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Joan era dura en el exterior, pero tenĂa una verdadera vulnerabilidad cuando llegabas a conocerla. Casi desde el momento en que me unĂ a The Runaways, habĂa habido un lazo especial entre nosotras. La gente nos habĂa comenzado a llamar “Sal y Pimienta”, no sĂłlo por los contrastantes colores de cabello, sino porque siempre parecĂamos estar juntas. En Joan, encontrĂ© una amistad mucho más intensa, y mucho más profunda, de lo que habĂa conocido hasta ese punto en mi vida. Éramos niñas: Joan sĂłlo era un año mayor que yo, y me aferraba más a ella que a cualquiera en la banda, y ella hacĂa lo mismo conmigo.
Cuando pienso en Joan y nuestra relaciĂłn, todavĂa puedo sentir un distante temblor por dentro. Nuestra amistad fue un regalo de Dios para mĂ. Era profunda, y por momentos ella era la Ăşnica que me mantenĂa cuerda. Joan era perceptiva. Casi como si pudiera leer mi mente. Dios, cĂłmo necesitaba esa clase de conexiĂłn. Especialmente cuando me sentĂa tan desconectada. CreĂa en ella, y en el sueño que la habĂa conducido tan lejos. Me sentĂa segura cuando me quedaba cerca de ella, como si fuera arrastrada por la red de seguridad de su resuelta visiĂłn de lo que estábamos haciendo.
A veces nos mirábamos y yo sentĂa un cosquilleo en mi estĂłmago. Su sonrisa era tibia y su actitud de amor a la diversiĂłn me hacĂa olvidar cuán extraño y bizarro este mundo nuevo y loco realmente era. Ella era mi ancla. ÂżCĂłmo explico a una persona que era mi mejor amiga, alguien en quien podĂa confiar como una hermana, alguien que para mĂ se volviĂł una fuerte atracciĂłn sexual? Bueno, es fácil. Tan fácil como era estar con ella. PodrĂa dejarlo en que tuve momentos con una amiga que aĂşn hoy me hacen temblar. Y fueron algunos de los momentos más satisfactorios de mi joven vida.
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