Alma Rivera Quotes

El ser derechista, como el ser izquierdista, supone siempre expulsar del alma la mitad de lo que hay que sentir

el alma es como el tronco del árbol, que no guarda memoria de las floraciones pasadas sino de las heridas que le abrieron en la corteza.

Antes que me hubiera apasionado por mujer alguna, jugué mi corazón al azar y me lo ganó la Violencia. Nada supe de los deliquios embriagadores, ni de la confidencia sentimental, ni de la zozobra de las miradas cobardes. Más que el enamorado, fui siempre el dominador cuyos labios no conocieron la súplica. Con todo, ambicionaba el don divino del amor ideal, que me encendiera espiritualmente, para que mi alma destellara en mi cuerpo como la llama sobre el leño que la alimenta.

A veces las heridas más profundas y que mayores síntomas producen son las del alma.

Las oraciones pueden ser divididas de la siguiente forma: Día 1Leen la sección donde el bebé describe su desarrollo. Después conversan con el bebé sobre lo que se leyó y el gozo de tenerlo. Día 2Leen la sección de la oración por el desarrollo físico del bebé. Día 3Leen la sección de la oración por el alma del bebé. Día 4Leen la sección de la oración por el espíritu del bebé. Día 5Pueden volver a leer la sección de las oraciones por el desarrollo físico del bebé y añadir otras bendiciones. Día 6Pueden volver a leer la sección de las oraciones por el alma del bebé y añadir otras bendiciones. Día 7Pueden volver a leer la sección de las oraciones por el espíritu del bebé y añadir otras bendiciones.

El vacío que dejaba en mi alma no era siquiera semejante al vacío de mi cuerpo, después de más de un mes sin comer. El dolor en mi pecho no se acercaba en lo absoluto al dolor que había sentido al estar desplomada y sola en el piso gélido del baño, después de haber vomitado. Y por más que amara el ballet, este no llenaría jamás las ausencias que poco a poco se iban acumulando en mi vida.

​Si cambia tu mente, cambia tu alma; si cambia el alma, cambia la vida.

de la neblina! ¿Qué hado maligno me dejó prisionero en tu cárcel verde? Los pabellones de tus ramajes, como inmensa bóveda, siempre están sobre mi cabeza, entre mi aspiración y el cielo claro, que sólo entreveo cuando tus copas estremecidas mueven su oleaje, a la hora de tus crepúsculos angustiosos. ¿Dónde estará la estrella querida que de tarde pasea las lomas? Aquellos celajes de oro y múrice con que se viste el ángel de los ponientes, ¿por qué no tiemblan en tu dombo? ¡Cuántas veces suspiró mi alma adivinando al través de tus laberintos el reflejo del astro que empurpuraba las lejanías, hacia el lado de mi país, donde hay llanuras inolvidables y cumbres de corona blanca, desde cuyos picachos me vi a la altura de las cordilleras! ¿Sobre qué sitio erguirá la luna su apacible faro de plata? ¡Tú me robaste el ensueño del horizonte