Como Se Escribe Quotes

We've searched our database for all the quotes and captions related to Como Se Escribe. Here they are! All 100 of them:

Si gano, soy un genio. Si pierdo, estoy loco. Así es como se escribe la historia.
Eoin Colfer (Artemis Fowl (Artemis Fowl, #1))
La memoria es como libro en el cual se escribe toda nuestra vida. Algunas veces deseamos cerrarlo y olvidarlo para no recordar todos los escabrosos detalles, y otras veces deseamos abrirlo y observarlo detenidamente, queriendo volver a sentir lo mismo que sentimos en aquel momento.
Audrey Dry (Sin mirar atrás)
Qué pregunta, ¿conoces a Emiliano? Al que dejó de contestarme el teléfono y escribe poesía urbana en su tuiter, no, a ése no lo conozco. Al que va por toda la colonia Condesa de la mano de la rubita que sale en su película, a ese tampoco. Pero sí lo conozco, como si nunca se hubiera ido, porque me quiso tanto y fuimos tan del otro como ahora somos del espacio en el que nos olvidamos.
Catalina Aguilar Mastretta (Todos los días son nuestros)
No te enamores de una mujer que lee, de una mujer que siente demasiado, de una mujer que escribe… No te enamores de una mujer culta, maga, delirante, loca. No te enamores de una mujer que piensa, que sabe lo que sabe y además sabe volar; una mujer segura de sí misma. No te enamores de una mujer que se ríe o llora haciendo el amor, que sabe convertir en espíritu su carne; y mucho menos de una que ame la poesía (esas son las más peligrosas), o que se quede media hora contemplando una pintura y no sepa vivir sin la música. No te enamores de una mujer a la que le interese la política y que sea rebelde y vertigue un inmenso horror por las injusticias.Una a la que le gusten los juegos de fútbol y de pelota y no le guste para nada ver televisión. Ni de una mujer que es bella sin importar las características de su cara y de su cuerpo. No te enamores de una mujer intensa, lúdica y lúcida e irreverente. No quieras enamorarte de una mujer así. Porque cuando te enamoras de una mujer como esa, se quede ella contigo o no, te ame ella o no, de ella, de una mujer así, JAMAS se regresa.
Martha Rivera-Garrido
Se escribe para recordar, para ser recordado, para vencer la amnesia, el silencio, el agujero oscuro del tiempo. Se escribe también para no morir, para durar. Se escribe como medicina, para consolarse, para consolar. Para volver inofensivo al dolor. Se escribe para ser feliz, se escribe para testimoniar, para dejar testamento de uno. Se escribe para jugar. Se escribe para darle un sentido a la insensatez del mundo. Para evocar. Para bautizar las cosas, para prorrogar la vida, para persuadir, para seducir. Para profetizar. Para lavarse el corazón. Para conocerse, para saber quién somos
Gesualdo Bufalino (Blind Argus: Or the Fables of the Memory)
Escribe la frase, sólo te pido eso. Y el se anima a vaciar su pena en un archipiélago atiborrado de cristales de sal. Por un instante pienso que te amo, pero es una sensación efímera como una ola. Una masa de agua que crece con fuerza, pero luego se recoge, estalla y ya no existe. Una barca expulsada a los orígenes. La muda miseria existente bajo el sol.
Andrea Jeftanovic
Y como Ovidio escribe en su Epistolio, que no me acuerdo el folio, estas heridas del amor protervas no se curan con yerbas; que no hay, para olvidar amor, remedio, como otro nuevo amor o tierra enmedio.
Lope de Vega (La Gatomaquia)
Escrito pobremente. Apestoso Escrito horroroso Terriblemente Espantosamente No importa Apaga el editor interno Déjate escribir Déjate fluir Déjate fallar Haz algo loco Escribe cincuenta mil palabras en el mes de noviembre. Yo lo hice Fue divertido, fue una locura, fueron mil sesenta y siete palabras por día. Fue imposible. Pero, tienes que apagar tu crítico interno. Apagar completamente. Sólo escribe. Rápidamente. En ráfagas.  Con alegría Si no puede escribir, huya por un rato. Regrese. Escriba de nuevo La escritura es como cualquier otra cosa. Tú no serás bueno en eso inmediatamente. Es un arte que tienes que seguir mejorando. No consigues ir a Julliard, a menos que practiques. Si quieres llegar a Carnegie Hall, practica, practica, practica. ... O dales un montón de dinero. Como cualquier otra cosa, toma diez mil horas conseguir la maestría. Tal y como Malcolm Gladwell dice. Así que escribe. Falla. Consigue volcar tus pensamientos. Déjate reposar. Déjate marinar. Y luego, edita. Pero no modifiques mientras escribas, que eso sólo desacelera al cerebro. Encuentra una práctica diaria, para mí está blogueando todos los días. Y es divertido. Cuanto más escribas, más fácil será. Cuánto más se trata de fluir, menos de la preocupación. No es para la escuela, no es para un grado, es sólo para conseguir sacar tus pensamientos.  Tú sabes que quieren salir. Así que déjalos. Que sea una práctica. Y escribe pobremente, escribe terriblemente, escribe con abandono y puede llegar a ser Realmente Realmente Bueno.
Colleen Hoover (Point of Retreat (Slammed, #2))
Lo que se escribe es siempre otra cosa Y lo que se describe es de nuevo otra cosa Entre ambos está lo indescrito que tan pronto como es descrito abre nuevos territorios indescritos Es indescriptible Aunque la oscuridad esté definida por luz y la luz por oscuridad siempre queda un resto fuera.
Inger Christensen (it)
Como un poema que se recita pero jamás se escribe, es más poderoso porque únicamente se retiene en el recuerdo.
Alyson Richman (The Lost Wife)
Hablar por pudor, por violencia, por rabia, también por dolor. Se escribe como se mata: sube desde el vientre y después de golpe brota, aquí, en la garganta. Como un grito de desesperación.
Anne-Sophie Brasme (Breathe)
«El calor es una materia espesa que casi puede moldearse con las manos», escribe durante la canícula, «te pesa en los hombros como una mochila, y se te aferra a la cabeza como una pesadilla».
Andrew Roberts (Churchill: La biografía)
el premio Nobel de Economía Vernon Smith escribe: «El agua se ha convertido en un bien cuya cantidad y calidad es demasiado importante como para dejarla en manos de las autoridades políticas».
Javier Milei (El camino del libertario)
creo que pensar en estas cosas tiene mala prensa: se considera que lo que se escribe sobre estos temas es autoayuda berreta antes que crítica social; que son pavadas que no le importan a nadie o, al menos, a nadie que valga la pena; que son problemas burgueses, como si la gente más pobre que una no deseara, cogiera, amara y se sintiera sola también, o que pensar tanto en esto es obsesivo y no demasiado sano.
Tamara Tenenbaum (El fin del amor: querer y coger en el siglo XXI)
Para que un tedio como ése llegue a Icamole se requiere de la complicidad de autor, correctores, editores, impresores, libreros y hasta lectores; eso sin contar a la pareja del escritor, que le dice sí, mi vida, tú sí escribes bien bonito. Delincuencia organizada, dice él
David Toscana (El último lector)
En definitiva, no saber idiomas facilita la convivencia, porque si supiéramos de verdad qué escribe cada uno, si pudiéramos entenderlo y sentirlo como se siente la música, en esta residencia nos estaríamos asesinando unos a otros en nuestras camas, concluía con calma el ruso.
Pola Oloixarac (Mona)
no somos un solo ser, sino muchos, de la misma manera que tampoco la historia es ésa que se escribe en orden poniendo las fechas y se nos presenta como inamovible, cada persona que nos ha visto o hablado alguna vez guarda una pieza del rompecabezas que nunca podremos completar entero
Carmen Martín Gaite (El cuarto de atrás)
Estoy poseído desde hace mucho por esta ansia de destripar de verdad a alguien que me pone cachondo. El chico holandés, en este caso, porque es el último ejemplo. La idea me hace sudar y temblar en este preciso momento. Brazos, piernas, por todas partes. Si él estuviera encerrado conmigo en este retrete, y si yo tuviera una navaja, supongo, o, aún mejor, garras, prescindiría de esa minúscula parte de mi cerebro que piensa que el asesinato es algo malo, signifique esto lo que signifique. Me pondría de pie, o trataría de ponerme de pie, y le haría picadillo. Pero como no tengo al chico, ni valor, ni arma, me quedo aquí, escribiendo, masturbándome. Que es lo que está haciendo mi mano izquierda mientras la otra escribe. Pero dentro de la cabeza tiene lugar la violencia más espectacular. Un chico estalla, se derrumba. Parece un tanto falsa, puesto que mis únicos modelos son películas gore, pero es increíblemente intensa.
Dennis Cooper (Frisk)
El reto para quien escribe es llenar la distancia entre lo que vives y lo que cuentas, sentir físicamente el impacto de la narración... A menudo, empezamos a escribir demasiado pronto y las páginas aún están frías. Solo cuando la historia se acopla a nosotros como un guante, ha llegado el momento de contarla.
Elena Ferrante
Envidiar es renegar de sí mismo, joven. Te vuelves triste y malvado y no ganas nada a cambio. Los únicos momentos que importan son los que nos producen alguna alegría. Lo demás es puro derroche. Si quieres escribir, escribe. Pero no es criticando el talento ajeno como se afianza el propio. El talento no es negociable.
Yasmina Khadra (Qu'attendent les singes)
Hace ya mucho que no le escribo, señora Milena, y también hoy le escribo por una casualidad. En realidad no tengo que disculparme de mi silencio, usted ya sabe cómo odio las cartas. Toda la desdicha de mi vida – no quiero con esto quejarme, sino hacer una observación de interés general- proviene por así decir de las cartas o de la posibilidad de escribirlas. Las personas casi nunca me han traicionado, pero las cartas siempre, y en verdad no las ajenas, sino justamente las mías. En mi caso es una desgracia muy especial, de la que no quiero seguir hablando, pero al mismo tiempo es una desgracia también general. La sencilla posibilidad de escribir cartas debe de haber provocado -desde un punto de vista meramente teórico- una terrible desintegración de almas en el mundo. Es en efecto una conversación con fantasmas ( y para peor no sólo con el fantasma del destinatario, sino también con el del remitente) que se desarrolla entre líneas en la carta que uno escribe, o aun en una serie de cartas, donde cada una corrobora la otra y puede referirse a ella como testigo. ¿De dónde habrá surgido la idea de que las personas podían comunicarse mediante cartas? Se puede pensar en una persona distante, se puede aferrar a una persona cercana, todo lo demás queda más allá de las fuerzas humanas. Escribir cartas, sin embargo, significa desnudarse ante los fantasmas, que lo esperan ávidamente. Los besos por escrito no llegan a su destino, se los beben por el camino los fantasmas. Con este abundante alimento se multiplican, en efecto, enormemente. La humanidad lo percibe y lucha por evitarlo; y para eliminar en lo posible lo fantasmal entre las personas y lograr una comunicación natural, que es la paz de las almas, ha inventado el ferrocarril, el automóvil, el aeroplano, pero ya no sirven, son evidentemente descubrimientos hechos en el momento del desastre, el bando opuesto es tanto más calmo y poderoso, después del correo inventó el telégrafo, el teléfono, la telegrafía sin hilos. Los fantasmas no se morirán de hambre, y nosotros en cambio pereceremos.
Franz Kafka (Letters to Milena)
-Cuénteme - decía en tono evocador -, ¿qué se siente ser escritor? -No tiene nada de romántico y sí de necedad - le contesté con las manos llenas de polvo por limpiar libros -. Escribes porque no te queda de otra. Escribir, cuando no tienes padres con fortuna, es como tener un hijo con retraso; sabes que debes trabajar para alimentarlo aunque no obtengas de él más que cariño.
Iván Farías (Crónicas desde el piso de ventas)
¿Cómo se escribe una novela? ¿Cómo encontrar el canal, perdido en tantos arroyos y lagunas? La narración no es mi ocupación favorita; no es la de muchos; mi argumento no se eleva y desciende en significativas etapas, sino que se enrosca sobre sí mismo como la concha de un buccino o las serpientes del caduceo de Hermes: disgresa, retrocede, duda, gime desde sus entrañas, etcétera, se derrumba, muere.
John Barth (Chimera)
Sin quitarme los ojos de encima, acercó aún más su pupitre. - ¿Sabes una cosa? - ¿Qué? - Que he entrado en tu blog. Ay, Dios. ¿Cómo lo había encontrado? Un momento; la pregunta que debía hacerme era la siguiente: ¿por qué lo había encontrado? Mi blog no podía buscarse a través de Google...Estaba flipando en colores. - Ya estás acosándome otra vez, ¿no? ¿Tengo que llamar a la poli para que te ponga una orden de alejamiento? - Ni en sueños, gatita - Sonrió - Ah, espera, que ya salgo en ellos, ¿verdad? Puse los ojos en blanco. - Más bien apareces en mis pesadillas, Daemon. (pág.154) - ¿Me estás preguntando si me atraen las humanas? - dijo. El pelo le caía hacia delante en ondas. Unas gotitas de agua le recorrían los mechones y acababan salpicándome la mejilla - ¿O si eres tú la que me atrae? Con las manos apoyadas en la roca, fue acercándose a mí lentamente. Muy pronto nos separaban sólo unos milímetros...Sentía su respiración como si fuera la mía, y cuando movió las caderas abrí los ojos y ahogué un grito. Vaya que si funcionaba la cosa...Me despejó la duda de un plumazo. (pág. 240) - Sí que es importante el helado - dije. - Es mi vida entera.- Dee tiró el monedero a Daemon, pero erró el objetivo - ¡Y tú me lo has quitado! (pág. 258 NUNCA TE METAS ENTRE DEE Y SU COMIDA, Y MENOS SI SE TRATA DE HELADO) - ¿Lo estás pasando bien con...Ash? - ¿Y tú con tu amiguito el pulpo? Me mordí el larbio. - Qué simpático eres, como siempre. ... - Estás...muy guapa, por cierto. Demasiado guapa para estar con ese idiota. Me sonrojé y bajé la vista. - ¿Te has tomado algo? - Pues no, la verdad. ¿Por qué me lo preguntas, si puede saberse? - Porque nunca me dices nada agradable. - Touché. (pág. 303) - Recuérdame...que no te haga enfadar nunca más ¡La leche! ¿Eres agente secreto en tus ratos libres? ... Me recorrió la espalda con sus brazos y hundió una mano en los rizos que se me habían soltado del moño. - No me has hecho caso - susurró contra mi hombro. - Nunca te hago caso. (pág. 327) Daemon murmuró algo en un idioma desconocido. Era una lengua dulce y bonita. Mágica. De otro planeta. Podría haberlo despertado, pero no lo hice sin saber demasiado bien por qué. La emoción que sentía por el contacto con su piel era más fuerte que todo lo demás. Daemon tenía una mano en el borde de mi camiseta, y los dedos encima del pedazo de piel que había entre el borde de la camiseta y la cinturilla de los pantalones de pijama. La mano empezaba a abrirse paso por debajo de la camiseta, a través de mi estómago, en la parte en que este empieza a descender. El pulso se me desbocó. Me rozó las costillas con la punta de los dedos. Su cuerpo se movió y sentí su rodilla contra mí. (pág. 338) O.O o_O OMG - Gatita - Ni aunque fueras el último ser con aspecto humano sobre la faz de la Tierra ¿Ahora lo entiendes? ¿Capiche? ... - Ademñas, no me atraes nada - Mentira podrida - Pero vamos, nada de nada. Eres... De repente Daemon estaba delante de mí, a apenas un centímetro de mi rostro. - ¿Qué soy? - Ignorante -¿Y qué más? - Prepotente, controlador...-...- Y un...cretino. - Venga ya, gatita, seguro que puedes hacerlo mejor - ... - Todavía no me creo que no te sientas atraída por mí. (pág. 360) - Seguro que hasta sueñas conmigo - Bajó la vista hacia mis labios y sentí que se despegaban - Seguro que escribes mi nombre en tus libretas, una y otra vez, rodeado por un corazoncito. Me reí. - En tus sueños, Daemon. Eres la última persona a la que... Daemon me besó (pág.361) Una sonrisa pícara se le asomó a los labios. - ¿Te das cuenta de que me encantan los retos? Me reí entre dientes y me volví hacia la puerta mientras le dedicaba un gesto grosero con el dedo corazón. - Y a mí, Daemon; y a mí. (pág. 414)
Jennifer L. Armentrout (Obsidian (Lux, #1))
Kapuscinski escribe su receta: «Siempre he evitado las rutas oficiales, los palacios, las figuras importantes, la gran policía. Todo lo contrario: prefería subir-me a camiones encontrados por casualidad, recorrer el desierto con los nómadas y ser huésped de los campesinos de la sabana tropical».3 En la literatura de no ficción, el lector que se lo proponga encontrará personajes y lugares allí donde dijo el periodista.
Doménico Chiappe (Tan real como la ficción: Herramientas narrativas en periodismo)
La fácil posibilidad de escribir cartas tiene que haber traído al mundo —visto sólo teóricamente— un horrible trastorno de las almas. Es, en efecto, una relación con espectros, y no sólo con el espectro del destinatario, sino también con el propio espectro, que se le va formando a uno, sin darse cuenta, en la carta que escribe o incluso en una serie de cartas, en la que una carta confirma la otra y puede invocarla como testigo. ¡A quién se le habrá ocurrido pensar que la gente podía relacionarse por correspondencia! Se puede pensar en una persona lejana y se puede tocar a una persona cercana, todo lo demás supera las fuerzas humanas. Pero escribir cartas significa desnudarse delante de los espectros, cosa que ellos esperan ansiosos. Los besos escritos no llegan a su destino sino que los espectros se los beben por el camino. Con una alimentación tan sustanciosa se multiplican enormemente. La humanidad lo percibe y lucha contra ello; para eliminar en lo posible lo espectral entre los hombres, y lograr el contacto natural, la paz de las almas, ha inventado el ferrocarril, el automóvil, el aeroplano, pero ya no hay ayuda posible, son manifiestamente inventos hechos ya en el despeñadero; la parte contraria es mucho más serena y fuerte, ha inventado, después del correo, el telégrafo, el teléfono, la telegrafía sin hilos. Los fantasmas no morirán de hambre, pero nosotros nos iremos a pique»
Franz Kafka (Letters to Milena)
El cuerpo interviene todo el día, toda la noche; se embota o agudiza, se embellece o se marchita; se vuelve cera en el calor de junio, se endurece como sebo en la oscuridad de febrero. La criatura de su interior solo puede mirar por el cristal -sucio o sonrosado; no puede separarse del cuerpo [...] Hasta que llega la catástrofe inevitable; el cuerpo se desmorona y el alma se libera (dicen). Pero no existe registro de todo este cotidiano drama del cuerpo. Siempre se escribe sobre las obras de la mente.
Virginia Woolf (De la maladie (Petite Bibliothèque t. 562) (French Edition))
Y si a esto se me respondiese que los que componen tales libros los escriben como cosas de mentira y que, así, no están obligados a mirar en sutilezas ni verdades, yo les respondería que la mentira es tanto mejor cuanto más parece verdadera, y tanto más agrada cuanto más tiene de verosímil y posible. Se han de acoplar las fábulas mentirosas al entendimiento de los que las lean, escribiéndose de suerte que haciendo creíbles los imposibles, allanando las grandezas, suspendiendo los ánimos, admiren, suspendan, alborocen y entretengan, de modo que andan a un mismo paso la admiración y la alegría juntas. y todas estas cosas no las podrá hacer el que huya de la verosimilitud y de la imitación, en que consiste la perfección de lo que se escribe. No he visto ningún libro de caballerías que haga una fábula de cuerpo entero con todos sus miembros, de manera que lo del medio se corresponda con el principio, y el fin con el principio y lo del medio, sino que los componen con tantos miembros, que más parece que llevan intención de formar una quimera o un monstruo que de hacer una figura proporcionada
Miguel de Cervantes Saavedra (Don Quijote de la Mancha)
Asnografía Leo en un Diccionario: ASNOGRAFÍA, s.f.: Se dice, irónicamente, por descripción del asno. ¡Pobre asno! ¡Tan bueno, tan noble, tan agudo como eres ! Irónicamente... ¿Por qué? ¿Ni una descripción seria mereces, tú, cuya descripción cierta sería un cuento de primavera? ¡Si al hombre que es bueno debieran decirle asno! ¡Si al asno que es malo debieran decirle hombre! Irónicamente... De ti, tan intelectual, amigo del viejo y del niño, del arroyo y de la mariposa, del sol y del perro, de la flor y de la luna, paciente y reflexivo, melancólico y amable, Marco Aurelio de los prados... Platero, que sin duda comprende, me mira fijamente con sus ojazos lucientes, de una blanda dureza, en los que el sol brilla, pequeñito y chispeante en un breve y convexo firmamento verdinegro. ¡Ay! ¡Si su peluda cabezota idílica supiera que yo le hago justicia, que yo soy mejor que esos hombres que escriben Diccionarios, casi tan bueno como él! Y he puesto al margen del libro: ASNOGRAFÍA, sentido figurado: Se debe decir, con ironía, ¡claro está!, por descripción del hombre imbécil que escribe Diccionarios.
Juan Ramón Jiménez (Platero Y Yo)
El futuro de estas tierras depende de la Unión de aquello que está dormido nuestras manos y de aquello que está despierto en las de ellos. Mira ese niño: tiene sangre India y cara española. Míralo bien: fíjate que habla Maya y escribe castellano. En él viven las voces que se dicen y las palabras que se escriben. no es ni de la tierra ni del viento. En el, la razón y el sentimiento se trenzan. No es de abajo ni de arriba. Está dónde debe estar. Es como el eco que funde con nuevo nombre, en la altura del espíritu, las voces que se dicen y las voces que se callan.
Ermilo Abreu Gómez (Canek)
Los libros pueden tener su origen en los más variados sentimientos. Se escriben libros al calor de un entusiasmo o por un sentimiento de gratitud, pero también la exasperación, la cólera y el despecho puede, a su vez, encender la pasión intelectual. En ocasiones, es la curiosidad quien da el impulso, la voluptuosidad psicológica de explicarse a sí mismo, escribiendo, unas figuras humanas o unos acontecimientos. Pero otras veces - demasiadas - impelen a la producción motivos de índole más delicada, como la vanidad, el afán de lucro, la complacencia en sí mismo. En rigor, el que escribe debería dar cuenta de los sentimientos, de los apetitos personales que le han motivado a escoger el asunto de cada una de sus obras.
Stefan Zweig
Pero esta vez no puedo, me quedo callada, me levanto discretamente de la mesa y voy al baño porque tengo el pecho lleno de algo, como de un ruido colosal, y sollozo. Me enfado menos con su abuelita que conmigo misma por volver a sentir esa herida. La de mi abuelita Vicki y la de tantas en las que se intersectan otros dolores en un cuerpo parecido. ¿Por qué lloro? ¿Por qué me ofende? ¿Porque yo fui a la universidad? ¿Porque no quise ser Victoria que no quiso ser Josefina? ¿Porque yo también considero que ser una trabajadora del hogar es ser menos que una periodista que escribe en El País? ¿Porque eso me recuerda mi racialización, la raza que siempre ha sido y siempre será la medida de mí misma? Porque duele que vuelvan a meterme entera en ese casillero de sus cabezas. Porque soy Victoria y no lo soy.
Gabriela Wiener (Huaco retrato)
Yo, por ejemplo, quiero sacarme el carnet de conducir este año. Quiero continuar saliendo con mis amigas los fines de semana, sentir que todo sigue igual entre nosotras y que no nos hacemos mayores. También quiero dejar de pensar que debería bajar unos kilos y disfrutar comiendo pepinillos de madrugada como si nada importase. Y quiero salir a cenar con un hombre y ponerme un vestido rojo largo que he visto en una revista de moda. Es muy arreglado y es posible que me haga parecer un botijo, pero quiero ponérmelo por un día y sentirme la chica más guapa de todo el jodido restaurante. Quiero que me saquen a bailar, aunque no se me da muy bien, pero quiero que me vean del brazo de un hombre que me mire con adoración y que la gente murmure: «¿Te has fijado en qué buena pareja hacen? ¿Y cómo la mira él?». Porque nunca me he sentido así.
Andrea Longarela (Amor se escribe con H y otras formas de decirte que te quiero)
En Nueva grandeza mexicana (1946), uno de los ensayos más ingeniosos sobre la ciudad de México, Salvador Novo considera que toda ciudad moderna debe elegir uno de dos destinos posibles: o extinguirse y mantener intacta su arquitectura (como la ciudad maya de Chichen Itzá); o pertenecer viva, transformándose y renovándose constantemente. Las ciudades y sus habitantes, escribe Novo, “se enfrentan por inescapable determinismo a un incómodo dilema: o la cripta honorable o la vida imprevisible: o la momia o el hombre: o el museo o la urbe”. Hasta ahora la ciudad de México ha logrado mantenerse viva y evitar el destino de tantos otros centros urbanos menos afortunados, que se han convertido en museos al aire libre o en meras atracciones turísticas sin vida propia. “A diferencia de Teotihuacán” escribe Novo, “ha sido el destino de México sobrevivir a costa de transformarse
Rubén Gallo (México D.F.: Lecturas para paseantes)
En efecto, soy un soñador de palabras, un soñador de palabras escritas. Creo leer. Una palabra me detiene. Dejo la página. Las sílabas de la palabra empiezan a agitarse. Los acentos tónicos se invierten. La palabra abandona su sentido como una sobrecarga demasiado pesada que impide soñar. Las palabras toman entonces otros significados como si tuviesen el derecho de ser jóvenes. Y las palabras van, entre las espesuras del vocabulario, buscando nuevas, malas compañías. Muchos conflictos menores hay que resolver cuando, de la ensoñación vagabunda, se vuelve al vocabulario razonable. Y es peor cuando en vez de leer me pongo a escribir. Bajo la pluma, la anatomía de las sílabas se despliega lentamente. La palabra vive sílaba por sílaba, en peligro de ensoñaciones internas. ¿Cómo mantenerla unida obligándola a sus habituales servidumbres dentro de la frase esbozada, frase que quizás vamos a tachar del manuscrito? ¿No ramifica la ensoñación la frase comenzada? La palabra es un brote que pretende dar una ramita. Cómo no soñar mientras se escribe. La pluma sueña. La página blanca da el derecho a soñar. Si tan sólo se pudiera escribir para uno mismo. ¡Qué duro es el destino del hacedor de libros! Hay que cortar y volver a coser para tener continuidad en las ideas. Pero, cuando se está escribiendo un libro sobre la ensoñación, ¿no habrá llegado el momento de dejar correr la pluma, de dejar hablar a la ensoñación y mejor aún, de soñar la ensoñación en el mismo momento que uno cree estarla transcribiendo?
Gaston Bachelard (The Poetics of Reverie: Childhood, Language, and the Cosmos)
Para follármelo furiosamente, con la convicción de que la violencia me daría algo de consuelo. No lo obtuve, pero Iván se quedó sorprendido con mi ímpetu y confundió mi rabia con pasión. Desde entonces, habremos repetido un par de veces. Llego tarde, evitamos todo tipo de conversación y nos desnudamos con una torpeza que para él son ganas y para mí, ira. Después, como esa noche, nos arrastramos por el sofá, por la alfombra, por la cama, y lo hacemos sin alternar los roles. Él siempre pasivo, siempre víctima, siempre sumiso. En su cama soy yo quien escribe el papel y las posturas, y disfruto acercando su cabeza con una violencia calculada hasta mi sexo, como si intentara ahogarlo con él, atravesar su boca mientras su lengua me rodea voraz. A ratos, como en aquella noche, me pierdo, o me evado, no sé, aunque sienta que él sigue encima de mí, tratando de provocarme con caricias, con besos, con mordiscos en los lugares apropiados. Así que le permito deslizarse sobre mí y trato de concentrarme otra vez en su cuerpo, en la presión de sus músculos, en la fuerza con la que luchamos —porque eso es lo que hacemos: luchar sin confesárnoslo— hasta situar al otro en la postura que más nos convenga. Al final, cuando me concentro un poco, venzo yo y lo coloco boca abajo dispuesto a penetrarlo, a pagar con él mi rabia en un acto que tiene más de venganza que de sexualidad. Iván no nota el matiz y se deja hacer hasta que nos corremos, hasta que alguien —él— gime y alguien —yo— se tumba a un lado buscando un cigarrillo.
Fernando J. López (La edad de la ira)
No sé por qué llevo a cabo este ritual, qué busco en la mirada de un observador externo, de un puto americanista. Pero entonces llego sin mucho entusiasmo a un pasaje muy bien contado que me engancha. De camino a Puno, y al pasar por una finca llamada Tintamarca, el propietario le sugiere a Charles llevarse un indio para dar a los estudiosos europeos una idea de esta raza. Wiener le contesta que conseguir un indio, más aún si es un niño, es una empresa muy difícil, que ha estado intentando hace días que algunos de ellos lo sigan pero es imposible. El otro hombre le aconseja entonces que lo compre: «Dé usted unas piastras a una pobre chola que se muere de sed y que hace morir de hambre a su retoño; se trata de una india horriblemente alcohólica. A cambio le regalará a usted a su pequeño. Hará usted, además, una buena acción». Wiener va en busca de la mujer y su hijo, le pregunta al niño cómo se llama y esta le contesta que Juan, le pregunta si tiene padre y le contesta en quechua que no. «Muy pocas “veces he visto un espectáculo más repugnante —escribe Wiener—. Esta madre, joven aún, roída por todos los vicios, y el pequeño ser que no tenía otra ropa que un poncho que apenas si le llegaba a la cintura. Tomé una decisión.» Despertó a la madre, que se había quedado dormida, y «efectuamos el intercambio de “regalos” proyectado. Exhorté al niño a despedirse de su madre; parecía no entender qué le solicitaba; pero la madre comprendió muy bien, y, con su mano temblorosa por el alcohol, hizo la señal de la cruz en su hijo. Tuve un estremecimiento de disgusto al ver tal bendición del vicio; puse al pequeño sobre una mula. (…) Y henos en marcha. El pequeño Juan comprendió entonces y se creyó obligado a lanzar algunos alaridos. Le pregunté qué quería. ¿Piensan ustedes que pidió regresar al lado de su madre y no dejar su tierra y seguir salvaje como era? Nada de eso: ¡me pidió aguardiente!».
Gabriela Wiener (Huaco retrato)
Creo que debería empezar a trabajar un poco, ahora que aprendo a ver. Tengo veintiocho años y no me ha ocurrido prácticamente nada. Recapitulemos: he escrito un estudio malo sobre Carpaccio, una obra de teatro que se titula Matrimonio y trata de demostrar una tesis falsa con medios ambiguos, y algunos versos. Ay, pero los versos valen tan poco, cuando se los escribe de joven. Uno debería esperar y dedicar toda una vida a atesorar sentido y dulzura, una vida larga, a ser posible, y entonces, al término de la misma, quizá fuera capaz de escribir diez versos que merecieran la pena. Y es que, contrariamente a lo que cree la gente, los versos no son sentimientos (éstos se tienen ya en la primera juventud): son vivencias. Para dar a luz un solo verso hay que haber visto muchas ciudades, hombres y cosas, hay que conocer los animales, hay que sentir cómo vuelan las aves y saber con qué ademán se abren las flores pequeñas al amanecer. Hay que ser capaz de recordar caminos de regiones desconocidas, encuentros inesperados y separaciones que se veían venir de lejos; días de infancia aún por aclarar, a los padres a los que no podíamos evitar ofender cuando nos traían una alegría que nosotros no entendíamos (era una alegría destinada a otro); las enfermedades infantiles que aparecían de un modo tan extraño y experimentaban tantas transformaciones profundas y graves, días pasados en estancias tranquilas y recogidas, y mañanas junto al mar, el mar en general, los mares, las noches de viaje que pasaban altas y como una exhalación y volaban con todas las estrellas; y ni siquiera basta con ser capaz de pensar en todo esto. Hay que haber conservado el recuerdo de muchas noches de amor, ninguna de las cuales se parece a la otra, de gritos de parturientas y de mujeres que acaban de dar a luz y, aligeradas, blancas y durmientes, se cierran. Pero también hay que haber asistido a moribundos, estado con muertos en habitaciones con la ventana abierta y ruidos esporádicos. Y tampoco basta con tener recuerdos. Hay que saber olvidarlos, si son muchos, y tener la enorme paciencia de esperar a que regresen. Porque los recuerdos en sí todavía no existen. Solo cuando se tornan sangre en nosotros, cuando se convierten en mirada y gesto, cuando se hacen indecibles y no pueden distinguirse ya de nosotros, solo entonces puede suceder que, en un momento rarísimo, brote en su centro y emane de ellos la primera palabra de un verso.
Rainer Maria Rilke (Los apuntes de Malte Laurids Brigge (Alba Clásica) (Spanish Edition))
latinos conservados. El verdadero éxito de la palabra llegó cuando la rescataron varios humanistas a partir de 1496 y cuando más tarde se extendió por todas las lenguas romances. Durante siglos, ha seguido viva y su uso se ha extrapolado a otros ámbitos. Ya no se aplica solo a la literatura; ni siquiera solo a la creación; para mucha gente, un clásico no es más que vocabulario futbolístico. Es cierto que hablar de «clásicos» implica utilizar una terminología de origen clasista, como su propio nombre indica. El concepto nos llega desde una época que lanzaba una mirada jerárquica sobre el mundo, imbuida por arrogantes nociones de privilegio, como casi todas las épocas, por otra parte. Sin embargo, hay algo conmovedor en el hecho de considerar las palabras una forma —aunque sea metafórica— de riqueza, frente a la siempre avasalladora soberanía de la propiedad inmobiliaria y del dinero. De la misma manera que las estirpes de los ricos, los clásicos no son libros aislados, sino mapas y constelaciones. Italo Calvino escribió que un clásico es un libro que está antes que otros clásicos; pero quien haya leído primero los otros y después lea aquel reconoce enseguida su lugar en la genealogía. Gracias a ellos descubrimos orígenes, relaciones, dependencias. Se esconden unos en los pliegues de otros: Homero forma parte de la genética de Joyce y Eugenides; el mito platónico de la caverna regresa en Alicia en el País de las Maravillas y Matrix; el doctor Frankenstein de Mary Shelley fue imaginado como un moderno Prometeo; el viejo Edipo se reencarna en el desgraciado rey Lear; el cuento de Eros y Psique, en La Bella y la Bestia; Heráclito en Borges; Safo en Leopardi; Gilgamesh en Supermán; Luciano en Cervantes y en La guerra de las galaxias; Séneca en Montaigne; las Metamorfosis de Ovidio en el Orlando, de Virginia Woolf; Lucrecio en Giordano Bruno y Marx; y Heródoto en La ciudad de cristal, de Paul Auster. Píndaro canta: «Sueño de una sombra es el ser humano». Shakespeare lo reformula: «Somos de la misma materia de la que están hechos los sueños, y nuestra breve vida está circundada por el sueño». Calderón escribe La vida es sueño. Schopenhauer entra en el diálogo: «La vida y los sueños son páginas del mismo libro». El hilo de las palabras y las metáforas atraviesa el tiempo, ovillando las épocas. El problema, para algunos, es la llegada a los clásicos. Incrustados en los programas escolares y universitarios, se han convertido en lecturas obligatorias. Corremos el riesgo de percibirlos como imposiciones que nos ahuyentan. En La desaparición de la literatura, Mark Twain proponía una definición irónica: «Clásico es un libro que todo el mundo quiere haber leído pero nadie quiere leer». Pierre Bayard toma prestada esa veta de humor para su ensayo Cómo hablar de los libros que no se han leído. Allí analiza los resortes que nos impulsan a la hipocresía lectora. Por el miedo infantil a defraudar, para no quedar excluidos de una conversación, jugando de farol en un examen, decimos que sí, casi sin
Irene Vallejo (El infinito en un junco)
el uso grupal de Tinder. “Durante las entrevistas” —escribe— “se volvió evidente que una de las maneras de usar Tinder era a modo de actividad compartida entre grupos de amigos”: la movilidad del smartphone, la posibilidad de observar a alguien que no sabe que está siendo observada y el hecho de que la imagen se pueda capturar y compartir con amigos hace posible que una app de citas se use no solamente para conocer chicas, sino también como un mecanismo homosocial entre varones.
Tamara Tenenbaum (El fin del amor: querer y coger en el siglo XXI)
Esos ejecutivos son citados en un artículo titulado “Sleep Is the New Status Symbol For Successful Entrepreneurs” [“Dormir es el nuevo símbolo de estatus de los empresarios exitosos”].[4] Nancy Jeffrey del Wall Street Journal escribe: “Es oficial. Dormir, ese producto poco común en un país con tanto estrés como Estados Unidos, es el nuevo símbolo de estatus. Antes considerado como un defecto de debiluchos (las mismas personas exitosas de los ochenta que decían ‘almorzar es para perdedores’ también creían que ‘dormir es para idiotas’), ahora dormir se considera el compañero restaurativo de la mente creativa del ejecutivo”.
Greg McKeown (Esencialismo: Logra el máximo de resultados con el mínimo esfuerzo)
La casa está en silencio mientras recorro las habitaciones, sintiendo con mis pies descalzos la rugosidad del parqué. Me detengo y miro por la ventana los árboles del jardín del emperador, y a los guardias que permanecen junto a la puerta cerrada. Hace unos meses que empezó a pintarnos a él y a mí en esos cuadros provocativos. Hace dos semanas que fue con ellos a la exposición de Múnich, intentando venderlos. Aparte de una breve carta que me escribió diciendo que había llegado al hotel y se había instalado, no he vuelto a saber nada de él. Solo dejó unos pocos cuadros y dibujos esparcidos por el suelo, los que decidió que eran demasiado lisos y aburridos. Me dirijo al mueble de madera que hay junto a la puerta de entrada, saco su carta del cajón y vuelvo a leerla. Las palabras están escritas en tinta negra sobre papel color crema. Escribe como dibuja, con líneas nítidas unidas a palabras cortas y claras. ¿Sale por las tardes a cafetería con amigos, como suele hacer aquí? ¿Piensa en mí? ¿Quién es el señor Arthur Roessler que le invitó a exponer los cuadros en su galería? Doblo y meto con cuidado el papel en el sobre, lo devuelvo al cajón, me pongo los zapatos y salgo de casa. Su tren desde Múnich llegará pronto. Veo el gran edificio de la estación a lo lejos y apresuro mis pasos. Unas estatuas femeninas de mármol se alzan sobre el tejado, dominando la amplia calle
Alex Amit (La llama de una mujer: Una novela histórica sobre una mujer que construyó su propio camino (Las heroínas de la Segunda Guerra Mundial) (Spanish Edition))
La verdadera biografía no se escribe sino delante del Señor. Él solo puede corregir, y añadir mucho, a los más preciosos elementos que a nosotros mismos se nos escapan. Delante del Señor…, es decir, como lo describe san Juan de la Cruz: En la noche dichosa en secreto, que nadie me veía, ni yo miraba cosa, sin otra luz y guía sino la que en el corazón ardía. Se ha escrito, no sé dónde, que la biografía más interesante es la que se escribe «sin tinta». También se puede aplicar a la mía.
Pedro Miguel Lamet (ARRUPE. Testigo del siglo XX, profeta del XXI (Jesuitas) (Spanish Edition))
El desierto no significa tanto una vida nueva como la muerte del pasado; finalmente se ha evadido uno de su propia historia. En el mundo, no menos que en las tebaidas, tanto las cartas que uno escribe como las que recibe, prueban que se está encadenado, que no se ha roto ningún lazo, que no se es más que un esclavo y que se merece serlo.
CIORAN E.M.
Juraría que es usted una persona que escribe y habla deprisa, una mujer vivaz para quien los días nunca transcurren con bastante rapidez. Cuando leo sus mensajes, no distingo ninguna pausa. Por el tono y el ritmo, me parecen dinámicos, vertiginosos, enérgicos, ágiles, incluso un poco agitados. Nadie que tenga la tensión baja escribe como usted. Me parece que sus ideas espontáneas fluyen libremente en sus correos. Y se destaca usted por la seguridad con que escribe, por su hábil y muy sutil manejo de las palabras.
Daniel Glattauer (Gut gegen Nordwind (Gut gegen Nordwind, #1))
Si escribes rápido y sin pensar demasiado, verás como no tardas más de quince minutos cada día. Es decir, el primer día, en unos diez minutos, das respuesta a todas las preguntas y haces todas las terminaciones de frases. El segundo día, sin mirar las respuestas del día anterior, vuelves a escribir tantos finales y respuestas como se te ocurran. El día tres, lo mismo. • ¿Qué cosas no van bien en mi vida en general? En mi vida no va bien... • ¿Qué cosas van bien en mi vida? En mi vida va bien... • ¿Qué cosas van bien en mi vida, pero quiero que vayan mejor? En mi vida va bien…, pero quiero que vaya mejor… • ¿Cuáles de mis relaciones más cercanas no van bien? De mis relaciones más cercanas no van bien…
Curro Cañete (El amor comienza en ti: El método más poderoso para aumentar tu autoestima y tu felicidad)
no soy cucaracha, sino rana devota de la nada, devota del poema que se escribe como un látigo contra el hombre como el dolor del pensamiento como el sufrir de la nada.
Leopoldo María Panero
¡Poto! Dicen que no sé escribir. No sé de ortografía. No todas las palabras tienen letras mudas. Pensaba que la ortografía se escribía con h, pero no, estaba completamente equivocada. La letra h es muda y tonta. Se me tupen los acentos y las comas, pero sobre todo confundo el significado de las palabras. Mi mamá me dice que soy tonto. Generalmente confundo el significado de todas las cosas. No sabía que no saber escribir era tan malo. Cuando mi mamá me pilla jugando con las cosas me pega y me dice que es malo, que hay cosas que son pecado. Es pecado jugar con la comida y quedar como una muñequita japonesa con los labios rojos de tanto comerse las guindas. Es pecado darle besos a la Chuminga. Parece que en el mundo de los grandes todo es pecado. Es pecado no querer jugar con mi hermanos y encaramarme a los árboles con mis amigas; ser tan divertidas como la ésta, que se subió a lo más alto de la higuera y con la cara sucia dijo: “no-venir-ningún-yanqui”. Como si pudiéramos entrar y salir de las películas, meternos en la tele y ocupar el lugar de los actores sin correr el riesgo de chocar de frente con algún viejo enojón que me tire el pelo, o a pelarme las rodillas al pasar por los bordes de la tele, o de que me dé la corriente y morirnos de la risa porque ahí nadie nos puede hablar de pecado. Jugar a ponerse seria para decir cosas divertidas es lo más chistoso que hay. Pero es pecado entender las cosas mal. Al revés. Jugar a estar en otro lugar y no quedarse pegada a la tierra, eso es pecado. No jugar a la pelota con mis hermanos para ir a comer moras, es más pecado todavía. Todavía, dicen que se escribe con v corta porque hay letras mudas, largas y cortas. Es más pecado que llenarse la guata de tanto comer y jugar a refregar las moras por la cara, hasta quedar cholitas y reírnos hasta hacernos pipí. Hacerse pipí y tirarse peos es pecado. Pero cuando como repollo no me puedo aguantar los peos. Aprender a leer y a escribir sirve para saber del pecado… -Claudia Rodríguez
Juan Pablo Sutherland
La historia de un hombre que oculta a todos la muerte de la persona más cercana a él. ¿Se avergüenza acaso de esa muerte? ¿Y cómo logra ocultársela a todos? ¿Recupera la vida de esa persona en los que nada saben de su muerte? Y ella, ¿dónde está? ¿Está con él? ¿En qué forma? Él la cuida, la viste, le da de comer. Pero ella jamás puede abandonar la vivienda y él nunca viaja, nunca se aleja de ella por más de pocas horas. Él no recibe visitas. Dice que ella no quiere ver a nadie. Y añade que se ha vuelto extraña y no soporta a nadie. Pero a veces, en el teléfono, habla como ella y también escribe todas sus cartas. Y así él vive por ambos. Se convierte en ambos. Se lo cuenta todo, le lee en voz alta. Al igual que antes, comenta con ella lo que debe hacer y a veces se enfada por su testarudez. Pero al final siempre logra arrancarle una respuesta. Ella está muy triste porque no ve a nadie, y él tiene que consolarla y alegrarla. Y él, con un secreto semejante, se convierte en el hombre más extraño del mundo, que debe comprenderlos a todos para que ellos no lo comprendan.
Elias Canetti (Il libro contro la morte)
Más cosas: hubo épocas en que llegué a saber bastante de la revolución mexicana, del conde-duque de Olivares, de la Primera Guerra Mundial, del formalismo ruso, de la caída y decadencia del Imperio Romano, del zen, del erasmismo, del darwinismo, de las brujas en la Edad Media, de los transportes de personas y mercancías en los siglos XVIII y XIX en España, de la navegación a vela... y de muchas más cosas, algunas ya olvidadas del todo. Salvo algunas generalidades, apenas ha sobrevivido nada de lo que llegué a saber, pero entiendo que el empeño no fue en vano, y que, misteriosamente, todo lo que ahora sé, el grueso de mis experiencias, se lo debo al poso que ha ido dejando en mi memoria, en mi espíritu y en mi carácter todo ese cúmulo de pálidas lecturas, de idilios intelectuales casi desvanecidos. En mis lecturas además no ha habido un plan ni un orden sino el apasionado y gustoso amontonamiento de lo que iba encontrando al paso, como el chamarilero al que no hay cachivache que no le sirva para su negocio, porque nunca he leído para ser un gran profesor, o para construir un edificio de conocimiento, y si algo perseguía en mis lecturas, además del placer y la curiosidad, era ensanchar mi imaginación y mi horizonte de escritor. No soy especialista en nada, y más que un profesor que escribe, he sido un escritor que en sus horas libres se ganaba la vida dando clases, por aquello de la maldición bíblica del pan y del sudor.
Luis Landero (El huerto de Emerson)
. Con sus parodias hinca el diente en algo propiamente argentino que nos interpela y que pocas narrativas han logrado: “Captar el núcleo delirante del poder”18, o cómo señala Ricardo Bartís: “Ese discurso de construir una ilusión y proyectar una fantasía e instalarla como realidad, es el discurso de la política porque necesita convencer, es lo que Arlt pesca de la época”19. Arlt escribe literatura de la misma forma delirante en la que se estructura el poder.
Diego Cano (Roberto Arlt. El monstruo (Spanish Edition))
Me gustaría saber lo que es una acción. Por el momento sólo sé: ¿es tan sólo otra forma de matar? Allí se ponen en fila para morir, y cada cual aporta su certificado para demostrar que puede. Un traficante de armas que va y viene con un séquito de esclavos, con los cuales demuestra los efectos de sus armas. Su fortuna le permite reunir la colección de arte más grande del mundo, que regala a la humanidad. Muere como filántropo. Para que nada se pierda, sólo escribe cartas que no envía: su legado completo.
Elias Canetti (Il libro contro la morte)
Distribuye las gracias del difunto Ha muerto alguien cercano a él, y él escribe a todos sobre esa muerte. ¿Qué escribe? Ensalza al difunto, lo describe, lo eleva y lo define –contra su propia convicción– como un santo. Insiste en que el fallecido le era próximo, muy próximo, al final resulta que era la persona más próxima a él. Tan bien se llevaba con un santo. Luego intenta relacionar a cada destinatario de sus cartas con el santo. «Le hablé de ti, charlamos sobre ti, él lo sabía todo sobre ti.» A veces llega a producirse incluso un último mensaje del difunto al interesado. «Me pidió que te dijera esto y aquello. Me lo encargó.» Estos encargos son puro invento. Una fuerza irresistible lo impulsa a inventarlos. Podrían ser ciertos, pero no lo son. A lo mejor deberían haber sido ciertos. Pero como se trata de la santidad del difunto, cuya muerte llora profundamente, resulta asombroso que se atreva a inventar mensajes. Le queda la satisfacción, no siente ninguna culpa, son mensajes positivos y honrosos. Su intención reside sin duda en hacer recordar de manera más intensa al difunto, en despertar la curiosidad por él. Forzar que se lo rememore bien, he ahí sin duda el principal impulso; está tan colmado por el muerto que se convierte en él, actúa como él, como si él siguiera con vida. Quizá no habría nada que objetar a ello. Pero no acaba aquí. Se arroga la representación del difunto, lo administra y se procura así un prestigio sobrenatural, él decide por sí solo los mensajes del muerto. Considera que le está haciendo un bien al fallecido, aunque en realidad sólo aumenta su propio prestigio. Actúa igual que los sacerdotes cuando reparten la bendición de Cristo. Se provee de un cuerpo espiritual y lo saca a pasear entre los vivos, los cuales tiemblan ante su propia muerte.
Elias Canetti (Il libro contro la morte)
Voy detrás de las sensaciones fijadas después de esa renuncia. Escribo así, nadando en una fuente llena de sensaciones, de imágenes que dictan su propio retrato. Allí, en esa fuente estoy yo. Escribo recuerdos, como el de mi papá enseñándome a leer y escribir con una mecánica perfecta. Todo recuerdo espera ser escrito. Una vive su vida con ánimo de escribir. Pero, en ese sentido, la escritura va muy por detrás de la memoria, es imposible alcanzar la velocidad de la memoria y mucho más alcanzar la velocidad de la memoria y mucho más alcanzarla mientras se escribe. Los pensamientos son veloces, demasiado veloces para este oficio que sigue teniendo el tiempo de una letra detrás de otra, una palabra dando la mano a otra, el ritmo de una mujer cansada. Una se sienta a escribir y entra en ese tiempo lento que nunca alcanza el paradero de la memoria. La memoria sustenta a la escritura. Escribir es escribir recuerdos. Para escribir, voy detrás de esos recuerdos, incluso de sueños y expectativas que no son otra cosa más que recuerdos.
Camila Sosa Villada (El viaje inútil)
Lo que me da pavor es la escritura, ese bicho inhumano. Sucede que a veces uno escribe algo, y ese algo se lo lleva todo; escribe, digamos, un texto que se comporta como un agujero negro que absorbe los recursos, las formas, y uno queda hueco como un edificio interrumpido.
Leila Guerriero (Teoría de la gravedad)
Lo amo todo de ti. Te amo porque me dices la verdad. Amo el modo en que puedo reconocer tus pisadas en el pasillo fuera de mi cuarto aun cuando sé que no vas a entrar. Nadie camina o respira como tú. Amo el modo en que ahogas un gritito por la noche justo antes de caer dormida, como si tus sueños te hubieran sorprendido. Amo que cuando estamos juntos en la playa nuestras sombras se unan en una única persona. Amo el modo en que escribes en mi piel con los dedos y yo puedo entenderte mejor que a cualquier otro gritándome al oído. No he querido amarte así. Es la peor idea del mundo, amarte así. Pero te amo y no puedo evitarlo. Créeme si te digo que lo he intentado.
Cassandra Clare (Lady Midnight (The Dark Artifices, #1))
«Tomas un rasgo de esta persona, otro de aquélla, coges algo prestado de un amigo de toda la vida, o de alguien a quien apenas has visto en el andén de una estación esperando el tren. A veces, incluso aprovechas una frase o una idea de la crónica de sucesos del periódico. Así es como se escribe una novela. No hay otra forma.»
Pierre Lemaitre (Tres días y una vida)
A partir de 1789, resulta claro que la posición relativa del gobernante y su gobernado ya no será nunca la misma, ni siquiera en el caso de monarquías reincidentes; tampoco puede ser la misma, como es apenase vidente, la palabra que intente nombrar esa relación.La posición del hombre corriente en el mundo es otra: si Cervantes escribe en un mundo donde Dios ya no está donde estaba antes —si escribe precisamente porque Dios ya no está donde estaba antes—, si aquella novela fundadora se impregna de la incertidumbre profunda y el espíritu de duda que invaden nuestra visión de un mundo sin certezas divinas, una convulsión similar ocurre a partir de la Revolución francesa.
Juan Gabriel Vásquez (Viajes con un mapa en blanco)
Sobrevive hoy el procedimiento en los discursos de los candidatos a la Presidencia de los Estados Unidos que, pese a que jamás han oído hablar de César, de Jenofonte ni de Tucídides (si es que han leído algún libro), hablan también a veces de sí mismos como de otros. El procedimiento va en contra de la esencia misma del lenguaje, que lo primero que hace es distinguir entre quien habla, a quien se habla y de quien se habla. Y henos aquí ante la gran paradoja de las personas narrativas, el hecho de que la primera se pueda expresar con la tercera y viceversa. Cuando César escribe que «César cruzó el Rubicón» lo que ha tenido que decir es «Yo crucé el Rubicón». Y cuando Apuleyo dice que «Fui convertido en un asno» lo que ha tenido que decir es que «Lucius fue convertido en un asno».
Fernando Vallejo (Peroratas (Spanish Edition))
Las palabras pueden ser como los rayos X si se emplean adecuadamente: pasan a través de todo. Las lees y te traspasan. Ésta es una de las cosas que intento enseñar a mis alumnos: a escribir de manera penetrante. Pero ¿de qué sirve que te penetre un articulo sobre un canto de comunidad o la última mejora en los órganos de perfume? Además, ¿es posible hacer que las palabras sean penetrantes como los rayos X, más potentes cuando se escribe acerca de cosas como éstas?
Aldous Huxley (Brave New World)
pla dice que hay que escribir como se escribe una carta a la familia , pero con más de cuidado.
Iñaki Uriarte (Diarios 1999-2003)
Desconfía de lo que te digo. Desconfía con la mirada del investigador, no con la del incrédulo. Pero desconfía de lo que digo. Desconfía con la mentalidad de un buscador, no con la de un escéptico. Pero desconfía de lo que digo. Desconfía con el corazón abierto y el deseo de aprender, no con la soberbia del que cree que todo lo sabe. Pero desconfía de lo que digo. Desconfía de mí, pero no de ti. Recuerdo un cuento zen: Un alumno fue a ver a su maestro y le dijo: –Maestro, quiero que me enseñes las cosas más importantes. El maestro le respondió: –Para conocer las cosas más importantes tienes que conocer primero las cosas cotidianas. Aquéllas con las que te cruzas todos los días. Tú cruzas este río cuatro o más veces cada día, para entrar y salir del pueblo. Si te preguntaras qué es un río, ¿sabrías qué contestarte? El alumno no entendía muy bien hacia dónde apuntaba su pregunta, pero de todas formas le dijo a su maestro todas las cosas que sabía sobre los ríos. Cuando finalizó su explicación, el maestro le lanzó una nueva pregunta: –¿Sólo eso? El alumno, después de reflexionar durante unos segundos, le dijo otra veintena de cosas sobre los ríos. –¿Sólo eso? —repitió el maestro. Y preguntando, preguntando… el maestro consiguió que el alumno le dijera muchas más cosas. Finalmente el maestro le dijo: –Mira, allá arriba, en la montaña, nace este río… y termina allá abajo, en el mar. Ahora ve y recórrelo. Cuando al hacerte a ti mismo la pregunta, no necesites poner la respuesta en palabras, sabrás lo que es un río. Supongo que por eso te invito a desconfiar, yo ni siquiera he recorrido en su totalidad este río que es el camino espiritual. He leído mucho, he explorado bastante, he experimentado todas las cosas que propongo. Con lo aprendido he hecho lo mejor que podía hacer: contarte por lo menos las cosas que sé de este camino para así invitarte a recorrerlo. Pero es obvio que no será suficiente. Si quieres encontrar tus respuestas, deberás recorrerlo tú mismo. Me pregunto cómo terminar lo que desde el principio pretende ser tan sólo un punto de partida. Me parece que debo, otra vez, recurrir al Talmud, sesenta tomos de texto en los que se registra toda la sabiduría del pueblo judío y las palabras más elaboradas de sus guías más reconocidos. Cada una de las páginas del Talmud está nominada, lleva una letra que la identifica, ya que en hebreo los números se remplazaban por letras (alef es 1, bet es 2 y así… ). Pues bien, la primera página del Talmud lleva, según la tradición, la letra bet (la del número 2). La primera página es pues… la segunda. No es un error, es un símbolo. En el último capítulo del último tomo, uno de los rabinos escribe al lector: Y no te ufanes de haber leído hasta aquí, ni de haberlo comprendido todo, porque te sigue faltando entender la página uno del primer tomo. El conocimiento de lo espiritual, al igual que la vida, está en constante cambio. Posiblemente, como en la parábola talmúdica, cuando lleguemos al final nos daremos cuenta de que aún nos falta terminar de comprender el principio. Para seguir avanzando en el camino espiritual, hay que ser capaz de aceptar con humildad esta paradoja.
Anonymous
Yo no digo que debe inducirse a los chicos a que acosen a sus padres para que compren los productos anunciados en la televisión, pero, al mismo tiempo, es imposible negar que es eso lo que se hace todos los días." Así escribe el astro de uno de los muchos programas de televisión dedicados al público juvenil. "Los niños son discos vivos y parlantes –agrega– de lo que les decimos a diario." Y, a su debido tiempo, estos discos vivos y parlantes de los anuncios de la televisión se harán mayores, ganarán dinero y comprarán los productos de la industria. El señor Clyde Miller escribe con éxtasis: "Piense en lo que puede significar en beneficios para su empresa la posibilidad de acondicionar a un millón o diez millones de niños, quienes se convertirán en personas mayores adiestradas para la compra de lo que usted quiere que compren, como soldados que se ponen en movimiento en cuanto oyen la voz de mando: '¡De frente, march!"'. ¡Sí, piénselo! Y, al mismo tiempo, recuerde que los dictadores y aspirantes a dictadores han estado pensando eso mismo durante años, y que millones, decenas de millones y cientos de millones de niños están haciéndose personas mayores para comprar la mercadería ideológica del déspota local y para responder con una conducta apropiada, como adiestrados soldados, a las voces de mando que han sido inculcadas en las mentes infantiles por los propagandistas de ese mismo déspota.
Aldous Huxley (Brave New World Revisited)
La pobreza de Cristo En 2 Corintios 8 y 9, Pablo pide a una iglesia que haga una ofrenda para los pobres. Aunque es un apóstol con autoridad, escribe: “No hablo como quien manda” (2 Co. 8:8). Lo que quiere decir es: “No pretendo ordenaros nada. No quiero que esta ofrenda sea solamente la respuesta a una petición”. No presiona directamente la voluntad diciendo: “Soy apóstol; haced lo que os digo”. Más bien, desea ver “la sinceridad del amor vuestro” y entonces añade las famosas palabras: Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos. (2 Corintios 8:9) Jesús, el Dios-hombre, tenía unas riquezas infinitas, pero, si se hubiera apegado a ellas, nosotros habríamos muerto en nuestra pobreza espiritual. Esta era la alternativa: si él seguía siendo rico, nosotros moriríamos pobres. Si él moría pobre, nosotros nos enriqueceríamos; nuestros pecados serían perdonados y seríamos admitidos en la familia de Dios. Pablo no se limitaba a dar a esta iglesia un mero precepto ético, exhortándoles a que dejasen de amar el dinero y fueran más generosos. Más bien, resumió el evangelio. Esto es lo que decía Pablo. Jesús renunció a su tesoro celestial para hacer de vosotros su tesoro, pues vosotros sois un pueblo “adquirido por Dios” (1 P. 2:9-10). Cuando usted le vea morir para convertirle en su especial tesoro, él pasará a ser suyo. El dinero dejará de ser el fundamento de su existencia y de su seguridad, y querrá bendecir a otros con lo que usted tenga.
Timothy J. Keller (Dioses que fallan)
El manifiesto es éste: dibuja el arte que quieres ver, empieza el negocio que quieres administrar, toca la música que quieres oír, escribe los libros que quieres leer, crea los productos que quieres usar. Haz el trabajo que quieres que se haga.
Austin Kleon (Roba como un artista: Las 10 cosas que nadie te ha dicho acerca de ser creativo (Spanish Edition))
Se escribe como se mata: sube desde el vientre y después de golpe brota, aquí, en la garganta. Como un grito de desesperación.
Anne-Sophie Brasme (Breathe)
Estados Unidos, 2013. Se lanza la película El lobo de Wall Street, con Leonardo DiCaprio como actor principal. Se basa en la autobiografía de un excorredor de bolsa Jordan Belfort, escrita después de salir de prisión. La película fue un éxito: con una inversión inicial cerca de los cien millones de dólares, recaudó más de cuatrocientos millones.24 Lo que todavía no se sabía durante el lanzamiento de la película es que al menos una parte de su financiamiento provino, probablemente, de transacciones fraudulentas de empresas de Wall Street y del distrito Manhattan: Goldman Sachs y quizás también JPMorgan Chase y Deutsche Bank.25 Entre 2009 y 2015, más de cuatro mil quinientos millones de dólares en fondos pertenecientes al Fondo de Desarrollo de Malasia fueron aparentemente malversados, escribe el Departamento de Justicia de Estados Unidos.26 Los dineros del fondo terminaron en manos privadas en vez de impulsar el desarrollo económico a largo plazo de Malasia. Según el citado Departamento de Justicia, el entonces director de Goldman Sachs, Tim Leissner, conspiró con autoridades de Malasia para lavar el dinero en Estados Unidos comprando «bienes raíces... de lujo en la ciudad de Nueva York y en otros lugares, y obras de arte y financiando importantes películas de Hollywood», incluida El Lobo de Wall Street.27 Además, a los auditores KPMG y Deloitte al menos se les investiga por negligencia grave.28 En suma, es como si el Chapo Guzmán hubiera legalizado parte de su dinero proveniente del narcotráfico a través de una película taquillera sobre el narcotráfico. El rol de Goldman Sachs durante el caso destaca en todo sentido. En 2010, el banco de inversión fue descrito por el periodista Matt Taibbi como «gran calamar vampiro envuelto alrededor del rostro de la humanidad, atascando incansablemente su embudo de sangre en cualquier cosa que huela a dinero».29 El caso de Malasia permite ver cuánta razón hay detrás de esa caricatura verbal: para poder abrir la puerta y entrar a trabajar para el Fondo Soberano de Malasia, Goldman Sachs pagó primero sobornos de mil seiscientos millones de dólares.30 Una vez en el negocio, las primeras comisiones recibidas por coordinar la suscripción de seis mil quinientos millones de dólares en bonos para el Fondo Soberano fueron de seiscientos millones de dólares.31 Los cuatro mil quinientos millones de dólares desaparecidos del Fondo Soberano fueron movidos con ayuda de Goldman Sachs, lo que incluyó el uso de vehículos corporativos registrados en territorios offshore. En 2020, Goldman Sachs Group acordó pagar dos mil novecientos millones de dólares a las autoridades de Estados Unidos y tres mil novecientos millones al Gobierno de Malasia por su rol en el escándalo.32 Quien piense que por un par de mil millones de dólares desviados y un escándalo de dimensiones internacionales una empresa debería salir del mercado, está equivocado. De hecho, las cosas podrían haber sido peores para el gigante financiero. Sus acuerdos extrajudiciales han reemplazado probables condenas que hubieran conllevado las pérdidas de clientes institucionales. Así se entiende que los costosos acuerdos extrajudiciales de Goldman Sachs hicieran subir el valor de sus acciones. Es «demasiado calamar para fallar», había sentenciado Te Economist
Jeannette Von Wolfersdorff (Capitalismo (Spanish Edition))
Todo discurso sobre el más allá se escribe desde el más acá. Cualquier cosa que digamos de la muerte como momento post-vida está dicho desde la vida, con lo cual no podemos nunca probar la singularidad del más allá, ya que se encuentra siempre contaminado por las categorías del más acá
Darío Sztajnszrajber (¿Para qué sirve la filosofía?)
Como escribe Yourcenar sobre Adriano, hay un momento en que el hombre se encuentra solo, porque los dioses paganos ya no están y el dios cristiano aún no ha venido. Es en ese momento cuando gobierna Adriano y cuando Luciano escribe su obra, lo que explica que no diga nada sobre los ángeles…
Emilio del Río Sanz (Locos por los clásicos: Todo lo que debes saber sobre los grandes autores de Grecia y Roma)
Suele decirse que en la desgracia se conoce a los amigos, y es verdad, pero más se les conoce en el éxito, como defiende el filósofo Ricardo Moreno, y no en el éxito económico, sino en el que no se puede compartir. Ya lo escribió Oscar Wilde: «Cualquiera puede simpatizar con los sufrimientos de un amigo, pero se requiere una naturaleza muy superior para simpatizar con el éxito de un amigo». En la obra escribe Cicerón una máxima para la vida: sine amicita nulla vita est, «sin amistad, la vida no vale nada».
Emilio del Río Sanz (Locos por los clásicos: Todo lo que debes saber sobre los grandes autores de Grecia y Roma)
Se escribe tal como se lee.
Anonymous
se habla y se escribe en la década de los 90, tanto en Europa como en el continente americano. Tenemos plena confianza en que, en con secuencia, la presente obra podrá satisfacer las necesidades tanto del traductor como del docente, la persona de negocios y el estudiante de
Oxford University Press (Oxford English - Spanish Dictionary)
Cada vez que los cristianos empezando por los Apóstoles, discuten con franqueza y diálogo, y no fomentando traiciones ni camarillas internas, siempre comprenden qué es lo que hay que hacer, gracias a la inspiración del Espíritu Santo. El primer Concilio de Jerusalén, estableció, tras no pocas fricciones, las pocas y sencillas reglas que los nuevos conversos al Evangelio debían observar. El problema es que antes se había encendido una lucha intestina entre los llamados cerrados —un grupo de cristianos muy apegados a la ley, que querían imponer las condiciones del judaísmo a los nuevos cristianos—, y Pablo de Tarso, apóstol de los paganos, totalmente contrario a esa constricción. ¿Cómo resuelven el problema? Se reúnen, y cada uno da su opinión. Discuten, pero como hermanos y no como enemigos. No forman grupitos para vencer, no van a los poderes civiles para imponerse, no matan para ganar. Buscan el camino de la oración y del diálogo. Y así, los que estaban en posiciones opuestas, dialogan y se ponen de acuerdo. ¡Eso es obra del Espíritu Santo! La decisión final se toma en concordia. Y, sobre esa base, se escribe la carta que, al final del Concilio, se enviará a los hermanos que provengan de los paganos, en la que lo que se comunica es fruto de un acuerdo entre diversas maniobras y estratagemas que sembraban cizaña. Una Iglesia donde nunca haya problemas de ese tipo me lleva a pensar que el Espíritu quizá no esté tan presente. Y en una Iglesia donde siempre se discute y hay grupúsculos donde se traicionan los hermanos unos a otros, ¡ahí no está el Espíritu!
Marcelo Larraquy (Código Francisco (Spanish Edition))
Y si alguno quisiere en pocas palabras saber el intento de nuestro autor en este libro, sepa que, así como Tulio[10] y Quintiliano[11] quisieron en ciertos libros suyos formar un perfecto orador; así él pretende formar aquí un perfecto religioso, y tal, que, viviendo en la carne, viva como si estuviese fuera de ella, según escribe San Gerónimo a Eustaquio.[12] Este es el fin de toda esta escritura, como al principio y fin de ella se declara, y a eso se ordena todo lo demás.
Juan Clímaco (La escala espiritual: En que se describen treinta escalones por donde pueden subir las almas devotas a la cumbre de la perfección espiritual (Spanish Edition))
Todos los estoicos pues, y no solamente Marco Aurelio, se habrían podido suscribir a las dos formulaciones kantianas del imperativo categórico: «Actúa únicamente según la máxima que hace que puedas querer, al mismo tiempo, que se convierta en ley universal.» «Actúa como si la máxima de tu acción tuviese que erigirse, por medio de tu voluntad, en ley universal de la Naturaleza,»6 No hay que decir: Marco Aurelio escribe corno si hubiera leído la Crítica de la razón practica sino más bien: Kant emplea estas fórmulas porque, entre otros, ha leído a los estoicos.
Pierre Hadot (The Inner Citadel: The Meditations of Marcus Aurelius)
Uno de los grandes peligros que existen en las relaciones importantes es el de caer en la lógica de la negociación. El intercambio pactado y medido es algo que termina generando rigideces en las relaciones. Cuando todo tiene que tener una contrapartida, cuando uno empieza a medir quién aporta más, quién pone más, quién llama más, quién escribe más… es como elegir la dinámica de la compensación frente a la de la gratuidad. La gratuidad es la disposición a poner de tu parte, sin exigir respuesta. La gratuidad es aceptar la asimetría en las relaciones. No construirlas desde la conciencia de que todo lo que se da debe medirse para reclamar un pago a su debido tiempo.
José María Rodríguez Olaizola (Bailar con la soledad)
Asimismo, Meyer intentó nombrar los comportamientos e interacciones específicos que quería aplicar en sus restaurantes. Ya había elaborado una colección de lemas que empleaba de manera informal durante las sesiones formativas (se le daba bien condensar sus ideas en máximas prácticas). Pero ahora empezó a prestar más atención a estos dichos, a interpretarlos como herramientas. He aquí algunos ejemplos: Lee al cliente. Hospitalidad atlética. Escribe el mejor final de capítulo. Activa el modo hogar. Ama los problemas. Busca el sí. Recoge los puntos y conéctalos. Organiza juergas para los clientes. No hay modelo único. Enmofeta. Haz suposiciones benévolas. Planta semillas de genialidad en jardines geniales. Arruínanos con tu generosidad. Sé consciente de tu estela emocional. Para recibir un abrazo, antes debes dar un abrazo. El instinto de la excelencia. ¿Atiendes la puerta o vigilas la puerta? En apariencia, estas fórmulas no eran más que aforismos corporativos baratos.
Daniel Coyle (Cuando las arañas tejen juntas pueden atar a un león: El secreto de los equipos de más éxito del mundo)
La morlaquía presume de su ascendencia española y se resiente como el indio.
Issa Aguilar Jara (Con M de mote se escribe mojigata)
En alguna oportunidad, san Juan Pablo II comentó que las palabras de la Escritura que él prefería eran las contenidas en el Evangelio de san Juan, «La verdad os hará libres» (Jn 8, 31). San Josemaría, al referirse a ellas, escribe: «¿Qué verdad es esta, que inicia y consuma en toda nuestra vida el camino de la libertad? Os la resumiré, con la alegría y con la certeza que provienen de la relación entre Dios y sus criaturas: saber que hemos salido de las manos de Dios, que somos objeto de la predilección de la Trinidad Beatísima, que somos hijos de tan gran Padre. Yo pido a mi Señor que nos decidamos a darnos cuenta de eso, a saborearlo día a día: así obraremos como personas libres. No lo olvidéis: el que no se sabe hijo de Dios, desconoce su verdad más íntima, y carece en su actuación del dominio y del señorío propios de los que aman al Señor por encima de todas las cosas»[7].
Mariano Fazio (El último romántico: San Josemaría en el siglo XXI (Libros sobre el Opus Dei) (Spanish Edition))
Sybille Bedford escribe en alguna parte que cuando eres joven no te sientes parte de la totalidad, de la condición humana básica, cuando eres joven haces un montón de cosas porque lo vives como si se tratara de un ensayo general, un ensayo que se puede repetir cuando el telón se levanta de verdad. Y luego un día te das cuenta de que el telón ha estado siempre levantado. Eso era el espectáculo.
Vigdis Hjorth (Arv og miljø)
Me encanta como escribe Marta Sanz, pero no, no me ha encantado esta historia tipo autobiografía. Más de la mitad del libro transcurre en una infancia sosa sobre la que no me interesa demasiado leer, y cuando arranca la vida adulta el ritmo se acelera y el libro se acaba. Hay tramos que me han gustado mucho, pero en general no he llegado a sentirme dentro de la historia ni he tenido verdaderas ganas de leer. De cualquier modo, el estilo me ha fascinado y estoy segura que volveré a buscar a Sanz... pero tendré más cuidado a la hora de elegir.
Marta Sanz (Lección de anatomía)
Escribo como escribo porque para mí la literatura es un hecho lingüístico cuya mayor complicación es comprender que la palabra no se escribe para ser leída, sino para ser vivida; que no es un fin en sí misma, sino que su valor no excede el de ser el elemento que transporta la historia y la expande. Comprendo que, para algunos, esto pueda parecer un exceso de misticismo literario, y quizá lo sea. A veces dudo de mi condición de escritor y pienso que solo soy un explorador de las fronteras del lenguaje. Sin embargo, cuando cerramos un libro, podremos recordar algunas frases, acaso con mayor o menor nitidez, pero que el tiempo, inexorablemente, se encargará de difuminar. En cambio, lo que permanecerá, nítida e inalterable, es la experiencia emocional. Por algo será.
Néstor Belda
Como lo dice Eduardo Galeano en un reportaje reciente, “la falta de transparencia tiene sus adeptos. Es una paradoja del mundo moderno el que a muchos expertos en comunicación no se les entienda. Hay una proporción tan alta de gente que escribe de manera incomprensible que uno sospecha. ¿Será incomprensible porque es demasiado profundo lo que quiere decir? ¿Será que no puede ser dicho de otro modo y no puedo llegar a esas cumbres? ¿O será que todo ese palabrerío enmascara la nada, el vacío de decir? También en la literatura hay frondosidades en exceso. Una forma del enmascaramiento: ya que no podemos ser profundos, seamos complicados”.
Ivonne Bordelois (El país que nos habla (Spanish Edition))
1. Escribe en un papel cada miedo que tengas, sin razonar nada…solo escribe. 2. Reconoce de donde viene, fue heredado? alguien te anticipo que te ocurriría algo malo?, crees que te hicieron algo? Naciste con ese temor?, etc. 3. Enfrenta cada miedo y piensa “que es lo peor que me puede pasar?” 4. Llenas tu mente de pensamientos-sentimientos positivos: Yo estoy perfectamente protegido, mis Ángeles me acompañan, Dios me ama, yo me amo, por lo tanto a partir de ahora este miedo…(mencionas tu miedo y tomas el papel en que lo escribiste) ya no tiene poder sobre mí, se lo entrego a mi Ángel de la Guarda (si conoces el nombre de tu ángel lo mencionas en ese momento) porque creo en el poder de los Ángeles como mensajeros de Dios y la luz de Dios nunca falla! 5. Olvídate del desenlace solo confía en que tu Ángel se ocupará de él. Suéltate y relájate. Esto es un entrenamiento, educa tus pensamientos para que sean solo positivos llenos de confianza, bondad, gratitud y contemplación.
Sandra Castellanos (Ángeles : Tu dulce Compañía)
[...] Todo lo soporté; pero no pude sufrir la desaprobación del Gobierno, y mucho menos a que me reprendiese en público [...] ¡A mí desairarme! ¡Reprenderme a mí! ¡Ni usted! Me retiré a mi casa, y con la inacción y el silencio respondí. A un sargento que va a buscar forraje se le pone arrestado si en lugar de veinte quintales trae cuarenta. A mí se me escribe, se me consuela, y si algo parece fuera de orden, se me dice privadamente, midiendo las expresiones para no ofender mi delicadeza. Yo no era un empleadillo adocenado de los que obstruyen las antecámaras; yo era el brazo derecho del Gobierno [...] Sucre me reprende como un lacayo. No sé lo que habrá dicho, porque me salí de su palacio sin darle ni pedirle cuenta. Es muy regular que la satisfacción que haya dado a usted haya sido mi acusación. Me ha tratado de caprichoso. Debo perdonárselo, porque no sabe o no quiere distinguir de sentimientos ni de acciones [...] Infante me prestó trescientos pesos; Sucre, quinientos. El
Alfonso Rumazo González (Antonio José de Sucre, Gran Mariscal de Ayacucho (Spanish Edition))
Por fortuna, como en Chile siempre se lee sobre corriendo lo que despacio se escribe, nadie me hizo caso, y yo para evitar nuevas tentaciones, salí diligente del buen Santiago a mi desierto Teno.
Vicente Pérez Rosales (Recuerdos del pasado (Spanish Edition))
<< Los sonidos van y vienen, pero el silencio permanece.>> En cierta ocasión, ta vez cuarenta años atrás, en un hotel mugriento y anónimo al borde del Sahara en la frontera de Mauritania, me depertó el silencio al que se refería el anciano. Pero no fue el silencio, sino la angustia que había adoptado la forma de silencio la que me despertó. No sé cómo explicarlo, yo mismo me transformé, como un animal, en agustia. No sentía miedo de nada, porque me encontraba al límite. Recuerdo el suelo de adobe, el ruido de algo o alguien moviéndose y cómo salí afuera al encuentro del cielo oscuro y la resplandeciente quietud de todas las estrellas. Aquella noche ha quedado escrita en mí con una palabra que ya no soy capaz de leer. A partir de aquel momento opté por una vida que hoy llamo la mía, la existencia del que escribe y describe en el mundo de las apariencias, pero ¿cuántas palabras hay que escribir para ser capaz de leer la única palabra?
Cees Nooteboom (Hotel Nómada)
A pesar de algunos malos reyes y sus validos, la eficacia administrativa se mantuvo al menos en América. Cuando Alexander Humboldt escribe su Ensayo político sobre el Reino de la Nueva España poco antes de la independencia, describe un territorio moderno y próspero: la lengua española se hablaba en más de 1900 leguas de largo, existía un eficaz servicio de correos desde Paraguay hasta la costa noroeste de la América septentrional, y eso que los dominios del rey de España eran todavía entonces más vastos que los de Gran Bretaña o Turquía. El territorio se organizaba en nueve grandes gobiernos que se podían mirar como independientes unos a otros, México era una ciudad bella y mucho más próspera que Washington y además a ninguno de los gobernantes de México se les podía acusar en esa época de corrupción o falta de integridad. ¿Es ésta la imagen de un imperio anquilosado, antiguo e ineficaz?
Alberto Gil Ibáñez (La leyenda negra: Historia del odio a España (Spanish Edition))
Por satisfacer a usted y por satisfacerme a mí mismo, me separé de usted en Bolivia. ¡Qué mal hizo usted en alejarse, y yo en no seguirlo! La obra que yo iba a emprender exigía la presencia de usted, y usted para consumar la suya necesitaba de mí [...] Dos ensayos llevo hechos en América, y nadie ha traslucido el espíritu de mi plan. En Bogotá hice algo y apenas me entendieron; en Chuquisaca hice más y me entendieron menos; al verme recoger niños pobres, unos piensan que mi intención es hacerme llevar al cielo por los huérfanos, y otros que conspiro a desmoralizarlos para que me acompañen al infierno. Solo usted sabe, porque lo ve como yo, que para hacer repúblicas, es menester gente nueva, y que de la que se llama decente lo más que se puede conseguir es que no ofenda. Viéndome comprometido con usted, conmigo mismo y con Bolivia en la obra que usted me confió, procedí. Mis conocimientos se descubrieron en las primeras providencias que tomé; mi actividad hizo aparecer en el corto espacio de cuatro meses el bosquejo de un plan ya ejecutado en sus primeros trazos; y mi prudencia venció las dificultades que oponían, por una parte las gentes con quienes obraba, y por otra las que por sostener sus opiniones o por ejercitar su malignidad, se emplean en desanimar, desaprobar, ridiculizar, etc. Llegó el atrevimiento de un clérigo a términos de insultarme groseramente en su casa. Todo lo soporté; pero no pude sufrir la desaprobación del Gobierno, y mucho menos el que me reprendiesen en público. ¡A mí desairarme! ¡Reprenderme a mí! ¡Ni usted! Y digo todo con esto. Me retiré a mi casa, y con la inacción y el silencio respondí: a un sargento que va a buscar un forraje se le pone arrestado si en lugar de 20 quintales trae 40. A mí se me escribe, se me consulta, y si algo parece fuera de orden, se me dice privadamente, midiendo las expresiones, para no ofender mi delicadeza.[155]
Alfonso Rumazo González (Simón Rodríguez, Maestro de América (Spanish Edition))
—Dar con la palabra justa viene bien en las conversaciones —se burló—. Pero un diccionario lo puede usar cualquiera para trabajar. Piensa, ¿qué es lo que importa de verdad? —Lo que importa es que al lector le guste el libro. —El lector importa, cierto. Escribes para él, estamos de acuerdo, pero intentar gustarle es la mejor forma de que no te lea. —Bueno, pues entonces, no lo sé. ¿Qué es lo esencial? —Lo esencial es la savia que irriga la historia. La que tiene que poseerte y recorrerte como una descarga eléctrica. La que tiene que quemarte las venas para que no tengas más remedio que llegar al final de la novela como si tu vida dependiera de ello. Eso es escribir. es es lo que va a cautivar y sumergir el lector hasta perder sus puntos de referencia y acabar tan metido en la historia como tú".
Guillaume Musso (La vie secrète des écrivains)
Las provincias tenían un gran comercio. Córdoba surtía de bayetas, frazadas finas ordinarias, ponchos, de unas alfombras que decían ‘chuses’ y eran los que tenían en los cuartos para abrigo, porque las alfombras para las salas solo venían por encargo. De Corrientes venían unos lienzos que les decían tucuyos, costaba dos reales la vara y era de lo que se vestía la gente pobre; porque el género blanco más ordinario costaba un peso y seis reales”. Quien escribe es Mariquita Sánchez de Thompson, luego de Mendeville, quien a pedido de Santiago de Estrada hará esta enumeración en su Recuerdos del Buenos Aires virreinal: “En las provincias había industrias; en Buenos Aires ninguna. De Mendoza venían alfombras para ir a la iglesia, hechas allí con mucho ingenio. También hilaban las lanas y las teñían de los colores más hermosos y hacían las alfombras de relieve, lo que era muy estimado. Venía de Mendoza mucha cantidad de frutas secadas riquísimas. Las pasas de uvas secas a la sombra eran muy estimadas; tenían todo el gusto y eran verdes a la vista. Traían ricos dulces muy apreciados entonces, sobre todo, por ser de frutas como guindas y ciruelas, que había muy pocas. Traían aceitunas muy ricas, compuestas y secas como las francesas. Muchas almendras y nueces; arropes, que eran unos dulces hechos con higos en lugar de azúcar. Traían vinos de varias clases, preferidos por el pueblo al carlón, que era el vino que se traía para el consumo, desde España. Venían de San Juan tropas de mulas con barriles de vino fuerte, imitando al Madeira, muy claro, pero con mucho aguardiente. De Córdoba venían también muy ricos dulces y cosas de azúcar, hechas de un modo muy original: tazas, zapatos, muñecas, confites, cosas muy estimadas. Venían de Salta ricos pañuelos bordados de Cambray, era cosa muy apreciada y celebrada como regalo”. Que a nadie escape el “en Buenos Aires ninguna”. Allí no se producía, sino que se contrabandeaba y se recaudaba de la Aduana, además de vender lo que casi espontáneamente generaban la agricultura y la ganadería. Esas diferencias entre el puerto que crecía a favor del comercio ultramarino y las provincias que debían adaptarse a novedosas circunstancias que las desfavorecían, pues los intercambios comerciales ya no tendrían como eje el camino entre Lima y Buenos Aires, instituyen un conflicto que atraviesa la historia argentina, irresuelto hasta hoy.
Pacho O'Donnell (Breve historia argentina. De la Conquista a los Kirchner (Spanish Edition))
Y aquí, en esta hora de total vencimiento moral, el Libertador acude por vez primera a un recurso religioso. Le escribe al Papa León XII: “El Presidente de Colombia aguarda para sí y para el pueblo de la República la bendición apostólica del Padre de los creyentes”. Este resurgimiento de la conciencia de cristiano que le infundieron en su hogar cuando niño es la prueba mayor de que se acerca para él el final. "El hombre péndulo vuelve a ser como un niño y torna a ignorar después de haber sabido". Sin embargo, no tiene sino cuarenta y seis años, "y mostraba sesenta".
Alfonso Rumazo González (Simón Bolívar (Spanish Edition))
Llegó Simoncito, tan guapo –escribe Esteban Palacios–. Aunque no tiene instrucción ninguna, tiene disposición para adquirirla; gastó en su viaje no poco; llegó derrotado y ha sido preciso equiparlo nuevamente; le tengo un amor indecible". A lo que responde el tío Carlos: "El Simón ha gastado infinito en su viaje superfluamente, y así es necesario contenerlo, porque no tiene tanto caudal como se imagina él y aun tú mismo que no tienes conocimiento de ello". Y añade, con bajeza: "Creo no habrás olvidado el asunto de la casa en que vivo, para que le tomes a Simón un papel firmado por si se variasen las cosas y también para en el caso que fallezca, para que me redima la dación de cuentas...".
Alfonso Rumazo González (Simón Bolívar (Spanish Edition))
—Quiero adaptarme. Quiero olvidar por qué me he mudado a cuatrocientos kilómetros de los míos y quiero sentir algún día que asentarme aquí tiene algún sentido. Quiero aprender a hacer surf, tirarme en paracaídas y arreglar mi vieja furgoneta. Quiero beber buen vino alguna noche en compañía de una chica guapa con la que se pueda charlar. Y quiero follar de vez en cuando… no sé, como cualquier tío soltero, supongo.
Andrea Longarela (Amor se escribe con H y otras formas de decirte que te quiero)
—Qué más da. Lo que quiero decir es que entiendo que no haya sido nunca la primera para alguien. Cuando lo solté y el silencio fue la respuesta de Hache, me di cuenta de lo que había dicho. Hasta aquel instante no había sido consciente de la idea que había ido interiorizando sobre mí misma como consecuencia de tantas relaciones fallidas y sin sentido. Yo no estaba mal, pero tampoco era nada del otro mundo. ¿Eso era lo que pensaba? ¿Y en qué momento había decidido que estaba bien pensar de ese modo?
Andrea Longarela (Amor se escribe con H y otras formas de decirte que te quiero)
Escribir es como despertarse por la mañana; no tienes ganas de hacerlo, pero es necesario comenzar el día y realizar las tareas necesarias para ese día. Una vez que se establece una rutina es como respirar; viene naturalmente. Cuando se escribe, se trata generalmente de temas que le preocupan, ya sea personal, profesional o espiritual; por lo general, es beneficioso para las comunidades con las que interactúa diariamente
Jacqueline Torres
Se escribe una cosa u otra según sea el papel, la mano, el boli, la pluma o el ordenador o la máquina de escribir. Porque la literatura es materia, como todo. La literatura son palabras grabadas en un papel. Es esfuerzo físico. Es sudor. No es espíritu.
Manuel Vilas (Ordesa)
Por eso, al final el mundo es invadido por Tlön, la realidad se disuelve y se altera. El narrador se refugia nuevamente en la lectura; en otro tipo de lectura esta vez, una lectura controlada, minuciosa, la lectura como traducción. El traductor es aquí el lector perfecto, un copista que escribe lo que lee en otra lengua, que copia, fiel, un texto, y en la minuciosidad de esa lectura olvida lo real.
Ricardo Piglia (El último lector)
si nuestra secuencia de ADN fuera un texto escrito, un poema, una canción, un artículo o una novela, las modificaciones epigenéticas serían los signos de puntuación y acentuación, así como el estilo de letra, las mayúsculas o minúsculas, etc. (parámetros que contienen la información textual de la que no se encarga estrictamente el abecedario), en tanto que la genética sería ese abecedario con que se «escribe» nuestro ADN.
Manel Esteller (No soy mi ADN: El origen de las enfermedades y cómo prevenirlas (DIVULGACIÓN) (Spanish Edition))
Establezca el gobierno una escuela en que se enseñe la lógica, el idioma y el cálculo, por principios; y como los principios están en las cosas, con cosas se enseñará a pensar. Se nombrarán cosas y movimientos que se vean, oigan, huelan, gusten y toquen; se hará conocer lo que es voz y boca; se harán consistir las letras en el movimiento de la mano, no en apretones y cabellos. Se hará entender que se habla para el oído y se escribe para el ojo; que no ha de haber oes con ombligo, ees con cresta, eres con oreja de perro, ni palos que el lector tome por eles o por tees, por efes o por pees como le parezca; que en las cantidades no ha de haber ocho con cuernos, ceros con tripas, ni treses sin pescuezo; y que no llamen todo eso la “inglesa”, porque el Parlamento no ha mandado que destruya el alfabeto que usa toda la Europa y toda América, sin contar las demás partes del mundo.
Alfonso Rumazo González (Simón Rodríguez, Maestro de América (Spanish Edition))