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La mesa se interponĂa entre ellos. Tatiana pasĂł al otro lado.
—Shura —dijo en voz baja—, por favor, deja que te toque.
—No. —El capitán se apartó.
Naira volviĂł a asomar la cabeza.
—¿Está la cena preparada?
—Casi, Naira Mijailovna. —MirĂł a Alexandr—. Dijiste que no te marcharĂas hasta arreglarme —señaló—. ArrĂ©glame, Shura.
—TĂş misma me dijiste que nada de lo que hiciera arreglarĂa lo que está mal dentro
de ti. Bueno, me has convencido. ¿Dónde están mis cosas?
—Shura...
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”