Cuando Alguien Muere Quotes

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Cuando alguien muere se transforma en la gente que ha conocido. Sus recuerdos perduran, su vida se divide entre la gente que lo conoció. Es como si se multiplicaran entra mucha gente.
Albert Espinosa (The Yellow World)
Nuestra muerte ilumina nuestra vida. Si nuestra muerte carece de sentido, tampoco lo tuvo nuestra vida. Por eso cuando alguien muere de muerte violenta, solemos decir: "se la buscó". Y es cierto, cada quien tiene la muerte que se busca, la muerte que se ] Si la muerte nos traiciona y morimos de mala manera, todos se lamentan: hay que morir como se vive. La muerte es intransferible, como la vida. Si no morimos como vivimos es porque realmente no fue nuestra vida que vivimos: no nos pertenecía como no nos pertenece la mala suerte que nos mata. Dime cómo mueres y te diré quién eres.
Octavio Paz (The Labyrinth of Solitude and Other Writings)
Aprendí que cuando te mueres por los huesos de alguien y no vas a ser correspondido, el mejor favor que te pueden hacer es darte con la puerta en las narices. Nada duele más en estos casos que un poco de compasión, porque con la esperanza se abre una herida que no deja de supurar.
Rocío Carmona (La gramática del amor)
Cuando alguien muere, la gente parece amarlo más que nunca. Todo lo malo que hizo, lo errores que cometió, las injusticias que perpetró, todo eso se olvida. Después de que morimos, todos somos buenas personas, y los vivos fingen estar compungidos. Apenas unos pocos sienten de verdad tu falta. El resto solo aparece como si de pronto necesitáramos su presencia mientras que, antes, ellos se habían evaporado.
Anna K. Franco (Brillarás)
Quizás existe una palabra para designar lo contrario del duelo, lo que se siente no después de que alguien muere sino cuando reaparece; lo que se siente cuando de súbito recuperamos a alguien que había permanecido ausente hasta de nuestros sueños.
Alejandro Zambra (Poeta chileno)
...cuando alguien muere, pensamos que ya se ha hecho tarde para cualquier cosa, para todo —más aún para esperarlo—, y nos limitamos a darlo de baja. También a nuestros allegados, aunque nos cueste mucho más y los lloremos, y su imagen nos acompañe en la mente cuando caminamos por las calles y en casa, y creamos durante mucho tiempo que no vamos a acostumbrarnos. Pero desde el principio sabemos —desde que se nos mueren— que ya no debemos contar con ellos, ni siquiera para lo más nimio, para una llamada trivial o una pregunta tonta ('¿Me he dejado ahí las llaves del coche?', ¿A qué hora salían hoy los niños?'), para nada. Nada es nada. En realidad es incomprensible, porque supone tener certidumbres y eso está reñido con nuestra naturaleza: la de que alguien no va a venir más, ni a decir más, ni a dar un paso ya nunca —para acercarse ni para apartarse—, ni a mirarnos, ni a desviar la vista. No sé cómo lo resistimos, ni cómo nos recuperamos. No sé cómo nos olvidamos a ratos, cuando el tiempo ya ha pasado y nos ha alejado de ellos, que se quedaron quietos.
Javier Marías (Los enamoramientos)
Cuando alguien muere aprendemos más sobre la vida de lo que sabemos sobre el fallecido
John Katzenbach (The Analyst)
Cuando alguien muere —somos todos escritores aunque no seamos del todo conscientes de ello— uno llora en realidad por la imposibilidad de corregirlo, la hipótesis trunca para siempre de que tal vez las cosas pudieron haber estado mejor escritas.
Rodrigo Fresán (La velocidad de las cosas)
Ojalá se parase el mundo. Pero cuando alguien a quien quieres muere, el mundo no se para.
Dolores Redondo (Ofrenda a la tormenta (Trilogía del Baztán, #3))
Cuando alguien a quien amamos muere, deseamos volver a encontrarlo en otro estado y albergamos a medias la esperanza de que la imaginación consiga recrearlo con el mismo aspecto de su vestimenta mortal.
Mary Wollstonecraft Shelley (The Last Man)
Los suspiros, el ritmo de nuestros latidos, las contracciones de parto, los orgasmos, acaban todos por acompasarse, igual que los relojes de péndulo colocados uno cerca del otro pronto sincronizan su vaivén. Las luciérnagas en un árbol se encienden y se apagan como una sola. El sol sale y se pone. La luna crece y mengua y el periódico suele caer en el porche a las seis y treinta y cinco de la mañana. El tiempo se detiene cuando alguien muere. Por supuesto se detiene para ellos, quizá, pero para los que sufren la pérdida el tiempo se desquicia. (Del cuento Espera un momento)
Lucia Berlin (A Manual for Cleaning Women: Selected Stories)
Jamás te hubiese hecho daño, no podría te quiero" "No puedes obligarle a amarte si ha elegido a otra. Debes dejarle ir. No debes confundir el deseo de dominar y proteger con el amor" "Quise ser lo q no soy y ahora no consigo ser lo que debería. Soy un monstruo" "Se quien soy, como se atreve a decir que no lo sé. Me encanta ser licantropa. Adoro la dulce transformacion y la belleza que me da en medio de la noche. Cuando salgo a cazar, cazo animales salvajes,según las leyes de la diosa. No mato animales domésticos solo para divertirme" "Según la historia de los humanos estamos malditos" "Soy una loup garou, una volkodlak una metamórfica. No me convierto exactamente en una loba sino en algo parecido" "Cuando un lider muere por el diente de un lobo, el vencedor liderea la manada. Cuando un lider muere por el diente del destino, se convoca la Ordalía, porque solo puede liderear lo más ágiles y fuertes" "Ya no hay tierras salvajes donde escondernos. No podemos correr en manadas por las montañas donde los viajeros desaparecen durante meses, no hay selvas negras que lleve días sin recorrer y hace muchos siglos desde que reinábamos en pequeños reinos en el centro oscuro de Europa donde nos veneraban como dioses. Hay homo sapiens por todas partes, son más numerosos que nosotros, y el homo lupus debe convivir con ellos" "Aunque no puedan transformarse, son la bestia de sus propias pesadillas. Es una bendicion para nosotros poder exorcizar estos demonios. A veces es nuestra maldicion" "Que dice la leyenda? El hombre lobo puede morir por la bala de plata que dispara quien le ha amado..." "Cuando amamos a alguien queremos que sea nuestra pareja en forma humana y de lobo
Annette Curtis Klause (Blood and Chocolate)
No estoy seguro de que, llegados a este punto, sigamos siendo realmente humanos, al menos aquellos de nosotros que somos como la mayoría de nosotros: los que crecimos con la televisión y el cine y ahora internet. Si alguien nos traiciona, sabemos qué palabras decir; cuando muere un ser amado, sabemos qué palabras decir; si queremos hacernos el machote o el listillo o el loco, sabemos qué palabras decir. Todos seguimos el mismo guión manoseado.
Gillian Flynn (Perdida)
Después me imaginé a toda la panda dejándome en un maldito cementerio con i nombre escrito en una lápida y todo eso. Rodeado de tíos muertos. Jo, buena te la hacen cuando te mueres. Espero que cuando me muera alguien tenga sentido común suficiente como para tirarme al río o algo así. Cualquier cosa menos meterme en un maldito cementerio. Eso de que venga la gente los domingos a ponerte ramos de flores en el estómago y todo ese rollo. ¿Quién quiere flores cuando ya se ha muerto? Nadie.
J.D. Salinger (The Catcher in the Rye)
Para vivir tenemos que narrarnos; somos un producto de nuestra imaginación. Nuestra memoria en realidad es un invento, un cuento que vamos reescribiendo cada día (lo que recuerdo hoy de mi infancia no es lo que recordaba hace veinte años); lo que quiere decir que nuestra identidad también es ficcional, puesto que se basa en la memoria. Y sin esa imaginación que completa y reconstruye nuestro pasado y que le otorga al caos de la vida una apariencia de sentido, la existencia sería enloquecedora e insoportable, puro ruido y furia. Por eso, cuando alguien fallece, como bien dice la doctora Heath, hay que escribir el final. El final de la vida de quien muere, pero además el final de nuestra vida en común. Contarnos lo que fuimos el uno para el otro, decirnos todas las palabras bellas necesarias, construir puentes sobre las fisuras, desbrozar el paisaje de maleza. Y hay que tallar ese relato redondo en la piedra sepulcral de nuestra memoria.
Rosa Montero (La ridícula idea de no volver a verte)
Veamos si encontramos otro camino para imaginarnos cómo se debe sentir un hombre que está dispuesto a renunciar al peso, por lo general tan ligero para otros, de la vida. Porque solo si somos capaces de sentir lo que él siente tenemos derecho a hablar sobre ello. La naturaleza humana -continué-, tiene sus límites: puede soportar la felicidad, el sufrimiento, el dolor, sólo hasta cierto grado, sucumbe en cuanto lo ha sobrepasado. En esto no se trata entonces de si alguien es débil o fuerte, sino sólo de si es capaz de soportar su grado de sufrimiento, ya sea moral o físico. Y al mismo tiempo me parece equivocado decir que un hombre que se quita la vida es un cobarde, así como sería inoportuno llamar cobarde a alguien que muere por una fiebre maligna. Reconoces que denominamos enfermedad mortal a aquella que ataca la naturaleza de modo que por un lado va consumiendo sus fuerzas y por el otro las neutraliza, de tal manera que ya no es posible que éstas se repongan. [...] apliquemos esto al espíritu. Mira al ser humano en sus limitaciones, cómo influyen en él ciertas impresiones, se fijan las ideas, hasta que una pasión que se agiganta le quita toda serenidad a sus sentidos y lo arruina. Será en vano -agregué- que el hombre sensato y sereno quiera evitar la situación, será inútil que lo aconseje. Es lo mismo que un hombre sano, que estando junto al lecho de un enfermo, tampoco puede traspasarle ni lo más mínimo de su energía. [...] amigo mío -exclamé-, el hombre es el hombre y la chispa e inteligencia que puede llegar a tener no vale mucho cuando golpean las pasiones y lo llevan hasta los límites de lo humano. Oh, mi corazón estaba a punto de estallar. Y nos separamos sin que nos hubiéramos entendido. Aunque, en este mundo, no es fácil que uno llegue a entender al otro.
Johann Wolfgang von Goethe (The Sorrows of Young Werther)
Éramos la primera generación de seres humanos que jamás podría ver nada por primera vez. Contemplamos las maravillas del mundo con ojos mortecinos, de vuelta de todo. Mona Lisa, las pirámides, el Empire State Building. El ataque de un animal selvático, el colapso de antiquísimos glaciares, las erupciones volcánicas. No consigo recordar ni una sola cosa asombrosa que haya visto en persona que no me recordase de inmediato a una película o a un programa de televisión. A un puto anuncio. ¿Conocen el espantoso sonsonete del indiferente?: Ya lo he viiistooo. Bien, pues yo lo he visto literalmente todo. Y lo peor, lo que de verdad provoca que me entren ganas de saltarme la tapa de los sesos, es que la experiencia de segunda mano siempre es mejor. La imagen es más nítida, la visión más intensa, el ángulo de la cámara y la banda sonora manipulan mis emociones de un modo que ha dejado de estar al alcance de la realidad. No estoy seguro de que, llegados a este punto, sigamos siendo realmente humanos, al menos aquellos de nosotros que somos como la mayoría de nosotros: los que crecimos con la televisión y el cine y ahora internet. Si alguien nos traiciona, sabemos qué palabras decir; cuando muere un ser amado, sabemos qué palabras decir; si queremos hacernos el machote o el listillo o el loco, sabemos qué palabras decir. Todos seguimos el mismo guión manoseado. Es una era muy difícil en la que ser persona. Simplemente una persona real, auténtica, en vez de una colección de rasgos seleccionados a partir de una interminable galería de personajes. Y si todos interpretamos un papel, es imposible que exista nada semejante a un compañero del alma, porque lo que tenemos no son almas de verdad. Había llegado hasta tal extremo que ya nada parecía tener importancia, porque yo no era una persona real y tampoco nadie más lo era. Habría hecho cualquier cosa por volver a sentirme real.
Gillian Flynn (Gone Girl)
Si tu felicidad depende de alguien o de algo, no es felicidad, es inquietud, es tensión, es presión, es temor. Nunca vivirás hasta que dejes de aferrartea la vida. Cuando te aferras, la felicidad muere
Anonymous
Hermano, nadie muere en verdad. Lo digo en serio. Cuando quieres a alguien como yo te quiero a ti la muerte es una situación inconveniente y dolorosa, pero no es lo suficientemente fuerte como para romper el lazo que nos une.
John Burkitt
Tú haces lo mismo, intentas reconciliar a todas las madres que ha sido mamá: la que querías que fuera, la que era cuando la necesitabas y estaba ahí, la que era cuando no te entendía. . . La mayoría de nosotros no vive con un solo yo integrado que se desenvuelve en el mundo, somos un manojo de yoes. Cuando alguien se muere, todos esos yoes se integran en el alma, en la esencia de lo que somos, más allá de las distintas caras que adoptamos a lo largo de nuestras vidas. Tú solo odias a los yoes que siempre has odiado y amas a los que siempre has amado. Es lógico que te hagas un lío. Jane
Christopher Moore (Un trabajo muy sucio)
La guerra no muere como mueren los que la alimentan ni cuando alguien pide paz,
Sofía Segovia (Peregrinos (Spanish Edition))
Cuando alguien muere aprendemos más sobre la vida de lo que sabemos sobre el fallecido.
John Katzenbach (The Analyst)
Pavese casi nunca hablaba de Leone. No le gustaba hablar de los ausentes ni de los muertos. Lo decía. Decía: «Cuando alguien se marcha o se muere trato de no pensar en él, porque no me gusta sufrir»
Natalia Ginzburg (Lessico famigliare)
Esto es lo que suele decirse cuando alguien muere, que quién lo iba a imaginar, como si fuera el primer difunto de la historia. Pero se mueren todos, nos morimos todos, aunque cada muerto parezca el primero
Juan José Millás (Infieles y adulterados)
entendiendo que no es fácil acompañar a una persona en duelo que no se sabe qué decir, ni qué hacer, ni cómo reaccionar, y más cuando muere un hijo. ¿Qué le dices? ¿Qué le podrías decir a una madre que acaba de ver morir a su hijo? ¿Acaso habrá palabra alguna que la pueda consolar? Pero en eso momento sentí lo que describo a continuación —y sigo creyendo que el abrazo sincero, y en silencio, es el mejor consuelo que alguien puede dar.
Úrsula Barboza (Me gané el cielo: La muerte de mi hijo, el inicio de una transformación (Spanish Edition))
Es extraordinario, porque, cuando se te muere alguien con quien has convivido mucho tiempo, no sólo te quedas tú tocado de manera indeleble, sino que también el mundo entero queda teñido, manchado, marcado por un mapa de lugares y costumbres que sirven de disparadero para la evocación, a menudo con resultados tan devastadores como el estallido de una bomba.
Rosa Monteroro (La ridícula idea de no volver a verte + El peligro de estar cuerda (pack) (Biblioteca Breve) (Spanish Edition))
Después me imaginé a toda la panda dejándome en un maldito cementerio con mi nombre escrito en una lápida y todo eso. Rodeado de tíos muertos. Jo, buena te la hacen cuando te mueres. Espero que cuando me muera alguien tenga sentido común suficiente como para tirarme al río o algo así. Cualquier cosa menos meterme en un maldito cementerio. Eso de que venga la gente los domingos a ponerme ramos de flores en el estómago y todo ese rollo. ¿Quién quiere flores cuando ya se ha muerto? Nadie.
Holden Caulfield
Que cuando muere alguien muere un pedacito de uno mismo, y es de idiotas continuar fingiendo que sigues tan entero como antes.
Rocco y Antonia
Cuando se muere alguien a quien queremos siempre nos culpamos a nosotros mismos. Yo también lo hice, Pip. Y me llevó mucho tiempo darme cuenta de que no había sido culpa mía; a veces ocurren cosas malas, y ya está.
Holly Jackson (Asesinato para principiantes (Spanish Edition))
Escribir es un método especialmente bueno para evocar a los muertos y aconsejo a quienquiera que sienta nostalgia de alguien que haga lo mismo. que no lo piense, que lo escriba; pronto se darán cuenta de que los muertos, atraídos por la escritura, siempre encuentran la manera de aflorar inesperadamente en la palabra que les dedicamos: No somos nosotros quienes pensamos en ellos, son ellos quienes se manifiestan por voluntad propia" "Vivimos dos vidas, ambas destinadas a acabar: la primera es la vida física, hecha de sangre y carne; la segunda, la que se desarrolla en la mente de quienes nos han querido. Cuando muere la última persona que nos conoció de cerca, desaparecemos realmente
Emanuele Trevi (Due vite)