueblos. En este caso el derecho humano se impone sobre el derecho político. Si un pueblo sucumbe sin luchar por los derechos del hombre, es porque al haber sido pesado en la balanza del Destino resultó demasiado débil para tener la suerte de seguir subsistiendo en el mundo terrenal. Porque quien no está dispuesto a luchar por su existencia o no se siente capaz de ello es que ya está predestinado a desaparecer, y esto por la justicia eterna de la Providencia. ¡El mundo no se ha hecho para los pueblos cobardes!
Adolf Hitler (Mi Lucha)
Y la belleza es una forma de genio más elevada, en verdad, que el genio; no tiene necesidad de explicación. La belleza es la maravilla de las maravillas, únicamente la gente limitada no juzga por las apariencias, el verdadero misterio del mundo es el visible, no el invisible. Viva la vida maravillosa que tiene en usted, busque siempre nuevas sensaciones, que no lo asuste nada… Todos nos convertimos en horrorosos polichinelas alucinados por el recuerdo de las pasiones que nos atemorizan y de las tentaciones a las que no tuvimos el valor de ceder. A usted el mundo le pertenece, no hay nada que no pueda hacer con su personalidad y su gracia. No hemos sido enviados al mundo para pregonar nuestros prejuicios morales, yo, por ejemplo, no hago nunca el menor caso de lo que dice la gente vulgar, ni intervengo jamás en lo que hace la gente encantadora
Oscar Wilde
Los estoicos adoptaron la clasificación de Sócrates de los cuatro aspectos de la virtud, que consideraban que eran cuatro rasgos de carácter estrechamente relacionados: sabiduría (práctica), valor, templanza y justicia. La sabiduría práctica nos permite tomar decisiones que mejoran nuestra eudaimonía, la buena vida (desde el punto de vista ético). El valor puede ser físico, pero en un sentido más amplio se refiere al aspecto moral, por ejemplo la capacidad para actuar bien bajo circunstancias adversas, como hicieron Prisco y Malala. La templanza nos permite controlar nuestros deseos y nuestras acciones para que no nos dejemos llevar por los excesos. La justicia, para Sócrates y los estoicos, no se refiere a una teoría abstracta de cómo se tiene que gobernar la sociedad, sino más bien a la práctica de tratar a los otros seres humanos con dignidad y ecuanimidad.
Massimo Pigliucci (Cómo ser un estoico: Utilizar la filosofía antigua para vivir una vida moderna (Ariel) (Spanish Edition))
Por ejemplo, muchos pájaros e insectos que desaparecen a causa de los agrotóxicos creados por la tecnología son útiles a la misma agricultura, y su desaparición deberá ser sustituida con otra intervención tecnológica, que posiblemente traerá nuevos efectos nocivos. Son loables y a veces admirables los esfuerzos de científicos y técnicos que tratan de aportar soluciones a los problemas creados por el ser humano. Pero mirando el mundo advertimos que este nivel de intervención humana, frecuentemente al servicio de las finanzas y del consumismo, hace que la tierra en que vivimos en realidad se vuelva menos rica y bella, cada vez más limitada y gris, mientras al mismo tiempo el desarrollo de la tecnología y de las ofertas de consumo sigue avanzando sin límite. De este modo, parece que pretendiéramos sustituir una belleza irreemplazable e irrecuperable, por otra creada por nosotros.
Pope Francis (Laudato Si': On the Care of Our Common Home)
un nuevo estudio ha demostrado que el estrés rutinario bloquea el córtex prefrontal, la parte del cerebro responsable de la toma de decisiones, de la corrección de errores y de la evaluación de situaciones. Esa es la razón de que la gente se vuelva loca en los atascos de tráfico. Se trata de un estrés rutinario, pero la rabia, la frustración y la impotencia que sienten algunos conductores indica que su corteza prefrontal ha dejado de regular los impulsos primarios que debe controlar. Volvemos a lo mismo una y otra vez: usa tu cerebro, no dejes que tu cerebro te use a ti. La rabia en la carretera es un ejemplo de lo que ocurre cuando tu cerebro te utiliza, pero también lo son los recuerdos nocivos, las heridas de viejos traumas, los malos hábitos que no puedes dejar y, lo más trágico de todo, las adicciones descontroladas. Este es un tema muy importante al que debemos prestar atención.
Deepak Chopra (Supercerebro (Psicología) (Spanish Edition))
La feminidad se devalúa tres veces más rápido que la masculinidad. Dicho de otro modo, una mujer (bio- o tecno-) de cuarenta y cinco años está fuera del mercado heterosexual, mientras que un hombre debe esperar a los sesenta y cinco para quedar obsoleto. Podríamos calcular la edad real en la economía heterocapitalista de una mujer sumándole quince años para acercarle a su equivalente masculino, restándole dos por cada suplemento de belleza (talla de pecho, delgadez, largura y espesor del pelo, etc.) y sumándole dos años por cada detrimento político y social (divorcio, número de hijos —cada hijo suma dos años—, desempleo, etc.). Tomemos un ejemplo: Héléne tiene treinta y dos años, es una bio-mujer divorciada con un hijo, se conserva en buena forma, hace yoga, es guapa, aunque no tiene un cuerpo perfecto, está delgada y trabaja en una compañía de seguros: 32 + 15 + 2 + 2- 2- 2- 2= 45. Esta es la dura realidad.
Paul B. Preciado (Testo Junkie: Sex, Drugs, and Biopolitics in the Pharmacopornographic Era)
La gente siempre intentará quitarte el poder. Si las cosas te van bien, dirán que es porque eres rica y tus padres son unos peces gordos. También la gente que te aprecia intentará quitarte el poder, aunque éstos lo harán de otro modo. Si fracasas en lo que sea, intentarán alentarte diciendo que nadie es perfecto y que no deberías ser tan exigente contigo misma. Te dirán, por ejemplo, que no debes preocuparte por haber suspendido un examen de matemáticas, porque las mates son difíciles para las chicas. O que no debes indignarte tanto por la injusticia que reina en el mundo, porque no podrás remediarla. Y por muy buenas que sean sus intenciones, de esa manera estarán pidiéndote menos de lo que puedes ser. _ Sintió una opresión en el pecho y trató de librarse con otra respiración profunda_ . Una manera de afianzar tu poder es aprendiendo cuándo hay que dar un paso adelante, cuando reconocer que estabas equivocada y cuándo plantear batalla.
Susan Elizabeth Phillips (Ain't She Sweet?)
[...] Eso es muy corto, joven; yo os abono que podíais variar bastante el tono. Por ejemplo: Agresivo: «Si en mi cara tuviese tal nariz, me la amputara.» Amistoso: «¿Se baña en vuestro vaso al beber, o un embudo usáis al caso?» Descriptivo: «¿Es un cabo? ¿Una escollera? Mas ¿qué digo? ¡Si es una cordillera!» Curioso: «¿De qué os sirve ese accesorio? ¿De alacena, de caja o de escritorio?» Burlón: «¿Tanto a los pájaros amáis, que en el rostro una alcándara les dais?» Brutal: «¿Podéis fumar sin que el vecino —¡Fuego en la chimenea!— grite?» Fino: «Para colgar las capas y sombreros esa percha muy útil ha de seros.» Solícito: «Compradle una sombrilla: el sol ardiente su color mancilla.» Previsor: «Tal nariz es un exceso: buscad a la cabeza contrapeso.» Dramático: «Evitad riñas y enojos: si os llegara a sangrar, diera un Mar Rojo.» Enfático: «¡Oh nariz!… ¡Qué vendaval te podría resfriar? Sólo el mistral.» Pedantesco: «Aristófanes no cita más que a un ser sólo que con vos compita en ostentar nariz de tanto vuelo: El Hipocampelephantocamelo.» Respetuoso: «Señor, bésoos la mano: digna es vuestra nariz de un soberano.» Ingenuo: «¿De qué hazaña o qué portento en memoria, se alzó este monumento?» Lisonjero: «Nariz como la vuestra es para un perfumista linda muestra.» Lírico: «¿Es una concha? ¿Sois tritón?» Rústico: «¿Eso es nariz o es un melón?» Militar: «Si a un castillo se acomete, aprontad la nariz: ¡terrible ariete!» Práctico: «¿La ponéis en lotería? ¡El premio gordo esa nariz sería!» Y finalmente, a Píramo imitando: «¡Malhadada nariz, que, perturbando del rostro de tu dueño la armonía, te sonroja tu propia villanía!» Algo por el estilo me dijerais si más letras e ingenio vos tuvierais; mas veo que de ingenio, por la traza, tenéis el que tendrá una calabaza y ocho letras tan sólo, a lo que infiero: las que forman el nombre: Majadero. Sobre que, si a la faz de este concurso me hubieseis dirigido tal discurso e, ingenioso, estas flores dedicado, ni una tan sólo hubierais terminado, pues con más gracia yo me las repito y que otro me las diga no permito.
Edmond Rostand (Cyrano de Bergerac)
Una religión -cualquier religión- es una forma de tranquilizarse y pensar que lo que es ahora siempre será: que todo está diseñado y controlado desde aquí hasta el fin de los tiempos, y que el poder-un dios, los dioses- ha sido y será el mismo. Si un fiel creyera que los poderes universales cambian ¿quién podría prometerle una vida eterna? Y los poderosos -reyes, emperadores- se colgaron de esta idea: nuestro poder no debe cambiar porque está basado en el Gran Poder que nunca cambia: el derecho divino. Una religión necesita lo inmutable; por eso, por ejemplo, las reacciones violentísimas de la Iglesia católica cuando ciertos fulanos de hace un par de siglos empezaron a hurgar rastros geológicos, cuevas, huesos, y demostraron que el mundo era mucho más viejo que lo que contaba la Biblia, y que no siempre había sido como es: que había habido animales extraños, que las vacas y las pulgas no habían sido creadas por el Señor sino por la evolución de las especies, que los hombres éramos monos bien tuneados. Nada podía ser más subversivo -y subvirtió.
Martín Caparrós
TRASTORNO DE DISMORFIA CORPORAL Explica Germaine Greer en su mencionado libro, La mujer completa, cómo funciona esa perversa relación entre belleza, salud, autoestima y codicia capitalista en lo que se refiere a las mujeres. Así, expone que toda mujer sabe que por muchos que sean sus demás méritos, no vale nada si no es guapa o atractiva o aparenta serlo. También sabe que cada día que pasa va perdiendo implacablemente la belleza, poca o mucha, que posee. Aunque sea extraordinariamente hermosa, jamás será suficientemente bella. Siempre habrá alguna parte de su cuerpo que no dará la talla. Ejemplo: «Cualquiera que sea la cantidad de vello que tenga, siempre será excesiva. Si su cuerpo es lo bastante delgado, sus senos son esmirriados. Si tiene un pecho abundante, seguro que el culo es demasiado gordo. Descubrí muy pronto que una mujer hermosa no se considera en absoluto bella. A menudo vive atenazada por la inseguridad. Toda mujer tiene algo que no le gusta de su aspecto.»331 Pero ningún ejemplo mejor que la explicación sobre el Trastorno de dismorfia corporal (TDC), definido por los científicos como la preocupación anormal por algún supuesto defecto del propio cuerpo. Cita Greer la reunión anual del Real Colegio de Psiquiatría estadounidense que ya en 1996 explicó que los individuos que sufren este trastorno tienen muchas dificultades en su vida social, presentan una fuerte incidencia de depresiones y un 25 %
Nuria Varela (Feminismo para principiantes)
¿SABES QUÉ ES UN "HOT BUTTON"? TEN CUIDADO QUE SABER UTILIZARLOS PUEDE DARTE UN PODER PELIGROSAMENTE PODEROSO... ESTO NO ES FICCIÓN... son generalmente palabras, pero pueden ser también imágenes e incluso aromas o situaciones, que se encuentran asociados con sentimientos y recuerdos muy profundos y fuertes, ya sean buenos o malos. Al activarse el Hot Button, la persona evoca casi involuntariamente estos sentimientos, provocando muchas veces una desestabilización emocional o cambios abruptos de actitud –explicó Augustus mientras Nicolás lo escuchaba atentamente. Todos tenemos en nuestro interior Hot Buttons, algunos evidentes, otros, ocultos en la profundidad de nuestro inconsciente. Al ser “presionados”, disparan automáticamente fuertes emociones. Como dije anteriormente, los Hot Buttons pueden ser a veces positivos y en otras, negativos. Por ejemplo, en el amor solemos encontrar abundantemente de los dos tipos. Un lugar, una foto, un perfume, una canción, una persona, una palabra, un texto, hasta cosas aparentemente insignificantes, a veces te hacen transportar casi inevitablemente a fuertes recuerdos y sensaciones. Uno va caminando por la calle, concentrado en temas laborales y justo escucha sin querer “aquella” canción del primer beso de un GRAN AMOR. Si esta canción te hace acordar a un amor frustrado, posiblemente estemos hablando de un Hot Button negativo; si -en cambio- te recuerda al actual amor, probablemente sea positivo. En ambos casos, es muy probable que a causa del mismo nos cambie el humor del momento, la concentración y hasta incluso actuemos diferente respecto a si no hubiésemos escuchado “esa” canción. Más de uno en estos casos, habrá llegado casi desesperado a su trabajo, y rastreado ese viejo número telefónico que estaba guardado en algún lugar recóndito… Negativos, hay miles también. Muchos se relacionan con complejos y malas experiencias sufridas. El que se quema con leche, ve una vaca y llora, dicen con sabiduría. Los complejos de inferioridad, en todas sus variantes, contienen muchísimos Hot Buttons. Ni que hablar de aquellas personas que tienen problemas con su ego y autoestima. ¡Qué tema el EGO!… Muchas veces, en peleas entre personas cercanas, se suelen decir “verdades” espantosas y crueles, ya que embargadas por su ira, no se contienen, no filtran y no miden entonces sus palabras, ni sus consecuencias. En estas ocasiones, se suele meter el dedo en la llaga y esto suele provocar un aumento estrepitoso de la riña, que muchas veces incluso deriva en secuelas no deseadas… Meter el dedo en la llaga, es sin duda haber apretado un Hot Buttons muy concreto... La cuestión es que si alguien logra identificar tus Hot Buttons, se imaginan lo que pueden provocar en vos si sabe utilizarlos… qué miedo… ¿no?... ¿Vos tenes identificados cuáles son tus Hot Buttons? Contanos… Gonzalo GUMA
Gonzalo Guma (Equinoccio. Susurros del destino)
Escribir es algo muy extraño, como tú muy bien sabes. El lector abre el libro y se encuentra, por ejemplo, dentro de un avión, volando sobre el océano. Para el lector esto es normal, un libro más, otro libro. Podría estar en un avión como en cualquier otro sitio. Luego el avión sufre un accidente y cae al mar. El lector lo sigue, digamos que con interés, pero de momento nada le sorprende en exceso. Un avión, un accidente. Pero para el escritor, ese avión, el accidente, el mar, son milagros. Es un milagro conseguir escribir que un hombre está dentro de un avión y que al leer el libro uno deje de pensar en otra cosa y sienta que realmente está dentro de ese avión, que ese avión y ese accidente tienen realidad. Al escritor le parecen milagros cosas que el lector acepta sin problemas y sin excesiva sorpresa. Cuando el escritor consigue que una página tenga realidad, sabe que no debe tocarla mucho y que puede estropearla al intentar mejorarla. Creo que a veces eso es lo que pasa: que uno sabe que ha logrado crear una sensación, la sensación de un personaje, de un espacio, de una situación, y ya no quiere tocar ni una palabra por miedo a que esa sensación desaparezca. Hay otros pasajes, en cambio, que uno corrige con manía de orfebre, con obsesión casi, durante semanas y semanas. En estos sí se puede. Es muy difícil saber qué se puede y qué no se puede hacer en una página. Hay que desarrollar una gran intuición para saberlo.
Andrés Ibáñez
Mi abuela tenía una teoría muy interesante, decía que si bien todos nacemos con una caja de cerillos en nuestro interior, no los podemos encender solos, necesitamos, como en el experimento, oxígeno y la ayuda de una vela. Sólo que en este caso el oxígeno tiene que provenir, por ejemplo, del aliento de la persona amada; la vela puede ser cualquier tipo de alimento, música, caricia, palabra o sonido que haga disparar el detonador y así encender uno de los cerillos. Por un momento nos sentiremos deslumbrados por una intensa emoción. Se producirá en nuestro interior un agradable calor que irá desapareciendo poco a poco conforme pase el tiempo, hasta que venga una nueva explosión a reavivarlo. Cada persona tiene que descubrir cuáles son sus detonadores para poder vivir, pues la combustión que se produce al encenderse uno de ellos es lo que nutre de energía el alma. En otras palabras, esta combustión es su alimento. Si uno no descubre a tiempo cuáles son sus propios detonadores, la caja de cerillos se humedece y ya nunca podremos encender un solo fósforo. Claro que también hay que poner mucho cuidado en ir encendiendo los cerillos uno a uno. Porque si por una emoción muy fuerte se llegan a encender todos de un solo golpe producen un resplandor tan fuerte que ilumina más allá de lo que podemos ver normalmente y entonces ante nuestros ojos aparece un túnel esplendoroso que nos muestra el camino que olvidamos al momento de nacer y que nos llama a reencontrar nuestro perdido origen divino. El alma desea reintegrarse al lugar de donde proviene, dejando al cuerpo inerte...
Laura Esquivel (Like Water for Chocolate)
Mi padre era un hombre decente. O, por lo menos, eso que llamaríamos un hombre decente: alguien que, en las pequeñas circunstancias de la vida, prefiere no complicarse con las molestias de la indecencia. Uno que, por ejemplo, si al salir de la panadería desecubre que se lleva, además de las facturas, pebetes y miñones, un cuarto kilo de cuernitos sin pagar, vuelve al local, compone una sonrisa tímida, turbada - que le sale perfecta- e intenta un chiste malo para decirle a la dueña que ha vuelto porque es un hombre decente: -¡Vengo a denunciar un robo! Le dirá, por ejemplo, y que él es el delincuente que acaba de llevarse el cuarto de cuernitos sin previo abono de su precio estipulado. O sea: mi padre era un hombre cómodo, que nunca quiso tomarse el trabajo de ver qué haía un poco más allá de la decencia, de la conveniencia, de los buenos modales y las reglas morales. La decencia, en general, es cuestión de falta de imaginación o de pereza, y mi padre tenía, por lo que sé, bastante de las dos. Aunque, por supuesto, no sé qué habría pasado si alguna vez la tentación de la indecencia lo hubiera asaltado en serio, armada de una buena recompensa. Es fácil ser decente cuando te cuesta un cuarto de cuernitos; de allí en más se hace más y más difícil, hasta que llega al punto en que cada cual encuentra su temperatura de fundido. Si no hay metal que resista el calor pertinente, ¿por qué habría hombres o mujeres? Es - si existen tales cosas - una de esas verdades innegables; sabiéndolo, ¿no es preferible ahorrarse el fuego de decenas, cientos de grados celsius, y fundirse cin tanto despilfarro?
Martín Caparrós
Mi abuela tenía una teoría muy interesante, decía que si bien todos nacemos con una caja de cerillas en nuestro interior, no las podemos encender solos, necesitamos oxígeno y la ayuda de una vela. Sólo que en este caso, el oxígeno tiene que provenir, por ejemplo, del aliento de la persona amada; la vela puede ser cualquier tipo de alimento, música, caricia, palabra o sonido que haga disparar el detonador y así encender una de las cerillas. Por un momento nos sentiremos deslumbrados por una intensa emoción. Se producirá en nuestro interior un agradable calor que irá desapareciendo poco a poco conforme pase el tiempo, hasta que venga una nueva explosión que haga reavivarlo. Cada persona tiene que descubrir cuáles son sus detonadores para poder vivir, pues la combustión que se produce al encenderse una de ellas es lo que nutre de energía el alma. En otras palabras, esta combustión es su alimento. Si uno no descubre a tiempo cuáles son sus propios detonadores, la caja de cerillas se humedece y ya nunca podremos encender un solo fósforo. Si eso llega a pasar el alma huye de nuestro cuerpo, camina errante por las tinieblas más profundas tratando vanamente de encontrar alimento por sí misma, ignorante de que sólo el cuerpo que ha dejado inerme, lleno de frío, es el único que podría dárselo. Por eso hay que permanecer alejados de personas que tengan un aliento gélido. Su sola presencia podría apagar el fuego más intenso, con los resultados que ya conocemos. Mientras más distancia tomemos de estas personas, será más fácil protegernos de su soplo. Hay muchas maneras de poner a secar una caja de cerillas húmeda, pero puede estar segura de que tiene remedio. Claro que también hay que poner mucho cuidado en ir encendiendo las cerillas una a una. Porque si por una emoción muy fuerte se llegan a encender todas de un solo golpe, producen un resplandor tan fuerte que ilumina más allá de lo que podemos ver normalmente y entonces ante nuestros ojos aparece un túnel esplendoroso que nos muestra el camino que olvidamos al momento de nacer y que nos llama a reencontrar nuestro perdido origen divino. El alma desea reintegrarse al lugar de donde proviene, dejando al cuerpo inerte… Desde que mi abuela murió he tratado de demostrar científicamente esta teoría. Tal vez algún día lo logre
Laura Esquivel (Como Água Para Chocolate)
Dejando a un lado la cuestión de la genialidad de los representantes del pueblo, considérese simplemente el carácter complejo de los problemas pendientes de solución, aparte de los ramos diferentes de actividad en que deben adoptarse decisiones, y se comprenderá entonces la incapacidad de un sistema de gobierno que pone la facultad de la decisión final en manos de una asamblea, entre cuyos componentes sólo muy pocos poseen los conocimientos y la experiencia requeridos en los asuntos a tratar. Pues así como las más importantes medidas en materia económica resultan sometidas a un foro cuyos miembros, en sus nueve décimas partes, carecen de la preparación necesaria. Lo mismo ocurre con otros problemas, dejando siempre la decisión en manos de una mayoría compuesta de ignorantes e incapaces, pues la organización de esa institución permanece inalterada, al paso que los problemas que en ella son tratados se extienden a todos los ámbitos de la vida pública. Es completamente imposible que los mismos hombres que tratan de asuntos de transportes se ocupen, por ejemplo, de una cuestión de alta política exterior. Sería preciso que todos fuesen genios universales, los que tan sólo de siglo en siglo aparecen. Infelizmente, se trata no de verdaderas "cabezas" pero sí de diletantes, tan vulgares que incluso están convencidos de su valor. De ahí proviene también la ligereza con que frecuentemente estos señores deliberan y resuelven cuestiones que serían motivo de honda reflexión aun para los más esclarecidos talentos. Allí se adoptan medidas de enorme trascendencia para el futuro de un Estado como si no se tratase de los destinos de toda una nacionalidad, sino solamente de una partida de naipes, que es lo que resultaría más propio de tales políticos. Sería naturalmente injusto creer que todo diputado de un parlamento semejante se halle dotado de tan escasa noción de responsabilidad. No. De ningún modo. Pero, el caso es que tal sistema, forzando al individuo a ocuparse de cuestiones que no conoce, lo corrompe paulatinamente. Nadie tiene allí el valor de decir: "Señores, creo que no entendemos nada de este asunto; yo al menos no tengo ni idea". Esta actitud tampoco modificaría nada porque, aparte de que una prueba tal de sinceridad quedaría totalmente incomprendida, no por un tonto honrado se resignarían los demás a sacrificar su juego. Quien, además, conoce a los hombres, comprende que en una sociedad tan ilustre nadie quiere ser el más tonto y, en ciertos círculos, honestidad es siempre sinónimo de estupidez. Así es como el representante aún sincero es obligado forzosamente al camino de la mentira y de la falsedad. Justamente la convicción de que la reacción individual poco o nada modificaría, mata cualquier impulso sincero que por ventura surja en uno u otro. A fin de cuentas, se convencerá de que, personalmente, lejos está de ser el primero entre los otros y que con su colaboración tal vez impida males mayores.
Adolf Hitler (Mi Lucha)
He aquí algo sobre el honor de los poetas. Yo tenía diecisiete años y unos deseos irrefrenables de ser escritor. Me preparé. Pero no me quedé quieto mientras me preparaba, pues comprendí que si así lo hacía no triunfaría jamás. Disciplina y un cierto encanto dúctil, ésas son las claves para llegar a donde uno se proponga. Disciplina: escribir cada mañana no menos de seis horas. Escribir cada mañana y corregir por las tardes y leer como un poseso por las noches. Encanto, o encanto dúctil: visitar a los escritores en sus residencias o abordarlos en las presentaciones de libros y decirles a cada uno justo aquello que quiere oír. Aquello que quiere oír desesperadamente. Y tener paciencia, pues no siempre funciona. Hay cabrones que te dan una palmadita en la espalda y luego si te he visto no me acuerdo. Hay cabrones duros y crueles y mezquinos. Pero no todos son así. Es necesario tener paciencia y buscar. Los mejores son los homosexuales, pero, ojo, es necesario saber en qué momento detenerse, es necesario saber con precisión qué es lo que no uno quiere, de lo contrario puedes acabar enculado de balde por cualquier viejo maricón de izquierda. Con las mujeres ocurre tres cuartas partes de lo mismo: las escritoras españolas que pueden echarte un cable suelen ser mayores y feas y el sacrificio a veces no vale la pena. Los mejores son los heterosexuales ya entrados en la cincuentena o en el umbral de la ancianidad. En cualquier caso: es ineludible acercarse a ellos. Es ineludible cultivar un huerto a la sombra de sus rencores y resentimientos. Por supuesto, hay que empollar sus obras completas. Hay que citarlos dos o tres veces en cada conversación. ¡Hay que citarlos sin descanso! Un consejo: no criticar nunca a los amigos del maestro. Los amigos del maestro son sagrados y una observación a destiempo puede torcer el rumbo del destino. Un consejo: es preceptivo abominar y despacharse a gusto contra los novelistas extranjeros, sobre todo si son norteamericanos, franceses o ingleses. Los escritores españoles odian a sus contemporáneos de otras lenguas y publicar una reseña negativa de uno de ellos será siempre bien recibida. Y callar y estar al acecho. Y delimitar las áreas de trabajo. Por la mañana escribir, por la tarde corregir, por las noches leer y en las horas muertas ejercer la diplomacia, el disimulo, el encanto dúctil. A los diecisiete años quería ser escritor. A los veinte publiqué mi primer libro. Ahora tengo veinticuatro y en ocasiones, cuando miro hacia atrás, algo semejante al vértigo se instala en mi cerebro. He recorrido un largo camino, he publicado cuatro libros y vivo holgadamente de la literatura (aunque si he de ser sincero, nunca necesité mucho para vivir, sólo una mesa, un ordenador y libros). Tengo una colaboración semanal con un periódico de derechas de Madrid. Ahora pontifico y suelto tacos y le enmiendo la plana (pero sin pasarme) a algunos políticos. Los jóvenes que quieren hacer una carrera como escritor ven en mí un ejemplo a seguir. Algunos dicen que soy la versión mejorada de Aurelio Baca. No lo sé. (A los dos nos duele España, aunque creo que por el momento a él le duele más que a mí). Puede que lo digan sinceramente, pero puede que lo digan para que me confíe y afloje. Si es por esto último no les voy a dar el gusto: sigo trabajando con el mismo tesón que antes, sigo produciendo, sigo cuidando con mimo mis amistades. Aún no he cumplido los treinta y el futuro se abre como una rosa, una rosa perfecta, perfumada, única. Lo que empieza como comedia acaba como marcha triunfal, ¿no?
Roberto Bolaño (The Savage Detectives)
Díjele que entre nosotros existía una sociedad de hombres educados desde su juventud en el arte de probar con palabras multiplicadas al efecto que lo blanco es negro y lo negro es blanco, según para lo que se les paga. El resto de las gentes son esclavas de esta sociedad. Por ejemplo: si mi vecino quiere mi vaca, asalaria un abogado que pruebe que debe quitarme la vaca. Entonces yo tengo que asalariar otro para que defienda mi derecho, pues va contra todas las reglas de la ley que se permita a nadie hablar por si mismo. Ahora bien; en este caso, yo, que soy el propietario legítimo, tengo dos desventajas. La primera es que, como mi abogado se ha ejercitado casi desde su cuna en defender la falsedad, cuando quiere abogar por la justicia -oficio que no le es natural- lo hace siempre con gran torpeza, si no con mala fe. La segunda desventaja es que mi abogado debe proceder con gran precaución, pues de otro modo le reprenderán los jueces y le aborrecerán sus colegas, como a quien degrada el ejercicio de la ley. No tengo, pues, sino dos medios para defender mi vaca. El primero es ganarme al abogado de mi adversario con un estipendio doble, que le haga traicionar a su cliente insinuando que la justicia está de su parte. El segundo procedimiento es que mi abogado dé a mi causa tanta apariencia de injusticia como le sea posible, reconociendo que la vaca pertenece a mi adversario; y esto, si se hace diestramente, conquistará sin duda, el favor del tribunal. Ahora debe saber su señoría que estos jueces son las personas designadas para decidir en todos los litigios sobre propiedad, así como para entender en todas las acusaciones contra criminales, y que se los saca de entre los abogados más hábiles cuando se han hecho viejos o perezosos; y como durante toda su vida se han inclinado en contra de la verdad y de la equidad, es para ellos tan necesario favorecer el fraude, el perjurio y la vejación, que yo he sabido de varios que prefirieron rechazar un pingüe soborno de la parte a que asistía la justicia a injuriar a la Facultad haciendo cosa impropia de la naturaleza de su oficio. Es máxima entre estos abogados que cualquier cosa que se haya hecho ya antes puede volver a hacerse legalmente, y, por lo tanto, tienen cuidado especial en guardar memoria de todas las determinaciones anteriormente tomadas contra la justicia común y contra la razón corriente de la Humanidad. Las exhiben, bajo el nombre de precedentes, como autoridades para justificar las opiniones más inicuas, y los jueces no dejan nunca de fallar de conformidad con ellas. Cuando defienden una causa evitan diligentemente todo lo que sea entrar en los fundamentos de ella; pero se detienen, alborotadores, violentos y fatigosos, sobre todas las circunstancias que no hacen al caso. En el antes mencionado, por ejemplo, no procurarán nunca averiguar qué derechos o títulos tiene mi adversario sobre mi vaca; pero discutirán si dicha vaca es colorada o negra, si tiene los cuernos largos o cortos, si el campo donde la llevo a pastar es redondo o cuadrado, si se la ordeña dentro o fuera de casa, a qué enfermedades está sujeta y otros puntos análogos. Después de lo cual consultarán precedentes, aplazarán la causa una vez y otra, y a los diez, o los veinte, o los treinta años, se llegará a la conclusión. Asimismo debe consignarse que esta sociedad tiene una jerigonza y jerga particular para su uso, que ninguno de los demás mortales puede entender, y en la cual están escritas todas las leyes, que los abogados se cuidan muy especialmente de multiplicar. Con lo que han conseguido confundir totalmente la esencia misma de la verdad y la mentira, la razón y la sinrazón, de tal modo que se tardará treinta años en decidir si el campo que me han dejado mis antecesores de seis generaciones me pertenece a mí o pertenece a un extraño que está a trescientas millas de distancia.
Jonathan Swift (Los viajes de Gulliver)