Bien Comun Quotes

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En un lejano país existió hace muchos años una oveja negra. Fue fusilada. Un siglo después, el rebaño arrepentido le levantó una estatua ecuestre que quedó muy bien en el parque. Así, en lo sucesivo, cada vez que aparecían ovejas negras eran rápidamente pasadas por las armas para que las futuras generaciones de ovejas comunes y corrientes pudieran ejercitarse también en la escultura.
Augusto Monterroso (La oveja negra y demás fábulas)
Si tengo que definir la poesía y no las tengo todas conmigo, si no me siento demasiado seguro, digo algo como: «poesía es la expresión de la belleza por medio de palabras artísticamente entretejidas». Esta definición podría valer para un diccionario o para un libro de texto, pero a nosotros nos parece poco convincente. Hay algo mucho más importante: algo que nos animaría no sólo a seguir ensayando la poesía, sino a disfrutarla y a sentir que lo sabemos todo sobre ella. Esto significa que sabemos qué es la poesía. Lo sabemos tan bien que no podemos definirla con otras palabras, como somos incapaces de definir el sabor del café, el color rojo o amarillo o el significado de la ira, el amor, el odio, el amanecer, el atardecer o el amor por nuestro país. Estas cosas están tan arraigadas en nosotros que sólo pueden ser expresadas por esos símbolos comunes que compartimos. ¿Y por qué habríamos de necesitar más palabras?
Jorge Luis Borges (Arte poética: Seis conferencias en Harvard)
La sencillez y sobriedad de la naturaleza promueven y configuran en el hombre sólo nociones comunes y una tosca honestidad. La coacción artificial y la opulencia de la organización civil [de la sociedad] dan lugar a hombres ingeniosos y razonadores, si bien en ocasiones también a locos (Narren) y tramposos (Betrüger), y genera la sabia u honesta apariencia que permite carecer tanto de entendimiento como de honradez, siempre que el bello velo que el decoro extiende sobre las secretas dolencias (Gebrechen) de la cabeza o del corazón sea tupido y suficientemente tejido. ― Immanuel Kant, Ensayo sobre las enfermedades de la cabeza
Immanuel Kant
Cuando escuchamos las inflexiones histéricas de los conductores televisivos o radiales, los lugares comunes —o más bien cloacales— en que incurren las llamadas estrellas del deporte, del espectáculo o de la política diariamente, estremece presenciar el inmenso desfonde de la autoestima, la pérdida de gracia y dignidad, la carencia aterradora de poesía, humor e ingenio de buena laya que tantos exhiben con patética inconsciencia. Y aunque hay una responsabilidad irrenunciable de la escuela y del sistema educativo en este sentido, nadie ignora que estas figuras tienen un enorme poder magisterial, ejercido desde ese sitial de influencia, tan ilimitado como invasor, que representan los medios.
Ivonne Bordelois (El país que nos habla (Spanish Edition))
Mi pluma, flor de tinta, escupe los lugares comunes como pólenes genéticamente modificados; Nisisen, sin embargo, utilizaba y aún utiliza (sus folletines no serán brillantes pero tampoco son demenciales) la táctica de Cela o de Aira (por algo él es el célebre Nisisen y yo tan sólo un raro excéntrico): evitar los lugares comunes, modificarlos, ponerlos entre comillas o no evitarlos, jugando así como yo con ellos pero de una manera más heterodoxa, rica, completa, con cuatro posibilidades de acción como cuatro estaciones frente a mi estricto invierno o lúdico verano estilístico (según la paráfrasis y el punto de vista). El relato de Bolaño comenzaba diciendo en las primeras frases que él tenía veintitantos años y era más pobre que una rata. Bien, yo hubiese sido incapaz de escribir eso y cambiaría «rata» por «lata», por ejemplo, como Camilo José Cela cambió «romper el hielo» por «romper el fuego» para La familia de Pascual Duarte o César Aira «fumaban como chimeneas» por «fumaban como murciélagos» en El volante. En la escritura de Nisisen, sin embargo, el pobre como una rata de Bolaño resultaría en la juguetona paráfrasis pobre como una lata (o gata, saca, mata...), «pobre como una rata» (así, entrecomillado, incidiendo en el lugar común con clara consciencia de ello), tenía veintitantos años y era muy pobre (evitando la manida analogía del roedor) o mismamente pobre como una rata como en el original. Esta variedad de registros pintaba su prosa o abrillantaba sus colores.
Alexandre Alphonse (Nisisen)
La aparición de problemas que son en esencial globales, como el deshielo de los casquetes polares, socava cualquier legitimidad que les quede a los estados-nación independientes. Ningún Estado soberano será capaz de librarse por sí solo del calentamiento global. El Mandato del Cielo chino lo confirió el Cielo para resolver los problemas de la humanidad. El Mandato del Cielo moderno lo dará la humanidad para resolver los problemas del cielo, como el agujero de la capa de ozono y la acumulación de gases de efecto invernadero. El color del imperio global bien pudiera ser verde. En 2014, el mundo todavía está fragmentado políticamente, pero los estados cada vez tienen menos independencia. Ninguno de ellos es realmente capaz de ejecutar políticas económicas independientes, de declarar y sostener guerras a su antojo, ni incluso de gestionar sus propios asuntos internos como le plazca. Los estados se hallan cada vez más abiertos a las maquinaciones de los mercados globales, a la interferencia de las compañías y organizaciones no gubernamentales globales, y a la supervisión de la opinión pública global y al sistema judicial internacional. Los estados se ven obligados a amoldarse a los estándares globales de comportamiento financiero, política ambiental y justicia. Corrientes enormemente profundas de capital, trabajo e información remueven y modelan el mundo, con una desatención creciente por las fronteras y las opiniones de los estados. El imperio global que se está forjando ante nuestros ojos no está gobernado por ningún Estado o grupo étnico particulares. De manera muy parecida al Imperio romano tardío, está gobernado por una élite multiétnica, y se mantiene unido por una cultura común e intereses comunes. En todo el mundo, cada vez hay más emprendedores, ingenieros, expertos, eruditos, abogados y gestores que son llamados a unirse al imperio. Tienen que sopesar si responder a la llamada imperial o permanecer leales a su Estado y su gente. Y cada vez son más los que eligen el imperio.
Yuval Noah Harari (Sapiens. De animales a dioses: Una breve historia de la humanidad)
—No hay un solo pueblo que haya organizado su vida según los principios de la razón y la ciencia. No ha habido nunca un ejemplo de ello, o quizá sólo durante un momento y eso por estupidez. El socialismo, por su índole misma, tiene que ser ateísmo, puesto que proclama desde el primer momento que es una institución atea y que trata de organizarse exclusivamente según los principios de la ciencia y la razón. Ahora bien, en la vida de los pueblos, la ciencia y la razón han cumplido un menester tan secundario como auxiliar; y lo seguirán cumpliendo por los siglos de los siglos. Los pueblos se forman y mueven por otro género de fuerza que los conduce y rige, cuyo origen es desconocido e inexplicable. Esa fuerza es la del anhelo infatigable de llegar hasta el fin, al mismo tiempo que niegan que haya un fin. Es el espíritu de la vida, o, como dice la Escritura, «los ríos de agua viva» con cuya posibilidad de secarse nos intimida el Apocalipsis. Es un principio estético, como dicen los filósofos, un principio ético con el cual lo identifican. La «búsqueda de Dios», como yo lo llamo de modo más sencillo. La meta de todo movimiento popular, en cualquier pueblo y momento de su existencia, es únicamente la búsqueda de Dios, de su Dios, del suyo propio, y de la fe en él como único verdadero. Dios es la personalidad sintética de todo un pueblo, considerada desde el principio hasta el fin. Nunca se ha dado el caso de que todos los pueblos, o muchos de ellos, tengan un solo Dios común, sino que siempre ha tenido cada uno el suyo. Cuando los dioses comienzan a ser comunes, ocurre la primera señal de descomposición de la nacionalidad. Cuanto más poderoso es un pueblo, más individual debe ser su dios. No hay pueblo sin religión, es decir, sin noción del bien y del mal. Ahora, cuando entre muchos pueblos surgen nociones comunes del bien y del mal, esos pueblos mueren, y hasta la misma diferencia entre el bien y el mal comienza a desdibujarse y termina desapareciendo. Nunca ha podido la razón definir el bien y el mal, ni distinguir siquiera aproximadamente el bien del mal; al contrario, los ha mezclado de manera vergonzosa y lamentable. La ciencia sin embargo no ha dado sino soluciones basadas en la fuerza bruta. En ello ha descollado en particular la semiciencia, el más terrible azote de la humanidad, peor que cualquier peste, peor que el hambre y la guerra. La semiciencia es un déspota de una fauna jamás vista hasta ahora, un déspota que tiene sus sacerdotes y sus esclavos, un déspota ante quien todos hincan la frente con amor y temor supersticioso inconcebibles hasta ahora, y ante quien tiembla y se rinde vergonzosamente la ciencia misma. Éstas son las mismísimas palabras de usted, Stavrogin, salvo las referentes a la semiciencia. Ésas son mías, porque yo no tengo más que semiciencia y, por lo tanto, le tengo un odio especial. Además, no he cambiado ni una sola de sus palabras y tampoco ni una sola de sus ideas.
Fyodor Dostoevsky (Demons)
La única entrada sobre los Chandrian ocupaba menos de media página: Por lo que refiérese a los Chaendrian, no hay mucho que decir. Todo Hombre los conoce. Todo niño entona su canción. Y aun así, las gentes no cuentan historias. Por una poca de cerveza, un Labriego hablará dos largas horas de los Ressiniyos. Mas menciónesele a los Chaendrian, y aprieta la boca como el culo de una solterona, toca fierro y aparta con ímpetu la silla. Muchos piensan que trae mala ventura hablar de los Fata, y aun así las gentes lo hazen. Por qué causa sea distinto con los Chaendrian, ignórolo. En el pueblo de Monstumulo, un Curtidor bastante borracho díjome en voz baja: «Si hablares de ellos, vinieren por ti». Ése parece ser el temor acallado destas gentes comunes. Así que escribo de lo que he recopilado aquí y allá, muy general e inespecífico. Los Chaendrian son un grupo que varía en número. (A bien seguro siete, dado su nombre). Aparecen y acometen actos de violencia sin razones fundadas. Hay señales que anuncian su llegada, mas no hay acuerdo sobre ellas. El fuego azul es la más común, aunque yo asimismo he oído hablar de vino que tórnase vinagre, de ceguera, de cultivos que marchítanse, de tormentas impropias de la estación, de preñeces interrumpidas y del sol escureciéndose en el cielo. En suma, que pareciéronme un tema de Estudio Desalentador e Infructuoso. Cerré el libro. «Desalentador e infructuoso» me sonaba de algo. Lo peor no era que ya sabía todo lo que estaba escrito en aquella entrada, sino que era la mejor fuente de información que había descubierto en más de un centenar de largas horas de búsqueda.
Patrick Rothfuss (The Wise Man’s Fear (The Kingkiller Chronicle, #2))
ARTÍCULO 2046.- Obligaciones. El propietario está obligado a: a. cumplir con las disposiciones del reglamento de propiedad horizontal, y del reglamento interno, si lo hay; conservar en buen estado su unidad funcional; pagar expensas comunes ordinarias y extraordinarias en la proporción de su parte indivisa; contribuir a la integración del fondo de reserva, si lo hay; permitir el acceso a su unidad funcional para realizar reparaciones de cosas y partes comunes y de bienes del consorcio, como asimismo para verificar el funcionamiento de cocinas, calefones, estufas y otras cosas riesgosas o para controlar los trabajos de su instalación; notificar fehacientemente al administrador su domicilio especial si opta por constituir uno diferente del de la unidad funcional.
VMG Studio (Código Civil y Comercial de la Nación Argentina: Ley 26.994 promulgada por Decreto 1795/2014 (Spanish Edition))
Es esta referencia al «bien común» lo que justifica la resurrección de la idea del comunismo: nos permite ver cómo esos bienes comunes se van cerrando de manera progresiva en el proceso de proletarización de aquellos que quedan excluidos de la mismísima sustancia de sus vidas. Solo
Slavoj Žižek (El coraje de la desesperanza: Crónicas del año en que actuamos peligrosamente)
El libro de Damasio termina citando a Spinoza en estos términos: «Creo que el nuevo conocimiento puede cambiar el campo de juego humano. Y ésta es la razón por la que, considerándolo bien, en medio de muchas aflicciones y de algunas alegrías, podemos tener esperanza; un afecto por el que Spinoza, con toda su valentía, no tenía tanta consideración como hemos de tener nosotros, mortales comunes. La definió como sigue: “La esperanza no es otra cosa que una alegría inconstante, que surge de la imagen de algo futuro o pasado, de cuyo resultado en cierta medida dudamos.”» La esperanza a la que apela Damasio no se construye ya desde una concepción religiosa o filosófica de lo sobrenatural, sino desde un universo moderno, donde la ciencia y la concepción del mundo propia del mundo moderno son ya dominantes. En cierto modo se podría decir que Damasio ha sustituido lo sobrenatural religioso o lo sobrenatural filosófico, como motores de la esperanza, por otra instancia que es la propia del saber moderno. Pero al final su respuesta se parece demasiado a la de la religión o a la de la filosofía de lo sobrenatural y es la que Spinoza no puede compartir.
Vicente Serrano (La herida de Spinoza)
como bien dijo Churchill el 4 de junio de 1940 en la Cámara de los Comunes, «las guerras no se ganan con evacuaciones».
Jesús Hernández (Las cien mejores anécdotas de la Segunda Guerra Mundial (No Ficcion (roca)) (Spanish Edition))
Yo desconfío de los que no creen en Dios, pero desconfío más de los que creen demasiado en Él. Me atemorizan los que sienten que hay un pacto personal entre Dios y ellos; temo a los que piensan que tienen el monopolio total de la virtud. –»Se juzgan perfectos –siguió diciendo Jean Cusset–, y ya saben ustedes cuán imperfecta suele ser la perfección. Un hombre que está convencido de que no hay en el mundo nada aparte de Dios y él (no necesariamente en ese orden), es un hombre que cree tener derecho a arrojar la primera piedra. Los mortales comunes y corrientes, los que no estamos en sociedad anónima con Dios, nunca acercamos la llama a la hoguera de los pecadores, porque sabemos bien que nosotros mismos somos materia ideal para la combustión. Eso nos confiere santas virtudes, como el amor al prójimo, la tolerancia y la humildad. Dio un nuevo sorbo a su martini, Jean Cusset, y concluyó: –Yo digo que no se puede creer totalmente en Dios, ni amarlo bien, si no se cree en los hombres y si no se les ama. Es poco divino y poco humano poner los ojos sólo en Dios y no dedicar una mirada de piedad a sus criaturas
Armando Fuentes Aguirre (Teologías para ateos (Ensayo y sociedad) (Spanish Edition))
Errores en el manejo del dinero Veamos cuáles son aquellos errores que comúnmente cometemos en el manejo de nuestro dinero: • No saber con certeza. ¿Podrías responder con exactitud las siguientes preguntas? • ¿Cuál es el monto de tus ingresos mensuales? • ¿Cuánto valen los bienes que posees? • ¿Cuánto suman tus gastos habituales? • ¿Cuál es el valor total de tus deudas? Las respuestas más comunes apuntan a que las personas tienen un estimado de lo que ganan, gastan, tienen o deben, pero no tienen certeza sobre ello.
Danilo Raymond (Lo que debes saber del dinero y nunca te enseñaron (Spanish Edition))
Otra de las hazañas de Kant fue el liberar la ética de la religión y lograr su autonomía, y en correspondencia con ello defender la autonomía personal, frente a la heteronomía, consistente en considerar que algo está bien o mal y hacer o dejar de hacer de algo, no porque yo haya comprendido que debe ser así, sino porque la religión, la educación paterna, la moda social, las costumbres tradicionales, o cualquier otro agente distinto de mi propia razón lo haya prescrito o prohibido. En fin, una fundamentación racional de la ética ha sido y sigue siendo una de las tareas importantes del quehacer filosófico. Hoy son tiempos de relativismo moral y suele pensarse que no hay una moral que sirva para todos. Los que piensan que sí la hay, al menos una «moral mínima», un núcleo central, quizás un principio básico, unos valores comunes, reciben el nombre de universalistas morales, y Kant fue un gran defensor del universalismo moral.
Vicente Merlo (FILOSOFÍA ¿QUÉ ES ESO?: SABER Y SER EN OCCIDENTE Y ORIENTE (RAZON Y SOCIEDAD nº 129) (Spanish Edition))
Pero ¿cómo haría una persona pobre para tener protección privada por la cual tuviese que pagar en lugar de recibirla en forma gratuita, como sucede ahora?" Hay varias respuestas a esta pregunta, que es una de las críticas más comunes a la idea de la protección policial totalmente privada. Una es: que esto ocurre con cualquier bien o servicio en la sociedad libertaria, no sólo con la policía. ¿Pero acaso la protección no es necesaria? Tal vez, pero también lo son la comida en sus diferentes formas, la ropa, la vivienda, etc. Sin duda estos bienes son tan vitales, si no más, que la protección policial, y sin embargo casi nadie reclama que el gobierno nacionalice la comida, la vestimenta, la vivienda, etc., y las proporcione en forma gratuita mediante un monopolio compulsivo
Anonymous
Mister Lloyd George, el poderoso político cuya influencia había obligado a formar la coalición, se encontraba al día siguiente de su triunfo en una situación singularmente débil: había cedido el Tesoro a mister McKenna y encontraba en el nuevo ministerio, que tanto había contribuido a crear, una serie de jefes conservadores que consideraban su pasado político con la mayor aversión. Mister Bonar Law, el jefe del Partido Conservador en la Cámara de los Comunes, podía muy bien haber aspirado a este cargo y, aunque él personalmente no tenía intereses especiales, sus amigos políticos habían quedado descontentos. En tanto que todos los asuntos importantes referentes a la guerra habían sido en el Gobierno anterior tratados entre solo cuatro o cinco ministros, a partir de este momento tenían que ser consultadas al menos una docena de personalidades poderosas, capaces y distinguidas. Por esta razón, la resolución de los asuntos se hizo larga y penosa en grado extremo, y aunque todos estos males se paliaban por un patriotismo y lealtad evidentes, el resultado general era forzosamente lamentable: los que conocían los asuntos tenían un pasado que defender, y los que estaban libres de compromisos carecían de la experiencia de la guerra. En cada cuestión importante no prevalecían menos de cinco o seis opiniones diferentes, y toda resolución a adoptar se lograba solo a fuerza de discusiones prolongadas y fatigosas. Las más de las veces se llegaba, después de largas dilaciones, solo a soluciones eclécticas y defectuosas. Y, entretanto, la guerra continuaba impertérrita su trabajo de destrucción.
Winston S. Churchill (La crisis mundial. Su historia definitiva de la Primera Guerra mundial 1911-1918)
Un simple dato refuerza este aserto: el patronímico «español», paradójicamente, no es de origen español ni castellano. Se dice que es de origen lemosino y que surge en la Edad Media al emplearse por parte de los habitantes del sur de Francia (es decir de un tercero) en su relación con los que cruzaban los Pirineos huyendo de la invasión musulmana, procedentes de la Península, es decir en su mayoría de tierras catalanas… Así lo demostró Américo Castro en su estudio Sobre el nombre y el quién de los españoles. De ahí viene el nombre de «marca hispánica». ¿Todavía algún ingenuo compra la tesis de que España es una construcción artificial a manos de Castilla? Parece que los demás siempre han creído más en nosotros que nosotros mismos. Aunque sólo fuera por las fronteras claras y estables, y sus características geográficas consolidadas, a los pueblos de la península ibérica se les ha tenido siempre en el mundo antiguo como un conjunto homogéneo con elementos comunes; tanto como las Galias, si no más. Uno podía recorrer Europa sin saber muy bien que cambiaba de país hasta que llegaba a los Pirineos. Entonces cuanto menos debía tomarse un respiro y pensar que algo importante iba a cambiar. Las fronteras naturales españolas permiten hablar incluso de un determinismo geográfico (formado por el insondable mar y una cadena montañosa majestuosa) del que no pueden presumir otras naciones europeas
Alberto Gil Ibáñez (La leyenda negra: Historia del odio a España (Spanish Edition))
Una ideología representa un modelo de sociedad que pretende instaurarse o mantenerse. (...) Es imposible ser ajeno a las ideologías, de la misma forma que es imposible que una determinada política económica sea neutral. (...) Si se le pregunta a alguien si le parece bien una determinada política económica (e.g., privatizar centros de enseñanza), el proceso por el cual pensará una respuesta consiste en comparar su modelo de sociedad ideal con el que se derivará de dicha política. Es decir, si uno es partidario de una sociedad donde la totalidad de los centros de enseñanza sean privadas, es obvio que responderá que aquella política le parece útil: va en línea de su modelo de sociedad ideal. Por eso todos tenemos ideología. Incluso aquellos que niegan tenerla, los "apolíticos" - estos también tienen alguna visión de cómo debería de ser la sociedad-. Si muchas personas lo ignoran, es porque una gran parte de la población mantiene ideas comunes sobre las cuestiones políticas fundamentales. Cuando se encuentra a alguien que se sale de los esquemas normales en los que se mueve la mayoría, se tiende a calificar su postura de ideológica. Un ejemplo: "la propuesta de expropiar la propiedad privada de las empresas y convertirlas en propiedad pública", como no encaja en el sistema de ideas dominantes, se considera ideológica, mientras que la contraria, mantener la propiedad privada, no lo es. La razón de ello es que siempre impera un modelo ideal dominante, es decir, una determinada ideología que lo tiñe todo y que hace que la mayoría de la población piense más o menos de la misma forma sobre los temas políticos fundamentales. (...) El llamado "sentido común" no es sino el reflejo de la ideología dominante. En cada momento histórico hay una ideología dominante que opera como ensamblaje de las ideas necesarias para mantener un determinado modelo de sociedad. La hegemonía de Gramsci: esta se alcanza cuando una determinada ideología se convierte en dominante, de tal forma que crea el consenso social acerca de los temas políticos clave.
Alberto Garzón Espinosa (La gran estafa)
Sin embargo, en general, cuando la gente culpa a su sector, no es más que por culpar a algo. Algunas de las quejas de sector más comunes que oigo son: Hay demasiada competencia. Los márgenes de beneficio son demasiado bajos. Las empresas online se están llevando a los clientes. Hacer publicidad ya no funciona. Sin embargo, rara vez el sector tiene la culpa; dado que hay otras empresas en ese mismo sector que van muy bien. Así que, la pregunta obvia es, ¿qué están haciendo diferente?
Allan Dib (El Plan de Marketing de 1-Página: Consigue Nuevos Clientes, Gana Más Dinero, Y Destaca Entre La Multitud)
-En cuestiones de amor, todos los que caen en sus redes y su embrujo se vuelven un poco idiotas, y son capaces de hacer los ridículos más feroces o los actos más heroicos y valientes que te puedas imaginar. -¿Mandar poemas es ridículo? -preguntó inquieto el muchacho. -No. Todo lo contrario. Mandar poemas es heroico. Porque dejar por escrito lo que sientes es un acto de valentía absoluta. No cualquiera se atreve. El truco es que estén bien escritos, que no sean muy cursis y que no estén llenos de lugares comunes ni de metáforas absurdas o muy obvias.
Benito Taibo (Corazonadas)
¿Cuáles son los actos verdaderamente perniciosos a los que se ve tentado un hombre corriente? Las triquiñuelas en los negocios, siempre que no estén prohibidas por la ley, la dureza en el trato a los empleados, la crueldad con la esposa y los hijos, la malevolencia para con los competidores, la ferocidad en los conflictos políticos... estos son los pecados verdaderamente dañinos más comunes entre los ciudadanos respetables y respetados. Por medio de estos pecados, el hombre siembra miseria en su entorno inmediato y pone su parte en la destrucción de la civilización. Sin embargo, no son estas las cosas que, cuando está enfermo, le hacen considerarse un paria que ha perdido todo derecho a la gracia divina. No son estas las cosas que le provocan pesadillas en las que ve visiones de su madre dirigiéndole miradas de reproche. ¿Por qué la moralidad subconsciente está tan divorciada de la razón? Porque la ética en que creían los que le guiaron en su infancia era una tontería; porque no estaba basada en ningún estudio de los deberes del individuo para con la comunidad; porque estaba compuesta por viejos residuos de tabúes irracionales; y porque contenía en sí misma elementos morbosos derivados de la enfermedad espiritual que aquejó al moribundo imperio romano. Nuestra moral oficial ha sido formulada por sacerdotes y por mujeres mentalmente esclavizados. Ya va siendo hora de que los hombres que van a participar normalmente en la vida normal del mundo aprendan a rebelarse contra esta idiotez enfermiza [7]. Ahora bien, ¿cómo es posible distinguir en la conciencia moral entre exigencias sensatas y «viejos residuos de tabúes irracionales»?, ¿cómo separar las prohibiciones razonables de las restricciones superfluas?, ¿cómo cribar todas las supercherías? En la conciencia moral viene siempre todo mezclado sin orden ni concierto: se trata de una gelatina normativa en la que puede ir cristalizado al mismo nivel no mentir y no tocarse las partes pudendas; amar a dios y amar al prójimo; no comer carne los viernes de cuaresma y pagar tus impuestos; «no matarás» y «no consentirás pensamientos ni deseos impuros»; tener sexo solo dentro del matrimonio y tener solo sexo consentido; no practicar sexo con menores de edad y no hacerlo con nadie de tu mismo sexo.
Luis Alegre Saz (Elogio de la homosexualidad)
Hemos visto ganar y conservar mucho más dinero a «personas comunes» que estaban temperamentalmente bien dotadas para el proceso de inversión que a otras personas que carecían de esta buena predisposición anímica, aunque tuviesen un gran conocimiento de las finanzas, la contabilidad y la historia del mercado de valores.
Benjamin Graham (El inversor inteligente)
una muchedumbre de personas comunes y decentes contemplaba desde fuera sin moverse ni hablar mientras hacían avanzar a tres figuras pálidas y las ataban a tres postes clavados bien rectos en la tierra.   La masa y majestad de este mundo, todo lo que tiene peso y siempre pesa lo mismo estaba en manos de otros;
W.H.Auden