Con Air Quotes

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Hay ríos metafísicos, ella los nada como esa golondrina está nadando en el aire, girando alucinada en torno al campanario, dejándose caer para levantarse mejor con el impulso. Yo describo y defino y deseo esos ríos, ella los nada. Yo los busco, los encuentro, los miro desde el puente, ella los nada.
Julio Cortázar (Hopscotch)
I looked back at my relationships and noticed my dating life had been more like Con Air than Cinderella-you know, bumpy and full of bad guys.
Cindi Madsen (Cinderella Screwed Me Over)
ay,amar es un viaje con agua y con estrellas,con aire ahogado y bruscas tempestades de harina: amar es un combate de relámpagos y dos cuerpos por una sola miel derrotados -pablo neruda
Pablo Neruda
Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano por tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja. Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y nuestros ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua.
Julio Cortázar (Rayuela)
Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás. No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y gente de fuego loco, que llena el aire de chispas. Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero otros arden de vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca se enciende".
Eduardo Galeano
―What about you, Con? Shade asked, and Con took two deep, calming breaths before he answered. ―What about me? ―You aren‘t a danger to her, right? ―No, Con said levelly. ―I‘m not. But even he didn‘t believe his own words. Wraith flipped a blade in the air, a very Sin-like move. ―Okay, what the fuck is all the subtext here? He blinked when everyone stared at him. ―What? Like I don‘t know what subtext is? I watch movies. ―That‘s because you can‘t read, Tayla said brightly, and the demon shot her the finger.
Larissa Ione (Sin Undone (Demonica, #5))
No todos sentimos igual. Ni escuchamos lo mismo cuando nos lo dicen o cuando suena en el aire. Algunos se ponen a bailar con una canción y otros le cambian a la radio. Exactamente así funciona la vida.
Benito Taibo (Corazonadas)
When you’re telling a story, you’re trying to connect to people in a particular way … The way in which you guys have inhabited this world, this universe, has made you part of it, part of the story. You are living in Firefly. When I see you guys, I don’t think the show is off the air. I don’t think there’s a show; I think that’s what the world is like. … The story is our lives.
Joss Whedon
Quien sueña, se mezcla con el aire.
Georges Schehadé (Les Poésies: édition augmentée de Le Nageur d'un seul amour)
Amor de mis entrañas, viva muerte, en vano espero tu palabra escrita y pienso, con la flor que se marchita, que si vivo sin mí quiero perderte. El aire es inmortal. La piedra inerte ni conoce la sombra ni la evita. Corazón interior no necesita la miel helada que la luna vierte. Pero yo te sufrí. Rasgué mis venas, tigre y paloma, sobre tu cintura en duelo de mordiscos y azucenas. Llena pues de palabras mi locura o déjame vivir en mi serena noche del alma para siempre oscura.
Federico García Lorca
—Te miro, cielo, y deseo tenerte con todas mis fuerzas. Quiero estar contigo, escucharte, hablar contigo. Quiero oírte reír y abrazarte cuando llores. Quiero sentarme a tu lado, respirar el mismo aire, compartir contigo la vida misma. Quiero despertarme contigo así todos los días de mi vida. Quiero tenerte.
Sylvia Day
Señor La jaula se ha vuelto pájaro y se ha volado y mi corazón está loco porque aúlla a la muerte y sonríe detrás del viento a mis delirios Qué haré con el miedo Qué haré con el miedo Ya no baila la luz en mi sonrisa ni las estaciones queman palomas en mis ideas Mis manos se han desnudado y se han ido donde la muerte enseña a vivir a los muertos Señor El aire me castiga el ser Detrás del aire hay monstruos que beben de mi sangre Es el desastre Es la hora del vacío no vacío Es el instante de poner cerrojo a los labios oír a los condenados gritar contemplar a cada uno de mis nombres ahorcados en la nada. Señor Tengo veinte años También mis ojos tienen veinte años y sin embargo no dicen nada Señor He consumado mi vida en un instante La última inocencia estalló Ahora es nunca o jamás o simplemente fue ¿Cómo no me suicido frente a un espejo y desaparezco para reaparecer en el mar donde un gran barco me esperaría con las luces encendidas? ¿Cómo no me extraigo las venas y hago con ellas una escala para huir al otro lado de la noche? El principio ha dado a luz el final Todo continuará igual Las sonrisas gastadas El interés interesado Las preguntas de piedra en piedra Las gesticulaciones que remedan amor Todo continuará igual Pero mis brazos insisten en abrazar al mundo porque aún no les enseñaron que ya es demasiado tarde Señor Arroja los féretros de mi sangre Recuerdo mi niñez cuando yo era una anciana Las flores morían en mis manos porque la danza salvaje de la alegría les destruía el corazón Recuerdo las negras mañanas de sol cuando era niña es decir ayer es decir hace siglos Señor La jaula se ha vuelto pájaro y ha devorado mis esperanzas Señor La jaula se ha vuelto pájaro Qué haré con el miedo
Alejandra Pizarnik (Poesía completa)
La historia no termina con un "felices para siempre" porque empieza con el. Porque tienen el resto de sus vidas para terminar su historia. Una locura, ¿no?
Lauren Asher (Throttled (Dirty Air, #1))
—Me voy con mi fascinante, reservada e insoportable cáraid. —¿Con… Miz? —preguntó Caleb—. ¿No había otro apodo? Cahal miró a Caleb con hastío. —Cómeme el capullo, líder. —Me parece un nombre un poco curioso —lo ignoró por completo y siguió con sus pullas—. Por cierto, lo que me recuerda, Daanna. —¿Sí, Caleb? —dijo ella dando un sorbo al café. —¿Dónde están «miz» gafas? Daanna escupió el café, y Menw se partió delante de su hermano. Cahal puso los ojos en blanco. —No te lo tomes a mal, brathair —dijo Menw—, pero reconocerás que la chica no ha entrado con tan buen pie como para ganarse el título honorífico a «Miz Zimpatía». Daanna se dobló sobre sí misma ahogándose en sus propias carcajadas. —Está bien, chicos —Caleb levantó una mano y se limpió las lágrimas de la risa—. Vamos a tener un poco… un poco de… —le faltaba el aire—, de «mizericordia».
Lena Valenti (El libro de la alquimista (Saga Vanir #6))
Mamá sabía ser alegre. Mamá sabía ser temerosa. Mamá sabía olvidar fácilmente. Y, sin embargo tenía buena memoria. Mamá me daba con la puerta en la narices, y sin embargo, me admitía en su baño. A veces mamá se me perdía, pero su instinto me encontraba. Cuando yo rompía vidrios, mamá ponía la masilla. A veces se instalaba en el error, aunque a su alrededor hubiera sillas suficientes. Aun cuando se encerraba en sí misma, para mí siempre estaba abierta. Temía las corrientes de aire y sin embargo no paraba de levantar el viento. Gastaba, y no le gustaba pagar impuestos. Yo era el revés de su medalla. Cuando mamá jugaba corazones ganaba siempre.
Günter Grass (El Tambor De Hojalata)
Sus rostros eran absolutamente similares en un detalle: parecían extremadamente incompletos, como cuadros con agujeros por ojos o como un rompecabezas al que le faltase una pieza nimia. Y eso que echaba en falta, pensó Richards, era el aire de desesperación. En sus estómagos no aullaban los lobos. Sus mentes no estaban llenas de sueños viciados, de esperanzas insensatas.
Richard Bachman (The Running Man)
Kaloka! Ito ba ang Pilipinas na gustong iligtas nina Lola Sepa at Emil? Iligtas mula saan? Kung sarili nga ayaw nitong iligtas! Ang gusto lang ng mga ito'y kumain, tumae, mag-Glutathione, saka pumunta sa weekend markets, mag-malling para makalibre ng air-con, mag-text ng corny jokes, sumingit sa pila ng bigas, saka umasa ng suwerte sa lotto o sa TV! Kapag may bagyo o lindol o anumang problema'y laban pero susuko din agad at makakalimot, o kaya ay magma-migrate! Ilang taon na ba ang bansang ito pero bakit hanggang ngayo'y wala pa ring pinagkatandaan?
Ricky Lee (Si Amapola sa 65 na Kabanata)
—¿Preparada, Gwendolyn? —preguntó finalmente. Le sonreí. —Estoy lista si tú lo estás. [...] El lanzo su bastón de paseo al aire, lo atrapó con destreza y dijo: —Yo estoy listo. ¿Y tú, princesa? —Estoy lista si tú lo estás.
Kerstin Gier (Ruby Red (Precious Stone Trilogy, #1))
Tu cuerpo necesita algo frío. En eso consiste todo. Tu cuerpo necesita el frío e intenta crearlo, porque no lo encuentra en ninguna parte. Tu cabeza no puede ser, porque es de donde sale el calor, así que se centra en otros órganos. En el estómago. En el hígado. En los pulmones. Y, poco a poco, te das cuenta de que tu cuerpo arde por fuera, pero que estás helado por dentro. Tu cabeza está siempre alerta y se prepara para todas las posibilidades, pero cuando cierras los ojos siempre hay fondos blancos con líneas negras que se mueven en todas direcciones y, cuando coges aire, nunca es suficiente porque hay demasiadas cosas que podrían salir mal, y abres la boca y aún te cabe más aire que no eres capaz de coger, y no sabes qué hacer para conseguirlo, para conseguir eso o para conseguir nada, porque nunca eres el mejor. Nunca eres suficiente. Nunca sabes cómo moverte o qué decir o qué hacer y te da la sensación de que todos lo saben y así es como se siente la ansiedad.
Clara Cortés (Cosas que escribiste sobre el fuego)
THOREAU KNOWS (The mass of men lead lives of quiet desperation.) Making sense of things, Trying to track Nine pebbles of sadness To their source. Sly crows Stole them a mile back, But Thoreau knows I should walk anyway Under sun-coined trees Thick with wood-thrush song Till I reach undergrowth Dense and itchy with the past Till the air cools and I am near Enough to con crow talk Mouth fulls, stories dark.
Ken Craft (Reincarnation & Other Stimulants: Life, Death, & In-Between Poems)
Puede apoderarse de toda mi vida con una sonrisa en el rostro y se lo agradecería.
Lauren Asher (Throttled (Dirty Air, #1))
Aunque me dieras cuarenta hombres como él, nunca sería tan feliz como tú. Mientras no posea tu buen carácter, tu bondad, no podrá embargarme esa dicha. No, no, déjame a mi aire; y, tal vez, si me acompaña la suerte, con el tiempo pueda encontrar a otro señor Collins.
Jane Austen (Pride and Prejudice)
Un hombre del pueblo de Neguá, en la costa de Colombia, pudo subir al alto cielo. A la vuelta, contó. Dijo que había contemplado, desde allá arriba, la vida humana. Y dijo que somos un mar de fueguitos.  – El mundo es eso — reveló —. Un montón de gente, un mar de fueguitos. Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás. No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y gente de fuego loco, que llena el aire de chispas. Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca, se enciende.
Eduardo Galeano (100 relatos breves: Antología (Spanish Edition))
Extraviados en sí mismos, ignoraban que una vida no basta para descubrir los infinitos sabores de la menta, las luces de una noche o la multitud de colores de que están hechos los colores. Una generación sucede a la otra, y cada una repite los actos de la anterior. Sólo un instante antes de morir descubren que era posible soñar y dibujar el mundo a su manera, para luego despertar y empezar un dibujo diferente. Y descubren también que hubo un tiempo en que pudieron poseer el viaje inmóvil de los árboles y la navegación de las estrellas, y recuerdan el lenguaje cifrado de los animales y las ciudades abiertas en el aire por los pájaros. Durante unos segundos vuelven a las horas que guardan su infancia y el olor de las hierbas, pero ya es tarde y tienen que decir adiós y descubren que en un rincón está su vida esperándoles y sus ojos se abren al paisaje sombrío de sus disputas y sus crímenes y se van asombrados del dibujo que hicieron con sus años. Y viven otras generaciones a repetir sus mismos gestos y su mismo asombro final.
Elena Garro (Los recuerdos del porvenir)
- Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y los ojos se agrandan, se acercan entre si, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos cómo si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura.
Julio Cortázar
—Porque yo estoy aquí, con ganas de darte un elogio apropiado, pero mi vocabulario miserable me lo impide. Creo que lo que necesitamos es una excursión científica. Tengo que aventurarme en una selva donde la belleza ocupe el lugar de la lluvia. Donde la misma hermosura caiga del cielo a intervalos regulares. Salpique cada superficie, sature el suelo, flote como vapor en el aire. Porque la forma en que te ves en estos momentos... —Su mirada atrapó la de ella en el reflejo—. Allí tendrían una palabra para eso.
Tessa Dare (A Week to be Wicked (Spindle Cove, #2))
... es fácil desear que las cosas nos hubieran ido de otro modo, pero mucho más difícil decidirse a cambiarlas, porque el deseo es una dulce espina, pero el miedo es una bestia con muchos dientes, y el valor es la piel de los jóvenes, y el miedo el abrigo de los viejos.
Jesús Fernández Lozano (Reyes de aire y agua)
Los blancos hicieron que estas tierras fueran extranjeras para el indio; hicieron que el indio comprara con su sangre el aire que respira.
Ermilo Abreu Gómez (Canek)
Estás en medio de la gente, callada, encogida, con aire de querer escapar a cada instante.
Carmen Laforet
In 2001, the oil companies, the war contractors and the Neo-Con-Artists seized the economy and added $4 trillion of unproductive spending to the national debt. We now pay four times more for defence, three times more for gasoline and home-heating oil and twice what we payed for health-care. Millions of Americans have lost their jobs, their homes, their health-care, their pensions; trillions of dollars for an unnecessary war payed for with borrowed money. Tens of billions of dollars in cash and weapons disappeared into thin air at the cost of the lives of our troops and innocent Iraqis, while all the President's oil men are maneuvering on Iraq's oil. Borrowed money to bomb bridges in Iraq, Afghanistan and Pakistan. No money to rebuild bridges in America. Borrowed money to start a hot war with Iran, now we have another cold war with Russia and the American economy has become a game of Russian roulette.
Dennis Kucinich
Así tú para mí. En medio de los martirios de la vida, me refrescas y alientas con el aire de tus alas, porque si partiste en tu forma humana al viaje sin retorno, siento la venida de tu sér inmortal, cuando las fuerzas me faltan o cuando el dolor tiende hacia mí el negro arco.
Rubén Darío (Poemas (Spanish Edition))
Ahora es preciso que desheches la pereza; que no se alcanza la fama reclinado en blanda pluma ni al abrigo de colchas; y el que consume su vida sin gloria, deja en pos de sí el mismo rastro que el humo en el aire o la espuima en el agua. Ea, pues, levántate; domina la fatiga con el alma, que vence todos los obstáculos mientras no se envilece con la pesadez del cuerpo.
Dante Alighieri (The Divine Comedy)
I don't get as much fan mail as an actor or singer would, but when I get a letter 99% of the time it's pointing out something that really had an impact. Like after 'My Own Private Rodeo' all these people wrote to me and said Dale's dad inspired them to come out. And this was when it was still illegal to be gay in Texas and a few other states. Another one that really stuck with me was this girl who survived Columbine. See, "Wings of the Dope," the episode where Luanne's boyfriend comes back as an angel, aired two weeks after the shooting. About a month after that, I got a letter from a girl who was there and hid somewhere in the school when it was all going on. She said the first thing she was gonna do if she survived was tell a friend of hers she was in love with him. She never did. He ended up being one of the kids responsible for it. So you can imagine how - you know, to her, it felt wrong to grieve almost, and she bottled it up. But she saw that episode and Buckley walking away at the end and something just let her finally break down and greive and miss the guy. I remember she quoted Luanne - 'I wonder if he's guardianing some other girl,' or something along that line, because she never had the guts to tell the kid. That really gets to people at Comic Con.
Mike Judge
Tengo esta idea de que la razón por la que tenemos sueños es que estamos pensando en cosas que no sabemos que las estamos pensando, y esas cosas, bueno, se nos escapan a nuestros sueños. Tal vez somos como las llantas con mucho aire en ellas. El aire tiene que escapar. Eso es lo que son los sueños.
Benjamin Alire Sáenz (Aristotle and Dante Discover the Secrets of the Universe (Aristotle and Dante, #1))
Mi secretaria lloraba , leyendo el decreto por el cual me dejaban cesante. Para consolarme decidì abstraer sus lágrimas, por un rato me deleité con esas diminutas fuentes cristalinas que nacían en el aire y se aplastaban en los biblioratos, el secante y el boletín oficial. La vida está llena de hermosuras así.
Julio Cortázar (Historias de cronopios y de famas / Un tal Lucas)
-Yo comprendo que es morir, me parece-dijo de pronto Pearson-. Ahora lo comprendo. No la muerte en si, a eso todavia no llego; pero entiendo que es morir. Si dejo de caminar, punto final. [...]-Observó a Scramm y, con aire sincero, añadió-: Quizá sea como dices. Quizá no baste, pero...No quiero morir. Scramm le devolvió la mirada con aire casi desdeñoso. -¿Y crees que comprender la muerte va a librarte de morir?
Richard Bachman
Se me acercó, casi se pegó a mí y nuestros hombros se tocaron; estábamos solos. Un extraño fluido pasaba desde ella a mi cuerpo y yo sabía inconscientemente que la cosa había de ser de esta manera. Lo sabía por cada una de mis fibras, por cada latido dulcemente doloroso de mi corazón. Me abandoné con un indecible placer a este sentimiento. Así, con la misma satisfacción, debe someterse un trozo de hierro a la ley inalterable, eterna e inmutable de ser atraído por un imán. Así es como una piedra lanzada al espacio ha de detenerse una fracción de segundo en el aire para caer luego en forma vertical. Y así es como el ser humano ha de respirar hondamente, una sola vez, después de la agonía, antes de expirar definitivamente.
Yevgeny Zamyatin
Vas con ese miedo, natural, constante, repechando la cuesta, medio ahogado, sin aire, cargado de bidones y de bolsas y se aparece una patrulla, y encima del miedo que traes aparece otro miedo, un miedo fuerte pero chico, como un clavito que te entró en el medio de la lastimadura. Hay dos miedos: el miedo a algo, y el miedo al miedo, ese que siempre llevas y que nunca vas a poder sacarte desde el momento en que empezó.
Rodolfo Enrique Fogwill
Hace tiempo, cuando se estrenó Grupo salvaje, de Sam Peckinpah, en la rueda de prensa una periodista alzó la mano y preguntó en tono inquisitivo: «¿Qué necesidad creen que hay en mostrar tanta sangre?». Ernest Borgnine, uno de los actores, respondió con aire perplejó: «Pero, señora, es que, cuando te disparan, sangras». La película se filmó en plena época de la guerra del Vietnam. Me gusta esta frase. Posiblemente sea uno de los principios básicos de la realidad. Aceptar las cosas difíciles de desentrañar como cosas difíciles de desentrañar, aceptar el hecho de sangrar. Disparar y sangrar. Es que, cuando te disparan, sangras.
Haruki Murakami (Sputnik Sweetheart)
No creo que tu vida no tenga sentido. He cambiado de opinión. Los milagros termodinámicos… son unos sucesos con unas probabilidades tan remotas de que lleguen a producirse que prácticamente resulta imposible que acaben dándose. Por ejemplo: que el oxígeno se transforme de manera espontánea en oro. Tengo muchas ganas de ver algo así. Y aún así, en cada apareamiento humano, mil millones de espermatozoides compiten para llegar a un solo óvulo. Multiplica esas posibilidades por las innumerables generaciones que ha habido de seres humanos, por las posibilidades de que tus antepasados vivieran, se conocieran, engendraran a ese hijo en concreto, a esa hija exactamente… hasta llegar a tu madre, que se enamorará de un hombre al que tiene todas las razones del mundo para odiar y de esa unión, de los miles de millones de niños que compiten para lograr fecundar el óvulo, fuiste tú, sólo tú, la que surgió. Destilar una forma tan específica a partir de tal caos de improbabilidades resulta tan difícil como que el aire se transforme en oro… El cenit de lo imposible. Un milagro termodinámico. Se podría decir eso de cualquier persona del mundo. Pero el planeta está tan lleno de gente, tan repleto de milagros, que acabamos considerándolos algo normal y olvidamos lo que son… Yo lo olvidé. Contemplamos la Tierra día tras día hasta que acaba convirtiéndose en un lugar al que consideramos monótono. Pero visto desde otro punto de vista, como si fuera algo nuevo, aún es capaz de asombrarnos. Ven, seca tus lágrimas, porque eres vida, algo más excepcional que un quark y más impredecible que lo que Heisenberg soñó jamás: la arcilla en la que las fuerzas que dan forma a todas las cosas dejan sus huellas de un modo más claro. Seca tus lágrimas… y volvamos a casa." Dr. Manhattan, WATCHMEN, Alan Moore
Alan Moore (Watchmen)
¿La historia se repite? ¿O se repite sólo como penitencia de quienes son incapaces de escucharla? No hay historia muda. Por mucho que la quemen, por mucho que la rompan, por mucho que la mientan, la historia humana se niega a callarse la boca. El tiempo que fue sigue latiendo, vivo, dentro del tiempo que es, aunque el tiempo que es no lo quiera o no lo sepa. El derecho de recordar no figura entre los derechos humanos consagrados por las Naciones Unidas, pero hoy es más que nunca necesario reivindicarlo y ponerlo en práctica: no para repetir el pasado, sino para evitar que se repita; no para que los vivos seamos ventrílocuos de los muertos, sino para que seamos capaces de hablar con voces no condenadas al eco perpetuo de la estupidez y la desgracia. Cuando está de veras viva, la memoria no contempla la historia, sino que invita a hacerla. Más que en los museos, donde la pobre se aburre, la memoria está en el aire que respiramos; y ella, desde el aire, nos respira.
Eduardo Galeano (Upside Down: A Primer for the Looking-Glass World)
«Te quiero.» —Yo también te quiero —dije—. Estoy aquí, friki. No pienso mandarte un mensaje con la respuesta. Sonrió, pero siguió tecleando. «Tú también eres la mujer de mi vida.» Me quedé mirando mi móvil; de pronto, la tensión en el pecho no me dejaba respirar. Alargué el brazo por encima de la cabeza para ajustar la corriente de aire de la boquilla dirigida hacia mi asiento. «Y puede que no tarde en pedirte que te cases conmigo.»
Christina Lauren (Beautiful Player (Beautiful Bastard, #3))
—Pues la pillará algún día —insistió Pandora con aire ominoso—, si es que no la ha pillado ya. Y luego me la transmitirá a mí. —Estás siendo muy dramática. Y no todos los libertinos tienen sífilis. —Le pienso preguntar. —¡Pandora, no lo hagas! Ese pobre hombre se asustará. —También me asustaré yo si termino perdiendo la nariz.
Lisa Kleypas (Devil in Spring (The Ravenels, #3))
Arianne tampoco sabía por qué estaba otra vez allí. Quizá porque a veces las paredes de su habitación parecían estrecharse y amenazar con ahogarla entre sus muros. Porque en ocasiones sentía que se asfixiaba y necesitaba salir afuera. Quizá porque cuando respiraba ese aire y dejaba que el frío atravesase sus ropas y su piel y su cabeza, cuando dejaba que aquello pasase, entonces su cuerpo ya no se diferenciaba de la coraza helada que rodeaba su corazón. Porque a veces Arianne sentía que el frío no venía de fuera sino de dentro y era aún más horrible. Por eso salía y dejaba que la helada la rodease, porque después ya todo era igual y ni siquiera ella era capaz de notar la diferencia.
Marisa Sicilia (La dama del paso)
me duele ingresar en un orden cerrado, construido ya hasta en las más finas mallas del aire, esas que en su casa preservan la música de la lavanda, el aletear de un cisne con polvos, el juego del violín y la viola en el cuarteto de Rará.
Julio Cortázar (Bestiario)
La energía que uno derrocha siendo niño, la energía que uno cree inagotable, se escapa entre los dieciocho y los veintidós años reemplazada por algo mucho menos brillante, tan falso como la exaltación de la cocaína: decisión, metas, cualquiera de los términos que propone la Cámara de Comercio. No era nada notable porque no aparecía de un momento al otro, con un estallido. Y eso es lo que daba miedo, pensó Richie. El hecho de que uno no deja súbitamente de ser niño. El chico que llevábamos dentro se escurre poco a poco, tal como el aire de un neumático pinchado. Y un día, al mirarnos al espejo, nos encontramos con la imagen de un adulto. Uno podía seguir llevando vaqueros y asistiendo a los conciertos de rock; uno podía teñirse el pelo, pero la cara del espejo seguía siendo cara de adulto. Tal vez todo ocurría mientras dormíamos, como la visita de los ratones que se llevaban los dientes de leche. «No -piensa-, los dientes no: los años.»
Stephen King (It)
Un ataque de pánico es como ahogarse en el aire', intentó describirle alguna vez y, quizás porque parecía incomprensible, era la mejor descripción de su mal que había conseguido hacer hasta el momento. Un ataque de pánico es como quemarse en el agua, caerse hacia arriba, helarse en el fuego, caminar en contra de ti mismo con la carne sólida y los huesos líquidos, pensó.
Mónica Ojeda (Mandíbula)
Lo que siento por ti es tan difícil. No es de rosas abriéndose en el aire, es de rosas abriéndose en el agua. Lo que siento por ti. Esto que rueda o se quiebra con tantos gestos tuyos o que con tus palabras despedazadas y que luego incorporas en un gesto y me invade en las horas amarillas y me deja una dulce sed doblada. Lo que siento por ti, tan doloroso como la pobre luz de las estrellas que llega dolorida y fatigada. Lo que siento por ti, y que sin embargo anda tanto que a veces no te llega. (1942)
Idea Vilariño (Poesía completa (Spanish Edition))
Exhaló el aire con un sonoro suspiro. El corazón latía a ritmo de maratón en algún lugar de su cuello, tenía la piel caliente y tirante sobre los huesos y estaba empapada en zonas donde una señorita soltera de reputación inmaculada como ella no debería estarlo.
Gail Carriger (Soulless (Parasol Protectorate, #1))
The men lived for the moment the boat ascended to the surface and the hatch in the conning tower was opened. “The first breath of fresh air, the open conning-tower hatch and the springing into life of the Diesels, after fifteen hours on the bottom, is an experience to be lived through,” said another commander, Martin Niemöller.
Erik Larson (Dead Wake: The Last Crossing of the Lusitania)
Adiós —le dijo a la flor. Pero esta no respondió. —Adiós —repitió el principito. La flor tosió, pero no porque estuviera resfriada. —He sido una tonta —le dijo al fin la flor —. Perdóname. Procura ser feliz.. Se sorprendió por la ausencia de reproches y quedó desconcertado, con el fanal en el aire, no comprendiendo esta tranquila mansedumbre. —Sí, yo te quiero —le dijo la flor —, ha sido culpa mía que tú no lo sepas; pero eso no tiene importancia. Y tú has sido tan tonto como yo. Trata de ser feliz... —Y no prolongues más tu despedida. Puesto que has decidido partir, vete de una vez. La flor no quería que la viese llorar: era una flor tan orgullosa...
Antoine de Saint-Exupéry (Le Petit Prince)
-¿Que os hace tanta gracia? -pregunto ella desconcertada. -La mercancía se ve, se pesa, se palpa y, si es necesario, se prueba y hasta se huele -Explico Loxan con cierto tono burlón-. Puedes valorarla y pedir algo a cambio. Pero la información... -hizo un gesto vago con la mano, como si quisiera atrapar el aire que respiraban- no se puede medir de la misma manera. ¿Cuanto vale? ¿Lo sabes tu, acaso?
Laura Gallego (El bestiario de Axlin (Guardianes de la Ciudadela))
Gridavamo siamo angeli, possiamo lanciarci senza distruggerci, abbiamo le ali nei muscoli, siamo spaziali. Noi andremo a vivere sulla Tour Eiffel, e ogni notte raggiungeremo la luna, con le cuffie, e Venus degli Air a tutto volume. Il nostro letto sarà un cratere, e al risveglio lanceremo sulla terra le fragole, una pioggia di fragole con il nostro nome dipinto, e un bigliettino legato a ciascuna, con sopra scritto: noi siamo sulla luna, abbiamo le stelle nel cuore, e il nostro amore è una supernova, che illumina tutti i baci del mondo
Isabella Santacroce (Supernova (Italian Edition))
Alguien está enferma. Alguien se despierta y llora sin acordarse de nada. Para alguien es tarde, es demasiado tarde y no se atreve a enunciar el número de sus imposibilidades. Alguien está herida de muerte y finge una salud perfecta, sólo para que no la hieran más, para que no la hieran de nuevo, de improviso, y se asiste sola, y no sabe asistirse, y tú que no quisiste reconocerme en la noche cuando como amenazada por un aire sin piedad dije exactamente lo que había en mí, que eras tú y sólo yo, ahora, sola, he dicho palabras que me vuelven a la antigua muerte, al viejo terror de haber hablado para nada con nadie, lo cual merece castigos inauditos, de acuerdo a lo que sabemos por una larga repetición de experiencias.
Alejandra Pizarnik (Diarios: edición definitiva)
Me detengo, tragando aire, mi corazón acelerado al máximo en mis oídos. Me estiro para alcanzar con una mano y toco la pared. Mis dedos se curvan en un puño, pero cae débilmente a mi lado. Y ahí es cuando me doy cuenta de la más importante verdad en mi vida en esta nave. No hay lugar a donde correr.
Beth Revis (Across the Universe (Across the Universe, #1))
Hogwarts, Hogwarts, Hogwarts, enséñanos algo, por favor. Aunque seamos viejos y calvos o jóvenes con rodillas sucias, nuestras mentes pueden ser llenadas con algunas materias interesantes. Porque ahora están vacías y llenas de aire, pulgas muertas y un poco de pelusa. Así que enséñanos cosas que valga la pena saber, haz que recordemos lo que olvidamos, hazlo lo mejor que puedas, nosotros haremos el resto, y aprenderemos hasta que nuestros cerebros se consuman.
J.K. Rowling
…pues nada define mejor la España de mi siglo, y la de todos, que la imagen del hidalgo pobre y miserable, muerto de hambre, que no trabaja porque es rebaje de su condición; y aunque ayuna a diario sale a la calle con espada, dándose aires, y se echa migas de pan en la barba para que sus vecinos piensen que ha comido.
Arturo Pérez-Reverte (El puente de los asesinos (Las aventuras del capitán Alatriste, #7))
Con sus ojos grandes y llenos de miedo, suavemente tira de mi mano y la pone en su pecho sobre su corazón, en la zona prohibida. Su respiración se acelera. Su corazón está bombeando un frenético, pulsante latido bajo mis dedos. No quita sus ojos de mí; su mandíbula está tensa, sus dientes apretados. Jadeo. ¡Oh mi Cincuenta! Me está dejando tocarlo. Y es como si todo el aire de mis pulmones se ha vaporizado, ido. La sangre está latiendo en mis oídos cuando el ritmo de mi corazón aumenta para igualar el suyo. Él deja ir mi mano, dejándola en su lugar sobre su corazón. Flexiono levemente mis dedos, sintiendo la calidez de su piel bajo la tela de su camiseta. Está sosteniendo el aliento. No puedo soportarlo. Intento mover mi mano. —No —dice rápidamente y pone su mano una vez más sobre la mía, presionando mis dedos contra él—. No.
E.L. James
-Escúchame, Chuck -contestó, haciendo una pausa para calmarse y que no se le quebrara la voz-.No me cabe la menor duda de que tienes padres. Lo sé. Suena horrible, pero estoy seguro de que tu mamá está sentada ahora en tu cuarto, sosteniendo tu almohada, observando por la ventana ese mundo que te arrebató de ella. Y te apuesto a que está llorando. Con fuerza. Los ojos hinchados, los mocos en la nariz: un llanto como debe ser. No dijo nada, pero Thomas escuchó unos ligerísimos gemidos. -No debes rendirte, Chuck. Vamos a solucionar todo y a salir de aquí. Ya soy un Corredor, y prometo por mi vida que te voy a llevar de vuelta a tu habitación. Y tu mamá dejará de llorar. Lo decía en serio. Esa promesa le quemaba el corazón. -Espero que tengas razón -dijo Chuck con voz temblorosa. Hizo el gesto del pulgar hacia arriba en la ventana y se alejó. Thomas se levantó y caminó por el pequeño recinto, ardiendo en deseos de poder cumplir su palabra. -Créeme, Chuck -susurró al aire-.Te juro que te llevaré de vuelta a tu casa.
James Dashner (The Maze Runner (The Maze Runner, #1))
–¡No digas chorradas! –le espetó succionando la poca bebida que le quedaba con la pajita–. Es pura curiosidad. Yo alcé los ojos al cielo, desesperada. Si Sandra no aprovechaba esta oportunidad, juro por Dios que la asesinaría con mis propias manos. –Perdóname un momento –me pidió entonces Max taxativo, poniendo en mis manos su vaso vacío. Con la frase «ya estoy harto» todavía flotando en el aire, apresó los labios de mi amiga entre los suyos y la besó como si fuese la única manera que se le había ocurrido de hacerla callar
Pilar S.C. (Quédate con él. Operacion Kapo (Operación Kapo #2))
Más allá del crepúsculo sentía el agua, la olía. Cuando la primavera florecía y llovía se olía por todas partes no se notaba tanto otras veces pero cuando llovía el olor comenzaba a entrar en casa con el crepúsculo o porque al atardecer se intensificase la lluvia o por algo que hubiera en la propia luz pero entonces era cuando el olor se tornaba más intenso hasta que ya en la cama yo pensaba cuándo acabará cuándo acabará. La corriente de aire que entraba por la puerta olía a agua, un continuo hálito de humedad. A veces yo conseguía dormirme repitiéndolo una y otra vez hasta que se mezclaba con las madreselvas todo terminó por simbolizar la noche y el desasosiego no me parecía estar despierto ni dormido mirando hacia un largo pasillo de media luz grisácea donde todas las cosas estables se habían convertido en paradójicas sombras todo cuanto yo había hecho sombras todo cuanto yo había sufrido tomando formas visibles grotescas y burlándose con su inherente irrelevancia de la significación que deberían haber afirmado pensando era yo no era yo quién no era no era quién.
William Faulkner (The Sound and the Fury)
Si cada uno de los instantes de nuestra vida se va a repetir infinitas veces, estamos clavados a la eternidad como Jesucristo a la cruz. La imagen es terrible. En el mundo del eterno retorno descansa sobre cada gesto el peso de una insoportable responsabilidad. Ese es el motivo por el cual Nietzsche llamó a la idea del eterno retorno la carga más pesada. Pero si el eterno retorno es la carga más pesada, entonces nuestras vidas pueden aparecer, sobre ese telón de fondo, en toda su maravillosa levedad. (...) La carga más pesada nos destroza, somos derribados por ella, nos aplasta contra la tierra. Pero en la poesía amatoria de todas las épocas la mujer desea cargar con el peso del cuerpo del hombre. La carga más pesada es por lo tanto, a la vez, la imagen de la más intensa plenitud de la vida. Cuanto más pesada sea la carga, más a ras de tierra estará nuestra vida, más real y verdadera será. Por el contrario, la ausencia absoluta de carga hace que el hombre se vuelva más ligero que el aire, vuele hacia lo alto, se distancie de la tierra, de su ser terreno, que sea real sólo a medias y sus movimientos sean tan libres como insignificantes.
Milan Kundera
¡Terribles rincones vacíos del cuarto! Cada uno se llena con la deseada presencia del ser amado. Rincones desnudos. Los dedos se retuercen en el aire tratando amorosamente de hallar Esos brazos, Esos ojos, Esa boca…Y ninguna magia activa su renombre. Todo es en vano. Nuevos deseos. Nuevas frustraciones. El nombre expirado por los labios no resucita en ningún rincón. ¡No! ¡Dios mío! ¡No!
Alejandra Pizarnik (Diarios: edición definitiva)
A veces, sin embargo, la soledad me punzaba el corazón. El agua que bebía, incluso el aire que respiraba, venían cargados de largas agujas de punta afilada. Las esquinas de las páginas del libro que sostenía en la mano me amenazaban con un destello blanco como filos de una navaja de afeitar. A las cuatro de la madrugada, cuando todo estaba en silencio, podía oír cómo crecían las raíces de mi soledad.
Haruki Murakami (Crónica del pájaro que da cuerda al mundo)
Así ella y yo comenzamos una de esas historias de cara o cruz con la moneda siempre girando en el aire y todos los castillo de arena. Un amor ambiguo donde siempre era la víspera de todo pero difícilmente el día de nada. Un viaje tan a destiempo que nunca llegamos al mismo sitio sin que uno de los dos llevara encendidas las luces de reserva de su corazón. Y así mi calle ya nunca hizo esquina con París.
Marwán Abu-Tahoun Recio (La triste historia de tu cuerpo sobre el mío)
Pero de pronto lo recordé, las irreductibles asperezas de un mundo inhumano se aniquilaron mágicamente; las sílabas del verso llenaron luego la medida de un alejandrino; lo que el verso tenía de sobra se desprendió con tanta facilidad y tan ágilmente como una pompa de aire que sale a estallar a la superficie del agua. Y, en efecto, aquella enormidad con que yo había luchado no era más que una sola sílaba.
Marcel Proust (À la recherche du temps perdu, Tome III)
Mediante el proceso de trazar símbolos de tinta en una página, enviaba ideas y sentimientos desde su mente a la del lector. Era un proceso mágico, tan ordinario que nadie se detenía a pensarlo. Leer una frase y entenderla era lo mismo; como en el caso de doblar un dedo, nada mediaba entre las dos cosas. No había una pausa durante la cual los símbolos se desenredaban. Veías la palabra castillo y allí estaba, a lo lejos, con bosques que se extienden ante él en pleno verano, con el aire azulado y suave del humo que asciende de la forja de un herrero y un camino empedrado que serpentea hacia la verde sombra...
Ian McEwan (Atonement)
Yo solía amar el océano. Todo en ella. Sus arrecifes de coral, sus blancas crestas, sus rugientes olas, las rocas que besan, sus leyendas de piratas y las colas de sirena, Tesoros perdidos y tesoros guardados... Y TODO De sus peces En el mar. Sí, solía amar el océano, Todo sobre ella. La forma en que me cantaba al dormir mientras yo estaba en mi cama Luego me despierta con fuerza Que yo pronto llegué a temer. Sus fábulas, sus mentiras, sus engañosos ojos, Me iría de su sequía Si me importara lo suficiente. Yo solía amar el océano. Todo en ella. Sus arrecifes de coral, sus blancas crestas, sus rugientes olas, las rocas que besan, sus leyendas de piratas y las colas de sirena, tesoros perdidos y tesoros guardados... Y TODO De sus peces En el mar. Bueno, si alguna vez has intentado navegar tu velero a través de sus tempestuosos mares, te darás cuenta de que sus blancas crestas son tus enemigos. Si alguna vez has tratado de nadar hacia la orilla cuando con tu pierna acalambrada y acabas de consumir una gran cena de hamburguesas en In-n-Out27 que te está ahogando, y sus rugientes olas están golpeando el aire fuera de ti, llenando tus pulmones con agua como del mayal sus brazos, tratando de conseguir la atención de alguien, pero tus amigos ¿sólo saludan con la mano de nuevo a ti? Y si alguna vez has crecido con sueños en tu cabeza acerca de la vida, y cómo uno de estos días serías pirata de tu propia nave y tendrías tu propio equipo y que todas las sirenas Te amarían sólo ¿a ti? Bueno, te darás cuenta... Como yo eventualmente me di cuenta... ¿Que todas las cosas buenas de ella? ¿Todo lo bello? No es real. Es falso. Así que sigue con tu océano, Yo me quedo con el Lago.
Colleen Hoover (Slammed (Slammed, #1))
La destrucción El Demonio se agita sin cesar a mi lado, flota a mi alrededor como un aire impalpable; lo respiro y siento que quema mis pulmones, llenándolos de un ansia sempiterna y culpable. Sabiendo lo mucho que amo el Arte, toma a veces la forma de la mujer más seductora, y con especiales e hipócritas pretextos acostumbra mis labios a filtros degradantes. Lejos de la vista de Dios, así me lleva, jadeante y deshecho de cansancio, al centro de los llanos del tedio, profundos y desiertos, y arroja ante mis ojos llenos de confusión vestiduras manchadas, heridas entreabiertas, y el sangriento aparato que implica Destrucción.
Charles Baudelaire (Les Fleurs du Mal)
Entre tantas cosas extrañas, el sol periódico, las estrellas puntuales y numerosas, los árboles que repiten, obstinados, el mismo esplendor verde cuando vuelve, misteriosa, su estación, el río que crece y se retira, la arena amarilla y el aire de verano que cabrillean, el cuerpo que nace, cambia, y muere, palpitante, la distancia y los días, enigmas que cada uno cree, en sus años de inocencia, familiares, entre todas esas presencias que parecen ignorar la nuestra, no es difícil que algún día, ante la evidencia de lo inexplicable, se instale en nosotros el sentimiento, no muy agradable por cierto, de atravesar una fantasmagoría, un sentimiento semejante al que me asaltaba, a veces, en el escenario del teatro cuando, entre telones pintados, ante una muchedumbre de sombras adormecidas, veía a mis compañeros y a mí mismo repetir gestos y palabras de las que estaba ausente lo verdadero. Pero esa impresión, que todos tenemos alguna vez, es, aunque intensa, pasajera, y no nos penetra hasta confundirse con nuestras vidas. Un día, cuando menos nos lo esperábamos, nos asalta, súbita; durante unos minutos, las cosas conocidas se muestran independientes de nosotros, inertes y remotas a pesar de su proximidad.
Juan José Saer (The Witness)
Pero prueba a detener una tirolina, ordena a un pájaro que interrumpa el vuelo, para a alguien que ya se ha lanzado al agua y que está en el aire... Por cierto, retiro aquello que retiré. Quédate con mi primer consejo. Olvida lo de quedarte en la orilla. Tenía razón al principio: cuando tienes delante la posibilidad de ser feliz, hay que lanzarse de cabeza, zambullirse sin miedo, perder el traje de baño al tirarse, empaparse el pelo, irritarse los ojos, tragar agua si hace falta, apurar hasta quedarte sin aire...
Begoña Oro (Croquetas y wasaps)
«... sabes, yo tenía una familia, un trabajo, algo siempre estaba en el medio, pero ahora vendí mi casa, encontré este lugar, un estudio amplio, deberías ver el espacio y la luz. Por primera vez en mi vida voy a tener el lugar y el tiempo para crear.» No nene, si vas a crear vas a crear trabajando 16 horas por día en una mina de carbón, o vas a crear en una piecita con tres chicos mientras estás desocupado, vas a crear aunque te falte parte de tu mente y de tu cuerpo, vas a crear ciego, mutilado, loco, vas a crear con un gato trepando por tu espalda mientras la ciudad entera tiembla en terremotos, bombardeos, inundaciones y fuego. Nene, aire, luz, tiempo y espacio no tienen nada que ver con esto y no crean nada... excepto quizás una vida más larga para encontrar nuevas excusas.
Charles Bukowski
Pienso cuando maduraban los limones. En el viento de febrero que rompía los tallos de los helechos, antes que el abandono los secara; los limones maduros que llenaban con su olor el viejo patio. El viento bajaba de las montañas en las mañanas de febrero. Y las nubes se quedaban allá arriba en espera de que el tiempo bueno las hiciera bajar al valle; mientras tanto dejaban vacío el cielo azul, dejaban que la luz cayera en el juego del viento haciendo círculos sobre la tierra, removiendo el polvo y batiendo las ramas de los naranjos. Y los gorriones reían; picoteaban las hojas que el aire hacía caer, y reían; dejaban sus plumas entre las espinas de las ramas y perseguían a las mariposas y reían. Era esa época. En febrero, cuando las mañanas estaban llenas de viento, de gorriones y de luz azul. Me acuerdo. Mi madre murió entonces. Que yo debía haber gritado: que mis manos tenían que haberse hecho pedazos estrujando su desesperación. Así hubieras tú querido que fuera. ¿Pero acaso no era alegre aquella mañana? Por la puerta abierta entraba el aire, quebrando las guías de la yedra. En mis piernas comenzaba a crecer el vello entre las venas, y mis manos temblaban tibias al tocar mis senos. Los gorriones jugaban. En las lomas se mecían las espigas. Me dio lástima que ella ya no volviera a ver el juego del viento en los jazmines; que cerrara sus ojos a la luz de los días. ¿Pero por qué iba a llorar?
Juan Rulfo (Pedro Páramo)
¿Cuándo se consuma una trición urdida entre un hombre y una mujer? ¿A partir del primer cruce de miradas? ¿Durante el imperceptible estremecimiento que sacude las certezas más firmes como un sismo cuyo epicentro se origina en las entrañas? ¿En el momento en que surge el pensamiento que, con premeditación y alevosía, abre las puertas de la imaginación hacia el abismo de un futuro diferente? ¿Con el primer contacto, un mero roce de manos o, menos aún, con el aire de un susurro que acaricia la piel tras el lóbulo de la oreja? ¿A partir del primer abrazo? ¿Desde el primer beso? ¿Cuando la mano percibe las formas por encima de la ropa? ¿Con el entrelazamiento animal de los cuerpos desnudos? ¿Acaso es la aparición de la palabra que pone nombre a los hechos y a los sentimientos? ¿O la traición se consuma con la sola enunciación de un plan secreto?
Federico Andahazi (Los amantes bajo el Danubio)
Al mismo tiempo la atormentaban sus propios pensamientos, que se transforman constantemente en desagradables fantasías sobre lo que iba a ser de ella. Odiaba esa forzada indefensión. Por mucho que intentara concentrarse en otra cosa para pasar el tiempo y olvidarse de su situación, la angustia siempre acababa por aflorar. Flotaba en el aire como una nube de gas que amenazaba con penetrar en sus poros y envenenar su existencia. Había descubierto que la mejor manera de mantener alejada esa angustia era imaginándose algo que le transmitiera una sensación de fuerza.
Stieg Larsson (The Girl Who Played with Fire (Millennium, #2))
«El tiempo aquí es gelatinoso. Lo tratas de asir y se deshace entre las manos. Queda en tus palmas un hueco, aire. Nada cambia. Flotan el tedio y la muerte. ¿Estamos muertos? Un día descubres un delgado hilo que proviene del exterior. Lo observas con detenimiento. Puede ser una trampa. Te acercas. Es un hilo de oro, de platino, de una aleación extraña. Lo palpas con la yema de los dedos. Lo haces con prisa, pronto será jalado hacia fuera. Regresará a su destino, la limpia tierra de la libertad. Te aferras a él como la soga que te rescatará de este hálito oleaginoso. Aunque lo apretujas, el hilo se escurre de tus manos. Te corta, te sangra. Se pierde por el portón de entrada. Miras tus heridas. Refulge en ellas el oro, el platino, la valiosa aleación extraña. Te sientas a esperar su vuelta. El hilo no vuelve y, aun a la distancia, sigue cortando».
Guillermo Arriaga (Salvar el fuego)
It is for this reason that art, true art, the one that comes from the soul, is so important in our lives. Art consoles us, it lifts us and directs us. Art cures us. We are not only that which we eat and the air that we breathe. We are also the stories we have heard, the tales we fell asleep listening to when we were children, the books we have read, the music we heard and the emotions that a painting, a statue, or a poem have given us. L'arte, quella vera, quella che viene dall'anima, è così importante nella nostra vita. L'arte ci consola, ci solleva, l'arte ci orienta. L'arte ci cura. Noi non siamo solo quello che mangiamo e l'aria che respiriamo. Siamo anche le storie che abbiamo sentito, le favole con cui ci hanno addormentato da bambini, i libri che abbiamo letto, la musica che abbiamo ascoltato e le emozioni che un quadro, una statua, una poesia ci hanno dato. (La fine è il Mio Inizio)
Tiziano Terzani
¿Habré estado durmiendo mientras los otros sufrían? ¿Estaré durmiendo en este momento? ¿Qué diré mañana, cuando crea despertar, de este día? ¿Que he esperado a Godot, en este lugar, con mi amigo Estragón, hasta la caída de la noche? ¿Que ha pasado Pozzo, con su porteador, y que nos ha hablado? Sin duda. Pero, en todo esto, ¿qué habrá de verdad? (Estragón, que ha insistido vanamente en descalzarse, se ha vuelto a adormilar. Vladimir lo mira.) El no sabrá nada. Hablará de los golpes recibidos y yo le daré una zanahoria. (Pausa) A caballo sobre una tumba y un parto difícil. Desde el fondo del agujero, ensoñadoramente, el sepulturero prepara sus herramientas. Hay tiempo para envejecer. El aire está lleno de nuestros gritos. (Escucha.) Pero la costumbre los acallia. (Mira a Estragón.) A mí también me mira otro, diciéndose: «Duerme y no sabe que duerme.» (Pausa.) No puedo continuar. (Pausa.) ¿Qué he dicho?
Samuel Beckett (Waiting for Godot)
No cabía la menor duda. Cerró los ojos y lo absorbió por completo. El sonido cesó de pronto. —Vamos —murmuró a media voz—. Esto no es el fin. El fin llegó luego con absoluta nitidez, como un arrullo entre dos ráfagas de lluvia. Mary Postgate soltó de golpe el aire entre los dientes y se estremeció de la cabeza a los pies. Eso es —asintió con satisfacción, y volvió a la casa, poniendo patas arriba la rutina doméstica al darse el lujo de tomar un baño caliente antes del té, y después bajó con un aspecto que, al verla relajadamente tendida en el otro sofá, la señorita Fowler calificó de «¡muy atractivo!».
Rudyard Kipling
Hay días en que pienso que ser de izquierdas es una especie de facultad, como la memoria. Todos la tenemos en estado de latencia. Si no la usas nunca, te mueres sin enterarte de que la tenías. La prueba de que está ahí, sin embargo, es que en determinadas situaciones aparece. Muchas veces se confunde con el orgullo. Pero hay dos clases de orgullo. Para mí, cuando esa facultad no está involucrada el orgullo es puro amor propio. Y cuando el orgullo es amor propio, lo que sale es la pataleta, el sofocón, se pone la cara roja y falta el aire. En cambio, si esa facultad interviene el orgullo se generaliza. La persona comprende que la ofensa, el abuso, lo que sea, no se lo están haciendo sólo a ella; y se le llenan los pulmones de aire; dice «no puede ser» y las tres palabras vienen de muy lejos, de muchos compañeros caídos y compañeras, de muchas personas aplastadas, humilladas; y aflora en ella un valor, una determinación con los que no soñaba.
Belén Gopegui
En otro de mis libros-no recuerdo cuál- se ve pasar por el Caribe el buque fantasma de Víctor hurgues, protagonista magistral de EL siglo de las luces, de Alejo Carpentier. En cambio, me quedé con el deseo de dejar también el recuerdo de mi muy admirado y querido Juan Rulfo, porque en varias ocasiones en que le consulté las posibilidades me respondió con su manera encantadora de dejarlo a uno en el aire. Sin embargo, ya en vísperas de su muerte, hablando de otras cosas, me soltó de medio lado una frase casual que entendí como una respuesta que nunca me dio: "No hay un lugar más peligroso para seguir viviendo que las páginas de un libro ajeno".
Gabriel García Márquez
Compañera, cuando amábamos (for Juanita Ramos and other spik dykes) ¿Volverán, campañera, esas tardes sordas Cuando nos amábamos tiradas en las sombras bajo otoño? Mis ojos clavados en tu mirada Tu mirada que siempre retiraba al mundo Esas tardes cuando nos acostábamos en las nubes Mano en mano nos paseábamos por las calles Entre niños jugando handball Vendedores y sus sabores de carne chamuzcada. La gente mirando nuestras manos Nos pescaban los ojos y se sonreían cómplices en este asunto del aire suave. En un café u otro nos sentábamos bien cerquita. Nos gustaba todo: las bodegas tiznadas La música de Silvio, el ruido de los trenes Y habichuelas. Compañera, ¿Volverán esas tardes sordas cuando nos amábamos? ¿Te acuerdas cuando te decía ¡tócame!? ¿Cuándo ilesa carne buscaba carne y dientes labios En los laberintos de tus bocas? Esas tardes, islas no descubiertas Cuando caminábamos hasta la orilla. Mis dedos lentos andaban las lomas de tus pechos, Recorriendo la llanura de tu espalda Tus moras hinchándose en mi boca La cueva mojada y racima. Tu corazón en mi lengua hasta en mis sueños. Dos pescadoras nadando en los mares Buscando esa perla. ¿No te acuerdas como nos amábamos, compañera? ¿Volverán esas tardes cuando vacilábamos Pasos largos, manos entrelazadas en la playa? Las gaviotas y las brizas Dos manfloras vagas en una isla de mutua melodía. Tus tiernas palmas y los planetas que se caián. Esas tardes tiñadas de mojo Cuando nos entregábamos a las olas Cuando nos tirábamos En el zacate del parque Dos cuerpos de mujer bajo los árboles Mirando los barcos cruzando el río Tus pestañas barriendo mi cara Dormitando, oliendo tu piel de amapola. Dos extranjeras al borde del abismo Yo caía descabellada encima de tu cuerpo Sobre las lunas llenas de tus pechos Esas tardes cuando se mecía el mundo con mi resuello Dos mujeres que hacían una sola sombra bailarina Esas tardes andábamos hasta que las lámparas Se prendían en las avenidas. ¿Volverán, Compañera, esas tardes  cuando nos amábanos?
Gloria E. Anzaldúa (Borderlands/La Frontera: The New Mestiza)
El aspecto exterior de las cosas me impresiona profundamente. Incluso ahora no puedo evitar fijarme en las cornejas, volando contra el viento, que sopla fuerte, y todavía me pregunto instintivamente, ¿cuál es la frase adecuada para expresar esto?, y me esfuerzo en dar más y más vividez a la fuerza de la corriente de aire, y el temblor del ala de la corneja deslizándose, como si el aire fuera todo él riscos, ondulaciones y asperezas. Se alzan y descienden, suben y bajan, como si el ejercicio les diera fuerza y flexibilidad, igual que si fueran nadadores en aguas turbulentas. Pero cuan poco de aquello que tan vívidamente está en mis ojos puedo expresar con la pluma; y no sólo en mis ojos; también en mis fibras nerviosas, o en la membrana en abanico de mi especie.
Virginia Woolf (A Writer's Diary)
ella misma fuera muchacho. Si los Laurence hubieran sido lo que Jo llamaba “tiesos y almidonados”, no se hubiera entendido con ellos, porque la gente así siempre la coartaba e irritaba; pero viéndolos tan francos y naturales, ella lo estaba también y les produjo buena impresión. Cuando se levantaron quiso despedirse, pero Laurie dijo que tenía algo más que mostrarle, y la condujo al invernadero que estaba iluminado en su honor. Era como un lugar encantado, con las paredes cubiertas de flores de cada lado, la dulce luz, el aire húmedo y tibio y las vides y plantas exóticas. Su nuevo amigo cortó las flores más bellas, y las ató en un ramo, diciendo, con mirada alegre: -Hágame el favor de dárselas a su señora madre, y dígale que me gusta mucho la medicina que me envió. Encontraron al señor Laurence de pie delante del fuego en el salón. La atención de Jo quedó completamente cautivada por un hermoso piano de cola, abierto. -¿Toca usted el piano? –preguntó Jo volviéndose a Laurie con expresión llena de respeto. -Algunas veces –respondió. -Hágame el favor de tocar el piano ahora; deseo oírlo para contárselo a Beth. -¿No querrá usted tocar primero?
Louisa May Alcott (Mujercitas / Buenas esposas / Hombrecitos / Los muchachos de Joe)
Entonces la Niña de los Peines se levantó como una loca, tronchada igual que una llorona medieval, y se bebió de un trago un gran vaso de cazalla como fuego, y se sentó a cantar, sin voz, sin aliento, sin matices, con la garganta abrasada, pero... con duende. Había logrado matar todo el andamiaje de la canción, para dejar paso a un duende furioso y avasallador, amigo de los vientos cargados de arena, que hacía que los oyentes se rasgaran el traje, casi con el mismo ritmo con que se los rompen los negros antillanos del rito lucumí apelotonados ante la imagen de santa Bárbara. La Niña de los Peines tuvo que desgarrar su voz porque sabía que la estaba oyendo gente exquisita que no pedía formas sino tuétano de formas, música pura con el cuerpo sucinto para poder mantenerse en el aire. Se tuvo que empobrecer de facultades y de seguridades es decir, tuvo que alejar a su musa y quedarse desamparada, que su duende viniera y se dignara luchar a brazo partido. ¡Y cómo cantó! Su voz ya no jugaba, su voz era un chorro de sangre, digna, por su dolor y su sinceridad, de abrirse como una mano de diez dedos por los pies clavados, pero llenos de borrasca, de un Cristo de Juan de Juni.
Federico García Lorca
What Greenspan was saying, in other words, was that there was absolutely nothing wrong with bidding up to $100 million in share value some hot-air Internet stock, because the lack of that company’s “physical value” (i.e., the actual money those three employees weren’t earning) could be overcome by the inherent value of their “ideas.” To say that this was a radical reinterpretation of the entire science of economics is an understatement—economists had never dared measure “value” except in terms of actual concrete production. It was equivalent to a chemist saying that concrete becomes gold when you paint it yellow. It was lunacy.
Matt Taibbi (Griftopia: Bubble Machines, Vampire Squids, and the Long Con That Is Breaking America)
Viví con poco sufrimiento los tres años de Segunda. No porque quisiera distanciarme de un equipo fracasado; de hecho, iba a Anoeta siempre que podía y mastiqué por la tele un montón de partidos tóxicos sin pestañear. En el fondo le veía cierto encanto: mientras las radios y las teles nos metían por un embudo el Barça y el Madrid y Schuster y Guardiola y los partidos del siglo a todas horas, nosotros jugábamos en otro universo menos histriónico contra el Racing de Ferrol, el Huesca o el Girona. Disfruté de una alegría de esas que en el momento no se pueden confesar a nadie: en diciembre de 2008 me escapé de dos amigas navarras en Nueva York con alguna excusa, entré a un locutorio para mirar los resultados en internet y me enteré de que la Real había ganado 1-0 al líder Salamanca con un cabezazo de Ansotegi en el minuto 92. Salí a la calle, correteé por las aceras nevadas, di algún saltito y algún remate de cabeza en el aire y luego caminé normal para reunirme otra vez con mis amigas. Ellas no hubieran entendido nada así que me callé. Seguimos andando los tres y yo pensé que era la única persona de todo el barrio de Harlem, quizá de todo Nueva York, que en ese momento caminaba contento por un gol de Ansotegi. Fue un momento de felicidad intensa y secreta.
Ander Izagirre (Mi abuela y diez más)
Mátenme al alba. Con cuchillos [ilegible] y con cuchillas oxidadas. Estaré en cuclillas esperando. Salva tu amor. No lo salves. Desafección y mierda violenta que aprendió a expresarse en nuestros días mediante fórmulas atroces como «hacer el amor» y «asumir la responsabilidad» y «negar el pasado» y «el hombre es lo que se hace». No hay más que la memoria, maravilla sin igual, horror sin semejanza. Hace mucho que me entregué a las sombras. Y no me contenta mi destino sombrío, mi destino asombrado. Me han asolado, me han agostado. Libérame de ti pues te amo y no estás. No me hables. No te apostes en mis rincones preferidos. Estás aquí. Me deliras. Me cortas las cintas de colores que me aliaban a las niñas que fui. Me abandonas loca furiosa, comiendo sombras furiosamente, girando convulsa con las manos espantadas, revolcándome en tu huida hasta los atroces orgasmos y gritos de bestia asesinada. Pero te amo. A ti te asumo, ante ti sin pasado ni relojes ni sonidos. Sucia y susurrante, leve, ingrávida, llena de sangre y de sustancias sexuales, húmeda, mojada, reventando de calor, de sangre que pide. Me dañas la columna vertebral, tantos días despeñada sobre tu cuerpo imaginado. Me dañas la cabeza que di contra las paredes porque no sabía qué hacer salvo esto: que debía golpearme y castigarme ya que tú no venías. Con tu sonrisa de paraíso exactamente situado en el tiempo y en el espacio. Con tus ojos que sonríen antes que tus labios. En tus ojos encuentro mi persona súbitamente reconstruida. En tus ojos se acumulan mis fragmentos que se unen apenas me miras. En tus ojos vivo una vida de aire puro, de respiración fiel. En tus ojos no necesito del conocimiento, no necesito del lenguaje. En tus ojos me siento y sonrío y hay una niña azul en el jardín de un castillo. Ahora que no estás me atrae la caída, la mierda, lo abyecto, lo denigrante. Salgo a la calle y siento la suciedad, la ruina. Entro en los bares más siniestros y tomo un vino como sangre coagulada, como menstruación, y me rodean brujas negras, perros sarnosos, viejos mutilados y jóvenes putos de ambos sexos. Yo bebo y me miro en el espejo lleno de mierda de moscas. Después no me veo más. Después hablo en no sé cuál idioma. Hablo con estos desechos que no me echan, ellos me aceptan, me incorporan, me reconocen. Recito poemas. Discuto cuestiones inverosímiles. Acaricio a los perros y me chupo las manos. Sonrío a los mutilados. Me dejo tocar, palpar, manos en mi cuerpo adolescente que tanto te gustaba por ser ceñido y firme y suave. («La lisura de tu vientre, tus caderas de efebo solar, tu cintura hecha a la medida de mis manos cerrándose, tus pechos de niña salvaje que los deja desnudos aun cuando llueve, tu sexo y tus gritos rítmicos, que deshacían la ciudad y me llevaban a una selva musical en donde todo confabulaba para que los cuerpos se reconozcan y se amen con sonidos de leves tambores incesantes. Esas noches en que hacíamos el amor debajo de las grandes palabras que perdían su sentido, porque no había más que nuestros cuerpos rítmicos y esenciales… Y ahora llueve y tengo náuseas y vomito casi todo el día y siempre que hay un olor espantoso en la calle, un olor a paquete olvidado, a muerto olvidado. Y tengo miedo. Eso quería decir: que no estás y tengo miedo.»)
Alejandra Pizarnik (Diarios: edición definitiva)
Déjame respirar mucho tiempo, mucho tiempo, el olor de tus cabellos; sumergir en ellos el rostro, como hombre sediento en agua de manantial, y agitarlos con mi mano, como pañuelo odorífero, para sacudir recuerdos al aire. ¡Si pudieras saber todo lo que veo! ¡Todo lo que siento! ¡Todo lo que oigo en tus cabellos! Mi alma viaja en el perfume como el alma de los demás hombres en la música. Tus cabellos contienen todo un ensueño, lleno de velámenes y de mástiles; contienen vastos mares, cuyos monzones me llevan a climas de encanto, en que el espacio es más azul y más profundo, en que la atmósfera está perfumada por los frutos, por las hojas y por la piel humana. En el océano de tu cabellera entreveo un puerto en que pululan cantares melancólicos, hombres vigorosos de toda nación y navíos de toda forma, que recortan sus arquitecturas finas y complicadas en un cielo inmenso en que se repantiga el eterno calor. En las caricias de tu cabellera vuelvo a encontrar las languideces de las largas horas pasadas en un diván, en la cámara de un hermoso navío, mecidas por el balanceo imperceptible del puerto, entre macetas y jarros refrescantes. En el ardiente hogar de tu cabellera respiro el olor del tabaco mezclado con opio y azúcar; en la noche de tu cabellera veo resplandecer lo infinito del azul tropical; en las orillas vellosas de tu cabellera me emborracho con los olores combinados del algodón, del almizcle y del aceite de coco. Déjame morder mucho tiempo tus trenzas, pesadas y negras. Cuando mordisqueo tus cabellos elásticos y rebeldes, me parece que como recuerdos.
Charles Baudelaire (Paris Spleen)
La cabeza de Nicasia descansaba sobre el pecho desnudo de Locke. El pelo rojo del zorro se le pegaba a la mejilla por el sudor. Mientras Cardan los miraba, una ráfaga de sangre le calentó las mejillas y los latidos en su cabeza se hicieron tan fuertes que momentáneamente ahogó sus pensamientos. Miró sus cuerpos enredados, las brasas incandescentes de la chimenea, el trabajo a medio terminar para los tutores de palacio que todavía estaba en su escritorio, manchas descuidadas de tinta salpicando el papel. Cardan debería haber sido el chico con el corazón de piedra en la historia de Aslog, pero de alguna manera había dejado que su corazón se volviera de cristal. Podía sentir los fragmentos rotos alojados en sus pulmones, haciendo que cada respiración le doliera. Cardan había confiado en que Nicasia no lo lastimaría, lo cual era ridículo, ya que sabía bien que todos se lastiman entre sí y que las personas que amabas te lastiman más gravemente. Ya que era muy consciente de que ambos se deleitaban en hacer daño a todos los demás que podían, ¿cómo podía haberse considerado seguro?
Holly Black (How the King of Elfhame Learned to Hate Stories (The Folk of the Air, #3.5))
One also, in our milieu, simply didn't meet enough Americans to form an opinion. And when one did—this was in the days of crew-cuts and short-legged pants—they, too, often really did sport crew-cuts and trousers that mysteriously ended several inches short of the instep. Why was that? It obviously wasn't poverty. A colleague of my father's had a daughter who got herself married and found that an American friend she had met on holiday had offered to pay the whole cost of the nuptial feast. I forget the name of this paladin, but he had a crew-cut and amputated trouser-bottoms and a cigar stub and he came from a place called Yonkers, which seemed to me a ridiculous name to give to a suburb. (I, who had survived Crapstone… ) Anyway, once again one received a Henry Jamesian impression of brash generosity without overmuch refinement. There was a boy at my boarding school called Warren Powers Laird Myers, the son of an officer stationed at one of the many U.S. Air Force bases in Cambridgeshire. Trousers at The Leys School were uniform and regulation, but he still managed to show a bit of shin and to buzz-cut his hair. 'I am not a Yankee,' he informed me (he was from Norfolk, Virginia). 'I am a CON-federate.' From what I was then gleaning of the news from Dixie, this was unpromising. In our ranks we also had Jamie Auchincloss, a sprig of the Kennedy-Bouvier family that was then occupying the White House. His trousers managed to avoid covering his ankles also, though the fact that he shared a parent with Jackie Kennedy meant that anything he did was accepted as fashionable by definition. The pants of a man I'll call Mr. 'Miller,' a visiting American master who skillfully introduced me to J.D. Salinger, were also falling short of their mark. Mr. Miller's great teacher-feature was that he saw sexual imagery absolutely everywhere and was slightly too fond of pointing it out [...]. Meanwhile, and as I mentioned much earlier, the dominant images projected from the United States were of the attack-dog-and-firehose kind, with swag-bellied cops lying about themselves and the political succession changed as much by bullets as by ballots.
Christopher Hitchens (Hitch 22: A Memoir)
Como yo no solo no creo ni en el progreso ni en el esfuerzo, sino que además los combato de día y de noche; como yo en lo que creo es en la atenta escucha de las pulsiones y en su alianza con las pulsiones de los otros como motores de la vida, pues que no voy a ser yo cómplice de un acto de superación fascista intentando revolear a Ibrahim por los aires cuando en realidad lo más que puedo hacer es acunarlo, ni voy a dejar que Ibrahim intente sostenerme a mí por la cintura exagerando yo mi movimiento en el fingimiento de que es Ibrahim quien me mueve. Yo, mientras sea partener de Ibrahim, renuncio a los portés, así como a cualquier otra figura dancística clásica o contemporánea que implique pericia o velocidad bípedas, y esto es así porque, desde una perspectiva bastardista, o sea, desde la persecución de un horizonte emancipador, Ibrahim no tiene que bailar adaptándose a ningún modelo de movimientos preestablecido ni teniendo por guía un ideal de reaccionarias fluidez, seguridad y belleza. Yo, como partener de Ibrahim, me niego a someterme a tales dictados de la danza occidental dado que ello supone la subsunción de las posibilidades de movimiento de mi compañero dentro de los movimientos bípedos, clase social privilegiada a la que yo pertenezco.
Cristina Morales (Lectura fácil)
Cuando alguien pregunta para qué sirve la filosofía, la respuesta debe ser agresiva ya que la pregunta se tiene por irónica y mordaz. La filosofía no sirve ni al Estado ni a la Iglesia, que tienen otras preocupaciones. No sirve a ningún poder establecido. La filosofía sirve para entristecer. Una filosofía que no entristece o no contraría a nadie no es una filosofía. Sirve para detestar la estupidez, hace de la estupidez una cosa vergonzosa. Solo tiene este uso: denunciar la bajeza del pensamiento bajo todas sus formas. ¿Existe alguna disciplina, fuera de la filosofía, que se proponga la crítica de todas las mixtificaciones, sea cual sea su origen y su fin? Denunciar las ficciones sin las que las fuerzas reactivas no podrían prevalecer. Denunciar en la mixtificación esta mezcla de bajeza y estupidez que forma también la asombrosa complicidad de las víctimas y de los autores. En fin, hacer del pensamiento algo agresivo, activo y afirmativo. Hacer hombres libres, es decir, hombres que no confundan los fines de la cultura con el provecho del Estado, la moral o la religión. Combatir el resentimiento, la mala conciencia, que ocupan el lugar del pensamiento. Vencer lo negativo y sus falsos prestigios. ¿Quién, a excepción de la filosofía, se interesa por todo esto? La filosofía como crítica nos dice lo más positivo de sí misma: empresa de desmixtificación. Y, a este respecto, que nadie se atreva a proclamar el fracaso de la filosofía. Por muy grandes que sean, la estupidez y la bajeza serían aún mayores si no subsistiera un poco de filosofía que, en cada época, les impide ir todo lo lejos que querrían, que respectivamente les prohíbe, aunque solo sea por el qué dirán, ser todo lo estúpida y lo baja que cada una por su cuenta desearía. No les son permitidos ciertos excesos, pero ¿quién, excepto la filosofía, se los prohíbe? ¿quién les obliga a enmascararse, a adoptar aires nobles e inteligentes, aires de pensador.
Gilles Deleuze (Nietzsche and Philosophy)
It is now time to face the fact that English is a crazy language — the most loopy and wiggy of all tongues. In what other language do people drive in a parkway and park in a driveway? In what other language do people play at a recital and recite at a play? Why does night fall but never break and day break but never fall? Why is it that when we transport something by car, it’s called a shipment, but when we transport something by ship, it’s called cargo? Why does a man get a hernia and a woman a hysterectomy? Why do we pack suits in a garment bag and garments in a suitcase? Why do privates eat in the general mess and generals eat in the private mess? Why do we call it newsprint when it contains no printing but when we put print on it, we call it a newspaper? Why are people who ride motorcycles called bikers and people who ride bikes called cyclists? Why — in our crazy language — can your nose run and your feet smell?Language is like the air we breathe. It’s invisible, inescapable, indispensable, and we take it for granted. But, when we take the time to step back and listen to the sounds that escape from the holes in people’s faces and to explore the paradoxes and vagaries of English, we find that hot dogs can be cold, darkrooms can be lit, homework can be done in school, nightmares can take place in broad daylight while morning sickness and daydreaming can take place at night, tomboys are girls and midwives can be men, hours — especially happy hours and rush hours — often last longer than sixty minutes, quicksand works very slowly, boxing rings are square, silverware and glasses can be made of plastic and tablecloths of paper, most telephones are dialed by being punched (or pushed?), and most bathrooms don’t have any baths in them. In fact, a dog can go to the bathroom under a tree —no bath, no room; it’s still going to the bathroom. And doesn’t it seem a little bizarre that we go to the bathroom in order to go to the bathroom? Why is it that a woman can man a station but a man can’t woman one, that a man can father a movement but a woman can’t mother one, and that a king rules a kingdom but a queen doesn’t rule a queendom? How did all those Renaissance men reproduce when there don’t seem to have been any Renaissance women? Sometimes you have to believe that all English speakers should be committed to an asylum for the verbally insane: In what other language do they call the third hand on the clock the second hand? Why do they call them apartments when they’re all together? Why do we call them buildings, when they’re already built? Why it is called a TV set when you get only one? Why is phonetic not spelled phonetically? Why is it so hard to remember how to spell mnemonic? Why doesn’t onomatopoeia sound like what it is? Why is the word abbreviation so long? Why is diminutive so undiminutive? Why does the word monosyllabic consist of five syllables? Why is there no synonym for synonym or thesaurus? And why, pray tell, does lisp have an s in it? If adults commit adultery, do infants commit infantry? If olive oil is made from olives, what do they make baby oil from? If a vegetarian eats vegetables, what does a humanitarian consume? If pro and con are opposites, is congress the opposite of progress? ...
Richard Lederer
A VECES LA MAÑANA AYUDA Hace tiempo que ando escribiendo una crónica que llevaría el título "No siempre la mañana ayuda". Y hasta tenía el comienzo apuntado en un papel por ahí, a toda prisa, sobre la mesa del despacho. Empieza así: "Al salir de la casa y tropezar con el rostro del sol(antiguamente lo representábamos así, con una amplia sonrisa y los ojos alegres, con una cabellera de rayos resplandecientes), deberíamos caer de rodillas, ofrecer cualquier cosa al culto pagano de la luz y sentir después el mundo conquistado. Pero todos tenemos otra cosa que hacer". Y saldría uno por ahí fuera a ahuyentar la melancolía, a justificar el título, en definitiva. Algo me ha impedido continuar. Y sé que hoy no voy a concluir una prosa que me enfrentaría al lector. Y es que, sin esperarlo, se despertó en mi memoria un caso acontecido entre dos hombres, un caso que viene a demostrar que, a veces, la mañana ayuda, sí señor. Vamos, pues, con la historia. Imagine el lector un vagón de tren. Lleno. El día no es ni feo ni bonito: tiene algo de sol, unas nubes que lo cubren, y hay una brisa cortante allá afuera. Los viajeros van callados, hacen todos unos gestos involuntarios al albur del traqueteo. Unos leen periódicos, otros se ausentan hacia un país silencioso y sólo habitado por pensamientos ocultos e indefinidos. Hay una gran indiferencia en la atmósfera, y el sol, al descubrirse, ilumina un escenario de rostros apagados. Entonces, el hombre más(pero muy lejos deser un adolescente), que está sentado junto a la ventanilla, empieza a tararear en sordina una vaga canción. Quizá no tenga motivos especiales de contento, pero, en aquella hora, la necesidad de cantar es irresistible. Todo cuanto acude a su memoria sirve. Y va tan absorto en su pura y gratuita alegría que ni siquiera repara en que el vecino de asiento se muestra ofendido y esboza esos movimientos elocuentes que sustituyen a las palabras cuando no hay valor para pronunciarlas. Frente al hombre que canta, hay un viejo. Éste desde que salió anda rumiando problemas que lo atormentan. Es muy viejo, y está enfermo. Ha dormido mal. Sabe que va a tener un día difícil. Y detrás de él una voz deshilacha canciones, badabádabá, notas de música, de un modo impreciso pero obstinadamente vivo y afirmativo. El sol sique jugando al escondite. Y el mar, que súbitamente aparece se puebla de islas de sombra entre grandes lagos de plata fundida. A lo lejos, la ciudad se diluye en humo y niebla seca. Silenciosa, a aquella distancia, tiene un aire de fatalidad y resignación, como un cuerpo que ha renunciado a vivir y se extingue lentamente. Es grande el peligro de que la melancolía triunfe definitivamente. Pero el hombre insiste. Ya no es posible identificar al que canta. Ahora sale de su boca un flujo de armonía, un lenguaje que ha desistido de la articulación coherente para penetrarse mejor de la sustancia de la música. Esto acabrá sin duda con un grito irreprimible de alegría, con indignación y escandalo de los viajeros. Ocurrió, sin embargo, que la ciudad llegó de repente. Se abrieron las puertas, la gente se precipitó, empujándose, olvidándose unos de otros. El hombre se levanta, murmurando aún algo. Sigue a lo largo del andén, va a lo suyo, con su música. Y, de pronto, alguien lo coge del brazo. El viejo está a su lado, se juraría que tiene los ojos húmedos, y dice: "Gracias. Yo venía preocupado y triste. Cuando lo oí cantar sentí una gran paz, y durante todo el camino vine pidiéndole a Dios que siguiera usted cantando. Muchas gracias". El hombre de las canciones sonrió, primero con embarazo, luego como si fuera el amo del mundo. Se separaron. Y fue cada uno a su trabajo, con la música que era de los dos.
José Saramago (Las maletas del viajero)
Si alguien les pregunta por él, díganle que quizá no vuelva nunca o que si regresa acaso ya nadie reconozca su rostro; díganle también que no dejó razones para nadie, que tenía un mensaje secreto, algo importante que decirles pero que lo ha olvidado. Díganle que ahora está cayendo, de otro modo y en otra parte del mundo, díganle que todavía no es feliz, si esto hace feliz a alguno de ellos; díganle también que se fue con el corazón vacío y seco y díganle que eso no importa ni siquiera para la lástima o el perdón y que ni él mismo sufre por eso, que ya no cree en nada ni en nadie y mucho menos en él mismo, que tantas cosas que vio apagaron su mirada y ahora, ciego, necesita del tacto, díganle que alguna vez tuvo un leve rescoldo de fe en Dios, en un día de sol, díganle que hubo palabras que le hicieron creer en el amor y luego supo que el amor dura lo que dura una palabra. Díganle que como un globo de aire perforado a tiros, su alma fue cayendo hasta el infierno que lo vive y que ni siquiera está desesperado y díganle que a veces piensa que esa calma inexorable es su castigo; díganle que ignora cuál es su pecado y que la culpa que lo arrastra por el mundo la considera apenas otro dato del problema y díganle que en ciertas noches de insomnio y aun en otras en que cree haberlo soñado, teme que acaso la culpa sea la única parte de sí mismo que le queda y díganle que en ciertas mañanas llenas de luz y en medio de tardes de piadosa lujuria y también borracho de vino en noches de lluvia siente cierta alegría pueril por su inocencia y díganle que en esas ocasiones dichosas habla a solas. Díganle que si alguna vez regresa, volverá con dos cerezas en sus ojos y una planta de moras sembrada en su estómago y una serpiente enroscada en su cuello y tampoco esperará nada de nadie y se ganará la vida honradamente, de adivino, leyendo las cartas y celebrando extrañas ceremonias en las que no creerá y díganle que se llevó consigo algunas supersticiones, tres fetiches, ciertas complicidades mal entendidas y el recuerdo de dos o tres rostros que siempre vuelven a él en la oscuridad y nada.
Darío Jaramillo Agudelo
As I walked away, I heard the girl ask, “Is she your girlfriend?” I whirled around, and we both said “No!” at the same time. Confused, she said, “Well, is she your little sister?” like I wasn’t standing right there. Her perfume was heavy. It felt like it filled all the air around us, like we were breathing her in. “No, I’m not his little sister.” I hated this girl for being a witness to all this. It was humiliating. And she was pretty, in the same kind of way Taylor was pretty, which somehow made things worse. Conrad said, “Her mom is best friends with my mom.” So that was all I was to him? His mom’s friend’s daughter? I took a deep breath, and without even thinking, I said to the girl, “I’ve known Conrad my whole life. So let me be the one to tell you you’re barking up the wrong tree. Conrad will never love anyone as much as he loves himself, if you know what I mean-“ I lifted up my hand and wiggled my fingers. “Shut up, Belly,” Conrad warned. The tops of his ears were turning bright red. It was a low blow, but I didn’t care. He deserved it. Red Sox girl frowned. “What is she talking about, Conrad?” To her I blurted out, “Oh, I’m sorry, do you not know what the idiom ‘barking up the wrong tree’ means?” Her pretty face twisted. “You little skank,” she hissed. I could feel myself shrinking. I wished I could take it back. I’d never gotten into a fight with a girl before, or with anyone for that matter. Thankfully, Conrad broke in then and pointed to the bonfire. “Belly, go back over there, and wait for me to come get you,” he said harshly. That’s when Jeremiah ambled over. “Hey, hey, what’s going on?” he asked, smiling in his easy, goofy way. “Your brother is a jerk,” I said. “That’s what’s going on.” Jeremiah put his arm around me. He smelled like beer. “You guys play nice, you hear?” I shrugged out of his hold and said, “I am playing nice. Tell your brother to play nice.” “Wait, are you guys brother and sister too?” the girl asked. Conrad said, “Don’t even think about leaving with that guy.” “Con, chill out,” Jeremiah said. “She’s not leaving. Right, Belly?” He looked at me, and I pursed my lips and nodded. Then I gave Conrad the dirtiest look I could muster, and I shot one at the girl, too, when I was far enough away that she wouldn’t be able to reach out and grab me by the hair.
Jenny Han (The Summer I Turned Pretty (Summer, #1))
Conclusión A lo largo de estas páginas, hemos visto cómo se desarrollan los procesos perversos en algunos contextos, pero es evidente que nuestra lista no es exhaustiva y que estos fenómenos van más allá del mundo de la pareja, de la familia o de la empresa. Los volvemos a encontrar en todos los grupos en donde los individuos pueden establecer rivalidades, especialmente en las escuelas y en las universidades. La imaginación humana no tiene límites cuando pretende aniquilar la buena imagen que el otro tiene de sí mismo; sirve para enmascarar las propias debilidades y para colocarse en una posición de superioridad. La cuestión del poder atañe a toda la sociedad. En todas las épocas ha habido seres carentes de escrúpulos, calculadores y manipuladores, y para los que el fin justifica los medios. Sin embargo, la multiplicación actual de los actos de perversidad en las familias y en las empresas es un indicador del individualismo que domina en nuestra sociedad. En un sistema que funciona según la ley del más fuerte, o del más malicioso, los perversos son los amos. Cuando el éxito es el valor principal, la honradez parece una debilidad y la perversidad adopta un aire de picardía. Con el pretexto de la tolerancia, las sociedades occidentales renuncian poco a poco a sus propias prohibiciones. Pero, al aceptar demasiado, como lo hacen las víctimas de los perversos narcisistas, permiten que se desarrollen en su seno los funcionamientos perversos. Numerosos dirigentes o políticos, que ocupan no obstante una posición de modelo para la juventud, no muestran ninguna preocupación moral a la hora de liquidar a un rival o de mantenerse en el poder. Algunos de ellos abusan de sus prerrogativas y utilizan presiones psicológicas, y razones y secretos de Estado, para proteger su vida privada. Otros se enriquecen gracias a una delincuencia astuta hecha de abusos de bienes sociales, de estafas o de fraudes fiscales. La corrupción se ha convertido en una moneda corriente. Ahora bien, basta con que un grupo, una empresa o un gobierno cuenten con uno o con varios individuos perversos para que todo el sistema se vuelva perverso. Si esta perversión no se denuncia, se extiende subterráneamente mediante la intimidación, el miedo y la manipulación. Efectivamente, para atar psicológicamente a un individuo, basta con inducirlo a la mentira o a ciertos compromisos para convertirlo en cómplice del proceso perverso. Sin ir más lejos, ésta es la base del funcionamiento de la mafia o de los regímenes totalitarios. Tanto en las familias como en las empresas y los Estados, los perversos narcisistas se las arreglan para atribuir a los demás los desastres que provocan, se presentan luego como salvadores y se hacen así con el poder. En lo sucesivo, para mantenerse en él, les basta con no tener escrúpulos. La historia nos ha mostrado hombres que se niegan a reconocer sus propios errores, que no asumen sus responsabilidades, y que falsean las cosas y manipulan la realidad a fin de borrar las huellas de sus fechorías. Más allá del aspecto individual del acoso moral, se nos plantean dilemas más generales. ¿Cómo restablecer el respeto entre los individuos? ¿Qué límites debemos poner a nuestra tolerancia? Si los individuos no pueden detener por sí mismos estos procesos destructivos, la sociedad deberá intervenir y establecer una legislación. Recientemente, se ha presentado un proyecto de ley que proponía instituir un delito de novatada para reprimir cualquier acto degradante y humillante en el ámbito escolar y socioeducativo. Si no queremos que nuestras relaciones humanas acaben completamente reglamentadas por leyes, es esencial prevenir a los niños.
Marie-France Hirigoyen (El acoso moral: El maltrato psicológico en la vida cotidiana)
Se levanta y hace la cama, luego recoge del suelo unos libros de bolsillo (novelas policíacas) y los pone en la librería. Tiene ropa que lavar antes de irse, ropa que guardar, medias que emparejar y meter en los cajones. Envuelve la basura en papel de periódico y baja tres pisos para dejarla en el cubo de la basura. Saca los calcetines de Cal de detrás de la cama y los sacude, dejándolos sobre la mesa de la cocina. Hay trapos que lavar, hollín en el alféizar de las ventanas, cacerolas en remojo por fregar, hay que poner un plato bajo el radiador por si funciona durante la semana (se sale). Oh. Aj. Que se queden las ventanas como están, aunque a Cal no le gusta verlas sucias. Esa espantosa tarea de restregar el retrete, pasarle el plumero a los muebles. Ropa para planchar. Siempre se caen cosas cuando recoges otras. Se agacha una y otra vez. La harina y el azúcar se derraman sobre los estantes que hay encima de la pila y tiene que pasar un paño; hay manchas y salpicaduras, hojas de rábano podridas, incrustaciones de hielo dentro de la vieja nevera (hay que mantener la puerta abierta con una silla, para que se descongele). Pedazos de papel, caramelos, cigarrillos y ceniza por toda la habitación. Tiene que quitarle el polvo a todo. Decide limpiar las ventanas a pesar de todo, porque quedan más bonitas. Estarán asquerosas después de una semana. Por supuesto, nadie la ayuda. Nada tiene la altura adecuada. Añade los calcetines de Cal a la ropa de ambos que tiene que llevar a la lavandería de autoservicio, hace un montón separado con la ropa de él que tiene que coser, y pone la mesa para sí misma. Raspa los restos de comida del plato del gato, y le pone agua limpia y leche. «Mr. Frosty» no parece andar por allí. Debajo de la pila encuentra un paño de cocina, lo recoge y lo cuelga sobre la pila, se recuerda a sí misma que tiene que limpiar allí abajo más tarde, y se sirve cereales, té, tostadas y zumo de naranja. (El zumo de naranja es un paquete del gobierno de naranja y pomelo en polvo y sabe a demonios.) Se levanta de un salto para buscar la fregona debajo de la pila, y el cubo, que también debe estar por allí. Es hora de fregar el suelo del cuarto de baño y el cuadrado de linóleo que hay delante de la pila y la cocina. Primero termina el té, deja la mitad del zumo de naranja y pomelo (haciendo una mueca) y algo del cereal. La leche vuelve a la nevera —no, espera un momento, tírala—, se sienta un minuto a escribir una lista de comestibles para comprarlos en el camino del autobús a casa, cuando vuelva dentro de una semana. Llena el cubo, encuentra el jabón, lo deja, friega sólo con agua. Lo guarda todo. Lava los platos del desayuno. Coge una novela policíaca y la hojea, sentada en el sofá. Se levanta, limpia la mesa, recoge la sal que ha caído en la alfombra y la barre. ¿Eso es todo? No, hay que arreglar la ropa de Cal y la suya. Oh, déjalo. Tiene que hacer la maleta y preparar la comida de Cal y la suya (aunque él no se marcha con ella). Eso significa volver a sacar las cosas de la nevera y volver a limpiar la mesa, dejar pisadas en el linóleo otra vez. Bueno, no importa. Lava el plato y el cuchillo. Ya está. Decide ir por la caja de costura para arreglar la ropa de él, cambia de opinión. Coge la novela policíaca. Cal dirá: «No has cosido mi ropa.» Va a coger la caja de costura del fondo del armario, pisando maletas, cajas, la tabla de plancha, su abrigo y ropa de invierno. Pequeñas manos salen de la espalda de Jeannine y recogen lo que ella tira. Se sienta en el sofá y arregla el desgarrón de la chaqueta de verano de él, cortando el hilo con los dientes. Vas a estropearte el esmalte. Botones. Zurce tres calcetines. (Los otros están bien.) Se frota los riñones. Cose el forro de una falda que está descosido. Limpia zapatos. Hace una pausa y mira sin ver. Luego reacciona y con aire de extraordinaria energía saca la maleta mediana del armario y empieza a meter su ropa para
Joanna Russ (The Female Man)
Of the Terrible Doubt of Appearances Of the terrible doubt of appearances, Of the uncertainty after all, that we may be deluded, That may-be reliance and hope are but speculations after all, That may-be identity beyond the grave is a beautiful fable only, May-be the things I perceive, the animals, plants, men, hills, shining and flowing waters, The skies of day and night, colors, densities, forms, May-be these are (as doubtless they are) only apparitions, and the real something has yet to be known; (How often they dart out of themselves, as if to con-found me and mock me! How often I think neither I know, nor any man knows, aught of them,) May-be seeming to me what they are (as doubtless they indeed but seem) as from my present point of view, And might prove (as of course they would) naught of what they appear, or naught anyhow, from entirely changed points of view; To me, these and the like of these are curiously answer’d by my lovers, my dear friends, When he whom I love travels with me or sits a long while holding me by the hand, When the subtle air, the impalpable, the sense that words and reason hold not, surround us and pervade us, Then I am charged with untold and untellable wisdom, I am silent, I require nothing further, I cannot answer the question of appearances or that of identity beyond the grave, But I walk or sit indifferent, I am satisfied, He ahold of my hand has completely satisfied me. (1860)
Anthony Holden (Poems That Make Grown Men Cry: 100 Men on the Words That Move Them)