Ciudad Quotes

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Buscás eso que llamas la armonía, pero la buscás justo ahí donde acabás de decir que no está, entre los amigos, la familia, en la ciudad...
Julio Cortázar (Hopscotch)
Pero el amor, esa palabra... Moralista Horacio, temeroso de pasiones sin una razón de aguas hondas, desconcertado y arisco en la ciudad donde el amor se llama con todos los nombres de todas las calles, de todas las casas, de todos los pisos, de todas las habitaciones, de todas las camas, de todos los sueños, de todos los olvidos o los recuerdos. Amor mío, no te quiero por vos ni por mí ni por los dos juntos, no te quiero porque la sangre me llame a quererte, te quiero porque no sos mía, porque estás del otro lado, ahí donde me invitás a saltar y no puedo dar el salto, porque en lo más profundo de la posesión no estás en mí, no te alcanzo, no paso de tu cuerpo, de tu risa, hay horas en que me atormenta que me ames (cómo te gusta usar el verbo amar, con qué cursilería lo vas dejando caer sobre los platos y las sábanas y los autobuses), me atormenta tu amor que no me sirve de puente porque un puente no se sostiene de un solo lado...
Julio Cortázar
No estoy seguro de que yo exista, en realidad. Soy todos los autores que he leído, toda la gente que he conocido, todas las mujeres que he amado. Todas las ciudades que he visitado, todos mis antepasados...».
Jorge Luis Borges
La ciudad era papel, pero los recuerdos no
John Green (Paper Towns)
Viajar, perder ciudades, perderlos todos.
Enrique Vila-Matas (Recuerdos inventados: Primera antología personal)
Sin embargo, antes de llegar al verso final ya había comprendido que no saldría jamás de ese cuarto, pues estaba previsto que la ciudad de los espejos ( o los espejismos) sería arrasada por el viento y desterrada de la memoria de los hombres en el instante en que Aureliano Babilonio acabara de descifrar los pergaminos, y que todo lo escrito en ellos era irrepetible desde siempre y para siempre, porque las estirpes condenadas a cien años de soledad no tenian una segunda oportunidad sobre la tierra.
Gabriel García Márquez (One Hundred Years of Solitude)
Donde no hay libros hace frío. Vale para las casas, las ciudades, los países. Un frío cataclismo, un páramo de amnesia
María Elena Walsh
Quién soy en esta ciudad muerta?...No entiendo sino las cenizas.
Pablo Neruda
Da lo mismo la lengua que hables o la ropa que lleves. Hay cosas que no cambian. Las familias. Los amigos. Los enamorados. Son iguales en todas las ciudades de todos los países de todos los continentes del mundo.
Annabel Pitcher (Ketchup Clouds)
«Solo se vive una vez, pero si lo haces bien, una es suficiente». Eternamente tuyo, Bosco
Esther Sanz (La ciudad de la luna eterna (El bosque, #3))
Sólo con una ardiente paciencia conquistaremos la espléndida ciudad que dará luz, justicia y dignidad a todos los hombres. Así la poesía no habrá cantado en vano.
Pablo Neruda (Toward the Splendid City: Nobel Lecture)
En esta ciudad eterna el tiempo se detuvo hace varios siglos... Y tú y yo podemos volver a detenerlo, si quieres, durante un instante.
Esther Sanz (La ciudad de la luna eterna (El bosque, #3))
Y una a una las noches entre nuestras ciudades separadas se agregan a la noche que nos une.
Pablo Neruda
Màs vale hombre paciente que valiente, mejor dominarse que conquistar ciudades
Paramahansa Yogananda (Autobiography of a Yogi)
O comes o te comen, no hay más remedio.
Mario Vargas Llosa (La ciudad y los perros)
Las ciudades desiertas o desenterradas son incomparablemente más bellas que las vivas.
Giovanni Papini (Gog / El libro negro)
—Adónde vamos? La sonrisa de Rhys se ensanchó cada vez más. —A Velaris, la Ciudad de la Luz de las Estrellas. –Capítulo 13, pág. 129
Sarah J. Maas (A Court of Mist and Fury (A Court of Thorns and Roses, #2))
Es difícil encariñarse con algo que no desciende nunca de su pedestal.
Victoria Álvarez (La ciudad de las sombras (Helena Lennox, #1))
Dicen que el vértigo es, en realidad, una atracción fatal hacia el abismo, que es la muerte quien nos llama para sellar nuestro destino.
Esther Sanz (La ciudad de la luna eterna (El bosque, #3))
—Tuve un buen maestro. —Y yo una alumna inmejorable.
Joana Marcús (Trilogía Fuego 1. Ciudades de humo)
Apoderarse de un corazón que no está acostumbrado a los ataques es entrar en una ciudad abierta y sin guarnición.
Alexandre Dumas (La Dama de las Camelias (Spanish Edition))
Somos todas las piezas de lo que recordamos. Tenemos en nosotros mismos las esperanzas y los temores de quienes nos aman. Mientras hay amor y memoria, no hay verdadera pérdida.- Tessa
Cassandra Clare (City of Heavenly Fire (The Mortal Instruments, #6))
...pero tenía la impresión de haber soñado dos ciudades perdidas: literalmente: ciudades perdidas dentro de otras ciudades perdidas, deambulando todas sobre una superficie impenetrable
Yuri Herrera (Señales que precederán al fin del mundo)
Eres heterosexual y tienes bajas expectativas de las figuras paternales. —Probablemente pondrán eso en mi lápida “Era Heterosexual y Tenía Bajas Expectativas.
Cassandra Clare (City of Heavenly Fire (The Mortal Instruments, #6))
Si no puedo convencer al cielo, moveré a los infiernos.
Cassandra Clare (City of Lost Souls (The Mortal Instruments, #5))
Se dio cuenta de que su vida se parecía tanto a la ciudad en hora pico: ambas estaban a punto de estallar
María Fernanda Heredia (La lluvia sabe por qué)
Querida nunca conseguirás gustarle a todo el mundo, ni en París ni en tu ciudad natal. La opinión de un desconocido debería traerte sin cuidado
Victoria Álvarez (La voz de Amunet)
-Si lo que pretendes es suicidarte, adelante. Pero la muerte es un lugar sumamente aburrido, te lo advierto. Está lleno de estatuas mal hechas, ciudades nauseabundas y viejas chifladas. Hector se giró hacia la voz, aturdido al reconocerla. -No te miento. Vengo de allí.
José Antonio Cotrina (La sombra de la luna (El ciclo de la luna roja, #3))
La eternidad es demasiado larga para convertirla en una condena.
Esther Sanz (La ciudad de la luna eterna (El bosque, #3))
Los zorros del desierto de Sechura aúllan como demonios cuando llega la noche; ¿sabes por qué?: para quebrar el silencio que los aterroriza.
Mario Vargas Llosa (La ciudad y los perros)
-Kat- Pronunció mi nombre como si fuera una especie de oración, y luego me dio un beso en la piel detrás de la oreja-. Rompí todas las reglas de mi clase por sanarte y mantenerte conmigo. Me casé contigo y quemé toda una ciudad para mantenerte a salvo. He matado por ti. ¿Crees que iba a olvidar lo que significas para mi? ¿Que nada en este mundo; en cualquier mundo; sería más fuerte que mi amor por ti?
Jennifer L. Armentrout (Opposition (Lux, #5))
Lo tocó murmurando la letra, con el violín bañado en lágrimas, y con una inspiración tan intensa que a los primeros compases empezaron a ladrar los perros de la calle, y luego los de la ciudad, pero después se fueron callando poco a poco por el hechizo de la música, y el valse terminó con un silencio sobrenatural. El balcón no se abrió, ni nadie se asomó a la calle, ni siquiera el sereno que casi siempre acudía con su candil tratando de medrar con las migajas de las serenatas. El acto fue un conjuro de alivio para Florentino Ariza, pues cuando guardó el violin en el estuche y se alejó por las calles muertas sin mirar hacia atrás, no sentía ya que iba la mañana siguinte, sino que se había ido desde hacía muchos años con la disposición irrevocable de no volver jamás.
Gabriel García Márquez
No intentes enterrar el dolor: se extenderá a través de la tierra, bajo tus pies; se filtrará en el agua que hayas de beber y te envenenará la sangre. Las heridas se cierran, pero siempre quedan cicatrices más o menos visibles que volverán a molestar cuando cambie el tiempo, recordándote en la piel su existencia, y con ella el golpe que las originó. Y el recuerdo del golpe afectará a decisiones futuras, creará miedos inútiles y tristezas arrastradas, y tú crecerás como una criatura apagada y cobarde. ¿Para qué intentar huir y dejar atrás la ciudad donde caíste? ¿Por la vana esperanza de que en otro lugar, en un clima más benigno, ya no te dolerán las cicatrices y beberás un agua más limpia? A tu alrededor se alzarán las mismas ruinas de tu vida, porque allá donde vayas llevarás a la ciudad contigo. No hay tierra nueva ni mar nuevo, la vida que has malogrado malograda queda en cualquier parte del mundo.
Lucía Etxebarria (Beatriz y los cuerpos celestes)
El Distrito Federal es una ciudad que tiene origen de quimera, sacada del agua, levantada sobre el agua. Los mexicanos viven sobre lo inestable, trampa, marisma y pantano a la vez. Aquí lo real y lo irreal se confunden.
Elena Poniatowska
Todas las chicas tienen el corazón roto. Las carreteras están atascadas durante el fin de semana. Todo el mundo quiere estar lejos de donde ha nacido. Al menos el viernes por la noche. Los bares ya no dan dos por una y en esta ciudad tienes que ganar mucho para poder beber en el centro. Los camareros han enterrado sus sonrisas porque es viernes por la noche y la gente coge todo lo que brilla. Con o sin permiso. Las niñas bonitas siempre son las que están más tristes porque saben que hay más tipos dispuestos a hacerles daño. Las niñas feas se dejan ir y bailan toda la noche solas, o unas con otras y no tienen suerte ni atrayendo las desgracias. Los tíos con coche juegan con los dados trucados y los que tienen dinero nos están viendo a todos las cartas. Las madres no duermen en toda la noche porque saben que duele pero también saben que no hay nada mejor y no acaban de decidir qué es lo más peligroso. No hay nadie que no dispare el viernes por la noche, ni hay quien esquive los disparos. Sé que no puedo esperar que estés siempre sola, lo único que te pido es que no te lo creas todo. No te fíes de los anillos de oro, ni de las carrozas de plata. Todos mentimos bien los viernes por la noche.
Ray Loriga (Héroes)
Lo sublime debe ser efímero, como la propia existencia, insignificante en el universo y, aun así, tan valiosa para el alma.
Esther Sanz (La ciudad de la luna eterna (El bosque, #3))
El amor para mí es como el aire, no se le puede poner barreras, ni limitar entre dos personas.
Esther Sanz (La ciudad de la luna eterna (El bosque, #3))
Algunos turistas creen que Amsterdam es la ciudad del pecado, pero en realidad es la ciudad de la libertad. Y en la libertad casi todos encuentran el pecado.
John Green (Bajo la misma estrella)
-a Veracruz lo llaman el "Jardín de Aclimatación": si sobrevives en esa ciudad, sobrevives en cualquier lugar de México-.
Fernando del Paso (Noticias del Imperio)
En otras ciudades, la gente inteligente sale y hace dinero. En Dublín, la gente inteligente se queda en casa y hace libros". -Anne Enright
Santiago Posteguillo
Se acabó esa ciudad. Terminó aquel país. No hay memoria del México de aquellos años. Y a nadie le importa: de ese horror quién puede tener nostalgia
José Emilio Pacheco
Y de alguna forma sentía que pasar tanto tiempo rodeada de fantasmas me había convertido en uno. Invisible para todo el mundo menos para mí, y tan real como una ciudad en llamas, gritando mientras ardo sin que nadie me oiga porque ya no queda nadie.
Beatriz Esteban (Las voces del lago)
Los humanos podemos resultar difíciles cuando sufrimos por un ser querido
Cassandra Clare (City of Fallen Angels (The Mortal Instruments, #4))
No hay modo de fingir. Te amo y te amaré hasta que muera, y si hay una vida después de ésta te amaré aun entonces.
Cassandra Clare (City of Glass (The Mortal Instruments, #3))
Solo quien olvida el amor puede ser inmune a la belleza.
Esther Sanz (La ciudad de la luna eterna (El bosque, #3))
Los edificios y los adoquines y las escaleras y los callejones y las iglesias y los parques…, todo, la ciudad entera, nos perteneció por un precioso instante que era largo y ancho y, Stu, lo llenamos hasta el último resquicio. Aquello era vivir. Vivir de verdad
Annabel Pitcher (Ketchup Clouds)
Casi el 12 por ciento de la masa continental del planeta está cultivada, mientras que solo el 3 por ciento está ocupado por ciudades grandes o pequeñas. Si incluimos también los pastizales, la cantidad de tierra del planeta dedicada a la producción de alimento humano es más de la tercera parte de su superficie terrestre.
Alan Weisman (El mundo sin nosotros (Spanish Edition))
Me llamo Kvothe, que se pronuncia «cuouz». Los nombres son importantes porque dicen mucho sobre la persona. He tenido más nombres de los que nadie merece. Los Adem me llaman Maedre. Que, según como se pronuncie, puede significar la Llama, el Trueno o el Árbol Partido Mi primer mentor me llamaba E’lir porque yo era listo y lo sabía. Mi primera amante me llamaba Dulator porque le gustaba cómo sonaba. Me han llamado Kvothe el Sin Sangre, Kvothe el Arcano y Kvothe el Asesino de Reyes. Todos esos nombres me los he ganado. Los he comprado y he pagado por ellos. Pero crecí siendo Kvothe. Una vez mi padre me dijo que significaba «saber». He robado princesas a reyes agónicos. Incendié la ciudad de Trebon. He pasado la noche con Felurian y he despertado vivo y cuerdo. Me expulsaron de la Universidad a una edad a la que a la mayoría todavía no los dejan entrar. He recorrido de noche caminos de los que otros no se atreven a hablar ni siquiera de día. He hablado con dioses, he amado a mujeres y he escrito canciones que hacen llorar a los bardos. Quizá hayas oído hablar de mí.
Patrick Rothfuss (The Name of the Wind (The Kingkiller Chronicle, #1))
La observación, no sólo el amor, nos hace dueños de las cosas, de las ciudades que hemos visitado, de las historias que hemos vivido, de la gente, de todo. Todas las cosas por las que has pasado sin indiferencia, con atención, son tuyas. Las puedes convocar cuando te dé la gana.
Milena Busquets (También esto pasará)
Meter todos los millones de kilómetros cuadrados de mares, de bosques, todas las cordilleras de la Tierra, todos los ríos, las ciudades y todos los países en un espacio tan minúsculo era un milagro sólo al alcance de un libro.
Antonio Iturbe (La bibliotecaria de Auschwitz)
-Tendría que haber caído yo -me había dicho él al verme así-. Quizá entonces no estarías tan triste. -Si hubieras caído tú, en lugar de Bosco, ahora no estaría rastreando el bosque. Habría ido a buscarte a la eternidad." Robin y Clara
Esther Sanz (La ciudad de la luna eterna (El bosque, #3))
Entre el lenguaje, ser por naturaleza social, y el escritor, que sólo engendra en la soledad, se establece así una relación muy extraña: gracias al escritor el lenguaje amorfo, horizontal, se yergue e individualiza; gracias al lenguaje, el escritor moderno, rotas las otras vías de comunicación con su pueblo y su tiempo, participa en la vida de la Ciudad.
Octavio Paz (El laberinto de la soledad - Postdata - Vuelta a "El laberinto de la soledad")
Margo no era un milagro. Ella no era una aventura. No era una cosa bella y preciosa. Era una chica.
John Green (Paper Towns)
There are two ways to lose you sanity in Juarez. One is to believe the violence results from a cartel war. The other is to claim to understand what is behind each murder.
Charles Bowden (Murder City: Ciudad Juárez and the Global Economy's New Killing Fields)
Notaba las cicatrices de ella bajo los dedos, y quiso decirle que para él eran como adornos, testimonios de su valentía que sólo la hacían más hermosa.
Cassandra Clare (City of Lost Souls (The Mortal Instruments, #5))
A veces la memoria clava chinchetas en momentos triviales del pasado y los fija para siempre, aunque "para siempre" parezca mucho tiempo.
Eva García Sáenz (El silencio de la ciudad blanca (La trilogía de La ciudad blanca, #1))
El mundo se vuelve cruel cuando suficiente gente buena deja de intentar impedirlo
Joana Marcús (Ciudades de fuego (Trilogía Fuego, 3))
Ya saben: se puede estar solo en una fiesta de declarados amigos, en un asado familiar, en una mesa ruidosa de ex compañeras del secundario; se puede estar sola en la ciudad -a todas nos ha pasado-aunque todos los flacos te miren y te murmuren cosas cuando pasás. Pero, ¿saben que? también estamos solas cuando al amor lo encontramos online: lo leemos, lo sentimos, pero no lo vemos. Cuando las pruebas sólo son escritas, duele.
Cielo Latini (Chubasco)
Mi cuarto esta oscuro, y Etienne envuelve sus brazos a mi alrededor. Escuchamos a la cantante de ópera en un silencio tranquilo. Estoy sorprendida por lo mucho que extrañare Francia. Atlanta fue casa por casi diesiocho años e incluso cuando solo he estado en Paris por los últimos nueve meses, me ha cambiado. Tengo una ciudad entera que conocer el año que viene pero no estoy asustada. Porqué tenía razón. Para nosotros dos, casa no es un lugar. Es una persona. Y finalmente estamos en casa.
Stephanie Perkins
Augustus Waters fue el Alcalde de la Ciudad Secreta de Cancerlandia, y no es reemplazable comenzó Isaac. Otras personas serán capaces de contar historias divertidas sobre Gus, porque era un tipo divertido, pero déjenme contarles una seria: Un día después de que me extirparan mi ojo, Gus se presentó en el hospital. Yo estaba ciego y con el corazón roto y no quería hacer nada y Gus irrumpió en mi habitación y gritó: “¡Tengo una noticia maravillosa!” Y yo dije algo como: “Realmente no quiero escuchar una noticia maravillosa en este momento”, y Gus dijo: “Esta es una noticia maravillosa que quieres escuchar”, y yo le pregunté: “Bien, ¿cuál es?” y él dijo: “¡Vas a vivir una buena y larga vida llena de momentos grandiosos y terribles que ni siquiera puedes imaginar todavía!
John Green (The Fault in Our Stars)
Desde aquí no se ve el óxido, la pintura cayéndose y todo eso, pero ves lo que es realmente. Ves lo falso que es todo. Ni siquiera es duro como el plástico. Es una ciudad de papel. Mírala, Q, mira todos esos callejones, esas calles que giran sobre sí mismas, todas las casas que construyeron para que acaben desmoronándose. Toda esa gente de papel que vive en sus casas de papel y queman el futuro para calentarse. Todos los chicos de papel bebiendo cerveza que algún imbécil les ha comprado en una tienda de papel. Todo el mundo enloquecido por la manía de poseer cosas. Todas las cosas débiles y frágiles como el papel. Y todas las personas también. He vivido aquí dieciocho años y ni una sola vez en la vida me he encontrado con alguien que se preocupe por lo que de verdad importa.
John Green (Paper Towns)
Tenemos miedos. Todos tenemos miedos, aunque lo bueno de esta vida es que casi nadie nos pregunta cuáles son los nuestros. Los intuyen, los huele, se encuentran con ellos en un día en un aeropuerto, en medio de una calle oscura, al subir a un autobús en una ciudad desconocida… Y de repente se dan cuenta de que somos miedosos al volar, a la oscuridad, a que nos roben o a amar y entregar en el sexo parte de nosotros
Albert Espinosa (Todo lo que podríamos haber sido tú y yo si no fuéramos tú y yo)
De entre todas las frutas amargas de la vida, la muerte no es, ni con mucho, la peor. Lo malo es vivir lejos de una misma, que es como vivo yo desde hace años, desde que me trasladé a esta ciudad que no existe y que, sin embargo, se llama Madrid. Madrid no existe, pues; es un sueño provocado por una enfermedad, por unas medicinas que tomamos para combatir alguna enfermedad. Todos los que estamos en Madrid no existimos.
Juan José Millás (La soledad era esto)
لە شەوێکی دڵگیر هیچ شتێک زۆرتر لە خوێندنی کتێبێکی باش مرۆڤ هێور ناکاتەوە، نە سەیرکردنی فیلم و نە گوێگرتن لە مۆسیقا. بخەوی و بخوێنی و بێخەیاڵی عالەم و ئادەم و دنیا بیت.
Mario Vargas Llosa (La ciudad y los perros)
Quiero que sepa quién he sido de verdad, no lo que me obligaron a ser.
Joana Marcús (Ciudades de fuego (Fuego, #3))
Hay libros que tenemos a nuestro lado veinte años sin leerlos, libros de los que no nos alejamos, que llevamos de una ciudad a otra, de un país a otro, cuidadosamente empaquetados, aunque haya muy poco sitio, y que tal vez hojeamos en el momento de sacarlos de la maleta; sin embargo, nos guardamos muy bien de leer aunque sólo sea una frase completa. Luego, al cabo de veinte años, llega un momento en el que, de repente, como si estuviéramos bajo la presión de un imperativo superior, no podemos hacer otra cosa que coger un libro de estos y leerlo de un tirón, de cabo a rabo: este libro actúa como una revelación. En aquel momento sabemos por qué le hemos hecho tanto caso. Tenía que ocupar sitio; tenía que ser una carga, y ahora ha llegado a la meta de su viaje; ahora levanta su vuelo; ahora ilumina los veinte años transcurridos en los que ha vivido mudo a nuestro lado. No hubiera podido decir tantas cosas si no hubiera estado mudo durante este tiempo, y qué imbécil se atrevería a afirmar que en el libro hubo siempre lo mismo.
Elias Canetti
Podía soportar la soledad y las humillaciones que conocía desde niño y sólo herían su espíritu: lo horrible era el encierro, esa gran soledad exterior que no elegía, que alguien le arrojaba encima como una camisa de fuerza.
Mario Vargas Llosa (La ciudad y los perros)
Las macrópolis han perdido su centro, el núcleo lógico del que una vez salieron. En Tokio, Roland Barthes experimentó la fascinación del vacío central: la ciudad como constante orilla. Los habitantes del Distrito Federal conocemos este asombro; el paisaje nos excede en tal medida que la única forma de cohesionarlo, de darle sentido, es ir de un lado a otro: funciona porque es atravesado.
Juan Villoro
Una ciudad de papel para una chica de papel [...]. Miraba hacia abajo y pensaba que yo era de papel. Yo era la persona débil y plegable, no los demás. Y esa es la cuestión. A la gente le encanta la idea de una chica de papel. Siempre le ha encantado. Y lo peor es que a mí me encantaba también. Lo cultivaba, ¿sabes?
John Green (Paper Towns)
A pesar de que estoy en el mismo lugar, casi a la misma hora e incluso en el asiento de siempre, cada día es diferente. Cada día vivo una aventura distinta, conozco a alguien nuevo, visito ciudades en las que nunca he estado y, a veces, incluso viajo a mundo inexistentes que a mí me parecen de los más reales. Es tan extraño como mágico poder visitar otros universos pasando páginas y páginas sin dejar de leer.
Esmeralda Verdú (Besos entre líneas)
Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos, la edad de la sabiduría, y también de la locura; la época de las creencias y de la incredulidad; la era de la luz y de las tinieblas; la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación. Todo lo poseíamos, pero no teníamos nada;
Charles Dickens (Historia de dos ciudades)
—Tal vez siempre has sido sabio —dijo Jace—. Recuerdo que cuando te pregunté si querías ser mi parabatai, tú me dijiste que necesitabas un día para pensar en ello. Y luego volviste y dijiste que sí, y cuando te pregunté por qué accediste a hacerlo, dijiste que era porque necesitaba a alguien que me cuidara. Tenías razón. Nunca pensé en ello de nuevo, porque nunca tuve que hacerlo. Te tengo, y siempre has cuidado de mí. Siempre —No —dijo Alec—. No hables así. —No ¿Por qué? —Porque —dijo Alec—. Así es como la gente habla cuando piensan que van a morir
Cassandra Clare (City of Heavenly Fire (The Mortal Instruments, #6))
Extraviados en sí mismos, ignoraban que una vida no basta para descubrir los infinitos sabores de la menta, las luces de una noche o la multitud de colores de que están hechos los colores. Una generación sucede a la otra, y cada una repite los actos de la anterior. Sólo un instante antes de morir descubren que era posible soñar y dibujar el mundo a su manera, para luego despertar y empezar un dibujo diferente. Y descubren también que hubo un tiempo en que pudieron poseer el viaje inmóvil de los árboles y la navegación de las estrellas, y recuerdan el lenguaje cifrado de los animales y las ciudades abiertas en el aire por los pájaros. Durante unos segundos vuelven a las horas que guardan su infancia y el olor de las hierbas, pero ya es tarde y tienen que decir adiós y descubren que en un rincón está su vida esperándoles y sus ojos se abren al paisaje sombrío de sus disputas y sus crímenes y se van asombrados del dibujo que hicieron con sus años. Y viven otras generaciones a repetir sus mismos gestos y su mismo asombro final.
Elena Garro (Los recuerdos del porvenir)
pensé en todos los que habitan en las ciudades y en quienes van de una ciudad a otra, de un país a otro, de un planeta a otro planeta, como si en algún lado las cosas fueran a ser mejor, como si en algún lado uno pudiera sacarse los zapatos, y sin temer nunca más, equilibrado en su destino, manejándolo en el puño, palpando directamente el valor y la gallardía en los latidos calientes de la esperanza, decir aquí me quedo y nada me moverá
Antonio Skármeta
La manera en la que piensas de una persona no es como ellos realmente son.
John Green (Paper Towns)
Que engañoso creer que una persona es algo más que una persona.
John Green (Paper Towns)
—[...] me imaginaba teniéndote a mi lado durante cincuenta o sesenta años más. Pensé que entonces estaría preparado para abandonarte. Pero se trata de ti, y ahora me doy cuenta de que nunca estaré más preparado para perderte de lo que lo estoy ahora. Y no lo estoy en absoluto.
Cassandra Clare (City of Fallen Angels (The Mortal Instruments, #4))
Pero no olvide tampoco que lo primero que se aprende en el Ejército es a ser hombres. Los hombres fuman, se emborrachan, tiran contra, culean. Los cadetes saben que, si son descubiertos, se les expulsa. Ya han salido varios. Para hacerse hombre hay que correr riesgo, hay que ser audaz. Eso es el Ejército, Gamboa, no sólo la disciplina.
Mario Vargas Llosa (La ciudad y los perros)
ما عساى فاعل و أنا داخل هذا القفص سوى القراءة ؟ فى القراءة و التفكير أقتل الساعات و الأيام . أحيانا تكتسبى افكارى قوة كبيرة حتى إننى أصاب بالذعر و فى أحيان أخرى ، يتملكنى كدر لا سبب له ، و يبدو لى أننى داخل حلم فأصحو منه غارقا فى كربى ، و أحيانا أجهش بالبكاء بلا مقدمات و يستمر البكاء ساعات فلا استطيع كبحه
إدواردو ميندوثا (La ciudad de los prodigios)
Quisiera- dijo, sin mirarla a ella sino al suelo- poder decir lo adecuado, hacer lo adecuado, para que fuera más fácil para ti. Sea lo que sea que quieras de mí, quiero hacerlo. Quiero estar aquí para ti de cualquier forma que sea la mejor para ti, Clary.
Cassandra Clare (City of Heavenly Fire (The Mortal Instruments, #6))
Siempre he envidiado la capacidad de olvidar que tienen algunas personas par alas cuales el pasado es como una muda de temporada o unos zapatos viejos a los que basta condenar en el fondo de un armario para que sean incapaces de rehacer los pasos perdidos.
Carlos Ruiz Zafón (La Ciudad de Vapor)
Durante un siglo, mi vida fue una repetición continua, una sucesión exacta de días, estaciones y años... Pero llegaste tú y todo cambió. Hace un año, no podía imaginar el mundo más allá de mi bosque, y ahora todo un universo de posibilidades se abre ante mí.
Esther Sanz (La ciudad de la luna eterna (El bosque, #3))
La noche se cierra, al filo de la una y media o de las dos de la madrugada, sobre el extraño corazón de la ciudad. Miles de hombres se duermen abrazados a sus mujeres sin pensar en el duro, en el cruel día que quizás les espere, agazapados como un gato montés, dentro de tan pocas horas. Cientos y cientos de bachilleres caen en el íntimo, en el sublime y delicadísimo vicio solitario. Y algunas docenas de muchachas esperan —¿qué esperan, Dios mío?, ¿por qué las tienes tan engañadas?— con la mente llena de dorados sueños…
Camilo José Cela (La Colmena)
¡Ah, es difícil encontrar esa huella de Dios en medio de esta vida que llevamos, en medio de este siglo tan contentadizo, tan burgués, tan falto de espiritualidad, a la vista de estas arquitecturas, de esta política, de estos hombres! ¿Cómo no había yo de ser un lobo estepario y un pobre anacoreta en medio de un mundo, ninguno de cuyos fines comparto, ninguno de cuyos placeres me llama la atención? No puedo aguantar mucho tiempo ni en un teatro ni en un cine, apenas puedo leer un periódico, rara vez un libro moderno; no puedo comprender qué clase de placer y de alegría buscan los hombres en los hoteles y en los ferrocarriles totalmente llenos, en los cafés repletos de gente oyendo una música fastidiosa y pesada; en los bares y varietés de las elegantes ciudades lujosas, en las exposiciones universales, en las carreras, en las conferencias para los necesitados de ilustración, en los grandes lugares de deportes[...] Y lo que, por el contrario, me sucede a mí en las raras horas de placer, lo que para mí es delicia, suceso, elevación y éxtasis, eso no lo conoce, ni lo ama, ni lo busca el mundo más que si acaso en las novelas; en la vida, lo considera una locura.
Hermann Hesse (Steppenwolf)
Esto es, después de todo, el punto. No sabes qué va a pasar si derribas los muros, no puedes ver a través del otro lado, no sabes si va a llevar a la libertad o a la ruina, la resolución o el caos. Podría ser un paraíso o la destrucción. Derriba los muros. De lo contrario, debes vivir de cerca, en el miedo, construyendo vallas contra lo desconocido, diciendo oraciones contra la oscuridad, hablando versos de terror y opresión. De lo contrario quizás nunca conozcas el infierno, pero no vas a encontrar el cielo, tampoco. No vas a saber sobre el aire fresco y volar. Todos ustedes, donde quiera que estén: en sus ciudades espinosas, o sus pueblos de un solo bulto. Encuéntrala, la cosa sólida, los lazos de metal y la grieta, los fragmentos de piedra llenando tu estómago. Y tira, y tira, y tira. Haré un pacto contigo: yo lo haré si tú lo haces, siempre y para siempre. Derriba los muros.
Lauren Oliver (Requiem (Delirium, #3))
—Lo haré. Lo haré porque no me queda más alternativa. Pero no lo haré para cumplir tu sueño, hechicera —hizo un gesto despectivo hacia la Rocavarancolia que aquella mujer había construido en su interior—. No me interesa esta ciudad. No es la mía ni lo será nunca. Lo haré por venganza. Lo haré por justa ira. ¿Estás contenta, Dama Loca? —quiso saber—. Haré lo que deseas. —Pero por los motivos equivocados. —¿Y dónde está la diferencia? —preguntó él.
José Antonio Cotrina (La sombra de la luna (El ciclo de la luna roja, #3))
«Me gustaría saber», se dijo, «qué pasa realmente en un libro cuando está cerrado. Naturalmente, dentro hay sólo letras impresas sobre el papel, pero sin embargo… Algo debe de pasar, porque cuando lo abro aparece de pronto una historia entera. Dentro hay personas que no conozco todavía, y todas las aventuras, hazañas y peleas posibles… y a veces se producen tormentas en el mar o se llega a países o ciudades exóticos. Todo eso está en el libro de algún modo. Para vivirlo hay que leerlo, eso está claro. Pero está dentro ya antes. Me gustaría saber de qué modo».
Michael Ende (La historia interminable)
Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos, la edad de la sabiduría, y también de la locura; la época de las creencias y de la incredulidad; la era de la luz y de las tinieblas; la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación.
Charles Dickens (Historia de dos ciudades)
un hecho maravilloso y digno de reflexionar sobre él, que cada uno de los seres humanos es un profundo secreto para los demás. A veces, cuando entro de noche en una ciudad, no puedo menos de pensar que cada una de aquellas casas envueltas en la sombra guarda su propio secreto; que cada una de las habitaciones de cada una de ellas encierra, también, su secreto; que cada corazón que late en los centenares de millares de pechos que allí hay, es, en ciertas cosas, un secreto para el corazón que más cerca de él late.
Charles Dickens (Historia de dos ciudades)
—¿Y el amor? —intervine algo cohibida—. Amar implica a veces renunciar a cosas. —Eso no es amor, querida... Alicia. —La voz de Morelli sonó increíblemente dulce —. Es falta de imaginación. El amor no sabe de sacrificios. Eso que llaman fidelidad no es más que una renuncia al amor más profundo. Una forma de sumisión de nuestra naturaleza libre. Las personas que solo aman una vez en la vida son unas superficiales... O unas fracasadas. No entienden la profundidad del amor y de la propia belleza.
Esther Sanz (La ciudad de la luna eterna (El bosque, #3))
Al llegar a cada nueva ciudad el viajero encuentra un pasado suyo que ya no sabia que tenia: la extrañeza de los que no eres o no posees mas, te espera al paso en los lugares extraños y no poseidos. Marco [Polo] entra en una ciudad: ve a alguien que vive en una plaza una vida o un instante que podrian ser suyos; en el lugar de aquel hombre ahora hubiera podido estar el si se hubiese detenido en el tiempo mucho tiempo antes, o bien si mucho tiempo antes, en una encrucijada, en vez de tomar por un camino hubiese tomado por el opuesto y al cabo de una larga vuelta hubiera ido a encontrarse en el luhar de aquel hombre en aquella plaza. En adelante, de aquel pasado suyo verdadero o hipotetico, el queda excluido; no puede detenerse; debe continuar hasta otra ciudad donde lo espera otro pasado suyo, o algo que quizas habia sido un posible futuro y ahora es el presente de algun otro. Los futuros no realizados son solo ramas del pasado: ramas secas. -¿Viajas para revivir tu pasado?-era en ese momento la pregunta del Kan, que podia tambien formularse asi: ¿Viajas para encontrar tu futuro? Y la respuesta de Marco: -El otro lado es un espejo en negativo. El viajero reconoce lo poco que es suyo al descubrir lo mucho que no ha tenido y no tendra.
Italo Calvino (Invisible Cities)
Pero el amor, esa palabra… Moralista Horacio, temeroso de pasiones sin una razón de aguas hondas, desconcertado y arisco en la ciudad donde el amor se llama con todos los nombres de todas las calles, de todas las casas, de todos los pisos, de todas las habitaciones, de todas las camas, de todos los sueños, de todos los olvidos o los recuerdos. Amor mío, no te quiero por vos ni por mí ni por los dos juntos, no te quiero porque la sangre me llame a quererte, te quiero porque no sos mía, porque estás del otro lado, ahí donde me invitás a saltar y no puedo dar el salto, porque en lo más profundo de la posesión no estás en mí, no te alcanzo, no paso de tu cuerpo, de tu risa, hay horas en que me atormenta que me ames (cómo te gusta usar el verbo amar, con qué cursilería lo vas dejando caer sobre los platos y las sábanas y los autobuses), me atormenta tu amor que no me sirve de puente porque un puente no se sostiene de un solo lado, jamás Wright ni Le Corbusier van a hacer un puente sostenido de un solo lado, y no me mires con esos ojos de pájaro, para vos la operación del amor es tan sencilla, te curarás antes que yo y eso que me querés como yo no te quiero. Claro que te curarás, porque vivís en la salud, después de mí será cualquier otro, eso se cambia como los corpiños. Tan triste oyendo al cínico Horacio que quiere un amor pasaporte, amor pasamontañas, amor llave, amor revólver, amor que le dé los mil ojos de Argos, la ubicuidad, el silencio desde donde la música es posible, la raíz desde donde se podría empezar a tejer una lengua. Y es tonto porque todo eso duerme un poco en vos, no habría más que sumergirte en un vaso de agua como una flor japonesa y poco a poco empezarían a brotar los pétalos coloreados, se hincharían las formas combadas, crecería la hermosura. Dadora de infinito, yo no sé tomar, perdoname. Me estás alcanzando una manzana y yo he dejado los dientes en la mesa de luz. Stop, ya está bien así. También puedo ser grosero, fijate. Pero fijate bien, porque no es gratuito. ¿Por qué stop? Por miedo de empezar las fabricaciones, son tan fáciles. Sacás una idea de ahí, un sentimiento del otro estante, los atás con ayuda de palabras, perras negras, y resulta que te quiero. Total parcial: te quiero. Total general: te amo. Así viven muchos amigos míos, sin hablar de un tío y dos primos, convencidos del amor-que-sienten-por-sus-esposas. De la palabra a los actos, che; en general sin verba no hay res. Lo que mucha gente llama amar consiste en elegir a una mujer y casarse con ella. La eligen, te lo juro, los he visto. Como si se pudiese elegir en el amor, como si no fuera un rayo que te parte los huesos y te deja estaqueado en la mitad del patio. Vos dirás que la eligen porque-la-aman, yo creo que es al verse. A Beatriz no se la elige, a Julieta no se la elige. Vos no elegís la lluvia que te va a calar hasta los huesos cuando salís de un concierto.
Julio Cortázar
—No hice un pastel —repitió Alec, gesticulando expresivamente con una mano—, por tres razones. Uno, porque no tengo ningún ingrediente para hacer el pastel. Dos, porque yo en realidad no sé cómo hacer un pastel. Hizo una pausa, claramente esperando. Removiendo su espada e inclinándose contra la pared de la cueva, Jace dijo con cautela: —¿Y tres? —Porque no soy tu zorra —respondió Alec, claramente complacido consigo mismo.
Cassandra Clare (City of Heavenly Fire (The Mortal Instruments, #6))
Se necesitan políticas para un crecimiento sostenible, equitativo y democrático. Esta es la razón del desarrollo. El desarrollo no consiste en ayudar a unos pocos individuos a enriquecerse o en crear un puñado de absurdas industrias protegidas que solo benefician a la elite del país; no consiste en traer a Prada y Benetton, Ralph Lauren o Louis Vuitton para los ricos de las ciudades, abandonando a los pobres del campo de su miseria. El que se pudieran comprar bolsos de Gucci en los grandes almacenes de Moscú no significo que el país se había vuelto una economía de mercado. El desarrollo consiste en transformar las sociedades, mejorar las vidas de los pobres, permitir que todos tengan la oportunidad de salir adelante y acceder a la salud y a la educación. Este tipo de desarrollo no tendrá lugar si sólo unos pocos dictan las políticas que deberá seguir un país. Conseguir que se tomen decisiones democráticas quiere decir garantizar que un abanico de economistas, funcionarios y expertos de los países en desarrollo estén activamente involucrados en el debate. También implica una amplia participación que va bastante más allá de los expertos y los políticos. Los países en desarrollo deben tomar las riendas de su propio porvenir. Pero nosotros en occidente no podemos eludir nuestras responsabilidades
Joseph E. Stiglitz
El romance hablaba de cierto brujo y cierta poetisa. De cómo el brujo y la poetisa se conocieron a la orilla del mar, entre los chillidos de las gaviotas; cómo se enamoraron desde el primer momento. De cuán hermoso y fuerte era su amor. De que nada, ni siquiera la muerte, sería capaz de destruir aquel amor ni de separarlos. Jaskier sabía que pocas personas creerían la historia que contaba el romance, pero no se preocupó por ello. Sabía que los romances no se escriben para que se crea en ellos, sino para emocionar. Algunos años después, Jaskier podría haber cambiado el contenido del romance, haber escrito sobre lo que sucedió en realidad. No lo hizo. La verdadera historia no hubiera emocionado a nadie. ¿Quién querría escuchar que el brujo y Ojazos se separaron y no se volvieron a ver nunca más, ni una sola vez? ¿Que cuatro años más tarde Ojazos murió de viruela durante una epidemia que asoló Wyzima? ¿Que él, Jaskier, la sacó en sus brazos de entre los cadáveres quemados en las hogueras y la enterró lejos de la ciudad, en el bosque, sola y tranquila, y junto con ella, tal y como había pedido, dos cosas: su laúd y su perla celeste? Una perla de la que nunca se separó.
Andrzej Sapkowski (Krew elfów (Saga o Wiedźminie, #1))
الواقع الذى يحيط بنا ليس سوى ستارة ملونة وفى الجانب الاخر من هذه الستارة لا توجد حياة اخرى وانما هى الحياة نفسها فليس الغيب الا ذلك الجانب الاخر من الستارة وعندما ندقق النظر فى الستارة لا نرى الجانب الاخر الذى هو الشىء نفسه وعندما ندرك ان الواقع ليس سوى ظاهرة بصرية فاننا نتمكن من اجتياز هذه الستارة الملونة وحين نجتاز تلك الستارة الملونة نجد انفسنا فى عالم اخر مماثل لهذا وفى ذلك العالم يوجد كذلك من ماتوا ومن لم يولدا بعد ولكننا لانراهم الان لانهم مفصولون عنا بالستارة الملونة التى نخلط بينها وبين الواقع وما ان يتم اجتياز هذه الستارة فى احد الاتجاهات حتى يصبح من السهل جدا اجتيازها دوما فى الاتجاه نفسه وفى الاتجاه المعاكس ايضا
Eduardo Mendoza (La ciudad de los prodigios)
Entonces", dice mientras íbamos por la carretera principal, el rompe el silencio, "he estado pensando." "¿Sí?" Él asintió "Realmente necesitas salir conmigo." Parpadeé. "¿Perdona?" "Ya sabes. Tú, yo. Un restaurante o una película. Juntos" Él me mira otra vez, cambia de velocidad. "¿Quizás es algo nuevo para ti? Si es así, voy a estar feliz de guiarte" "¿Quieres llevarme a ver una película?", Pregunto. "Bueno, realmente no", dijo. "Lo que en verdad quiero es que seas mi novia. Pero pensé que si te lo decía así te asustarías." Sentí que mi corazón salto de mi pecho. "¿Siempre eres tan directo sobre este tipo de cosas?" "No", dice. Doblamos a la derecha, subiendo por la colina hacia la ciudad, los altos edificios del hospital y la campana U eran visibles desde arriba de la colina. "Pero tengo la sensación de que tienes prisa y estas dejando todo, así que pensé que debería ir al grano" "Yo sólo estaré fuera una semana", digo en voz baja. "Cierto", dice mientras seguimos subiendo. "Pero he querido hacerlo desde hace tiempos y ya no podía esperar." "¿En serio?", Pregunto. Él asiente con la cabeza. "Como, ¿desde cuándo?" Él lo piensa por un segundo. "El día que me golpeaste en baloncesto." "¿Eso te pareció atractivo?" "No exactamente", respondió. "Más bien fue como vergonzoso y humillante. Pero hubo algo en ese momento. . . Era como una pizarra limpia. Ninguna postura o pretensión. Fue como, ya sabes, real”. Estábamos llegando a la ciudad ahora, pasando FrayBake, Luna Blu sólo estaba ha unas cuadras de distancia. "Real", repito.
Sarah Dessen (What Happened to Goodbye)
La superficie no resiste. Huyo hacia delante llevando el dolor cosido a los talones. Ninguna acequia en la que ahogarlo, ninguna huella en la que perderlo. Decido enfrentarlo como se enfrenta al cielo la llanuera: a descubierto. Habré de perderme a mí ya que en el mí se aloja todo dolor. Digo dolor para nombrarlo, exorcizar al mí. Escribo el mí para que ruede hacia la página, pero se me pega a los dedos y no acierto, no acierto a diluir en la tinta el llanto. A sacudidas me digo, a sacudidas la letra y luego contra lo irremediable me alzo. Alzo el grito. Contra lo irremediable. Vago por el mundo dejando un rastro de gritos. Cada saludo es un frito, cada sonrisa un grito. Mi sonrisa oculta el primer grito del mundo, el único, el mismo, aquel que brota en el final, cuando ya nada importa. Intrusa de mi mundo y del ajeno, no hallo lugar para el descanso. La fe de los comienzos, no El perdón no. Sólo el balbuce. La salvación no. Sólo el balbuceo. Después del grito el balbuceo. Asolada el balbuceo. Mis pasos doblándose hacia dentro. La mente desposeída de estrategias. Sólo el balbuceo. Dolor, ni tan siquiera -palabra sin sentido-. No abro las cortinas. Ninguna cortina. La habitación oscura. Málagra, Damasco, Delhi, en todas las ciudades la vida me es ajena, Todas las ventanas son la misma ventana. Todas las aceras reciben el mismo cuerpo. La misma soledad cayendo, excesiva. Morir es un exceso. Me ex- cedo. Balbuceo. Sigo alimentándome tan sólo para poder decir el exceso. A contra-vida. Abajo. Y a nadie que esté vivo ha de importarle lo que digo. No es más que un murmullo soterrado, apenas inquietante.
Chantal Maillard (La herida en la lengua)
Mátenme al alba. Con cuchillos [ilegible] y con cuchillas oxidadas. Estaré en cuclillas esperando. Salva tu amor. No lo salves. Desafección y mierda violenta que aprendió a expresarse en nuestros días mediante fórmulas atroces como «hacer el amor» y «asumir la responsabilidad» y «negar el pasado» y «el hombre es lo que se hace». No hay más que la memoria, maravilla sin igual, horror sin semejanza. Hace mucho que me entregué a las sombras. Y no me contenta mi destino sombrío, mi destino asombrado. Me han asolado, me han agostado. Libérame de ti pues te amo y no estás. No me hables. No te apostes en mis rincones preferidos. Estás aquí. Me deliras. Me cortas las cintas de colores que me aliaban a las niñas que fui. Me abandonas loca furiosa, comiendo sombras furiosamente, girando convulsa con las manos espantadas, revolcándome en tu huida hasta los atroces orgasmos y gritos de bestia asesinada. Pero te amo. A ti te asumo, ante ti sin pasado ni relojes ni sonidos. Sucia y susurrante, leve, ingrávida, llena de sangre y de sustancias sexuales, húmeda, mojada, reventando de calor, de sangre que pide. Me dañas la columna vertebral, tantos días despeñada sobre tu cuerpo imaginado. Me dañas la cabeza que di contra las paredes porque no sabía qué hacer salvo esto: que debía golpearme y castigarme ya que tú no venías. Con tu sonrisa de paraíso exactamente situado en el tiempo y en el espacio. Con tus ojos que sonríen antes que tus labios. En tus ojos encuentro mi persona súbitamente reconstruida. En tus ojos se acumulan mis fragmentos que se unen apenas me miras. En tus ojos vivo una vida de aire puro, de respiración fiel. En tus ojos no necesito del conocimiento, no necesito del lenguaje. En tus ojos me siento y sonrío y hay una niña azul en el jardín de un castillo. Ahora que no estás me atrae la caída, la mierda, lo abyecto, lo denigrante. Salgo a la calle y siento la suciedad, la ruina. Entro en los bares más siniestros y tomo un vino como sangre coagulada, como menstruación, y me rodean brujas negras, perros sarnosos, viejos mutilados y jóvenes putos de ambos sexos. Yo bebo y me miro en el espejo lleno de mierda de moscas. Después no me veo más. Después hablo en no sé cuál idioma. Hablo con estos desechos que no me echan, ellos me aceptan, me incorporan, me reconocen. Recito poemas. Discuto cuestiones inverosímiles. Acaricio a los perros y me chupo las manos. Sonrío a los mutilados. Me dejo tocar, palpar, manos en mi cuerpo adolescente que tanto te gustaba por ser ceñido y firme y suave. («La lisura de tu vientre, tus caderas de efebo solar, tu cintura hecha a la medida de mis manos cerrándose, tus pechos de niña salvaje que los deja desnudos aun cuando llueve, tu sexo y tus gritos rítmicos, que deshacían la ciudad y me llevaban a una selva musical en donde todo confabulaba para que los cuerpos se reconozcan y se amen con sonidos de leves tambores incesantes. Esas noches en que hacíamos el amor debajo de las grandes palabras que perdían su sentido, porque no había más que nuestros cuerpos rítmicos y esenciales… Y ahora llueve y tengo náuseas y vomito casi todo el día y siempre que hay un olor espantoso en la calle, un olor a paquete olvidado, a muerto olvidado. Y tengo miedo. Eso quería decir: que no estás y tengo miedo.»)
Alejandra Pizarnik (Diarios: edición definitiva)
Mirad: somos punks y skins, somos los chicos con botas, somos las ratas con botas, somos feos y pajeros y tiñosos, buscabullas y culoapretados, espitados y bocazas y chulos, botas sucias y caras brutas, los paquetes estrujados y las cabezas rapadas, rotos y descosidos en la ropa y en el alma, malas dentaduras y mal cutis, los peores empleos y barrios, somos la gente que no quieres conocer y venimos de los sitios adonde no quieres ir, nacidos para ser carn d’olla, nacidos para fracasar, el eslabón más bajo de la cadena alimenticia, pisando charcos en la ciudad podrida, carnaza de descampado y bóbila y calimocho, comiéndonos las consonantes y comiéndonos los mocos, expulsados y castigados, sin recreo pero también sin clase, sin clase de ningún tipo, esta noche hay un destroy, tienes-tienes-tienes y nosotros no tenemos nada, pero si tienes una lista negra ya nos puedes ir apuntando, si tienes una lista negra nosotros queremos estar en ella, meando por las calles, rompiendo los cristales, cantando las canciones que no salen en los libros. Los chicos con botas, bolsillos vacíos y cojones llenos, esas canciones son lo único que tenemos. Eso, y a nosotros mismos. Porque somos los chicos con botas, somos las ratas con botas, duros como clavos, a veces hay que agachar la cabeza para no romperse, y somos los irrompibles, somos la arrogancia original, borrachos y orgullosos, pisando cascos rotos, los culos contra la pared, sin futuro y sin modales, carne de cañón, Cornellà, Santako, L’Hospi, Bellvitge, Castefa, Viladecans, Gavà, Sant Boi, La Cope, feas las esquinas y más dura será la caída, cayendo, cayendo, siempre cayendo, cayendo y riendo, haciendo la conga en la cola del INEM, de aquellos polvos vinieron estos lodos, sólo que aquí polvos hemos visto pocos y el lodo nos llega ya hasta el cuello, de cara a la pared pero sin libros en las manos, no nos dio tiempo a querer ser alguien, nadie te cuenta nunca cómo se sale de aquí, ¿hay alguna manera de salir de aquí?, primero deletrea u-n-i-v-e-r-s-i-d-a-d si tienes huevos, oportunidades para estudiar una carrera es lo que no te van a dar (cantaban los Clash), esto es Todos Contra Todos pero nosotros estamos juntos, es lo único que tenemos. Las canciones, y a nosotros mismos. Caemos como piedras pero, mientras tanto, ¿echamos unas risas? Cayendo y riendo, es todo lo que nos queda. Nos vemos en la Casa de la Bomba a las diez en punto, como cada sábado, que esta noche hay un destroy. No tardes, no me jodas.
Kiko Amat (Rompepistas)