Como Pasa El Tiempo Quotes

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Cuando pasa algo malo, pero malo de verdad, por mucho que llores, lo peor no es llorar, que eso a veces está bien, porque te quedas nuevo, lo peor empieza cuando no puedes llorar más, y entonces te das cuenta de que la tristeza es algo sucio, como un grumo gris, espeso, una pelota de barro dentro de los pulmones, que pesa, y la notas al respirar, todo el tiempo.
Almudena Grandes
No se me importa un pito que las mujeres tengan los senos como magnolias o como pasas de higo; un cutis de durazno o de papel de lija. Le doy una importancia igual a cero, al hecho de que amanezcan con un aliento afrodisíaco o con un aliento insecticida. Soy perfectamente capaz de sorportarles una nariz que sacaría el primer premio en una exposición de zanahorias; ¡pero eso sí! -y en esto soy irreductible- no les perdono, bajo ningún pretexto, que no sepan volar. Si no saben volar ¡pierden el tiempo las que pretendan seducirme!
Oliverio Girondo (Espantapájaros)
Quizá la mayor facultad que posee nuestra mente sea la capacidad de sobrellevar el dolor. El pensamiento clásico nos enseña las cuatro puertas de la mente, por las que cada uno pasa según sus necesidades. La primera puerta es la puerta del sueño. El sueño nos ofrece un refugio del mundo y de todo su dolor. El sueño marca el paso del tiempo y nos proporciona distancia de las cosas que nos han hecho daño. Cuando una persona resulta herida, suele perder el conocimiento. Y cuando alguien recibe una noticia traumática, suele desvanecerse o desmayarse. Así es como la mente se protege del dolor: pasando por la primera puerta. La segunda es la puerta del olvido. Algunas heridas son demasiado profundas para curarse, o para curarse deprisa. Además, muchos recuerdos son dolorosos, y no hay curación posible. El dicho de que <> es falso. El tiempo cura la mayoría de las heridas. El resto están escondidas detrás de esa puerta. La tercera es la puerta de la locura. A veces, la mente recibe un golpe tan brutal que se esconde en la demencia. Puede parecer que eso no sea beneficioso, pero lo es. A veces, la realidad es solo dolor, y para huir de ese dolor, la mente tiene que abandonar la realidad. La última puerta es la de la muerte. El último recurso. Después de morir, nada puede hacernos daño, o eso nos han enseñado.
Patrick Rothfuss (The Name of the Wind (The Kingkiller Chronicle, #1))
El tiempo pasa más aprisa cuanto más vacío está. Las vidas sin significado pasan de largo como trenes que no paran en su estación.
Carlos Ruiz Zafón (The Shadow of the Wind (The Cemetery of Forgotten Books, #1))
La muerte es así, te pilla desprevenido, te zarandea y se va dejándote con una sensación de dolor y vacío tan intensa que, en ese instante, uno ni siquiera es capaz de pensar en las personas que se han marchado. Es un escudo protector, la única forma de seguir avanzando en el día a día como si no acabase de suceder algo que ha hecho temblar el suelo sobre el que caminas. Pero después el tiempo pasa; días, meses, años. Pestañeas y te das cuenta de que ya hace cuatro años que todo cambió.
Alice Kellen (Todo lo que somos juntos (Deja que ocurra, #2))
El pasado siempre se ve mejor cuando uno lo recuerda, de lo que le pareció en su momento. Y el presente jamás se ve tan bueno como parecerá en el futuro. Si uno pasa demasiado tiempo reviviendo viejas alegrías, llega a ser deprimente. Se llega a pensar que jamás volverá a vivir tan bien.
Peter Benchley (Jaws (Penguin Readers))
La vida es como un piano: Las teclas blancas representan la felicidad y las negras la tristeza. Conforme pasa el tiempo, te das cuenta que las teclas negras también hacen música”.
Lorena Franco (Sucedió en la Toscana: Una historia de amor en la Toscana (Spanish Edition))
Existe una cosa muy misteriosa, pero muy cotidiana. Todo el mundo participa de ella, todo el mundo la conoce, pero muy pocos se paran a pensar en ella. Casi todos se limitan a tomarla como viene, sin hacer preguntas. Esta cosa es el tiempo. Hay calendarios y relojes para medirlo, pero eso significa poco, porque todos sabemos que, a veces, una hora puede parecernos una eternidad, y otra, en cambio, pasa en un instante.
Michael Ende (Momo)
El tiempo pasa incluso aunque parezca imposible, incluso a pesar de que cada movimiento de la manecilla del reloj duela como el latido de la sangre al palpitar debajo de un moretón. El tiempo transcurre de forma desigual, con saltos extraños y treguas insoportables, pero pasar, pasa. Incluso para mí.
Stephenie Meyer (New Moon (The Twilight Saga, #2))
Que la vida es inmortal mientras se vive, mientras se está con vida. Que la inmortalidad no es una cuestión de más o menos tiempo, que no es una cuestión de inmortalidad, que es una cuestión de otra cosa que permanece ignorada. Que es tan falso decir que carece de principio y de fin como decir que empieza y termina en la vida del alma desde el momento en que participa del alma y de la prosecución del viento. Mirad las arenas muertas del desierto, el cuerpo muerto de los niños: la inmortalidad no pasa por ahí, se detiene y los esquiva.
Marguerite Duras (The Lover)
Dicen que el tiempo cura, pero el tiempo jamás cura de nada, lo que duele de veras duele más con la edad, como pasa a los tendones.
Emily Dickinson (Morí por la belleza)
...talvez el tiempo no pasa, sino que nosotros pasamos a través del tiempo; tal vez el espacio está lleno de presencias de todas las épocas, como decía mi abuela, y todo lo que ha sucedido y lo que sucederá coexiste en un presente eterno.
Isabel Allende (Los amantes del Guggenheim)
La vida de un hombre se divide básicamente en tres períodos. En el primero, uno ni siguiera piensa que envejecerá, ni que el tiempo pasa ni que, desde el primer día, cuando nacemos, caminamos hacia un único fin. Pasada la primera juventud, empieza el segundo período, en el que uno se da cuenta de la fragilidad de la propia vida y lo que en un principio es una simple inquietud va creciendo en el interior como un mar de dudas e incertidumbres que te acompañan durante el resto de tus días. Por último, al final de la vida se abre el tercer período, el de la aceptación de la realidad y, consecuentemente, la resignación y la espera. A lo largo de mi existencia he conocido a muchas personas que se quedaron ancladas en alguno de esos estadios y nunca lograron superarlos. Es algo terrible.
Carlos Ruiz Zafón (El príncipe de la niebla (Niebla, #1))
Nefer tiene oídos y por eso oye, y la boca le sirve para comer, pero el mundo pasa a su alrededor como el agua en torno a un peñasco, y ella está seria y nada importa. Dentro de un tiempo empezará a crecer su cuerpo, dentro de mucho se deshinchará, no importa, ya no importa, todo nace y después muere, pero nada importa.
Sara Gallardo (Enero)
Es como en un ascensor, tú estás en el ascensor hablando con la gente, y no sientes nada raro, y entre tanto pasa el primer piso, el décimo, el veintiuno, y la ciudad se queda ahí abajo, y tú estás terminando la frase que habías empezado al entrar, y entre las primeras palabras y las ultimas hay cincuenta y dos pisos. Yo me di cuenta cuando empecé a tocar que entraba en un ascensor, pero era un ascensor de tiempo, si te lo puedo decir así. No creas que me olvidaba de la hipoteca o de la religión. Solamente que en esos momentos la hipoteca y la religión eran como el traje que uno no tiene puesto; yo sé que el traje está en el ropero, pero a mí no vas a decirme que en este momento ese traje existe.
Julio Cortázar (El perseguidor)
Incluso Después De todo este tiempo El Sol nunca le dice A la Tierra, “Me lo debes”. Mira Lo que pasa Con un amor como ese, Iumina Todo El cielo.
Hafez
Permanezcamos así eternamente, como la estampa de un hombre en un vitral frente a la de una mujer en otro vitral....Entre nosotros, sombras cuyos pasos suenan fríos, son de la humanidad que pasa....Murmullos de plegarias, secretos de (....) pasaran entre nosotros.....A veces el aire se puebla de (.....) de inciensos. Y nosotros siempre en los mismos vitrales, en los colores que el sol nos dará al tocarnos, en las líneas impuestas por la noche al caer...Los siglos no incidirán en nuestro silencio vítreo....Fuera de nosotros pasaran civilizaciones, estallaran revueltas, se sucederán en torbellino las fiestas, pasaran, mansos, pueblos de sólida rutina...Y nosotros, oh, amor mío irreal, tendremos siempre el mismo gesto inútil, la misma existencia falsa. Hasta que un día, al cabo de varios siglos de imperios, la Iglesia se derrumbe y todo se acabe.... Pero nosotros, que de todo eso nada sabemos, perduraremos sin embargo, no se en que espacio, no se cómo, no se cuánto tiempo, vitrales eternos, horas de ingenuo diseño pintado por un artista cualquiera que duerme hace mucho tiempo bajo una tumba goda donde dos ángeles congelan en sus manos de mármol la idea de la muerte.
Fernando Pessoa (Libro del desasosiego)
Dicen que el tiempo cura, pero el tiempo jamás cura de nada, lo que duele de veras duele más con la edad, como pasa a los tendones. El tiempo es una prueba de inquietud, pero nunca un remedio. Y si es así demuestra que el mal nunca existió
Emily Dickinson (Morí por la belleza)
Solo aquí, qué bien, me parece que estoy encima de todo. No me puede pasar nada. Yo soy el que paso. Vivo. Vivo. Fuera de tantas preocupaciones, fuera del dinero que tenía que ganar, fuera de la mujer con la que me tenía que casar, fuera de la clientela que tenía que conquistar, fuera de los amigos que me tenían que estimar, fuera del placer que tenía que perseguir, fuera del alcohol que tenía que beber. Si estuvieras así. Manténte ahí. Ahí tienes que estar. Tengo que estar aquí, en esta altura, viendo cómo estoy solo, pero así, en lo alto, mejor que antes, más tranquilo, mucho más tranquilo. No caigas. No tengo que caer. Estoy así bien, tranquilo, no me puede pasar nada, porque lo más que me puede para es seguir así, estando donde quiero estar, tranquilo, viendo todo, tranquilo, estoy bien, estoy bien, estoy muy bien así, no tengo nada que desear. Tú no la mataste. Estaba muerta. Yo la maté. ¿Por qué? ¿Por qué? Tú no la mataste. Estaba muerta. Yo no la maté. Ya estaba muerta. Yo no la maté. Ya estaba muerta. Yo no fui. No pensar. No pensar. No pienses. No pienses en nada. Tranquilo, estoy tranquilo. No me pasa nada. Estoy tranquilo así. Me quedo así quieto. Estoy esperando. No tengo que pensar. No me pasa nada. Estoy tranquilo, el tiempo pasa y yo estoy tranquilo porque no pienso en nada. Es cuestión de aprender a no pensar en nada, de fijar la mirada en la pared, de hacer que tú quieras hacer porque tu libertad sigue existiendo también ahora. Eres un ser libre para dibujar cualquier dibujo o bien para hacer una raya cada día que vaya pasando como han hecho otros, y cada siete días una raya más larga, porque eres libre de hacer las rayas todo lo largas que quieras y nadie te lo puede impedir.
Luis Martín-Santos (Tiempo de silencio)
...en los jardines como en los amores, la proporción es más difícil de lograr que en la pintura, la arquitectura, la escultura o cualquier otra forma de arte estático. Porque el jardín y el amor tienen cuatro dimensiones: pasa el tiempo y sus elementos crecen y cambian. O simplemente desaparecen.
R.S.
En tiempos de guerra, la libertad y la verdad son herramientas al servicio de los intereses nacionales y estatales. La prensa debe tomar una difícil decisión: contar lo que pasa o contar lo que el Gobierno desea que suceda. En esa irremdediable pugna, cuestiones como el honor, el bien común, el sentido de la responsabilidad o el interés personal se terminan aniquilando mutuamente. El problema es que, después, cuando sale a la luz lo real, si apostaste por contar verdades a medias, dejas de ser una fuente fiable para tus lectores. Y lo peor que puede perder un periodista es su credibilidad.
María Reig (Papel y tinta)
Hay cosas que uno debe saber de inmediato para no andar por el mundo ni un solo minuto en una creencia tan equivocada que el mundo es otro por ellas. No es admisible pensar que todo sigue como estaba cuando todo está ya alterado o ha dado un vuelco, y es verdad que el periodo durante el que se permaneció en el error se nos hace luego insoportable. Qué tonto fui, pensamos, y en realidad eso no debería dolernos tanto. Vivir en el engaño o ser engañado es fácil, y aún más, es nuestra condición natural: nadie está libre de ello y nadie es tonto por ello, no deberíamos oponernos mucho ni debería amargarnos. Sin embargo nos parece intolerable, cuando por fin sabemos. Lo que nos cuesta, lo malo, es que el tiempo en el que creímos lo que no era queda convertido en algo extraño, flotante o ficticio, en una especie de encantamiento o sueño que debe ser suprimido de nuestro recuerdo; derepente es como si ese periodo no lo hubiéramos vivido del todo, ¿verdad?, como si tuviéramos que volver a contarnos la historia o a releer un libro, y entonces pensamos que nos habríamos comportado de distinta manera o habríamos empleado de otro modo ese tiempo que pasa a pertenecer al limbo. Eso puede desesperarnos. Y además ese tiempo a veces no se queda en el limbo, sino en el infierno.
Javier Marías (Tomorrow in the Battle Think on Me)
Es probable que mi pesadilla no hubiera asustado a nadie más. No había nada que saltara y gritase «¡buuu!». No había zombis ni fantasmas ni psicópatas. En realidad, no había nada, sólo un vacío, un interminable laberinto de árboles cubiertos de musgo, tan calmo, que el silencio se convertía en una presión incómoda sobre mis oídos. Estaba oscuro, como en el crepúsculo de un día nublado, con la luz justa para distinguir que no había nada a la vista. Siempre estoy corriendo a través de la penumbra sin una dirección definida, busca que te busca. Me pongo más y más frenética a medida que pasa el tiempo e intento moverme más deprisa. Parezco torpe a pesar de la velocidad. .. Entonces, llegaba a aquel punto de mi sueño. Sabía con antelación que iba a llegar a él, pero, a pesar de ello, no era capaz de despertarme antes. Era ese momento en el que me daba cuenta de que no había nada que buscar, nada que encontrar, que nunca había habido otra cosa que no fuera ese bosque vacío y lóbrego y que nunca habría ninguna otra cosa para mí... nada de nada. Por lo general, empezaba a gritar en ese momento.
Stephenie Meyer (New Moon (The Twilight Saga, #2))
Pues decía que cuando uno se casa, si lo hace enamorado de veras, al principio no puede tocar el cuerpo de su mujer sin emberrenchinarse y encenderse en deseo carnal, pero que pasa tiempo, se acostumbra, y llega un día en que lo mismo le es tocar con la mano al muslo desnudo de su mujer que al propio muslo suyo; pero también entonces, si tuvieran que cortarle a su mujer el muslo, le dolería como si le cortasen el propio.
Miguel de Unamuno (Niebla)
Quizá la mayor facultad que posee nuestra mente sea la capacidad de sobrellevar el dolor. El pensamiento clásico nos enseña las cuatro puertas de la mente, por las que cada uno pasa según sus necesidades. La primera es la puerta del sueño. El sueño nos ofrece un refugio del mundo y de todo su dolor. El sueño marca el paso del tiempo y nos proporciona distancia de las cosas que nos han hecho daño. Cuando una persona resulta herida, suele perder el conocimiento. Y cuando alguien recibe una noticia traumática, suele desvanecerse o desmayarse. Así es como la mente se protege del dolor: pasando por la primera puerta. La segunda es la puerta del olvido. Algunas heridas son demasiado profundas para curarse, o para curarse deprisa. Además, muchos recuerdos son dolorosos, y no hay curación posible. El dicho de que «el tiempo todo lo cura» es falso. El tiempo cura la mayoría de las heridas. El resto están escondidas detrás de esa puerta. La tercera es la puerta de la locura. A veces, la mente recibe un golpe tan brutal que se esconde en la demencia. Puede parecer que eso no sea beneficioso, pero lo es. A veces, la realidad es solo dolor, y para huir de ese dolor, la mente tiene que abandonar la realidad. La última puerta es la de la muerte. El último recurso. Después de morir, nada puede hacernos daño, o eso nos han enseñado.
Patrick Rothfuss (The Name of the Wind (The Kingkiller Chronicle, #1))
Tengo treinta y tres años y la impresión de que ha pasado mucho tiempo y que cada vez pasa más deprisa. Cada día tengo que llevar a cabo más elecciones acerca de qué es bueno, importante o divertido, y luego tengo que vivir con la pérdida de todas las demás opciones que esas elecciones descartan. Y empiezo a entender cómo, a medida que el tiempo se acelera, mis opciones disminuyen y las descartadas se multiplican exponencialmente hasta que llego a un punto en la enorme complejidad de ramificaciones de la vida en que me veo finalmente encerrado y atrapado en un camino y el tiempo me empuja a toda velocidad por fases de pasividad, atrofia y decadencia hasta que me hundo por tercera vez, sin que la lucha haya servido de nada, ahogado por el tiempo. Es terrorífico. Pero como son mis propias elecciones las que me encierra, me parece inevitable: si quiero ser adulto, tengo que elegir, lamentar los descartes e intentar vivir con ello
David Foster Wallace (A Supposedly Fun Thing I'll Never Do Again: Essays and Arguments)
Arte poética Mirar el río hecho de tiempo y agua y recordar que el tiempo es otro río, saber que nos perdemos como el río y que los rostros pasan como el agua. Sentir que la vigilia es otro sueño que sueña no soñar y que la muerte que teme nuestra carne es esa muerte de cada noche, que se llama sueño. Ver en el día o en el año un símbolo de los días del hombre y de sus años, convertir el ultraje de los años en una música, un rumor y un símbolo, ver en la muerte el sueño, en el ocaso un triste oro, tal es la poesía que es inmortal y pobre. La poesía vuelve como la aurora y el ocaso. A veces en las tardes una cara nos mira desde el fondo de un espejo; el arte debe ser como ese espejo que nos revela nuestra propia cara. Cuentan que Ulises, harto de prodigios, lloró de amor al divisar su Itaca verde y humilde. El arte es esa Itaca de verde eternidad, no de prodigios. También es como el río interminable que pasa y queda y es cristal de un mismo Heráclito inconstante, que es el mismo y es otro, como el río interminable.
Jorge Luis Borges
Imagina que has aceptado la muerte, como algo inevitable.Desde pequeños sabemos que la muerte existe, que todos morimos algún día, pero no lo aceptas, no del todo. Piensas que la muerte es algo que sólo les pasa a los demás, que es algo perdido en un tiempo muy lejano, donde aún no has llegado, y donde nunca llegarás. Cumplir sesenta años te hace pensar en la muerte. En que, tal vez, el momento no esté tan lejos como esperabas. Una muerte rápida y natural, pero muerte a fin de cuentas. Y te da miedo pensar en ello.
Francisco Miguel Espinoza
No te voy a permitir que me digas que lo que pasa no es mi problema, porque sí lo es; ni tampoco que es más de lo que puedo soportar porque tú no tienes ni idea de lo que puedo soportar o no. ¡Sorel desapareció de mi vida! Y siento como si me faltara el aire, como si el sol se hubiese puesto y nunca más se hubiese levantado en el horizonte. No tengo idea de qué día ni qué hora es, porque solo cuento el tiempo desde el instante en que ella dejó de estar conmigo. —¿Estás seguro que no quieres escribir letras de canciones? Creo que tienes talento para lo cursi.
Erika Fiorucci (Una sonata para ti)
Había un grupo de personas, hombres y mujeres, viejos y jóvenes, todos vestidos con los trajes más extraños y sin hablar. En el suelo había un montón de grandes dados, y en los seis lados de cada dado había letras. Una y otra vez, aquellas personas revolvían los dados y luego los contemplaban fijamente largo tiempo. - ¿Qué hacen? -susurró Bastián-. ¿Qué clase de juego es ése? ¿Cómo se llama? - Es el juego de la arbitrariedad -respondió Árgax. Les hizo señas a los jugadores y gritó-: ¡Bravo, muchachos! ¡Adelante! ¡No os detengáis! Luego se volvió a Bastián y le cuchicheó al oído: - Ya no saben narrar. Han perdido el lenguaje. Por eso he inventado ese juego para ellos. Como ves, los entretiene. Y es muy fácil. Si lo piensas, tendrás que admitir que todas las historias del mundo, en el fondo, se componen sólo de veintiséis letras. Las letras son siempre las mismas y sólo cambia su combinación. Con las letras se hacen palabras, con las palabras frases, con las frases capítulos y con los capítulos historias. Mira, ¿qué pone ahí? Bastián leyó: HGIKLOPFMWEZVXQ, ZXCVBNMASDFGHJKLÑ, QWERTYUIOP... -Sí -se rió sofocadamente Árgax-, casi siempre pasa eso. Pero si se juega mucho tiempo, durante años, surgen a veces, por casualidad, palabras. No palabras especialmente ingeniosas, pero por lo menos palabras. «Calambrespinaca», por ejemplo, o «choricepillo», o «pintacuellos». Sin embargo, si se sigue jugando cien años, mil años, cien mil años, con toda probabilidad saldrá una vez, por casualidad, un poema. Y si se juega eternamente tendrán que surgir todos los poemas, todas las historias posibles, y luego todas las historias de historias, incluida ésta en la que precisamente estamos hablando. ¿Es lógico, no? - Es horrible -dijo Bastián.
Michael Ende (The Neverending Story)
No es exactamente asi. Hubo un tiempo en que las palabras eran tan pocas que ni siquiera las teniamos para expresar algo tan simple como Esta boca es mia, o Esa boca es tuya, y mucho menos para preguntar Por que tenemos las bocas juntas. A las personas de ahora ni les pasa por la cabeza el trabajo que costo crear estos vocablos, en primer lugar , y quien sabe si no habra sido, de todo, lo mas dificil, fue necesario comprender que se necesitaban, despues, hubo que legar a un consenso sobre el significado de sus efectos inmediatos, y finalmente, tarea que nunca acabara de completarse, imaginar las consecuencias que podrian advenir, a medio y a largo plazo, de los dichos efectos y de los dichos vocablos. Comparado con esto, y al contrario de lo que de forma tan concluyente el sentido comun afirmo ayer noche, la invencion de la rueda fue mera bambarria, como acabaria siendolo el descubrimiento de la ley de la gravitacion universal simplemente porque se le ocurrio a una manzana caer sobre la cabeza de Newton. La rueda se invento y ahi sigue inventada para siempre jamas, en cuanto las palabras, esas y todas las demas, vinieron al mundo con un destino brumoso, difuso, el de ser organizaciones foneticas y morfologicas de caracter eminentemente provisional, aunque, gracias, quiza, a la aureola heredada de su auroral creacion, se empenian en pasar, no tanto por si mismas, sino por lo que de modo variable van significando y representando, por inmortales, imperecederas o eternas, segun los gustos del clasificador. Esta tendencia congenita a la que no sabrian ni podrian resistirse, se torno, con el transcurrir del tiempo, en gravisimo y tal vez insoluble problema de comunicacion, ya sea la colectiva de todos, ya sea la particular de tu a tu, como se ha podido confundir galgos y podencos, ovillos y madejas, usurpando las palabras el lugar de aquello que antes, mejor o peor, pretendian expresar, lo que acabo resultando, finalmente, te conozco mascarita, esta atronadora algazara de latas vacias, este cortejo carnavalesco de latones con rotulo pero sin nada dentro, o solo, ya desvaneciendose, el perfume evocador de los alimentos para el cuerpo y para el espiritu que algun dia contuvieron y guardaban. A tan lejos de nuestros asuntos nos condujo esta frondosa reflexion sobre los origenes y los destinos de las palabras, que ahora no tenemos otro remedio que volver al principio.
José Saramago
Porque si una lleva una falda o un escote de un tiempo a esta parte lo lleva para sí misma o en nombre del em­­poderamiento, una de dos, y que no me mire nadie porque machete al machote y madre mía qué fuerte e inde­­pen­­diente con mi falda, que era a lo que me reducían antes, a ser dos piernas y poca tela y me quejaba y con razón y ahora como por arte de magia resulta que eso es signo de empoderamiento, pero no puede mirarlo nadie. Nos he­­mos encerrado tanto en nosotros mismos, nos hemos individuado tanto y hemos hecho tantos esfuerzos por acabar con lo de las dinámicas de poder —y, nos guste o no, la belleza siempre ha implicado y siempre implicará poder— que hemos terminado creyendo que no pro­­vocamos ningún efecto, ninguna reacción en el otro y que lo contrario sería inaceptable, aunque las mujeres nos lo hemos creído a medias, como todas las mentiras que nos contamos a nosotras mismas. Por eso rara vez nos ponemos escote y los labios rojos para estar solas en casa, de la misma forma que el pavo real no desplegaría su cola si no hubiera una pava a la vista, porque gilipollas no es y por lo del ahorro energético, y negar que un escote bonito es enseñado de cuando en cuando para ser visto, solo cuando quiere ser visto, cuando quiere ser mirado, además de ridículo niega parte de nuestro poder como mujeres, un poder que no se reduce a lo bello y a lo sexual pero del que lo bello y lo sexual forman parte y no pasa nada y por eso toda mujer ama a un fascista: porque todo el que mira nuestros escotes lo es, a no ser que sea un trapero en un videoclip, entonces es un trapero al uso, entonces se le permite. Y porque mal que bien y según el nuevo canon, nuestros abuelos lo fueron y nuestros padres lo son. No solo porque se les fueran los ojos con las mujeres bonitas que cruzaban los pasos de cebra cuando pensaban, inocentes, que no nos dábamos cuenta.
Ana Iris Simón (Feria)
Habría que prevenir a la gente de esas cosas. Enseñarles que la inmortalidad es mortal, que puede morir, que ha ocurrido, que sigue ocurriendo. Que no se muestra como tal nunca, que es la duplicidad absoluta. Que no existe nunca en los pormenores sino en el principio. Que algunas personas pueden encubrir su presencia, a condición de que ignoren el hecho. Al igual que otras personas pueden detectar la presencia en esas gentes, también pueden ignorar que pueden hacerlo. Que la vida es inmortal mientras se vive, mientras está con vida. Que la inmortalidad no es una cuestión de más o menos tiempo, que no es una cuestión de inmortalidad, que es una cuestión de otra cosa que permanece ignorada. Que es tan falso decir que carece de principio y de fin como decir que empieza y termina en la vida del alma desde el momento en que participa del alma y de la prosecución del viento. Mirad las arenas muertas del desierto, el cuerpo muerto de los niños: la inmortalidad no pasa por ahí, se detiene y los esquiva.
Marguerite Duras
¡Si mi fue tornase a es, sin esperar más será, o viniese el tiempo ya de lo que será después...! GLOSA Al fin, como todo pasa, se pasó el bien que me dio Fortuna, un tiempo no escasa, y nunca me le volvió, ni abundante, ni por tasa. Siglos ha ya que me vees, Fortuna, puesto a tus pies; vuélveme a ser venturoso; que será mi ser dichoso si mi fue tornase a es. No quiero otro gusto o gloria, otra palma o vencimiento, otro triunfo, otra vitoria, sino volver al contento que es pesar en mi memoria. Si tú me vuelves allá, Fortuna, templado está todo el rigor de mi fuego, y más si este bien es luego, sin esperar más será. Cosas imposibles pido, pues volver el tiempo a ser después que una vez ha sido, no hay en la tierra poder que a tanto se haya estendido. Corre el tiempo, vuela y va ligero, y no volverá, y erraría el que pidiese, o que el tiempo ya se fuese, o volviese el tiempo ya. Vivo en perpleja vida, ya esperando, ya temiendo: es muerte muy conocida, y es mucho mejor muriendo buscar al dolor salida. A mí me fuera interés acabar; mas no lo es, pues, con discurso mejor, me da la vida el temor de lo que será después
Miguel de Cervantes Saavedra (Don Quixote de La Mancha II (Don Quijote de la Mancha, #2))
Pondera sin cesar cuántos médicos murieron, después de haber tantas veces fruncido el ceño sobre sus enfermos; cuántos astrólogos que reputaban maravilla el predecir la muerte a otros; cuántos filósofos, después de miles de controversias sobre la muerte y la inmortalidad; cuántos príncipes, después de ocasionar la muerte a tantos hombres; cuántos tiranos que, a título de una pretendida inmortalidad, han abusado con pasmosa altivez de su poder sobre las vidas humanas. ¡Cuántas ciudades han muerto, por así decirlo, enteramente: Hélice, Pompeya, Herculano y otras sin número! Pasa revista, uno tras otro, a cuantos tú mismo has conocido. Éste, después de haber prestado sus postreros servicios a aquél, fue colocado él mismo en el lecho fúnebre por otro, y a éste tocó también su turno. ¡Y todo esto en cuán breve tiempo! En una palabra, considera siempre las cosas humanas como efímeras y ruines: lo que era ayer un poco de humor, será mañana momia o ceniza. Esta infinita brevedad del tiempo, vívela, pues, conformándote con la naturaleza y termina tu vida con agrado; al modo que la aceituna, llegada a sazón, cae bendiciendo a la tierra que la sostuvo y dando gracias al árbol que le dio savia.
Marcus Aurelius (Meditaciones (Meditations - Spanish Edition))
En 2004, el profesor Frank Levy del MIT y el profesor Richard Murnane de Harvard publicaron un exhaustivo trabajo sobre el mercado laboral en el que se listaban aquellas profesiones que con mayor probabilidad experimentarían automatización. Se ponía el ejemplo de los conductores de camiones como un puesto de trabajo que posiblemente no podría automatizarse en un futuro próximo. Es difícil imaginar, escribieron, que los algoritmos puedan conducir camiones con seguridad en una carretera con mucho tráfico. Solo diez años después, Google y Tesla no solo lo imaginan, sino que lo están haciendo.[15] De hecho, a medida que pasa el tiempo, resulta cada vez más fácil sustituir a los humanos con algoritmos informáticos, no solo porque los algoritmos son cada vez más inteligentes, sino también porque los humanos se profesionalizan. Los antiguos cazadores-recolectores dominaban una amplia variedad de habilidades para sobrevivir, razón por la que sería inmensamente difícil diseñar un cazador-recolector robótico. Dicho robot tendría que saber hacer puntas de lanza a partir de pedernales, encontrar setas comestibles en un bosque, seguir la pista de un mamut, coordinar un ataque con una docena de cazadores más y después utilizar hierbas medicinales para curar las posibles heridas.
Yuval Noah Harari (Homo Deus: Breve historia del mañana)
— Anda, hijo —replicó don Quijote—, y no te turbes cuando te vieres ante la luz del sol de hermosura que vas a buscar. ¡Dichoso tú sobre todos los escuderos del mundo! Ten memoria, y no se te pase della cómo te recibe: si muda las colores el tiempo que la estuvieres dando mi embajada; si se desasosiega y turba oyendo mi nombre; si no cabe en la almohada, si acaso la hallas sentada en el estrado rico de su autoridad; y si está en pie, mírala si se pone ahora sobre el uno, ahora sobre el otro pie; si te repite la respuesta que te diere dos o tres veces; si la muda de blanda en áspera, de aceda en amorosa; si levanta la mano al cabello para componerle, aunque no esté desordenado; finalmente, hijo, mira todas sus acciones y movimientos; porque si tú me los relatares como ellos fueron, sacaré yo lo que ella tiene escondido en lo secreto de su corazón acerca de lo que al fecho de mis amores toca; que has de saber, Sancho, si no lo sabes, que entre los amantes, las acciones y movimientos exteriores que muestran, cuando de sus amores se trata, son certísimos correos que traen las nuevas de lo que allá en lo interior del alma pasa. Ve, amigo, y guíete otra mejor ventura que la mía, y vuélvate otro mejor suceso del que yo quedo temiendo y esperando en esta amarga soledad en que me dejas.
Miguel de Cervantes Saavedra (Don Quijote de la Mancha (Spanish Edition))
En mis Estudios galileanos he tratado de definir los patrones estructurales de la vieja y de la nueva visión del mundo, intentando determinar los cambios alumbrados por la revolución del siglo XVII. Me parecía que se podían reducir a dos acciones fundamentales e ínti­mamente relacionadas, que caracterizaba como la destruc­ción del cosmos y la geometrización del espacio; es decir, la sustitución de la concepción del mundo como un todo finito y bien ordenado, en el que la estructura espacial incorporaba una jerarquía de perfección y valor, por la de un universo indefinido o aun infinito que ya no estaba unido por subor­dinación natural, sino que se unificaba tan sólo mediante la identidad de sus leyes y componentes últimos y básicos. La segunda sustitución es la de la concepción aristotélica del espacio (un conjunto diferenciado de lugares intramundanos) por la de la geometría euclídea (una extensión esencial­ mente infinita y homogénea) que, a partir de entonces, pasa a considerarse idéntica al espacio real del mundo. Como es obvio, el cambio espiritual que estoy describiendo no se pro­dujo mediante una mutación repentina. También las revolu­ciones exigen tiempo para realizarse; también las revolucio­nes poseen historia. Así, las esferas celestes que ceñían el mundo, manteniéndolo unido, no desaparecieron de un golpe con una poderosa explosión; la burbuja del mundo creció y se hinchó antes de estallar, confundiéndose con el espacio que la rodeaba.
Alexandre Koyré (From the Closed World to the Infinite Universe)
1.Que sepamos vivir el presente. 2.Que no perdamos el tiempo pensando en el futuro. 3.Que dejemos de creer en la suerte y creamos en nosotros mismos. 4.Que dejemos de hacer montañas de granitos de arena. 5.Que la tristeza nos dé ganas de reír. Que nos riamos mucho. 6.Que cantemos en la ducha, en los bares, en las bodas, en las cenas con los amigos o donde nos apetezca cuando nos venga en gana. 7.Que aprendamos a decirnos «te quiero» sin que nos dé vergüenza. 8.Que nos besemos, nos toquemos y nos achuchemos mucho. 9.Que nos escuchemos tanto como sepamos compartirnos en silencio. 10.Que nos queramos, a los demás y sobre todo a nosotros mismos. 11.Que nos peleemos lo menos posible. Estar enfadado es una gran y estúpida pérdida de tiempo. ¡A la mierda el ego y el orgullo! 12.Que nos dejemos de rollos, de chorradas, de hacer ver lo que no somos, que eso no sirve pa’ ná. 13.Que le perdamos el miedo a la muerte, pero también le perdamos el miedo a vivir. 14.Que decidamos por nosotros mismos. Que nunca dejemos que los demás decidan por nosotros. 15.Que cuando la vida nos cierre una ventana sea cuando más abramos las alas para romper el cristal y salir volando. 16.Que las cosas nos lleven adonde sea, pero que nos vayan bien. 17.Que los cerebros de zafios, hipócritas, memos, mamelucos, corruptos, pesaos, estúpidos, tocapelotas, mentirosos, gilipollas… se reprogramen y entiendan que en la vida no hace falta ser así, que la vida va de otra cosa. 18.Que a las penas, puñaladas y al mal tiempo, buena cara. O mala, que tampoco pasa nada. 19.Que la vida sea siempre un sueño. 20.Y, en fin, que a la vida le demos calidad, porque belleza sobra.
Pau Donés (50 palos: ... y sigo soñando (No Ficción) (Spanish Edition))
El patrón de la apertura a la experiencia ya había sido estudiado. (...) Una característica era la juventud asociada al proceso creativo. Algunas profesiones se construyen exclusivamente sobre los avances creativos de niños prodigio (como por ejemplo, las matemáticas). Otras son menos extremas del mismo patrón: el número de melodías anuales de un compositor, los poemas de un poeta, los descubrimientos nuevos de un científico marcan un declive general pasado cierto pico de relativa juventud. Las grandes mentes creativas no sólo suelen generar cada vez menos descubrimientos a medida que pasa el tiempo, sino que están menos abiertas a aceptar los inventos de otros. (...) Como señaló el físico Max Planck, generaciones enteras de científicos sólidamente establecidos nunca aceptan las teorías nuevas, se mueren antes. (...) La estrechez mental da como resultado a un revolucionario envejecido que rechaza precisamente lo que debería haber sido la extensión lógica de su propia revolución. Tenemos el surgimiento de una pauta consistente: a medida que envejecemos, la mayoría de nosotros (los científicos de más edad fustigando a sus discípulos descarriados, la persona que pasa el día en el coche para ir a trabajar tratando de sintonizar en la radio una emisora que ponga una canción familiar) estamos menos abiertos a las novedades que otros. (...) Como la neurobiología no era gran de ayuda en el tema (no existe una región específica de apertura, y la neurogénesis se produce a lo largo de toda la vida, en mayor o menor cantidad), recurrí a la psicología. La producción creativa y la apertura a los nuevos inventos de otros está distorsionda por un factor: no se puede predecir el declive por la edad de la persona, sino por cuánto tiempo haya trabajado en una determinada disciplina. (...) No se trata de edad cronológica, sino de edad "disciplinaria": los eruditos que cambian de disciplina parecen rejuvenecer su apertura mental ante lo novedoso.
Robert M. Sapolsky (Monkeyluv: And Other Essays on Our Lives as Animals)
La suposición de que todas las razas son, por sus características, iguales, puede ser seguida de una manera parecida a considerar a las naciones llegándose en escala descendente a afirmar idéntica cosa hasta de los mismos hombres. En esta forma, el mismo marxismo internacional no pasa de ser un punto de vista general del mundo – sostenido en verdad por espacio de muy largo tiempo – y llevado adelante por el judío Karl Marx a modo de credo político. De faltarle el apoyo de un proceso de envenenamiento semejante, el extraordinario éxito político de estas doctrinas habría sido imposible. Karl Marx fue sencillamente, y en realidad, el único individuo entre millones que en el lodazal de un mundo corrompido descubrió, con el ojo seguro del profeta, la ponzoña indispensable, extractándola como por arte de magia en una solución concentrada a fin de acelerar la destrucción de la existencia independiente de las naciones libres de esta Tierra. Y todo ello con el propósito de servir a su propia raza. En este sentido puede decirse que la doctrina marxista constituye el epítome intelectual de las teorías del mundo que prevalecen hoy en día. En esta parte del mundo la cultura humana y la civilización están indisolublemente ligadas a la presencia del elemento ario. Si ese elemento desapareciese o fuera vencido, el negro velo de un periodo de barbarie volvería a descender sobre el mundo. Para todo aquel que contemple a este último con ojos de nacionalista, cualquier brecha abierta en la existencia de la civilización humana merced a la destrucción de la raza que la protege, será siempre el más condenable de los crímenes. Quien ose poner la mano en la más noble imagen de Dios, pecará contra el bondadoso Creador de esta maravilla y contribuirá a su propia expulsión del paraíso. Todos sabemos que en un porvenir lejano, la humanidad deberá afrontar problemas cuya solución exigirá que una raza excelsa en grado superlativo, apoyada por las fuerzas de todo el planeta, asuma la dirección del mundo. La organización de una política mundial sólo podrá efectuarse, en todos los tiempos, mediante su enunciación definida y exacta; los prinicipios de un partido en formación son para éste lo que el dogma es para la religión. Por consiguiente, así como la organización del partido marxista traza actualmente el camino hacia el internacionalismo, así debe contar la política nacionalista con un instrumento que nos ofrezca una posibilidad de defenderla por la fuerza. Éste es el objetivo que persigue el Partido Nacional Socialista Obrero Alemán. Advertí, pues, que me estaba reservada la particular misión de extraer las ideas centrales de la masa informe de esta teoría general del mundo, para remodelarlas y darles una forma más o menos dogmática, de modo que por su franqueza y claridad fuera capaz de unir sólidamente a cuantos la aprobasen. En otras palabras: el Partido Nacional Socialista Obrero Alemán se propone adaptar los principios esenciales de una teoría racista del mundo a las posibilidades prácticas que nos ofrecen los tiempos y el material humano actuales, para lograr el triunfo de aquella teoría del mundo, triunfo que tendrá lugar cuando tales métodos hayan tornado posible la rígida organización de grandes masas.
Adolf Hitler (Mi Lucha)
-Me preocupa que esto sea demasiado pronto. ¿Y si te cansas de tenerme alrededor todo el tiempo? ¿Qué pasa si me como tu cereal o dejo mi maquillaje en el baño? ¿O si ronco? -No como cereal, espero que dejes tus cosas de chicas por todo el lugar, así puedo verlas y saber que vas a volver. Y no roncas. Sólo ronroneas suavemente, lo que es tan jodidamente lindo que lo único que quiero es quedarme despierto y escucharte.
Abbi Glines (While It Lasts (Sea Breeze, #3))
Es como ver televisión, ¿entiendes? o una película: inmediatez, lo que ves en pantalla, lo que ocurre dentro del televisor, es lo que importa, no te puedes estar preguntando todo el tiempo ¿por qué, cuándo, cómo? Sólo pasa, una escena tras otra, sin necesidad ni preguntar ni responder nada y ya.
Alejandro Rebolledo (Pim pam pum (Spanish Edition))
Pero pasa que el tipo es un poeta y un cronopio a sus horas, que a cada vuelta de la esquina le salta encima el tigre azul, un nuevo laberinto que reclama ser relato o novela o viaje a Islandia, (ha de ser tan traslúcida la alborada en Islandia, se dice el pobre punto en un café de barrio) Le debe cartas necesarias a Ana Svensson, le debe un cuarto de hora a Eduardo, y un paseo a Cristina, como el otro murió debiéndole a Euculapio un gallo, como Chénier en la guillotina, tanta vida esperándolo, y el tiempo de un triángulo de fierro solamente y ya la nada. Así, el absurdo de que el deseo se adelante sin que puedas seguirlo, pies de plomo, la recurrente pesadilla diurna del que quiere avanzar y lo detiene el pegajoso cazamoscas del deber.
Julio Cortázar (Save Twilight: Selected Poems)
¿Qué piensan los otros? ¿Piensan los otros? A lo mejor no. ¿Cómo se sabrá si el pensamiento no es algo que le pasa solamente a una, y cuando los otros hablan de pensar se están refiriendo a otra cosa? Cada uno a una cosa distinta. Es difícil de concebir eso de vivir sin pensar. Algo así como estar durmiendo siempre. ¡Puf! Sí, puf pero qué lindo sería dormirse un ratito, ahora, si se pudiera intentarlo. Como si alguien en el mundo pudiera intentar una cosa así. "Apoyá la cabeza en la almohada y dormite, tontita", dice mamá cuando una le explica que no ha podido dormir en toda la noche. "Pero mamá", dice una, "cuando yo pongo la cabeza en la almohada se me empiezan a ocurrir cosas". "Y qué cosas se te tienen que ocurrir, Mariana", dice mamá; "¿acaso no estás contenta? ¿tenés miedo de algo?". "No, mamá", dice una; "no tengo miedo; no son cosas malas: lo que pasa es que a mí me gusta pensar". "Hay que pensar de día", dice mamá, "la noche se hizo para dormir". Pero sucede que de día está la escuela, y la gente, y los deberes, y no hay mucho tiempo; además, una se puede haber pasado todo el día pensando y, a la noche, igual se le siguen ocurriendo cosas porque el pensamiento no se termina nunca.
Liliana Heker (Retrato de un genio)
Lo que pasa es que, cuando llevas un tiempo casado, cada vez te cuesta más perderte en el sexo como antes. Es porque te has vuelto demasiado eficiente, has aprendido lo que funciona y lo que no, por lo que los juegos preliminares, el acto y el orgasmo se pueden condensar en un periodo de cinco a siete minutos. El buen sexo requiere de muchas cosas diferentes, pero en la mayoría de los casos, la eficiencia no es una de ellas.
Jonathan Tropper (This is Where I Leave You)
Podemos aplicar este mismo sistema para encontrar una pieza de recambio, un socio, un colaborador o un programa de gestión de un recurso distribuido. ¿Que necesitamos acero de China, caucho de Malasia o cristal de Wichita, Kansas? No hay problema. Cámaras de compensación descentralizadas y en línea que operen como DApp para cada producto permitirán a los compradores negociar precios, calidad y fechas de entrega con unos cuantos clics del ratón. Tendremos un registro detallado de las transacciones anteriores, en el que no sólo veremos la calificación de las distintas empresas, sino también cómo cumplieron con sus compromisos. Podremos seguir todos los envíos en un mapa virtual que mostrará con precisión los lugares por los que pasa. Podremos programar envíos que lleguen justo a tiempo. No se necesitarán almacenes.
Don Tapscott (La revolución blockchain: Descubre cómo esta nueva tecnología transformará la economía global (Deusto) (Spanish Edition))
Dentro de este sub-mundo de las criptomonedas, pululan los Ponzi, que desprestigian gravemente al bitcoin y a todas las monedas digitales. Hay incluso monedas digitales que son Ponzi (estafas piramidales) como ONECOIN. En el caso de ONECOIN, te exigen tu dinero en BITCOIN (por lo tanto, pretenden que les creas que su moneda revolucionará el mundo, pero quieren que les des tus bitcoins, ni ellos creen en su moneda). Otra de las estafas piramidales que se hizo conocida fue “Bitcoin Cash” en Bolivia. La promesa de Bitcoin Cash era “triplicar su dinero en menos de dos meses”. La empresa ofrecía multiplicar en poco tiempo el dinero de las personas mediante supuestas inversiones en Bitcoin, minería en el exterior o compra y venta de divisa. Luego de que depositaron el dinero, la página desapareció y nunca se recuperó. Otro de estos Ponzi que se aprovecha del prestigio de Bitcoin es Airbit Club. Como pasa con estos sistemas, una vez que “inviertes” el dinero allí, nunca más lo vas a recuperar, salvo que consigas convencer a nuevos referidos de “invertir” allí también. Entonces la única forma de recuperar el dinero –o incluso ganar- es hacer que otros “caigan” en la trampa. Airbit Club vende una suerte de “membresía” del club que supuestamente gana con la minería de bitcoins, con el trading de bitcoin y reparte ganancias entre los “socios”, pero, en realidad, el verdadero negocio es piramidal donde la única forma de recuperar el dinero es haciendo entrar a otros a la pirámide. Así como Air Bit Club, ONECOIN, BITCOIN CASH, Gladiacoin, Weifastpay, NewAgeBank y muchas otras, porque usan el prestigio de bitcoin para atraer ambiciosos y quitarles todo su dinero. Hay muchos otros de estos esquemas que prometen ganancias fabulosas pero en los que nunca se recupera el dinero (salvo que se consiga nueva gente para que caigan en la trampa). La
Alejo Ryb (HAZTE RICO CON INVERSIONES DIGITALES EXOTICAS.: Guía práctica y clara sobre inversiones en dominios de internet, bitcoin, ethereum, z-cash y otras. (Spanish Edition))
Cuando volví a verlo, cuando iniciamos esta segunda amistad que espero no terminará ya nunca, dejé de pensar en toda forma de ataque. Quedó resuelto que no le hablaría jamás de Inés ni del pasado y que, en silencio, yo mantendría todo aquello viviente dentro de mí. Nada más que esto hago, casi todas las tardes, frente a Roberto y las caras familiares del café. Mi odio se conservará cálido y nuevo mientras pueda seguir viviendo y escuchando a Roberto; nadie sabe de mi venganza, pero la vivo, gozosa y enfurecida, un día y otro. Hablo con él, sonrío, fumo, tomo café. Todo el tiempo pensando en Bob, en su pureza, su fe, en la audacia de sus pasados sueños. Pensando en el Bob que amaba la música, en el Bob que planeaba ennoblecer la vida de los hombres construyendo una ciudad de enceguecedora belleza para cinco millones de habitantes, a lo largo de la costa del río; el Bob que no podía mentir nunca; el Bob que proclamaba la lucha de los jóvenes contra los viejos, el Bob dueño del futuro y del mundo. Pensando minucioso y plácido en todo eso frente al hombre de dedos sucios de tabaco llamado Roberto, que lleva una vida grotesca, trabajando en cualquier hedionda oficina, casado con una mujer a quien nombra “mi señora”; el hombre que se pasa estos largos domingos hundido en el asiento del café, examinando diarios y jugando a las carreras por teléfono. Nadie amó a mujer alguna con la fuerza con que yo amo su ruindad, su definitiva manera de estar hundido en la sucia vida de los hombres. Nadie se arrobó de amor como yo lo hago ante sus fugaces sobresaltos, los proyectos sin convicción que un destruido y lejano Bob le dicta algunas veces y que sólo sirven para que mida con exactitud hasta donde está emporcado para siempre. No sé si nunca en el pasado he dado la bienvenida a Inés con tanta alegría y amor como diariamente le doy la bienvenida a Bob al tenebroso y maloliente mundo de los adultos. Es todavía un recién llegado y de vez en cuando sufre sus crisis de nostalgia. Lo he visto lloroso y borracho, insultándose y jurando el inminente regreso a los días de Bob. Puedo asegurar que entonces mi corazón desborda de amor y se hace sensible y cariñoso como el de una madre. En el fondo sé que no se irá nunca porque no tiene sitio donde ir; pero me hago delicado y paciente y trato de conformarlo. Como ese puñado de tierra natal, o esas fotografías de calles y monumentos, o las canciones que gustan traer consigo los inmigrantes, voy construyendo para él planes, creencias y mañanas distintos que tienen luz y el sabor del país de juventud de donde él llegó hace un tiempo. Y él acepta; protesta siempre para que yo redoble mis promesas, pero termina por decir que sí, acaba por muequear una sonrisa creyendo que algún día habrá de regresar al mundo de las horas de Bob y queda en paz en medio de sus treinta años, moviéndose sin disgusto ni tropiezo entre los cadáveres pavorosos de las antiguas ambiciones, las formas repulsivas de los sueños que se fueron gastando bajo la presión distraída y constante de tantos miles de pies inevitables.
Juan Carlos Onetti (Cuentos completos)
Intenta sentarte frente al mar, un día de verano, de cielo azul y poco viento, cuando la línea del horizonte se dibuja tan clara como si un niño pequeño lo hubiera trazado con una escuadra, y piensa que la calma puede astillarse en cuestión de minutos: unas nubes en la lejanía y un relámpago que ilumina un trozo de cielo y, al cabo de un rato, el trueno. Y otro rayo y otro trueno, cada vez el tiempo que pasa entre uno y otro es más breve. La tormenta se acerca. Se levanta un aire frío y húmedo, inquietante, que parece cargado de malos presagios y el mar se remueve hasta que las olas son bien visibles donde antes había un espejo. Empiezan a caer gotas gruesas y, ahora ya sí, llueve en bote de punta. De la calma a la tempestad sin avisar. Esto ocurre. Y a sus vidas llegó una tempestad que ninguno de ellos hubiera podido imaginar, la más devastadora.
Sílvia Soler (L'estiu que comença)
Hay un ir y venir de gente que pasa al lado del bulto sin detenerse. El bulto llora. Desde hace siglos que llora y nadie lo oye. Él es el único que oye su llanto. Se ha extraviado en un mundo que es, a un tiempo, familiar, remoto, íntimo e indiferente. No es mundo hostil: es un mundo extraño, aunque familiar y cotidiano, como las guirnaldas de la pared impasible, como las risas del comedor. Instante interminable: oírse llorar enmedio de la sordera universal... No recuerdo más. Sin duda mi madre me calmó: la mujer es la puerta de reconciliación con el mundo. Pero la sensación no se ha borrado ni se borrará. No es una herida, es un hueco. Cuando pienso en mí, lo toco; al palparme, lo palpo. Ajeno siempre y siempre presente, nunca me deja, presencia sin cuerpo, mudo, invisible, perpetuo testigo de mi vida. No me habla pero yo, a veces, oigo lo que su silencio me dice: esa tarde comenzaste a ser tú mismo; al descubrirme, descubriste tu ausencia, tu hueco: te descubriste. Ya lo sabes: eres carencia y búsqueda.
Octavio Paz (El laberinto de la soledad, Postdata, Vuelta a El laberinto de la soledad (Spanish Edition))
El tiempo pasa como un gato que se lame el pelaje. Los lugares de la ciudad van mutando de piel. Lima se transforma sin prisas, sin apuros. Lo que hemos construido es sólido y disfrutamos de caminar juntas. Si nos miran ya no bajamos la cabeza, no nos soltamos las manos. Ya no pretendemos ser invisibles. Redescubro contigo el significado de la dulzura y la lealtad. Compartimos fines de semana con nuestros parientes. Después de casi doce años, al fin una de mis novias puede participar de las cenas y cumpleaños familiares. Pueden subirse ella y nuestro grupo de amigos al carro de papá, quien en su día de furia había jurado «aquí no se suben maricones». La ciudad hace rodar los dados, nos lleva por sus laberintos. Somos las piezas y somos el tablero. Salimos a desnudar nuestros corazones por las arterias de esta ciudad, ligeras pero con precaución. Es sabido que Lima siempre te morderá los talones.
Karen Luy de Aliaga (Compórtense como señoritas)
eso han llegado tan lejos. En un momento dado, sin embargo, todas descarrilaron. No satisfechos con ser iguales, sus partidarios decidieron arrogarse una posición insostenible como «mejores». Algunos afirman que su objetivo consiste sencillamente en ocupar una posición «mejor» durante cierto tiempo para compensar un desequilibrio histórico. Afirmaciones como esta fueron habituales tras los inicios del #MeToo. Como dijo un presentador de la CNN, «puede que estemos ante una sobrecorrección, pero no pasa nada. Venía siendo hora de rectificar».14 Hasta el momento, nadie ha explicado cuánto tiempo tiene que durar esta sobrecorrección ni quién tiene derecho a darla por terminada.
Douglas Murray (La masa enfurecida)
Y uno se pregunta: ¿dónde, pues están tus sueños? Sacude la cabeza y dice: ¡qué de prisa pasa el tiempo! Vuelve a preguntarse: ¿qué has hecho con tus años? ¿dónde has sepultado los mejores días de tu vida?, ¿has vivido o no? ¡Mira, se dice uno, mira cómo todo se congela en el mundo! Pasarán más años y tras ellos llegará la lúgubre soledad, llegará báculo en mano la trémula vejez, y en pos de ella la tristeza y la angustia. Tu mundo fantástico perderá su colorido, se marchitarán y morirán tus sueños y caerán como las hojas secas de los árboles. ¡Ay, Nastenka, será triste quedarse solo, enteramente solo, sin tener siquiera nada que lamentar, nada, absolutamente nada! Porque todo eso que se ha perdido, todo eso no ha sido nada, un cero redondo y huero, no ha sido más que un sueño.
Fyodor Dostoevsky (White Nights)
Y uno se pregunta: ¿dónde, pues están tus sueños? Sacude la cabeza y dice: ¡qué de prisa pasa el tiempo! Vuelve a preguntarse: ¿qué has hecho con tus años?, ¿dónde has sepultado los mejores días de tu vida?, ¿has vivido o no? ¡Mira, se dice uno mira cómo todo se congela en el mundo! Pasarán más años y tras ellos llegará la lúgubre soledad, llegará báculo en mano la trémula vejez, y en pos de ella la tristeza y la angustia. Tu mundo fantástico perderá su colorido, se marchitarán y morirán tus sueños y caerán como las hojas secas de los árboles. ¡Ay, Nastenka será triste quedarse solo, enteramente solo, sin tener siquiera nada que lamentar, nada, absolutamente nada! Porque todo eso que se ha perdido, todo eso no ha sido nada, un cero redondo y huero, no ha sido más que un sueño. -Basta, no me haga llorar más- dijo Nastenka secándose una lágrima que resbalaba por su mejilla-.
Fyodor Dostoevsky (Noches blancas (Ilustrado) (Spanish Edition))
Respiró con pesadez. —No lo entiendo, ¿no te pasa como a mí?, ¿no me tienes en tu cabeza todo el tiempo? «Todo el maldito tiempo».
Melania Virués Morilla (Estrella (Spanish Edition))
¡Bendito sea Dios! ¡Ánimo, alma mía!, el tiempo pasa; la eternidad se acerca. Vivamos tal como hemos de morir. Bendita sea la Inmaculada Concepción de María, Madre de Dios7
Palabra (El Cura de Ars (Arcaduz nº 32) (Spanish Edition))
Pasa el tiempo como pasan los niños en sus bicicletas nuevas: embalados y siempre a punto de caerse. También con esa mezcla de entusiasmo y duda. De algarabía y miedo.
Antonio Agredano (Prórroga)
Si los segundos y los minutos fueran todos iguales, como los vemos trazados en los relojes, no siempre tendríamos tiempo para explicar lo que dentro de ellos ocurre, el meollo que contienen, lo que pasa es que por suerte los episodios de mayor significación transcurren en los segundos amplios y en los minutos largos, por eso es posible debatir con demora por menor de ciertos casos sin infracción escandalosa de lo más sutil de las tres unidades dramáticas, que es, precisamente, el tiempo.
José Saramago (The Year of the Death of Ricardo Reis)
Las emociones son parte de nuestra complejidad como seres humanos. Dios es el que nos da las emociones. Es posible que cambien pronto y sin razón aparente. Si no tuviéramos emociones, jamás lograríamos experimentar el gozo, nunca reiríamos, ni sentiríamos el amor. Sin embargo, tener emociones también significa tener la capacidad de temer, sentir culpa, ira y dolor. Nos gustaría mantener las emociones agradables y de alguna forma deshacernos de las dolorosas. No obstante, algo raro en cuanto a las emociones es que si se paraliza en uno de estos dos lados, el otro va con él. Si quiere sentir gozo, va a tener que lidiar con el dolor. Si quiere sentir amor, va a tener que enfrentar el miedo. A medida que comience a sentir y a luchar con las emociones que han estado muertas por mucho tiempo, aférrese al hecho de que tan cierto como que pasa por las que son dolorosas, asimismo saldrá al final del otro lado.
Diane Langberg (En el umbral de la esperanza: Una puerta abierta hacia la sanidad de los sobrevivientes de abusos sexuales (Spanish Edition))
Y pareciera que todos andamos esperando la primera lluvia para relajarnos, para decirle adiós al eterno verano y por fin asumir el año que recién comienza en marzo, cuando el país retoma su agenda de burócrata planificado, cuando de un dos por tres se pasa del febrero ocioso a las carreras por las tiendas buscando el uniforme escolar, porque los niños ahora crecen de pronto. Uno no se da ni cuenta y los pitufos te miran desde arriba, alegando por la ingeniosa ley que acorta las vacaciones y los mete de sopetón en el odiado primer día de clases. Ese latero reencuentro con la institución educadora, con esos profesores almidonados que les dan la bienvenida con la sonrisa chueca. Los profes que ahora son jóvenes, recién egresados de las universidades, que fuman pitos e igual odian dejar el carrete, los jeans y las zapatillas para entrar en su doble vida de impecables reformadores. Y quizás, ese es el único punto en que alumnos y profesores se encuentran realmente, planchando la ropa, ordenando papeles y cuadernos para comparecer en el bostezo ritual de la primera mañana escolar. Allí, alineados en el patio, separados por curso y género (porque se fomenta la fornicación adolescente, dicen los educadores). A esa hora de la mañana, tener que escuchar los interminables discursos de la directora, que con los ojos blancos, cacarea su oración por la santa patria, por el puro Chile que te educa para ser chileno (qué novedad), por las buenas costumbres, que por lo general son para los estudiantes chupamedias, que escuchan en primera fila con cara de santurrones el discurso de la señora. Mientras atrás, a puro pellizcón, los inspectores mantienen a raya a los desordenados, a los pailones de la última fila, los que no se cansan de joder con sus bromas y chistes picantes. Los que se tiran peos e inundan el ordenado aire de la mañana escolar con ese olor rebelde. Tal vez son los únicos que escuchan el discurso de la directora, los únicos que le ponen atención para imitarla, para remedarle su curso y mentirosa acogida. Y la escuchan porque la odian, porque saben que ella no los pasa, detesta su música, su ropa y sus peinados y su desfachatez de pararse en el mundo así. Y llega cada año con nuevos reglamentos e ideas y talleres lateros para que sus niños ocupen mejor el tiempo. Los estudiantes de la última fila saben que la directora nunca los pierde de vista. Y por cualquiera anotación pasarán por su oficina cabizbajos, escuchando el mismo sermoneo, la misma citación de apoderados, el mismo: «Hasta cuándo González. Hasta cuándo, Loyola. Hasta cuándo, Santibáñez. ¿Nunca se va a aburrir de hacer tanto desorden?». Y la verdad, los alumnos de la última fila seguirán con sus manotazos y pifias mientras la sagrada educación nacional no los represente. Mientras les alarguen la tortura de las clases hasta las cuatro de la tarde, ellos seguirán riéndose del tiempo extra que gasta el estado para domarlos. Si nadie les pregunto, si nadie les dijo a ellos, que son los únicos afectados. Y por eso los chicos andan a patadas con los bancos, escupiendo con rabia a espaldas del inspector que los manda a cortarse el pelo. Ese largo pelo que durante las vacaciones se lo lavaron y cuidaron como seda. Esa hermosa cascada de cabello que los péndex se sueltan femeninos cuando van a la disco. Tal vez lo único ganado de todas las revoluciones y muchas juveniles. Esa larga bandera de pelo que los chicos desatan clandestinamente y la educación se las arrebata de un zarpazo.
Pedro Lemebel (Zanjón de la Aguada)
Allí, alineados en el patio, separados por curso y género (porque se fomenta la fornicación adolescente, dicen los educadores). A esa hora de la mañana, tener que escuchar los interminables discursos de la directora, que con los ojos blancos, cacarea su oración por la santa patria, por el puro Chile que te educa para ser chileno (qué novedad), por las buenas costumbres, que por lo general son para los estudiantes chupamedias, que escuchan en primera fila con cara de santurrones el discurso de la señora. Mientras atrás, a puro pellizcón, los inspectores mantienen a raya a los desordenados, a los pailones de la última fila, los que no se cansan de joder con sus bromas y chistes picantes. Los que de tiran pesos e inundan el ordenado aire de la mañana escolar con ese olor rebelde. Tal vez son los únicos que escuchan el discurso de la directora, los únicos que le ponen atención para imitarla, para remedarle su curso y mentirosa acogida. Y la escuchan porque la odian, porque saben que ella no los pasa, detesta su música, su ropa y sus peinados y su desfachatez de pararse en el mundo así. Y llega cada año con nuevos reglamentos e ideas y talleres lateros para que sus niños ocupen mejor el tiempo. Los estudiantes de la última fila saben que la directora nunca los pierde de vista. Y por cualquiera anotación pasarán por su oficina cabizbajos, escuchando el mismo sermoneo, la misma citación de apoderados, el mismo: «Hasta cuándo González. Hasta cuándo, Loyola. Hasta cuándo, Santibáñez. ¿Nunca se va a aburrir de hacer tanto desorden?». Y la verdad, los alumnos de la última fila seguirán con sus manotazos y pifias mientras la sagrada educación nacional no los represente. Mientras les alarguen las torturan de las clases hasta las cuatro de la tarde, ellos seguirán riéndose del tiempo extra que gasta el estado para domarlos. Si nadie les pregunto, si nadie les dijo a ellos, que son los únicos afectados. Y por eso los chicos andan a patadas con los bancos, escupiendo con rabia a espaldas del inspector que los manda a cortarse el pelo. Ese largo pelo que durante las vacaciones se lo lavaron y cuidaron como seda. Esa hermosa cascada de cabello que los péndex se sueltan femeninos cuando van a la disco. Tal vez lo único ganado de todas las revoluciones y luchas juveniles. Esa larga bandera de pelo que los chicos desatan clandestinamente y la educación se las arrebata de un zarpazo. ¿Entonces cómo esperan que ellos tengan otras actitud frente a esta agresión oficial que les quita lo que más quieren? Cómo pretender que en la última fila no vuelve una mosca, si todos los ojos del primer día de clases están puestos en ellos, entretenidos en reírse de las amorosas palabras de la directora, tirándose fotos cuando ella presenta al alcalde
Pedro Lemebel (Zanjón de la Aguada)
Allí, alineados en el patio, separados por curso y género (porque se fomenta la fornicación adolescente, dicen los educadores). A esa hora de la mañana, tener que escuchar los interminables discursos de la directora, que con los ojos blancos, cacarea su oración por la santa patria, por el puro Chile que te educa para ser chileno (qué novedad), por las buenas costumbres, que por lo general son para los estudiantes chupamedias, que escuchan en primera fila con cara de santurrones el discurso de la señora. Mientras atrás, a puro pellizcón, los inspectores mantienen a raya a los desordenados, a los pailones de la última fila, los que no se cansan de joder con sus bromas y chistes picantes. Los que de tiran peos e inundan el ordenado aire de la mañana escolar con ese olor rebelde. Tal vez son los únicos que escuchan el discurso de la directora, los únicos que le ponen atención para imitarla, para remedarle su curso y mentirosa acogida. Y la escuchan porque la odian, porque saben que ella no los pasa, detesta su música, su ropa y sus peinados y su desfachatez de pararse en el mundo así. Y llega cada año con nuevos reglamentos e ideas y talleres lateros para que sus niños ocupen mejor el tiempo. Los estudiantes de la última fila saben que la directora nunca los pierde de vista. Y por cualquiera anotación pasarán por su oficina cabizbajos, escuchando el mismo sermoneo, la misma citación de apoderados, el mismo: «Hasta cuándo González. Hasta cuándo, Loyola. Hasta cuándo, Santibáñez. ¿Nunca se va a aburrir de hacer tanto desorden?». Y la verdad, los alumnos de la última fila seguirán con sus manotazos y pifias mientras la sagrada educación nacional no los represente. Mientras les alarguen las torturan de las clases hasta las cuatro de la tarde, ellos seguirán riéndose del tiempo extra que gasta el estado para domarlos. Si nadie les pregunto, si nadie les dijo a ellos, que son los únicos afectados. Y por eso los chicos andan a patadas con los bancos, escupiendo con rabia a espaldas del inspector que los manda a cortarse el pelo. Ese largo pelo que durante las vacaciones se lo lavaron y cuidaron como seda. Esa hermosa cascada de cabello que los péndex se sueltan femeninos cuando van a la disco. Tal vez lo único ganado de todas las revoluciones y luchas juveniles. Esa larga bandera de pelo que los chicos desatan clandestinamente y la educación se las arrebata de un zarpazo. ¿Entonces cómo esperan que ellos tengan otras actitud frente a esta agresión oficial que les quita lo que más quieren? Cómo pretender que en la última fila no vuelve una mosca, si todos los ojos del primer día de clases están puestos en ellos, entretenidos en reírse de las amorosas palabras de la directora, tirándose fotos cuando ella presenta al alcalde
Pedro Lemebel (Zanjón de la Aguada)
Sálvame, Kafka. ¿No quieres salvarme? ¿Desprecias mi peso, mi voluptuosidad, mi vientre? ¿No era Flaubert tan pesado como yo, era menor su voluptuosidad? ¿Dónde están tus obras?, te oigo preguntar. Ay, en ninguna parte, en ninguna parte. Pero ¿no puedo encontrarlas aún? No estoy muerto, pues amo con un ardor, una pasión y una entrega que nunca alcanzaste. ¿Pasa tu camino a la verdad sólo por el ascetismo? Kierkegaard y Flaubert nunca han sido mis modelos. Stendhal, sin embargo, y Gogol y Aristófanes no son en absoluto inferiores. También para mí, escribir es una plegaria, la única que conozco. Mi proceso es contra la muerte, y no ha acabado aún. A ti, esa cuenta te llegó demasiado temprano. Yo llevo más tiempo viviendo y cargo con más muertos que tú. Son ellos los que me niegan el ascetismo. No puedo contentarlos pasando hambre. Yo no quería sobrevivir a ninguno, por eso están todos en mí. Qué lengua puedo encontrar para ellos, aún no la tengo. Sin embargo, no puedo ignorarlos, he ahí mi infertilidad.
Elias Canetti (Il libro contro la morte)
Playboy: ¿Está realmente en nuestras manos? O, como parece que aboga por la utilización de los ordenadores para manipular el futuro de culturas enteras, ¿no está realmente alentando al hombre a que renuncie al control de su destino? McLuhan: Antes que todo —y me sabe mal tener que insistir en este descargo de responsabilidad—, yo no abogo por nada; sólo sondeo y preveo tendencias. Aunque me opusiera a ellas o pensara que son catastróficas, no podría pararlas; así pues, ¿por qué tendría que perder mi tiempo lamentándome? Cuando la escritora Margaret Fuller comentó «acepto el universo», Carlyle dijo de ella: «más le vale». No veo ninguna posibilidad de una rebelión ludita global que destruya la maquinaria, así que podemos sentarnos cómodamente, ver qué pasa y contemplar lo que nos pasará en un mundo cibernético. Estar resentidos con una nueva tecnología no detendrá el proceso de ésta. Lo importante que debemos recordar es que en cualquier momento que utilizamos o percibimos una ampliación tecnológica de nosotros mismos, inevitablemente la acogemos. Siempre que vemos una pantalla de televisión o leemos un libro, estamos asimilando esas ampliaciones de nosotros mismos dentro de nuestro sistema individual y experimentando un «cierre» automático o desplazamiento de la percepción; no podemos huir de esta acogida perpetua de nuestra tecnología cotidiana a no ser que escapemos de la tecnología misma y huyamos a la cueva de un ermitaño. Al acoger de forma consistente todas estas tecnologías, inevitablemente nos relacionamos con ellas como servomecanismos. Así, para poder utilizarlas todas, primero debemos servirles como si fueran dioses. El esquimal es un servomecanismo de su kayak, el vaquero de su caballo, el hombre de negocios de su reloj, el cibernético —y pronto el mundo entero— de su ordenador. Por decirlo de otra forma, a los despojos pertenece el ganador. Esta modificación continua del hombre por parte de su propia tecnología lo alienta a encontrar medios constantes para modificarla; el hombre se convierte, pues, en los órganos sexuales del mundo de las máquinas, como lo es la abeja en relación al mundo botánico, permitiéndole reproducirse y evolucionar hacia formas más elevadas. El mundo de las maquinas corresponde la devoción del hombre premiándole con bienes, servicios y recompensa. La relación entre el hombre y su maquinaría es, pues, intrínsecamente simbiótica. Siempre ha sido así; el hombre cuenta con la oportunidad de reconocer su unión con su propia tecnología sólo en la era eléctrica. La tecnología eléctrica es una extensión cualitativa de la relación hombre/máquina; la relación del hombre del siglo xx con el ordenador no es, por naturaleza muy distinta a la relación que mantenía el hombre prehistórico con su barco o su rueda —con la importante diferencia que todas las tecnologías o extensiones del hombre previas eran parciales y fragmentarias, mientras que la eléctrica es total e inclusiva—. Ahora el hombre está empezando a llevar puesto su cerebro fuera del cráneo y sus nervios fuera de su piel; la nueva tecnología cría un nuevo hombre. Una viñeta reciente mostraba un niño que le decía a su madre desconcertada: «De mayor seré un ordenador». El humor es a menudo profético.
A. Carlos Scolari (Ecología de los medios: Entornos, evoluciones e interpretaciones (Comunicación nº 500442) (Spanish Edition))
Es un espectáculo como sólo en las grandes ocasiones lo ofrece la Naturaleza: en una tempestad, en un huracán o en un incendio — uno puede estar contemplándolo sin notar que pasa el tiempo.
Ernst Jünger (Copse 125: A Chronicle from the Trench Warfare of 1918)
Ni siquiera puedo respirar cuando no estamos juntos —susurró ella—. Y eso significa que, cuando te veo los lunes por la mañana, tengo la sensación de que llevo sesenta horas sin coger aire. Seguramente por eso refunfuño tanto y te contesto mal. Cuando estamos separados, me paso el tiempo pensando en ti, y cuando estamos juntos me invade el terror. Porque cada segundo cuenta. Y siento que he perdido el control. No soy dueña de mí misma, soy tuya. ¿Qué pasa si de repente te das cuenta de que ya no te gusto? ¿Cómo voy a gustarte tanto como tú me gustas a mí?
Rainbow Rowell
Con el tiempo, acabaron enfrentándose en las densas junglas nueve países y doscientas tribus étnicas, cada una con sus antiguas alianzas y sus conflictos no resueltos. Si solo se hubieran visto implicados los ejércitos, lo más probable es que el conflicto del Congo se hubiera extinguido sin más. Congo tiene una extensión mayor que Alaska y es tan poco denso como Brasil, pero por carretera es incluso menos accesible que cualquiera de estos dos países, así que no es un lugar ideal para una guerra prolongada. Además, sus habitantes son pobres, y no pueden permitirse el lujo de ir a luchar si no hay dinero de por medio. Aquí es donde entran el tantalio, el niobio y la tecnología móvil. No es que pueda imputarse una responsabilidad directa, desde luego. Es obvio que no fueron los teléfonos móviles quienes provocaron la guerra, sino los odios y los rencores. Pero también es evidente que la llegada de dinero perpetuó la contienda. Congo posee el 60 por ciento de las reservas mundiales de los dos metales, que aparecen mezclados en un mineral llamado coltán. Cuando el mercado de los móviles despegó (las ventas saltaron de prácticamente cero en 1991 a más de mil millones en 2001), el hambre de Occidente por el mineral se hizo tan intenso como el de Tántalo, y el precio del coltán se multiplicó por diez. Quienes lo compraban para los fabricantes de teléfonos no preguntaban de dónde provenía, ni siquiera les importaba, y los mineros congoleños no tenían ni idea del uso que se le daba a la mena, solo sabían que los blancos la pagaban bien y que ellos podían usar el dinero para financiar sus milicias favoritas. Curiosamente, el tantalio y el niobio resultaron ser tan ponzoñosos porque el coltán era democrático. A diferencia de los tiempos en que unos impúdicos belgas controlaban las minas de diamantes y de oro del Congo, el coltán no lo controlaba ningún conglomerado empresarial; además, para extraerlo no hacían falta retroexcavadoras ni volquetes. Cualquiera que dispusiera de una pala y una buena espalda podía sacar unos cuantos kilos de mena de los lechos de los torrentes (se parece a un lodo denso). En unas pocas horas, un granjero podía ganar veinte veces más que su vecino en todo un año, así que a medida que los beneficios se inflaban, los hombres abandonaban sus granjas para dedicarse a la prospección. Esto trastornó la provisión de alimentos en el Congo, ya de por sí frágil, y la gente comenzó a cazar gorilas para comer su carne, hasta casi acabar con ellos, como si fueran búfalos. Pero las muertes de los gorilas no son nada comparadas con las atrocidades humanas. Cuando el dinero entra a espuertas en un país sin gobierno, no pasa nada bueno. Del país se apoderó una forma brutal de capitalismo en la que todo estaba en venta, incluidas las vidas humanas. Aparecieron por doquier «campamentos» vallados con prostitutas esclavizadas, y se ofrecieron innumerables recompensas por pasar a alguien a cuchillo.
Sam Kean (The Disappearing Spoon: And Other True Tales of Madness, Love, and the History of the World from the Periodic Table of the Elements)
¿Qué observa? •Conocimiento del proceso mediante un diagrama de bloques del mismo. Dibuje en línea recta los puestos de trabajo del proceso. No dibuje a escala ni se preocupe de la forma o diseño de la cadena. Dibuje las casillas del mismo tamaño tal como se muestra en la figura A2.14. Cada casilla corresponde a un puesto de trabajo o a una máquina. Este esquema puede desordenarse a medida que vaya profundizando más y más en el proceso. Eso es correcto. Figura A2.14. Trazado de un proceso mediante diagrama de bloques. Observe ahora el proceso y trate de responder a las siguientes tres preguntas. Anote sus observaciones. Puede hacer pregunta pero no entrevistar a la gente. Aprenda a ver y entender por sí mismo •¿Hay un flujo 1 × 1? –¿Pasan las piezas directamente de un paso que añade valor al siguiente? •¿Son los pasos de cada operario los mismos de ciclo a ciclo? •¿Es uniforme el output de la cadena al final del proceso? –Cronometre 20 ciclos sucesivos allí donde termina la producción del proceso. Seleccione un punto y cronometre la frecuencia con que una pieza pasa por dicho punto. Represente gráficamente los tiempos individuales tal como se muestra en la figura A2.24. No calcule ni utilice promedios.
Mike Rother (TOYOTA KATA: El método que ayudó a miles de empresas a optimizar la gestión de sus negocios (Spanish Edition))
Habría que prevenir a la gente de esas cosas. Enseñarles que la inmortalidad es mortal, que puede morir, que ha ocurrido, que sigue ocurriendo. Que no se muestra como tal nunca, que es la duplicidad absoluta. Que no existe nunca en los pormenores sino en el principio. Que algunas personas pueden encubrir su presencia, a condición de que ignoren el hecho. Al igual que otras personas pueden detectar la presencia en esas gentes, también pueden ignorar que pueden hacerlo. Que la vida es inmortal mientras se vive, mientras está con vida. Que la inmortalidad no es una cuestión de más o menos tiempo, que no es una cuestión de inmortalidad, que es una cuestión de otra cosa que permanece ignorada. Que es tan falso decir que carece de principio y de fin como decir que empieza y termina en la vida del alma desde el momento en que participa del alma y de la prosecución del viento. Mirad las arenas muertas del desierto, el cuerpo muerto de los niños: la inmortalidad no pasa por ahí, se detiene y los esquiva.
Marguerite Duras
-Tengo muchos recuerdos de ese tipo. Son como guijarros que la memoria va tallando año tras año y, a medida que pierden su forma original, se convierten en auténticas piedras preciosas. Pasa la mano por el pelo de Marco con un gesto cariñoso que éste añoraba desde hacía mucho tiempo. -Saborea esos guijarros. Apagarán tu sed en el desierto de la vida. Quieres partir, quieres salir de Venecia, pero mira bien este sol sobre la laguna. Es el tuyo. Nadie puede arrebatártelo, sólo tú. Si te vas, debes saber que te llevarás contigo la parte más dolorosa. Eres joven y aún no sabes nada. Eres joven y no me crees. Estás seguro de que eres diferente. Pero voy a decirte una verdad, Marco. Te lo digo yo, que he viajado mucho: todos los hombres son iguales, y tú también.
Muriel Romana (La Caravana de Venecia (Marco Polo, #1))
-Tengo muchos recuerdos de ese tipo. Son como guijarros que la memoria va tallando año tras año y, a medida que pierden su forma original, se convierten en auténticas piedras preciosas. Pasa la mano por el pelo de Marco con un gesto cariñoso que éste añoraba desde hacía mucho tiempo. -Saborea esos guijarros. Apagarán tu sed en el desierto de la vida. Quieres partir, quieres salir de Venecia, pero mira bien este sol sobre la laguna. Es el tuyo. Nadie puede arrebatártelo, sólo tú. Si te vas, debes saber que te llevarás contigo la parte más dolorosa. Eres joven y aún no sabes nada. Eres joven y no me crees. Estás seguro de que eres diferente. Pero voy a decirte una verdad, Marco. Te lo digo yo, que he viajado mucho: todos los hombres son iguales, y tú también.
Muriel Romana (La Caravana de Venecia (Marco Polo, #1))
La mayoría de la gente conoce la importancia del sueño, pero como sociedad no hacemos lo que nos conviene en este sentido. Nos privamos constantemente de sueño, e incluso nos enorgullecemos de ello, ya que eso indica una vida activa y una total dedicación a nuestro trabajo. Sin embargo, la bandeja mental señala que la verdadera dedicación consiste en equilibrar el cerebro para que pueda funcionar de manera óptima, lo que significa tomarse en serio el tiempo de trabajo, el tiempo de reposo y el tiempo de sueño. Nuestra sociedad, que trabaja demasiado y tiene demasiados estímulos, pasa por alto esas tres cosas.
Deepak Chopra (Supercerebro (Psicología) (Spanish Edition))
fútbol es hoy el programa de televisión más rentable del mundo y de eso es de lo que estamos hablando. Si no lo planteamos así, no entenderemos nada. La tele, a nivel universal, no filma los campeonatos que hay sino que crea programas (campeonatos y copas) para llenar, saturar todos sus espacios disponibles para vender. La tele no muestra lo que hay sino que programa lo que habrá y hace jugar para llenar los espacios predeterminados... En la dimensión nacional, los clubes, antes que jugar campeonatos, actúan por televisión en partidos de fútbol... Cobran como actores de programas cada vez más importantes y si no aparecen por la tele (no clasifican, no entran en los programas-copas), no cobran. Esa es la manera correcta (e inédita) de describir lo que pasa. Si lo vemos así, o si lo analizamos desde esta perspectiva, como un fenómeno de mediatización extrema (ser es aparecer), no cabe duda de que el fútbol es no más que uno, acaso el más aparatoso, de los aspectos de nuestra realidad argentina toda, que en apariencia sólo existe y significa pasada por los medios. Si en esa deformación se pierde de vista el sentido y el gusto del juego, en otros ámbitos absolutamente mediatizados se pierde el sentido mismo de la política, por ejemplo. Y en todos los casos, son los intereses económicos concentrados y las corporaciones los que establecen las reglas de juego, los ámbitos de discusión y el sentido de los acontecimientos. Es sintomático que el episodio más “relevante” de los últimos tiempos vinculado con la Selección haya sido algo que no pasó en la cancha sino en los medios y con los medios: el exabrupto de Maradona. Tras la penosa clasificación, la dupla Diego-Bilardo actuó su paranoia más o menos fundamentada ante operadores sin duda caníbales, pero lo hizo sobre todo como cortina de humo. De ese modo, se trasladó/postergó/desdibujó perversa o estúpidamente la (única) cuestión pertinente: lo mal que jugaba la Selección, 122
Anonymous
El tiempo es ruin, es cierto. Una criadita marrullera, el tiempo. Arrastra los pies y te hace un mohín con el labio inferior la mayor parte de tu vida, y luego, en ese breve momento de la happy hour, el momento en que te bebes una margarita y en que el placer parece correr por cuenta de la casa, pasa zumbando como una camarera con patines.
Anonymous
Una aeromoza entró apurada a la cabina del piloto del DC10-15: “¡Capitán, se me acaba de perder un arete!” “Caramba Carolina; justo cuando faltan dos minutos para que aborden los pasajeros. ¡Rápido todos! Quiero el plan de emergencia 2b.” Carolina repasó lo aprendido en la escuela del aire: a) Mantenga la calma ante todo. b) Ante todo, no grite ni haga ademanes ni caras desesperadas —esto incluye cejas y boca— Recuerde que a usted, a fin de cuentas, no le afecta demasiado el eminente retraso, pues este es su trabajo. Los únicos verdaderamente afectados serán los pasajeros, pero de esos hay muchos; usted sólo es una. c) Llame a la torre de control y pida un retraso por tiempo indefinido. d) Muestre a toda la tripulación el otro arete, para que le ayuden a buscarlo. Durante los diecisiete minutos siguientes, repartidos en equipos de dos, azafatas, piloto y copiloto buscaron metódicamente en los pisos, baños, bolsitas y ceniceros de cada asiento el arete, un corazón de cobre forrado de esmalte rosa que Carolina había comprado en la duty free de Houston. “Son las 19:15,” dijo el capitán. “Para ahorita los pasajeros ya deben estarse preguntando qué pasa con su vuelo. Hay que avisarles que sufriremos un retraso de veinte minutos, abordando a las 19:45.” “Pero, capitán,” le respondió el copiloto, nuevo en la compañía, “19:15 más veinte minutos son las 19:35, de manera que a las 19:45 ya deberíamos tener diez minutos de vuelo.” “No importa. La mayoría de los pasajeros no harán esos cálculos. Sigan buscando y si para las 20:00 no aparece, diremos que tenemos un problema mínimo en la segunda bomba de succión del retroalimentador de una turbina y que en diez minutos quedará corregido. Suplíquenles mantener la calma. Esto se hace por su seguridad.” Y dirigiéndose a Carolina, preguntó “¿Cuántos asientos han revisado?” “siete filas apenas.” “Siete filas en quince minutos. Eso quiere decir media fila por minuto, a 42 filas, son 84 minutos, más al menos quince para buscar en los baños, dan un total de 99... dos horas, vamos a decir. A ver, copiloto, hágame una lista de cuatro excusas diferentes para dar a los pasajeros.” “Si, señor. ¿Paso una cada quince minutos?” “No, porque entre más tiempo nos retrasamos más se intranquilizan. Pase una a las 20:00, otra a las 20:30, luego a las 20:45, 20:55 y 21:00.” “Pero todavía nos tardaremos una hora más” “¿Qué no estudiaron diseño de aeropuertos? Entonces los haremos pasar de la sala B a la B-12, luego a la B-12/1 y luego a la B-12/1a. Enseguida abordaremos y ya adentro, treinta minutos más ni quien los note.” “Hay si,” dijo Carolina sin interrumpir la búsqueda. A mí las esperas dentro del avión me desesperan.” “Ah, pero yo uso un truco muy bueno,” respondió el capitán. “Yo pido a la troca de remolque que dé unos aceleroncitos y así se siente como que el avión se mueve; eso es mejor que si estuviéramos ahí parados nomás, sin hacer nada.” Carolina dió un gritito de alegría. “Ya lo encontr.é” “¡Qué bien! ¿Dónde estaba?” “Aquí debajo de una cafetera. Es que siempre lo pongo ahí para que se caliente, porque si me lo pongo frío me pongo chinita.” “Huy y apenas son las 19:55. ¿Qué les parece si nos vamos a tomar una soda lejos de aquí mientras llega la hora de partir?
Sergio E. Avilés (Me enamoré de una cucaracha)
-¿Tu madre te anima a maldecir? - No lo veo de esa manera. Es más como que ella nos anima a socavar un sistema viciado por el uso excesivo de palabras que se utilizan para perjudicar, cuando en realidad son sólo letras juntas, como cualquier otra paralabra. Eso es todo lo que son, letras mezcladas. Es como tomar la palabra "mariposa", por ejemplo. ¿Que pasa si alguien decide un dia que "mariposa" es un insulto? La gente finalmente comenzará a utilizar la parabra "mariposa" como un insulto y a hacer hincapié en las cosas de una manera negativa. La palabra en sí no significa nada. Es la asociación negativa que la gente les da lo que las convierten en insultos. Por lo tanto, si todos decidimos seguir diciendo mariposa todo el tiempo, tarde o temprano a la gente ya no le importará. El valor de choque se calmaria... y se convertiria en otra palabra más. Lo mismo que las demas llamadas malas palabra. Si todos las empezáramos a decir todo el tiempo, no sería malo y. Eso es lo que mi mamá dice de todos modos.
Colleen Hoover (Point of Retreat (Slammed, #2))
¿Con quién pasas más tiempo? ¿Quiénes son las personas a las que más admiras? ¿Son esos dos grupos de personas exactamente iguales? Si no es así, ¿qué los diferencia? Jim Rohn me enseñó que nos convertimos en una combinación de las cinco personas con las que pasamos más tiempo. Rohn decía que podemos adivinar la calidad de nuestra salud, actitud e ingresos con tan solo observar a quienes nos rodean. La gente con la que pasamos tiempo determina qué conversaciones atraen nuestra atención y a qué actitudes y opiniones estamos expuestos. Con el tiempo, empezamos a comer lo que ellos comen, a hablar como ellos hablan, a leer lo que ellos leen, a pensar lo que ellos piensan, a ver lo que ellos ven, a tratar a la gente del mismo modo que ellos la tratan, incluso a vestir igual que ellos. Lo gracioso es que, casi siempre, ignoramos estas similitudes entre nosotros y ese círculo de cinco personas.
Darren Hardy (El Efecto compuesto | Multiplica tu éxito de forma sencilla Hardy, Darren (Spanish Edition) | The Compound Effect)
Ya conocí el amor. Amar es como una dro-ga. Al principio hay una sensación de euforia, de entrega total. Después, al día siguiente, quieres más. Todavía no te has enviciado, pero te ha gustado la sensación, y te parece que puedes mantenerla bajo control. Piensas en la persona amada durante dos minutos y la olvidas durante tres horas. »Pero al poco tiempo te acostumbras a esa persona, y pasas a depender totalmente de ella. Entonces piensas en ella durante tres horas y la olvidas durante dos minutos. Si no está cerca, experimentas las mismas sensaciones que los viciosos cuando no consiguen droga. En ese momento, así como los viciosos roban y se humillan para conseguir lo que necesitan, tú estás dispuesto a hacer cualquier cosa por el amor.
Paulo Coelho (A orillas del rio Piedra me sente y llore / Maktub / El alquimista)
—Lo interesante es que la gente como tú piensa que es un modelo a seguir. Pero la realidad es que los estadounidenses son unos zombis; no hay peor pecado, Vadia, que dilapidar tu vida. Ni siquiera se les pasa por la cabeza la idea de que el fin de la existencia humana tal vez no sea vivir con la mayor comodidad o el mayor tiempo posible. Cuando vi que Yeltsin tomaba ese camino y quería transformar Rusia en una sucursal low cost del hospicio estadounidense, decidí fundar el Partido Nacional-Bolchevique. ¿Y sabes por qué lo llamé así? Para joderos,
Giuliano da Empoli (El mago del Kremlin)
Todo aquel que haya practicado durante algún tiempo el autocontrol y la autopurificación, sabe que las circunstancias surgen del pensamiento, porque habrá notado que la alteración de sus circunstancias ha estado en exacta proporción con la alteración de su estado mental. Tan cierto es esto, que cuando una persona se aplica seriamente a corregir los defectos de su carácter, y hace rápidos y marcados progresos, pasa rápidamente por una sucesión de altibajos. El alma atrae aquello que secretamente alberga; lo que ama y también aquello que teme.
James Allen (Como el Hombre Piensa: Así es su Vida (Spanish Edition))
¿Cómo puedo usar la virtud aquí y ahora? «Para cada desafío, recuerda los recursos que tienes dentro de ti para enfrentarte a él. Provocado por la visión de un hombre guapo o de una mujer hermosa, descubrirás en tu interior el poder contrario del autocontrol. Enfrentado al dolor, descubrirás el poder del aguante. Si te insultan, descubrirás la paciencia. A su debido tiempo, crecerás hasta confiar en que no hay una sola impresión para la que no tengas los medios morales para tolerarla.»[9] Me parece que este pasaje es uno de los más fortalecedores de los escritos estoicos. Epicteto, un antiguo esclavo, cojo a causa de una pierna rota, nos dice que utilicemos cada una de las ocasiones, todo desafío, como una manera de ejercer la virtud, de convertirnos en un ser humano mejor mediante su aplicación constante. Notemos cómo empareja cada tentación o dificultad con una virtud que se puede practicar, desplegando el concepto estoico de que cada desafío en la vida es una oportunidad perfecta para mejorar la autosuperación. Cuando ve a una persona atractiva que pasa a su lado, no hará planes para llevarse a esa persona a la cama, excepto que se dé la circunstancia de que ambos estén libres de otras relaciones y satisfacer sus deseos no causará dolor o sufrimiento a otros. Por el contrario, recurrirá a su autocontrol y se concentrará en cómo puede alterar su mentalidad para finalmente no sentir la tentación. El segundo ejemplo es de un tipo diferente, pero aun así evoca la misma respuesta en un estoico, con un resultado similar: no se puede controlar una enfermedad y el dolor, y ocurrirá en un momento u otro de la vida. Pero se los puede controlar no solo con medicamentos (desde luego, no hay nada en la doctrina estoica que descarte el uso de la medicina cuando sea adecuada), sino también con la actitud mental correcta. No es de extrañar que con frecuencia se asocie a Epicteto con la frase «aguante y paciencia»[10] o «soportar y renunciar». Pero debemos recordar que el objetivo no es vivir una vida desgraciada y gris. Al contrario, se trata de alcanzar lo que los estoicos llaman apatheia que, a pesar del eco obvio y poco atractivo que despierta, hemos visto que significa tranquilidad mental, y también ecuanimidad hacia todo lo que la vida nos ponga en el camino.
Massimo Pigliucci (Cómo ser un estoico: Utilizar la filosofía antigua para vivir una vida moderna)
Ninguna teoría del mito puede explicar los mitos. Lévi-Strauss lo sabe bien. El mito es aquella narración que no se deja explicar sino desde otro mito. ¿Cómo evitar ese círculo vicioso? Para que la explicación del mito no constituya un mito más, el etnógrafo tiene que vaciarlo de contenido. Es así como surge la idea de la estructura. La estrategia es antigua: se renuncia a lo sensible (el árbol particular) para atender a lo inteligible (la arboridad). Hay algo muy platónico en todo esto. El etnógrafo ha de reconocer forzosamente que los mitos cambian a lo largo del tiempo y debe encontrar en ellos algo que permanezca constante. Y lo que se originó a partir de categorías empíricas (reconocibles mediante observación: lo crudo y lo cocido, lo fresco y lo podrido, lo mojado y lo quemado) pasa a constituirse en un medio o herramienta con la que proyectar una estructura vacía de contenido.
Juan Arnau (Manual de filosofía portátil (Spanish Edition))
Reunió a su alrededor a una cohorte de abogados notables, pero consciente de la lentitud en el proceder tan cara al gremio, les concedió seis meses para presentar el borrador del Código Civil. Los principios, basados en el derecho romano y, acorde con los tiempos, en el natural, eran claros: igualdad de los hombres ante la ley, conservación de la abolición de todo derecho feudal, la inviolabilidad de la propiedad privada, el matrimonio como acto civil y no religioso, la libertad de conciencia y la libertad de elegir el propio trabajo sin la intervención de ningún tipo de corporación gremial. En suma, la consolidación de los principios liberales-burgueses señalados por la propia Revolución. A partir de ahí, Bonaparte procuró imponer opiniones personales, por ejemplo en el derecho de familia, intentando elevar las obligaciones de los padres para con sus hijos o tratando de retrasar la edad del matrimonio a los veinte años para el hombre y a los dieciocho para la mujer, por considerar demasiado precoz la propuesta de los abogados de quince y trece años respectivamente. Su formación en el derecho romano y, tal vez, su propia experiencia con Josefina, le condujeron a defender vehementemente la preeminencia del marido sobre la esposa: «tiene que entender que al salir de la tutoría de su familia pasa a la de su marido…» y el divorcio civil, que con el andar del tiempo le resultaría muy útil.
Juan Granados (Breve historia de Napoleón)
¿Qué os admira? ¿Qué os espanta? si fue mi maestro el sueño, y estoy temiendo en mis ansias, que he de despertar, y hallarme otra vez en mi cerrada prisión, y cuando no sea el soñarlo solo basta: pues así llegué a saber que toda la dicha humana en fin pasa como sueño; y quiero hoy aprovecharla el tiempo que me durare, pidiendo de nuestras faltas perdón, pues de pechos nobles es tan propio el perdonarlas.
Pedro Calderón de la Barca (La Vida Es Sueño / Life Is A Dream)
Daniel Kahneman dice que para que nosotros podamos ser felices, el protagonista de nuestra historia, es decir; nosotros mismos, tiene que ser un protagonista decoroso, que nosotros tengamos una buena imagen de nosotros mismos. No se puede ser feliz si nosotros no nos consideramos buenas personas- Todos cargan dentro de sí un sistema moral y cuando fallamos en dicho sistema es cuando comenzamos a cargar con la culpa. Cuando nosotros no obramos con virtud e integridad, destruimos la imagen que tenemos de nosotros mismos y eso no nos permite encontrar la paz. Esa es la confusión a la cual estamos sometidos la mayoría de los seres humanos; pensamos que la gratificación instantánea nos puede dar la felicidad y por eso —por obtener esa gratificación instantánea— a veces cometemos actos que no son del todo morales, eso lo que hace es llevarnos a un detrimento de nuestra felicidad. Ahora bien, el que obremos con compasión hacia las personas que obran mal, no quiere decir que vamos a abandonar la justicia, ni tampoco que no vamos a luchar por causas nobles ni para defendernos, nada de eso. Lo que pasa es que nosotros podemos sentir compasión por las personas que obran mal y aplicar la justicia desde la compasión, en la medida justa hacia esas personas. Hay una cosa también que debemos tener en cuenta.  Cuando nosotros guardamos resentimiento, odio hacia las personas que obran mal, también estamos siendo víctimas de la confusión. El odio, el rencor y todas esas emociones negativas también nos alejan del bienestar, no podemos ser verdaderamente felices ni estar en paz si dentro de nosotros existe esa negatividad. Se da el caso de que aplicarlo es difícil de primeras, pues bien, haz como cuando dijimos lo de salir del río: sal, párate y si hace falta, busca el espacio o el tiempo que sea necesario. Si decididamente esa persona no es positiva para ti, si no mereces sus atropellos ni te aporta nada bueno esa compañía negativa, no pasa nada, aléjate y se acabó. No se trata de aceptarlo todo, se trata de obrar con virtud y compasión para ser feliz. Esta frase que oí una vez y no se me borra de la mente es mágica si se aplica: “No te perdono porque lo merezcas, te perdono porque merezco vivir en paz y feliz”.
MARCO MAESTRI (NADA ES TAN GRAVE Como ser estoico para principiantes: Como ser mas fuerte ante las cosas que nos pasan y mantener la calma. Soluciones antiguas para problemas modernos (Spanish Edition))
símbolo dibujado al lado. Ese parece un sol y ese una nube y ese otro parece lluvia. Y ese de ahí parece un rayo —dijo Sofía, pulsando el botón con el dibujo del rayo. Un pequeño rayo en miniatura cayó al otro extremo del laboratorio con un estruendo, rompiendo un montón de jarros y botes de cristal. —Esto es… increíble… —dijo Sofía. —¡Siiiií! Es una máquina para controlar el tiempo meteorológico. —Irene miraba la caja dorada alucinando—. Vamos a ver qué pasa si pulso este otro botón. —¡Esperaaaaa! —gritó Sofía, pero ya era demasiado tarde. Un humo negro comenzó a salir de la caja formando rápidamente una nube oscura en el techo del laboratorio. La nube se fue haciendo más y más grande hasta cubrirlo todo. —¡Es como la nube de ayer! La crearon ellos —dijo Irene. —Y no solo eso —repuso Sofía—. ¿Te acuerdas de cuando empezó a llover ayer a cántaros? Fue justo cuando vimos a Cipriano con la caja dorada. Creo que él provocó la lluvia, pero ¿por qué haría eso? —Ni idea, pero este juguete mola un montón. —Hay que
César García Muñoz (Cipriano, el vampiro vegetariano. (Cipriano, el vampiro vegetariano, #1))
Pero los años pasaron en paz. El tiempo pasa más aprisa cuanto más vacío está. Las vidas sin significado pasan de largo como trenes que no paran en tu estación.
Carlos Ruiz Zafón (La sombra del viento)
Casi no quedó rastro de lo que vino después, o queda un vestigio titubeante en mi más lánguida memoria y tal vez también en la de ella, pero nunca lo comprobaremos, quiero decir entre nosotros, frente a frente, con nuestras palabras cruzadas. Sucedió como si ya en el mismo momento de suceder ambos quisiéramos fingir que no ocurría, o no darnos por enterados, no registrarlo y que no contara, o silenciarlo hasta el extremo de poder negarlo más tarde, el uno al otro, y ante los demás si uno se iba de la lengua o el otro hablaba y presumía, e incluso cada uno a sí mismo, como si los dos supiéramos que no acaba de existir aquello de lo que no hay constancia ni reconocimiento explícito, o que jamás es mencionado; aquello que, por así decir, se comete a escondidas o a espaldas de sus autores, o sin su consentimiento pleno, o con su sesteante conciencia: lo que hacemos diciéndonos que no estamos haciéndolo, lo que acontece mientras nos persuadimos de que no está aconteciendo, no es tan raro como suena o parece, es más, eso pasa todo el tiempo y apenas si nos causa alarma ni nos hace dudar de nuestro juicio. Nos convencemos de no haber tenido tal pensamiento indigno ni tal otro maligno, de no haber deseado a esa mujer o esa muerte —la muerte de ningún enemigo ni de ningún marido ni de ningún amigo—, de no haber sentido momentáneo desprecio o animadversión hacia quien más reverenciábamos o mayor gratitud debíamos, ni envidia de nuestros fastidiosos hijos que van a seguir viviendo cuando ya no estemos y se apropiarán de todo y ocuparán con prisa nuestro puesto
Javier Marías (Poison, Shadow, and Farewell (Your Face Tomorrow, #3))
Mi madre solía decirme que ante los problemas fuertes o graves no me deshiciera como un hielo, que fuera como un iceberg que tardaba mucho en desaparecer, que todas las cosas alguna vez terminaban, que algo nunca duraba para siempre. Y también fue allí donde comprendí muchas cosas. Él nunca puede ser un corto o largo tiempo, así como el para siempre puede variar de diferentes formas. Eso pasa con la lástima, la dignidad, el rencor, la felicidad, la tristeza, el llanto, las emociones nunca durarían, la fuerza algún día se acabaría de igual manera que la resistencia y el dolor. Algún día los débiles se volverían fuertes, y los fuertes se volverían débiles.
Flor M. Salvador (Boulevard)
Nos cuenta sobre el trabajo. Nos cuenta sobre su esposo. Nos cuenta sobre sus dos hijos. Suena alegre. Esa imagen de Deborah treinta años atrás es un momento de nostalgia que me toca el pecho. Recuerdo alejarnos. Recuerdo preguntarme el cómo y ser incapaz de contestarlo. Recuerdo extrañarla. Así como la recuerdo a ella, recuerdo a muchos más en este salón. Esas amistades que el tiempo llevó a la lejanía. En algún momento de mi vida, la madurez me llevó a entender que eso es parte de la vida. No podría decir si eso es algo bueno o malo. Simplemente pasa. Todos crecimos y cambiamos. Nos enfocamos en cosas y personas diferentes. A veces, hay amistades pasajeras que son justo lo que necesitamos.
Jean Paul Vizuete (Nombres en el Silencio)
TODO ES POSIBLE Sueña tus sueños crea tu arte canta tus canciones y juega el mejor de tus juegos. Todos somos estrellas con el papel principal en nuestra propia vida. Todo lo que soñamos, pensamos, hablamos, y aquello con que nos rodeamos, nos asiste en la realización de nuestras más bellas posibilidades. Todos somos iguales, manteniéndonos aparte de manera única, Para mantenernos fuertes como Uno. Todos somos bendecidos, y todos estamos aquí por un propósito que sólo nuestra Alma conoce realmente. Sintonízate a tu llamado escucha sueña. Haz sólo aquello que te trae felicidad y bienestar. Si se siente bien y te hace feliz, entonces haz más de ello. Pasa tiempo con gente que cree en ti y te apoya. Está con aquellos que alimentan tu Alma pues, cuando tú creces y floreces, hay campos de flores para nutrir todo. Desea lo mejor para ti mismo y los otros percibidos.
Ulonda Faye
abrevando en Aristóteles y otros pensadores, postula un modelo de bienestar compuesto por seis aspectos: Aceptación: ser positivos con respecto a nuestra propia persona, reconociendo nuestros mejores aspectos y nuestras cualidades menos beneficiosas, y sentirnos bien por ser tal como somos. Para adoptar esta actitud necesitamos una conciencia imparcial. Crecimiento: sentir que seguimos cambiando y desarrollando nuestro potencial, que mejoramos a medida que el tiempo pasa, adoptando nuevas maneras de comprender y de ser, y aprovechando al máximo nuestros talentos. “Cada uno de ustedes es perfecto tal como es”, dijo a sus discípulos el maestro zen Suzuki Roshi. Y al añadir: “Y pueden beneficiarse de pequeñas mejoras”, reconcilió la aceptación con el crecimiento. Autonomía: pensar y actuar con independencia, libres de la presión social, utilizando nuestros propios criterios para evaluarnos. Este principio es particularmente válido en culturas como las de Australia y los Estados Unidos, individualistas si se las compara con culturas como la japonesa, en la que predomina el valor de la armonía con los demás. Dominio: sentirse competente para manejar la complejidad de la vida, aprovechar las oportunidades que se presentan y crear situaciones que concuerden con nuestras necesidades y valores. Relaciones satisfactorias: establecer relaciones con afecto, empatía y confianza, junto con mutuo cuidado y una manera saludable de dar y recibir. Propósito de vida: definir metas y creencias que orientan y dan significado a nuestra vida. Algunos filósofos sostienen que la auténtica felicidad es producto de una vida con objetivos significativos.
Daniel Goleman (Rasgos alterados: La ciencia revela cómo la meditación transforma la mente; el cerebro y el cuerpo (Spanish Edition))
Con frecuencia me descubro navegando por las redes sociales durante mi tiempo de inactividad. Si me siento aburrido aunque sea durante una fracción de segundo, tomo mi teléfono celular. Es sencillo justificar estas pequeñas distracciones diciendo cosas como «solo estoy tomando un descanso», pero si dejamos que se acumulen, pueden convertirse en un problema serio. El constante uso del pretexto «solo un minuto más» puede evitar que hagamos algo importante. (No soy un caso único. La persona promedio pasa más de dos horas al día en las redes sociales.7 Piensa qué harías si tuvieras 600 horas extra por año).
James Clear (Hábitos atómicos)
esa edad suena música en la cabeza, todo el tiempo, como si transmitiera una radio en la nuca, bajo el cráneo. Esa música un día empieza a bajar de volumen o sencillamente se detiene. Cuando eso pasa, uno deja de ser adolescente.
Mariana Enríquez (The Dangers of Smoking in Bed)
Un color invariable rige al melancólico: su interior es un espacio de color de luto; nada pasa allí, nadie pasa. Es una escena sin decorados donde el yo inerte es asistido por el yo que sufre por esa inercia. Este quisiera liberar al prisionero, pero cualquier tentativa fracasa como si hubiera fracasado Teseo si, además de ser él mismo, hubiese sido, también, el Minotauro; matarlo, entonces, habría exigido matarse. Pero hay remedios fugitivos: los placeres sexuales, por ejemplo, por un breve tiempo pueden borrar la silenciosa galería de ecos y de espejos que es el alma. mélancólica. Y más aún: hasta puede iluminar ese recinto enlutado y transformarlo en una suerte de cajita de música con figuras de vivos y alegres colores que danzan y cantan deliciosamente. Luego, cuando se acabe la cuerda, habrá que retornar a la inmovilidad y la silencio. La cajita de música no es un medio de comparación gratuito. Creo que la melan-colia es, en suma, un problema musical: una disonancia, un ritmo trastornado. Mientras afuera todo sucede con un ritmo vertiginoso de cascada, adentro hay una lentitud exhausta de gota de agua cayendo de tanto en tanto. De alli que ese afuera contemplado desde el adentro melancólico resulte absurdo e irreal y constituya "la farsa que todos tenemos que representar". Pero por un instante -sea por una música salvaje, o alguna droga, o el acto sexual en su máxima violencia, el ritmo lentísimo del melancólico no sólo llega a acordarse con el del mundo externo, sino que lo sobrepasa con una desmesura indeciblemente dichosa; y el yo vibra animado por energías delirantes.
Pizarnik Alejandra
En tiempos de guerra, la libertad y la verdad son herramientas al servicio de los intereses nacionales y estatales. La prensa debe tomar una difícil decisión: contar lo que pasa o contar lo que el Gobierno desea que suceda. En esa irremediable pugna, cuestiones como el honor, el bien común, el sentido de la responsabilidad o el interés personal se terminan aniquilando mutuamente.
María Reig (Papel y tinta)
Como decía mi padre: “lo importante no es el tiempo que uno pasa en algo, sino lo que pasa durante ese tiempo”. Cuando bajan los niveles de compromiso no solo se afecta la productividad sino que el servicio al cliente también decae. Lo único que aumenta es el ausentismo y, por razones similares, la rotación de personal.
Richard Branson (El estilo Virgin)
Puedes continuar orando de ese modo hasta que pase algo como esto: (1) se te acabe el tiempo o (2) se te acabe el salmo. Si se te acaba el salmo antes de que se te acabe el tiempo, entonces solo pasa la página y ve a otro salmo. Al hacerlo, no te faltará nada que decir y, lo mejor de todo es que nunca más dirás las mismas cosas de siempre sobre lo mismo de siempre.
Donald S. Whitney (Orando la Biblia)
Aprendí que nunca hay que dormirse sin resolver una discusión pendiente. Aprendí que no debemos mirar para atrás, excepto para aprender. Aprendí que cuando alguien aclara que se trata de principios y no del dinero, por lo general se trata del dinero. Aprendí que hay que luchar por las cosas en las que creemos. Aprendí que las personas son tan felices como deciden serlo. Aprendí que la mejor y más rápida manera de apreciar a otras personas es tratar de hacer su trabajo. Aprendí que los días pueden ser largos, pero la vida es corta. Aprendí que si tu vida está libre de fracasos, es porque no has arriesgado lo suficiente. Aprendí que es bueno estar satisfechos con lo que tenemos, pero nunca con lo que somos. Aprendí que podemos ganar un centavo en forma deshonesta, pero que más tarde este nos costará una fortuna. Aprendí que debo ganar el dinero antes de gastarlo. Aprendí que debemos apreciar a nuestros hijos por lo que son y no por lo que deseamos que sean. Aprendí que el odio es como el ácido: destruye el recipiente que lo contiene. Aprendí que planear una venganza solo permite que las personas que nos hirieron lo hagan por más tiempo. Aprendí que las personas tienen tanta prisa por lograr una “buena vida” que, con frecuencia, “la vida” pasa a su lado y no la ven. Aprendí a no dejar de mirar hacia el futuro; que todavía hay muchos buenos libros para leer, puestas de sol que ver, amigos que visitar, gente a quien amar y viejos perros con quienes pasear. Hoy aprendí que todavía tengo mucho que aprender.
Jaime Lopera (La culpa es de la vaca 1)