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ÂżPARADOJAS DEL DESTINO?
SentĂ un silencio frĂo y absoluto.
¡Dani! ¡Hijito! ÂżEstás bien? ÂżDĂłnde estás? ÂżTe hiciste daño?¡¿Daniiiii?! ÂżPor quĂ© no me contestás hijo? QuĂ© oscuro y frĂo está todo. No puedo ver nada. QuĂ© silencio. ÂżDani? ÂżMe escuchás? ÂżEstás bien hijito? No tendrĂa que haber mirado ese mensaje mientras manejaba. ¡QuĂ© estĂşpido que soy a veces! Hijito, Âżestás bien? ¡Volcamos y nos hicimos pelota! No veo ni escucho nada, no sĂ© dĂłnde estoy.
¿Estaré internado? ¿Estaré muerto? ¿Dani? Me mata tu silencio. ¡¿Estás bien?!
Pará, ya puedo ver un leve resplandor. Me siento atrapado. Dani, Âżestás ahĂ? Carajo, no puedo moverme. Estoy como envuelto en un plástico. Tengo que salir de acá. Hay una luz Âżla ves Dani? Es cada vez más intensa. A ver, sĂ, creo que puedo romper esta envoltura. Ya estoy casi afuera. La luz me enceguece. QuĂ© lugar más extraño. Nunca habĂa visto algo asĂ Âży vos?
No se parece a la Tierra. ÂżEstarĂ© muerto? ÂżEn otro planeta? ¡Uy, por Dios, y esos monstruos espantosos! ¡QuĂ© asquerosos y espeluznantes que son! Parecen extraterrestres. ¡Son Aliens! ¡Estoy en otro planeta, claramente! No puedo creerlo. Necesito escapar urgente o estos monstruos seguro que me devoran. Tengo que alejarme. Tengo mucho miedo. ÂżEstoy flotando? ÂżEstoy volando? SĂ, vuelo. ÂżA ver? Voy a subir más alto para tratar de escapar.
Ya no veo a los Aliens y el paisaje parece menos aterrador. Creo que lo logrĂ©. Hay mucho viento. ÂżEs eso una carretera? Se ven como unos vehĂculos allá abajo. ÂżSerán los transportes de los extraterrestres? Voy a descender un poco. ¡Veo personas! ÂżEstoy en la Tierra? ÂżSerá esto un universo paralelo? ÂżDĂłnde estará Dani? ¡Daniiiiii! No tendrĂa que haber mirado ese mensaje mientras manejaba.
Esa torre que está allá abajo se parece mucho al tanque de agua de mi pueblo. Es idĂ©ntica; pero la torre de mi pueblo no tiene ese inmenso edificio al lado. Todo esto es muy semejante a mi barrio, pero no es exactamente igual: hay muchos más edificios acá. AhĂ está el rĂo. Ah, y la fábrica. Definitivamente es mi barrio, pero luce algo diferente. Debo estar en un universo paralelo nomás.
Es increĂble que pueda flotar. La gente parece no advertir mi presencia. ÂżSerĂ© un fantasma?
Tengo que volver a mi casa para ver si está Dani. Dios quiera que estĂ© sano y salvo. Gabriela debe estar preocupadĂsima por el choque.
¡AhĂ está mi casa! ÂżY esos autos de quiĂ©nes serán? La fachada está pintada de otro color. ¡QuĂ© extraño todo! Hay alguien en el jardĂn. ¡QuĂ© crecidos están los árboles que plantĂ© en primavera!
Es…es… ¡¿Dani?! SĂ, ¡sĂ! ¡Es Dani! Pero quĂ© cambiado está, parece más grande, parece… ¡todo un muchacho! Lo importante es que está bien por suerte. Necesito abrazarlo bien fuerte y decirle cuánto lo quiero. ÂżPodrá verme si soy un fantasma? Me voy a acercar despacito para no asustarlo. Necesito tocarlo, acariciarlo.
ÂżNo me ve? Me voy a acercar más. Ahora sĂ, al menos moviĂł la cabeza, creo que ya notĂł mi presencia.
¡Qué hambre me agarró de golpe! ¡No puedo detenerme! ¡¿Qué haces hijito?! ¡Soy yo! ¡Tu papá! ¿Hijito querido? ¡No puedo frenarme! ¡Tengo demasiada hambre! ¡Ahhhh qué ricoooo! ¡Qué placeeeer! ¡Nooo Daniii! ¡Noooooo!... ¡Soy tu papá!...
¡Pafffff!
–Mamá, trae repelente que está lleno de mosquitos en el jardĂn –gruñó Daniel, mientras limpiaba en su pantalĂłn la sangre que tenĂa en la palma de su mano derecha. Gabriela, que justo salĂa, frenĂł con brusquedad su marcha, se dio vuelta hacia la casa, y gritĂł:
-¡Querido, trae por favor el repelente que está arriba de la chimenea!
De nuevo el silencio frĂo y absoluto.
FIN
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Gonzalo Guma (Equinoccio. Susurros del destino)