Abuela Quotes

We've searched our database for all the quotes and captions related to Abuela. Here they are! All 100 of them:

-Tal vez lo bueno de los abismos sea- concluyó la abuela- que se pueden hacer puentes para cruzarlos.
Antonio Santa Ana (Los ojos del perro siberiano)
Un padre nunca…, nunca debería enterrar a su hijo. Eso no está bien —bajó la voz mientras mi abuela, Ofelia, escondía la cabeza y empezaba a llorar de nuevo—. No es un dolor que se pueda soportar
Alessandra Neymar (Mírame y dispara)
We are wise women," Abuela liked to say. "Not because we are wise, but because we seek wisdom.
Charles de Lint (Forests of the Heart (Newford, #7))
My lips parted with a silent curse word that would make my abuela take me to church by the ear.
Elena Armas (The Spanish Love Deception (Spanish Love Deception, #1))
Mi abuela tenía una teoría muy interesante; decía que todos nacemos con una caja de fósforos adentro, pero que no podemos encenderlos solos... necesitamos la ayuda del oxígeno y una vela. En este caso el oxígeno, por ejemplo, vendría del aliento de la persona que amamos; la vela podría ser cualquier tipo de comida, música, caricia, palabra o sonido que engendre la explosión que encenderá uno de los fósforos. Por un momento, nos deslumbra una emoción intensa. Una tibieza placentera crece dentro de nosotros, desvaneciéndose a medida que pasa el tiempo, hasta que llega una nueva explosión a revivirla. Cada persona tiene que descubrir qué disparará esas explosiones para poder vivir, puesto que la combustión que ocurre cuando uno de los fósforos se enciende es lo que nutre al alma. Ese fuego, en resumen, es su alimento. Si uno no averigua a tiempo qué cosa inicia esas explosiones, la caja de fósforos se humedece y ni uno solo de los fósforos se encenderá nunca.
Laura Esquivel (Like Water for Chocolate)
Escribo, ella escribió, que la memoria es frágil y el transcurso de una vida es muy breve y sucede todo tan deprisa, que no alcanzamos a ver la relación entre los acontecimientos, no podemos medir la consecuencia de los actos, creemos en la ficción del tiempo, en el presente, el pasado y el futuro, pero puede ser también que todo ocurre simultáneamente, como decían las tres hermanas Mora, que eran capaces de ver en el espacio los espíritus de todas las épocas. Por eso mi abuela Clara escribía en sus cuadernos, para ver las cosas en su dimensión real y para burlar a la mala memoria.
Isabel Allende (La casa de los espíritus)
No existe criatura más fascinante que aquella que es capaz de crear luz por sí misma –continúo la abuela–. Y me parece a mí que tú eres una de ellas. Tú has creado tu propia luz. La luz que necesitabas en esta oscuridad.
Paul Pen (El brillo de las luciérnagas)
White people--guys especially--always imagine another way because their paths have always been saturated with forks. For Abuela and mi mamá, there was no fork. No other way.
Raquel Vasquez Gilliland (Sia Martinez and the Moonlit Beginning of Everything)
Siempre flotaban en el aire los perfumes de los dulces de leche y nuez que hacía mi abuela, los de sus conservas y mermeladas, los del tomillo y el epazote que crecían en macetas en el jardín, y más recientemente los de naranjas, azahares y miel.
Sofía Segovia (El murmullo de las abejas)
Mi abuela decía que la primavera estaba hecha de recuerdos.
Iria G. Parente (Pétalos de papel)
It all made her want to shed her skin like the witch in Abuela’s story, let everything that made her a woman fall to the ground to be salted and ruined as she flew into the night, her bones bare and cold in the starlight.
Isabel Cañas (Vampires of El Norte)
In Abuela’s stories of brujería, witches and spells, Tyler would be possessed. Grief would’ve let the darkness in, and that darkness would consume him. It has, and now it’s destroying us all.
Marieke Nijkamp (This Is Where It Ends)
Estoy seguro de que en mis células llevo a mi mamá y a mi papá, pero también porto la lavanda, los azahares, las sábanas maternas, los pasos calculados de mi abuela, las nueces tostadas, el 'clunc' del mosaico traidor, el azúcar a punto de caramelo, la leche quemada, las locas chicharras, los olores a madera antigua y los pisos de barro encerado. También estoy hecho de naranjas verdes, dulces o podridas; de miel de azahar y jalea real. Estoy hecho de cuanto esa época tocó mis sentidos y la parte de mi cerebro donde guardo mis recuerdos
Sofía Segovia (El murmullo de las abejas)
Como ve, todos tenemos en nuestro interior los elementos necesarios para producir fósforo. Es más, déjeme decirle algo que a nadie le he confiado. Mi abuela tenía una teoría muy interesante, decía que si bien todos nacemos con una caja de cerillos en nuestro interior, no los podemos encender solos, necesitamos como en el experimento, oxígeno y la ayuda de una vela. Sólo que en este caso el oxígeno tiene que provenir, por ejemplo, del aliento de la persona amada; la vela puede ser cualquier tipo de alimento, música, caricia, palabra o sonido que haga disparar el detonador y así encender uno de los cerillos. Por un momento nos sentiremos deslumbrados por una intensa emoción. Se producirá en nuestro interior un agradable calor que irá desapareciendo poco a poco conforme pase el tiempo, hasta que venga una nueva explosión a reavivarlo. Cada persona tiene que descubrir cuáles son sus detonadores para poder vivir, pues la combustión que se produce al encenderse uno de ellos es lo que nutre la energía al alma. En otras palabras, esta combustión es su alimento. Si uno no descubre a tiempo cuáles son sus propios detonadores, la caja de cerillos se humedece y ya nunca podremos encender un solo fósforo
Laura Esquivel (Como agua para chocolate)
If you only love what comes easy for you, you'll find you don't have much to love." -Abuela
Julie Murphy (Puddin' (Dumplin', #2))
Myths, my abuela used to say, are truths long forgotten by the world.
Ryan Calejo (Charlie Hernández & the League of Shadows)
These are the bodies we were born into. The bodies given to us by our mamis and our abuelas. What is so wrong with these bodies?
Mayra Cuevas (Does My Body Offend You?)
In the end, only three things matter,” Abuela said. “Who He is.” She pointed at the sky. “Who you are, and who your friends are.
Amy Harmon (The Smallest Part)
Parece que en toda la historia de la humanidad no ha habido ningún caso de abuela que cocinara mal. Además, esto debe de ser algún efecto genético que los científicos todavía no han descifrado. Hay madres que pueden preparar mejunjes infumables que nos obligan a comer como lentejas o espinacas, pero en el momento en que esa madre es abuela es como si del cielo bajara una lengua de fuego pentecostal y le regalara un título de máster chef por ciencia infusa.
J.M. Mulet (Comer sin miedo: Mitos, falacias y mentiras sobre la alimentación en el siglo XXI (Imago Mundi) (Spanish Edition))
Luca even hears Abuela lightly scolding them all, not because she actually disapproves, Luca realizes, but because a casual reprimand is Abuela’s way of participating, and that is the thing, really,
Jeanine Cummins (American Dirt)
I don’t HAVE to believe anything. I believe in God because Abuela believes in God. And the God Abuela believes in is kind, and He loves all of His children. Especially the ones who need Him the most. Especially the ones who are sad enough that they want to die. He isn’t going to send them away to hell or anywhere else. That’s what I believe.
Amy Harmon (The Smallest Part)
Tu abuela dice que lees mucho, siempre que tienes oportunidad. Eso está bien, pero no es suficiente. Las palabras significan más de lo que dicen en el papel. Necesitan la voz humana para que les infunda los matices del significado más profundo.
Maya Angelou (I Know Why the Caged Bird Sings (Maya Angelou's Autobiography, #1))
Uno de los motivos porque quiero tanto a este perro es por sus ojos. Desde que estoy enfermo la gente me mira de distintas maneras. En los ojos de algunos veo temor, en los de otros intolerancia. En los de la abuela veo lástima. En los de papá enojo y vergüenza. En los de mamá miedo y reproche. En tus ojos curiosidad y misterio, a menos que creas que mi enfermedad no tiene nada que ver con que estemos juntos en este momento. Los únicos ojos que me miran igual, en los únicos ojos que me veo como soy, no importa si estoy sano o enfermo, es en los ojos de mi perro. En los ojos de Sacha.
Antonio Santa Ana (Los ojos del perro siberiano)
Ella te mira, se pasa la vida la vida mirándote aunque tú no te des cuenta y ahora, en este instante por primera vez en tu vida -con siete añitos- le devuelves la cortesía y la miras. Es tu abuela. Pero tal vez no es solo tu abuela -hay un mundo que no te pertenece, y no pasa nada-, tal vez ella también tiene pensamientos que te son ajenos.
Marta Jiménez Serrano (Los nombres propios)
It’s like Abuela says: Every snake always thinks it’s biting into a rat until the day it bites into a mongoose. That
Junot Díaz (The Brief Wondrous Life of Oscar Wao)
Las abuelas son la literatura del mundo.
Alma Delia Murillo (La cabeza de mi padre)
My abuela, God rest her soul, had always told me you get a lot more out of life being nice than being a cabrona.
Mariana Zapata (Wait for It)
Ya va siendo hora de que tu abuela aprenda a estar orgullosa del nieto que tiene y no del que cree que merecería tener.
J.K. Rowling
Te pides un café con leche y te sientas a tomarlo en las escaleras. Tu abuela se ha muerto y el mundo no ha cambiado. Das un trago al café.
Marta Jiménez Serrano (Los nombres propios)
La acusación de su abuela reverberó en su mente "Os han convertido a todos en unos monstruos".
Marissa Meyer (Scarlet (The Lunar Chronicles, #2))
Find the things you love and do them every day, even if it means failing. That's all there is to it" -Abuela
Julie Murphy (Puddin' (Dumplin', #2))
I had never read a book like abuela's living room, but still I savored it my preferred way - like the private, treasured pages of a novel.
Quiara Alegría Hudes (My Broken Language)
La hermosa casa de mi abuela no está, ni va a volver, y mi abuela, con sus ojos de agua, tampoco, porque está muerta. Pero yo guardo sus cosas. Su ropa —sus faldas, sus abrigos con olor a butaca de cine—, envuelta en papel azul, en cajas de cartón, con bolsitas repletas de lavanda. ¿Para qué? No sé. O sí. Para algo horrible: para decir —¿decirle?— que yo —su nieta, su atea, su blasfema atroz— tenía razón, y que después no hay nada, pero que igual lo guardé todo. Para decir —¿decirle?—: "Aquí está lo que alguna vez fue tuyo: tus cosas, yo".
Leila Guerriero (Teoría de la gravedad)
These are my words! They matter! Hit me all you want. I will write. These are my words. They do matter. And she did hit me, all she wanted. But I wrote. And I still write. I will always write. No one can stop me from writing. My words are mine, with a voice given to me by my abuela.
Rex Ogle (Abuela, Don't Forget Me)
yo, pisoteando todas las advertencias de mi madre, mi abuela y hasta de la educadora que me dio el catecismo, de que no debía fiarme de los extraños, y mucho menos si eran hombres con aspecto pecaminoso, le seguí.
María José Tirado (Diario de Kat)
Entonces fue hacia la cama y corrió las cortinas: la abuela estaba allí tumbada, con el gorro de dormir bien calado y un aspecto muy raro. -¡Ay, abuela, qué orejas tan grandes tienes! -Para así pode oírte mejor. -¡Ay, abuela, qué ojos tan grandes tienes! -Para así poder verte mejor. -¡Ay, abuela, qué manos tan grandes tienes! -Para así poder cogerte mejor. -¡Ay, abuela, qué boca tan grande y tan horrible tienes! -Para así poder comerte mejor. No había terminado de decir esto el lobo cuando salió de la cama de un salto y devoró a la pobre Caperucita Roja.
Jacob Grimm (Cuentos de los hermanos Grimm)
My first time in the sea felt like returning to something. I thought of my mother and abuela, the image of them sharp and sudden. I wanted to see what was on the other side. I wanted to find what was lost. I wanted to know how to move forward… My only offering heart, humility, and these coins. My tongue was heavy with the wrong language.
Nina Moreno (Don't Date Rosa Santos)
La niña, con asombro, descubrió que el eco le regresaba las palabras. La abuela le explicó que por eso es tan importante honrar a la palabra. Cada sonido que emitimos navega por los aires, pero siempre viene de regreso a nosotros.
Laura Esquivel (Malinche)
Cuando yo era niña mi madre me decía 'querida'; era una palabra. Cuando iba a la escuela la maestra me decía 'querida'; era otra palabra. Pero la primera vez que Mauricio, sin voz casi, me dijo '¡querida!', aquello ya no era una palabra: era una cosa viva que se abrazaba a las entrañas y hacía temblar las rodillas. Era como si fuera el primer día del mundo y nunca se hubiera querido alguien antes que nosotros. Por la noche no podía dormir. '¡Querida, querida, querida!...' Allí estaba la palabra viva rebotándome en los oídos, en la almohada, en al sangre. ¡Qué importa ahora que Mauricio no me mire si él me llena los ojos! ¡Qué importa que el ramo de rosas siga diciendo 'mañana' si él me dio fuerzas para esperarlo todo! Si no hace falta que nos quieran... ¡si basta querer para ser feliz abuela, feliz, feliz!...
Alejandro Casona (Los árboles mueren de pie)
...talvez el tiempo no pasa, sino que nosotros pasamos a través del tiempo; tal vez el espacio está lleno de presencias de todas las épocas, como decía mi abuela, y todo lo que ha sucedido y lo que sucederá coexiste en un presente eterno.
Isabel Allende (Los amantes del Guggenheim)
I’ve started dreaming in Spanish, which has never happened before. I wake up feeling different, like something inside me is changing, something chemical and irreversible. There’s a magic here working its way through my veins. There’s something about the vegetation, too, that I respond to instinctively - the stunning bougainvillea, the flamboyants and jacarandas, the orchids growing from the trunks of the mysterious ceiba trees. And I love Havana, its noise and decay and painted ladyness. I could happily sit on one of those wrought-iron balconies for days, or keep my grandmother company on her porch, with its ringside view of the sea. I’m afraid to lose all this, to lose Abuela Celia again. But sooner or later I’d have to return to New York. I know now it’s where I belong - not instead of here, but more than here. How can I tell my grandmother this?
Cristina García (Dreaming in Cuban)
dime ¿dónde está el cementerio de aquello que vivimos? ¿Dónde están las caricias de mi madre, los abrazos de mi padre, los besos de mi abuela, las palabras de mi hermano? Gainisg, no pueden simplemente desaparecer. No puede morirse toda la vida al morir. Algo debe quedar en esa bruma impenetrable que es la muerte. Así sean migajas de todo aquello que alguna vez existió.
Guillermo Arriaga (El salvaje)
The drug dealer leaned forward and covered his mouth conspiratorily with the back of his hand. In a voice softer than a gust of wind, he said: ‘Got some new merch, though. High tech, top of the line. Muy experimental. Packs quite the punch they say, and hits you like a brick wall, espiritualmente,’ he pushed three fingers together and planted them a kiss. ‘Real sweet. Un dragón muy poderoso.’ ‘Any... particular side-side-side-effects?’ Mario scratched his chin, thinking back on his aggresive nosebleeds. ‘Not a dicky bird,’ affirmed the dealer. ‘This stuff’s cleaner than la cocina de tu abuela. Mind you, it does call for some weird shit, no doubt about it. And you gotta watch yourself for sharp table corners and the lot, cause you WILL be tripping.
Louise Blackwick (The Underworld Rhapsody)
No heredé los poderes psíquicos de mi abuela, pero ella me abrió la mente a los misterios del mundo. Acepto que cualquier cosa es posible. Ella sostenía que existen múltiples dimensiones de la realidad y no es prudente confiar sólo en la razón y en nuestros limitados sentidos para entender la vida; existen otras herramientas de percepción, como el instinto, la imaginación, los sueños, las emociones, la intuición. Me introdujo al realismo mágico mucho antes que el llamado boom de la literatura latinoamericana lo pusiera de moda.
Isabel Allende (My Invented Country: A Nostalgic Journey Through Chile)
Su abuela siempre le aconsejaba que no fuera demasiado explícita al formular sus deseos, porque a veces la mejor solución es una que no se le ocurriría nunca.
Mary Jo Putney (En las redes del olvido)
Y de donde quiero irme y a, por razones múltiples y para airear mi existencia,según recomendaba mi abuela. DE LAS MUDANZAS
Ignacio Helguera
El lunes te agarró la muerte, Paula. Vino y te señaló, pero se encontró frente a frente con tu madre y tu abuela y por esta vez retrocedió.
Isabel Allende (Paula)
Hace exactamente 6 millones de años, una única hembra de simio tuvo dos hijas. Una se convirtió en el ancestro de todos los chimpancés, la otra es nuestra propia abuela.
Yuval Noah Harari (Sapiens. De animales a dioses: Una breve historia de la humanidad)
that line his abuela’s street. He’s
Jeanine Cummins (American Dirt)
abuela’s
Jeanine Cummins (American Dirt)
from the glass, ‘Abuela,’ and renews his attack
Jeanine Cummins (American Dirt)
Concepción Montoya, la abuela en Guatemala, había usado muy bien
Isabel Allende (Más allá del invierno)
la persona más importante en la casa y la presencia más fuerte de su vida era su abuela.
Isabel Allende (La casa de los espíritus)
- Enfádate lo que tengas que enfadarte –dijo ella-. Que nadie te lo impida. Ni tu abuela, ni tu padre, nadie. Y si tienes que romper cosas, por Dios, hazlas añicos.
Patrick Ness (A Monster Calls)
So we’re leaving today, Papi. We are already gone. And you must be very careful and look after yourself, please. We are taking you with us in our hearts, and we will call you when we get to el norte, Papi. And we’ll send for you when we have jobs, and you can come to us, and you can bring Mami and Abuela, too, and we will all be together again as it is meant to be.
Jeanine Cummins (American Dirt)
Abuela de setenta y tres años, inmigrante latina documentada, feminista, chaparrita y sin habilidades domésticas busca un compañero limpio y con buenos modales para ir a restaurantes y al cine.
Isabel Allende (Mujeres del alma mía: Sobre el amor impaciente, la vida larga y las brujas buenas (Spanish Edition))
—Tu tarea es caminar —respondió la abuela—. Un cuerpo inmóvil se limita a sí mismo, un cuerpo en movimiento se expande, se vuelve parte del todo, pero hay que saber caminar ligero, sin cargas pesadas. Caminar nos llena de energía y nos transforma para poder mirar el secreto de las cosas. Caminar nos convierte en mariposas que se elevan y miran en verdad lo que el mundo es. Lo que la vida es. Lo que nuestro cuerpo es. Es la eternidad de la conciencia. Es la comprensión de todas las cosas. Eso es dios en nosotros, pero si quieres, puedes quedarte sentada y convertirte en piedra.
Laura Esquivel (Malinche)
-¿Y ese ruido? ¡¿No habrás roto la cajita de música?! -¿Cuál? -La que te regaló la abuela, no la habrás roto, ¿no? -Total no era linda. -¡¿Como era?! ¿La rompiste? Te mato, Natacha, abrí la puerta.
Luis María Pescetti (Natacha (Natacha #1))
You married your best friend?” At Abuela’s nod, Kamilah’s jaw dropped, and she shook her head in disbelief. “Why would you want to marry your best friend?” “¿Por qué no?" “Because a best friend is one thing, and a person you marry is another,” Kamilah explained. Abuela smiled at her and shook her head. “No ojitos, son la misma persona. You should only marry your best friend. Remember that when you grow up.
Natalie Caña (A Proposal They Can't Refuse (Vega Family Love Stories, #1))
Era como una abuela para mí, una abuela vieja y dura que me enseñó un montón de cosas. Entre otras, a respirar. Eso me fue muy útil, y no sólo para interpretar. A veces, eso de respirar es todo un problema.
Michel Schneider (Marilyn, dernières séances)
unas toscas figuras de barro que después llevó a su abuela de regalo. La señora, que había llegado a olvidar que andaba con él, quedó encantada y así nació la idea de que la cerámica era buena para los mongólicos.
Isabel Allende (La casa de los espíritus)
Comprendía que todo lo que provenía de su abuela, desde su tono de voz, la posición de su cabeza y sus hombros hasta la respiración, emitía en conjunto un mensaje que, si bien era difícil de sintetizar en una sola frase, le recriminaba que se atreviera a codiciar lo que pertenecía a su nieto varón. Su hermano y todo lo suyo era valioso y, por tanto, no era accesible a cualquiera; y Kim Ji-young se sentía menos que cualquiera.
Cho Nam-Joo (82년생 김지영)
Mientras conducía a Coriolanus a la cocina, él se recordó que le autocontrol era una habilidad esencial y que debía sentirse agradecido por las oportunidades que su abuela le ofrecía todos los días para practicarlo.
Suzanne Collins (The Ballad of Songbirds and Snakes (The Hunger Games, #0))
¿Qué podemos decir que sea cierto, de la poesía? Pues que ahí está. En el acorde de dos notas que hechizan e impiden escuchar el resto de la música, en la imprecisa tensión de dos colores que se tocan, en la línea que contornea una forma, acariciándola; en la sencilla frase leída que captura algo de nosotros, por un instante nos ata y nos deja como cualquier amante; y también en la ternura del sol que cae como un gigante cansado en los ocasos, en la magnificencia de una abeja sobre un pétalo, en la caricia del agua cayendo sobre la piel de un cuerpo amado, en la opacidad de la vieja tetera de la abuela, en el aroma de nuestras vidas depositado en los armarios; o en el leve giro de una mirada que embruja y nos deja a punto de caer en el amor; y en todas las cosas que en amor o en dolor, amargura o gozo, vienen a nosotros tocadas por el encanto de lo que simplemente es bello: la poesía está
Fernando Molano Vargas (Vista desde una acera)
La palabra Tata tiene un significado ambiguo y tierno muy concreto. Creo que es menos que abuela pero más que tía, y sin duda más que vecina. Si me viera sola ante un problema inesperado su casa sería la primera a la que acudiría.
Elisa Victoria (Vozdevieja)
¿Eres consagrada o consagrado? Sé santo viviendo con alegría tu entrega. ¿Estás casado? Sé santo amando y ocupándote de tu marido o de tu esposa, como Cristo lo hizo con la Iglesia. ¿Eres un trabajador? Sé santo cumpliendo con honradez y competencia tu trabajo al servicio de los hermanos. ¿Eres padre, abuela o abuelo? Sé santo enseñando con paciencia a los niños a seguir a Jesús. ¿Tienes autoridad? Sé santo luchando por el bien común y renunciando a tus intereses personales
Pope Francis (Gaudete et exsultate. Exhortación apostólica sobre la llamada a la santidad en el mundo actual (Documentos MC) (Spanish Edition))
Hacía ya mucho tiempo que me vanagloriaba de poseer todos los paisajes posibles, y que se me antojaban irrisorias todas las celebridades de la pintura y de la poesía moderna. Me gustaban las pinturas idiotas: adornos de puertas, decorados, telones de saltimbancos, emblemas, estampas populares; la literatura pasada de moda: latín de iglesia, libros eróticos ignorantes de la ortografía, novelas de nuestras abuelas, cuentos de hadas, libritos infantiles, viejas óperas, estribillos bobos, ritmos ingenuos. Soñaba con cruzadas, viajes de exploración cuya crónica no nos ha llegado, repúblicas sin historia, guerras de religión sofocadas, revoluciones de costumbres, desplazamientos de razas y continentes: creía en todos los encantamientos.
Arthur Rimbaud (A Season in Hell & Other Poems)
En el pasillo de madera, justo al lado del contador del gas, la abuela dijo: SÉ QUE VOLVERÁS. No retuve esa frase en la memoria deliberadamente. Me la llevé al campo de trabajo sin darme cuenta. No tenía ni idea de que me acompañaba. Pero una frase así es libre. Ella actuó en mi interior más que todos los libros que me llevé. SÉ QUE VOLVERÁS se convirtió en cómplice de la pala del corazón y en adversario del ángel del hambre. Yo, que he regresado, puedo decirlo: Una frase así te mantiene con vida.
Herta Müller (The Hunger Angel)
- ¡Abuela, vamos a por coques! Das órdenes como si el mundo te perteneciese, como si el mundo terminase en la cancela de la entrada. ¿Y no te pertenece, acaso? ¿Hay algo más? Hay algo más. Lo sabes porque a veces se cuela por la tele. Hoy, por ejemplo. Estás desayunando en el taburete alto un Cola Cao con muchos grumos y tostadas blanditas. No hay tostador en el Huerto y la abuela te las hace en la sartén. El salón es tuyo; te gusta levantarte pronto porque el salón es tuyo. Solo estás con la abuela, que hace gazpacho en la cocina. Aún no lo sabes, ahora solo miras fijamente a Oliver y Benji mientras masticas. Pero un día vas a creer que el amor es eso: compartir un espacio haciendo cosas distintas. Cómo vas a saberlo ahora, si eres puro pelo despeinado y esa camiseta que te queda grande y las bragas contra la madera del taburete. Pero un día lo creerás: dos soledades en un mismo espacio. Ella corta tomates y tú ves los dibujos y al cabo de un rato llega tu prima. ¿Te gusta esa ruptura de la soledad? No lo vas a saber nunca. Te lo digo con ternura, no es una amenaza. Nunca lo vas a saber.
Marta Jiménez Serrano (Los nombres propios)
I get how counseling or therapy can help people. But I will decide whom I talk to, and when. I couldn’t stop Stefanie from boarding a plane to Africa, or rewind Andrés’s goodbye speech or… Abuela. I couldn’t change the hand of God. But I could have control over my words, my heart, my pain.
Laura Taylor Namey (A Cuban Girl's Guide to Tea and Tomorrow)
She may forget. And one day, I may forget too. But for now, the memories are captured, like insects in amber, ready to survive for millions of years. My memories...are written in words and verses and fragments in this book, unable to be unwritten. And if it is forgotten, it can always be read again.
Rex Ogle (Abuela, Don't Forget Me)
A strangeness. A ripple of unease. An understanding, though timid at first, that perhaps there was some truth to the stories of blood-hungry beasts and river ghosts that the abuelas on the rancho spun to keep children close to home after sunset. A sense that there was a reason to watch one’s back when shadows grew long.
Isabel Cañas (Vampires of El Norte)
No era más que un estanque de patos, en la parte de atrás de la granja. No muy grande. Lettie Hempstock decía que era un océano, pero yo sabía que es era una tontería. Decía que habían llegado hasta aquí cruzando aquel océano desde su tierra natal. Su madre decía que Lettie no lo recordaba muy bien, que fue hace mucho tiempo y que, en cualquier caso, su país de origen se había hundido. La anciana señora Hempstock, la abuela de Lettie, decía que las dos estaban equivocadas, y que lo que se había hundido no era en realidad su país. Decía que ella sí recordaba su verdadera tierra natal. Decía que su verdadera tierra natal había estallado
Neil Gaiman (The Ocean at the End of the Lane)
She thinks of her own remote, wild place, full of noisy, big-eyed creatures of its own. It feels almost impossible that the cloud forest still exists. She wants to close her eyes and travel back there. Wants to feel the cool softness of the clouds against her cheeks and eyelashes. She wants to hear the echoing drips of rainfall spattering among the big, fat leaves. The memory of that bright, liquid, ethereal place is fading from her grasp. When she closes her eyes now, she cannot recall the sound of her abuela’s singing or the smell of the chilate. It’s all been obliterated from her, and the grief of that eradication feels like a weight she must carry in her limbs.
Jeanine Cummins (American Dirt)
Ese día de visita, pese a estar sentado enfrente de su abuela, se sintió tan lejos de ella como los otros familiares que la habían abandonado. Le dijo que se encontraba bien pero un poco triste, que estaba siendo difícil pero estaba aguantando, cuando lo único que quería decirle era: «Mira lo que me han hecho, mira lo que me han hecho.»
Colson Whitehead (The Nickel Boys)
Sus recuerdos eran tan antiguos, que no existían discos suficientemente viejos para removerlos.
Gabriel García Márquez (La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y su abuela desalmada)
Catalina, Dios la perdone. Catalina, a la que Dios ataca. Catalina, cuyos hijos no arraigaban en el vientre, que es responsable, sin embargo, del triste objeto que tiene ante él, sus ojos apagados, su rostro hinchado por el dolor de muelas. Él piensa en la abuela española de coraza resplandeciente, espejo del destino para el infiel. Isabel salió al palenque: Andalucía tembló.
Hilary Mantel (The Mirror & the Light (Thomas Cromwell, #3))
Chicana intifada Rocks are our weapons of choice, indeed the only ones that we have stockpiled. We never worry about running out of them. After all, our unpaved streets are filled with rocks. We have wiped the dirt off them so that they may sail with a smooth hardness when we fling them into the air. We shall name each one of our rocks for the family members we have lost each year of the hundreds of years we’ve lived in these parts—as indios, as mestizos, as “Hi-panics.” For starters, we plan to break a few windows of the jefe’s casota nueva. I myself will be delighted to land one in each pane: center, left, right, top, bottom—the exact location doesn’t much matter. Why should his fancy house remain intact while we cannot count on running water? No one will suspect that an abuela is la capitana of the Chicana intifada, with her disguise of hat and gloves, of shiny earrings and sheer “nude” pantyhose; with her polite yes, ma’aming. “We’ll launch the first volleys at 6 p.m.,” she whispers to us. Smiling wryly, she adds, “Inside the house at a reception to which I’ve been properly invited you’ll see me lower my right gloved hand to the marble table.” Copyright (C) Teresa Palomo Acosta, 2007. All rights reserved.
Teresa Palomo Acosta
Abajo está la piscina. El matrimonio ruso toma el sol en una tumbona de mimbre tamaño familiar. Ella: bikini rosado con piedras incrustadas; él: zunga negra con pequeñísimos lunares de espejo. Sus tres hijos rubios están chapoteando en el agua con la que debe ser su abuela materna —es la misma cara de ella, pero caída: un viento la sopló fuerte desde arriba. La playa está limpia. El cielo también. Ningún alga, ninguna nube. Sombrillas y sillas alineadas frente al mar.
Margarita García Robayo (Tiempo muerto)
En la perrera escribí con el pensamiento que algún día tendría al coronel García vencido ante mí y podría vengar a todos los que tienen que ser vengados. Pero ahora dudo de mi odio. En pocas semanas, desde que estoy en esta casa, parece haberse diluido, haber perdido sus nítidos contornos. Sospecho que todo lo ocurrido no es fortuito, sino que corresponde a un destino dibujado antes de mi nacimiento y Esteban García es parte de ese dibujo. Es un trazo tosco y torcido, pero ninguna pincelada es inútil. El día en que mi abuelo volteó entre los matorrales del río a su abuela, Pancha García, agregó otro eslabón en una cadena de hechos que debían cumplirse. Después el nieto de la mujer violada repite el gesto con la nieta del violador y dentro de cuarenta años, tal vez, mi nieto tumbe entre las matas del río a la suya y así, por los siglos venideros, en una historia inacabable de dolor, de sangre y de amor. (...) Me será muy fácil vengar a todos los que tienen que ser vengados, porque mi venganza no sería más que otra parte del mismo mito inexorable. Quiero pensar que mi oficio es la vida y que mi misión no es prolongar el odio, sino sólo llenar estas páginas mientras espero el regreso de Miguel, mientras entierro a mi abuelo que ahora descansa a mi lado en este cuarto, mientras aguardo que lleguen tiempos mejores, gestando a la criatura que tendo en el vientre, hija de tantas violaciones, o tal vez la hija de Miguel pero sobre todo hija mía.
Isabel Allende
This place, our little cloud forest, even though we missed our papi, it was the most beautiful place you've ever seen. We didn't really know that then, because it was the only place we'd ever seen, except in picture in books and magazines, but now that's I've seen other place, I know. I know how beautiful it was. And we loved it anyway even before we knew. Because the trees had these enormous dark green leaves, as a big as a bed, and they would sway in the wind. And when it rain you could hear the big, fat raindrops splatting onto those giant leaves, and you could only see the sky in bright blue patches if you were walking a long way off to a friend's house or to church or something, when you passed through a clearing and all those leaves would back away and open up and the hot sunshine would beat down all yellow and gold and sticky. And there were waterfalls everywhere with big rock pools where you could take a bath and the water was always warm and it smelled like sunlight. And at night there was the sound of the tree frogs and the music of the rushing water from the falls and all the songs of the night birds, and Mami would make the most delicious chilate, and Abuela would sing to us in the old language, and Soledad and I would gather herbs and dry them and bundle them for Papi to sell in the market when he had a day off, and that's how we passed our days.' Luca can see it. He's there, far away in the misty cloud forest, in a hut with a packed dirt floor and a cool breeze, with Rebeca and Soledad and their mami and abuela, and he can even see their father, far away down the mountain and through the streets of that clogged, enormous city, wearing a long apron and a chef's hat, and his pockets full of dried herbs. Luca can smell the wood of the fire, the cocoa and cinnamon of the chilate, and that's how he knows Rebeca is magical, because she can transport him a thousand miles away into her own mountain homestead just by the sound of her voice.
Jeanine Cummins (American Dirt)
He stood hat in hand over the unmarked earth. This woman who had worked for his family fifty years. She had cared for his mother as a baby and she had worked for his family long before his mother was born and she had known and cared for the wild Grady boys who were his mother's uncles and who had all died so long ago and he stood holding his hat and he called her his abuela and he said goodbye to her in Spanish and then turned and put on his hat and turned his wet face to the wind and for a moment he held out his hands as if to steady himself or as if to bless the ground there or perhaps as if to slow the world that was rushing away and seemed to care nothing for the old or the young or rich or poor or dark or pale or he or she. Nothing for their struggles, nothing for their names. Nothing for the living or the dead. In four days' riding he crossed the Pecos at Iraan Texas and rode up out of the river breaks where the pumpjacks in the Yates Field ranged against the skyline rose and dipped like mechanical birds. Like great primitive birds welded up out of iron by hearsay in a land perhaps where such birds once had been…..The desert he rode was red and red the dust he raised, the small dust that powdered the legs of the horse he rode, the horse he led. In the evening a wind came up and reddened all the sky before him. There were few cattle in that country because it was barren country indeed yet he came at evening upon a solitary bull rolling in the dust against the bloodred sunset like an animal in sacrificial torment. The bloodred dust blew down out of the sun. He touched the horse with his heels and rode on. He rode with the sun coppering his face and the red wind blowing out of the west across the evening land and the small desert birds flew chittering among the dry bracken and horse and rider and horse passed on and their long shadows passed in tandem like the shadow of a single being. Passed and paled into the darkening land, the world to come.
Cormac McCarthy (All the Pretty Horses (The Border Trilogy, #1))
Daniel se acordó de cuando miraba televisión con su abuela. Él cambiaba tan seguido de canal, que ella mezclaba los hilos narrativos de las distintas películas y tejía su propia historia que tenía la virtud de ser siempre feliz, porque cuando después de un rato de estar frente a la pantalla, aparecía una escena de risas o abrazos o declaraciones de amor, ella se levantaba y decía "que lindo como terminó", dejándolo a Daniel perplejo, preguntándose cómo había sido la historia que había armado su abuela.
Pedro Mairal (Una noche con Sabrina Love)
Mi padre me negaba constantemente licencias que se me consentían en los pactos más generosos otorgados por mi madre y mi abuela, porque no le daba importancia a los "principios" y para él no existía el "derecho de gentes". Por un motivo contingente, o sin motivo alguno, me suprimía a última hora un paseo tan habitual ya, tan consagrado, que no se me podía quitar sin cometer dolor, o hacía lo que aquella noche, decirme que me fuera a acostar. Pero precisamente por carecer de principios, tampoco tenía intransigencia.
Marcel Proust (Du côté de chez Swann (À la recherche du temps perdu, #1))
Las ovejas saben dónde están, Paciendo en sus sucias nubes de lana, Tan grises como el día. Las negras ranuras de sus pupilas me captan[435]. Siento como si me remitieran por correo al espacio, Como un mensaje corto, idiota. Las ovejas merodean disfrazadas de abuela ... De la gente de aquí, el aire sólo Recuerda unas pocas sílabas raras[436] Que él va repitiendo a modo de lamento: Piedra negra, piedra negra. ... Ahora, en los valles estrechos Y negros, igual que monederos, las luces de las casas Resplandecen como calderilla.
Sylvia Plath
-En casi todas las familias hay algún tonto o un loco, hijita -aseguró Clara mientras se afanaba en su tejido, porque en todos esos años no había aprendido a tejer sin mirar -. A veces no se ven, porque los esconden, como si fuera una vergüenza. Los encierran en los cuartos más apartados, para que no los vean las visitas. Pero en realidad no hay de qué avergonzarse, ellos también son obra de Dios. -Pero en nuestra familia no hay ninguno, abuela -replicó Alba. -No. Aquí la locura se repartió entre todos y no sobró nada para tener nuestro propio loco de remate.
Isabel Allende (The House of the Spirits)
But that was still okay because this place, our little cloud forest, even though we missed our papi, it was the most beautiful place you’ve ever seen. We didn’t really know that then, because it was the only place we’d ever seen, except in pictures in books and magazines, but now that I’ve seen other places, I know. I know how beautiful it was. And we loved it anyway even before we knew. Because the trees had these enormous dark green leaves, as big as a bed, and they would sway in the wind. And when it rained you could hear the big, fat raindrops splatting onto those giant leaves, and you could only see the sky in bright blue patches if you were walking a long way off to a friend’s house or to church or something, when you passed through a clearing and all those leaves would back away and open up and the hot sunshine would beat down all yellow and gold and sticky. And there were waterfalls everywhere with big rock pools where you could take a bath and the water was always warm and it smelled like sunlight. And at night there was the sound of the tree frogs and the music of the rushing water from the falls and all the songs of the night birds, and Mami would make the most delicious chilate, and Abuela would sing to us in the old language
Jeanine Cummins (American Dirt)
Los finales, no importa cuán cantados estén, nunca portan la calidad de lo terminal, cuando menos no para quien los va remontando. La última hora de intimidad con el otro siempre parece otra en la línea: un episodio repetible y sin consecuencias. Nunca nadie piensa que esa fue la última vez que se bebió esa saliva ni que lo que sigue es extrañar hasta la muerte el olor de la piel que se arremolina tras el lóbulo de una oreja. No registramos la última ocasión en que nuestros hijos nos dieron la mano para cruzar una calle. Cuando cambiamos de ciudad, de país, siempre pensamos que vamos a volver, que los demás se van a quedar fijos, como encantados, y que a la próxima los vamos a abrazar y van a seguir oliendo a la misma loción, tabaco y café quemado. Pero los amigos cambian, progresan y se compran lociones caras, dejan de fumar, dejan el café, huelen a té verde cuando volvemos. O se vuelven locos, los meten a hospitales psiquiátricos y tienen muertes horribles de las que nos enteramos por correo electrónico. Hay una última conversación lúcida viendo un partido de futbol con el abuelo y un último plato preparado por la mano maestra de la abuela, una última llamada telefónica con el profesor que nos hizo lo que somos y que una madrugada se resbala en la bañera y se muere.
Álvaro Enrigue (Ahora me rindo y eso es todo)
Mi abuela tenía una teoría muy interesante, decía que si bien todos nacemos con una caja de cerillos en nuestro interior, no los podemos encender solos, necesitamos, como en el experimento, oxígeno y la ayuda de una vela. Sólo que en este caso el oxígeno tiene que provenir, por ejemplo, del aliento de la persona amada; la vela puede ser cualquier tipo de alimento, música, caricia, palabra o sonido que haga disparar el detonador y así encender uno de los cerillos. Por un momento nos sentiremos deslumbrados por una intensa emoción. Se producirá en nuestro interior un agradable calor que irá desapareciendo poco a poco conforme pase el tiempo, hasta que venga una nueva explosión a reavivarlo. Cada persona tiene que descubrir cuáles son sus detonadores para poder vivir, pues la combustión que se produce al encenderse uno de ellos es lo que nutre de energía el alma. En otras palabras, esta combustión es su alimento. Si uno no descubre a tiempo cuáles son sus propios detonadores, la caja de cerillos se humedece y ya nunca podremos encender un solo fósforo. Claro que también hay que poner mucho cuidado en ir encendiendo los cerillos uno a uno. Porque si por una emoción muy fuerte se llegan a encender todos de un solo golpe producen un resplandor tan fuerte que ilumina más allá de lo que podemos ver normalmente y entonces ante nuestros ojos aparece un túnel esplendoroso que nos muestra el camino que olvidamos al momento de nacer y que nos llama a reencontrar nuestro perdido origen divino. El alma desea reintegrarse al lugar de donde proviene, dejando al cuerpo inerte...
Laura Esquivel (Like Water for Chocolate)
Recipe for a Funeral From the Kitchen of Lila Reyes Ingredients: One grieving family. One coffin (it must be white like flour and sugar). One cathedral. One white apron. One abuela, gone, dressed in her favorite blue vestido. Preparation: Sit between your boyfriend and best friend as they try to hold you upright in the pew. Clutch a white apron tightly on your lap. Watch your parents weeping one row ahead, and your sister leaning on your mother’s shoulder. Look back once over the massive cathedral, marveling at the crowd that came for her. *Leave out actually seeing your abuela laid out so lovingly in the white coffin. She is not there. Instead, cry, kneeling during the private viewing with your eyes secretly pressed closed. Cooking temp: 100 degrees Fahrenheit. The coldest your oven goes.
Laura Taylor Namey (A Cuban Girl's Guide to Tea and Tomorrow)
He stood hat in hand over the unmarked earth. This woman who had worked for his family fifty years. She had cared for his mother as a baby and she had worked for his family long before his mother was born and she had known and cared for the wild Grady boys who were his mother’s uncles and who had all died so long ago and he stood holding his hat and he called her his abuela and he said goodbye to her in Spanish and then turned and put on his hat and turned his wet face to the wind and for a moment he held out his hands as if to steady himself or as if to bless the ground there or perhaps as if to slow the world that was rushing away and seemed to care nothing for the old or the young or rich or poor or dark or pale or he or she. Nothing for their struggles, nothing for their names. Nothing for the living or the dead.
Cormac McCarthy (All The Pretty Horses (The Border Trilogy, #1))
Yo no lo había olvidado porque a menudo nos burlábamos de su frase altisonante en el juicio: «¿Van a permitir que el abogado de la defensa arroje a esta pobre familia al basural de la historia Willie apeló de un juez a otro hasta que por fin consiguió una indemnización modesta para la familia. Había visto dilapidar pequeñas fortunas a lo largo de su carrera, porque los clientes beneficiados, que nunca habían tenido más que agujeros en los bolsillos, al sentirse ricos perdían la cabeza, se ponían ostentosos y atraían como moscas a parientes lejanos, amigos olvidados y timadores dispuestos a quitarle hasta el último peso. La indemnización de los Pacheco estaba mi lejos de ser una fortuna, pero traducida a pesos mexicanos los ayudó a salir de la miseria. Por indicación de Willie, la abuela decidió invertir la mitad en instalar un pequeño almacén y el resto fue depositado en una cuenta a nombre de los hijos de Jovito en Estados Unidos, lejos de embaucadores y parientes pedigüeños.
Isabel Allende (La suma de los días)
Mi abuela tenía una teoría muy interesante, decía que si bien todos nacemos con una caja de cerillas en nuestro interior, no las podemos encender solos, necesitamos oxígeno y la ayuda de una vela. Sólo que en este caso, el oxígeno tiene que provenir, por ejemplo, del aliento de la persona amada; la vela puede ser cualquier tipo de alimento, música, caricia, palabra o sonido que haga disparar el detonador y así encender una de las cerillas. Por un momento nos sentiremos deslumbrados por una intensa emoción. Se producirá en nuestro interior un agradable calor que irá desapareciendo poco a poco conforme pase el tiempo, hasta que venga una nueva explosión que haga reavivarlo. Cada persona tiene que descubrir cuáles son sus detonadores para poder vivir, pues la combustión que se produce al encenderse una de ellas es lo que nutre de energía el alma. En otras palabras, esta combustión es su alimento. Si uno no descubre a tiempo cuáles son sus propios detonadores, la caja de cerillas se humedece y ya nunca podremos encender un solo fósforo. Si eso llega a pasar el alma huye de nuestro cuerpo, camina errante por las tinieblas más profundas tratando vanamente de encontrar alimento por sí misma, ignorante de que sólo el cuerpo que ha dejado inerme, lleno de frío, es el único que podría dárselo. Por eso hay que permanecer alejados de personas que tengan un aliento gélido. Su sola presencia podría apagar el fuego más intenso, con los resultados que ya conocemos. Mientras más distancia tomemos de estas personas, será más fácil protegernos de su soplo. Hay muchas maneras de poner a secar una caja de cerillas húmeda, pero puede estar segura de que tiene remedio. Claro que también hay que poner mucho cuidado en ir encendiendo las cerillas una a una. Porque si por una emoción muy fuerte se llegan a encender todas de un solo golpe, producen un resplandor tan fuerte que ilumina más allá de lo que podemos ver normalmente y entonces ante nuestros ojos aparece un túnel esplendoroso que nos muestra el camino que olvidamos al momento de nacer y que nos llama a reencontrar nuestro perdido origen divino. El alma desea reintegrarse al lugar de donde proviene, dejando al cuerpo inerte… Desde que mi abuela murió he tratado de demostrar científicamente esta teoría. Tal vez algún día lo logre
Laura Esquivel (Como Água Para Chocolate)
Viví con poco sufrimiento los tres años de Segunda. No porque quisiera distanciarme de un equipo fracasado; de hecho, iba a Anoeta siempre que podía y mastiqué por la tele un montón de partidos tóxicos sin pestañear. En el fondo le veía cierto encanto: mientras las radios y las teles nos metían por un embudo el Barça y el Madrid y Schuster y Guardiola y los partidos del siglo a todas horas, nosotros jugábamos en otro universo menos histriónico contra el Racing de Ferrol, el Huesca o el Girona. Disfruté de una alegría de esas que en el momento no se pueden confesar a nadie: en diciembre de 2008 me escapé de dos amigas navarras en Nueva York con alguna excusa, entré a un locutorio para mirar los resultados en internet y me enteré de que la Real había ganado 1-0 al líder Salamanca con un cabezazo de Ansotegi en el minuto 92. Salí a la calle, correteé por las aceras nevadas, di algún saltito y algún remate de cabeza en el aire y luego caminé normal para reunirme otra vez con mis amigas. Ellas no hubieran entendido nada así que me callé. Seguimos andando los tres y yo pensé que era la única persona de todo el barrio de Harlem, quizá de todo Nueva York, que en ese momento caminaba contento por un gol de Ansotegi. Fue un momento de felicidad intensa y secreta.
Ander Izagirre (Mi abuela y diez más)
Mi abuela tenía una teoría muy interesante, decía que si bien todos nacemos con una caja de cerillos en nuestro interior, no los podemos encender solos, necesitamos, como en el experimento, oxígeno y la ayuda de una vela. Sólo que en este caso el oxígeno tiene que provenir, por ejemplo, del aliento de la persona amada; la vela puede ser cualquier tipo de alimento, música, caricia, palabra o sonido que haga disparar el detonador y así encender uno de los cerillos. Por un momento nos sentiremos deslumbrados por una intensa emoción. Se producirá en nuestro interior un agradable calor que irá desapareciendo poco a poco conforme pase el tiempo, hasta que venga una nueva explosión a reavivarlo. Cada persona tiene que descubrir cuáles son sus detonadores para poder vivir, pues la combustión que se produce al encenderse uno de ellos es lo que nutre de energía al alma. En otras palabras, esta combustión es su alimento. Si uno no descubre a tiempo cuáles son sus propios detonadores, la caja de cerillos se humedece y ya nunca podremos encender un solo fósforo. Si eso llega a pasar el alma huye de nuestro cuerpo, camina errante por las tinieblas más profundas tratando vanamente de encontrar alimento por sí misma, ignorante de que sólo el cuerpo que ha dejado inerme, lleno de frío, es el único que podría dárselo. ¡
Laura Esquivel (Como agua para chocolate (Spanish Edition))
This week we'll be learning about key elements of high quality picture books. Using the award winner lists in our course materials, select one picture book and share why it received its award. For example, Abuela is listed in the 100 Picture Books Everyone Should Know. According to Publishers Weekly, this is why it's so good: "In this tasty trip, Rosalba is "always going places" with her grandmother--abuela . During one of their bird-feeding outings to the park, Rosalba wonders aloud, "What if I could fly?" Thus begins an excursion through the girl's imagination as she soars high above the tall buildings and buses of Manhattan, over the docks and around the Statue of Liberty with Abuela in tow. Each stop of the glorious journey evokes a vivid memory for Rosalba's grandmother and reveals a new glimpse of the woman's colorful ethnic origins. Dorros's text seamlessly weaves Spanish words and phrases into the English narrative, retaining a dramatic quality rarely found in bilingual picture books. Rosalba's language is simple and melodic, suggesting the graceful images of flight found on each page. Kleven's ( Ernst ) mixed-media collages are vibrantly hued and intricately detailed, the various blended textures reminiscent of folk art forms. Those searching for solid multicultural material would be well advised to embark.
B.F. Skinner
Ya no, ya no, ya no me sirves, zapato negro, en el cual he vivido como un pie durante treinta años, pobre y blanca, sin atreverme apenas a respirar o hacer achís. Papi: he tenido que matarte. Te moriste antes de que me diera tiempo… Pesado como el mármol, bolsa llena de Dios, lívida estatua con un dedo del pie gris, del tamaño de una foca de San Francisco. Y la cabeza en el Atlántico extravagante en que se vierte el verde legumbre sobre el azul en aguas del hermoso Nauset. Solía rezar para recuperarte. Ach, du. En la lengua alemana, en la localidad polaca apisonada por el rodillo de guerras y más guerras. Pero el nombre del pueblo es corriente. Mi amigo polaco dice que hay una o dos docenas. De modo que nunca supe distinguir dónde pusiste tu pie, tus raíces: nunca me pude dirigir a ti. La lengua se me pegaba a la mandíbula. Se me pegaba a un cepo de alambre de púas. Ich, ich, ich, ich, apenas lograba hablar: Creía verte en todos los alemanes. Y el lenguaje obsceno, una locomotora, una locomotora que me apartaba con desdén, como a un judío. Judío que va hacia Dachau, Auschwitz, Belsen. Empecé a hablar como los judíos. Creo que podría ser judía yo misma. Las nieves del Tirol, la clara cerveza de Viena, no son ni muy puras ni muy auténticas. Con mi abuela gitana y mi suerte rara y mis naipes de Tarot, y mis naipes de Tarot, podría ser algo judía. Siempre te tuve miedo, con tu Luftwaffe, tu jerga pomposa y tu recortado bigote y tus ojos arios, azul brillante. Hombre-panzer, hombre-panzer: oh Tú... No Dios, sino un esvástica tan negra, que por ella no hay cielo que se abra paso. Cada mujer adora a un fascista, con la bota en la cara; el bruto, el bruto corazón de un bruto como tú. Estás de pie junto a la pizarra, papi, en el retrato tuyo que tengo, un hoyo en la barbilla en lugar de en el pie, pero no por ello menos diablo, no menos el hombre negro que me partió de un mordisco el bonito corazón en dos. Tenía yo diez años cuando te enterraron. A los veinte traté de morir para volver, volver, volver a ti. Supuse que con los huesos bastaría. Pero me sacaron de la tumba, y me recompusieron con pegamento. Y entonces supe lo que había que hacer. Saqué de ti un modelo, un hombre de negro con aire de Meinkampf, e inclinación al potro y al garrote. Y dije sí quiero, sí quiero. De modo, papi, que por fin he terminado. El teléfono negro está desconectado de raíz, las voces no logran que críe lombrices. Si ya he matado a un hombre, que sean dos: el vampiro que dijo ser tú y me estuvo bebiendo la sangre durante un año, siete años, si quieres saberlo. Ya puedes descansar, papi. Hay una estaca en tu negro y grasiento corazón, y a la gente del pueblo nunca le gustaste. Bailan y patalean encima de ti. Siempre supieron que eras tú. Papi, papi, hijo de puta, estoy acabada.
Sylvia Plath (Ariel)
La memoría es ficción. Seleccionamos lo más brillante y lo más oscuro, ignorando lo que nos avergüenza, y así bordamos el ancho tapiz de nuestra vida. Mediante la fotografía y la palabra escrita intento desesperadamente vencer la condición fugaz de mi existencia, atrapar los momentos antes de que desvanezcan, despejar la confusión de mi pasado. Cada instante desaparece en un spolo y al punto se convierte en pasado, la realidad es efimera y migratoria, pura añoranza. Con estas fotografías y estas páginas mantengo vivos los recuerdos; ellas son mi asidero a una verdad fugitiva, pero verdad de todos modo, ellas prueban que estos eventos sucedieron y estos personajes pasaron por mi destino. Gracias a ellas puedo resucitar a mi madre, muerta cuando yo nací, a mis aguerridas abuelas y mi sabio abuelo chino, a mi pobre padre y a otros eslabones de la larga cadena de mi familia, todos de sangre mezclada y ardiente. Escribo para dilucidar los secretos antiguos de mi infancia, definir mi identidad, crear mi propia leyenda. Al final lo único que tenemos a plenitud es la memoria que hemos tejido. Cada uno escoge el tono para contar su propia historia, quisiera optar por la claridad durable de ina impresión en platino, pero nada en mi destino posee esa luminosa cualidad. Vivo entre difusos matices, velados misterios, incertidumbres; el tono para contar mi vida se ajusta más al de un retrato en sepia ...
Isabel Allende (Portrait in Sepia)
She hadn’t always been obsessed with babies. There was a time she believed she would change the world, lead a movement, follow Dolores Huerta and Sylvia Mendez, Ellen Ochoa and Sonia Sotomayor. Where her bisabuela had picked pecans and oranges in the orchards, climbing the tallest trees with her small girlbody, dropping the fruit to the baskets below where her tías and tíos and primos stooped to pick those that had fallen on the ground, where her abuela had sewn in the garment district in downtown Los Angeles with her bisabuela, both women taking the bus each morning and evening, making the beautiful dresses to be sold in Beverly Hills and maybe worn by a movie star, and where her mother had cared for the ill, had gone to their crumbling homes, those diabetic elderly dying in the heat in the Valley—Bianca would grow and tend to the broken world, would find where it ached and heal it, would locate its source of ugliness and make it beautiful. Only, since she’d met Gabe and become La Llorona, she’d been growing the ugliness inside her. She could sense it warping the roots from within. The cactus flower had dropped from her when she should have been having a quinceañera, blooming across the dance floor in a bright, sequined dress, not spending the night at her boyfriend’s nana’s across town so that her mama wouldn’t know what she’d done, not taking a Tylenol for the cramping and eating the caldo de rez they’d made for her. They’d taken such good care of her. Had they done it for her? Or for their son’s chance at a football scholarship? She’d never know. What she did know: She was blessed with a safe procedure. She was blessed with women to check her for bleeding. She was blessed with choice. Only, she hadn’t chosen for herself. She hadn’t. Awareness must come. And it did. Too late. If she’d chosen for herself, she would have chosen the cactus spines. She would’ve chosen the one night a year the night-blooming cereus uncoils its moon-white skirt, opens its opalescent throat, and allows the bats who’ve flown hundreds of miles with their young clutching to their fur as they swim through the air, half-starved from waiting, to drink their fill and feed their next generation of creatures who can see through the dark. She’d have been a Queen of the Night and taught her daughter to give her body to no Gabe. She knew that, deep inside. Where Anzaldúa and Castillo dwelled, where she fed on the nectar of their toughest blossoms. These truths would moonstone in her palm and she would grasp her hand shut, hold it tight to her heart, and try to carry it with her toward the front door, out onto the walkway, into the world. Until Gabe would bend her over. And call her gordita or cochina. Chubby girl. Dirty girl. She’d open her palm, and the stone had turned to dust. She swept it away on her jeans. A daughter doesn’t solve anything; she needed her mama to tell her this. But she makes the world a lot less lonely. A lot less ugly.  
Jennifer Givhan (Jubilee)
Mi abuela tenia una teoría muy interesante, decía que si bien todos nacemos con una caja de cerillos en nuestro interior, no los podemos encender solos, necesitamos, como en el experimento, oxígeno y la ayuda de una vela. Sólo que en este caso el oxígeno tiene que provenir, por ejemplo, del aliento de la persona amada; la vela puede ser cualquier tipo de alimento, música, caricia, palabra o sonido que haga disparar el detonador y así encender uno de los cerillos. Por un momento nos sentiremos deslumbrados por una intensa emoción. Se producirá en nuestro interior un agradable calor que irá desapareciendo poco a poco conforme pase el tiempo, hasta que venga una nueva explosión a reavivarlo. Cada persona tiene que descubrir cuáles son sus detonadores para poder vivir, pues la combustión que se produce al encenderse uno de ellos es lo que nutre de energía el alma. En tras palabras, esta combustión es su alimento. Si uno no descubre a tiempo cuáles son sus propios detonadores, la caja de cerillos se humedece y ya nunca podremos encender un solo fósforo. Claro que también hay que poner mucho cuidado en ir encendiendo los cerillos uno a uno. Porque si por una emoción muy fuerte se llegan a encender todos de un solo golpe producen un resplandor tan fuerte que ilumina más allá de lo que podemos ver normalmente y entonces ante nuestros ojos aparece un túnel esplendoroso que nos muestra el camino que olvidamos al momento de nacer y que nos llama a reencontrar nuestro perdido origen divino. El alma desea reintegrarse al lugar de donde proviene, dejando al cuerpo inerte...
Laura Esquivel (Like Water for Chocolate)