Como Se Siente Quotes

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No hay que prometer nada porque las promesas son horribles ataduras, y cuando uno se siente amarrado tiende a liberarse, eso es fatal.
Mario Benedetti (Puentes como liebres y otros cuentos)
Algunas veces lees un libro, sientes un extraño afán evangelizador y estás convencido de que este desastrado mundo no se recuperará hasta que todos los seres humanos lo lean. Y luego están los libros como Un Dolor Imperial, de los que no puedes hablar con nadie, libros tan especiales, escasos y tuyos que revelar el cariño que les tienes parece una gran traición.
John Green (The Fault in Our Stars)
A veces, lees un libro y te llena con este fervor evangélico raro, y te convences de que el mundo destrozado que nunca se pondrá de nuevo junto a menos que y hasta que todos los seres humanos lean el libro. Y luego están los libros como Una Aflicción Imperial, que no puedes decirle a la gente sobre, libros tan especiales y raros y tuyos de que la publicidad de su afecto se siente como una traición.
John Green (The Fault in Our Stars)
Quiero descubrir cómo puedo hacerla reír. Quiero saber cómo hacerla llorar. Quiero saber lo que se siente si me mira como si fuese su caballero de la brillante armadura. -Alex
Simone Elkeles (Perfect Chemistry (Perfect Chemistry, #1))
—No me gustas, Park —dijo ella, sonando por un segundo como si lo dijera realmente en serio—. Yo… —Su voz casi desapareció—, a veces creo que vivo por ti. Él cerró los ojos y arqueó la cabeza en su almohada. —No creo que siquiera pueda respirar si no estamos juntos —susurró—. Lo que quiere decir, que cuando te vea el lunes a la mañana, habrán pasado como sesenta horas desde que he respirado. Esa es probablemente la razón por la que estoy tan gruñona, y por qué te grito. Todo lo que hago cuando estamos separados es pensar en ti, y todo lo que hago cuando estamos juntos es entrar en pánico. Porque cada segundo se siente tan importante. Y porque estoy tan fuera de control, no puedo evitarlo. Ni siquiera me pertenezco, soy tuya, ¿y qué si decides que no me quieres? ¿Cómo podrías quererme como te quiero?
Rainbow Rowell (Eleanor & Park)
—Vete de aquí, Amelia. No quiero que me veas así. Se me parte el corazón. ¿Por qué?, quiero preguntarle. Él es mío pase lo que pase, sienta lo que sienta. Yo quiero estar a su lado tanto cuando siente que es el amo del mundo como cuando cree que éste lo destrozará para siempre.
M.C. Andrews
Ya se sabe que sufrir de mal de amores es como marearse en un barco: a la gente tu estado le parece divertido, pero tú te sientes morir.
Rosa Montero (La ridícula idea de no volver a verte)
—El amor es como una borrachera. Cuando uno tiene la botella al lado se siente feliz. Pero luego se acaba, uno se duerme y al otro día se despierta con dolor. Después uno promete no volver a tomar... ¿Todavía la quiere?
Santiago Gamboa (Perder es cuestión de método)
Es raro como funciona la vida. Deseas algo y tienes que esperar y esperar, y sientes que no llega nunca. Luego sucede y se va, y todo lo que deseas es acurrucarte una vez más en el instante anteriar a que cambiaran las cosas.
Lauren Oliver (Delirium (Delirium, #1))
Tu cuerpo necesita algo frío. En eso consiste todo. Tu cuerpo necesita el frío e intenta crearlo, porque no lo encuentra en ninguna parte. Tu cabeza no puede ser, porque es de donde sale el calor, así que se centra en otros órganos. En el estómago. En el hígado. En los pulmones. Y, poco a poco, te das cuenta de que tu cuerpo arde por fuera, pero que estás helado por dentro. Tu cabeza está siempre alerta y se prepara para todas las posibilidades, pero cuando cierras los ojos siempre hay fondos blancos con líneas negras que se mueven en todas direcciones y, cuando coges aire, nunca es suficiente porque hay demasiadas cosas que podrían salir mal, y abres la boca y aún te cabe más aire que no eres capaz de coger, y no sabes qué hacer para conseguirlo, para conseguir eso o para conseguir nada, porque nunca eres el mejor. Nunca eres suficiente. Nunca sabes cómo moverte o qué decir o qué hacer y te da la sensación de que todos lo saben y así es como se siente la ansiedad.
Clara Cortés (Cosas que escribiste sobre el fuego)
...y al final el ridículo lo he hecho yo porque nada hay más lamentable que un hombre esforzándose por mover a otro que está muy bien como está, que se siente perfectamente en la posición que le da la gana.
Julio Cortázar (Las armas secretas)
La devastación me agarró desprevenido. Hay una diferencia entre perder algo que sabías que tenías y perder algo que descubriste que tenías. Uno es una desilusión. El otro se siente como perder una pieza de ti mismo.
Gayle Forman (Just One Year (Just One Day, #2))
Cada vez que quieras recordar cómo se siente el amor, búscame. Esa línea abarcaba cada mujer que ha ofrecido su pequeño corazón latiente a un hombre. Porque todos tenemos a alguien que nos recuerda como quema el amor. Ese irrenunciable amor que se resbala de nuestros dedos como arena.
Tarryn Fisher (Mud Vein)
Es bueno amar tanto como se pueda, porque ahí radica la verdadera fuerza. Y el que mucho ama realiza grandes cosas y se siente capaz, y lo que hace por amor está bien hecho
Vincent van Gogh (Cartas a Theo)
No tengo excusa para estar aquí excepto el deseo de estar a su lado. A la mierda la apuesta. Quiero descubrir cómo puedo hacerle reír. quiero saber cómo hacerle llorar. Quiero saber lo que se siente si me mira como si fuera su caballero de brillante armadura.
Simone Elkeles (Perfect Chemistry (Perfect Chemistry, #1))
Durante toda mi vida he entendido el amor como una especie de esclavitud consentida. Pero esto no es así: la libertad sólo existe cuando existe el amor. Quien se entrega totalmente, quien se siente libre, ama al máximo. Y quien ama al máximo, se siente libre. Pero en el amor, cada uno de nosotros es responsable por lo que siente, y no puede culpar al otro por eso. Nadie pierde a nadie porque nadie posee a nadie. Y esta es la verdadera experiencia de la libertad: Tener lo más importante del mundo sin poseerlo.
Paulo Coelho (Eleven Minutes)
Sé lo que se siente estar enamorado y los verdaderos amores muy pocas veces tienen la oportunidad de vivirse y como no se viven no te decepcionan y tendrás ese amor por siempre, con esa misma intensidad.
Lily Perozo (Dulces mentiras, amargas verdades: É por amor)
Una diría que la guerra es como las películas de acción. Pero no. Es quieta. Más que quieta es monótona. A la gente la matan y la matan y la matan, pero la guerra sigue. Entonces una siente que no se trata ni siquiera de los humanos. Ni de ganar. Ni de enemigos. La guerra no se trata de nada. Es un agujero que escupe muertos.
Laura Ortiz Gómez (Sofoco (Spanish Edition))
EL AMOR NO SE PIENSA: SE SIENTE O NO SE SIENTE
Laura Esquivel (Como Água Para Chocolate)
He visto mucho en mi vida, America, he podido llegar a todos los rincones del mundo.Pero nunca me he encontrado con nada tan doloroso y precioso a la vez como aquel beso. Ojalá fuera algo que pudiera atrapar en una red o guardar entre las páginas de un libro. Ojalá fuera algo que pudiera conservar y compartir con el mundo para poder decirle al universo entero: así es, esto es lo que se siente cuando te enamoras.
Kiera Cass (The One (The Selection, #3))
—No quiero saber sobre el amor. —Pero deberías, hija mía. Tienes que saber sobre el amor. Las cosas que la gente haría por amor. Todas las verdades se acaban reduciendo al amor ¿verdad? De una forma u otra lo hacen. Sabes, hay una diferencia entre amor y necesidad. A veces, lo que sientes es inmediato y sin ton ni son —se sentó un poco más recta—. Dos personas se miran desde el otro lado de una habitación o se rozan la piel. Sus almas reconocen a esa persona como suya. No hace falta tiempo para adivinarlo. El alma siempre sabe… si está bien o mal.
Jennifer L. Armentrout (Half-Blood (Covenant, #1))
[…] Había una vez, hace mucho tiempo, un mundo donde los humanos tenían cuatro piernas, cuatro brazos, dos caras. ¿Te lo imaginas, Peter? Eran felices, poderosos. Los Dioses empezaron a tener miedo, pavor de que se unieran y acabaran con ellos. Y envidia, mucha envidia de esa felicidad. Tenían que hacer algo. Entonces se les ocurrió partirlos por la mitad, separarlos, condenarlos a buscarse eternamente y así distraerlos de la rebelión. De ese modo, pasaron a tener solo dos piernas, dos brazos, una cara… Se sintieron rotos. Y en realidad era cierto, estaban rotos. Aún podían sentir su otra parte, perdida en la inmensidad del universo. Si te amputan una pierna o un brazo, aunque no esté, sigues sintiéndolo; puedes notar cómo te cosquillea, está ahí aunque nadie pueda verlo. Pero tú lo sientes como si no hubiera desaparecido y, si no miras, si no te fijas, para ti sigue ahí. Miembro fantasma lo llaman. Tú eres mi mitad Peter, mi miembro fantasma. Te siento aunque no estés y me niego a que desaparezcas, a pasarme toda la vida buscándote. No quiero buscarte, no quiero sentirte si no estás. No puedes hacerme eso, no puedes.
Wendy Davies (Recuerda que me quieres)
Así que floto, a la deriva, como si fuera una misión, mirando al cielo, pensando en eso de que uno se siente solo cuando está con gente; cuando uno está solo, en cambio, hasta puede que se sienta acompañado.
Alberto Fuguet (Mala onda)
‎La verdad es un cuchillo afilado, la verdad es una llaga incurable, la verdad es un ácido corrosivo. Por esto durante los días de su juventud y de su fuerza, el hombre huye de la verdad hacia las casas de placer y se ciega con el trabajo y con una actividad febril, con viajes y diversiones, con el poder y las destrucciones. Pero viene un día en que la verdad lo atraviesa como un venablo y ya no siente más el júbilo de pensar o trabajar con sus manos, sino que se encuentra solo, en medio de sus semejantes, y los dioses no aportan ningún alivio a su soledad.
Mika Waltari (Sinuhe egyptiläinen)
Mi corazón se siente pesado en mi pecho. Los secretos son cargas pesadas como el plomo.
M.L. Rio (If We Were Villains)
Hay una diferencia entre perder algo que sabías que tenías y perder algo que descubriste que tenías. Uno es una desilusión. El otro se siente como perder una pieza de ti mismo.
Gayle Forman (Just One Year (Just One Day, #2))
Llamar a Vikki una cualquiera o una perra era como llamar a alguien la Duff. Era insultante y doloroso, y era uno de esos títulos que solo alimentaban un miedo interno que toda chica debió tener de tiempo en tiempo. Sucia, perra, mojigata, idiota. Eran todos lo mismo. Toda chica se siente como si una de estas etiquetas sexistas la haya descrito hasta cierto punto.
Kody Keplinger (The DUFF: Designated Ugly Fat Friend (Hamilton High, #1))
—No sé qué me ha pasado. No te ofendas, pero a veces una se siente más libre de hablarle a un extraño que a la gente que conoce. ¿Por qué será? Me encogí de hombros. —Probablemente porque un extraño nos ve como somos, no como quiere creer que somos.
Carlos Ruiz Zafón (La sombra del viento (El cementerio de los libros olvidados, #1))
No te enamores de una mujer que lee, de una mujer que siente demasiado, de una mujer que escribe… No te enamores de una mujer culta, maga, delirante, loca. No te enamores de una mujer que piensa, que sabe lo que sabe y además sabe volar; una mujer segura de sí misma. No te enamores de una mujer que se ríe o llora haciendo el amor, que sabe convertir en espíritu su carne; y mucho menos de una que ame la poesía (esas son las más peligrosas), o que se quede media hora contemplando una pintura y no sepa vivir sin la música. No te enamores de una mujer a la que le interese la política y que sea rebelde y vertigue un inmenso horror por las injusticias.Una a la que le gusten los juegos de fútbol y de pelota y no le guste para nada ver televisión. Ni de una mujer que es bella sin importar las características de su cara y de su cuerpo. No te enamores de una mujer intensa, lúdica y lúcida e irreverente. No quieras enamorarte de una mujer así. Porque cuando te enamoras de una mujer como esa, se quede ella contigo o no, te ame ella o no, de ella, de una mujer así, JAMAS se regresa.
Martha Rivera-Garrido
Su mano se mueve y siento una ausencia repentina. Y luego está en mi mejilla, sosteniendo mi rostro entre sus manos, acariciando mi labio con el pulgar. Se siente como lo peor que he hecho y lo mejor que he podido hacer, y lo extraño es que ambas cosas son lo mismo.
Alexandra Christo (To Kill a Kingdom (Hundred Kingdoms, #1))
-Sí, pero, ¿adónde vamos? -Ya os lo he dicho. Donde el aire es puro, donde el ruido adormece, donde por orgulloso que el hombre sea se siente humillado y pequeño; amo estas impresiones, yo, a quien llaman el dueño del mundo como a Augusto. -Pero, ¿adónde vais? -Al mar
Alexandre Dumas (The Count of Monte Cristo)
En sus brazos, se sentía pequeña aunque no lo era. Le costaba creer que Patrick se sintiese tan protegido en sus brazos, como le ocurría a ella.—¿Qué sientes? —preguntó abrazándolo con más fuerza.—Que me haces falta y aquí estás. Eso siento —susurró apoyando la barbilla en su cabeza.
Olivia Ardey (Regálame París)
De repente me pregunto por qué tengo que contar esto, pero si uno empezara a preguntarse por qué hace todo lo que hace, si uno se preguntara solamente por qué acepta una invitación a cenar (ahora pasa una paloma, y me parece que un gorrión) o por qué cuando alguien nos ha contado un buen cuento, en seguida empieza como una cosquilla en el estómago y no se está tranquilo hasta entrar en la oficina de al lado y contar a su vez el cuento; recién entonces uno está bien, está contento y puede volverse a su trabajo. Que yo sepa nadie ha explicado esto, de manera que lo mejor es dejarse de pudores y contar, porque al fin y al cabo nadie se averguenza de respirar o de ponerse los zapatos; son cosas, que se hacen, y cuando pasa algo raro, cuando dentro del zapato encontramos una araña o al respirar se siente como un vidrio roto, entonces hay que contar lo que pasa, contarlo a los muchachos de la oficina o al médico. Ay, doctor, cada vez que respiro... Siempre contarlo, siempre quitarse esa cosquilla molesta del estómago.
Julio Cortázar
No se disculpa por él, sino por mi. No puede avergonzarse de ser como es, porque el caos y la destrucción están en su propia esencia. Pero lo siente por mí. […] Sabe que me hará daño, que no va a poder evitarlo, y lo lamenta.
Laura Gallego García (Dos velas para el diablo)
Es como la elegancia, mi María, que está en el buen gusto, y no en el costo. La elegancia del vestido,-la grande y verdadera,-está en la altivez y fortaleza del alma. Un alma honrada, inteligente y libre, da al cuerpo más elegancia, y más poderío a la mujer, que las modas más ricas de las tiendas. Mucha tienda, poca alma. Quien tiene mucho adentro, necesita poco afuera. Quien lleva mucho afuera, tiene poco adentro, y quiere disimular lo poco. Quien siente su belleza, la belleza interior, no busca afuera belleza prestada: se sabe hermosa, y la belleza hecha echa luz.
José Martí (Cartas A María Mantilla)
—No creo que siquiera pueda respirar si no estamos juntos —susurró—. Lo que quiere decir, que cuando te vea el lunes a la mañana, habrán pasado como sesenta horas desde que he respirado. Esa es probablemente la razón por la que estoy tan gruñona, y por qué te grito. Todo lo que hago cuando estamos separados es pensar en ti, y todo lo que hago cuando estamos juntos es entrar en pánico. Porque cada segundo se siente tan importante. Y porque estoy tan fuera de control, no puedo evitarlo. Ni siquiera me pertenezco, soy tuya, ¿y qué si decides que no me quieres? ¿Cómo podrías quererme como te quiero?
Rainbow Rowell (Eleanor & Park)
siempre es bueno saber que el otro se siente tan mal como uno
Mariana Enríquez (Bajar es lo peor)
Cual es el placer? La planificacion, supongo. No lo se. Hacer cosas nunca se siente tan bien como esperas que se sentira.
John Green (Paper Towns)
Porque todos somos piezas rotas y reparadas. O sea, ¿no es así como nos sentimos? Yo sí. El mundo entero se siente así.
Jandy Nelson (Te daría el sol)
- No te ofendas, pero a veces una se siente más libre de hablarle a un extraño que a la gente que conoce. ¿Por qué será? - Probablemente porque un extraño nos ve como somos, no como quiere creer que somos.
Carlos Ruiz Zafón (The Shadow of the Wind (The Cemetery of Forgotten Books, #1))
Al parecer, hay personas profundamente temerosas de sus propias emociones, en especial de las dolorosas. Penas profundas, arrepentimientos, tristezas. En especial la tristeza, tal vez. Como si algo que se siente de verdad y por completo no tuviera fin ni fondo. Algo que podría volverse infinito y atraparlos.
David Foster Wallace (Infinite Jest)
Se siente como si alguien más estuviera usándome para fabricar otro ser humano, pero no soy yo, mis manos están fuera de mi vientre y no tengo idea, aunque leo que ya tiene pulmones y ojos y pelo, no sabría jamás explicar cómo se está haciendo. Todo suena tan improbable, como una alucinación o una historia fantástica.
Jazmina Barrera (Linea nigra)
La felicidad resulta demasiado efímera, casi un espejismo. No puede durar porque, entonces, uno dejaría de ser consciente de que se siente así. Es como enamorarse. Algo tan intenso está destinado a estabilizarse; de lo contrario, enloqueceríamos.
Alice Kellen (El mapa de los anhelos)
Todavía no se siente "Amiga", así, con mayúscula, de demasiada gente. Pero confía en que terminará siéndolo. Ella prefiere ir de a poco. Siempre le generaron desconfianza esos que a los diez minutos de conocerte te tratan como si fueran íntimos de toda la vida.
Eduardo Sacheri (Ser feliz era esto)
Querida America: He estado pensando en nuestro primer beso. Supongo que debería decir nuestros primeros besos, pero al que me refiero es al segundo, el que me permitiste darte de verdad. ¿Alguna vez te he contado cómo me sentí esa noche? No solo iba a dar mi primer beso; iba a darte el primer beso a ti. He visto mucho en mi vida, America, he podido llegar a todos los rincones del mundo. Pero nunca me he encontrado con nada tan doloroso y precioso a la vez como aquel beso. Ojalá fuera algo que pudiera atrapar en una red o guardar entre las páginas de un libro. Ojalá fuera algo que pudiera conservar y compartir con el mundo para poder decirle al universo entero: así es, esto es lo que se siente cuando te enamoras. Estas cartas resultan muy embarazosas. Voy a tener que quemarlas antes de que vuelvas.
Kiera Cass (The One (The Selection, #3))
Soy una vieja loca, se dijo, sintiéndose tan efímera como una gota de agua en la palma de su mano. Y Carlos lo sabe, es más, le gusta que sea así. Se siente acunado en esta casa, se deja querer. Nada más, eso es todo. El resto eran sus propias películas, su chifladura de maricón enamorado.
Pedro Lemebel (Tengo miedo torero)
—Podrías esconderte, vivir... como ellos... podrías. —Comienza a costarme resistir, en ocasiones me olvido y siento el dolor... Eso no es lo que quiero. —Lo sé. —Podría vivir para siempre, sí, pero no querría respirar ni un solo segundo más si no puedo recordar lo que se siente al amarte.
Steve Niles (30 Days of Night)
Mi libro favorito, con diferencia, era Un dolor imperial, pero no me gustaba decirlo. Algunas veces lees un libro, sientes un extraño afán evangelizador y estás convencido de que este desastroso mundo no se recuperará hasta que todos los seres humanos lo lean. Y luego están los libros como Un dolor imperial, de los que no puedes hablar con nadie, libros tan especiales, escasos y tuyos que revelar el cariño que les tienes parece una traición.
Hazel Grace
—¿Por qué estás intentando con tanta fuerza el hacerme pensar que eres una mala persona? —pregunté. —Porque sería mejor para ti tener un sano temor hacia mí de modo que no puedas decir que no fuiste advertida. No soy como los chicos de tu escuela. Piensa en la atracción que sientes hacia las drogas. Así me siento respecto al sexo. Oh. —¿Comienzas a comprenderlo ya? Déjame ser aún más claro. —Su voz bajó mientras me guiaba a través de su trabajo—. Puedo entender a alguien en solo cinco minutos de conversación para saber qué tendría que decir o hacer para atraerlas a la cama. Eso te incluye, aunque admito que estaba fuera de juego anoche. Con alguna personas basta con simple adulación y atención. Con otras toma más tiempo y energía. Hago lo que se necesite para quitarles la ropa, y luego intento hacerlo de modo que nunca estén con otra persona sin pensar en mí. Sé secretos del cuerpo humano que la mayoría de las personas ni siquiera sabe de ellos mismos. Y cuando me voy, sé que están arruinadas cuando comienzan a suplicarme que me quede.
Wendy Higgins (Sweet Evil (Sweet, #1))
—Estamos marcados. Tú y yo. Estamos tan enamorados, Charlie. ¿Todavía lo sientes? ¿Hago que tu corazón se acelere? —Estos no son nuestros tatuajes —dice. Niego. —Marcados —repito. Levanto el dedo índice como si estuviera haciendo un gesto por encima de su hombro—. Justo allí. Permanentemente. Por siempre.
Colleen Hoover (Never Never (Never Never, #1))
[...] podía saborear con deleite esa voluptuosidad que es todo el lujo del amor y que consiste en poder dirigir descuidadamente la atención y la vista a otra parte, a la vez que se siente la apasionada proximidad del ser único, gracias al cual cada minuto es un trozo de paraíso, pero al cual la perversidad te ordena ignorar, sin dejar de mantenerlo atado como un perro; y ante el cual, sin embargo, estarías dispuesto a arrastrarte con la cobardía y los halagos de un verdadero perro, en cuanto estuvieras en peligro de perder a ese ser amado que hasta aquel punto fingías tratar con el inatento dandismo característico del sentimentalismo morboso.
Salvador Dalí
Una vaga desilusión fue debilitando y esfumando mis sentimientos y mis alegrías habituales; el jardín no tenía perfume, el bosque no me atraía, el mundo se extendía alrededor de mí como un saldo de trastos viejos, insípido y desencantado; los libros eran papel; la música, ruido. No de otro modo pierde sus hojas el árbol otoñal en torno de sí. No lo siente, y la lluvia, la escarcha y el sol resbalaban por su tronco, mientras su vida se retira a lo más íntimo y recóndito. No muere. Espera.
Hermann Hesse (Demian)
Le parece maravilloso verse envuelta por la ardiente muchedumbre, dejarse amar por ese desconocido pueblo; en adelante sigue disfrutando de este amor de veinte millones de criaturas como de un derecho propio, sin sospechar que el derecho impone también deberes y que el amor mas puro acaba por fatigarse si no se siente correspondido.
Stefan Zweig (Marie Antoinette: The Portrait of an Average Woman)
La gente miente. Ellos te utilizan y mienten, a la vez mientras te alimentan con mierda sobre ser leal y nunca dejarte. Nadie puede hacer esa promesa, porque la vida tiene que ver con las estaciones, y las estaciones cambian. No me gusta el cambio. No se puede confiar en ello, sólo puedes confiar en el hecho de que va a suceder. Pero antes de que suceda, y antes de que aprendas, se siente bien acerca de sus estúpidas promesas de mierda. Eliges creer, porque es necesario. Vas a través de un verano cálido, donde todo es hermoso y no hay nubes, sólo calor, calor, calor. Crees en la permanencia de una persona, porque los seres humanos tienen una tendencia a pegarse a ti cuando la vida es buena. Yo los llamo los veranos de miel. He tenido bastantes veranos de miel en la vida para saber que las personas se van cuando llega el invierno. Cuando la vida te congela y estás temblando y te pones capas de protección lo más que puedas para sobrevivir. Ni siquiera lo notas al principio. El frío te pone demasiado aturdido para ver con claridad. Entonces, de repente, miras y la nieve está empezando a derretirse, y te das cuenta que pasaste el invierno sola. Eso me molesta mucho. Tanto como para dejar a la gente antes de que me dejen a mí. Eso es lo que hice con Nick. Eso es lo que traté de hacer con Isaac. Excepto que no se iría. Él se quedó todo el invierno.
Tarryn Fisher (Mud Vein)
Es como en un ascensor, tú estás en el ascensor hablando con la gente, y no sientes nada raro, y entre tanto pasa el primer piso, el décimo, el veintiuno, y la ciudad se queda ahí abajo, y tú estás terminando la frase que habías empezado al entrar, y entre las primeras palabras y las ultimas hay cincuenta y dos pisos. Yo me di cuenta cuando empecé a tocar que entraba en un ascensor, pero era un ascensor de tiempo, si te lo puedo decir así. No creas que me olvidaba de la hipoteca o de la religión. Solamente que en esos momentos la hipoteca y la religión eran como el traje que uno no tiene puesto; yo sé que el traje está en el ropero, pero a mí no vas a decirme que en este momento ese traje existe.
Julio Cortázar (El perseguidor)
Las palabras son iguales al mundo: inestables como casa en llamas, como zarza ardiente. Todo eso sin dejar yo de añorar el olor del óleo o el polvillo del carboncillo al tacto, y sin dejar de extrañar la punzada, como la del amor, que se produce cuando uno siente que toca el infinito, capta la luz esquiva, la luz difícil, con un poco de piedras o metales
Tomás González (La luz difícil)
Me gusta la música, pero sólo como la que usted toca; música absoluta, en la que se siente que el hombre golpea las puertas del cielo y del infierno.
Hermann Hesse (Demian (Spanish Edition))
Besarla se siente como si lo hubiera hecho mal con todas las mujeres antes de ella.
Lauren Asher (Throttled (Dirty Air, #1))
—Entonces, ¿qué es lo que deseas buscar en primer lugar? ¿Leones, tigres, elefantes? Tenemos el zoológico entero en nuestras manos. Pero no sólo se siente como el zoológico. En este mismo segundo, por primera vez, se siente como si tuviera el mundo en mis manos y voy a extender la mano y agarrarlo. Incluso si es sólo temporal. O si a él sólo parezco gustarle porque su familia lo hace, lo tomo.
Nyrae Dawn (Measuring Up)
Siempre se siente como si estuvieras tratando de ser mi salvavidas. No necesito un salvavidas, Ridge. Necesito a alguien que esté dispuesto a verme pelear en el océano y luego me permita no ahogarme
Colleen Hoover (Maybe Someday (Maybe, #1))
DEBES SALIR DE TU ZONA DE CONFORT”, nos adoctrina la Modernidad. A esta altura, ya saben que soy como un salmón que me encanta ir en contra de la corriente y de los eslogans imperativos de turno. ¿Por qué ese ensañamiento tan feroz con la comodidad? Como si fuera algo menor y hasta malo sentirse seguro y a gusto… ¿Acaso lo escribió algún enemigo envidioso? Es más, lograr ese confort quizá sea una de las cosas más difíciles de la vida. Y por supuesto, no hablo precisamente de lujos materiales. Pero si uno se siente bien en donde está ¿para qué salir de ese lugar tan privilegiado y arriesgar el tesoro? Si uno está mal, y no se siente confortable, es más lógico que uno intente cambiar esa situación y se lance a ciegas a cualquier otra cosa. Pero lo opuesto, suena más a un masoquismo histérico e inconformista que a un buen consejo. Por supuesto que entiendo la arenga que hay detrás de este eslogan tan popular en los coaching de época y no digo que no haya que arriesgarse, ni incluso aventurarse. Creo que no hay nada más estimulante que los desafíos difíciles e inciertos. Algunos, hasta arman su zona de confort personal con pinceladas de pura adrenalina. Lo incierto, para ellos, es puro confort. En fin, ustedes también ya se habrán dado cuenta: la vida es una eterna contradicción y lo que sirve para algunos, es nefasto para otros… Les dejo una frase que escribí para mi #libro Observados que nos habla también de estas contradicciones tan humanas. “La insatisfacción es una fuente inagotable, tanto de infelicidad como de progreso. Ironías de la Humanidad.
Gonzalo Guma (OBSERVADOS: Más allá de Equinoccio)
Curioso: tal como el escritor selecciona un género -muchas veces no por voluntad propia, sino por las afinidades, las inclinaciones, los gustos- en el cual se siente a sus anchas, lo mismo sucede con el lector. Piénsese cuántos lectores hay que en su vida no han leído más que una novela policíaca; otros, que únicamente se han asomado a la poesía, o los que desde luego nada más se han detenido en las novelas de ciencia ficción. De todos y cada uno podría decirse lo mismo: felices ellos. Porque persisten. Y porque, cuando menos hasta que terminen lo que están leyendo, tienen un motivo más para vivir.
Eusebio Ruvalcaba (52 tips para escribir claro y entendible)
Canek habló a Guy: —Mira el cielo; cuenta las estrellas. —No se pueden contar. Canek volvió a decir: —Mira la tierra; cuenta los granos de arena. —No se pueden contar. Canek dijo entonces: —Aunque no se conozca, existe el número de las estrellas y el número de los granos de arena. Pero lo que existe y no se puede contar y se siente aquí dentro, existe una palabra para decirlo. Esta palabra, en este caso, sería inmensidad. Es como una palabra húmeda de misterio. Con ella no se necesita contar ni las estrellas ni los granos de arena. Hemos cambiado el conocimiento por la emoción: que es también una manera de penetrar en la verdad de las cosas.
Ermilo Abreu Gómez (Canek)
A la gente le gusta decir que el amor es incondicional, pero no lo es, e incluso si era incondicional, todavía nunca es libre. Hay siempre una expectación unida. Ellos siempre quieren algo en cambio. Como si quisieran que fueras feliz o lo que sea y eso te hace automáticamente responsable de su felicidad porque no van a ser felices al menos que tú lo seas. Se supone que seas quien ellos creen que se supone que seas y sentir como ellos piensan que se supone que sientas porque te aman y cuando no puedes darles lo que quieren, se sienten de mierda, así que tú te sientes de mierda, y todos se sienten de mierda. Yo sólo no quiero esa responsabilidad.
Katja Millay (The Sea of Tranquility)
Es la actitud mental que se debe adoptar antes de dormir. Descarta las apariencias y siente que las cosas son como deseas que sean, porque “Él llama cosas que no son vistas como si lo fueran y las no vistas como vistas” (Romanos 4:17)
Neville Goddard (Coleccion Neville Goddard : La Promesa (Spanish Edition))
Sólo en los nacimientos y en las muertes se sale uno del tiempo; la Tierra detiene su rotación y las trivialidades en las que malgastamos las horas caen sobre el suelo como polvo de purpurina. Cuando un niño nace o una persona muere, el presente se parte por la mitad y te deja atisbar por un instante la grieta de lo verdadero: monumental, ardiente e impasible. Nunca se siente uno tan auténtico como bordeando esas fronteras biológicas: tienes una clara conciencia de estar viviendo algo muy grande.
Rosa Montero (La ridícula idea de no volver a verte)
Daxilon no le responde, sólo observa, con vibrante emoción, como esa cosa negra se acerca hacia ella. Bear comienza a correr, pero no llega a dar más que un par de zancadas antes que la agarren por la cintura y la tiren al suelo de cara. Siente quebrarse parte del cráneo de oso que lleva y teme porque los huesos puedan herirle la piel. En cuanto nota como tiran de ella se da la vuelta como puede para intentar pelear contra su enemigo. “¿Qué es esto?” es lo primero que piensa cuando ve a su atacante.
Natalia C. Gallego (PsyCho)
Amor, cuando yo muera no te vistas de viuda, ni llores sacudiéndote como quien estornuda, ni sufras «pataletas» que al vecindario alarmen, ni para prevenirlas compres gotas del Carmen. No te sientes al lado de mi cajón mortuorio usando a tus cuñadas como reclinatorio; y cuando alguien, amada, se acerque a darte el pésame, no te le abras de brazos en actitud de ¡bésame! Hazte, amada, la sorda cuando algún güelefrito dictamine, observándome, que he quedado igualito. Y hazte la que no oye ni comprende ni mira cuando alguno comente que parece mentira. Amor, cuando yo muera no te vistas de viuda: Yo quiero ser un muerto como los de Neruda; y por lo tanto, amada, no te enlutes ni llores: ¡Eso es para los muertos esülo Julio Florez! No se te ocurra, amada, formar la gran «llorona» cada vez que te anuncien que llegó una corona; pero tampoco vayas a salir de indiscreta a curiosear el nombre que üene la tarjeta. No grites, amada, que te lleve conmigo y que sin mí te quedas como en «Tomo y obligo», ni vayas a ponerte, con la voz desgarrada, a divulgar detalles de mi vida privada. Amor, cuando yo muera no hagas lo que hacen todas; no copies sus estilos, no repitas sus modas: Que aunque en nieblas de olvido quede mi nombre extinto, ¡sepa al menos el mundo que fui un muerto distinto!
Aquiles Nazoa (Humor y Amor)
Hay algo desmoralizante en observar a dos personas que se excitan más y más locamente entre sí, especialmente cuando la única persona que sobre en la habitación es uno mismo. Es como contemplar París desde el vagón de cola de un expreso que marcha en dirección contraria: a cada instante la ciudad se hace más y más pequeña, sólo que es uno quien se siente cada vez más y más pequeño y más y más solitario, alejándose a toda velocidad de aquellas luces y de aquella agitación, alejándose a cerca de un millón de kilómetros por hora.
Sylvia Plath (The Bell Jar)
Porque posee usted la más maravillosa juventud, y la juventud es lo más precioso que se puede poseer. –No lo siento yo así, lord Henry. –No; no lo siente ahora. Pero algún día, cuando sea viejo y feo y esté lleno de arrugas, cuando los pensamientos le hayan marcado la frente con sus pliegues y la pasión le haya quemado los labios con sus odiosas brasas, lo sentirá, y lo sentirá terriblemente. Ahora, dondequiera que vaya, seduce a todo el mundo. ¿Será siempre así?… Posee usted un rostro extraordinariamente agraciado, señor Gray. No frunza el ceño. Es cierto. Y la belleza es una manifestación de genio; está incluso por encima del genio, puesto que no necesita explicación. Es uno de los grandes dones de la naturaleza, como la luz del sol, o la primavera, o el reflejo en aguas oscuras de esa concha de plata a la que llamamos luna. No admite discusión. Tiene un derecho divino de soberanía. Convierte en príncipes a quienes la poseen. ¿Se sonríe? ¡Ah! Cuando la haya perdido no sonreirá… La gente dice a veces que la belleza es sólo superficial. Tal vez. Pero, al menos, no es tan superficial como el pensamiento. Para mí la belleza es la maravilla de las maravillas. Tan sólo las personas superficiales no juzgan por las apariencias. El verdadero misterio del mundo es lo visible, no lo que no se ve… Sí, señor Gray, los dioses han sido buenos con usted. Pero lo que los dioses dan, también lo quitan, y muy pronto. Sólo dispone de unos pocos años en los que vivir de verdad, perfectamente y con plenitud. Cuando se le acabe la juventud desaparecerá la belleza, y entonces descubrirá de repente que ya no le quedan más triunfos, o habrá de contentarse con unos triunfos insignificantes que el recuerdo de su pasado esplendor hará más amargos que las derrotas. Cada mes que expira lo acerca un poco más a algo terrible. El tiempo tiene celos de usted, y lucha contra sus lirios y sus rosas. Se volverá cetrino, se le hundirán las mejillas y sus ojos perderán el brillo. Sufrirá horriblemente… ¡Ah! Disfrute plenamente de la juventud mientras la posee. No despilfarre el oro de sus días escuchando a gente aburrida, tratando de redimir a los fracasados sin esperanza, ni entregando su vida a los ignorantes, los anodinos y los vulgares. Ésos son los objetivos enfermizos, las falsas ideas de nuestra época. ¡Viva! ¡Viva la vida maravillosa que le pertenece! No deje que nada se pierda. Esté siempre a la busca de nuevas sensaciones. No tenga miedo de nada… Un nuevo hedonismo: eso es lo que nuestro siglo necesita. Usted puede ser su símbolo visible. Dada su personalidad, no hay nada que no pueda hacer. El mundo le pertenece durante una temporada… En el momento en que lo he visto he comprendido que no se daba usted cuenta en absoluto de lo que realmente es, de lo que realmente puede ser. Había en usted tantas cosas que me encantaban que he sentido la necesidad de hablarle un poco de usted. He pensado en la tragedia que sería malgastar lo que posee. Porque su juventud no durará mucho, demasiado poco, a decir verdad. Las flores sencillas del campo se marchitan, pero florecen de nuevo. Las flores del codeso serán tan amarillas el próximo junio como ahora. Dentro de un mes habrá estrellas moradas en las clemátides y, año tras año, la verde noche de sus hojas sostendrá sus flores moradas. Pero nosotros nunca recuperamos nuestra juventud. El pulso alegre que late en nosotros cuando tenemos veinte años se vuelve perezoso con el paso del tiempo. Nos fallan las extremidades, nuestros sentidos se deterioran. Nos convertimos en espantosas marionetas, obsesionados por el recuerdo de las pasiones que nos asustaron en demasía, y el de las exquisitas tentaciones a las que no tuvimos el valor de sucumbir. ¡Juventud! ¡Juventud! ¡No hay absolutamente nada en el mundo excepto la juventud!
Oscar Wilde (The Picture of Dorian Gray)
Ahora es ella quien lo mira divertida, o tierna, o nerviosa, y finalmente le pregunta: —¿Vas a decirme qué te pasa, Benjamín? Chaparro se siente morir, porque acaba de advertir que esa mujer pregunta una cosa con los labios y otra con los ojos: con los labios le está preguntando por qué se ha puesto colorado, por qué se revuelve nervioso en el asiento o por qué mira cada doce segundos el alto reloj de péndulo que decora la pared próxima a la biblioteca; pero, además de todo eso, con los ojos le pregunta otra cosa: le está preguntando ni más ni menos qué le pasa, qué le pasa a él, a él con ella, a él con ellos dos; y la respuesta parece interesarle, parece ansiosa por saber, tal vez angustiada y probablemente indecisa sobre si lo que le pasa es lo que ella supone que le pasa. Ahora bien —barrunta Chaparro—, el asunto es si lo supone, lo teme o lo desea, porque esa es la cuestión, la gran cuestión de la pregunta que le formula con la mirada, y Chaparro de pronto entra en pánico, se pone de pie como un maníaco y le dice que tiene que irse, que se le hizo tardísimo; ella se levanta sorprendida —pero el asunto es si sorprendida y punto o sorprendida y aliviada, o sorprendida y desencantada—, y Chaparro poco menos que huye por el pasillo al que dan las altas puertas de madera de los despachos, huye sobre el damero de baldosas negras y blancas dispuestas como rombos, y recién retoma el aliento cuando se trepa a un 115 milagrosamente vacío a esa hora pico del atardecer; se vuelve a su casa de Castelar, donde esperan ser escritos los últimos capítulos de su historia, sí o sí, porque ya no tolera más esta situación, no la de Ricardo Morales e Isidoro Gómez, sino la propia, la que lo une hasta destrozarlo con esa mujer del cielo o del infierno, esa mujer enterrada hasta el fondo de su corazón y su cabeza, esa mujer que a la distancia le sigue preguntando qué le pasa, con los ojos más hermosos del mundo.
Eduardo Sacheri (El secreto de sus ojos (Spanish Edition))
¿Os habéis encontrado alguna vez en el mar, en medio de una espesa niebla, que parece un crepúsculo blanquecino, que os envuelve y se hace casi tangible? El buque parece entonces intranquilo, mientras que la sonda va a tientas buscándole un camino, y el pasajero se siente presa de horrible angustia. Como aquel buque avanzaba yo en la vida, antes de que principiase mi educación; pero yo carecía de sonda, de brújula y de todo medio de darme cuenta de la proximidad del puerto. ¡Luz, dadme luz! era el grito inarticulado de mi alma, y la luz del amor me iluminó en esa hora.
Helen Keller (La historia de mi vida)
Matar a alguien no deja indiferente a nadie. A nadie. No se mata a sangre fría, como piensan los que no han matado. Se mata a sangre caliente. Un avispero recorre las venas de quien asesina. Se siente en el dedo que va a jalar el gatillo. Un aguijoneo que provoca un golpe de sangre en el cerebro.
Guillermo Arriaga (Salvar el fuego)
Hija mía, tus problemas y tentaciones no han hecho más que empezar y pueden ser muchos, pero lograrás superarlos y vencerlos si aprendes a sentir la fuerza y el amor de tu Padre Celestial como sientes los de tu padre terrenal. Cuanto más le ames y confíes en Él, más unida te sentirás a Él y menos dependerás del poder y la sabiduría humanos. Él nunca se cansa de amarnos y cuidarnos, nada le aleja de nosotros y nos proporciona la paz, la felicidad y la fuerza que necesitamos en nuestra vida. Has de creer en esto y confiar a Dios todas tus cuitas y esperanzas, tus errores y penas, del mismo modo que los compartes con tu madre.
Louisa May Alcott (Mujercitas)
UNA VISTA AÉREA Desde arriba Insurgentes es sólo una amplia avenida que corta la ciudad de México de Norte a Sur repleta de pequeños autos. Se dice que es la vía más grande del mudo porque de un lado desemboca en Acapulco y del otro en Nuevo Laredo pero, en realidad, si uniéramos en línea recta todas las calles llamadas Insurgentes en todo el país, la avenida continuaría hasta llegar a las costas de Hawaii. Insurgentes está enrollada por todo el país como un laberinto. Todos los años, alguien le pone ese nombre a alguna calle de una ciudad en construcción y se siente original. Ni siquiera la ciudad de México ha evitado esa repetición: entre 1985 y 1995, aparecieron veintitrés calles, bulevares, callejones, privadas, prolongaciones y retornos llamados Insurgentes. En el futuro todas las rutas de México terminarán por llamarse así. Caminaremos sin rumbo, doblando a la izquierda y derecha sobre Insurgentes, preguntándonos ¿Dónde estoy?
Fabrizio Mejía Madrid
Siempre hay un segundo, cuando el mundo te espanta, porque alguien a quien amas fallece, o enferma, o simplemente caes enfermo tú, en el que adquieres conciencia de la fragilidad de la vida, incluso de su extrema transitoriedad, y vislumbras que las cosas trascendentales son otras diferentes a las que regularmente persigues. Y sientes una diáfana vocación por cambiar, y vivir más intensamente cada una de las pequeñas partes que forman una hora, un día, una semana, y sentirte compensada por no tener fiebre, o neumonía, o algo mucho peor, aunque no se cumpla una ilusión, o no consigas comprar las cosas que quieres, o viajar a los lugares fascinantes donde aún no has estado. A la vuelta de los días, sin embargo, te restableces, y la diabólica velocidad del mundo vuelve a embelesarte. Te olvidas de todo, en especial de la idea de disfrutar de otra manera de la vida. La propia realidad te desposee de la aflicción, supongo, y del duelo y de tus remordimientos por vivir como vivías.
Juan Tallón (Rewind)
Este señor se compone sólo de letras. De muchísimas letras, se entiende, de un número astronómico de letras, pero al fin y al cabo sólo de letras. Aquí está su amiga. Es, como se ve, de carne y hueso. ¡Y de qué carne! Da gusto verla, ¡y no digamos tocarla! Los dos van ahora juntos a la feria. En la góndola y la noria todo va bien todavía. Pero luego llegan a una caseta de tiro al blanco; un tiro al blanco un poco extraño, esa es la verdad. ¡Pruébate a ti mismo!, puede leerse en grandes letras en la parte de arriba. Y más abajo figuran las reglas. Sólo son tres: 1. Cada tiro es un blanco garantizado. 2. Por cada blanco, un tiro gratis. 3. El primer tiro es gratuito. El señor que rodea con el brazo la cintura de su amiga estudia atentamente el letrero. Quiere seguir su camino rápidamente, pero ella insiste en que haga uso de la ventajosa oferta. Quiere ver de lo que es capaz. Pero el señor no quiere. -¿Pero por qué no, cariño? ¿Qué tiene de malo? Tiene de malo que hay que disparar sobre un blanco bastante insólito, sobre uno mismo, es decir, sobre la propia imagen reflejada en un espejo de metal. Y el señor de letras no se siente en absoluto lo bastante real para distinguir de una manera tan arriesgada entre sí y su imagen reflejada. -¡O disparas -dice la amiga, por fin, furiosa-, o te dejo! El sacude la cabeza. Entonces ella se va con otro, un carnicero que entiende de carnes y huesos. El señor se queda solo y la sigue con la mirada. Cuando desaparece de su vista en el gentío, él se deshace lentamente en un pequeño montón de diminutas minúsculas y mayúsculas que la multitud pisotea al pasar. La verdad es que para eso podría hacer disparado, ¿verdad?
Michael Ende (El espejo en el espejo)
—No quiero saber sobre el amor. —Pero deberías, hija mía. Tienes que saber sobre el amor. Las cosas que la gente haría por amor. Todas las verdades se acaban reduciendo al amor ¿verdad? De una forma u otra lo hacen. Sabes, hay una diferencia entre amor y necesidad. A veces, lo que sientes es inmediato y sin ton ni son —se sentó un poco más recta—. Dos personas se miran desde el otro lado de una habitación o se rozan la piel. Sus almas reconocen a esa persona como suya. No hace falta tiempo para adivinarlo. El alma siempre sabe… si está bien o mal. (...) —El primero… el primero es siempre el más poderoso —cerró los ojos, suspirando— Luego hay necesidad y destino. Ese es otro tipo. La necesidad se disfraza de amor, pero la necesidad… la necesidad nunca es amor. Ten siempre cuidado de quien te necesita. Siempre hay un querer tras una necesidad, sabes. (...) —A veces confundiréis necesidad con amor. Tened cuidado. El camino con necesidad nunca es justo, nunca es bueno. Tened cuidado de quien necesita.
Jennifer L. Armentrout (Pure (Covenant, #2))
Sé cuánto me amas tanto como sé que este sol se pone en las tardes porque siente nostalgia de la obscuridad, y no puede esperar a que la noche le cubra entre sus brazos porque el abrigo de las sombras es más cálido que su brillo. Porque las estrellas aparecen cuando su luminosidad les da paso, y el cielo les sonríe, permitiéndoles convertirse en las deidades del tiempo y el espacio, junto a la luna sonriente y cambiante, como tú y como yo. Somos esas estrellas eternas que acompañan la noche. Somos la frialdad y el fuego abrasador. Somos dos astros fundidos en uno. Somos la mortalidad y la eternidad universal. Somos tú y yo. " (El Ángel de las Sombras, Mariela Villegas R)
Mariela Villegas Rivero
Tal vez se encuentre tan ocupado tratando de conducirse como un extrovertido entusiasta y amigo de las gratificaciones que no haya sido capaz de justipreciar su talento, o quizá se siente infravalorado por cuantos lo rodean. Sin embargo, cuando centra su atención en un proyecto que le interesa, tal vez se encuentre con que su energía no tiene límite.
Susan Cain (El poder de los introvertidos (Spanish Edition))
Digo «vagina» porque he leído las estadística, y les están ocurriendo cosas malas a las vaginas de las mujeres de todas partes: 500000 mujeres son violadas todos los años en Estados Unidos; 100 millones de mujeres han sido mutiladas genitalmente en todo el mundo; y la lista continúa. Digo «vagina» porque quiero que se ponga fin a estos horrores. Sé que no dejaran de ocurrir hasta que reconozcamos que sucedan, y la única manera de conseguirlo es capacitar a las mujeres para que se atrevan a hablar de ello sin temor a sufrir castigo o a ser objeto de venganza. Da miedo decir la palabra. «Vagina.» Al principio tienes la sensación de estar atravesando violentamente una barrera invisible. «Vagina.» Te sientes culpable e incómoda, como si alguien fuese a derribarte de un golpe. Entonces, después de haber dicho la palabra cien o mil veces, se te ocurre es que tu palabra, tu cuerpo, tu lugar más esencial. De repente te das cuenta de que toda la vergüenza y la incomodidad que has sentido hasta entonces al decir la palabra ha sido una forma de silenciar tu deseo, de minar tu ambición
V (formerly Eve Ensler) (The Vagina Monologues)
Fue siendo alumno de este hombre cuando empecé a preguntarme si los literatos no sufren alguna variedad de desequilibrio mental, desequilibrio que, pensando en el trepidante balanceo nocturno de Albert Vetch, he denominado "el mal de la medianoche". Este mal es un insomnio de origen emocional: el paciente se siente solo en todo momento -aunque escriba al amanecer o a media tarde- como si estuviese echado en un asfixiante dormitorio, con la ventana abierta de par en par, mirando un cielo lleno de estrellas y aviones y escuchando el golpeteo de un postigo, el paso de una ambulancia, el zumbido de una mosca atrapada en una botella vacía, mientras todo el vecindario duerme a pierna suelta. Ese es el motivo por el cual, en mi opinión, los escritores -al igual que quienes padecen insomnio- son tan propensos a sufrir accidentes, se sienten obsesivamente corroídos por el cáncer de la mala suerte y las oportunidades perdidas, tienen tanta predisposición a darle mil vueltas a todo y son incapaces de dejar de pensar en algo que les ronde por la cabeza por mucho que se les inste a ello.
Michael Chabon (Wonder Boys)
Parece que va siendo evidente que la distopía que nos corresponde no es 1984, de Orwell, sino Un mundo feliz, de Aldous Huxley, en el que hay consenso para que desaparezca por nocivo y peligroso el “amor romántico”, ese pleonasmo (como el agua húmeda). Sin amor sólo quedará el sexo como placer y fiesta, una especie de amor sin espinas, como los filetes de pescado congelado. Punto final a esa manía alucinatoria de buscar nuestra otra mitad, el cariño absoluto que da sentido a la vida o compensa de no encontrarlo, los celos y recelos, las cóleras y reconciliaciones, la pérdida, la fatiga asombrosa de querer. “Si duele no es amor”, han decretado los coachs(esos psicólogos para quienes no tienen ya psique). Así podemos despachar el estorbo de casi toda la literatura occidental, basada en que solo es amor si duele. Y sus contradicciones: el poeta que se queja de la espina en el corazón clavada y cuando se la quitan protesta porque ya no siente el corazón... ¡Bah, no tienen pensamiento positivo, no saben pasarlo bien! Así les va a las pobres chicas, Emma, Ana, Desdémona... el último beso de Otelo. ¡Otelo! ¡Cómo no le da vergüenza a Shakespeare ser tan romántico al hablar de la violencia de género! Necesitamos menos poetas y más pilates: hay que decírselo a los adolescentes enseguida, para que no se amarguen la vida. Olvidemos el bárbaro pasado y sus neuróticos arrebatos. Adiós a morbosas torturas como las que describe T. S. Eliot (trad. Andreu Jaume): “¿Quién concibió pues el tormento? El Amor. / El Amor es el nombre más siniestro / escondido en las manos que bordaron / la insoportable camisa de fuego / que las fuerzas humanas no quitaron. / Tan solo suspiramos, tan solo vivimos / por fuego y por el fuego consumidos”.
Fernando Savater
—[...] ¿Qué es lo que tiene que nos hace olvidar nuestra voluntad? —preguntó. Julian arqueó una ceja con un gesto arrogante. —¿Yo te atraigo en contra de tu voluntad? —Para serte sincera, sí. No me gusta sentirme de este modo. —¿Y cómo te sientes? —le preguntó él. —Sexy —le contestó antes de pensarlo dos veces. —¿Como si fueras una diosa? —preguntó él de nuevo con voz ronca. —Sí —respondió sin más cuando Julian se acercó a ella. [...] —Yo puedo decirte de qué se trata —ronroneó Julian. —Es la maldición, ¿verdad? El hombre negó con la cabeza al tiempo que alzaba una mano para pasarle el dedo muy lentamente por el pómulo. Grace cerró los ojos con fuerza al sentir que la consumía una feroz oleada de deseo. Le estaba costando la misma vida no girar la cabeza para atrapar ese dedo con los dientes. Julian se inclinó un poco más para frotar su mejilla contra la de ella. —Se trata del hecho de que yo aprecio en ti cosas que los hombres de tu época ni siquiera ven.
Sherrilyn Kenyon (Fantasy Lover (Hunter Legends, #1))
Es conveniente el intentar dar de este modo, con la imaginación, a una especie cualquiera, una ventaja sobre otra. Es probable que ni en un solo caso sabríamos cómo hacerlo. Esto debiera convencernos de nuestra ignorancia acerca de las relaciones mutuas de todos los seres orgánicos, convicción tan necesaria como difícil de adquirir. Todo lo que podemos hacer es tener siempre presente que todo ser orgánico está esforzándose por aumentar en razón geométrica, que todo ser orgánico, en algún período de su vida, durante alguna estación del año, durante todas las generaciones o con intervalos, tiene que luchar por la vida y sufrir gran destrucción. Cuando reflexionamos sobre esta lucha nos podemos consolar con la completa seguridad de que la guerra en la naturaleza no es incesante, que no se siente ningún miedo, que la muerte es generalmente rápida y que el vigoroso, el sano, el feliz, sobrevive y se multiplica. El origen de las especies P. 66 Cap. 3 La lucha por la existencia
Charles Darwin (Charles Darwin's On the Origin of Species: A Graphic Adaptation)
—A esta hora la ciudad no está tan mal. —No lo está. —Se siente casi como si pudieras tomar las riendas y controlarla toda. A esta hora, el silencio se lleva al miedo. —¿Miedo? —No sé. Esta misma calle en cualquier hora del día está repleta de cientos de personas. Eres un grano de arena más en esta playa gigante. A veces es abrumador. Tanto que el miedo me paraliza. Pero en este momento, eres tú, la calle y la noche. Por solo este momento, dejas de ser un grano de arena y te vuelves la playa misma.
Jean Paul Vizuete (Arena)
En este mundo hay gente que a pesar de estar dotados de un talento excepcional son incapaces de realizar el esfuerzo necesario para sistematizarlo, y su talento se acaba malogrando. He visto a varias personas a quienes les sucedío esto. Al principio, uno piensa son genios. Uno se siente abrumado, piensa que no les llegas a la suela del zapato. Pero eso es todo. No son capaces de ir un paso más allá. ¿Por qué? Porque no se esfuerzan. Porque jamás les han inculcado el sentido de la disciplina. Porque los han estropeado. Desde niños, han tenido tanto talento que han conseguido hacer las cosas sin esforzarse, y la gente los ha ido alabando por ello, diciendoles lo extraordinarios que son. Y acaban concibiendo el tesón como una estupidez. Ningún profesor los ha enseñado a disciplinarse y en consecuencia pierden un elemento necesario en la formación del ser humano... Están acostumbrados a recibir elogios desde pequeños y no los aprecian. Basta con una alabanza justa en el momento preciso y en no presionarlos.
Haruki Murakami (Norwegian Wood)
Siempre he estado convencido de que el primer mordisco de la enfermedad de mi madre se llevó lo que yo más quería: el beso de buenas noches. Yo pensé que, como el rezo juntos antes de dormir, era otra pérdida de la edad. Una más de las catástrofes de hacerte mayor. Como que dejara de ordenarme la ropa, de removerme el Cola-Cao o de preguntarme al volver del colegio si tenía muchos deberes. Un día las madres dejan de darte el beso de buenas noches, se fue el beso de buenas noches y vinieron la hipoteca del piso y las letras del coche, en mi caso una noche no llegó el beso y aguardé silencioso. La oscuridad se transformó en hostil, lúgubre, inhóspita. Puede que otras noches yo mismo la llamara, pero llega la noche en que no te sientes autorizado para gritarle mamá, ¿vienes? Y no viene nadie. Puede que cuando despiertas a la mañana siguiente seas más adulto, más independiente, pero esa noche tan sólo eres más infeliz. La segunda noche consecutiva sin beso, lloré en silencio. Sentí algo amputado adentro. Si te arrancan un brazo, dudo que duela como perder ese beso.
David Trueba (Tierra de campos)
Habitualmente, los estudiosos distinguen entre agápe, éros, philía y storgē. Agápe se refiere al tipo de amor que se siente por la esposa y los hijos, y que posteriormente los cristianos asociaron con el amor de Dios por toda la humanidad: como lo explicó Tomás de Aquino, agápe es la voluntad de hacer el bien a los demás. Si cree que sabe lo que significa éros, tendrá que pensar un poco más. Sí, la palabra tiene el significado claro de placer sensual y atracción sexual, pero, como explicó Platón en El banquete, éros amplía su significado en un aprecio por la belleza interior de la persona, y a través de él expresamos nuestra admiración por la propia belleza, sin importar su encarnación específica. Philía es el amor desapasionado y virtuoso que sentimos por los amigos, la familia y la comunidad porque los vemos y tratamos como iguales. Finalmente, storgē, una palabra que se usa mucho menos, se refiere específicamente al amor por los hijos, pero también, y esto resulta interesante, por el país o el equipo deportivo. Lleva aparejado el significado de un amor que se siente intrínsecamente sin que tenga nada ver con la razón o la reflexión.[4]
Massimo Pigliucci (Cómo ser un estoico: Utilizar la filosofía antigua para vivir una vida moderna)
Tu abuela se está muriendo. Querrías poner tu atención en otro sitio, en otra cosa. No sabes. Hay que intentarlo. - Es que es como si no hubiera vivido nada. Ahora lo pienso, pienso en mi vida y... ¿dónde está? -Mueve las manos palpando el aire, mostrándote que no hay nada que tocar. Lo entiendes. Se lo dices: "Ya". Asientes. Ella también se siente menos sola cuando tú la comprendes. Todavía pega el sol en la terraza. La abuela deja la cucharita sobre el plato y coge la primera pastilla y el vaso de agua. Le tiembla la mano al sujetarlo. Haces un ademán de hablar, pero esperas a que se tome la segunda pastilla. Luego, la tercera. Al fin, la cuarta. El silencio, el sol, la terraza. Se te han terminado las excusas. - Yo por eso escribo. Lo dices como dices las confesiones, sintiendo que te cuesta la vida misma, que tienes algo atorado en el pecho que hay que sacar y al mismo tiempo preservar. Y cómo se hacen las dos cosas al mismo tiempo. Lo dices mirando al suelo. Por eso no te das cuenta de que ella te mira de vuelta, te mira con ojos suspicaces y en ese momento lo comprende todo, todas esas cosas tuyas que ella había sentido ajenas: las películas subtituladas, los bolígrafos, los cuadernos, los libros, la facultad, los idiomas y la carrera universitaria esa que estudias y de cuyo nombre no quiere acordarse.
Marta Jiménez Serrano (Los nombres propios)
En el fondo, la conquista no sólo es el origen, es también el fin supremo de todos los Estados grandes o pequeños, poderosos o débiles, despóticos o liberales, monárquicos o aristocráticos, democráticos y socialistas también, suponiendo que el ideal de los socialistas alemanes, el de un gran Estado comunista, se realice alguna vez. Que ella fue el punto de partida de todos los Estados, antiguos y modernos, no podrá ser puesto en duda por nadie, puesto que cada página de la historia universal lo prueba suficientemente. Nadie negará tampoco que los grandes Estados actuales tienen por objeto, más o menos confesado, la conquista. Pero los Estados medianos y sobre todo los pequeños, se dirá, no piensan más que en defenderse y sería ridículo por su parte soñar en la conquista. Todo lo ridículo que se quiera, pero sin embargo es su sueño, como el sueño del más pequeño campesino propietario es redondear sus tierras en detrimento del vecino; redondearse, crecer, conquistar a cualquier precio y siempre, es una tendencia fatalmente inherente a todo Estado, cualquiera que sea su extensión, su debilidad o su fuerza, porque es una necesidad de su naturaleza. ¿Qué es el Estado si no es la organización del poder? Pero está en la naturaleza de todo poder la imposibilidad de soportar un superior o un igual, pues el poder no tiene otro objeto que la dominación, y la dominación no es real más que cuando le está sometido todo lo que la obstaculiza; ningún poder tolera otro más que cuando está obligado a ello, es decir, cuando se siente impotente para destruirlo o derribarlo. El solo hecho de un poder igual es una negación de su principio y una amenaza perpetua contra su existencia; porque es una manifestación y una prueba de su impotencia. Por consiguiente, entre todos los Estados que existen uno junto al otro, la guerra es permanente y su paz no es más que una tregua. Está en la naturaleza del Estado el presentarse tanto con relación a sí mismo como frente a sus súbditos, como el objeto absoluto. Servir a su prosperidad, a su grandeza, a su poder, esa es la virtud suprema del patriotismo. El Estado no reconoce otra, todo lo que le sirve es bueno, todo lo que es contrario a sus intereses es declarado criminal; tal es la moral de los Estados. Es por eso que la moral política ha sido en todo tiempo, no sólo extraña, sino absolutamente contraria a la moral humana. Esa contradicción es una consecuencia inevitable de su principio: no siendo el Estado más que una parte, se coloca y se impone como el todo; ignora el derecho de todo lo que, no siendo él mismo, se encuentra fuera de él, y cuando puede, sin peligro, lo viola. El Estado es la negación de la humanidad.
Mikhail Bakunin (God and the State)
Te sientes sola cuando sales con un chico, y haces el amor en su piso, y él se esfuerza por ser simpático y hacerte sentir bien, pero es como si todas sus atenciones se dirigiesen a tu cuerpo y no a tu mente (te hace el amor, te hace la cena) y sientes que cada minuto que pasas con él solo contribuye a que os canséis un poco más el uno del otro, y cuando os separáis finges que es doloroso, pero en realidad lo estás deseando porque supone un alivio dejar de esforzarte por complacer al otro, y cuando llegas a casa tientes la impresión de que él ya no ha vuelto a pensar en ti desde que saliste de la suya, tienes la sensación de que has salido de su vida para siempre, aunque sepas que al día siguiente te volverá a llamar y volverás a tener sexo con él, pero esa noche, mientras te desnudas en silencio y te metes en la cama, estás segura de que él no está pensando en ti, que nadie piensa en ti, en realidad, y también estás segura de que si descuelgas el teléfono y llamas a tu madre, a tus hermanas o a alguna de tus pocas amigas, o lo llamas a él, cualquiera de ellos se sorprenderá de ver tu número y de oír tu voz, y les llevará unos segundos hacer un hueco para acomodar tu presencia en su mundo, porque solo eres algo ajeno que entra y sale a la escena de sus vidas, algo que no deja más huella que un tenue rastro de incomodidad. La soledad es algo difícil de explicar, y si no te has sentido así jamás, enhorabuena.
Adrián Dresner (LA TERCERA CHICA (Spanish Edition))
La autoridad del Estado no puede ser un fin en sí misma, porque ello significaría consagrar la inviolabilidad de toda tiranía en el mundo. Si por los medios que están al alcance de un gobierno se precipita una nacionalidad en la ruina, entonces la rebelión no es sólo un derecho, sino un deber para cada uno de los hijos de ese pueblo. La pregunta: "¿cuándo se presenta este caso?", no se resuelve mediante disertaciones teóricas, sino por la acción y por el éxito. Como todo gobierno, por malo que sea y aún cuando haya traicionado una y mil veces los intereses de una nacionalidad, reclama para sí el deber que tiene de mantener la autoridad del Estado, el instinto de conservación nacional en lucha contra un gobierno semejante tendrá que servirse, para lograr su libertad o su independencia, de las mismas armas que aquél emplea para mantenerse en al mando. Según esto, la lucha será sostenida por medios "legales" mientras el poder que se combate no utilice otros; pero no habrá que vacilar ante el recurso de medios ilegales si es que el opresor mismo se sirve de ellos. En general, no debe olvidarse que la finalidad suprema de la razón de ser de los hombres no reside en el mantenimiento de un Estado o de un gobierno: su misión es conservar su Raza. Y si esta misma se hallase en peligro de ser oprimida o hasta eliminada, la cuestión de la legalidad pasa a un plano secundario. Entonces poco importará ya que el poder imperante aplique en su acción los mil veces llamados medios "legales"; el instinto de conservación de los oprimidos podrá siempre justificar en grado superlativo el empleo de todo recurso. Sólo así se explican en la Historia ejemplos edificantes de luchas libertarias contra la esclavitud (interna o externa) de los pueblos. En este caso el derecho humano se impone sobre el derecho político. Si un pueblo sucumbe sin luchar por los derechos del hombre, es porque al haber sido pesado en la balanza del Destino resultó demasiado débil para tener la suerte de seguir subsistiendo en el mundo terrenal. Porque quien no está dispuesto a luchar por su existencia o no se siente capaz de ello es que ya está predestinado a desaparecer, y esto por la justicia eterna de la Providencia. ¡El mundo no se ha hecho para los pueblos cobardes!
Adolf Hitler (Mi Lucha)
Y así, de feuille en aiguille, pienso en esos estados excepcionales en que por un instante se adivinan las hojas y las lámparas invisibles, se las siente en un aire que está fuera del espacio. Es muy simple, toda exaltación o depresión me empuja a un estado propicio a lo llamaré paravisiones es decir (lo malo es eso, decirlo) una aptitud instantánea para salirme, para de pronto desde fuera aprehenderme, o de dentro pero en otro plano, como si fuera alguien que me está mirando (mejor todavía —porque en realidad, no me veo— : como alguien que me está viviendo). No dura nada, dos pasos a la calle, el tiempo de respirar profundamente (a veces al despertarse dura un poco más, pero entonces es fabuloso) y en ese instante sé lo que soy porque estoy exactamente sabiendo lo que no soy (eso que ignoraré luego astutamente). Pero no hay palabras para una materia palabra y visión pura, como un bloque de evidencia. Imposible objetivar, precisar ese defectividad que aprehendí en el instante y que era clara ausencia o claro error o clara insuficencia pero sin saber de qué, qué. Otra manera de tratar de decirlo: Cuando es eso, ya no estoy mirando hacia el mundo, de mí a lo otro, sino que por un segundo soy el mundo, el plano de fuera, lo demás mirándome. Me veo como pueden verme los otros. Es inapreciable: por eso dura apenas. Mido mi defectividad, advierto todo lo que por ausencia o defecto no nos vemos nunca. Veo lo que no soy. Por ejemplo (esto lo armo de vuelta, pero sale de ahí): hay enormes zonas a las que no he llegado nunca, y lo que no se ha conocido es lo que se es. Ansiedad por echar a correr, entrar en una casa, en esa tienda, saltar a un tren, devorar todo Jouhandeau, saber alemán, conocer Aurangabad... Ejemplos localizados y lamentables pero que pueden dar una idea. (¿una idea?) Otra manera de querer decirlo: Lo defectivo se siente más como una pobreza intuitiva que como una mera falta de experiencia.
Julio Cortázar (Hopscotch)
Dry Cicuta está con Pascual. Están en el coche del padre de Pascual. Están frente a la casa de Dry Cicuta. Dry Cicuta dice gracias. Se baja del coche. Está en la puerta de casa. El perro ladra. Dry Cicuta entra. Sus padres lo saludan. Habla con ellos. Piensa: quiero que mis padres mueran para heredar la casa y una suma suficiente de dinero como para vivir durante al menos unos cuantos años sin hacer nada más que nadar en la piscina, pedir comida a domicilio todos los días, leer, escuchar música, escribir literatura, jugar a videojuegos, escribir canciones, subir un álbum a Bandcamp y crear videoclips para cada canción para subirlo también a YouTube, pintar lienzos de todos los tamaños… Se lava las manos en el baño. Se las perfuma con pachulí. Se siente mejor. Sube a su habitación. Gira el pomo. Entra. Cierra. Se santigua mirando a la estantería. Coge un libro. Lo besa. Las cerezas del cementerio, de Gabriel Miró. Lo deja sobre la cama. Vuelve a santiguarse mirando a la estantería. Coge otro libro. Lo besa también. Cicuta Dry, de Camilo José Cela.
Alexandre Alphonse (Dry Cicuta)
Si alguien les pregunta por él, díganle que quizá no vuelva nunca o que si regresa acaso ya nadie reconozca su rostro; díganle también que no dejó razones para nadie, que tenía un mensaje secreto, algo importante que decirles pero que lo ha olvidado. Díganle que ahora está cayendo, de otro modo y en otra parte del mundo, díganle que todavía no es feliz, si esto hace feliz a alguno de ellos; díganle también que se fue con el corazón vacío y seco y díganle que eso no importa ni siquiera para la lástima o el perdón y que ni él mismo sufre por eso, que ya no cree en nada ni en nadie y mucho menos en él mismo, que tantas cosas que vio apagaron su mirada y ahora, ciego, necesita del tacto, díganle que alguna vez tuvo un leve rescoldo de fe en Dios, en un día de sol, díganle que hubo palabras que le hicieron creer en el amor y luego supo que el amor dura lo que dura una palabra. Díganle que como un globo de aire perforado a tiros, su alma fue cayendo hasta el infierno que lo vive y que ni siquiera está desesperado y díganle que a veces piensa que esa calma inexorable es su castigo; díganle que ignora cuál es su pecado y que la culpa que lo arrastra por el mundo la considera apenas otro dato del problema y díganle que en ciertas noches de insomnio y aun en otras en que cree haberlo soñado, teme que acaso la culpa sea la única parte de sí mismo que le queda y díganle que en ciertas mañanas llenas de luz y en medio de tardes de piadosa lujuria y también borracho de vino en noches de lluvia siente cierta alegría pueril por su inocencia y díganle que en esas ocasiones dichosas habla a solas. Díganle que si alguna vez regresa, volverá con dos cerezas en sus ojos y una planta de moras sembrada en su estómago y una serpiente enroscada en su cuello y tampoco esperará nada de nadie y se ganará la vida honradamente, de adivino, leyendo las cartas y celebrando extrañas ceremonias en las que no creerá y díganle que se llevó consigo algunas supersticiones, tres fetiches, ciertas complicidades mal entendidas y el recuerdo de dos o tres rostros que siempre vuelven a él en la oscuridad y nada.
Darío Jaramillo Agudelo
La tradición del islam místico comparte esta misma convicción. Me gustaría relatarle algo tomado de la leyenda dorada de los santos musulmanes. Un día, Suturá, una buena mujer, fue a visitar a Tierno Bokar, el sabio de Bandiagara: esta aldea de Mali está situada en la meseta del mismo nombre, rodeada de altos acantilados al pie de los cuales viven los dogon, pueblo famoso por su arte austero, su compleja cosmogonía y su hondo sentido de la trascendencia. «Tierno –le dijo Suturá–, estoy muy irritable. Me molesta hasta lo más insignificante. Querría recibir de ti una bendición o una oración que me haga dulce, amable y paciente». No había acabado de hablar cuando su hijo, un niño de tres años que estaba esperándola en el patio, agarró una tabla y le dio un golpe en la espalda. Ella miró al niño, sonrió y, atrayéndolo hacia ella, dijo dándole un cachete cariñoso: «¡Qué niño más malo! Mira cómo trata a su madre…». «Si tan irritable estás, ¿por qué no te enfadas con tu hijo?», le preguntó Tierno Bokar. «Si no es más que un niño –contestó Suturá–. No sabe lo que hace. Con un niño de esta edad no hay quien se enfade». «Vete a casa, querida Suturá –le dijo Tierno– y, cuando alguien te irrite, acuérdate de la tabla y piensa: “Tenga los años que tenga, esta persona está actuando como un niño de tres años”. Sé indulgente: puedes hacerlo, ya que acabas de serlo con tu hijo cuando te ha dado ese golpe. Obra así y no volverás a enfadarte. Vivirás feliz y te sentirás mejor. Las bendiciones que desciendan sobre ti serán mucho mayores que las que puedas recibir de mí: serán las bendiciones de Dios y del propio Profeta. Quien soporta y perdona una ofensa –continuó– se parece a una de esas grandes ceibas que ensucian los buitres al posarse en sus ramas. El aspecto repugnante del árbol solo dura una parte del año. Todos los inviernos Dios envía unos cuantos chaparrones que lo limpian de la copa a las raíces y lo revisten de un nuevo follaje. Procura prodigar el amor que sientes por tu hijo a todas las criaturas de Dios. Porque Dios quiere a sus criaturas como un padre a sus hijos. Entonces llegarás a lo más alto de la escala, allí donde, gracias al amor y la caridad, el alma solo ve y valora la ofensa para perdonarla mejor». Las palabras de Tierno supusieron tanto para Suturá que, a partir de ese día, consideró hijos suyos a todos los que la ofendían y no les respondió más que con dulzura, amor y una paciencia silenciosa y sonriente. Tanto cambió que, al final de su vida, la gente decía: «Paciente como Suturá». Nunca más hubo nada capaz de enfadarla. Cuando murió, se la consideraba prácticamente una santa.
Robert Sarah (La fuerza del silencio)
Creo que mucha gente no sabe lo que dice cuando dice «emparamado». Esa palabra solo existe en los lugares en los que hay páramo, porque si uno no tiene el páramo como referente no tiene cómo saber cómo queda uno cuando va allá. «Páramo» es una palabra que muchas personas no entienden, porque es un ecosistema raro y escaso que esas muchas personas nunca han visto, del que no han oído nada y que, por eso, son incapaces de imaginar. El diccionario de la rae, por ejemplo, dice que el páramo es un «terreno yermo, raso y desabrigado». Yermo, o sea, inhabitado, que es mentira porque allá vive muchísima gente de muchísimas especies diferentes. Raso, o sea, plano, que es mentira porque allá hay terrenos ondulados y riscos y montañas. Y lo de desabrigado es lo más incompresible, porque si existe un lugar bien abrigado ese lugar es el páramo: los animales son peludos, las hojas y los pétalos de las flores son peludos, las rocas llenas de musgos y líquenes parecen peludas también, y hasta la neblina, a pesar de que es fría, se siente a veces como un abrigo, como una cobija que cubre la montaña. Seguramente la rae se refiere a otro lugar, pero si a ese lugar al que se refiere es realmente inhabitado, plano y desabrigado pues entonces tiene más merecido el lugar en el diccionario este páramo, el que está lleno de plantas con pelos y abrigos de nubes y deja emparamada a la gente que va allá y se inventa palabras.
Mariana Matija (Niñapájaroglaciar)
Veamos si encontramos otro camino para imaginarnos cómo se debe sentir un hombre que está dispuesto a renunciar al peso, por lo general tan ligero para otros, de la vida. Porque solo si somos capaces de sentir lo que él siente tenemos derecho a hablar sobre ello. La naturaleza humana -continué-, tiene sus límites: puede soportar la felicidad, el sufrimiento, el dolor, sólo hasta cierto grado, sucumbe en cuanto lo ha sobrepasado. En esto no se trata entonces de si alguien es débil o fuerte, sino sólo de si es capaz de soportar su grado de sufrimiento, ya sea moral o físico. Y al mismo tiempo me parece equivocado decir que un hombre que se quita la vida es un cobarde, así como sería inoportuno llamar cobarde a alguien que muere por una fiebre maligna. Reconoces que denominamos enfermedad mortal a aquella que ataca la naturaleza de modo que por un lado va consumiendo sus fuerzas y por el otro las neutraliza, de tal manera que ya no es posible que éstas se repongan. [...] apliquemos esto al espíritu. Mira al ser humano en sus limitaciones, cómo influyen en él ciertas impresiones, se fijan las ideas, hasta que una pasión que se agiganta le quita toda serenidad a sus sentidos y lo arruina. Será en vano -agregué- que el hombre sensato y sereno quiera evitar la situación, será inútil que lo aconseje. Es lo mismo que un hombre sano, que estando junto al lecho de un enfermo, tampoco puede traspasarle ni lo más mínimo de su energía. [...] amigo mío -exclamé-, el hombre es el hombre y la chispa e inteligencia que puede llegar a tener no vale mucho cuando golpean las pasiones y lo llevan hasta los límites de lo humano. Oh, mi corazón estaba a punto de estallar. Y nos separamos sin que nos hubiéramos entendido. Aunque, en este mundo, no es fácil que uno llegue a entender al otro.
Johann Wolfgang von Goethe (The Sorrows of Young Werther)
Instintivamente nos sentimos inclinados a amar lo que nos causa placer y ¿hay algo que más gozo pueda proporcionarnos que un rostro hermoso, por lo menos cuando no sabemos nada en desdoro de su poseedor? Una niña ama a su pajarito... ¿Por qué? Porque vive y siente; porque es tan incapaz de defenderse como de causar daño. Sin embargo, el sapo también vive y siente, y es igualmente indefenso e inofensivo, pero, aunque ella no se sienta inclinada a causar al animal ningún mal, tampoco lo ama como al pájaro, de graciosa figura, suave plumaje y ojos brillantes y parlanchines. La mujer amable y bella es elogiada por ambas cualidades, pero en especial por la segunda; si, por el contrario, es desagradable de rostro y carácter, su fealdad será considerada poco menos que un crimen, ya que para el observador común esta es la peor ofensa, mientras que si es de aspecto vulgar y bondadoso corazón, nadie se entera de estas cualidades, excepto los que la tratan íntimamente. Otros, en cambio, se formarán encontradas opiniones sobre su ineligencia y su carácter, aunque sea tan solo por disculpar la instintiva repulsión que experimentan por quien tan poco tiene que agradecer a la naturaleza, sucediendo el caso opuesto cuando el exterior hermoso oculta un corazón perverso, pues la así dotada consigue que se le toleren defectos y flaquezas que a otra no se le consentirían. Las que poseen belleza, que se sientan agradecidas de tal don y hagan buen uso de él, como si se tratara de una cualidad intelectual; las que no la poseen, que se consuelen y hagan cuanto puedan sin ella. La belleza, aunque susceptible de ser sobrevalorada, es un don divino, que no debe despreciarse. Esto lo comprenderán bien todos aquellos que han experimentado la sensación de amar y cuyos corazones les dicen que son dignos de ser amados nuevamente; mientras que la falta de esta o cualquier otra condición superficial, puede hacerlos absolutamente incapaces de dar y recibir esa felicidad que parecen destinados a sentir y comunicar a los demás. Mal obraría la humilde luciérnaga despreciando esa facultad de producir luz sin la cual la mosca pasaría volando un y mil veces por su lado, sin detenerse jamás a descansar junto a ella. La luciérnaga oiría el rumor de las alas de la mosca, por encima, a su alrededor, y en vano trataría de dar a conocer su presencia, careciendo de los medios para que aquella fuese advertida, sin voz para llamarla, sin alas para perseguirla... Y finalmente, cansada de aletear, la mosca buscaría otro compañero, dejando a la luciérnaga vivir y morir sola.
Anne Brontë (Agnes Grey)