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En cuanto dieron el banderazo, los ciclistas de la Molteni salieron esprintando con Eddy Merckx entre ellos y explotó el caos. Muchos de los favoritos iban en mitad de pelotón o en cola, como el propio líder Ocaña, que incluso había salido unos segundos más tarde porque estaba terminando una entrevista radiofónica. Todos intentaron remontar posiciones en la bajada, acompañados por sus gregarios, que trataban de abrirles paso. Y sucedió lo inevitable: un corredor nervioso que intenta colarse por una esquina, manillares que se enganchan, ruedas que se tocan, montones de ciclistas que ruedan por los suelos. La carrera estaba rota. Por delante, el equipo de Merckx tiraba con la ayuda de otros aliados de ocasión. Después, el grupo de Ocaña intentaba cazarlos, con el propio Ocaña pasando a los relevos con todas sus fuerzas.
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Ander Izagirre (Cómo ganar el Giro bebiendo sangre de buey: Literatura de viaje (Spanish Edition))