Doble Cara Quotes

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Citizenship in a Republic” (Ciudadano de una república) que el expresidente Theodore Roosevelt pronunciara en la Sorbona en 1910: No es el crítico el que importa; el que señala cómo tropieza el fuerte o qué habría podido hacer mejor el resuelto. El mérito es de quien está en el ruedo, cubierta la cara de polvo, sudor y sangre; de quien lucha con valentía; de quien falla y se equivoca una y otra vez, porque no hay esfuerzo sin tacha ni error; de quien asume la responsabilidad de actuar; de quien conoce grandes entusiasmos y devociones; de quien se entrega a una buena causa; de quien al final conoce el triunfo de su empeño y que si, en el peor de los casos, fracasa, lo hace al menos habi
Jeff Sutherland (Scrum: El arte de hacer el doble de trabajo en la mitad de tiempo)
El estrés es mi arma de doble filo. De cara a los demás lo utilizo como gasolina para empujar, para llegar más lejos, para alcanzar lo que parecía imposible… Una vez finalizada la tarea, personalmente me deja como si una apisonadora hubiera pasado cien veces sobre mí. Buscar momentos para rebajar el nivel de estrés en la fase inicial hace que la apisonadora sólo pase un par de veces y me resulte más fácil recuperarme.
Raúl Hernández (Efectividad Kenso: Tu método personalizado para decidir qué hacer con tu tiempo y tu vida (Alienta) (Spanish Edition))
Y pareciera que todos andamos esperando la primera lluvia para relajarnos, para decirle adiós al eterno verano y por fin asumir el año que recién comienza en marzo, cuando el país retoma su agenda de burócrata planificado, cuando de un dos por tres se pasa del febrero ocioso a las carreras por las tiendas buscando el uniforme escolar, porque los niños ahora crecen de pronto. Uno no se da ni cuenta y los pitufos te miran desde arriba, alegando por la ingeniosa ley que acorta las vacaciones y los mete de sopetón en el odiado primer día de clases. Ese latero reencuentro con la institución educadora, con esos profesores almidonados que les dan la bienvenida con la sonrisa chueca. Los profes que ahora son jóvenes, recién egresados de las universidades, que fuman pitos e igual odian dejar el carrete, los jeans y las zapatillas para entrar en su doble vida de impecables reformadores. Y quizás, ese es el único punto en que alumnos y profesores se encuentran realmente, planchando la ropa, ordenando papeles y cuadernos para comparecer en el bostezo ritual de la primera mañana escolar. Allí, alineados en el patio, separados por curso y género (porque se fomenta la fornicación adolescente, dicen los educadores). A esa hora de la mañana, tener que escuchar los interminables discursos de la directora, que con los ojos blancos, cacarea su oración por la santa patria, por el puro Chile que te educa para ser chileno (qué novedad), por las buenas costumbres, que por lo general son para los estudiantes chupamedias, que escuchan en primera fila con cara de santurrones el discurso de la señora. Mientras atrás, a puro pellizcón, los inspectores mantienen a raya a los desordenados, a los pailones de la última fila, los que no se cansan de joder con sus bromas y chistes picantes. Los que se tiran peos e inundan el ordenado aire de la mañana escolar con ese olor rebelde. Tal vez son los únicos que escuchan el discurso de la directora, los únicos que le ponen atención para imitarla, para remedarle su curso y mentirosa acogida. Y la escuchan porque la odian, porque saben que ella no los pasa, detesta su música, su ropa y sus peinados y su desfachatez de pararse en el mundo así. Y llega cada año con nuevos reglamentos e ideas y talleres lateros para que sus niños ocupen mejor el tiempo. Los estudiantes de la última fila saben que la directora nunca los pierde de vista. Y por cualquiera anotación pasarán por su oficina cabizbajos, escuchando el mismo sermoneo, la misma citación de apoderados, el mismo: «Hasta cuándo González. Hasta cuándo, Loyola. Hasta cuándo, Santibáñez. ¿Nunca se va a aburrir de hacer tanto desorden?». Y la verdad, los alumnos de la última fila seguirán con sus manotazos y pifias mientras la sagrada educación nacional no los represente. Mientras les alarguen la tortura de las clases hasta las cuatro de la tarde, ellos seguirán riéndose del tiempo extra que gasta el estado para domarlos. Si nadie les pregunto, si nadie les dijo a ellos, que son los únicos afectados. Y por eso los chicos andan a patadas con los bancos, escupiendo con rabia a espaldas del inspector que los manda a cortarse el pelo. Ese largo pelo que durante las vacaciones se lo lavaron y cuidaron como seda. Esa hermosa cascada de cabello que los péndex se sueltan femeninos cuando van a la disco. Tal vez lo único ganado de todas las revoluciones y muchas juveniles. Esa larga bandera de pelo que los chicos desatan clandestinamente y la educación se las arrebata de un zarpazo.
Pedro Lemebel (Zanjón de la Aguada)
No se renueva el personal de esta calle: el elenco de la prostitución gasta su último centavo en maquillaje bajo una luz polvorienta que se le pega a la cara. Una doble hilera de caries, dentadura de casas desmoronadas es la escenografía de esta Danza Macabra trivial bailongo sabatino en la pústula de la ciudad.   Es una cara conocida llena de costurones con lívidas cicatrices bajo unos centavos de polvo, y que emerge de todas las grietas de la ciudad, en este barrio más antiguo que el Barrio de los Alquimistas como la cara sin cuerpo del caracol ofreciéndose en los dos sexos de su cuello andrógino blandamente fálico y untado de baba vaginal
Enrique Lihn
Pues convengamos en que estáis triste porque no estáis alegre, y en que os sería por demás grato reír, saltar y decir que estáis alegre porque no estáis triste. Ahora, por Jano, el de la doble cara, la Naturaleza se goza a veces en formar seres raros. Los hay que están siempre predispuestos a entornar los ojos y a reír como una cotorra delante de un simple tocador de cornamusa, y otros que tienen una fisonomía tan avinagrada, que no descubrirían sus dientes para sonreír, aun cuando el mismo grave Néstor jurara que acababa de oír una chirigota regocijante.
Anonymous
Somos luz, ¿sabe?, nada más que luz: somos la luz que se les ofrece a los bateadores de críquet al final del día, los ojos brillantes del amado, el resplandor de la cerilla de seguridad en la ventana del edificio alto, las estrellas y nebulosas en plena gloria nocturna, la luna creciente a través de los cables del tranvía, la lámpara de nafta brillando sobre la carretilla del vendedor ambulante… Cuando perdimos nuestro ser etéreo y nos encarnamos, nos ralentizamos, espesamos y congelamos en… -se agarró ambos lados de la cara y los agitó-…, en esto. El alma misma es un recuerdo que conservamos de los tiempos en que nos desplazábamos a la velocidad de la luz y con su densidad. La primera etapa de nuestra Disciplina aquí consiste en aprender cómo se recupera esa rarefacción, esa condición luminosa, para ser de nuevo capaces de ir a donde deseemos, a través de los cuernos de linterna, a través del cristal y, con el tiempo, aunque corramos el riesgo de partirnos por la mitad, a través del espato de Islandia, que es una expresión en cristal de la velocidad de la Tierra mientras corre por el Éter, alterando las dimensiones y creando una refracción doble… -Se detuvo ante la puerta-. Coma algo, es usted un buen chico.
Thoas Pynchon